¿Que diferencia hay entre coaching y psicoterapia?

¿Es lo mismo coaching que psicoterapia? ¿en qúe se diferencia un proceso de coaching de una psicoterapia?

En Grupo Crece, desarrollo personal y profesional, al ser psicólogos y coach, muchas veces combinamos procesos de coaching y de psicoterapia según las necesidades del cliente, pero no se trata de lo mismo.

El coaching profesional es un proceso de entrenamiento personalizado y confidencial mediante un gran conjunto de herramientas que ayudan a cubrir el vacío existente entre donde una persona está ahora y donde se desea estar”. Desfinición de la Asociación Española de Coaching.

El coaching incorpora técnicas y herramientas procedentes de diversos campos (gran parte de la psicología), todas ellas dedicadas a que el o la cliente consigan sus objetivos. Por ejemplo: coaching ejecutivo si los objetivos son profesionales, o coaching deportivo, si se trata de mejorar el rendimiento y la superación personal en este ámbito. en este sentido, las diferencias entre coaching y psicoterapia están bastante claras.

En el ámbito del life coaching o coaching personal, surgen las confusiones. ya que este tipo de proceso se centra en objetivos relacionados con el bienestar personal, las relaciones humanas, la consecución de cambios vitales…

En esas situaciones, la falta de profesionalidad, conocimientos y rigurosidad puede general complicaciones y confusiones.

¿Qué podemos contarte para establecer las diferencias?

El coaching es una herramientas fabulosa que puede ser usada por psicólogos y otros profesionales como una herramienta más de trabajo. Además, el coaching en sí, nos puede facilitar la puesta en práctica de ciertas metas y objetivos vitales y profesionales, nos ayuda a definir estas metas de manera que sean operativas y realistas. Es una herramienta muy útil para automotivarse para el cambio.

En un proceso de coaching nos centraremos, siempre con una persona que no presente un problema psicológico o emocional (autoestima dañada, carencias afectivas, repetición de patrones en algún ámbito vital, problemas de ansiedad, trastorno mental, etc.) en llevar a cabo una toma de conciencia de necesidades, motivaciones, intereses, objetivos... y entrenamiento en habilidades muy específicas para satisfacer esas necesidades u objetivos, centrándonos siempre en los recursos y potencialidades del o la cliente, de cara a una orientación laboral o vital (coaching profesional o life coaching).

El o la coach no guiarán de manera directiva a las/os clientas/es. Se realizará un diálogo socrático a través de las preguntas poderosas del coaching. El proceso tiene un inicio y un fin pactado previamente entre coach y cliente/a de un número concreto de sesiones. Los procesos suelen y deben ser cortos.

En un proceso de coaching, no se abordan problemas psicopatológicos, tampoco se abordan aspectos relacionados con la personalidad, los miedos, los bloqueos emocionales, los patrones de conducta repteidos y poco sanos o beneficiosos, aunque sean casos leves sin ningún trastorno. En una consulta de coaching pueden aparecer en la conversación, situaciones como traumas, desordenes emocionales y de conducta, adicciones y actitudes que atentan contra la vida, carencias afectivas, conflictos relacionales importantes, pequeñas fobias o bloqueos emocionales, etc. Todo ello debe ser abordado por un psicoterapeuta especializado.

La psicoterapia abarca un terreno más profundo y amplio, interviniendo a nivel de la sintomatología ansiosa, depresiva, obsesiva o fóbica, modificando respuestas poco adaptativas, cambiando patrones de comportamiento, interviniendo en la estructura de la personalidad, en ocasiones, también indagando en aspectos del pasado que condicionan el presente, y entrenando en habilidades de mayor espectro. Nos centraremos en trabajar tanto desde sus recursos y potencialidades, como desde sus dificultades y vulnerabilidades.

En psicoterapia, por tanto, abordaremos de manera más profunda qué hay detrás de esas metas que nos fijamos y si son idóneas o no en nuestra vida, abordaremos los miedos u otras emociones interfirientes y profundizaremos más en el trabajo de la autoestima, y otros recursos psicológicos fundamentales que están, muchas veces, detrás de nuestras dificultades para lograr ciertos cambios.

La psicoterapia a veces, puede ser más directiva, y otras veces, igual que el coaching, puede no serlo, usando preguntas poderosas y diálogo socrático, base de la terapia cognitiva.

La duración del proceso es más difícil de determinar, ya que es necesaria una evaluación profunda del caso que no se puede realizar únicamente en una primera sesión. en psicoterapia hay procesos muy cortos y procesos necesariamente largos.

Hay dos conceptos que muchas veces, se confunden con el coaching, y son el mentoring y la consultoría.

El mentoring es una tutorización, el mentor o la mentora guían y dirigen a sus mentorizados/as. Son expertos/as en el área tutorizada y tiene la experiencia y los conocimientos para acompañar a personas menos expertas. Es un proceso bastante directivo a diferencia del coaching.

La consultoría implica que una persona, el consultor, pone a disposición del cliente su experiencia y conocimiento pero aplicado a un área diferente, la de cada cliente.

Espero que haya podido aclarar conceptos y áreas de trabajo que a veces se confunden. Cualquier duda me escribís en comentarios.

Preguntas para hacerse alguna vez en la vida

Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo haciéndonos preguntas. Muchas de ellas son preguntas sin respuesta que nos llevan a dar más vueltas a las cosas. Otras tantas no nos llevan más que a respuestas absurdas. Y hay otras que no tienen respuesta, directamente.

He recopilado algunas preguntas que, a veces, hago directamente a las personas que vienen a terapia, o que se plantean en las propias sesiones mientras indagamos en la psique humana.

Son interesantes y dignas de hacerse alguna vez en la vida. Algunas cuanto más nos las hagamos, mejor.

Antes de tomar una decisión (no tiene por qué ser muy importante), hazte las siguientes preguntas:

¿Esto lo hago porque quiero yo o para complacer a mis padres/pareja/amigas?

¿Esto lo hago porque quiero yo o por llevar la contraria a mis padres/pareja/amigas?

Cuando tengas que hacer algo que sientes que te provoca miedo, o vergüenza, o que dudes en hacerla, estas preguntas pueden ayudarte:

¿Qué es mejor, intentarlo y quizás equivocarse, o no haberlo intentado nunca y nunca saber qué podía haber pasado?

¿Cuántas oportunidades como ésta voy a volver a tener?

Las siguientes son ideales para preguntarse antes de irse a la cama:

¿Qué pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho?

¿Qué pequeña cosa ha hecho hoy alguien conmigo o por mí, por la que estoy satisfecho o agradecido?

Algunas preguntas para situaciones en las que uno se plantea darle un sentido a la vida:

¿Cómo puedo ayudar a tener un mundo mejor?

¿Tengo la vida que quiero?

¿Cuál es la primera cosa que cambiaría en mi vida?

Si no tuviera miedo: ¿Qué me gustaría hacer que no hago? ¿Qué me gustaría dejar de hacer?

Si hoy fuera el último día de vida, ¿Qué haría y con quién?

 

Os invito a realizar la siguiente tarea de reflexión:

Imagina que han pasado muchos años y que con el tiempo te has convertido en una versión más vieja y sabia de ti misma. Te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas: Examinando tu vida:

¿Qué es lo que más te gusta de tu existencia según la has vivido?

¿Hay algo que querrías no haber hecho?

¿Hay algo que querrías haber hecho?

¿Qué te gustaría que tus seres queridos recordaran más respecto a tu vida con ellos?

En una escala de 0 a 10, ¿cuánto hay ya en tu existencia actual que refleje las                                       respuestas que has dado a la pregunta anterior?

Si quisieras aumentar el grado en que tu vida actual refleje las ideas respondidas en las preguntas anteriores, ¿cuál sería el paso más pequeño que podrías dar?

Éstas son sólo algunas preguntas, seguramente muchas de ellas importantes para mí.

Quizás tú tengas las tuyas propias. Preguntas que te han ayudado a ti…

¿Me las cuentas?

¿QUÉ PREGUNTAS AÑADIRÍAS TÚ?

¿Eres dueño/a de tu tiempo?

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"Multitask" (o multitarea) es una palabra con la que muchos de nosotros nos sentimos identificados. En un mismo día hacemos muchas cosas, cumplimos con diferentes roles, e incluso planificamos nuevas tareas que querríamos sumar. Pero todo esto se encuentra con un obstáculo: nuestro tiempo es limitado.

No nos da tiempo a hacer todo lo que nos gustaría, y esa es una realidad que constatamos a diario. Y ante ella, tenemos dos opciones: vivir en la improvisación, o vivir según nuestro orden de prioridades.

Vivir en la improvisación

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Vivir en la improvisación significa dedicar nuestro tiempo a aquello que nos surge en el momento.

Sabremos si vivimos en la improvisación si tenemos la sensación de ir como pollos sin cabeza, de vivir apagando fuegos, y si siempre tenemos una gran lista de cosas pendientes por hacer. Los días se nos escapan, y no tenemos mucha conciencia de en qué se nos ha ido el tiempo. En nuestro día a día lo urgente se impone sobre lo importante.

Vivir según nuestro orden de prioridades

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Vivir según nuestro orden de prioridades significa tener claro el valor de nuestro tiempo, y a qué queremos dedicárselo. Significa ser dueños de nuestra gestión. Y eso implica tener que decir a veces "no" en lugar de
"sí".

Sabremos si vivimos según nuestro orden de prioridades si al finalizar el día tenemos sensación de control en la gestión de las tareas del día, si sentimos que las hemos hecho porque se ajustaban a nuestras prioridades y no por las demandas externas. Esta sensación de control nos permitirá crear planificaciones con las que nos sintamos comprometidos, y confiemos en que se cumplan. Será lo importante, y no lo urgente, lo que ocupe habitualmente nuestra atención.

Todos tenemos prioridades, pero no todos sabemos priorizar. Si preguntásemos a cualquier persona qué es lo que quiere en la vida, seguramente nos conteste "Ser feliz". Pero a la hora de la verdad, en el día a día y en la acción, ¿cuántas cosas priorizamos antes que nuestra felicidad? Si hiciésemos el recuento, la cifra nos resultaría escalofriante.

Priorizas aquello a lo que dedicas tu tiempo y tus recursos. Siendo ambos limitados, priorizar algo significa renunciar de igual manera a otra cosa.


Cuando vivimos en la improvisación, no visibilizamos la parte de la renuncia y cuando nos topamos con ella sentimos una tremenda frustración. Por ello, lo primero que necesitamos para aprender a priorizar es valorar
a qué renunciamos cuando priorizamos algo, y valorar si esa renuncia es acorde con nuestros valores y prioridades.

La mayoría de las veces la respuesta no es absoluta. Pongamos, como ejemplo, alguna situación típica que se produce en el ámbito laboral. Si mi equipo me pide ayuda para una acción importante, puedo valorar como algo asumible quedarme un tiempo más en la oficina y renunciar a ir a recoger a mis hijos, pero a la vez puedo decidir que no quiero renunciar a cenar juntos. De este modo, asumo la necesidad que surge (ayudar a mi equipo) a la vez que pongo límites (solo hasta la hora necesaria para llegar a cenar), y me comprometo con esa decisión. Cuando llegue a casa, probablemente lo haga con la sensación de haber controlado mi tiempo, haber decidido mi orden de prioridades y haberlo defendido. Puedo enfrentarme a la decepción de mis hijos por no haber ido a recogerlos, pero lo haré desde la calma ya que en mi decisión asumía la posibilidad de que les afectara.

La misma situación sería afrontada de una manera muy distinta por una persona que vive en la improvisación. En este caso, si mi equipo me pide ayuda para una acción importante, diría que sí porque me lo han pedido sin hacer mayores consideraciones ni marcar límite alguno. Serán los otros los que asuman la iniciativa y tengan el control de la situación. Cada minuto se me hará eterno, y tendré la sensación de falta de control de mi vida, de que los demás manejan mis tiempos y mis días. Y eso me hará sentir que "no
puedo dar más de mí a los demás". En el caso de que mis hijos me muestren su descontento por no haber ido a recogerlos, probablemente mis emociones se desborden.

¿Te sientes identificado/a?

Tu tiempo es tuyo, y decidir a qué y quién dedicarlo un derecho que todos tenemos. Haz que tu vida cuente, que cada minuto dedicado a algo, que cada renuncia que hagas, tenga un sentido y te defina. Que al acabar el día sientas que le has dado el tiempo que querías a lo que querías. Regalar tu tiempo, desde la improvisación, es la mejor manera de "regalar" tu frustración a otros.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Lo siento, lo hago: lo aprendo. La importancia de lo vivencial y lo práctico en el aprendizaje y la superación personal

El aprendizaje no está únicamente en nuestra razón, esto es, en nuestros pensamientos, sino que radica en la propia experiencia de sentir y de hacer.


Por eso, nuestro modo de entender la formación, está muy ligada a lo terapéutico, a lo vivencial y a lo práctico.


¿Pensáis que podemos convencer a una persona a cambiar su negatividad, por más que les enseñemos a interpretar mejor sus pensamientos, si no le hacemos conectar con sus emociones?, ¿y si le diéramos la opción de hacerlo de forma distinta, exponiéndole precisamente a ello?. Esto lo podríamos generalizar a muchos otros aspectos, como aprender la habilidad de ser más asertivo o ser capaz de superar una fobia.

Para producir cambios y conseguir una actitud más asertiva ante la vida, por ejemplo, es necesario exponerse a las emociones que nos bloquean esa capacidad de ser asertivo. Yo puedo tener muy claro que necesito y deseo poner un límite, pero es posible que me sienta incapaz de ello. Necesito conectar con esa emoción, para vivirla, para entenderla y para poder gestionarla, y sólo eso me permitirá ser libre para ejercer mi capacidad de poner un límite o moverme en torno al objetivo que me he marcado. Luego tendré que poner en práctica esa actitud y ser capaz de visualizarme haciéndolo, por más raro que me parezca o note que case pococonmigo.

Existen ejercicios para sentir, percibir y explorar nuestras emociones. Son las denominadas dinámicas vivenciales. A través de ellas, accedemos al contenido emocional, para un mayor autoconocimiento y por tanto mejor gestión emocional. Estás dinámicas pueden ser corporales a través de la danza y la música, a través del arte, de la imaginación o los recuerdos.

Los ejercicios prácticos, consisten en llevar a la realidad aquella situación que quiero aprender o que me cuesta afrontar. Pueden consistir en meras exposiciones a los miedos, como salir a la calle si tengo fobia, enfrentarme ante una audiencia a exponer si temo hablar en público, o representando un conflicto familiar o de trabajo que tengo atravesado, como una crítica, una petición de aumento de salario o la difícil conversación a la hora de decidir dejar una relación importante.


Estos ejercicios, se pueden desarrollar a través de role-play, donde se escenifican las situaciones, mediante exposiciones propiamente dichas,o con ejercicios psicodramáticos. Los role play pueden incluso grabarse para tener video-feedback y que la propia persona se perciba enfrentándose o resolviendo una situación con éxito.

¿A qué estás esperando? ¡Atrévete a superarte!


Hacer o recibir críticas: una expresión con mala fama (parte 2)

comunicacion asertividad

 

En el anterior artículo explicamos el concepto adecuado de crítica y enumeramos los primeros pasos para realizarla correctamente. Os recordamos:

1)      Describir el hecho, conducta o situación de forma objetiva, sin atacar.

2)      Expresar como nos hace sentir esta situación con los mensajes del YO y lenguaje emocional.

3)      Empatizar con la otra persona.

4)      Expresar el deseo de solución, incluyéndonos como motivadores de cambio.

En el artículo de hoy, finalizaremos con los últimos pasos para que la crítica quede completa.

 

5)      Pedir posibles soluciones a la otra persona o personas.

Durante este paso, lo que haremos será preguntarle a la otra persona que posibles soluciones entiende que ayudarían a mejorar o resolver la situación. Es importante empezar por aquí, ya que, con mucha frecuencia, tendemos a imponer o marcar nuestras propias medidas para que se produzcan los cambios sin tener en cuenta al otro. De esta manera, al invitar al otro a esta reflexión, eliminamos esta opción de parecer imperativos o transmitir la sensación de ser los únicos que conocemos cómo arreglar el asunto.

Ejemplo adecuado: “Me gustaría mucho saber como se te ocurre a ti que podríamos resolver esta cuestión”.

Ejemplo inadecuado: “Quiero que dejes de tener estos comportamientos, porque así no vamos a ninguna parte”.

 

6)      Ofrecer las propias soluciones.

comunicacion criticas

Ahora sí. En este punto, y una vez escuchado lo que la otra persona nos ha expuesto, podemos ofrecer nuestras soluciones, sin menospreciar las otras, tratando de argumentarlas y expresándolas también desde los mensajes del yo.

Ejemplo adecuado: “Después de escuchar lo que tu has dicho, a mi también se me ha ocurrido que podíamos repartir el trabajo de una manera diferente, y cuando ocurran estas situaciones comentarnos antes los problemas o mandarnos un email. Así el trabajo se agilizaría y sería menos probable que se produjeran malentendidos”.

Ejemplo inadecuado: “Yo creo que eso no sirve para nada, lo que hay que hacer es…”

 

7)      Negociar si es necesario y generar un compromiso.

negociacion

Este punto es fundamental, ya que la crítica puede quedar en agua de borrajas si no se marca un compromiso común entra ambas partes, y todos los puntos anteriores no tener ninguna utilidad. En algunas ocasiones, es posible que ambas partes tengan posturas algo opuestas, y quizá sea necesario llegar a un acuerdo o negociación entre ambas. Primero tendríamos que valorar hasta que punto estamos dispuestos a negociar, cual es nuestro objetivo y nuestra posición en este asunto. Explicitar de nuevo el acuerdo ayuda a recordarlo y comprobar si se ha entendido bien. Si la situación lo requiere, también puede ser interesante marcarse plazos o intervalos de tiempo.

Ejemplo adecuado: “Tu propuesta de escribirnos me ha gustado, y creo que a ella podríamos incorporar lo del reparto, yo estoy dispuesto a ceder estos días con estas labores y luego repartir de nuevo. Entonces, ¿te parece bien que ambos nos comprometamos a hacer esto durante este mes”.

Ejemplo inadecuado: “Vale, pues ya está, espero que vaya bien”.

 

8)      Anticipar consecuencias, tanto negativas como positivas.

¡Ojo! Este punto puede entenderse mal si lo convertimos en amenaza o lo damos a entender. El objetivo de esta parte de la crítica es hacer ver de nuevo las consecuencias que puede tener llegar al acuerdo o no llegar. Siempre deben expresarse desde el yo y puede ayudar el lenguaje emocional como en los ejemplos que pondremos a continuación.

Ejemplo adecuado: “Si conseguimos hacerlo así los dos, creo que nuestro trabajo será más efectivo y estaremos mucho más cómodos. Pero si lo dejamos pasar y continuamos así, probablemente el problema se enquiste, habrán malentendidos y nos sentiremos desmotivados y frustrados”.

Ejemplo inadecuado: “Mas vale que empecemos a cambiar, porque no se hasta donde vamos a llegar con este problema y no quiero más conflictos”.

 

9)      Paso final. Refuerzo, agradecimiento y cierre.

Es un paso de cierre para terminar con algo positivo el encuentro y motivar al acuerdo. Permite salir con buen sabor de boca y dar a entender que se ha dado un paso en algo que a veces parece difícil exponer.

refuerzo positivo psicologia positiva

Ejemplo adecuado: “Te agradezco mucho este tiempo, estoy contento de que hayamos resuelto la situación”.

Ejemplo inadecuado: “Bien, pues como ya está hablado me voy, adiós”.

Antes de finalizar, y a parte de animaros a practicar, os señalo que dedicar un poquito de tiempo previo a preparar la crítica siempre es positivo, no es indispensable seguir los pasos tal cuál al pie de la letra, cada cual tenemos nuestro estilo. Si en un principio no os sale como esperabais, olvidáis algo importante o no tiene el efecto que deseáis. ¡No os desaniméis! Con la práctica se va perfeccionando y se consiguen cambios muy positivos.

 

¡A PRACTICAR Y FELIZ SEMANA!

 
 
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El reto de gestionar el tiempo en una sociedad como la nuestra. La técnica del semáforo

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Si existe un bien preciado y escaso en la actualidad, es el tiempo. No tenemos tiempo para cocinar ni tenemos tiempo de hace deporte, no tenemos tiempo para la reunión del colegio, ni para aquella gestión que llevamos demorando meses... Y lo peor de todo es que en muchas situaciones, en el día a día, nos sorprendemos pensando: ¿Qué he hecho esta semana? ¿En qué se me ha ido el tiempo?

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La gestión del tiempo es uno de los retos de la vida moderna, en la que la exigencia de la vida hacia los individuos, y de los individuos hacia la vida, es muy alta. Esto se traduce en que el abanico de actividades que tenemos delante sea muy extenso y queramos buscar hueco a todo. Pero, ¿Cómo se consigue ajustar el Tetris?

Es importante partir de una base realista, y os instamos a utilizar la técnica del semáforo:

ROJO

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Hay actividades que son estables, que ocupan una gran cantidad de nuestro tiempo y suelen tener un carácter inflexible (trabajo, estudios, cuidado de personas...).

Digamos que esas horas de nuestro día están en rojo, son invariables.

AMBAR

Lo siguiente que tenemos que tener claro son aquellas actividades  que tenemos/queremos hacer pero que pueden organizarse en diferentes momentos, serán las actividades ámbar. Hacer la compra, hacer la comida, ir al gimnasio, la visita a los familiares, acabarme el libro... Estas acciones no son negociables, vamos a hacerlas, pero hay que buscar el hueco.

Para ello, es importante que tengamos muy claro el tiempo que implican, incluidos los desplazamientos. No podemos flexibilizar hacerlas o no, pero si podemos flexibilizar cómo las hacemos. Esta categoría es tremendamente importante, ya que nos permite flexibilizar obligaciones, sintiéndonos con mayor poder o control sobre ellas (lo que nos ayuda a vivirlas de una manera más amable) y pone un compromiso a actividades de ocio (lo que nos ayuda a realizarlas).

Este tipo de actividades nos ahorra el tiempo de pensar, ¿Me apetece? ¿Puedo hacerlo?... No son una opción.   Si colocamos, por ejemplo, hacer deporte en esta categoría, no voy a perder tiempo en pensar si hago o no deporte, si no qué deporte me da tiempo a hacer hoy.

Habrá días que pueda dedicarle más tiempo y lo haré en condiciones más favorables, y otras solo me dará tiempo a algo rápido. Pero si hacemos el cómputo de tiempo dedicado a esa tarea al largo de un mes, nos daremos cuenta de la gran diferencia entre plantearnosla como una opción o desde esta perspectiva.

VERDE

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Por último tenemos la categoría verde, la categoría de cosas accesorias.

Suman, nos gustaría hacerlas, pero no nos vamos a sentir insatisfechos si no las realizamos.

De igual manera, tienen que estar cuantificadas en tiempo, y tenemos que estar atentos cuando surja un hueco que pueda convertirse en significativo, si incluimos una de estas actividades.

Pongamos como ejemplo el deseo de acercarme a la biblioteca a coger un libro. Si lo categorizo en verde, es posible que aproveche ese trayecto que tengo que hacer a una actividad ámbar a la que voy sobrada de tiempo, y que justo pasa cerca de la biblioteca, encontrando el hueco perfecto.

Categorizar nuestras actividades nos permitirá vivirlas desde un mayor control y compromiso, sin que nos inunde la sensación de angustia que nos acabe boicoteando la gestión de nuestro tiempo.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¿Para qué sirve un taller de Inteligencia emocional y/o Asertividad?

 

Después de un tiempo ya impartiendo formaciones que tienen que ver con las emociones y la comunicación asertiva, me he dado cuenta de lo importante que puede ser explicaros lo que hacemos, lo que la gente busca cuando viene, y en definitiva para que os podría servir. Porque,  ¡cuántas veces me han preguntado mis amigos o familiares! La misma cuestión de: ¿y eso para qué sirve? , ¿y qué hacéis ahí?.

Así, que ni corto ni perezoso, he decidido coger prestadas, de forma anónima por supuesto, frases o peticiones que me escriben personas que hacen los talleres. Estoy convencido de que os sentiréis identificados/as con muchas de ellas. El objetivo de estos escritos, es el de preparar ejercicios de rol-play donde las personas aprendan a superar estas dificultades, como si se enfrentaran a ellas en la realidad. Los alumnos/as escriben estas ideas en un post-it y luego con todas ellas preparamos las situaciones.

Ahí voy con algunas de ellas:

“Quiero dejar de asumir responsabilidades que no son mías, como cuando alguien de mi entorno tiene un problema y me siento en la obligación de ayudar a resolverlo siempre”.

“Busco ser capaz en mis reuniones de trabajo, de saber orientar la atención en los buenos resultados en lugar de los malos”.

“Cuando hay una persona avasalladora y agresiva, quiero ser capaz de mantenerme firme y defenderme bien sin afectarme demasiado, no dejarme pisar, pero tampoco ser violenta”.

“Poder decir que no a una propuesta muy interesante, pero que en el fondo no me conviene”.

“Ser capaz de expresar y explicar mis sentimientos en situaciones que me hacen daño o me incomodan, como el plantón continuado de una amiga, el enfado con mi madre, o la insistencia de un compañero de trabajo que me pide el mismo favor insistentemente”.

“Saber parar los pies a personas manipuladoras o chantajistas, que utilizan un chantaje en el que todo el tiempo dan la vuelta a los argumentos, haciéndote sentir culpable o responsable”.

“Siento a mi pareja extremadamente triste y que no se abre a mí. Me gustaría encontrar la forma de que compartiera sus cosas conmigo siendo más empático”.

“Necesito conseguir replicar a mi jefe, que me habla en tono agresivo siempre, sin quedarme bloqueado.

“Quiero permitirme el poder hacer una crítica, sin tener este excesivo miedo al rechazo o el abandono.”

“Me gustaría mostrar mis deseos y opiniones sobre temas que a primera vista pueden parecer banales, como dónde ir a cenar o planificar un fin de semana con amigos, ya que casi siempre trago con lo que los demás hacen aunque a mí no me apetezca”.

“Me gustaría ser capaz de intervenir en las reuniones de trabajo, donde me cuesta mucho tomar la palabra, porque a veces contestan mal”.

“Me gustaría ser capaz de encajar mejor las críticas que me hacen, expresarlo si no estoy de acuerdo, pero hacerlo sereno, sin enfadarme en exceso”.

“Ser capaz de pedir a los compañeros de piso que no dejen cosas sucias en el fregadero, aunque suene una tontería, no me atrevo”.

“Proponer y opinar en la familia de mi pareja, donde me siento muy coartado”.

“Decir que no a mi director de tesis y permitirme pedirle ayuda”.

“Darme el derecho a que alguien no me caiga bien, y ser capaz de dejarle marchar”.

“Cuando un amigo me critica, mantener el control en la réplica”.

“Al exponer un sentimiento, no mostrar ira excesiva o lloriquear”.

“Expresar mis ideas a los jefes, aunque me condicione mi rol de becaria”.

“Ser capaz de iniciar una conversación con una persona desconocida sin sentir demasiada vergüenza”.

“Manejar el chantaje infantil de mis hijos, que acaban haciendo lo que quieren porque me siento mal al castigarles”.

“Saber mandar adecuadamente una tarea a un compañero de trabajo”.

“Pedir a mi hermano que dedique más tiempo a estar conmigo”.

Esas son solo algunas, y me he dejado muchísimas más. Espero haber respondido a la pregunta que planteaba el título.

¿Es posible que os ocurra también a vosotros/as algunos de estos conflictos?

¡FELIZ SEMANA!

 

Tengo pendiente una conversación difícil. ¿Cómo prepararla? Pasos 7 y 8 (últimos pasos)

 

Planifica tu enfoque:

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Quizá, si te planteas un preparación excesiva, en cualquier momento se puede desmontar por completo tu guión, ya que cualquier imprevisto puede hacer que aquello que tenías tan minuciosamente preparado, de repente deje de servir.  Además, la persona con la que interacciones tiene la capacidad de reaccionar o cambiarte el paso, no es una pared que vaya a responder a los puntos que a nosotros nos interesan, y como a nosotros nos convenga.

Por tanto, en lugar de un exceso de detalle, lo conveniente es tener una serie de ideas claras sobre lo que queremos abordar, y una estrategia sobre la forma de abordarlo. Esto, es especialmente importante en el momento de la apertura (es decir, el arranque de la conversación). En este punto, si puede ser interesante pensar las frases con las que pretendo arrancar, y las contestaciones a las primeras reacciones.

Imaginemos una situación de conversación difícil a nivel laboral. Supongamos que hemos seleccionado para esta conversación dos puntos fundamentales: los problemas de comunicación y mi rol en el equipo de trabajo. Podríamos entonces decidir estrategias de entrada como las siguientes:

Arranque: "María, hay dos cuestiones clave que me gustaría debatir hoy en la reunión, por las que llevo tiempo buscando un espacio. Tienen que ver con la comunicación entre el equipo y los roles establecidos. He observado ciertas situaciones que se podrían mejorar y tengo propuestas que me gustaría que fuesen debatidas".

Ante una posible evasiva: "Soy consciente de la cantidad de temas que hay pendientes, no obstante considero necesario e importante encontrar un espacio para estas cuestiones".

Selecciona un lugar y un contexto adecuado para abordarla

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Elegir el momento y contexto adecuado para la conversación que queremos plantear, puede tener una repercusión notable en el desarrollo y consecuencias de esta. Los momentos adecuados están relacionados también con los estados emocionales de quienes deben participar en ella. A parte de este, otro aspecto clave para determinar el momento y lugar adecuado, consiste en la disponibilidad de tiempo suficiente para mantener un intercambio de opiniones o puntos de vista mínimos, para que tenga algún éxito.

Unidos a estas dos cuestiones, también, hemos de considerar el lugar. Si la conversación requiere un entorno mínimamente tranquilo y exento de sorpresas, o si la conversación requiere de unas condiciones de confidencialidad.

Por tanto, finalmente sabremos si cumplimos con este punto si tenemos en cuenta las siguientes preguntas:

1. ¿Me encuentro yo, o la otra persona en un estado emocional propicio para abordar la conversación o reunión difícil?

2. ¿Dispondremos del tiempo suficiente, teniendo en cuenta el problema, para llegar a que se aborden los puntos o se resuelvan mínimamente los problemas?

3. ¿Qué entorno he elegido para tener esta conversación?, ¿es el adecuado para lo que quiero transmitir o necesito solucionar?

Los estados emocionales, como hemos comentado en alguno de los puntos anteriores, pueden complicar la transmisión o recepción de la información, llevando la interpretación a través de la emoción. En el caso de un compañero de equipo, tremendamente disgustado por el desarrollo de una reunión, que nos pide tener una charla inmediata sobre esta, y algunos asuntos con los que no está de acuerdo, concluiremos que el estado emocional no es el adecuado para abordar dicha conversación difícil, y tendremos que tratar de emplazarle a otro momento, eso sí, con tacto e inteligentemente. por ejemplo:

"Javier, entiendo que esta cuestión es importante para ti, y lamento de verdad que te sientas contrariado por lo que ha ocurrido hoy en la reunión. El tema que me comentas necesitamos hablarlo con más calma y en otro contexto, ya que merece una mayor dedicación. Me gustaría que entendieras esto."

Ya tienes las claves más importantes a la hora de preparar una conversación o reunión difícil. No obstante te recuerdo los puntos y te remito a leer los post anteriores por si te perdiste alguno de los artículos:

1. Analiza tu propia historia interna sobre la conversación

2.  Define claramente cuál es tu objetivo para esa conversación

3.  Ten claro previamente lo que te gustaría que la persona hiciera de manera específica

4.  Prepárate a nivel emocional

5.  Trata de anticiparte a las posibles reacciones de la persona con la que hablarás

6.  Piensa en fundamentos sólidos en los que vas a basar tus argumentos

7. Planifica tu enfoque

8.  Selecciona un contexto y lugar adecuado para abordarla

¡Valor... y mucha suerte!

 

El precio de la libertad

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Desde que nacemos, el ser humano camina de manera directa hacia la búsqueda y conquista de la libertad. El niño pequeño comienza a andar, para tener libertad y poder de decisión sobre sus destinos, los adolescentes luchan por autoafirmarse en su capacidad de elección, buscando conquistar el estatus de "personas libres". Sin embargo, parece que la libertad es algo idealizado que, al conocerse, nos hace recular en nuestro avance por su conquista, como si no hubiese cumplido nuestras expectativas. Y es que la libertad lleva aparejado un concepto del que no somos tan amigos: la responsabilidad. 

En un mundo lleno de opciones, en el que los dogmas y las verdades absolutas cada vez ocupan menos espacio, la libertad de elección impera, haciendo que la responsabilidad tome un papel protagonista. Responsabilidad para elegir entre el abanico de opciones que se despliega ante nosotros en cada decisión, responsabilidad para aceptar el rechazo que cada elección conlleva, y responsabilidad para elegir hasta cuándo nos mantenemos en esa decisión. Y el más difícil todavía: responsabilidad para aceptar que nos hemos equivocado.

El mecanismo antagónico de la responsabilidad es la queja. La queja es el mecanismo que delega las situaciones en los demás. "Mi pareja está hecha un muermo, no me
propone nunca planes", "mi compañero es un vago", "mis amigas ya no están en la misma onda que yo"... Quejarse en una justa medida, es sano, ya que nos ayuda a canalizar la frustración, a tomar conciencia de las cosas que no nos están gustando con el objetivo de movilizarnos hacia una resolución. Sin embargo,  instaurarse en la queja en cualquier aspecto de nuestras vidas es una manera de tirar la toalla, de no responsabilizarnos de tomar decisiones en el sentido que necesitemos, tomando un rol pasivo respecto a nuestro bienestar y felicidad. Instaurarse en la queja implica afinar mi mirada ante lo que, según mi criterio, no funciona, convirtiéndonos en jueces de una realidad que no se altera al ser juzgada.

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De este modo, somos libres y responsables de elegir las opciones que sean más acordes a nuestras necesidades, objetivos y valores. Somos libres y responsables de poner en marcha los mecanismos necesarios para nuestras opciones elegidas. Y somos libres y responsables de detectar cuando esa opción ya no nos está sirviendo, y tenemos que volver a elegir.

Conectar con nuestra libertad, tomar conciencia de hasta qué punto nos  estamos responsabilizando de nuestra vida, es necesario para empoderarnos y para conocernos. Es posible que veamos que nuestra vida es el resultado de una serie de elecciones libres, pero también podemos darnos cuenta de que la libertad no es la piedra angular que guía nuestro camino.

¿Qué cosas nos dificultan el ejercicio de la libertad?


1. El miedo al fracaso:

Preferimos estar mal "por culpa de otros" que intentar estar bien y que no nos salga bien. 

2. Idealismo:

Pensar que lo que elijamos tiene que ser la opción perfecta nos impide tomar la mayor parte de decisiones en nuestra vida, que estarán marcadas por opciones que tiene partes positivas y partes negativas. Esto nos estanca en la indecisión y nos lleva a delegar en los demás la toma de decisiones y perder oportunidades por el hecho de no valorarlas.


3. Baja tolerancia a la frustración:

En cuanto vemos que nuestras elecciones no nos están dando los frutos esperados, damos marcha atrás, sin comprometernos con nuestras decisiones, volviendo a estándares que nos quiten responsabilidad.


La responsabilidad es un precio alto que hay que pagar para ejercer nuestra libertad. Pero más alto es el precio de vivir una vida sin decidir libremente y estando instaurados en la queja.  Y vosotros.

¿Qué elegís?

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece