El cuerpo en la psicoterapia

La expresión corporal, el movimiento, la comunicación no verbal y todas las posibilidades que nos ofrece nuestro cuerpo  son herramientas muy potentes en la psicoterapia, como forma de profundizar en la conexión emoción y cuerpo, y en la vehiculización de la expresión de las distintas emociones, muchas veces bloqueadas, o mal gestionadas por los y las pacientes.

En definitiva, la comunicación no verbal, los diferentes sistemas de observación y análisis del movimiento,  constituyen una de las formas que tenemos en nuestras sesiones de psicoterapia para distintos tipos de problemáticas y dificultades presentadas en consulta.

Normalmente, cuando pensamos en ir al psicólogo/a nos imaginamos sentados/a en una silla, hablando de nuestros problemas con el/ella, respondiendo a sus preguntas, y escuchando los comentarios y sugerencias que nos hace, ayudándonos a pensar y plantearse cuestiones, que abren nuevas vías o nuevas decisiones y caminos a nivel emocional y cognitivo, y todo ello mediante el lenguaje verbal. Pero el lenguaje verbal no es el único que nos ayuda a explorar esos nuevos caminos, y a menudo no es el más eficaz, el más directo o el más completo.

Las vías que abre el lenguaje no verbal en psicoterapia y el trabajo con lo corporal, nos permiten conectar de forma más directa con las emociones, memorias autobiográficas y somáticas situadas a un nivel más profundo (y a menudo inconsciente).

Las intervenciones desde el cuerpo   generarán cambios a otros niveles donde el lenguaje verbal no llega.

Todo movimiento tiene un significado, ese significado llega más allá del aspecto físico y  más allá de las palabras, es descubrir que el movimiento del cuerpo y su aspecto físico son el soporte del universo emocional. Hay una memoria inscrita y guardada en el cuerpo, que se despierta con el movimiento cuando éste deja de ser rutinario y mecánico.

El cuerpo está íntimamente relacionado con nuestro mundo emocional, se registra en nuestro cerebro a través de los mismos canales. Las emociones difíciles o no resueltas se manifiestan a través del cuerpo en forma de tensión, bloqueos, posturas defensivas, memorias sensoriales, secuencias de movimientos que no pudimos acabar en situaciones difíciles, el tipo de respiración, etc.

Esa relación entre el cuerpo y el mundo emocional y afectivo se da también en el sentido contrario: si cambiamos la postura y el gesto, cambian también nuestras emociones, pues nuestra memoria somática está asociada a situaciones donde sentimos esas emociones. Por eso, cuando sonreímos (aunque sea fingiendo) el cerebro emite endorfinas y otras hormonas analgésicas responsables del placer y disminuye aquéllas responsables del estrés (cortisol, adrenalina y dopamina). 

La emoción y el estado de ánimo influyen directamente en el tono muscular, modificándole y reflejándose en la actitud, en la postura y en el movimiento. La actitud corporal no engaña, nos dice de un modo más o menos sutil lo que ocurre en el interior, refleja cómo nos sentimos. El cuerpo nunca es neutro. Hay que saber leerlo, hay que saber escucharle. Todas las emociones en su extensa gama de matices en él se quedan impresas y a través de él se reflejan.  Cada persona a través del conocimiento, exploración y experimentación de su cuerpo y de éste en movimiento se encontrará un mundo interior propio y con un lenguaje que le permite expresarlo. Cuando esta expresión se dirige hacia el otro que a su vez escucha y responde, la comunicación adquiere una gran profundidad emocional.

La relación, por tanto, entre el cuerpo y lo psicológico es bidireccional. Por ello, en psicoterapia, podemos utilizar técnicas corporales como forma de intervención (para ayudar a la persona a conectar e integrar emociones profundas sin el filtro del cerebro verbal y racional) y como forma de evaluación (para conocer procesos internos de la persona que nos comunica a través de lo corporal y no vemos a través de su expresión verbal).

¿Qué objetivos conseguimos con un trabajo psicocorporal?

Algunos de los objetivos que perseguimos en la terapia a través de diferentes técnicas corporales (comunicación no verbal, danzaterapia, expresión corporal, movimiento consciente, etc.) son:

  • Acercarnos al cuerpo desde una perspectiva más conciliadora y amable. Autoconocimiento y autoaceptación del propio cuerpo como algo único y especial.

  • Fomentar la seguridad personal, la confianza y la autoestima.

  • Conectar con las emociones que esconden el cuerpo y expresarlas.

  • Resolver traumas ocultos en el cuerpo y eliminar somatizaciones.

  • Mejorar la comunicación contigo y con las otras personas.

  • Conocer las herramientas del movimiento expresivo a través de la expresión corporal.

  • Trabajar la figura corporal y autoimagen con todas sus posibilidades expresivas verbales y no verbales.

Crisis por covid-19: qué cosas podemos hacer en casa con los hijos mientras dure el aislamiento

De acuerdo con las decisiones tomadas por las autoridades respecto al Covid-19 y en pro de un bien común, todas las familias nos hemos visto obligadas a aislarnos en casa hasta nuevo aviso. Debemos ser responsables con respecto a esta pandemia y que prevalezca el bienestar y la salud de toda la ciudadanía.

A la espera que esta crisis pase, ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos e hijas a sobre llevar el aislamiento? ¿Cómo evitar los posibles conflictos, crisis de ansiedad, altos niveles de frustración y de agobio que supone estar encerrados en casa tantos días? Desde Grupo Crece os ofrecemos algunos consejos que pueden ayudaros:

1.      Seguir los mismos horarios a ser posible del cole: acostarse y levantarse a la misma hora (excepto los fines de semana). Es importante seguir una misma rutina en los horarios de sueño durante los días de diario tal y como hacían normalmente. Esto les ayudará a tener un orden en su descanso.

2.      Hacer que participen en las tareas de la casa: hacer su cama, poner y quitar la mesa, repartirse tareas de limpieza y orden de los espacios comunes, recoger ropa, cajones y juguetes, aprender a cocinar cosas sencillas, diseñar juntos el menú semanal…

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 3.      Controlar los tiempos de estudio y tareas escolares: ayudaría mucho ajustarse a su horario escolar real, respetando los recreos, hora de comer, tiempos de descanso entre materia y materia…

 4.      Hacer ejercicio físico juntos, bailar, practicar yoga y momentos de relajación en familia. Podemos ayudarnos de numerosos tutoriales, poner música o acudir a la creatividad. Es importante que tengan un desgaste físico de cara a seguir tonificando la musculatura y la función cardio respiratoria. Nos ayudará a todos y a todas a descansar mucho mejor, a mejorar el humor y a reactivarnos día a día.

 5.      Leer libros, cómics, teatro y acudir a la literatura clásica. Podemos crear nuestros propios cómics, cuentos e historias y crear nuestra propia mini biblioteca!

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 6.      Investigar sobre algún tema interesante de actualidad: ciencia, historia, arte, deportes… y crear vuestro propio documental!!

 7.      Recordar, revisar y ordenar fotos familiares: podría ser un buen momento para recordar a seres queridos, viajes, momentos divertidos fotografiados, etc.

 8.      Realizar otros retos creativos: hacer una maqueta, un mural en familia sobre el día a día con vuestras vivencias, manualidades más complejas. Ayudaros de tutoriales!

 9.      Por supuesto cine en familia con un buen bol de palomitas y un buen debate final sobre lo que nos ha parecido la película. Es un buen momento para trabajar la comunicación asertiva en familia y respetar la opinión del otro con empatía y mensajes yo!

 10.  Contaros chistes, reíros mucho, no habléis demasiado sobre el tema del coronavirus, sólo lo justo y necesario y evitad que accedan a las noticias de manera masiva y continua.

 Aprovechad para fortalecer el vínculo familiar y practicar el tiempo de calidad juntos. Puede ser un buen momento para conoceros más y disfrutaros de la manera más amorosa posible.

 Susana Paniagua Díaz

Psicóloga infantojuvenil y familiar

Grupo Crece

 

El niño/a tiene problemas con su profe en el cole

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A los niños y niñas les encanta aprender. Para ellos y ellas, aprender es tan natural como el respirar, absorben todo que sucede a su alrededor. Aprenden a través del juego, a través del comportamiento de otros y a través de experimentar ellos y ellas mismos/as. Definitivamente, ir al colegio, debería ser algo divertido y emocionante, un lugar seguro donde  encuentren muchas experiencias nuevas, muchos/as amigos/as y la oportunidad de dominar habilidades importantes para la vida (cognitivas, sociales y emocionales).

Pero a veces nuestro/a hijo/a tiene un/a profesor/a que no le gusta, no encaja con él/ella. Sea el profesor/a o no del agrado del niño/a, los padres y madres deben ayudarle a encontrar la forma de conseguir un buen rendimiento escolar al mismo tiempo que un buen clima emocional para su hijo/a.

Es importante también que determinen los límites y la magnitud del problema antes de sacar conclusiones extremas. No se puede forzar al niño o a la niña que le guste alguien, pero se le pueden enseñar herramientas que le ayuden a manejar sus propios sentimientos y que le sean de utilidad para mejorar la relación con su  profesor o profesora.

¿Cómo podemos ayudarle?

1.       ¿Existe realmente un problema? ¿Hay realmente hechos que induzcan a creer que hay un problema en clase?

A menos que la situación sea alarmante, se sugiere a los/las padres y madres que en principio escuchen las quejas del niño/a, que conecten con sus sentimientos y empaticen con él/ella. Después, averiguar si ha podido copiar los comentarios negativos que otros/as compañeros/as han hecho sobre el/la profesor/a. Sugerirle que es bueno dar una oportunidad antes de emitir un juicio. Si las quejas continúan, investigar si están realmente justificadas. También es muy importante validar los sentimientos del menor.

 

2.      Antes de apresurarse a “buscar culpables”, los padres y madres deben de concertar una entrevista con el/la profesor/a.

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Recordar que sólo se conoce una parte de la historia. Lo que se desea es averiguar si hay problemas, y si es así, identificarlos y solucionarlos.

 

3.      Durante esta entrevista evitar el ataque.

Escuchar activamente y de manera empática los métodos pedagógicos que utiliza en clase. Explicarle vuestra preocupación y el hecho de que los sentimientos negativos del niño/a pueden estar afectando a su rendimiento escolar.

 

4.      Si el/la profesor/a habla de problemas específicos existentes debemos:

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Tratar de ver cómo solucionarse, o solicitarle que trabaje con los padres y madres para ayudar al niño/a a superar esos sentimientos negativos de rechazo. Se debe prestar atención a los aspectos positivos, explicando al profesor/a cuáles son los puntos fuertes del  niño o la niña y sus intereses. Comentarle también cuáles son sus dificultades porque esta información le será de gran ayuda para establecer una buena relación y dirigir mejor al niño o a la niña. De manera similar, con un mejor conocimiento del profesor o profesora por parte de los padres y  madres, éstos podrán ayudar a su hijo/a a que entienda su profesor/a más fácilmente.

 

5.      Como medida extrema, si no funciona lo anterior, hablar con el/la jefe/a de estudios y en última instancia con el/la directora/a de cara a discutir las posibles alternativas o soluciones a este conflicto.

Probablemente las dificultades podrán superarse, aunque, en algunas ocasiones el/la niño/a puede cambiar de clase.

 

Recordar: para poder aprender, un niño o niña debe sentirse seguro y apreciado.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Mi hijo/a no quiere hacer los deberes y le cuesta estudiar ¿Como puedo ayudarle?

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El propósito de los deberes en casa es el refuerzo de lo que se ha aprendido durante el día y la ayuda para completar una tarea de forma independiente. Sin entrar en el debate “deberes sí o deberes no”,  lo que es cierto es  que en muchas ocasiones se les carga de un exceso de tareas que objetivamente hablando, saturan y estresan a nuestros/as hijos/as. Por este y otros motivos, muchos/as de ellos/as se desmotivan y se les hace cuesta arriba.

Requiere automotivación, disciplina y la habilidad necesaria para poder utilizar otras fuentes de estudio. Es una de las formas que tiene el/la niño/a de aprender por sí mismo/a pero tanto los deberes como el estudio en casa son cosas que se les obligan hacer aunque al niño/a no le gusten.

¿Cómo podemos ayudarles? ¿Cómo es posible hacer del estudio fuera del ambiente escolar una experiencia de aprendizaje positiva para el/la niño/a y al mismo tiempo, suavizar la tensión que esto produce en la familia?

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1.      Determinar lo que se solicita: es importante para los padres y madres saber qué se espera en el colegio, hacer planes sobre ello, ayudar al niño/a a organizarse y a realizar un plan de estudios para la semana. Ayudando desde la supervisión y el acompañamiento, evitando excesivo control y no actuando por él o ella. Podemos sugerirle ideas para organizarse, darle alternativas para ayudarle a decidir y escoger la más productiva. Actuar para facilitarles las cosas desde la supervisión y no desde el control. Animarles y motivarles desde el principio es algo fundamental para conseguir mejores resultados y aumentar su satisfacción y mejorar su actitud ante el estudio y las tareas.

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2.      Averiguar qué dificultades tiene vuestro/a hijo/a: cuando el/la niño/a no hacer los deberes o tiene problemas con los trabajos escolares, debemos descubrir qué problema puede estar teniendo. Comprender las razones que tiene el/la niño/a es fundamental para poder ayudarle. ¿Hay un tema específico que no quiere abordar? ¿Se trata de un problema cotidiano o sólo ocurre de manera ocasional? ¿Entiende bien lo que se le pide? ¿Se distrae fácilmente? ¿Se olvida de hacer el trabajo o llega a casa sin estar preparado/a para hacerlo? ¿Le resultan las materias demasiado difíciles? ¿Existen interferencias exteriores que imposibiliten la tarea?

 

3.      Modificar el horario y si es necesario rehacer el plan de estudios. Por ejemplo, estudiar en la mesa de la cocina en lugar de la habitación ya que en ésta se distrae demasiado, hacer los deberes más temprano para que no se acueste tan tarde y por ello esté tan agotado/a, empezar por lo que le cueste más para aprovechar su mayor rendimiento al inicio de la tarde y continuar con las tareas más fáciles para él o ella, etc.

 

4.      Utilizar hechos cotidianos para reforzar el estudio: para los/las niños/as que juegan cuando deberían estar haciendo los deberes, habría que utilizar las actividades divertidas para recompensar que hayan terminado de hacerlos. O se pueden alternar los periodos de trabajo y los de juego. Por ejemplo, una tarea, diez minutos de tiempo libre, otra tarea, otros diez minutos, y así sucesivamente.

 

5.      Hacer un gráfico del tiempo de estudio: establecer metas específicas para el tiempo empleado en estudiar, incrementando los periodos de estudio gradualmente si fuera necesario. Conseguir que el/la niño/a controle el tiempo, que pare el cronómetro cuando se tome la pausa y reforzar siempre cualquier logro por pequeño que sea. Por ejemplo, a un/a niño/a que le cuesta aprenderse las tablas de multiplicar, se le deberá de controlar cada día el tiempo que emplea en estudiarlas pero el viernes, además del refuerzo diario a través de nuestros elogios por el esfuerzo realizado, tendrá un privilegio especial o una sorpresa (más tiempo para jugar o ir a la cama más tarde, etc.).

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6.      Enseñarles técnicas de estudio: ayudarle a realizar esquemas, resúmenes, trucos nemotécnicos, mapas conceptuales, a distribuirse el tiempo, a repasar, a buscar en el diccionario… Para facilitar el aprendizaje significativo y aumentar así su rendimiento.

 

7.      Dar al niño/a responsabilidad y autonomía paulatinamente: es mejor que los padres y madres colaboren con los esfuerzos del niño que terminarles los deberes. Muchos niños y niñas se sienten angustiados por no poder solucionar un problema del mismo modo que el profesor o la profesora lo hizo en el colegio. Retirarse gradualmente, disminuyendo el papel de “vigilantes” tan pronto como sea posible. Situarse en la esquina de la habitación haciendo una tarea paralela, estar en la habitación de al lado, etc., disponible en caso de que el /la niño/a tenga alguna duda.  Dejar poco a poco que coja responsabilidades, a pesar de que los padres y madres deben proporcionar seguridad y guía, no deben hacer el trabajo por el/la niño/a.  Si con frecuencia se muestra incapaz de hacer los deberes por sí mismo/a, pedir ayuda profesional (hablar con su profesor/a y con el servicio de orientación del colegio) para trabajar en conjunto un plan de estudios más adaptado y efectivo para nuestro/a hijo/a.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga infanto-juvenil, educativa y familiar

Grupo Crece

Cuando los niños/as no quieren ir al cole... ¿Qué podemos hacer?

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Es normal que en ocasiones los/las niños/as no quieran ir al colegio, sobre todo al principio, durante los primeros días tras la vacacione sin embargo, cuando esta situación está ocurriendo muy a menudo, es indispensable prestarle más atención para tratar de resolverla, lo más probable es que estemos hablando de un problema que ocurre de manera frecuente, por lo que es necesario analizar y tomar en cuenta ciertos aspectos relacionados con la situación para determinar qué es lo que está ocurriendo realmente y qué es lo que está provocando este tipo de reacción en tu hijo/a.

¿Cuándo comenzó a no querer ir al colegio? 

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La primera pregunta que nos tenemos que hacer es esta, ya que partiendo de ahí vamos a poder delimitar mejor el problema y, por lo consiguiente, encontrar una mejor solución.

¿Qué fue lo que sucedía en ese entonces? 

Después de tener claro cuando comenzó el problema, debemos de relacionarlo con la situación que estaba viviendo el/la niño/a en aquel momento. Por ejemplo, puede ser que cuando haya comenzado a no querer ir al colegio, hayan comenzado también a haber problemas en casa, ocurrió el nacimiento de un/a hermano/a,  una mudanza, una enfermedad o fallecimiento de algún familiar, separación de los padres, etc.

¿Se trata de un problema médico? 

Es muy importante descartar desde el principio que esta situación no se trata de algún problema médico. Para ello, es necesario estar atento a la serie de síntomas que presenta el niño/a y llevarle a consulta con su pediatra.

¿Tiene algún problema en el colegio? 

Es necesario que estés totalmente informado/a acerca de la situación de tu hijo/a en el colegio. Investiga cómo es la relación que tiene con sus compañeros/as y con sus profesores/as.

¿Le ocurre también a otros/as niños/as dentro de ese colegio? 

El mantenerte en contacto con otras madres y padres y hablar con ellas y ellos acerca de la situación puede ayudarte a darte cuenta si lo que le ocurre a tu hijo/a también les sucede a otros/as.

 

Algunos de los consejos que puedes tener en cuenta si tu hijo/a no quiere ir al colegio son los siguientes:

1.Mantén una buena comunicación con él/ella. 

Es necesario que mantengas siempre una buena comunicación con tu hijo/a,  que te ganes su confianza y no se sienta juzgado/a por nada de lo que te pueda contar. Acércate y pregúntale que tal lo ha pasado en el colegio, cómo se lleva con sus amigos/as y con sus profesores/asentre otras cosas, esto sin duda te brindará las pistas necesarias para que puedas encontrar el origen del problema.

2. Observa el comportamiento de tu hijo/a. 

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Presta atención a las señales que te puede estar dando tu hijo/a. Es probable que no te exprese lo que le ocurre por medio de las palabras, pero ello se puede ver reflejado claramente por medio de sus juegos y/o dibujos. También por medio de sus acciones, ya que puede estar actuando de manera diferente a como lo hacía normalmente. Otra cosa que también es importante tomar en cuenta es observar el comportamiento del/a niño/a en distintas situaciones y así mismo saber si se trata de un problema más relacionado con el colegio o con él/ella mismo/a.

3. Habla con sus profesores/as. 

Visita a sus profesores/as y habla con ellos/as acerca de tu hijo/a. Puedes informartes acerca de su comportamiento en la clase, la relación que tiene con sus compañeros/as, etc. El caso es que te asegures que tu hijo/a se encuentra en un ambiente escolar adecuado en donde se sienta feliz y seguro.

4. Establece una rutina diaria. 

Es importante que en la medida de lo posible establezcas un horario determinado al que el/la niño/a deberá adaptarse. Esto quiere decir que tendrá una hora para levantarse, para ducharse, para hacer sus deberes, para jugar, dormir, etc.

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5. Recibe orientación de un/a profesionalpara que te guíe y ayude a saber cómo manejar esta situación.

Un/una psicólogo/a se encargará de evaluar con profundidad la situación por la que está atravesando tu hijo/a y te ayudará a encontrar cuál es el origen del problema y así mismo ofrecerte las soluciones más convenientes para resolverlo: le ayudará a sentirse mejor en el colegio y en cualquier ámbito en el que se desenvuelva.

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga

Grupo Crece

 

 

La prevención de la adición a los juegos en nuestros hijos e hijas

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Los juegos de azar están cada vez más al alcance de nuestros jóvenes. Sin un control adecuado, las consecuencias pueden ser graves. En los últimos años, se ha incrementado la incidencia de adicciones al juego entre nuestros/as adolescentes. La publicidad y los juegos de apuestas online lo han agravado. Es muy necesario y especialmente urgente, que tanto padres/madres, profesores/as y educadores/as en general tomemos cartas en el asunto para prevenir problemas de ludopatía en los/las menores.

La ludopatía es un trastorno adictivo que refleja una conducta de juego persistente y desadaptativa. Para la persona que lo padece, se convierte en algo imprescindible en su vida y una prioridad, porque comienza a dejar de lado otras necesidades y objetivos. Fracasa en sus intentos para dejar de jugar y se muestra irritable e inquieto cuando lo hace.

¿Por qué son adictivos los juegos?

1.      Se componen de una serie de luces y de estímulos auditivos muy atractivos y llamativos que se utilizan como reclamo.

2.      La recompensa no es inmediata, se trata de un refuerzo intermitente y aleatorio. Este tipo de refuerzos son los más potentes y atractivos para mantener la conducta de juego y los hace más difícil de eliminarla.

3.      Proporcionan la capacidad para huir y evadirse de la realidad. Muchas personas lo utilizan para aliviar su malestar.

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Los juegos de azar y de apuestas son los que más adicción provocan porque la obtención de la recompensa es imprevisible. Son juegos cada vez más accesibles y disponibles a pesar de estar prohibidos hasta la mayoría de edad. Pero además, ha surgido un nuevo tipo de videojuegos que incorpora elementos relacionados con el azar. Muchos de ellos ofrecen opciones de compra que permiten obtener contenido adicional para el juego y muchas veces la recompensa es aleatoria, por eso es cada vez más difícil diferenciar entre juegos de azar y videojuegos.

Esto repercute negativamente en nuestros/as jóvenes que de forma poco clara se ven inmersos en este tipo de dinámicas adictivas.

¿Cómo prevenir la ludopatía en nuestros/as jóvenes?

1.      Es importante protegerlos de la exposición a los mensajes publicitarios tan normalizados en horarios supuestamente protegidos para los/las menores. Por ello la familia es clave: las actitudes familiares hacia el juego para crear impacto en las creencias del menor. Debemos trasmitirle el peligro y seriedad de estas conductas, tanto con nuestras palabras como con nuestros actos. Informarles sobre el riesgo y los mecanismos de adicción al juego para que tenga un efecto preventivo. Negarnos al desembolso económico en algunos juegos que nos pidan ofreciéndoles argumentos claros por los que no estamos de acuerdo.

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2.      Ofrecerles alternativas de ocio incompatibles con el juego, darles entretenimientos (deporte, cocinar, salir con amigos, salir al aire libre…), incluirles en juegos con otros/as jóvenes donde puedan practicar otro tipo de hobbies.

3.      Adecuar las nuevas tecnologías (smartphones y otros dispositivos con vía libre a internet) a su edad y momento de desarrollo. Supervisar el tiempo que pasan online y especialmente a los contenidos a los que acceden.

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4.      Pasar más tiempo con ellos/as: dedicarles tiempo para escucharles, jugar con ellos, ofrecerles nuestra disponibilidad para atenderles y disfrutar con ellos/a

Dedicaremos más espacio para ahondar más en el preocupante mundo de la adicción a las nuevas tecnologías en nuestros/as jóvenes.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Cómo volver a la rutina sin morir en el intento

 

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Terminaron las vacaciones, el momento más deseado del año, el momento donde recargamos energía y realizamos actividades que no hacemos habitualmente debido a nuestras obligaciones diarias.

El primer desafío al que nos enfrentamos es la vuelta a la rutina y a nuestros horarios regulares. Somos animales de costumbres que repetimos continuamente, así construimos nuestro estilo de vida, entre estas costumbres están la hora de despertarnos, los horarios de comidas, prácticas laborales, etc., y dentro de este contexto, las vacaciones son un momento de ruptura de estas costumbres y que experimentamos como un periodo de libertad sin limitaciones. 

¿Qué podemos hacer para afrontar la vuelta al trabajo y a nuestras obligaciones con una actitud más positiva y optimista?

1.      Es importante darnos un pequeño periodo de adaptación para que la etapa sea más llevadera

Unos días antes,empezar a retomar los horarios de manera más escalonada y no hacer el cambio tan drástico. Levantarnos más temprano, preparar los horarios del trabajo, organizar  el menú semanal saliendo a comprar con tiempo aquello que necesitemos, organizar nuestra casa, jerarquizar las actividades por orden de prioridad y normalizar las emociones que sintamos en ese momento: frustración, estrés, decaimiento, nostalgia, aburrimiento, agotamiento… Poco a poco irán disminuyendo a medida que entremos en el día a día. Aceptar y validar estas emocione es la clave para hacerlas más llevaderas.

 

2.      Incluir en nuestro menú comida más sana

Hacer un cambio nutricional en nuestro cuerpo para ayudarnos a combatir la fatiga y el estrés. Es muy importante volver a tener un hábito sano en nuestra alimentación ya que esto ayudará a que la vuelta a la normalidad sea más tolerable. Hacer ejercicio físico, evitar las dietas de choque que nos reste nutrientes y planear una dieta equilibrada baja en grasas y azúcares y rica en frutas y verduras, pescados y legumbres.

 

3.      Enfocar nuestra atención a los aspectos positivos del regreso para afrontarlo con más optimismo y alegría

El reencuentro con nuestros compañeros de trabajo, momentos familiares, el bienestar que nos produce nuestras aficiones, etc.

4.      Planificar las actividades de ocio que vamos a realizar durante este nuevo periodo postvacacional.

No dejarnos llevar por el cansancio y la desidia que provoca muchas veces la vuelta de vacaciones, tener periodos de ocio y tiempo libre también forma parte de nuestra rutina y nos provoca emociones muy positivas beneficiosas para nuestra salud mental y física. Programar descansos y momentos que nos mantengan ilusionados y motivados mejorará nuestro rendimiento.

 

5.      Tener presente un nuevo punto de partida, un nuevo proyecto vital que nos ilusione, buscar otras motivaciones e ilusiones claras y concretas.

Tener nuestra atención enfocada a nuevas metas es fundamental para alcanzarlas. Esto nos llenará de gasolina y energía para afrontar el día a día.

 

Susana Paniagua Díaz

Psícologa y coach

Grupo Crece

 

 

¡Disfruta de tu familia en vacaciones!

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Con la llegada de las vacaciones se nos presenta un nuevo escenario familiar: 24 horas de presencia de los hijos/as  junto a sus padres y madres.

¿Cómo poder disfrutar de estar juntos  y de convivir en familia sin desgastarnos en el intento?

¿Se trata de buscar actividades para los hijos e hijas con el fin de que estén entretenidos o para evitar el desgaste de la convivencia? 

Las estadísticas nos muestran que aumentan las separaciones conyugales en el periodo vacacional así como el deseo de que los niños comiencen el colegio.

¿Estamos perdiendo la capacidad de convivir juntos sin las rutinas del día a día?

Las vacaciones generan mucha convivencia, y la convivencia muchos roces. Así que os proponemos algunas ideas para disfrutarlas con los hijos e hijas y con la pareja, disfrutar en familia:

1. Procurad comer todos juntos y simplemente mira a tu familia y diles lo que te gusta estar con ellos, evitando televisión, móvil y cualquier aparato tecnológico distractor. Evitad este momento para hablar de problemas, dificultades o cualquier clase de conflicto.

2. Intentad utilizar un lenguaje positivo hacia vuestra familia. Así vuestros/as hijos/as, la pareja,  escucharán cosas agradables de ellos mismos y ellos harán lo propio gracias al efecto espejo o modelado.

3. Buscad espacios personales independientes para leer, nadar, hacer deporte, dormir siestas, tomar el sol, caminar, etc. Esto os dará un buen momento de oxigenación y otra fuente de conversación para compartir en familia cuando estéis de nuevo juntos.

4. Evitad los motivos de enfado tan frecuentes en el día a día, sed más flexibles y aplicar la técnica del “colador”: priorizar los conflictos y desavenencias, no todos tienen la misma importancia (“hacer perfectamente la cama, ahora no es tan importante”, por ejemplo). Las vacaciones son una oportunidad para disfrutar de tu pareja, de tus hijos/as y esta es una tarea que nos obliga  a todos/as.

5. Si vuestros/as hijos/as se aburren, no os enfadéis, relativizad. Vuestra tarea no es entretenerles todo el tiempo, el aburrimiento es una emoción necesaria y una buena oportunidad para trabajar la creatividad.

6. Procurad cocinar todos juntos, en equipo. Llevarlos al mercado, hacer la compra, enseñar a cocinar,  es una manera de aprender a tener gusto, orden y disciplina.

7.- Cantad y bailad delante de vuestros hijos e hijas en casa, en el coche, pero cantad juntos. Poned la música a tope y a cantar y bailar.

8. Daros muestras de cariño. Los hijos necesitan ver como sus padres y madres manifiestan su amor. Aunque ellos pongan cara de horror.

10.- Disfrutad del aquí y ahora. El disfrute no quiere decir que no haya situaciones complicadas, la convivencia genera molestias, molestias inevitables. No estéis tan pendientes de lo molesto y valorad lo positivo.

La convivencia genera momentos de malestar y de bienestar. Disfrutadde los buenos y entonces estaréis enseñando a vuestros hijos/as cómo se disfruta en y de la familia.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga

Grupo Crece

 

Cuidarse para cuidar a personas mayores dependientes

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Las personas que cuidan a personas mayores dependientes están sobre cargadas de trabajo físico y emocional, suelen ser personas que cuidan de forma prolongada y que les ha producido un impacto negativo tanto en su vida cotidiana como en su salud.

En el presente post hablaremos de cómo ayudar a estas personas para afrontar la dura tarea de cuidar con mayor fortaleza emocional, a pedir ayuda, a aprender atender a sus propias necesidades y sobre todo, a prestar estos cuidados sin comprometer su salud.

El aumento de la esperanza de vida condiciona en las personas mayores la aparición de enfermedades crónicas y discapacidades que derivan en la dependencia. Los problemas de mayor dependencia son enfermedades neurológicas como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o los accidentes cardiovasculares (ictus). El recurso más importante para garantizar una calidad de vida mínima a estos mayores con problemas en la realización de las actividades básicas de su vida es la ayuda familiar, pero esta colaboración y compromiso de cuidadores “informales” eleva el riesgo para la propia salud de estos y puede llegar a interferir en su vida personal, social y laboral.

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Estos cuidadores dedican gran parte de su tiempo y esfuerzo en permitir que otras personas puedan desenvolverse en su vida diaria, ayudándolos a adaptarse a las limitaciones que su discapacidad funcional les impone. Suelen ser adultos entre 45 y 65 años y también mayores que cuidan de los propios mayores (pareja, hermanos y hermanas, etc.). No tienen remuneración por esta labor y no suelen recibir ayuda de otras personas.

Es frecuente compartir la  función de “cuidador de un mayor” con la de “cuidador de su propia familia”, como los hijos/as de los mayores dependientes. Tienen  una gran carga emocional así como numerosos problemas físicos y psíquicos asociados a la tensión provocada por la atención constante a este tipo de pacientes dependientes (agotamiento, problemas musculares, alteraciones del sueño, depresión, ansiedad, frustración, negación del problema, etc.).

Es muy importante encontrar maneras prácticas de enfrentarse a esta situación y buscar ayuda. Algunas de ellas son:

1.      Programar periodos de ocio y descanso: buscar espacios para el propio autocuidado (dormir y descansar cuando lo haga el familiar, practicar deporte, recuperar aficiones y hobbies, retomar la vida social, etc.).

2.      Llevar una dieta saludable y equilibrada, no saltarse comidas y programarla para no improvisar.

3.      Potenciar en la medida que se pueda la independencia del familiar al que se cuida: seguir un programa de estimulación, no actuar por ellos si saben hacerlo solos, ayudarles a tomar decisiones y a reflexionar, que asuman responsabilidades que todavía puedan llevar a cabo, hacerles sentir útiles y reforzarles positivamente cada proceso que conlleve la autonomía y el esfuerzo.

4.      Pedir ayuda psicológica y buscar grupos de apoyo terapéuticos donde puedan compartir espacios para expresar sus emociones, compartir experiencias y seguir pautas educativas sanas para cuidar de una forma más saludable para ambas partes.

5.      Aprender a delegar en la medida que se pueda en otras personas cuidadoras o en profesionales capacitados en esta tarea.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga y formadora

Grupo Crece