¿Para qué te va a ir muy bien realizar un entrenamiento en mindfulness en 8 semanas?

Para que aprendas a vivir el presente y la vida con plenitud

La mayor parte del tiempo vivimos absortos en nuestros pensamientos. Estamos analizando, anticipando situaciones futuras, enganchados a situaciones pasadas, juzgando (-nos). Actuamos de forma automática perdiéndonos infinidad de detalles que están sucediendo en este mismo momento. Así, la vida se nos escapa entre los dedos.

A través de la práctica de la meditación mindfulness, aprendes a ser consciente de cuándo tu mente queda atrapada por los pensamientos o las emociones. Aprendes a llevar tu atención a lo que está aconteciendo en ese momento. Te abres a lo que los sentidos te traen del mundo exterior: olores, formas, sabores, lo que te transmiten los otros, etc. Atiendes tus sensaciones y a lo real que está ocurriendo, no lo que la mente te hace creer o suponer.

Para reducir tu nivel de ansiedad y estrés, así como la depresión.

Cuando nuestra mente viaja, a veces nos lleva al futuro. Como lo desconocemos, lo imaginamos, lo suponemos, y eso nos genera miedo y ansiedad. Anticipamos generalmente cosas negativas y desconfiamos por tanto en nuestra capacidad de superar tales horrores que inventamos.

Cuando nuestra mente viaja, a veces nos lleva al pasado. Nos deja enganchados allí, rumiando sobre lo que podría haber sido si hubiéramos hecho tal o cual cosa. Nos puede generar enfado, tristeza, melancolía…y pensamientos catastróficos abrumadores.

Cuando haces de la meditación una práctica diaria, aprendes a relacionarte con lo que ocurre en tu mente y observarlo sin juzgar, sin considerarlo bueno ni malo, sino como lo que es. Sencillamente son eventos mentales que nos generarán emociones que podremos vivir con naturalidad, como experiencias humanas normales. Observas desde la calma y la serenidad para responder con claridad.

Para habitar tu cuerpo y disminuir tu tendencia a vivir en la mente

Uno de los objetivos del entrenamiento de las 8 semanas es desarrollar una conciencia corporal, olvidada completamente ante el deseo de desarrollar la mente.

Como dice Welwood, “El objetivo del Mindfulness es convertir el cuerpo en una herramienta para conocer, para ver como la experiencia surge y desaparece, y así entrenar la aceptación. El cuerpo siempre está en el presente, y por lo tanto se puede utilizar como el espacio donde acudir cuando se quiere vivir la experiencia del aquí y ahora. El cuerpo en la meditación en Atención Plena, nos sirve de anclaje para conectar con el presente, ya que las sensaciones corporales no pueden suceder ni en el pasado ni el futuro”.

Cuanta más fina sea nuestra atención a la información que tenemos del cuerpo, más conoceremos sobre nuestras sensaciones, emociones y necesidades. El cuerpo sabe antes que la mente lo que está ocurriendo. La mayoría de las decisiones que tomamos no son racionales, son emocionales, y éstas se localizan desde el cuerpo.

Para reducir tu exceso de pensamientos rumiantes u obsesivos

La atención o consciencia plena permite que puedas convivir con tu mente. En ningún caso trata de dejar la mente en blanco o a un lado, sería contraproducente, pues nuestra mente es necesaria para la supervivencia.

Si bien es cierto que no se eliminarán por completo los pensamientos rumiantes, sí aprenderás a no dejarte atrapar ni arrastrar por ellos. Serás capaz de darte cuenta de cuándo tu atención se desvía del presente, y podrás de forma voluntaria llevarla de nuevo a la respiración o a aquel “objeto” que hayamos elegido como centro de nuestra atención.

El simple hecho de no “dar coba” al pensamiento, reduce su frecuencia.

Para gestionar tus emociones y reaccionar a lo que te ocurre de forma más ajustada

Las emociones nos provocan sufrimiento porque tratamos de quitarlas de nuestras vidas. Y cuanto más intentamos deshacernos de ellas, más irrumpen con fuerza, más nos dominan y nos llevan a reaccionar desafortunadamente, apareciendo de nuevo el sufrimiento.

Lograr que las emociones no sean un impedimento, sino una ayuda, requiere que modifiquemos nuestra forma de relacionarnos con ellas. El problema no son las emociones en sí, sino cómo nos posicionamos frente a ellas: desde la resistencia a que estén en nuestras vidas.

En vez de huir o eliminarlas, aprendemos a observarlas como eventos mentales y no como realidades sustanciales. Nos abrimos a ellas desde la curiosidad, sin juicios, y las experimentamos tal y como son. No son nuestras enemigas, aunque a veces puedan ser desagradables. 

Para quererte más y mejor

Como la meditación nos permite acercarnos a los eventos internos y externos con una actitud de apertura y sin juicios, de forma amable y cuidadosa. Esta nueva forma de relacionarnos con las cosas también comienza a reflejarse en cómo me relaciono conmigo misma. Me voy conociendo, en mis más y mis menos, abandono los juicios de valor y me voy aceptando tal y como soy.

Para vivir la vida tal y como es.

Nadie nos dijo, y en ningún sitio está escrito, que LA VIDA, ( así, con mayúsculas) fuera bonita o fea, justa o injusta, alegre o triste…y otros tantos mil y un adjetivos y sus contrarios con los que describirla.

La vida ES LO QUE ES.

La vida es placer y dolor. A la vez. A la par. La consciencia plena nos permite ponernos frente a lo que nos acontece diariamente desde un lugar más sano. Sano en cuanto a que acogemos las luces y sombras de igual forma. Empezamos a ser conscientes y a experimentar la vida en su totalidad. Es terapéutico.

¿Qué ocurre durante una terapia psicológica?

“El propósito de la psicología es darnos una idea totalmente diferente de las cosas que mejor conocemos.”

Paul Valery

Desde el primer momento en que una persona entra en un “despacho de terapia” se inicia una relación. Una relación diferente a las conocidas hasta ahora. No saben nada la una de la otra. Sólo saben que una viene a mostrar su interior ( hasta donde pueda, pues no es fácil hablar de una/o misma/o) y la otra está dispuesta para observar, recoger y sostener.

Este primer encuentro es importante pues ambos miembros de la relación decidirán si su camino juntos puede continuar.

Iniciar un proceso terapéutico con alguien requiere de confianza, de poder sentirse comprendida/o y protegida/o por el otro. Esto es lo que debe ofrecer la o el profesional. Esto es lo que debe sentir la persona que acude a terapia. Esto es un equipo. La implicación de ambas partes será fundamental.La investigación ha demostrado que el éxito de la terapia está determinado más por la calidad de la relación entre terapeuta y paciente, que por la orientación teórica del terapeuta.

Esta relación, para que prospere, requiere de un compromiso. Por una parte, el/la paciente se compromete a “trabajar” en él/ella mismo/a. Iniciar una terapia psicológica requiere de cierto esfuerzo para mirarse por dentro. El terapeuta podrá mandar tareas a realizar entre sesiones, donde será necesaria la reflexión, cierta consciencia de lo que sucede alrededor y en una misma, de honestidad...

Por otra parte, un compromiso con respecto a la asistencia a las sesiones . La terapia es un proceso, y como tal, para que de frutos, es necesaria la continuidad en el tiempo.

En la terapia se produce un tipo de conversación especial. No serás juzgada/o ni criticada/o. No debes preocuparte por si lo que dices es correcto o incorrecto, ni callar cosas por si haces daño o molestas al otro. No serás castigada/o de ninguna manera. Absolutamente todo lo que digas o necesites decir está bien. Y, lo más importante, no hay nada que sea una tontería. Todo lo que sientes, piensas o haces es importante.

Y si algo de esto no sucede, si en algún momento te sintieras juzgada/o, molesta/o o con desconfianza para expresar…lo mejor de todo es que puedes hablar de ello también. En tu relación con el terapeuta, quizás aparezcan emociones o pensamientos que tienes a tener “fuera” de la terapia. Qué mejor lugar como “laboratorio de pruebas” para poder hablar y explorar esos miedos, dudas y angustias.

¿Qué pasa durante las sesiones?

Que se empieza a poder nombrar ya poner palabras a sensaciones, malestares, imágenes o pensamientos confusos. Se saca fuera lo que está dentro.Esto permite comprender y darnos cuenta de lo que nos pasa, a la vez que alivia nuestra ansiedad y estado de ánimo y reduce la intensidad de nuestras emociones.

Se añaden a tu vocabulario palabras como “ respetar” y “ legitimar”. Comienzas a respetar tus tiempos, tus espacios…a respetarte en general. Comienzas a dar valor a lo que sientes, aunque lo que sientas lo consideres “terrible”. Son emociones que aparecen y, por muy negativas que éstas sean, no podemos obviarlas, evitarlas ni taparlas. Comienzas a naturalizar las emociones, a normalizar los errores, a convivir con la imperfección. Te permites dejar de lado la perfección y vivir como un ser humano. Abandonas el deseo de ser un superhéroe/heroína que puede con todo. O un dios o diosa del Olimpo, como lo denomino yo en mi terapia.

El profesional de la psicología no te dirá lo que quieres oír. Será como un espejo donde aprenderás a verte tal y como eres, no como desearías ser o como te culpas por ser.

También se produce, a mi modo de ver, un proceso de DECONSTRUCCIÓN:

Deshacer analíticamente algo

para darle una nueva estructura.

No quiero meterme en exceso en otros campos de conocimiento, ni tengo la intención de generar un debate dialéctico sobre la conveniencia de este término. Sin embargo, creo que es una palabra que define muy bien algo que sucede en la terapia.

Esta palabra fue utilizada por Jacques Derrida, filósofo francés del S. XX. Él consideraba que la deconstrucción es una “estrategia” que deshace los conceptos que se han edificado, no para destruirlos sino para comprobar cómo están hechos, cómo se ensamblan sus componentes y qué elementos ocultos controlan su significado. De esta forma, se podrán presentar nuevas posibilidades de interpretación, nuevos significados.

En un proceso terapéutico, mientras se van nombrando nuestras confusiones,  se van “aireando” y sacando a la luz aquellas ideas, conceptos, valores y creencias con las que nos relacionamos con nosotras/os mismas/os ( como personas), con las/os demás y con el mundo.Todos estos valores y creencias son como un velo a través del cual interpretamos la vida, lo que ocurre ahí fuera ( y dentro de nosotras/os).

Por lo tanto, no nos relacionamos directamente con la realidad, con la verdad, sino que nos contamos las cosas a nuestra manera, como queremos o como podemos.

Nuestros conceptos se van edificando a través de nuestra historia de aprendizaje. La historia aprendizaje de cada persona es única e individual, y se conforma en el día a día de la persona, en su interacción con el entorno, con las experiencias vividas. También interviene nuestro temperamento, es decir, aquello con lo que ya nacemos. Lo que somos hoy es día es fruto, en gran parte, de nuestro temperamento en interacción con el entorno.

A la historia personal de aprendizaje es necesario añadir el contexto cultural que nos rodea, el momento social que nos acompaña. No es lo mismo el concepto de “Amor” que hay ahora, que hace simplemente dos generaciones. No es lo mismo vivir en una época de bonanza y esperanza, que de declive y desaliento.

La mezcla de todo esto es desde donde se van construyendo nuestras creencias e ideas de cómo son las cosas, o de cómo consideramos que deben ser.

En resumen: nuestra visión de las cosas se encuentra “ empañada”. Tenemos relatos de la vida , de lo que debe ser, que de repente no concuerdan con la realidad…y de aquí proviene mucho de nuestro sufrimiento.

“Eso que ha sido siempre aceptado por todos y en todos lados, es casi seguro que es falso”

Paul Valery

El motivo principal por el que una persona decide ir a terapia es la aparición de un malestar creciente que impide el “normal” funcionamiento de su vida, de forma general o en un ámbito en particular.

Te recomiendo este artículo de mi compañero Alberto lópez Viñau. “Cuándo ir a un psicólogo”

Queremos encajar en un ideal, que los demás y la vida también encajen en ese ideal. Los ideales no existen, por lo que cuando chocamos con la realidad, aparece ese malestar.

En terapia se deconstruyen esos ideales. Se deconstruyen conceptos tan complejos como el Amor, la Amistad, la Familia, la Felicidad…No se destruyen, sino que se repiensan. Conocer de dónde vienen, qué elementos controlan su significado. Discernir entre lo que nos fue “impuesto” y lo que es “nuestro”. Elegir con qué parte queremos quedarnos y cuál desechar.

Volver a construir nuestro propio significado de las cosas para poder elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Siempre desde la premisa de que hay otro que también tiene derecho a vivir su vida, al que también hay que respetar y dar legitimidad.

“Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para ver la diferencia”.

Quizás ésta sea la parte más difícil de una terapia. Darse cuenta de que no se es un ente pasivo que recibe la solución mágica a sus problemas, sino que te das cuenta de que estos pueden cambiar, engrandecerse o desaparecer, en función del punto de vista desde el que los observes y en función de lo que hagas directa o indirectamente con ellos.

Es decir, empiezas a ser consciente de que tienes una parte activa y de responsabilidad en lo que sucede en tu vida. Te irás liberando de la culpa, que paraliza y victimiza, y la irás transformando en responsabilidad, que moviliza y permite buscar soluciones.

Y, aunque parezca casi mágico ( no lo es pues detrás hay un gran y duro trabajo de ese equipo), de repente un día empiezas a vivir tu vida de una forma más sencilla. La vida deja de ser tan pesada. La vida empieza es más liviana. La vida empieza a ser tal y como es.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga e instructora de mindfulness

Grupo Crece

 

Sanar la autoestima desde el autoconocimiento

Autoestima:  Forma en que las personas se sienten con respecto a sí mismas, y cómo se valoran.

Nos hemos acostumbrado a describir nuestra autoestima en términos “baja” o “ alta”. Y todas las personas la queremos alta.

Cuando en terapia indagamos en qué significa autoestima alta, nos encontramos con una definición casi mágica, pues se relaciona con poder enfrentar (todas) las situaciones problemáticas desde la seguridad y, por tanto, dar buenas soluciones, manejar conflictos sociales saliendo airoso, aceptar el rechazo sin pasarlo mal, arriesgarse ante un peligro, no tener debilidades ni puntos flojos, no tener inseguridades, etc.

Queremos aprender herramientas y estrategias para poder llevar a cabo los sueños expuestos anteriormente. Queremos dejar de lado las debilidades y aquellas características nuestras que nos parecen terribles y que no llevan a nada, y transformarlas en virtudes, capacidades y habilidades consideradas positivas. Queremos dejar de ser nosotras mismas, ser otra persona.  Una batalla perdida.

En toda esta idea hay un trasfondo de comparación. En la propia definición de autoestima ya se habla de “valorar-se” a una misma. Siempre que hay una valoración sobre algo, se realiza en comparación con un referente. Yo soy “mejor” o “peor”, (¿ que quién?) “buena” o “mala” (¿comparada con qué? ¿para quién?)

Siempre hay algo con lo que entrar en continua comparación: con los demás, con la idea que tenemos de los demás,e incluso con una idea hiper-mejorada de nosotras mismas.

Con esto quiero decir que tenemos una idea de la autoestima mal planteada desde el principio. Suponemos que estaremos mejor con una autoestima alta, pero desde “lo alto” seguiremos manteniendo el puesto a costa de compararnos con los que están a bajo.

Quizás es mejor empezar a hablar de una autoestima sana,  ni alta ni baja. Y una autoestima sana deja de lado completamente la comparación. No la necesita.

Un pequeño inciso para exponer la diferencia entre Ideal del yo y Yo ideal, términos que nos van a servir para enlazar autoestima y autoconocimiento.

Ideal del yo: lo que debo ser , la imagen que se debe tener para ser digno de amor.

Está fundado sobre lo que imaginamos que son los valores del otro. Si soy así y hago esto, me querrán.

Yo Ideal:  lo que considero que debo hacer para estar de acuerdo con mis propios valores y poder realizarme plenamente.

En el ideal del yo hay un proceso comparativo. Mi referencia son los valores del otro.

Debemos empezar a dejar de lado Ideal del yo y centrarnos en el Yo ideal, que trabajará en la búsqueda de uno mismo, en construir los propios valores y , valga la redundancia, darles valor. El foco de atención dejará conseguir amor del otro, sino en amarse uno con lo que es, con lo que tiene y no tiene, con sus luces y sombras.

La base de una autoestima sana es el autoconocimiento.

“Conócete, acéptate, supérate”

San Agustín.

“Nosce te ipsvm” Conócete a ti mismo

“Nosce te ipsvm” Conócete a ti mismo

El autoconocimiento es el resultado de un proceso de reflexión mediante el que se adquiere la noción de nosotros mismos, de nuestras capacidades, limitaciones, cualidades y defectos. Nos permite reconocernos como individuos únicos, diferentes de los demás.

Podremos sacar información para conocernos a través de la relación con nosotras mismas y con los demás.

Estos artículos te pueden interesar: Ponerenlaces

Preguntas para hacerse alguna vez en la vida

Ayudando a nuestros hijos a conocerse mejor

Vamos a encontrar cosas que nos agraden, que nos desagraden, que nos encanten y que odiemos. Todo esto nos hace únicos y nos define como personas.

A medida que recogemos información, vamos configurando nuestro autoconcepto. Esto son las creencias que tenemos de nosotros mismos. Estas creencias se van a manifestar en nuestra conducta. Si creemos que somos , por ejemplo, “tontos”, actuaremos como tal, y todo lo contrario si nos creemos “inteligentes”.

Poco a poco iremos realizando la autoevaluación de lo que somos. Es necesario ser críticos con nosotros mismos . De todas las cosas que vamos averiguando , tendremos que identificar lo que nos beneficia, es decir, nos ayuda y hace crecer, o nos entorpece en nuestro desarrollo como personas.

Casi de forma inevitable entraremos en un proceso de juicio hacia nosotras mismas. Hemos ido viendo cosas que nos encantan, pero también cosas que nos desagradan. Seguramente habremos visto más cosas desagradables y que no queremos tener ( por eso de compararnos con un referente ideal, como explicaba con anterioridad)

Es importante en este paso no caer en una valoración personal global. No somos “malos, egoístas, sumisos, tontos, etc.”. A veces podemos tener comportamientos/actitudes así. Pueden ser una parte de nosotros, los tenemos, pero no lo somos.

Muy ligado a este momento de evaluación está el de autoaceptación. Admito en mi todas mis características. Reconozco mis formas de sentir y ser. No tengo nada bueno ni malo. Soy lo que soy.No me culpo de lo que soy, sino que me responsabilizo de ello. Cuando me responsabilizo, puedo buscar soluciones y mejorar.

“Lo que resistes, persiste

Lo que aceptas se transforma”

Cuando legitimo lo que soy, es decir, cuando me doy derecho a ser lo que soy, empiezo a trabajar en el respeto hacia ello. Empiezo a tratarme bien, no por nada especial, simplemente porque soy y lo merezco. Atiendo mis necesidades,  deseos y valores. Expreso y manejo de forma adecuada hacia mí y los demás mis los sentimientos y emociones. Me cuido, me atiendo, me protejo. Empiezo a amarme.

(Artículo de asertividad estaría guay)

En la cúspide de la pirámide encontramos la autoestima.

Es el resultado final y la síntesis de los pasos anteriores. Si me conozco, voy creando mi escala de valores , me acepto y me respeto, mi autoestima será sana.

La diferencia entre autorespeto y autoestima se encuentra en que el autorespeto está basado en cómo me trato, y la autoestima corresponde a lo que yo siento y pienso sobre mí. Son dos conceptos que correlacionan. Es interesante caer en la cuenta de que, si empiezo a respetarme, iré en camino hacia una autoestima sana. Primero es empezar a hacer cosas por uno mismo.

Una etapa que no debemos olvidar en el viaje al autoconocimiento es saber desarrollarse.

Recordemos la frase de San Agustín “Conócete, acéptate, supérate”.

El autoconocimiento no solamente se basa en las limitaciones, sino que también debe de tomar en cuenta nuestras fortalezas. El punto central de esto es tratar de superarnos como personas, ser mejores personas. Es posible porque todos nacemos con cualidades, virtudes, habilidades y capacidades. Simplemente no las vemos, o no las consideramos suficientes.

Arriesgarte a conocerte, dejar de lado las comparaciones y trabajar en una mejor versión de ti misma que incluya todo lo que eres.

Todo lo que ocurre en tu vida es importante (cuando estás mal y no sabes por qué)

“Tampoco me ha pasado nada grave como para estar así, tan mal…”

…dijo el otro día una persona a la que atendí en Grupo Crece. “ No lo entiendo” añadió.

No sabe exactamente a qué viene, pero ella no se encuentra bien.

Entre mis preguntas y sus respuestas, va relatando los últimos acontecimientos ocurridos en los dos últimos años.

En ella existe un patrón muy curioso, y es que cada vez que habla y describe alguna situación difícil , sus ojos se humedecen, pero rápidamente encuentra la forma de que aquello que causó dolor ( y le causa al recordarlo), deje de hacerlo. Busca explicaciones racionales, toma en cuenta todas las variables que puedan explicar el problema, y a veces hay alguna frase del tipo “ y ocurrió y ya está, ya pasó”. Pero de nuevo sus ojos dejan claro que no está, que no pasó.

“ Soy muy racional”, añade como una de sus virtudes.

Y eso es lo que pasa con la mayor parte de las personas racionales: que van pasando por dificultades, como buenos seres humanos que son, pero no les parecen lo suficientemente graves y traumáticas como para darles importancia . Su lógica les hace poder explicarse los problemas, racionalizarlos ( que para la superación de dificultades es una parte también importante), pero no se dejan sentir la emoción que viven, el dolor, el sufrimiento.

“ No debería ponerme así por esto”, “son cosas tontas”, “ dice, mientras va relatándome pérdidas y pérdidas, de pareja, de trabajo e incluso menciona la interrupción voluntaria de un embarazo no deseado…Hace años un trastorno alimentario de su hermana…y aún no he podido ir más atrás en la historia personal, pero viendo cómo van sucediendo las cosas , me temo que hay muchas historias para no dormir en su vida. Cuento con que para ella serán cosas nimias, absurdas. También cuento con la realidad: y es que ella está sufriendo.

Busca el Gran Trauma, algo que justifique su pocas ganas de sonreír. Y son los pequeños traumas no sentidos, no valorados, los que van construyendo ese gran trauma.

Toda esta historia para decirte que CUALQUIER SITUACIÓN QUE TE PROVOQUE DOLOR ES IMPORTANTE. Dales su justo valor. Son cosas que tu corazón siente y que en ti provocan dolor, y sólo por eso es necesario que las valides, que te enfades, indignes o que las llores…

Todas esas “nimiedades”van dejando en ti posos de miedo y otras emociones difíciles que pueden hacer que ahora sientas una angustia extraña  al enfrentarte a tu vida.

Empezar a tener tu historia en cuenta no significa que empieces a hacer un mundo de un grano de arena.

Hablamos de darle el valor justo y necesario a tu vida,  a tus cosas, a los acontecimientos que van configurando tu historia, a tus sentimientos y, en general a ti.

Cuando estás mal y no sabes por qué, es que hay muchas cosas que se te han ido acumulando y que hay que ir desgranando para que de verdad puedas dejarlas atrás.

NUNCA OLVIDES QUE ERES MUY IMPORTANTE

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

 

Coronavirus. La sugestión que nos enferma: el "efecto nocebo"

hombre-miedo-sombra-monstruo-e1543576600893-500x300.jpg
Pastillas calavera.jpg

“ La peste iba a Bagdad y en el camino se encontró con un vagabundo

El vagabundo en la distancia le preguntó

¿Dónde vas, PESTE? Voy a Bagdad a matar 500 personas

A la vuelta de Bagdad , la peste se volvió a encontrar con el peregrino y este le dice: ¿no decías que ibas a BAGDAD a matar 500 personas?

Pero has matado a 5000

Si, yo mate 500 personas, pero el resto los mato el MIEDO.”

 

Los “besos milagrosos” de una mamá a su bebé , que quitan el dolor y calman como si de una medicina de última generación se tratara.

Los ritos que realizan algunos y algunas deportistas antes de iniciar su actividad.

Síntomas de embriaguez tras tomar una bebida sin alcohol que nos ofrecen como alcohólica.

Y algunos casos más increíbles, como el anestesista Henry K. Beeche , que durante la segunda guerra mundial operó pacientes sin anestesia, utilizando suero fisiológico como placebo cuando se le acabó la morfina. 

Estos son ejemplos del conocido “Efecto placebo”.

El efecto placebo es la mejora o la desaparición de los síntomas de una enfermedad en un paciente llevando a cabo un tratamiento que no tiene propiedades curativas reales. Los pacientes desconocen que están siendo tratados con sustancias sin efecto, pero lo toman con la creencia de quehabrá una mejora.

pastillas-blister-forma-corazon_134545-56.jpg

Efectivamente, los resultados de muchas investigaciones confirmanque tienden a mejorar en una proporción similar a la mejora ocasionada por un medicamento real.

En este mágico efecto, es la mente la encargada de convencer al organismo de esos efectos positivos del medicamento, que son inexistentes. Como hemos visto, este efecto puede extenderse a otras circunstancias que no sólo pertenecen al ámbito médico.

Si la mente tiene tanto poder para curarnos…¿Qué no puede hacer para enfermarnos?

El “hermano feo” del efecto placebo es el llamado Efecto nocebo. En principio, se trata del mismo efecto, solo que uno es negativo y el otro es positivo. Ambos nos afectan allí donde menos podemos controlarlos: en nuestro inconsciente.

En el efecto nocebo, una persona presenta los posibles efectos secundarios o síntomas que produce un medicamento o tratamiento sólo porque el paciente cree que pueden ocurrir, que no funcionará o incluso que será perjudicial

El efecto nocebo se dispara, sobre todo, por un exceso de información que no es posible ordenar de manera apropiada, especialmente al buscar enfermedades o síntomas en internet.

El miedo es estrés para el cuerpo y puede debilitar el sistema inmunitario, que se vuelve más vulnerable, y entonces es más fácil que el organismo se convierta en hogar de bacterias o virus, y que se produzca dolor donde no debería haberlo.

En el momento actual, el estado de alerta por el coronavirus, nos mantiene en un nivel de alerta y expectación máximos. El bombardeo constante de información a través de un sinfín de medios de comunicación y la forma en que nos comunican los efectos adversos del virus, nos pueden instaurar un estado generalizado de ansiedad, angustia y estrés que debilita nuestro cuerpo y nuestra mente.

Podemos actuar sobre pocas cosas para mantener cierto equilibrio durante este tiempo tan duro. Otras no dependen de nosotros.

Cuida tu salud mental:

Ilustración de Vero Gatti

Ilustración de Vero Gatti

  1. Raciona las dosis de información que recibes y que envías. Es necesario estar enterado de la realidad que ocurre, pero sin excesos para no caer en la desesperación y el miedo.

  2. Medita, reza, haz yoga o cualquier ejercicio que mantenga tu mente posada en el cuerpo. Que tú seas tu centro para que la mente no sea secuestrada constantemente por la divagación, la rumiación, la obsesión, el miedo.

  3. Expresa tus emociones y sentimientos, procurando dejar el drama a un lado. Escribe, habla, pinta, escucha, baila o canta. Cualquier forma que saque fuera tus inquietudes te ayudará a colocar y recomponer lo que estás viviendo.

  4. Cuidante te TÚ podrás cuidar y acompañar a quienes te rodean.

 Un abrazo y mucha fuerza para estos días.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga, Instructora de Mindfulness

Grupo Crece

 

Meditación de la montaña

Aunque las meditaciones para desarrollar la Atención Plena no hacen uso de visualizaciones ni imaginación ( ni tampoco música u otros elementos como velas,  mantras, etc), en el Taller de Entrenamiento en Mindfulness, que se realiza en Crece me gusta introducir La Meditación de la Montaña.

Para mí es una poderosa metáfora de las cualidades que se desarrollan con la práctica habitual de la Atención Plena. Serenidad, firmeza y ecuanimidad (imparcialidad de juicio) a través de imaginar que somos montaña…Pues una montaña siempre ES montaña a pesar de los cambios de tiempo meteorológico, de tiempo solar ( día-noche),  o de estación. Así es como uno puede SER ante los cambios de la vida o los cambios emocionales…SERENO, FIRME Y ECUÁNIME.

En el siguiente enlace podrás escucharla.

Adopta una postura preferiblemente sentada, ya que así será más fácil visualizarte como montaña:

Preguntas para hacerse alguna vez en la vida

Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo haciéndonos preguntas. Muchas de ellas son preguntas sin respuesta que nos llevan a dar más vueltas a las cosas. Otras tantas no nos llevan más que a respuestas absurdas. Y hay otras que no tienen respuesta, directamente.

He recopilado algunas preguntas que, a veces, hago directamente a las personas que vienen a terapia, o que se plantean en las propias sesiones mientras indagamos en la psique humana.

Son interesantes y dignas de hacerse alguna vez en la vida. Algunas cuanto más nos las hagamos, mejor.

Antes de tomar una decisión (no tiene por qué ser muy importante), hazte las siguientes preguntas:

¿Esto lo hago porque quiero yo o para complacer a mis padres/pareja/amigas?

¿Esto lo hago porque quiero yo o por llevar la contraria a mis padres/pareja/amigas?

Cuando tengas que hacer algo que sientes que te provoca miedo, o vergüenza, o que dudes en hacerla, estas preguntas pueden ayudarte:

¿Qué es mejor, intentarlo y quizás equivocarse, o no haberlo intentado nunca y nunca saber qué podía haber pasado?

¿Cuántas oportunidades como ésta voy a volver a tener?

Las siguientes son ideales para preguntarse antes de irse a la cama:

¿Qué pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho?

¿Qué pequeña cosa ha hecho hoy alguien conmigo o por mí, por la que estoy satisfecho o agradecido?

Algunas preguntas para situaciones en las que uno se plantea darle un sentido a la vida:

¿Cómo puedo ayudar a tener un mundo mejor?

¿Tengo la vida que quiero?

¿Cuál es la primera cosa que cambiaría en mi vida?

Si no tuviera miedo: ¿Qué me gustaría hacer que no hago? ¿Qué me gustaría dejar de hacer?

Si hoy fuera el último día de vida, ¿Qué haría y con quién?

 

Os invito a realizar la siguiente tarea de reflexión:

Imagina que han pasado muchos años y que con el tiempo te has convertido en una versión más vieja y sabia de ti misma. Te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas: Examinando tu vida:

¿Qué es lo que más te gusta de tu existencia según la has vivido?

¿Hay algo que querrías no haber hecho?

¿Hay algo que querrías haber hecho?

¿Qué te gustaría que tus seres queridos recordaran más respecto a tu vida con ellos?

En una escala de 0 a 10, ¿cuánto hay ya en tu existencia actual que refleje las                                       respuestas que has dado a la pregunta anterior?

Si quisieras aumentar el grado en que tu vida actual refleje las ideas respondidas en las preguntas anteriores, ¿cuál sería el paso más pequeño que podrías dar?

Éstas son sólo algunas preguntas, seguramente muchas de ellas importantes para mí.

Quizás tú tengas las tuyas propias. Preguntas que te han ayudado a ti…

¿Me las cuentas?

¿QUÉ PREGUNTAS AÑADIRÍAS TÚ?

Sugerencias para una alimentación consciente. Mindfoodness.

entrepreneurslarge(1).jpg

Si ya has leído nuestro artículo sobre la “Mindfoodness, o cómo la alimentación más consciente puede beneficiar la salud” y has puesto en práctica el ejercicio que se os propone, estarás deseando de conocer más sobre esta nueva forma de relacionarte con la comida.

Una nueva forma que promueve la ingesta consciente, además de una ingesta responsable no sólo con uno mismo, con el individuo, sino también a nivel más macro, a nivel humano y ecológico.

Os vamos a descubrir una de las directrices que ayudan a realizar esta ingesta más consciente. Si quieres saber más, puedes apuntarte a nuestro Taller de Mindfoodness que se celebrará el próximamente en Grupo Crece.

Pincha aquí para más info. 

Ir más despacio. Comer despacio tiene muchas ventajas:

adelgazar.jpg
  • Al masticar bien, obtenemos más nutrientes de lo que comemos: en la saliva hay enzimas que descomponen los alimentos, permitiendo que se empiecen a absorber nutrientes incluso antes de tragar la comida.

  • Las señales químicas de satisfacción ocurren antes. Si comemos despacio, damos tiempo a que la comida llegue al intestino delgado y desencadene la señal de “me voy llenado- estoy lleno”, antes de que comamos demasiado. Son necesarios 20 minutos para que el intestino delgado envíe esta información a nuestra mente y cuerpo.

Insiste en hacer pausas

  • Haz una pausa antes de empezar a comer. Observa cada tipo de alimento, los colores, las texturas, la disposición en el plato.

  • Huele la comida.

  • Toma un bocado, dale vueltas en la boca saboreándolo. Mastica lentamente y traga.

  • Toma un sorbo de agua par a limpiar el paladar. Cuando la comida está limpia de sabores, repite el proceso.

  • Si observas que estás comiendo sin consciencia, detente y haz una pausa para volver a mirar la comida.

Mastica

  • Intenta masticar cada bocado entre 15- 30 veces antes de tragar.

 

Bebe despacio

images(1).jpg
  •  Mantener el líquido en la boca durante unos segundos antes de ingerirlo. Darle unas cuantas vueltas por la boca y disfruta del sabor antes de tragarlo.

  • Descansar la copa o el vaso en la mesa mientras saboreas y tragas. Vuelve a dar otro trago sólo cuando tengas la boca vacía y el sabor vaya desapareciendo.

 

Suelta el tenedor o la cuchara

 

  • Cada vez que te lleves un bocado de comida a la boca, suelta el cubierto sobre el plato. No los vuelas a utilizar hasta que hayas masticado, saboreado y tragado por completo el alimento.

 

Come con la mano no dominante

 

  • Durante una semana come con tu mano no dominante, la que no uses habitualmente para comer. Observa lo que sucede.

 Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

Autosabotaje

He estado pensando mucho, y he llegado a la asombrosa conclusión de que Yo soy mi peor enemiga, y creo que lo he sido siempre. No es una conclusión agradable, es incluso inquietante. Si hay alguien que me impide conseguir mis objetivos, que me boicotee a cada paso, que me traicione recordándome constantemente mis debilidades…soy yo, y nada más que yo.

Las formas de autosabotearnos son muy variadas: que si hay otros que me lo impiden, que si no es el momento y mejor empiezo otro día, que si no voy a ser capaz , que si no sé, que si soy mayor, que si no tengo tiempo, estoy cansada…

Son razones que parecen a simple vista totalmente válidas, y lo son…, pero no dejan de ser excusas, simples pretextos que invento para no dar el paso. Es extraño que tratándose de mis propios asuntos, de mis propias metas, del camino que me lleva al bienestar, a desarrollarme como personas, sea yo misma la que me tire las piedras sobre mi propio tejado.

¿Os pasa igual?

Yo me pregunto ¿Qué nos hace tener esta conducta tan carente lógica?

Esto no tiene nada que ver con nuestras capacidades, ni con nuestras habilidades. No tiene que ver con que seamos tontos o incapaces. Tiene que ver con Nuestra propia condición humana.

El autosabotaje es un acto completamente inconsciente. Nuestro cerebro nos manipula con el fin de que no consigamos nuestras metas. Es un mecanismo de defensa que nuestra mente pone en marcha para protegernos y evitar nuestro sufrimiento, o situaciones que no podemos controlar, o situaciones desconocidas, o para no hacer el ridículo…

Nuestro cerebro es miedoso y nos quiere proteger…pero hay situaciones en las que de tanto prevenir, convertimos esa protección en una auténtica trampa que no nos deja avanzar.

Cuando queremos crecer, necesitamos un cambio, lo que implica salir de nuestra zona de confort. En la zona de confort tenemos el control, o por lo menos podemos predecir muchas cosas.

Salir de esa zona de confort  significa dejar de controlar, y eso es algo que nos asusta. De aquí vienen nuestras resistencias al cambio.

Todo el mundo cae dentro de la trampa del autosabotaje en algún momento, pues el miedo a lo desconocido y el deseo de protección y de supervivencia es innato al ser humano.

Hay personas que logran superar su resistencia al cambio y alcanzan sus metas y hay hay otras que no.

Los motivos que llevan a bloquearnos son muy variados, y seguro que los conoces. Puede ser la baja autoestima, las dificultades de elección y priorización de objetivos, el no saber lo que uno quiere, que los objetivos son marcados por terceros y no son nuestros, o el temor a no cumplir con las expectativas ajenas.

Nuestra experiencia en la niñez también nos marca: puede ser que sufriéramos mucha presión por una familia muy exigente, o que desde entonces tengamos un fuerte sentimiento de fracaso por no tener a nadie cercano que nos motivara suficientemente.

Quizás, el motivo principal sea nuestro sistema de creencias, que se van creando por las experiencias adquiridas a lo largo de nuestra vida. Todas estas experiencias de nuestra biografía, van dejando huellas en nuestras creencias, que aparecen sin previo aviso y que toman el control condicionando nuestros proyectos.

En resumen: el autosabotaje es el síntoma de que tenemos conflictos internos que tenemos que resolver o, por lo menos ser revisados. Y aunque no es agradable mirar en nuestro interior, es una tarea necesaria para ponernos en movimiento y “ agarrar nuestra vida”.

Para poder hacer cambios en nuestra vida es prioritario darse cuenta, es decir, hacernos conscientes de estos conflictos y de esas trampas para poder hacer algo con ellos.

No es posible arreglar algo en nosotros sino pasamos por la aceptación. Y poder aceptarnos a nosotros mismos, primero debemos hacer un ejercicio de introspección. Debemos estudiarnos a nosotros mismos para ver qué hay en nuestro interior y cómo hemos llegado ahí. Es hacernos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras decisiones, de nuestras creencias, de los éxitos y los fracasos, y asumirlo.

Cada vez que tomas una decisión que va en contra de ti, estás actuando conforme a un conjuntos de creencias que se han ido instalando en tu mente durante toda tu vida.

La clave es TOMAR CONCIENCIA de todo lo que hay en nosotros. De esta forma será más fácil hacernos responsables de lo que hacemos , decimos y elegimos.

Una forma de empezar a tomar conciencia de esto, es darte cuenta de cómo te hablas, de cómo te cuentas las cosas.

Si te críticas duramente, te juzgas, te humillas, te dices constantemente que no puedes o no eres válida, te haces reproches e incluso te faltas al respeto, estas condicionando hasta la última de tus decisiones.

Cada vez que te sorprendas hablando mal de ti, párate, toma conciencia de lo que estás diciendo o pensando, y entiende que sólo es juego sucio, que es ese cerebro que intenta protegerte de algo que desconoce. Date cuenta de que nada de eso es verdad. Inmediatamente después intenta corregirlo. Cambia tu discurso negativo por otro positivo.

Entiendo que todo esto no es fácil, que tiene su complejidad. Son hábitos de pensamiento y acción duros de cambiar. Por eso es imprescindible que los repases, seas consciente de que no son la realidad, y de que puedes crear otra realidad más sana para ti y que te acompañe en tu camino y estén a tu favor,  en vez de ponerte obstáculos e ir en tu contra.

 Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece