La asertividad en psicoterapia

¿Por qué tiene relevancia la asertividad en la terapia psicológica? Te propongo hacer un sencillo ejercicio para contestarte. Piensa por un momento las primeras palabras que te vengan a la mente al pensar en el término terapia o psicoterapia. Seguramente te hayan venido palabras como autoestima, depresión, estado de ánimo, ansiedad, adicción, miedo, fobia, obsesión, personalidad o emociones. Esto nos da a entender, de alguna manera, que la mayoría de las personas, asocian una terapia psicológica a estas cuestiones, y no les falta razón.

Sin embargo, existe un ámbito, íntimamente relacionado con algunos de estos términos, y también con muchos de los objetivos, necesidades o problemáticas con las que las personas acuden a un centro de psicología. Es el relacionado con la comunicación asertiva, también denominada asertividad, o estilo comunicativo asertivo. Un porcentaje muy elevado de las personas que solicitan ayuda psicológica, manifiestan problemas como los siguientes (entre muchos otros):

  • Dificultad a la hora de expresar sus sentimientos o emociones

  • Falta de firmeza o contundencia a la hora de defender su postura en cualquier ámbito

  • Problemas para saber lo que quieren o necesitan

  • Elevada importancia a la opinión de los demás o al “qué dirán”

  • Comunicación excesivamente agresiva o descontrolada

  • Sensación de sacar poco provecho a sus relaciones o sus meta

  • Frustración y sensación de escasa valía por todos o alguno de los anteriores puntos…

¿Qué es la asertividad?

Por tanto, y sin dar más rodeos, si tuviésemos que definir la asertividad, consideraremos válido entenderla como una forma de comunicarse con el mundo, así como de relacionarse, pero también como una actitud ante la vida, que va más allá de la mera comunicación. Por tanto, podemos hablar de conductas y actitudes, mediante las cuales, una persona busca sacar provecho a su vida y conseguir sus objetivos, mediante una actitud firme y enérgica, pero también empática y sin despreciar o dañar al otro. Habría que añadir que la asertividad, pese a definirse como esto, es algo aún más profundo, ya que va a influir en nuestras relaciones, emociones y principios o valores. Por tanto, quien aprende a ser asertivo/a de verdad, producirá cambios en su esencia, algo que va más allá del aprendizaje de habilidades.

Para poder entender la asertividad de manera más descriptiva, podemos indicar las siguientes capacidades:

¿Cómo se trabaja la asertividad en Psicoterapia?

La asertividad en psicoterapia puede trabajarse a través de:

1.      Psicoeducación

Se ofrece a la persona el significado de este término, y se le da a conocer los tres estilos de comunicación: comunicación agresiva, comunicación inhibida, comunicación pasivo-agresiva y comunicación asertiva. Se explican las diferencias entre los diferentes estilos, y la persona tendrá que reflexionar, en diversas situaciones, con cuál de ellos se siente más identificado/a, no solo de forma global, sino en los diferentes ámbitos de su vida: pareja, familia, trabajo, relaciones sociales… Además, se invita a la persona a que se familiarice más con el término, pidiendo que analice en su entorno estos estilos en otras personas con las que se suela relacionar, y cual es el estilo que manifiesta. Este trabajo también se puede hacer con apoyo de vídeos de ejemplo, o con películas reales donde se analizan los estilos de los personajes.

Para darte un anticipo de manera muy resumida, te describimos los diferentes estilos con sus características, ventajas e inconvenientes:

2.      Instrucción en habilidades y técnicas

Es otro paso fundamental para entrenar la asertividad. El/la terapeuta enseñará a la persona, una serie de técnicas, desde lo más sencillo hasta lo más complejo, como si se tratase primero de seleccionar los ingredientes más básicos, para después preparar recetas donde todos estén incluidos. Las habilidades asertivas básicas son las siguientes:

  • Escucha activa

  • Empatía y reflejo empático

  • Expresión de emociones o necesidades

  • Técnicas asertivas diversas: Disco rayado, banco de niebla, interrogación asertiva, técnica del sándwich, aserción negativa, aplazamiento asertivo, técnica de destapar el pañuelo.

  • Técnicas complejas: Tomar la palabra, iniciar, mantener y finalizar conversaciones, decir que no, cambiar de tema, hacer críticas, recibir críticas, identificar chantajes y manejar manipulaciones

  • La instrucción se realizará mediante psicoeducación y con prácticas en vivo

3.      Manejo de los componentes no verbales y paraverbales de la asertividad

La asertividad sin acompañarse de la actitud no verbal (referente al cuerpo) y paraverbal (referida a la voz) es como una carcasa vacía. De nada sirve enseñar técnicas para ser contundentes si nuestro cuerpo y nuestra voz transmiten sumisión o agresividad excesiva. La comunicación no verbal y paraverbal resultan fundamentales, y se trabajan a través de juegos y ejercicios vivenciales, donde se puede introducir música y danzaterapia (para conseguir la actitud y el estado emocional adecuado) y teatro, además de role playing (como indicaremos después).

4.      Ensayo en vivo de la asertividad: role-playing, escenas personales o dramatizaciones

Lo vi, y lo entendí.Lo hice y ¡lo aprendí! La puesta en práctica de la asertividad, así como su generalización paulatina, será el paso clave para completar el entrenamiento de nuestra nueva actitud. Los ensayos en vivo se pueden realizar con escenas personales de quien nos pide ayuda, como por ejemplo la necesidad de poner un límite a un compañero, de hacer una crítica a un familiar, o de defenderse de los injustos ataques de su pareja. Las escenas se preparan con mimo y con detalle para acercarse lo máximo a la realidad. Si se tienen dificultades a la hora de desarrollarlas, se puede realizar la inversión de roles, mediante la cual, el terapeuta hará el papel de la persona que entrena la habilidad y viceversa. Estas dinámicas también son tremendamente efectivas en grupos terapéuticos o formativos. Un añadido realmente interesante en este tipo de trabajo, nos lo ofrece el video-feedback, gracias al cual, al poder grabar en cámara de vídeo las escenas, después se podrán ver en conjunto con el terapeuta, para poder percibir la sensación generada, realizar correcciones y desterrar mitos (“estoy siendo demasiado agresivo”, “me veo muy borde”, “no soy capaz de transmitir  seguridad”), ya que, solo pudiendo observarte, sabrás de una forma más fidedigna, lo que transmites.

Relación muy directa con otros aspectos de la psicología.

La asertividad va “a caballo” con muchos otros aspectos de las psicología fundamentales en cualquier trabajo terapéutico. Pasamos a describir algunos:

1. Gestión emocional o inteligencia emocional

Concepto íntimamente ligado a la asertividad. Sin inteligencia emocional no puede existir asertividad, ya que para conocer lo que necesitamos, deseamos, o es importante para una persona, es fundamental el conocimiento de las emociones, y, por ende, de las motivaciones, objetivos y metas personales. No es posible conseguir un estilo asertivo sin autocontrol emocional, al igual que es imposible ser emocionalmente equilibrado e inteligente sin una dosis importante de asertividad.

2. Autoestima sana

La autoestima sana tiene que ver con la capacidad de valorarnos de una forma adecuada, aceptarnos y querernos con el conocimiento de nuestras virtudes y defectos. A partir de ahí está el crecimiento, en lo que podemos mejorar, los obstáculos que queremos vencer y los objetivos que deseamos cumplir. Una persona poco asertiva, que no se mueve en torno a sus necesidades y metas, que sufre un fuerte desgaste en las relaciones, o que se siente impotente ante los demás, normalmente manifestará una autoestima más dañada que sana.

3. Ansiedad y miedos o fobias

Estos tres términos se corresponden directamente con emociones desagradables, y por tanto entran dentro del ámbito de la gestión emocional. Desarrollar un estilo asertivo, va a implicar necesariamente enfrentar estos problemas, afrontar los miedos y las fobias de manera proactiva, superar situaciones complicadas, y por tanto, exponerse. La exposición es el mecanismo fundamental para la superación de los miedos.

4. Desarrollo de habilidades sociales o interpersonales

La asertividad ya incluye estas habilidades en el entrenamiento de la comunicación asertiva, a la hora de iniciar, mantener o finalizar conversaciones, implica exposición a la gente, aprender a escuchar, a empatizar, a dar tu punto de vista y saber cuándo y de qué forma intervenir.

Derechos asertivos

Son los mandamientos de la asertividad, en esta tabla tienes algunos de los más importantes. ¿Cuáles son aquellos que te resultan más difíciles de permitirte?

Todo lo que ocurre en tu vida es importante (cuando estás mal y no sabes por qué)

“Tampoco me ha pasado nada grave como para estar así, tan mal…”

…dijo el otro día una persona a la que atendí en Grupo Crece. “ No lo entiendo” añadió.

No sabe exactamente a qué viene, pero ella no se encuentra bien.

Entre mis preguntas y sus respuestas, va relatando los últimos acontecimientos ocurridos en los dos últimos años.

En ella existe un patrón muy curioso, y es que cada vez que habla y describe alguna situación difícil , sus ojos se humedecen, pero rápidamente encuentra la forma de que aquello que causó dolor ( y le causa al recordarlo), deje de hacerlo. Busca explicaciones racionales, toma en cuenta todas las variables que puedan explicar el problema, y a veces hay alguna frase del tipo “ y ocurrió y ya está, ya pasó”. Pero de nuevo sus ojos dejan claro que no está, que no pasó.

“ Soy muy racional”, añade como una de sus virtudes.

Y eso es lo que pasa con la mayor parte de las personas racionales: que van pasando por dificultades, como buenos seres humanos que son, pero no les parecen lo suficientemente graves y traumáticas como para darles importancia . Su lógica les hace poder explicarse los problemas, racionalizarlos ( que para la superación de dificultades es una parte también importante), pero no se dejan sentir la emoción que viven, el dolor, el sufrimiento.

“ No debería ponerme así por esto”, “son cosas tontas”, “ dice, mientras va relatándome pérdidas y pérdidas, de pareja, de trabajo e incluso menciona la interrupción voluntaria de un embarazo no deseado…Hace años un trastorno alimentario de su hermana…y aún no he podido ir más atrás en la historia personal, pero viendo cómo van sucediendo las cosas , me temo que hay muchas historias para no dormir en su vida. Cuento con que para ella serán cosas nimias, absurdas. También cuento con la realidad: y es que ella está sufriendo.

Busca el Gran Trauma, algo que justifique su pocas ganas de sonreír. Y son los pequeños traumas no sentidos, no valorados, los que van construyendo ese gran trauma.

Toda esta historia para decirte que CUALQUIER SITUACIÓN QUE TE PROVOQUE DOLOR ES IMPORTANTE. Dales su justo valor. Son cosas que tu corazón siente y que en ti provocan dolor, y sólo por eso es necesario que las valides, que te enfades, indignes o que las llores…

Todas esas “nimiedades”van dejando en ti posos de miedo y otras emociones difíciles que pueden hacer que ahora sientas una angustia extraña  al enfrentarte a tu vida.

Empezar a tener tu historia en cuenta no significa que empieces a hacer un mundo de un grano de arena.

Hablamos de darle el valor justo y necesario a tu vida,  a tus cosas, a los acontecimientos que van configurando tu historia, a tus sentimientos y, en general a ti.

Cuando estás mal y no sabes por qué, es que hay muchas cosas que se te han ido acumulando y que hay que ir desgranando para que de verdad puedas dejarlas atrás.

NUNCA OLVIDES QUE ERES MUY IMPORTANTE

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

 

Lo siento, lo hago: lo aprendo. La importancia de lo vivencial y lo práctico en el aprendizaje y la superación personal

El aprendizaje no está únicamente en nuestra razón, esto es, en nuestros pensamientos, sino que radica en la propia experiencia de sentir y de hacer.


Por eso, nuestro modo de entender la formación, está muy ligada a lo terapéutico, a lo vivencial y a lo práctico.


¿Pensáis que podemos convencer a una persona a cambiar su negatividad, por más que les enseñemos a interpretar mejor sus pensamientos, si no le hacemos conectar con sus emociones?, ¿y si le diéramos la opción de hacerlo de forma distinta, exponiéndole precisamente a ello?. Esto lo podríamos generalizar a muchos otros aspectos, como aprender la habilidad de ser más asertivo o ser capaz de superar una fobia.

Para producir cambios y conseguir una actitud más asertiva ante la vida, por ejemplo, es necesario exponerse a las emociones que nos bloquean esa capacidad de ser asertivo. Yo puedo tener muy claro que necesito y deseo poner un límite, pero es posible que me sienta incapaz de ello. Necesito conectar con esa emoción, para vivirla, para entenderla y para poder gestionarla, y sólo eso me permitirá ser libre para ejercer mi capacidad de poner un límite o moverme en torno al objetivo que me he marcado. Luego tendré que poner en práctica esa actitud y ser capaz de visualizarme haciéndolo, por más raro que me parezca o note que case pococonmigo.

Existen ejercicios para sentir, percibir y explorar nuestras emociones. Son las denominadas dinámicas vivenciales. A través de ellas, accedemos al contenido emocional, para un mayor autoconocimiento y por tanto mejor gestión emocional. Estás dinámicas pueden ser corporales a través de la danza y la música, a través del arte, de la imaginación o los recuerdos.

Los ejercicios prácticos, consisten en llevar a la realidad aquella situación que quiero aprender o que me cuesta afrontar. Pueden consistir en meras exposiciones a los miedos, como salir a la calle si tengo fobia, enfrentarme ante una audiencia a exponer si temo hablar en público, o representando un conflicto familiar o de trabajo que tengo atravesado, como una crítica, una petición de aumento de salario o la difícil conversación a la hora de decidir dejar una relación importante.


Estos ejercicios, se pueden desarrollar a través de role-play, donde se escenifican las situaciones, mediante exposiciones propiamente dichas,o con ejercicios psicodramáticos. Los role play pueden incluso grabarse para tener video-feedback y que la propia persona se perciba enfrentándose o resolviendo una situación con éxito.

¿A qué estás esperando? ¡Atrévete a superarte!


Hoy me he vuelto a levanar triste. Tips para manejarte en estos días.

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La tristeza es una emoción básica en el ser humano. Con básica me refiero a que ha sido, es y será una emoción que siempre va a estar en nuestro repertorio emocional. Añadiría incluso que DEBE estar, ya que cumple una función adaptativa y necesaria para el equilibrio psíquico y emocional.

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La tristeza es la respuesta natural a una situación u acontecimiento que se caracteriza por una perdida, por un fracaso, o desgaste de energía. La tristeza nos provoca un descenso de actividad, desmotivación, y aumento ligero de la actividad cardiaca y neurológica. La tristeza por lo tanto permite la reflexión,  el análisis y el encuentro con uno mismo, nos sirve para ahorra energía y descansar tras mucho desgaste. Además la expresión de la tristeza tiene la función de pedir consuelo y apoyo a los seres queridos.

Así que hay días, y temporadas, en las que la tristeza va a estar en tu vida.

Te damos unos sencillos tips para que en esos días puedas gestionar la tristeza:

1.       Recuerda que el objetivo no es eliminar el malestar generado por la emoción, sino saber manejar dicha emoción para que no sea tan intensa y duradera.

2.       No busques el “ por qué”: no vayas a buscar aquello por lo que estás o podrías estar triste. Sólo conseguirás entrar en un bucle sin respuestas y que cosas sin importancia empiecen a tener una carga pesada irreal que no hará más que aumentar tu tristeza.

3.       No pienses en “ cómo deberías o no estar”: no sé si deberías o no estar triste, sólo sé que hoy estás triste. La tiranía de los deberías no nos permite estar en el presente. Aunque el presente sea difícil, estar en él y aceptarlo es lo único que nos permitirá construir/reconstruir. No se construye nada sobre algo que ya no está ( el pasado) ni sobre aquello volátil ( el futuro).

4.       Permítete estar triste: Así sin más. No temas que acampe a sus anchas en ti, pues la tristeza, como cualquier emoción, es como un toro: si lo dejas pasear libremente por el campo, el toro, a pesar de ser considerado un animal bravío, es capaz de buscar una sombra sobre la que echarse a descansar.

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5.       Pregúntate a ti misma: ¿Cómo puedo cuidarme mejor en este momento? Realiza una actividad agradable que puedas realizar en ese momento o que te parezca adecuada: date un baño de agua caliente, duerme una siesta, pasea (con un amigo o con el perro), visita a un amigo, practica tu hobby favorito,  realiza algún ejercicio, telefonea a un amigo, pasa un tiempo con alguien que te guste, cocina, etc.

Lo más importante es que no escojas una acción esperando deshacerte del sentimiento desagradable. El objetivo es emprender una acción para cuidarte si te sientes desanimado.

6.       Practica Mindfulness: Mindfulness es la capacidad de estar en el presente de forma voluntaria y sin emitir juicios ni críticas. A través de la práctica de la meditación conseguirás vivir las emociones complicadas desde un lugar más sano y desde el que puedas buscar soluciones.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

 

Descubriendo el universo emocional: el enfado y la pregunta mágica

El enfado es la emoción protagonista de nuestro post de hoy.

Como ya hablamos en nuestro anterior post emocional, sobre la tristeza, hay que tener en cuenta siempre, que las emociones son positivas, porque nos dan información sobre cómo nos afecta algo y en qué medida, y por tanto, su conocimiento, lectura y entendimiento son claves para manejarnos en el mundo.

El enfado, es una emoción que prepara nuestro cuerpo para el ataque. Nos prepara para atacar, porque de alguna manera, algo nuestro que es importante, está resultando dañado o herido. Es especialmente importante entender este concepto, ya que nos ayudará a canalizar la emoción correctamente, ya sea para nosotros mismos, o cuando la gestionamos en otra persona.

Entonces una pregunta clave que os propongo es la siguiente...

"Estoy enfadado... ¿qué parte de mí está resultando herida?"

Probablemente, el resultado de la respuesta a esta pregunta, nos ayude a manejar la situación mucho mejor.

Una vez que sepamos lo que significa el enfado en este caso, podremos sacar con facilidad, lo que nos está queriendo transmitir, y por tanto, nos resultará más sencillo decidir la estrategia de gestión.


Ejemplo:

"Salgo tarde del trabajo, con muchas ganas de volver a casa, y cuando llego al metro resulta que acabo de perderlo, tengo que esperar tiempo, y el siguiente que pasa va lleno y apenas me puedo colocar en el vagón"


¿Qué parte de esta persona puede estar resultando dañada?

Probablemente su necesidad de comodidad y descanso, su expectativa de poder llegar a casa pronto para descansar, o su necesidad de cuadrar los tiempos, teniendo en cuenta todo lo que tiene que hacer esa misma tarde o durante la semana.

 

¿De qué está avisando el enfado?

El enfado en este caso, está avisando de lo que es importante para esta persona (llegar a tiempo, descansar, estar tranquilo, tener tiempo para cuadrar todo).


¿Cuál sería la gestión correcta de esta emoción?

Una vez entendida la emoción, la mejor forma de gestionarla en este caso es la aceptación, ya que no puede vaciar el tren ni llegar antes por arte de magia. Técnicas como el control de pensamientos, las autointrucciones positivas o la relajación pueden ser muy útiles.


Ejemplo de autoinstrucción positiva:

"No es mi culpa, no puedo hacer nada, estoy disgustado pero no me va a ayudar, ya llegaré a casa y lo arreglaré, puedo ir incluso pensando cómo hacerlo"

"No pasa nada, encontraré una forma de descansar un poco después"

"Estoy enfadado pero se me va a pasar, es normal enfadarse un poco cuando ocurre esto"

"No hay  nada mejor que pueda hacer ahora que relajarme un poco"

Os animo entonces, a utilizar esta pregunta mágica cuando notéis los síntomas del enfado o la tristeza: ¿qué parte de mi está siendo dañada?.


Algunas pistas para saber que estamos enfadados, a través de nuestro cuerpo son las siguientes:

  • Tensión en mandíbulas, garganta y/o extremidades

  • Sensación de calor

  • Respiración más acelerada

  • Resoplar

  • Pensamientos agresivos

  • Uso de palabras malsonantes

  • Elevación de la voz (gritos)

  • Gestos violentos (golpes en la mesa, lanzamiento de objetos al suelo...)

 ¡Feliz manejo del enfado!


La expresión de emociones: una vía para reconstruir relaciones

No es la primera vez que hablamos de la expresión de emociones en nuestro blog. Si recordáis bien, más atrás, podéis encontrar otro artículo en el que os contamos sobre este proceso, haciendo hincapié en el modo de hacerlo (a través de mensajes del yo y lenguaje emocional). No obstante, en el artículo de hoy, no nos centraremos tanto en el "cómo", sino en el "por qué".

El mes pasado acudí a una celebración que me abrió los ojos, y me hizo reflexionar de nuevo sobre este tema. A los anfitriones del evento, se les ocurrió una idea que era la primera vez que veía, un botecito de cristal con un mensaje personal para cada invitado, acompañado de una etiqueta con su nombre. Pero no fue el bote lo que me llamó la atención, sino su contenido.

Dentro de cada botecito, se había escrito un mensaje personal, emotivo... pero no un mensaje de simple agradecimiento o del tipo "mis mejores deseos", sino algo profundo y con gran significado. En cada uno, la persona que lo había escrito se había vaciado, había reflexionado por un tiempo sobre sus sentimientos a esa persona, sus recuerdos, sus conflictos, y había logrado en algunas líneas, transmitir un mensaje corto, pero no por ello carente de significado transcendente.

Las personas que los recibieron, eran significativas e importantes para los anfitriones, por eso estaban allí, y en muchos de los casos, gran parte de esos mensajes, era la primera vez que se transmitían, aunque esa relación se hubiese mantenido toda la vida. ¿Cómo os imagináis que se pudo sentir un padre cuando su hijo le escribía por primera vez que le quería?… ¿O una abuela, al escuchar lo importante que ha sido para su nieto desde que nació, y todo lo agradecido que se siente a su figura?... pero al igual que estos, también están otras personas como el amigo que hace años que no ves, tus compañeros de trabajo del día a día, tus jefes, o personas importantes por las que su relación ha pasado mejores momentos.

Independientemente de que el regalo fuese un éxito, y que la mayoría de invitados acabaran notablemente emocionados, este regalo, en muchas de las personas que lo recibieron, supuso un punto de inflexión. No solo consistió en algo bonito y que emocionó, sino el comienzo o la reconstrucción de una relación, o, como mínimo, el descubrimiento de esa persona, sobre lo importante que es para otros, o las emociones que le genera.

Y de aquí saco esta moraleja, y por ello escribo hoy este artículo.

Pienso que no debemos temer, que tenemos que ser valientes, y darle a entender a las personas realmente importantes lo que son para nosotros, lo que les necesitamos, queremos, echamos de menos, nos preocupan o nos remueven.

En ocasiones pecamos de conservadores, creemos que si las cosas se mantienen como están, no pasará nada. Y esto al final, no es más que una profecía autocumplida, pero en sentido negativo, que mantiene inalterables relaciones que parecen seguras, pero que necesitan una charla, una vuelta de tuerca o un simple abrazo sincero.

Fortalezcamos los lazos de la gente que de verdad nos importa, arriesguémonos y no temamos al malentendido, a la emoción o a remover un poco. Quizá más adelante, no podamos hacerlo.

 

¿Se ha de decir siempre lo que piensa?

¿ Se ha de decir siempre lo que uno piensa?

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Los profesionales de la psicología siempre insistimos en la importancia de que las personas vayan siendo conscientes de sus deseos y necesidades más profundas y sinceras. Y no sólo que sean conscientes de ellas, sino que puedan expresarlos hacia afuera. Que las personas que nos rodean, también, sepan de nuestros deseos, nuestras opiniones, de nuestras necesidades es muy saludable para crear relaciones sanas (o romper con relaciones insanas).

Pero…¿ es necesario decirle siempre al otro lo que pensamos? ¿Es necesario que la “ bandera de la verdad” sea nuestra representante?

Ser sincero con uno mismo y con los demás es algo muy recomendable, pero si, además, utilizamos algunos criterios para que la verdad no se vuelva en nuestra contra, aprenderemos a discernir entre las verdades útiles y que las que pueden provocar un daño innecesario.

Os dejamos este cuento para la reflexión:

Las tres rejas

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El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

- Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.....

- !Espera! - lo interrumpe el filosofo - ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

- ¿Las tres rejas?

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- Si. La primera es la verdad. ¿Estas seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

- No. Lo oí comentar a unos vecinos.

- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?.

- No, en realidad no. Al contrario...

- !Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

- A decir verdad, no.

- Entonces, dijo el sabio sonriendo

- Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Podemos recoger estos criterio de verdad, bondad y necesidad para cualquier cosa que queramos expresar. No sólo para los “chismes” de unos contra otros, sino para verdades nuestras.

A veces, si hemos estado mucho tiempo de nuestra vida callando y aprendemos a quitarnos el miedo a expresar, surge en nosotros la necesidad imperiosa de llevar la verdad por delante, de no volver a callar.

 Antes de hablar pregúntate esto:

1. ¿ Lo qué quieres decir es absolutamente cierto?

2. ¿ Lo que quieres decir es bueno para alguien?

3. ¿ Es necesario que el otro sepa lo que quieres decir?

 

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y terapeuta

Grupo Crece

Las emociones que inundan y se escapan de las manos

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Estamos acostumbrados a que emociones que son tan humanas y necesarias como la tristeza, el miedo o el enfado, sean aplacadas, cuando somos niños, por el amor de nuestros padres en su deseo de vernos sufrir lo menos posible, quizás también por su dificultad en manejar la propia culpa y las emociones adversas que genera ver a un hijo pasarlo mal. 

Ese envoltorio anti- sufrimiento nos permite tener una " idílica" etapa infantil, pero cuando la realidad lo rasga, lo que ocurrirá más tarde o más temprano, nos invaden de forma súbita emociones y sentimientos que nos desbordan, nos crean mucho sufrimiento y, en ocasiones, nos abocan a la realización de actos impulsivos que, más tarde o más temprano, harán daño a los demás, nos harán daño a nosotros mismos, darán paso a la culpabilidad y otras emociones complicadas que no sabremos controlar...y vuelta a empezar!

 

Y es que, muchas veces, convivir pacíficamente con esas emociones devastadoras no está registrado en nuestra historia. No sabemos cómo hacerlo, no nos enseñaron... De la misma forma, cuando somos adultos y aparecen de nuevo y nuestros padres poco pueden hacer, deseamos fervientemente eliminarlas de nuestra vida, apartarlas sin miramientos. Muchos de nuestros intentos por solucionar tal malestar no harán sino " fertilizarlo", hacerlo más intenso y vigoroso.

Aunque haya pasado el tiempo y transformar nuestra forma de recibir y reaccionar sea más complicado, ello no significa que sea imposible, simplemente necesitaremos de mayor paciencia, constancia y motivación.

¿ Cómo hacer para manejar nuestra tormenta emocional?

1. Lo primero de todo es aceptar que esas emociones están y van a estar, es decir, que han surgido por algún motivo y nos recuerdan que hay algo que no está bien y hay que revisar.

El primer paso para aceptarlas es conocerlas, tener información sobre ellas, puesto que lo conocido nos produce menos miedo. Se considera que intrínsecas al ser humano son las emociones de la alegría, el miedo, el asco, el enfado y la tristeza. Esto significa que estas emociones han tenido y tienen una función importante en nuestra supervivencia tanto a nivel filo como ontogenético. Gracias a ellas estamos aquí ( os remito a los artículos de este mismo blog que tratan sobre la funcionalidad de diferentes emociones).sobre la funcionalidad de diferentes emociones).
 

  • Hay que darles un lugar, no intentar eliminarlas o huir de ellas. Funcionan como arenas movedizas, cuando más esfuerzos hagamos por liberarnos de ellas, más nos atraparán. Debemos pararnos, darnos un espacio y un tiempo, prestarlas atención, escuchar nuestro cuerpo y darlas una ubicación en él: podemos sentir presión en el pecho, calor en las manos, molestias en el estómago, etc. Aunque al principio nos parezca que esta actitud puede hacernos más daño, lo cierto es que la intensidad del malestar, que puede crecer inicialmente, poco a poco va tomando estabilidad e irá decreciendo lentamente. En muchas ocasiones no sabemos qué sentimos, la amalgama de emociones es tal que no sabríamos describir nuestro estado, ni decir si estamos tristes, enfadados o asustados. Este ejercicio de paramos a sentir nos puede ayudar a distinguir esos sentimientos, ir desembrollando la madeja de la confusión y así ir disminuyendo la intensidad con la que se experimentan.

Si conocemos alguna técnica de relajación que nos funcione, es un complemento ideal de apoyo para este momento de " prestar atención". Es especialmente útil la respiración diafragmática. 
Otra estrategia útil para este momento puede ser la de " cosificar" lo que sentimos, es decir, dotar a esa molestia, ubicada en nuestro cuerpo, de características propias de los objetos: le damos una forma, un color, una textura, un sonido, un olor, un tamaño, etc. Así, una presión en el estómago puede tener forma de bola grande, metálica y roja; un pinchazo en el pecho la forma de una barra de hierro, dura, gris y brillante ( todo esto se debe hacer sentados o tumbados, con calma y tiempo) De esta forma ponemos límites al malestar y la sensación de desbordamiento queda recogida. 
Una vez hecho esto, y si nos apetece, podemos plasmar ese "objeto interno" en una hoja, dibujarlo con las características imaginadas. También podemos dibujar no el objeto en sí, sino cualquier cosa que ese malestar nos traiga a la mente. Es una forma de sacarlo fuera y poder mirarlo a " los ojos".

  • Cuidado con los pensamientos, hacen que interpretemos la realidad de forma poco objetiva y son los causantes de vivir las situaciones de la vida de forma muy intensa y descontrolada. Echa un vistazo a tu dialogo interno, a lo que te dices sobre ti, sobre los demás y sobre el mundo. ¿ Esa situación, persona o característica tuya que evalúas como terrorífica, realmente lo es? ¿ no estarás siendo muy cruel e injusto contigo mismo?

 

2. El siguiente paso es tener curiosidad por el mensaje que nos ofrece la emoción: ¿ qué me quiere decir esta emoción? ¿ qué tendría que suceder para que disminuyera? ¿ eso que tendría que suceder es lo mejor para mí? ¿es lo mejor para otros?¿ está en mi mano hacer algo para conseguir esto? ¿ qué hay que no dependa de mí y, por tanto, es el otro el que debe responsabilizarse y hacer algo? ¿ cómo poner en marcha esas soluciones?

Esto permitirá no actuar impulsivamente para aliviar a corto plazo la activación producida por lo que nos altera. Introducimos la reflexión para actuar eligiendo y, por tanto, tomando decisiones cuyas consecuencias sean más fácilmente asumibles. ( A la hora de poner en marcha ciertas soluciones será necesario hacer uso de habilidades asertivas y de comunicación. Os remito de nuevo a diferentes artículos escritos en este blog que nos darán pautas a seguir que faciliten la comunicación y, por tanto, la solución)


  • Confía en ti mismo: recuerda cómo lograste manejar esa emoción cuando ya la experimentaste anteriormente, ¿qué hiciste en aquella ocasión? Emprende lo mismo que te dio la solución en ese momento teniendo la plena confianza de que volverá a funcionar y esta vez será más rápido, pues ya tienes el conocimiento necesario para atravesarla adecuadamente.
  • En determinadas situaciones la solución no está en nuestra mano o las soluciones puestas en marcha nos sirven para calmar parte de esa angustia, pero no toda. En esos momentos quizás lo mejor es no hacer nada y dejar que fluyan, aceptarlas y encajarlas con las actividades de nuestra vida cotidiana. No dejar de realizar cosas que nos agradan, pero tampoco obligarnos a hacerlas si eso supone evitar y huir del sufrimiento. Llenar todo nuestro tiempo de cosas y no dejar ese espacio para ponernos en contacto con el dolor puede tener un efecto boomerang: acabará por aparecer más fuerte si es posible.

En resumen, no tengas miedo a esas emociones que a veces parecen fuera de sí, dales un sentido, un valor, reconócelas , no intentes eliminarlas ni evitarlas, mantén la calma y reflexiona antes de dar rienda suelta a la impulsividad, y, sobre todo, confía en ti y en que al final " esto, también pasará" *


* Cuento también publicado en este blog. Se recomienda su lectura tras este artículo. 

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

Cuando la ira no es nuestra aliada: consejos para aprender a manejar la ira

La ira es parte de nuestras emociones, y aunque natural y adaptativa para algunas cosas como defender nuestros derechos o gestionar las injusticias...muchas veces, no sabemos o no nos han enseñado a controlarla de manera adecuada.

Además, en ocasiones puede aparecer de forma imprevisible y con una intensidad difícil de manejar, sobre todo si no estamos acostumbrados a detectarla a tiempo, no hemos desarrollado las estrategias oportunas o no hemos reflexionado sobre cuáles son las causas, situaciones o personas que más fácilmente nos la hacen sentir.

Las consecuencias pueden llevarnos a lo largo de un continuo peligroso que va desde el enfado a duras penas contenido, y las respuestas poco respetuosas, hasta la agresividad verbal, los insultos, la intimidación o incluso los actos violentos.

Dejarse arrastrar por la ira, darle rienda suelta o proyectarla hacia afuera, no es una forma de controlarla. En ocasiones, puede provocar un "efecto escalada" o una pérdida de control, incluso una sensación de estar "autorizado" para molestar a los demás.

 
Los consejos más adecuados para manejar la ira son variados, pero este podría ser un buen resumen:

1. Dedicar un tiempo a conocernos y reflexionar sobre las causas de la ira más frecuentes en nosotros.

Estas suelen estar asociadas con sensaciones de amenaza, interferencia con nuestros objetivos o frustración, el dolor, los recuerdos dolorosos, la inseguridad, la sensación de ser tratado injustamente o pensar que los demás actúan básicamente con la intención de entorpecer nuestra felicidad...

2. Buscar el momento emocional más adecuado para debatir con las personas con las que mantenemos confrontaciones más intensas.

Seguramente los motivos de conflicto no son nuevos, pueden esperar, horas, días o semanas. Es preferible esperar para conseguir una conversación constructiva, que el recuerdo de otro conflicto con una persona relevante para nosotros o una reacción de las que nos arrepintamos.

3. Respirar profundamente o hacer ejercicios de relajación.

4. Aprender a expresar nuestros sentimientos de forma asertiva.

Es decir, de forma firme y clara pero no perdiendo el respeto a los demás, ni ejercer ningún tipo de intimidación o coacción.

5. Escuchar las opiniones del otro, mostrar empatía hacia sus motivos y emociones.

Expresar nuestros objetivos como deseos, no como exigencias.

6. Demorar la respuesta.

Evitando la reacción irreflexiva y estereotipada, sustituyéndola por una respuesta que tiene en cuenta las consecuencias. Buscaremos aquellas que puedan proporcionar las consecuencias más razonables para uno mismo y para los demás.

7. Tratar de tomar distancia de la emoción, y ser objetivos con la intensidad de nuestra emoción.

A veces, creemos estar más tranquilos de lo que realmente estamos. Hay que ser humildes y tomar referencia a través de las reacciones nuestros interlocutores, o signos físicos de la ira: tensión muscular, volumen de la voz elevado o gritos, aceleración de la velocidad del habla, ceño fruncido, gestualidad amenazante...

Pedro Aguilar Cotrina

Psicólogo

Grupo Crece

  

 

Emociones evitadas, sentimientos no sentidos

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Las emociones y sentimientos son algo real que no podemos eliminar o provocar a nuestro antojo, simplemente suceden. Los sentimientos son las reacciones más importantes y trascendentes que tenemos como seres humanos, nos dan luz sobre el rumbo a tomar en cada paso de la vida, nos ayudan a darnos cuenta de nuestras necesidades y deseos; reprimirlas, negarlas, ocultarlas, racionalizarlas en exceso, nos anula y nos distancia de nosotros mismos, nos disfraza la realidad y no nos permite generar recursos de afrontamiento, y entonces, se enquistan en el cuerpo provocándonos somatizaciones y problemas de salud.

Muchas personas se han desconectado de sí mismas, de sus auténticas necesidades, motivaciones y emociones, y se han construido una vida donde "ni siento ni padezco", "siento sólo aquello que soy capaz de digerir", "siento sólo cosas supuestamente bonitas o agradables pero alejadas de mi propia realidad".

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La dificultad para gestionar las emociones y los sentimientos nos lleva al autoengaño y a largo plazo a un callejón sin salida de insatisfacción, de soledad o de enfermedad.

El sufrimiento que nos produce enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestro dolor, a nuestra vulnerabilidad..., impide el acceso a la plenitud y a la satisfacción. En la vida no es posible sólo sentir las emociones agradables, sin las desagradables o dolorosas no tenemos acceso a todo el universo emocional y a una vida plena. Hay personas que viven en un universo irreal de felicidad, evitando todo aquello que le genere disonancias, displacer, frustración o dolor: evasión e compras sin sentidos, ocio vacío, drogas, adicción al trabajo, perfeccionismo sin sentido, asentarnos en un rol y no movernos de ese lugar, reproducción de patrones automáticos de comportamiento, dejarse llevar pro nuestra zona de confort... Entonces... dejamos de sentir y dejamos de vivir.

Muchas veces, negamos nuestro yo emocional y visceral, para mantener la autoestima en equilibrio, una autoestima basada en cierta imagen o en cierto rol, o en ciertas circunstancias que no tienen nada que ver con nosotros mismos, o para que no afloren miedos y penas muy profundos que pueden tener su origen en un niño o niña heridos, miedos o penas que creemos que no seremos capaces de superar. Podemos tener miedo a no controlar las emociones o no controlar las emociones o la conducta del otro y sentimos que evitamos un conflicto si nos callamos. 

Nada más lejos de la realidad emocional, al ir dejar fluir nuestras emociones y sentimientos, al conectarnos con nuestra vulnerabilidad y al expresar nuestros sentimientos, iremos recuperando una autoestima sólida centrada en nosotros y no en aspectos externos, iremos curando las heridas del pasado y situando las cosas en la vida de modo que nos perjudiquen lo menos posible.

Cuando expresamos las emociones, vamos cubriendo necesidades pendientes para poder satisfacerlas y cerrarlas, dejando paso a nuevas necesidades y espacio para vivir en el aquí y ahora.

Las emociones están en la base de nuestra superviviencia y en la base del acceso a todo aquello que nos provoca bienestar, sin ellas no podemos tampoco construir vínculos con las demás personas.

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"Reconocer la vulnerabilidad nos vuelve auténticos y nos acerca a los demás; nos hace más valiosos como experiencia humana con otro y nos hace libres"

¿Cómo conseguir conectarme más con mis emociones?

  1. Escuchar al cuerpo es el primer paso, en él se anidan las emociones más básicas, las necesidades más primarias, poco a poco iremos siento capaces de identificar en él las emociones que está sosteniendo.

  2. Aceptar las emociones como algo natural y positivo, incluyendo las emociones que nos dan miedo o rechazamos. Todas las emociones y sentimientos nos sirven para algo aunque racionalmente pensemos que no son adecuadas. en este proceso de aceptación cada vez seremos más capaces de sentir que la emoción es una aliada y no una enemiga.

  3. Dejar espacio para la espontaneidad y ser nosotros mismos; buscar espacios o personas con las que pueda aflorar mi yo más esencial y auténtico. Descubriremos los beneficios de no avergonzarnos de nosotros, de no pensar antes de hacer, de fluir sin necesidad de hacer o decir nada especial y eso nos dará muchas claves para seguir nuestro camino de desarrollo personal.

  4. Detectar mis puntos débiles: exceso de racionalización, exceso de actividad para no pensar, relativizar las cosas y ver sólo el color de rosa o la paja en el ojo ajeno, adición a alguna cosa o sustancia.

  5. Expresar a los demás mis emociones, necesidades, deseos..., marcando límites, pidiendo algo, expresando lo positivo, dando mi opinión sincera, expresando una crítica... La asertividad nos ayuda a ser más conscientes de nuestras emociones y necesidades y a equilibrar y gran parte de las veces a acercar las relaciones con los demás.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece