Psicodrama en el trabajo terapéutico individual y grupal

El psicodrama, tal y como lo define su creador J.L Moreno, es “el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupo, del tratamiento del individuo con métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción”.

La historia de la psicología estaba íntimamente ligada a la palabra desde su nacimiento, hasta que Moreno, en segunda mitad del siglo XX, se plantea hasta qué punto la psicología y la psicoterapia no estaban siendo demasiado limitadas a la racionalidad, y el discurso de la persona que acudía de manera individual a terapia, ya que el ser humano es social por naturaleza y un individuo de acción.

Y es que hoy en día sabemos que el relato propio de las situaciones siempre tiene un punto de elaboración y de subjetividad, mientras que la acción espontánea es una muestra de nuestra personalidad, nuestros pensamientos y nuestras emociones, más allá de que seamos conscientes de ellas o estén en un plano inconsciente.

De este modo nació el psicodrama como método diagnóstico y de tratamiento, aplicable con grupos de personas, pero también en terapia individual, de pareja o de familia.

A través del mismo se busca que las personas tomen conciencia y de sus pensamientos, sentimientos, actitudes y características de sus relaciones, favoreciendo la comprensión y la capacidad de tomar decisiones, así como ensayar las mismas valorando el impacto emocional de las mismas.

A través del psicodrama se pretende llevar la terapia a la acción, a la escenificación de aquellos conflictos que generan malestar emocional, ya sean presentes, pasados o futuros. En esa escenificación, el terapeuta psicodramatista, va ayudando en la definición de la escena, los personajes implicados y la posición de la persona en el problema en concreto. A partir de ahí, se irán utilizando diferentes recursos psicodramáticos en función del objetivo terapéutico (inversión de roles, soliloquio, el doble…).

El psicodrama grupal tiene una estructura en la que se diferencian el protagonista (persona que comparte una escena que quiere trabajar), uno o varios Yo Auxiliares (personas que comparten el contexto terapéutico y se prestan para interpretar papeles necesarios en la escena), la persona que dirige (terapeuta formado en psicodrama) y el escenario.

En el psicodrama bipersonal, los Yo Auxiliares son sustituidos por elementos que ayudan a externalizar y a crear una imagen de la situación.

Además de esta estructura de participantes, el psicodrama tiene una estructura temporal:

  1. Caldeamiento: antes de empezar un psicodrama, los participantes deben de estar preparados emocionalmente para ese trabajo. Esa preparación se hace a veces desde el diálogo, hablando de la situación que se quiere trabajar y otras veces se hace mediante ejercicios corporales que ayuden a conectar mente y cuerpo con la emoción y la situación. El caldeamiento también ayuda a generar un clima de confianza y conexión en los grupos.

  2. Dramatización: es el momento en el que se trabajan las escenas elegidas por la persona o el grupo. En la dramatización pueden participar diferentes personas o utilizarse diferentes objetos y su duración es variable en función de la escena a trabajar.

  3. Compartir: tras la dramatización, se realiza un compartir, en el que se expresan las emociones experimentadas, las resonancias que ha podido generar la escena en diferentes personas y en el protagonista. El lenguaje utilizado en el compartir es el “lenguaje yo”, alejando los juicios y consejos.

De esta manera, el psicodrama aúna el trabajo racional y emocional, implica a la persona en su totalidad y la conecta con la acción, haciendo que el trabajo sea de gran utilidad en el avance hacia el bienestar psicológico.

A través del psicodrama se busca que la persona pueda conectar con su autenticidad y pueda expresarse a través de ella, desprendiéndose de roles impuestos o de mecanismos de defensa que puedan estar interfiriendo en su desempeño en diferentes áreas de su vida. Al estar basado en la acción, el psicodrama saca a las personas de la racionalización, del discurso, y les enfrenta a sus emociones, actitudes y acciones auténticas.

En Grupo Crece, el psicodrama forma parte de nuestras terapias individuales, así como de las terapias de familia y pareja y también de nuestros talleres.

En las terapias individuales trabajamos a través del psicodrama duelos por personas, relaciones o momentos vitales. Gracias al psicodrama las personas sienten que pueden expresar aquello que no pudieron hacer en su momento, así como valorar esas personas, relaciones y momentos vitales desde una perspectiva realista, lejos de la idealización que muchas veces surge en los duelos. También, nos resulta de gran utilidad para tomar conciencia de nuestras contradicciones, de los debates internos que nos atrapan, y poder tomar una perspectiva constructiva y activa, descubriendo el origen y motivación de esos discursos contrarios que tantas veces se dan en nosotros. Se trata también de una gran herramienta para valorar el universo relacional de las personas, la manera en la que se posicionan en las diferentes relaciones y hasta qué punto esa postura es sana o dañina.

En el trabajo con niños y niñas, el psicodrama encuentra un terreno amigo. Lejos de las barreras y resistencias adultas, que generan bloqueos y rechazo de todo aquello que se sale de su zona de confort,  los niños y las niñas viven de manera natural trabajar desde la acción, dramatizar para aprender y conectar con sus sensaciones corporales. De esta manera, el trabajo grupal mediante psicodrama también es en sí mismo una experiencia de aprendizaje social, en el que la empatía, el respeto y los límites son la base de la actividad. De manera individual recurrimos a objetos como juguetes, peluches o marionetas y a imágenes creadas por ellos y ellas en trabajos previos de arte terapia. Así, el miedo por ejemplo, puede ser representado por una tela, por un muñeco o por un dibujo. En terapia infantojuvenil el psicodrama es una de las bases del trabajo, siendo de especial utilidad para gestionar emociones como el miedo o el enfado, así como para aumentar su universo de opciones a la hora de enfrentar situaciones vitales y relacionales.

En nuestros talleres, el psicodrama también está presente, de manera transversal o protagonista. Es lo que nosotros llamamos el aprendizaje experiencial o vivencial. Creemos que la teoría es hoy en día accesible a la mayoría de personas. Solo hay que asomarse a internet o las redes sociales para conocerla. Por eso, nosotros queremos que nuestros talleres sean un lugar donde hacer y vivir cosas diferentes. Un lugar donde probar, donde soltarse, donde jugar y valorar cómo nos sentimos en esos registros. Un lugar donde podamos salir con la sensación de “puedo hacer y sentir algo diferente”. Además realizar este proceso en grupo nos ayuda a resignificar nuestra imagen de la sociedad y de nuestro lugar en ella. Cada grupo es una pequeña sociedad en la que se reparan daños generados en otras sociedades.

¿Qué ocurre durante una terapia psicológica?

“El propósito de la psicología es darnos una idea totalmente diferente de las cosas que mejor conocemos.”

Paul Valery

Desde el primer momento en que una persona entra en un “despacho de terapia” se inicia una relación. Una relación diferente a las conocidas hasta ahora. No saben nada la una de la otra. Sólo saben que una viene a mostrar su interior ( hasta donde pueda, pues no es fácil hablar de una/o misma/o) y la otra está dispuesta para observar, recoger y sostener.

Este primer encuentro es importante pues ambos miembros de la relación decidirán si su camino juntos puede continuar.

Iniciar un proceso terapéutico con alguien requiere de confianza, de poder sentirse comprendida/o y protegida/o por el otro. Esto es lo que debe ofrecer la o el profesional. Esto es lo que debe sentir la persona que acude a terapia. Esto es un equipo. La implicación de ambas partes será fundamental.La investigación ha demostrado que el éxito de la terapia está determinado más por la calidad de la relación entre terapeuta y paciente, que por la orientación teórica del terapeuta.

Esta relación, para que prospere, requiere de un compromiso. Por una parte, el/la paciente se compromete a “trabajar” en él/ella mismo/a. Iniciar una terapia psicológica requiere de cierto esfuerzo para mirarse por dentro. El terapeuta podrá mandar tareas a realizar entre sesiones, donde será necesaria la reflexión, cierta consciencia de lo que sucede alrededor y en una misma, de honestidad...

Por otra parte, un compromiso con respecto a la asistencia a las sesiones . La terapia es un proceso, y como tal, para que de frutos, es necesaria la continuidad en el tiempo.

En la terapia se produce un tipo de conversación especial. No serás juzgada/o ni criticada/o. No debes preocuparte por si lo que dices es correcto o incorrecto, ni callar cosas por si haces daño o molestas al otro. No serás castigada/o de ninguna manera. Absolutamente todo lo que digas o necesites decir está bien. Y, lo más importante, no hay nada que sea una tontería. Todo lo que sientes, piensas o haces es importante.

Y si algo de esto no sucede, si en algún momento te sintieras juzgada/o, molesta/o o con desconfianza para expresar…lo mejor de todo es que puedes hablar de ello también. En tu relación con el terapeuta, quizás aparezcan emociones o pensamientos que tienes a tener “fuera” de la terapia. Qué mejor lugar como “laboratorio de pruebas” para poder hablar y explorar esos miedos, dudas y angustias.

¿Qué pasa durante las sesiones?

Que se empieza a poder nombrar ya poner palabras a sensaciones, malestares, imágenes o pensamientos confusos. Se saca fuera lo que está dentro.Esto permite comprender y darnos cuenta de lo que nos pasa, a la vez que alivia nuestra ansiedad y estado de ánimo y reduce la intensidad de nuestras emociones.

Se añaden a tu vocabulario palabras como “ respetar” y “ legitimar”. Comienzas a respetar tus tiempos, tus espacios…a respetarte en general. Comienzas a dar valor a lo que sientes, aunque lo que sientas lo consideres “terrible”. Son emociones que aparecen y, por muy negativas que éstas sean, no podemos obviarlas, evitarlas ni taparlas. Comienzas a naturalizar las emociones, a normalizar los errores, a convivir con la imperfección. Te permites dejar de lado la perfección y vivir como un ser humano. Abandonas el deseo de ser un superhéroe/heroína que puede con todo. O un dios o diosa del Olimpo, como lo denomino yo en mi terapia.

El profesional de la psicología no te dirá lo que quieres oír. Será como un espejo donde aprenderás a verte tal y como eres, no como desearías ser o como te culpas por ser.

También se produce, a mi modo de ver, un proceso de DECONSTRUCCIÓN:

Deshacer analíticamente algo

para darle una nueva estructura.

No quiero meterme en exceso en otros campos de conocimiento, ni tengo la intención de generar un debate dialéctico sobre la conveniencia de este término. Sin embargo, creo que es una palabra que define muy bien algo que sucede en la terapia.

Esta palabra fue utilizada por Jacques Derrida, filósofo francés del S. XX. Él consideraba que la deconstrucción es una “estrategia” que deshace los conceptos que se han edificado, no para destruirlos sino para comprobar cómo están hechos, cómo se ensamblan sus componentes y qué elementos ocultos controlan su significado. De esta forma, se podrán presentar nuevas posibilidades de interpretación, nuevos significados.

En un proceso terapéutico, mientras se van nombrando nuestras confusiones,  se van “aireando” y sacando a la luz aquellas ideas, conceptos, valores y creencias con las que nos relacionamos con nosotras/os mismas/os ( como personas), con las/os demás y con el mundo.Todos estos valores y creencias son como un velo a través del cual interpretamos la vida, lo que ocurre ahí fuera ( y dentro de nosotras/os).

Por lo tanto, no nos relacionamos directamente con la realidad, con la verdad, sino que nos contamos las cosas a nuestra manera, como queremos o como podemos.

Nuestros conceptos se van edificando a través de nuestra historia de aprendizaje. La historia aprendizaje de cada persona es única e individual, y se conforma en el día a día de la persona, en su interacción con el entorno, con las experiencias vividas. También interviene nuestro temperamento, es decir, aquello con lo que ya nacemos. Lo que somos hoy es día es fruto, en gran parte, de nuestro temperamento en interacción con el entorno.

A la historia personal de aprendizaje es necesario añadir el contexto cultural que nos rodea, el momento social que nos acompaña. No es lo mismo el concepto de “Amor” que hay ahora, que hace simplemente dos generaciones. No es lo mismo vivir en una época de bonanza y esperanza, que de declive y desaliento.

La mezcla de todo esto es desde donde se van construyendo nuestras creencias e ideas de cómo son las cosas, o de cómo consideramos que deben ser.

En resumen: nuestra visión de las cosas se encuentra “ empañada”. Tenemos relatos de la vida , de lo que debe ser, que de repente no concuerdan con la realidad…y de aquí proviene mucho de nuestro sufrimiento.

“Eso que ha sido siempre aceptado por todos y en todos lados, es casi seguro que es falso”

Paul Valery

El motivo principal por el que una persona decide ir a terapia es la aparición de un malestar creciente que impide el “normal” funcionamiento de su vida, de forma general o en un ámbito en particular.

Te recomiendo este artículo de mi compañero Alberto lópez Viñau. “Cuándo ir a un psicólogo”

Queremos encajar en un ideal, que los demás y la vida también encajen en ese ideal. Los ideales no existen, por lo que cuando chocamos con la realidad, aparece ese malestar.

En terapia se deconstruyen esos ideales. Se deconstruyen conceptos tan complejos como el Amor, la Amistad, la Familia, la Felicidad…No se destruyen, sino que se repiensan. Conocer de dónde vienen, qué elementos controlan su significado. Discernir entre lo que nos fue “impuesto” y lo que es “nuestro”. Elegir con qué parte queremos quedarnos y cuál desechar.

Volver a construir nuestro propio significado de las cosas para poder elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Siempre desde la premisa de que hay otro que también tiene derecho a vivir su vida, al que también hay que respetar y dar legitimidad.

“Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para ver la diferencia”.

Quizás ésta sea la parte más difícil de una terapia. Darse cuenta de que no se es un ente pasivo que recibe la solución mágica a sus problemas, sino que te das cuenta de que estos pueden cambiar, engrandecerse o desaparecer, en función del punto de vista desde el que los observes y en función de lo que hagas directa o indirectamente con ellos.

Es decir, empiezas a ser consciente de que tienes una parte activa y de responsabilidad en lo que sucede en tu vida. Te irás liberando de la culpa, que paraliza y victimiza, y la irás transformando en responsabilidad, que moviliza y permite buscar soluciones.

Y, aunque parezca casi mágico ( no lo es pues detrás hay un gran y duro trabajo de ese equipo), de repente un día empiezas a vivir tu vida de una forma más sencilla. La vida deja de ser tan pesada. La vida empieza es más liviana. La vida empieza a ser tal y como es.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga e instructora de mindfulness

Grupo Crece

 

Terapia integradora: una psicoterapia adaptada a cada situación vital

La terapia integradora o terapia integral, es una psicoterapia que aúna e integra diferentes corrientes de la Psicología probadas científicamente y técnicas psicoterapéuticas eficaces.

En nuestro caso, en Grupo Crece integramos la terapia cognitivo-conductual, el psicoanálisis relacional (un enfoque psicoanálitico abierto y modernizado, derivado de la corriente sistémica y humanista), la psicología gestalt, el enfoque sistémico, imprescindible para la terapia familiar, de pareja y para el trabajo con organizaciones, el coaching o psicocoaching, técnicas de mindfulness, la arteterapia, EMDR, TIC y otras técnicas de avanzada que aceleran los proceso de tratamiento y son la herramienta más eficaz para trabajar con trauma y estrés postraumático, , técnicas psicocorporales y psicodrama, terapia de grupo, talleres de habilidades y terapia individual, familiar o de pareja.

No nos colocamos una etiqueta de psicólogos psicoanalistas o cognitivos-conductuales, por ejemplo, sino que nos adaptamos a lo mejor para cada paciente.

Consideramos que la Psicología aporta demasiadas cosas interesantes como para ceñirnos a un ámbito, todos son complementarios y suman: psicología social, psicología evolutiva, psicología cognitiva, neuropsicología, etc. Además disciplinas limítrofes nos aportan conocimiento y herramientas claves para nuestro equipo: coaching, mindfulness, neurociencias, danza y otras expresiones artísticas.

Terapia Integradora en Psicología. Ventajas y eficacia.

La orientación integradora de nuestros y nuestras psicoterapéutas en Grupo Crece pretende lograr.

Adaptarnos a cada persona y cada problema. Por ejemplo:

Hay personas que requieren un cambio en sus patrones de conducta, patrones dañinos que les generan infelicidad y conflicto y van a necesitar un entrenamiento en habilidades, pautas conductuales y un trabajo emocional más profundo para encontrar la causa de esa repetición de patrones.

Otras personas van a necesitar un refuerzo de su autoestima, teniendo que cambiar patrones cognitivos muy instalados. Cuando los problemas de autoestima se centran en el cuerpo, la imagen, usaremos técnicas más psicocorporales o arteterapéuticas.

Personas muy mentales y racionales que necesitan a priori, un enfoque más cognitivo-conductual pero que a medio plazo en el proceso terapéutico, requieren un enfoque más vivencial a través de técnicas que le den más peso al cuerpo que a la mente.

Hay problemas arraigados en una situación traumática, que a veces ni siquiera está presente de forma consciente, que genran mucho sufrimiento, conductas desadaptativas, somatizaciones, etc., y será muy importante un abordaje de psicoánalisis relacional y de técnicas de EMDR o TIC, para ir reprocesando el trauma y favorecer la sanación de la persona.

En el caso de una pareja o familia que acuda a terapia, o una persona, a nivel individual pero cuyo problema se de carácter grupal como conflictos familiares, conflictos laborales o sociales, es importante incorporar el abordaje sistémico y el psicodarma. Incluso, a la hora de ofrecer un asesoramiento a una organización con muchos conflictos, no sólo serán adecuadas las estrategias de coaching sino que habrá que apelar a la psicología sitémica organizacional.

Los niños y adolescentes en la mayoría de ocasiones van a necesitar un enfoque gestalt, psicodramático para trabajar con roles y juegos y dinámicas de arteterapia, y el trabajo con madres y padres, además un enfoque cognitivo-conductual para que adquieras herramientas educativas.

La gestión del estrés, la autoexigencia, la ansiedad … se verán muy bien enfocadas bebiendo de mindfulness.

Mindfulness y la terapia cognitivo conductual se muestran muy eficaces para tratar el TDAH y problemas de conducta.

Una depresión requiere igualmente un abordaje, que incluya técnicas cognitivas, técnicas conductuales, técnicas de coaching, técnicas psicocorporales para movilizar la sintomatología de cansancio y desgana corporal, y otras herramientas si hay un proceso de duelo mal sanado, un vacío existencial desde hace tiempo… es decir, para abordar la causa de la depresión y no sólo sus síntomas.

Las dificultades en la toma de decisiones suelen funcionar muy bien con herramientas de coaching y técnicas que favorezcan la escucha emocional y el autocontacto y autoconocimiento.

Los problemas de relación social y asertividad, así como las fobias y obsesiones, se ven beneficiados de un enfoque psicoeducativo cognitivo-conductual, con técnicas de exposición y prevención de respuesta, pero se suele combinar con EMDR y TIC para abordar más directamente el bloqueo emocional que hay siempre como base de estos trastornos o problemas.

Los trastornos de la personalidad, trastorno bipolar, los trastornos de la alimentación, la esquizofrenia, las adicciones, requieren siempre de un trabajo multidisciplinar.

A veces, la terapia de grupo o el entrenamiento en habilidades en un taller, va a ser lo que marque la diferencia.

Otro elemento importante para tener en cuenta una terapia integradora es como es la o el paciente. La psicología integradora facilita acomodarnos a la personalidad y características idiosincrásicas de las y los pacientes.

Hay personas que necesitan explorar, y otras necesitan ir más al grano, hay personas que viene con más temor o incertidumbre a terapia, y les cuesta más abrirse, otras se abren desde el primer momento, unas van a preferir y necesitar más una terapia presencial, otras lo van a ver facilitado a través de una terapia online, a veces, pueden necesitar más una terapia de grupo o grupo de habilidades, que una terapia individual.

Intervenciones interdisciplinares

Colaboramos con otros profesionales de la salud de ramas tan importantes como la psiquiatría, la fisioterapia, la nutrición, a quien derivamos para intervenciones puntuales o en paralelo con el tratamiento psicológico. Además, otros profesionales como profesores de teatro, coach de voz, coach de imagen, coach deportivos, participan en nuestras intervenciones.

Intervención integral

La terapia integradora tiene la ventaja de hacer una intervención integral atendiendo a los diferentes niveles de una persona (salud mental, física, emocional, social, laboral) y favorecer un equilibrio entre los diferentes elementos de la personas para facilitar su máximo potencial.

Potenciar un vínculo sano y la relación terapéutica

Y un elemento básico para nosotr@s en Grupo Crece es clave para facilitar la adaptación a los y las pacientes, que es generar adecuadamente el vínculo terapéutico. El enfoque humanista y el psicoanálisis relacional nos aportan muchas herramientas para favorecer un vínculo sano entre terapeuta-paciente.

Técnicas probadas científicamente, eficaces y avaladas por organismos internacionales.

La terapia integradora logra abordar los problemas de forma profunda, interviniendo en base a dos líneas de trabajo: en los síntomas para aliviar a corto plazo a las y los pacientes y en las causas, profundizando en los problemas para dotar a las personas de recursos a largo plazo.

Esto genera un trabajo en mucho menos tiempo, ya que se seleccionan los enfoques y técnicas más efectivos en cada situación particular, así que la terapia integradora es mucho más eficaz, notándose efectos positivos a corto plazo.

La OMS y otros organismos oficiales indican qué terapia es más adecuada para según qué tipo de problema. Por ejemplo, la terapia EMDR es la recomendada por la OMS para el trastornos de estrés postraumático, la terapia cognitivo-conductual para la depresión, ansiedad y fobias, etc.

En resumen, como en otras disciplinas, no hay una teoría que lo explique todo, así que el enfoque integrador en psicoterapia, nos ayuda a entender la psicología humana y ofrecer una respuesta ad hoc para nuestr@s pacientes. Muchas de estas teorías que ahora se integran, tenían más en el pasado que ahora,aspectos contradictorios entre sí. Con el tiempo y el avance en la investigación científica en el ámbito de la psicología y la neurociencia, estamos descubriendo que las contradicciones, muchas veces, solo eran lagunas en el conocimiento del ser humano.

 

La terapia online. Recibir psicoterapia a distancia.

¿Qué es y por qué se ha potenciado?

Como bien imaginaréis, definimos como terapia on-line a la versión a distancia de la psicoterapia de siempre, utilizando las ventajas y recursos de internet. Se adapta al potencial de las nuevas tecnologías, y por tanto permite flexibilizar el servicio.

Si bien es cierto, que la terapia online se lleva utilizando hace bastante tiempo, es ahora con la crisis de la COVID- 19, cuando ha resultado completamente imprescindible en el trabajo terapéutico.

La terapia online ofrece la gran ventaja de acceder a un psicólogo o psicóloga, para realizar el trabajo terapéutico desde cualquier lugar del mundo, incluidos también los formatos grupales a través de terapia de grupo o talleres prácticos o de formación.

¿Qué ventajas tiene la psicoterapia online?

Las múltiples plataformas que permiten, a través de internet, tener videoconferencias para posibilitar el trabajo terapéutico, han ido actualizándose y ofreciendo cada vez más posibilidades que permiten equiparar la terapia presencial a la online en algunos aspectos. Por ejemplo:

  • Durante las sesiones se pueden compartir archivos de imagen, sonido, vídeo o documentos, y esto es especialmente beneficioso, ya que contribuye a objetivos como la psicoeducación, la revisión de tareas en directo, y la realización de ejercicios conjuntos, tanto teóricos como prácticos.

  • La terapia online permite también hacer ejercicios mediante role-playing, funciona fenomenal con las técnicas de relajación, diferentes meditaciones o ejercicios de mindfulness.

  • Incluso se puede trabajar desde otras perspectivas como EMDR, psicodrama, técnicas psicocorporales, etc. Que sea online, no la limita a trabajos psicoterapéuticos superficiales.

  • El vínculo paciente-terapeuta se puede desarrollar igualmente, es labor del o la terapeuta favorecer ese vínculo tanto en una terapia online como presencial.

La terapia online, como tal además tiene un conjunto de ventajas.

  • El/la terapeuta además, podrá complementar su trabajo con charlas, webinars, o talleres formativos, a los cuales podrán acceder una cantidad muy elevada de personas, que si lo desean, podrán mantener su anonimato, algo que quizá no harían, o no se atreverían si fuese a través del formato presencial. De esta manera, se posibilitan escalones intermedios al objetivo de mostrarse a los demás y avanzar, por ejemplo en las personas muy introvertidas o con fobias sociales, o demasiado reservadas, o en el caso de pacientes con agorafobia u otros trastornos que les impidan o dificulten salir de su casa. Esto produce de manera directa, un enriquecimiento para la persona que recibe terapia on-line.

  • Otra ventaja que nos aporta este formato, es posibilitar terapias online de pareja, familiares o de grupos. El sistema online permite unir a personas que están en lugares diferentes sin necesidad de desplazarse para poder trabajar en conjunto, y además, si hay situaciones de alta tensión o elevada agresividad, se elimina el riesgo de que se produzcan agresiones físicas entre las personas, si se está trabajando con problemas de agresividad o descontrol de la ira.

  • En grandes ciudades donde las distancas son grandes, o con circunstancias vitales complicadas, favorece el poder acceder a una terapia, ya que no es necesario el desplazamiento.

  • Permite además, utilizar los dispositivos móviles, ordenadores, tablets, para otros objetivos más saludables y diferentes al trabajo, los videojuegos (sobre todo en caso de adolescentes) o la continua supervisión de las redes sociales. Así, paradójicamente, a través del móvil se podría realizar una terapia de adicción al teléfono.

  • Por otro lado, raramente una persona lleva a terapia su ordenador y su trabajo, y así, durante las terapias y en directo, la persona que recibe la ayuda psicológica puede mostrar al terapeuta el lugar en el que vive o su trabajo, sus espacios, enviarle o mostrarle sus documentos, y observar las interacciones en directo de una pareja o familia en su entorno natural.

  • Es especialmente interesante, la parte que engloba la psicoeducación y la práctica de temas como la productividad y la organización del tiempo. El terapeuta podrá comprobar in situ, como la persona a la que atiende es capaz de prestar atención o si se distrae con facilidad, comprobar si prioriza los temas en importancia y urgencia, si organiza sus tareas y las cumple, pese a la gran cantidad de distractores, ya que, durante la sesión, está en una situación natural de teletrabajo, prácticamente idéntica.

  • También favorece la puntualidad, y el mantenimiento del proceso y adhesión al tratamiento. Y, la continuidad y la disciplina es la clave del éxito de cualquier terapia.

Punto positivo también, y a favor de este tipo de terapia, es la facilidad de desarrollarla, ya que, básicamente consiste en abrir un programa y hablar. Solo es necesario tener una buena conexión a internet y un entorno sin demasiado ruido y con cierta privacidad. No es necesario tener grandes conocimientos técnicos, incluso para participar en una charla webinar.

La experiencia es muy similar a la psicoterapia presencial, y la eficacia es la misma.

¿Qué problemas plantea y qué soluciones se pueden ofrecer?

Planteamos ejemplos de problemas o resistencias iniciales que algunas personas han planteado, aunque finalmente se han superado satisfactoriamente.

“En mi entorno no dispongo de la intimidad suficiente para sentirme cómodo/cómoda para terapia online, siento que van a escucharme a través de la puerta”

1.    Se pueden buscar horas en que la persona tenga más intimidad.

2.    Se puede recurrir a la llamada telefónica o a la videollamada a través del teléfono móvil, incluso desde la calle, u otros lugares como parques o entornos agradables.

3.    También se puede ofrecer asistencia continua vía email y whatsapp.

“Tengo en casa mala conexión a internet”

1.    Se puede motivar a la persona a que tenga una actitud más proactiva a la hora de resolver ese problema, motivando a solucionar los problemas de baja conexión, abandonando una posible actitud derrotista o procrastinadora.

2.    Se puede motivar al uso de los datos del teléfono, incluso a obtener un terminal solo para videollamadas con tarifas económicas.

3. Existen los adaptadores de red que mejoran los problemas de señal.

“No es lo mismo que estar allí, en el centro siento mi espacio, y además no hay contacto físico”

1.    Debido a la COVID-19 el contacto físico no puede tenerse igualmente, y en las sesiones presenciales hay que tener distancia, a parte de los riesgos por desplazamiento, el uso de transporte público, etc., mucha limpieza y mascarillas, lo que hace que se convierta en una situación incluso más extraña que por videollamada.

2.    El entorno seguro se crea entre las personas que establecen el contacto, la cuestión está en motivar a esta persona a construir en su entorno un lugar de seguridad, o buscar un entorno que le resulte cómodo o fácil. Esto no se produciría probablemente si las sesiones no fueran así.

“La terapia online no va a ser efectiva, no creo que funcione igual”

1.    La terapia online es igual de efectiva que la psicoterapia presencial, ya que permite la misma creación del vínculo, el uso de las técnicas, la supervisión de tareas y la canalización de emociones. ¡La gente también se enamora por internet y no se tocan!

“Yo no entiendo de tecnologías, eso es muy difícil”

1.    La videollamada se puede hacer hasta desde un smartphone de lo más básico, con el mismo whatsapp y es muy sencillo.

2.    Hay muchas plataformas sencillas y gratuitas por internet. Cuando lo haces una vez, ya es muy sencillo y cómodo aprenderlo para las siguientes.

Alberto López Viñau

Psicólogo, coach y formador

Grupo Crece

 

¿Que diferencia hay entre coaching y psicoterapia?

¿Es lo mismo coaching que psicoterapia? ¿en qúe se diferencia un proceso de coaching de una psicoterapia?

En Grupo Crece, desarrollo personal y profesional, al ser psicólogos y coach, muchas veces combinamos procesos de coaching y de psicoterapia según las necesidades del cliente, pero no se trata de lo mismo.

El coaching profesional es un proceso de entrenamiento personalizado y confidencial mediante un gran conjunto de herramientas que ayudan a cubrir el vacío existente entre donde una persona está ahora y donde se desea estar”. Desfinición de la Asociación Española de Coaching.

El coaching incorpora técnicas y herramientas procedentes de diversos campos (gran parte de la psicología), todas ellas dedicadas a que el o la cliente consigan sus objetivos. Por ejemplo: coaching ejecutivo si los objetivos son profesionales, o coaching deportivo, si se trata de mejorar el rendimiento y la superación personal en este ámbito. en este sentido, las diferencias entre coaching y psicoterapia están bastante claras.

En el ámbito del life coaching o coaching personal, surgen las confusiones. ya que este tipo de proceso se centra en objetivos relacionados con el bienestar personal, las relaciones humanas, la consecución de cambios vitales…

En esas situaciones, la falta de profesionalidad, conocimientos y rigurosidad puede general complicaciones y confusiones.

¿Qué podemos contarte para establecer las diferencias?

El coaching es una herramientas fabulosa que puede ser usada por psicólogos y otros profesionales como una herramienta más de trabajo. Además, el coaching en sí, nos puede facilitar la puesta en práctica de ciertas metas y objetivos vitales y profesionales, nos ayuda a definir estas metas de manera que sean operativas y realistas. Es una herramienta muy útil para automotivarse para el cambio.

En un proceso de coaching nos centraremos, siempre con una persona que no presente un problema psicológico o emocional (autoestima dañada, carencias afectivas, repetición de patrones en algún ámbito vital, problemas de ansiedad, trastorno mental, etc.) en llevar a cabo una toma de conciencia de necesidades, motivaciones, intereses, objetivos... y entrenamiento en habilidades muy específicas para satisfacer esas necesidades u objetivos, centrándonos siempre en los recursos y potencialidades del o la cliente, de cara a una orientación laboral o vital (coaching profesional o life coaching).

El o la coach no guiarán de manera directiva a las/os clientas/es. Se realizará un diálogo socrático a través de las preguntas poderosas del coaching. El proceso tiene un inicio y un fin pactado previamente entre coach y cliente/a de un número concreto de sesiones. Los procesos suelen y deben ser cortos.

En un proceso de coaching, no se abordan problemas psicopatológicos, tampoco se abordan aspectos relacionados con la personalidad, los miedos, los bloqueos emocionales, los patrones de conducta repteidos y poco sanos o beneficiosos, aunque sean casos leves sin ningún trastorno. En una consulta de coaching pueden aparecer en la conversación, situaciones como traumas, desordenes emocionales y de conducta, adicciones y actitudes que atentan contra la vida, carencias afectivas, conflictos relacionales importantes, pequeñas fobias o bloqueos emocionales, etc. Todo ello debe ser abordado por un psicoterapeuta especializado.

La psicoterapia abarca un terreno más profundo y amplio, interviniendo a nivel de la sintomatología ansiosa, depresiva, obsesiva o fóbica, modificando respuestas poco adaptativas, cambiando patrones de comportamiento, interviniendo en la estructura de la personalidad, en ocasiones, también indagando en aspectos del pasado que condicionan el presente, y entrenando en habilidades de mayor espectro. Nos centraremos en trabajar tanto desde sus recursos y potencialidades, como desde sus dificultades y vulnerabilidades.

En psicoterapia, por tanto, abordaremos de manera más profunda qué hay detrás de esas metas que nos fijamos y si son idóneas o no en nuestra vida, abordaremos los miedos u otras emociones interfirientes y profundizaremos más en el trabajo de la autoestima, y otros recursos psicológicos fundamentales que están, muchas veces, detrás de nuestras dificultades para lograr ciertos cambios.

La psicoterapia a veces, puede ser más directiva, y otras veces, igual que el coaching, puede no serlo, usando preguntas poderosas y diálogo socrático, base de la terapia cognitiva.

La duración del proceso es más difícil de determinar, ya que es necesaria una evaluación profunda del caso que no se puede realizar únicamente en una primera sesión. en psicoterapia hay procesos muy cortos y procesos necesariamente largos.

Hay dos conceptos que muchas veces, se confunden con el coaching, y son el mentoring y la consultoría.

El mentoring es una tutorización, el mentor o la mentora guían y dirigen a sus mentorizados/as. Son expertos/as en el área tutorizada y tiene la experiencia y los conocimientos para acompañar a personas menos expertas. Es un proceso bastante directivo a diferencia del coaching.

La consultoría implica que una persona, el consultor, pone a disposición del cliente su experiencia y conocimiento pero aplicado a un área diferente, la de cada cliente.

Espero que haya podido aclarar conceptos y áreas de trabajo que a veces se confunden. Cualquier duda me escribís en comentarios.

Sanar la autoestima desde el autoconocimiento

Autoestima:  Forma en que las personas se sienten con respecto a sí mismas, y cómo se valoran.

Nos hemos acostumbrado a describir nuestra autoestima en términos “baja” o “ alta”. Y todas las personas la queremos alta.

Cuando en terapia indagamos en qué significa autoestima alta, nos encontramos con una definición casi mágica, pues se relaciona con poder enfrentar (todas) las situaciones problemáticas desde la seguridad y, por tanto, dar buenas soluciones, manejar conflictos sociales saliendo airoso, aceptar el rechazo sin pasarlo mal, arriesgarse ante un peligro, no tener debilidades ni puntos flojos, no tener inseguridades, etc.

Queremos aprender herramientas y estrategias para poder llevar a cabo los sueños expuestos anteriormente. Queremos dejar de lado las debilidades y aquellas características nuestras que nos parecen terribles y que no llevan a nada, y transformarlas en virtudes, capacidades y habilidades consideradas positivas. Queremos dejar de ser nosotras mismas, ser otra persona.  Una batalla perdida.

En toda esta idea hay un trasfondo de comparación. En la propia definición de autoestima ya se habla de “valorar-se” a una misma. Siempre que hay una valoración sobre algo, se realiza en comparación con un referente. Yo soy “mejor” o “peor”, (¿ que quién?) “buena” o “mala” (¿comparada con qué? ¿para quién?)

Siempre hay algo con lo que entrar en continua comparación: con los demás, con la idea que tenemos de los demás,e incluso con una idea hiper-mejorada de nosotras mismas.

Con esto quiero decir que tenemos una idea de la autoestima mal planteada desde el principio. Suponemos que estaremos mejor con una autoestima alta, pero desde “lo alto” seguiremos manteniendo el puesto a costa de compararnos con los que están a bajo.

Quizás es mejor empezar a hablar de una autoestima sana,  ni alta ni baja. Y una autoestima sana deja de lado completamente la comparación. No la necesita.

Un pequeño inciso para exponer la diferencia entre Ideal del yo y Yo ideal, términos que nos van a servir para enlazar autoestima y autoconocimiento.

Ideal del yo: lo que debo ser , la imagen que se debe tener para ser digno de amor.

Está fundado sobre lo que imaginamos que son los valores del otro. Si soy así y hago esto, me querrán.

Yo Ideal:  lo que considero que debo hacer para estar de acuerdo con mis propios valores y poder realizarme plenamente.

En el ideal del yo hay un proceso comparativo. Mi referencia son los valores del otro.

Debemos empezar a dejar de lado Ideal del yo y centrarnos en el Yo ideal, que trabajará en la búsqueda de uno mismo, en construir los propios valores y , valga la redundancia, darles valor. El foco de atención dejará conseguir amor del otro, sino en amarse uno con lo que es, con lo que tiene y no tiene, con sus luces y sombras.

La base de una autoestima sana es el autoconocimiento.

“Conócete, acéptate, supérate”

San Agustín.

“Nosce te ipsvm” Conócete a ti mismo

“Nosce te ipsvm” Conócete a ti mismo

El autoconocimiento es el resultado de un proceso de reflexión mediante el que se adquiere la noción de nosotros mismos, de nuestras capacidades, limitaciones, cualidades y defectos. Nos permite reconocernos como individuos únicos, diferentes de los demás.

Podremos sacar información para conocernos a través de la relación con nosotras mismas y con los demás.

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Vamos a encontrar cosas que nos agraden, que nos desagraden, que nos encanten y que odiemos. Todo esto nos hace únicos y nos define como personas.

A medida que recogemos información, vamos configurando nuestro autoconcepto. Esto son las creencias que tenemos de nosotros mismos. Estas creencias se van a manifestar en nuestra conducta. Si creemos que somos , por ejemplo, “tontos”, actuaremos como tal, y todo lo contrario si nos creemos “inteligentes”.

Poco a poco iremos realizando la autoevaluación de lo que somos. Es necesario ser críticos con nosotros mismos . De todas las cosas que vamos averiguando , tendremos que identificar lo que nos beneficia, es decir, nos ayuda y hace crecer, o nos entorpece en nuestro desarrollo como personas.

Casi de forma inevitable entraremos en un proceso de juicio hacia nosotras mismas. Hemos ido viendo cosas que nos encantan, pero también cosas que nos desagradan. Seguramente habremos visto más cosas desagradables y que no queremos tener ( por eso de compararnos con un referente ideal, como explicaba con anterioridad)

Es importante en este paso no caer en una valoración personal global. No somos “malos, egoístas, sumisos, tontos, etc.”. A veces podemos tener comportamientos/actitudes así. Pueden ser una parte de nosotros, los tenemos, pero no lo somos.

Muy ligado a este momento de evaluación está el de autoaceptación. Admito en mi todas mis características. Reconozco mis formas de sentir y ser. No tengo nada bueno ni malo. Soy lo que soy.No me culpo de lo que soy, sino que me responsabilizo de ello. Cuando me responsabilizo, puedo buscar soluciones y mejorar.

“Lo que resistes, persiste

Lo que aceptas se transforma”

Cuando legitimo lo que soy, es decir, cuando me doy derecho a ser lo que soy, empiezo a trabajar en el respeto hacia ello. Empiezo a tratarme bien, no por nada especial, simplemente porque soy y lo merezco. Atiendo mis necesidades,  deseos y valores. Expreso y manejo de forma adecuada hacia mí y los demás mis los sentimientos y emociones. Me cuido, me atiendo, me protejo. Empiezo a amarme.

(Artículo de asertividad estaría guay)

En la cúspide de la pirámide encontramos la autoestima.

Es el resultado final y la síntesis de los pasos anteriores. Si me conozco, voy creando mi escala de valores , me acepto y me respeto, mi autoestima será sana.

La diferencia entre autorespeto y autoestima se encuentra en que el autorespeto está basado en cómo me trato, y la autoestima corresponde a lo que yo siento y pienso sobre mí. Son dos conceptos que correlacionan. Es interesante caer en la cuenta de que, si empiezo a respetarme, iré en camino hacia una autoestima sana. Primero es empezar a hacer cosas por uno mismo.

Una etapa que no debemos olvidar en el viaje al autoconocimiento es saber desarrollarse.

Recordemos la frase de San Agustín “Conócete, acéptate, supérate”.

El autoconocimiento no solamente se basa en las limitaciones, sino que también debe de tomar en cuenta nuestras fortalezas. El punto central de esto es tratar de superarnos como personas, ser mejores personas. Es posible porque todos nacemos con cualidades, virtudes, habilidades y capacidades. Simplemente no las vemos, o no las consideramos suficientes.

Arriesgarte a conocerte, dejar de lado las comparaciones y trabajar en una mejor versión de ti misma que incluya todo lo que eres.

La asertividad en psicoterapia

¿Por qué tiene relevancia la asertividad en la terapia psicológica? Te propongo hacer un sencillo ejercicio para contestarte. Piensa por un momento las primeras palabras que te vengan a la mente al pensar en el término terapia o psicoterapia. Seguramente te hayan venido palabras como autoestima, depresión, estado de ánimo, ansiedad, adicción, miedo, fobia, obsesión, personalidad o emociones. Esto nos da a entender, de alguna manera, que la mayoría de las personas, asocian una terapia psicológica a estas cuestiones, y no les falta razón.

Sin embargo, existe un ámbito, íntimamente relacionado con algunos de estos términos, y también con muchos de los objetivos, necesidades o problemáticas con las que las personas acuden a un centro de psicología. Es el relacionado con la comunicación asertiva, también denominada asertividad, o estilo comunicativo asertivo. Un porcentaje muy elevado de las personas que solicitan ayuda psicológica, manifiestan problemas como los siguientes (entre muchos otros):

  • Dificultad a la hora de expresar sus sentimientos o emociones

  • Falta de firmeza o contundencia a la hora de defender su postura en cualquier ámbito

  • Problemas para saber lo que quieren o necesitan

  • Elevada importancia a la opinión de los demás o al “qué dirán”

  • Comunicación excesivamente agresiva o descontrolada

  • Sensación de sacar poco provecho a sus relaciones o sus meta

  • Frustración y sensación de escasa valía por todos o alguno de los anteriores puntos…

¿Qué es la asertividad?

Por tanto, y sin dar más rodeos, si tuviésemos que definir la asertividad, consideraremos válido entenderla como una forma de comunicarse con el mundo, así como de relacionarse, pero también como una actitud ante la vida, que va más allá de la mera comunicación. Por tanto, podemos hablar de conductas y actitudes, mediante las cuales, una persona busca sacar provecho a su vida y conseguir sus objetivos, mediante una actitud firme y enérgica, pero también empática y sin despreciar o dañar al otro. Habría que añadir que la asertividad, pese a definirse como esto, es algo aún más profundo, ya que va a influir en nuestras relaciones, emociones y principios o valores. Por tanto, quien aprende a ser asertivo/a de verdad, producirá cambios en su esencia, algo que va más allá del aprendizaje de habilidades.

Para poder entender la asertividad de manera más descriptiva, podemos indicar las siguientes capacidades:

¿Cómo se trabaja la asertividad en Psicoterapia?

La asertividad en psicoterapia puede trabajarse a través de:

1.      Psicoeducación

Se ofrece a la persona el significado de este término, y se le da a conocer los tres estilos de comunicación: comunicación agresiva, comunicación inhibida, comunicación pasivo-agresiva y comunicación asertiva. Se explican las diferencias entre los diferentes estilos, y la persona tendrá que reflexionar, en diversas situaciones, con cuál de ellos se siente más identificado/a, no solo de forma global, sino en los diferentes ámbitos de su vida: pareja, familia, trabajo, relaciones sociales… Además, se invita a la persona a que se familiarice más con el término, pidiendo que analice en su entorno estos estilos en otras personas con las que se suela relacionar, y cual es el estilo que manifiesta. Este trabajo también se puede hacer con apoyo de vídeos de ejemplo, o con películas reales donde se analizan los estilos de los personajes.

Para darte un anticipo de manera muy resumida, te describimos los diferentes estilos con sus características, ventajas e inconvenientes:

2.      Instrucción en habilidades y técnicas

Es otro paso fundamental para entrenar la asertividad. El/la terapeuta enseñará a la persona, una serie de técnicas, desde lo más sencillo hasta lo más complejo, como si se tratase primero de seleccionar los ingredientes más básicos, para después preparar recetas donde todos estén incluidos. Las habilidades asertivas básicas son las siguientes:

  • Escucha activa

  • Empatía y reflejo empático

  • Expresión de emociones o necesidades

  • Técnicas asertivas diversas: Disco rayado, banco de niebla, interrogación asertiva, técnica del sándwich, aserción negativa, aplazamiento asertivo, técnica de destapar el pañuelo.

  • Técnicas complejas: Tomar la palabra, iniciar, mantener y finalizar conversaciones, decir que no, cambiar de tema, hacer críticas, recibir críticas, identificar chantajes y manejar manipulaciones

  • La instrucción se realizará mediante psicoeducación y con prácticas en vivo

3.      Manejo de los componentes no verbales y paraverbales de la asertividad

La asertividad sin acompañarse de la actitud no verbal (referente al cuerpo) y paraverbal (referida a la voz) es como una carcasa vacía. De nada sirve enseñar técnicas para ser contundentes si nuestro cuerpo y nuestra voz transmiten sumisión o agresividad excesiva. La comunicación no verbal y paraverbal resultan fundamentales, y se trabajan a través de juegos y ejercicios vivenciales, donde se puede introducir música y danzaterapia (para conseguir la actitud y el estado emocional adecuado) y teatro, además de role playing (como indicaremos después).

4.      Ensayo en vivo de la asertividad: role-playing, escenas personales o dramatizaciones

Lo vi, y lo entendí.Lo hice y ¡lo aprendí! La puesta en práctica de la asertividad, así como su generalización paulatina, será el paso clave para completar el entrenamiento de nuestra nueva actitud. Los ensayos en vivo se pueden realizar con escenas personales de quien nos pide ayuda, como por ejemplo la necesidad de poner un límite a un compañero, de hacer una crítica a un familiar, o de defenderse de los injustos ataques de su pareja. Las escenas se preparan con mimo y con detalle para acercarse lo máximo a la realidad. Si se tienen dificultades a la hora de desarrollarlas, se puede realizar la inversión de roles, mediante la cual, el terapeuta hará el papel de la persona que entrena la habilidad y viceversa. Estas dinámicas también son tremendamente efectivas en grupos terapéuticos o formativos. Un añadido realmente interesante en este tipo de trabajo, nos lo ofrece el video-feedback, gracias al cual, al poder grabar en cámara de vídeo las escenas, después se podrán ver en conjunto con el terapeuta, para poder percibir la sensación generada, realizar correcciones y desterrar mitos (“estoy siendo demasiado agresivo”, “me veo muy borde”, “no soy capaz de transmitir  seguridad”), ya que, solo pudiendo observarte, sabrás de una forma más fidedigna, lo que transmites.

Relación muy directa con otros aspectos de la psicología.

La asertividad va “a caballo” con muchos otros aspectos de las psicología fundamentales en cualquier trabajo terapéutico. Pasamos a describir algunos:

1. Gestión emocional o inteligencia emocional

Concepto íntimamente ligado a la asertividad. Sin inteligencia emocional no puede existir asertividad, ya que para conocer lo que necesitamos, deseamos, o es importante para una persona, es fundamental el conocimiento de las emociones, y, por ende, de las motivaciones, objetivos y metas personales. No es posible conseguir un estilo asertivo sin autocontrol emocional, al igual que es imposible ser emocionalmente equilibrado e inteligente sin una dosis importante de asertividad.

2. Autoestima sana

La autoestima sana tiene que ver con la capacidad de valorarnos de una forma adecuada, aceptarnos y querernos con el conocimiento de nuestras virtudes y defectos. A partir de ahí está el crecimiento, en lo que podemos mejorar, los obstáculos que queremos vencer y los objetivos que deseamos cumplir. Una persona poco asertiva, que no se mueve en torno a sus necesidades y metas, que sufre un fuerte desgaste en las relaciones, o que se siente impotente ante los demás, normalmente manifestará una autoestima más dañada que sana.

3. Ansiedad y miedos o fobias

Estos tres términos se corresponden directamente con emociones desagradables, y por tanto entran dentro del ámbito de la gestión emocional. Desarrollar un estilo asertivo, va a implicar necesariamente enfrentar estos problemas, afrontar los miedos y las fobias de manera proactiva, superar situaciones complicadas, y por tanto, exponerse. La exposición es el mecanismo fundamental para la superación de los miedos.

4. Desarrollo de habilidades sociales o interpersonales

La asertividad ya incluye estas habilidades en el entrenamiento de la comunicación asertiva, a la hora de iniciar, mantener o finalizar conversaciones, implica exposición a la gente, aprender a escuchar, a empatizar, a dar tu punto de vista y saber cuándo y de qué forma intervenir.

Derechos asertivos

Son los mandamientos de la asertividad, en esta tabla tienes algunos de los más importantes. ¿Cuáles son aquellos que te resultan más difíciles de permitirte?

Todo lo que ocurre en tu vida es importante (cuando estás mal y no sabes por qué)

“Tampoco me ha pasado nada grave como para estar así, tan mal…”

…dijo el otro día una persona a la que atendí en Grupo Crece. “ No lo entiendo” añadió.

No sabe exactamente a qué viene, pero ella no se encuentra bien.

Entre mis preguntas y sus respuestas, va relatando los últimos acontecimientos ocurridos en los dos últimos años.

En ella existe un patrón muy curioso, y es que cada vez que habla y describe alguna situación difícil , sus ojos se humedecen, pero rápidamente encuentra la forma de que aquello que causó dolor ( y le causa al recordarlo), deje de hacerlo. Busca explicaciones racionales, toma en cuenta todas las variables que puedan explicar el problema, y a veces hay alguna frase del tipo “ y ocurrió y ya está, ya pasó”. Pero de nuevo sus ojos dejan claro que no está, que no pasó.

“ Soy muy racional”, añade como una de sus virtudes.

Y eso es lo que pasa con la mayor parte de las personas racionales: que van pasando por dificultades, como buenos seres humanos que son, pero no les parecen lo suficientemente graves y traumáticas como para darles importancia . Su lógica les hace poder explicarse los problemas, racionalizarlos ( que para la superación de dificultades es una parte también importante), pero no se dejan sentir la emoción que viven, el dolor, el sufrimiento.

“ No debería ponerme así por esto”, “son cosas tontas”, “ dice, mientras va relatándome pérdidas y pérdidas, de pareja, de trabajo e incluso menciona la interrupción voluntaria de un embarazo no deseado…Hace años un trastorno alimentario de su hermana…y aún no he podido ir más atrás en la historia personal, pero viendo cómo van sucediendo las cosas , me temo que hay muchas historias para no dormir en su vida. Cuento con que para ella serán cosas nimias, absurdas. También cuento con la realidad: y es que ella está sufriendo.

Busca el Gran Trauma, algo que justifique su pocas ganas de sonreír. Y son los pequeños traumas no sentidos, no valorados, los que van construyendo ese gran trauma.

Toda esta historia para decirte que CUALQUIER SITUACIÓN QUE TE PROVOQUE DOLOR ES IMPORTANTE. Dales su justo valor. Son cosas que tu corazón siente y que en ti provocan dolor, y sólo por eso es necesario que las valides, que te enfades, indignes o que las llores…

Todas esas “nimiedades”van dejando en ti posos de miedo y otras emociones difíciles que pueden hacer que ahora sientas una angustia extraña  al enfrentarte a tu vida.

Empezar a tener tu historia en cuenta no significa que empieces a hacer un mundo de un grano de arena.

Hablamos de darle el valor justo y necesario a tu vida,  a tus cosas, a los acontecimientos que van configurando tu historia, a tus sentimientos y, en general a ti.

Cuando estás mal y no sabes por qué, es que hay muchas cosas que se te han ido acumulando y que hay que ir desgranando para que de verdad puedas dejarlas atrás.

NUNCA OLVIDES QUE ERES MUY IMPORTANTE

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

 

Los tipos de apego

El apego es algo que los psicólogos y psicólogas evaluamos en una psicoterapia, no sólo cuando atendemos a menores sino cuando atendemos a adultos. El tipo de apego que ha desarrollado una persona determina algunos elementos de sus relaciones personales y su nivel de autoestima y seguridad personal.

Recientemente, estuvimos debatiendo sobre la cuestión de los apegos en nuestra última sesión de Cine y Psicología. En esta ocasión con la excusa de la película “El indomable Will Hunting”, que nos permitió analizar la importancia de los vínculos seguros para superar emociones como el miedo al abandono.

Un apego seguro es aquel que te permite tener la certeza de que la persona te va a aceptar, escuchar, intentar ayudar, con la que puedes ser sincera, y que no te va a abandonar.

Las personas que no han podido en el pasado establecer este tipo de vínculos seguros, tienen muy condicionada su manera de formar afectos con los demás, por eso, es tan importante en terapia, enseñar a construir apegos sanos, y que el terapeuta se muestre como esa figura de apego seguro. Por eso, la película nos permitió ejemplificar y explicar estos conceptos y os la recomendamos si no la habéis visto.

Pasamos a explicar los tipos de apego y sus consecuencias, algo que hace años estudió la psicóloga Mary Ainsworth en el experimento de “La situación extraña”. Tanto ella como John Bowlby, son autores de referencia si se desea estudiar este concepto.

La situación extraña es un experimento que consiste en introducir a una madre con su hijo pequeño en una sala con juegos, y estudiar las interacciones que tiene el pequeño con ella durante este espacio de tiempo. Posteriormente, en la habitación entrará una persona extraña adulta que se sentará con la madre, más adelante la madre saldrá y se quedará el pequeño solo con la persona extraña y finalmente esta persona extraña abandonará la sala dejando al niño solo. La última parte del experimento consiste en el retorno de la madre a la habitación y se estudiará la forma de reaccionar del hijo. Durante cada una de las etapas se analiza como reacciona el menor a nivel conductual y emocional. Gracias a este experimento se establecieron los tipos de apego que describimos a continuación:

 

1.      Apego seguro (tipo B)

Es el apego más saludable. Nos sentimos validados emocionalmente y seguros ante nuestra persona de referencia. Si hemos establecido estos apegos en la infancia, será más probable que tengamos una autoestima más sana, una gestión emocional más equilibrada y mayor capacidad para construir relaciones seguras.

2.      Apego evitativo (tipo A)

Un apego en el que el menor aprende a que tendrá que sobrevivir solo en el mundo al no poder contar con sus cuidadores, además de entender que tendrá que vivir con un amor deficiente. En la edad adulta se favorecerá una personalidad evitativa a los vínculos afectivos más profundos, es más probable que se conviertan en personas frías, con dificultad a la hora de expresar sus sentimientos y una tendencia a la desconfianza, favoreciendo así un afrontamiento huidizo u hostil y defensivo.

3.      Apego ambivalente (tipo C)

Es un tipo de apego muy dañino. En este caso el vínculo es inconsistente o inapropiado, y por tanto se generan reacciones desajustadas a las situaciones (imaginemos una reacción de pasotismo ante una situación grave o una reacción desproporcionada a un detalle sin importancia). En la etapa adulta, este tipo de apego favorece personalidades marcadas por la inseguridad, exceso de autocrítica, autoestima dañada… la persona puede manejarse en las relaciones buscando un exceso de aprobación por el miedo a perder el afecto, generando así dependencias emocionales fuertes.

4.      Apego desorganizado (tipo D)

Tipo de apego que se establece en entornos altamente patológicos (agresividad, maltrato, abuso…). El menor queda metido en una trampa entre la supervivencia a este entorno, y la única existencia de estas figuras afectivas. En la etapa adulta, estas situaciones traumáticas pueden condicionar altamente la forma de relacionarse o vincularse a los demás, y dificultará por tanto el establecimiento de relaciones sanas, seguras y felices.  Existen miedos no resueltos, habilidades de gestión emocional que no se han podido aprender por el mero hecho de no haber sabido encajar o entender ciertas emociones, una autoestima muy dañada y muchas necesidades afectivas sin satisfacer.

 

Os planteamos la siguiente cuestión: ¿cómo os vinculáis a la gente de vuestro alrededor?, ¿sois capaces de establecer lazos afectivos sanos?