¿Para qué sirve un taller de Inteligencia emocional y/o Asertividad?

 

Después de un tiempo ya impartiendo formaciones que tienen que ver con las emociones y la comunicación asertiva, me he dado cuenta de lo importante que puede ser explicaros lo que hacemos, lo que la gente busca cuando viene, y en definitiva para que os podría servir. Porque,  ¡cuántas veces me han preguntado mis amigos o familiares! La misma cuestión de: ¿y eso para qué sirve? , ¿y qué hacéis ahí?.

Así, que ni corto ni perezoso, he decidido coger prestadas, de forma anónima por supuesto, frases o peticiones que me escriben personas que hacen los talleres. Estoy convencido de que os sentiréis identificados/as con muchas de ellas. El objetivo de estos escritos, es el de preparar ejercicios de rol-play donde las personas aprendan a superar estas dificultades, como si se enfrentaran a ellas en la realidad. Los alumnos/as escriben estas ideas en un post-it y luego con todas ellas preparamos las situaciones.

Ahí voy con algunas de ellas:

“Quiero dejar de asumir responsabilidades que no son mías, como cuando alguien de mi entorno tiene un problema y me siento en la obligación de ayudar a resolverlo siempre”.

“Busco ser capaz en mis reuniones de trabajo, de saber orientar la atención en los buenos resultados en lugar de los malos”.

“Cuando hay una persona avasalladora y agresiva, quiero ser capaz de mantenerme firme y defenderme bien sin afectarme demasiado, no dejarme pisar, pero tampoco ser violenta”.

“Poder decir que no a una propuesta muy interesante, pero que en el fondo no me conviene”.

“Ser capaz de expresar y explicar mis sentimientos en situaciones que me hacen daño o me incomodan, como el plantón continuado de una amiga, el enfado con mi madre, o la insistencia de un compañero de trabajo que me pide el mismo favor insistentemente”.

“Saber parar los pies a personas manipuladoras o chantajistas, que utilizan un chantaje en el que todo el tiempo dan la vuelta a los argumentos, haciéndote sentir culpable o responsable”.

“Siento a mi pareja extremadamente triste y que no se abre a mí. Me gustaría encontrar la forma de que compartiera sus cosas conmigo siendo más empático”.

“Necesito conseguir replicar a mi jefe, que me habla en tono agresivo siempre, sin quedarme bloqueado.

“Quiero permitirme el poder hacer una crítica, sin tener este excesivo miedo al rechazo o el abandono.”

“Me gustaría mostrar mis deseos y opiniones sobre temas que a primera vista pueden parecer banales, como dónde ir a cenar o planificar un fin de semana con amigos, ya que casi siempre trago con lo que los demás hacen aunque a mí no me apetezca”.

“Me gustaría ser capaz de intervenir en las reuniones de trabajo, donde me cuesta mucho tomar la palabra, porque a veces contestan mal”.

“Me gustaría ser capaz de encajar mejor las críticas que me hacen, expresarlo si no estoy de acuerdo, pero hacerlo sereno, sin enfadarme en exceso”.

“Ser capaz de pedir a los compañeros de piso que no dejen cosas sucias en el fregadero, aunque suene una tontería, no me atrevo”.

“Proponer y opinar en la familia de mi pareja, donde me siento muy coartado”.

“Decir que no a mi director de tesis y permitirme pedirle ayuda”.

“Darme el derecho a que alguien no me caiga bien, y ser capaz de dejarle marchar”.

“Cuando un amigo me critica, mantener el control en la réplica”.

“Al exponer un sentimiento, no mostrar ira excesiva o lloriquear”.

“Expresar mis ideas a los jefes, aunque me condicione mi rol de becaria”.

“Ser capaz de iniciar una conversación con una persona desconocida sin sentir demasiada vergüenza”.

“Manejar el chantaje infantil de mis hijos, que acaban haciendo lo que quieren porque me siento mal al castigarles”.

“Saber mandar adecuadamente una tarea a un compañero de trabajo”.

“Pedir a mi hermano que dedique más tiempo a estar conmigo”.

Esas son solo algunas, y me he dejado muchísimas más. Espero haber respondido a la pregunta que planteaba el título.

¿Es posible que os ocurra también a vosotros/as algunos de estos conflictos?

¡FELIZ SEMANA!

 

Estoy dispersa/o en mi trabajo... ¿Cómo puedo mejorar mi concentración?

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Con Mindfulness, por supuesto.

Si bien es cierto que Mindfulness no es en exclusiva el aprendizaje de herramientas para mejorar la concentración, éste es uno de los grandes beneficios que tiene cuando hacemos de la meditación una práctica habitual ( o casi habitual).  Cuando nos iniciamos en su práctica, comenzamos aprendiendo técnicas que nos anclen al presente, como es prestar atención a nuestro cuerpo o a la respiración ( no hay nada más presente, real y permanente que esto). Es entonces, al observarnos, cuando vemos casi inmediatamente que estamos pensando todo el tiempo. Con el mero hecho de darnos cuenta de cuándo nuestra cabeza se “ ha ido”, y llevar nuestra atención de nuevo a la respiración, estamos entrenando a nuestro cerebro en el desarrollo de la concentración.

Es un proceso sencillo, pero no por ello fácil a veces: nos centramos en la respiración- nuestra cabeza se va a pensar en otras cosas- somos conscientes de ello- de forma deliberada volvemos nuestra atención a la respiración.

 Te proponemos unos ejercicios básicos que puedes poner en práctica para esos momentos en que sientes que tu cabeza y tu cuerpo son incapaces de mantenerse en el sitio por más de 2 minutos…

Un último consejo: practica.

Meditación de 1 minuto

Para realizar este ejercicio no es necesario tener conocimientos abrumadores de meditación. Simplemente consiste en parar y prestar atención a la respiración. Cada vez que sientas que tu cabeza se dispersa, vuelve a la respiración, sin juicios ni críticas hacia ti ( “ ya se me ha vuelto a ir la cabeza, qué desastre”, “ esto no es para mí”,). El objetivo es darte cuenta de cuándo la cabeza viaja y de forma amable hacerla volver a la respiración.

Os dejamos un vídeo donde se muestra está técnica por si os quedan dudas:

https://m.youtube.com/watch?v=YJBB8ambUdI&feature=youtu.be

Meditación del conteo

Esta meditación sirve para los momentos de mayor dispersión. Hay personas a las que le funciona mejor y también tiene sus detractores. Prueba:

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Con la mente centrada en la respiración, siguiendo la respiración desde que comienza hasta que acaba, intentando no controlar o manipular el ritmo natural de la respiración, el ejercicio se basa en contar respiraciones ( la inhalación y la exhalación) desde 1 a 5 y una vez que se llega a 5 contar hacia atrás hasta alcanzar nuevamente 1. La siguiente ronda se procederá de la misma manera pero contando hasta 6, la siguiente hasta 7, y así sucesivamente hasta llegar a 10. Este procedimiento hace un Círculo Completo de Respiraciones. Si te despistas y te pierdes, vuelve a la cuenta desde la primera ronda. 

 

Al final la atención y concentración consiste en prestar atención al presente a una cosa determinada ( a la respiración o a contar como os hemos propuesto en este artículo). Cada uno puede elegir lo que mejor le venga.

En el siguiente os propondremos otros ejercicios cuyo objeto de atención serán el cuerpo y los sentidos.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

 

9 Tips sencillos para transmitir seguridad y firmeza en nuestra comunicación no verbal

En nuestro anterior artículo "8 claves para transmitir cercanía y calidez con el cuerpo", justificamos la importancia de los elementos no verbales y paraverbales para lograr generar ese efecto que tanto deseamos en los demás, ya sea en situaciones laborales o extralaborales. Podemos tener interés en transmitir cercanía y calidez a nuestro equipo de trabajo, si lo que buscamos es dar a entender que somos personas receptivas y que sabemos escuchar y hacer sentir cómodas a las personas que trabajan a nuestro cargo, favoreciendo así un clima de confianza. Esto también se puede generalizar a otras situaciones, como cuando conocemos gente nueva, o cuando nos interesa convencer o persuadir a alguien para cualquier cuestión. O simplemente si estamos valorando que somos personas quizá algo más cerradas, o demasiado serias, y entre nuestros intereses está que los demás se acerquen a nosotros.

En el artículo de hoy, hablamos de otro registro, la seguridad y la firmeza. Y para ello vamos a explicaros las claves más importantes para sacar el máximo partido a nuestro cuerpo y a nuestra voz.

Os recordamos también, como hicimos en el artículo anterior, que el porcentaje más elevado de lo que transmitimos a los demás, se realiza a través del cuerpo y la voz, y que por tanto, es completamente desaconsejable no tener en cuenta estas variables a la hora de encarar nuestro objetivo.

Al igual que ocurre con la cercanía o la calidez, el registro de seguridad y firmeza es fundamental para transmitir a los demás cuestiones tan importantes como los límites, el mantenimiento de nuestra postura ante una idea o decisión tomada, y la expresión de una necesidad o petición. Como imaginaréis, se trata de una actitud más seria y contundente que la anterior, pero eso no hace necesariamente que se produzcan unas diferencias excesivas entre un registro y el otro como pasamos a describir a continuación:

1. Sonrisa intercalada con otros gestos, incluso en momentos de conflicto.

Pese a lo que intuitivamente puede parecer paradójico, la sonrisa está relacionada también con la firmeza, y, utilizarla en estas situaciones no tiene por qué ser sinónimo de actitudes poco serias o desenfadadas. Es un reforzador social y regula las interacciones, reduciendo las probabilidades de conflicto.

2. Mirar a menudo, de forma directa y con la cabeza recta sin levantar la barbilla.

Al mirar a la persona, en mayor medida a los ojos, estamos dando a entender que no rehuimos el conflicto, ni tenemos de lo que escondernos, ya que tenemos una postura clara de lo que queremos transmitir. La cabeza ha de estar recta, ya que si se orienta hacia arriba puede transmitir sensación de prepotencia o superioridad, mientras que si la desplazamos hacia abajo, lo que transmitiremos serán inseguridades, dudas o inhibición.

3. Gestos de seguridad tendiendo a la simetría y contundencia, combinados con gestos asimétricos y ondulantes.

Como vimos anteriormente, la calidez es más asimétrica, estamos transmitiendo que somos flexibles, que nos adaptamos y entendemos. Sin embargo la firmeza es más simétrica, debemos tender hacia una postura recta en la que nuestros brazos y piernas estén al mismo nivel, para transmitir esa contundencia. Sin embargo, no tenemos que transmitir rigidez, y por ello se pueden combinar los gestos simétricos con los asimétricos. Cuando quiero marcar un límite diciendo que no, mi cuerpo estará recto y mis gestos serán firmes (como por ejemplo haciendo una cruz con los brazos y negando con la cabeza), pero eso no será incompatible con una postura más abierta, con movimientos más ondulantes cuando esté explicando mis motivos (de forma clara y concisa).

 

4. Utilizar posturas abiertas y mover las manos, siendo expresivos con el cuerpo.

Ya indicamos que la firmeza y la contundencia no son sinónimos de rigidez. Nuestra postura debe ser abierta, intentando evitar que brazos y piernas estén en exceso cruzados (manifestando postura cerrada).  Moviendo las manos damos a entender que nuestro cuerpo acompaña a lo que decimos con naturalidad. Estamos abiertos a la comunicación, aunque nuestra postura sea firme y clara.

5. Orientarse y acercarse al otro, no retirarse hacia atrás.

Es importante que nos orientemos a la persona o grupo a la que nos dirigimos, abarcando con nuestro cuerpo, y tender a acercarnos, nunca alejarnos. Así daremos la impresión de que no reculamos en nuestra postura ni tememos afrontar la crítica o la petición de cara.

 

6. Inflexiones y juego vocal, sonidos contundentes.

Este aspecto se refiere a la voz. El volumen debe ser audible, ni excesivamente alto ni bajo, con una buena articulación para su comprensión, enfatizando y remarcando la parte en la que marcamos el límite o el no, y con una velocidad adecuada, porque al hablar demasiado rápido, podemos transmitir nerviosismo o ansiedad. Para transmitir contundencia debemos pasar de lo agudo a lo grave, sobre todo cuando remarquemos el mensaje que queramos transmitir (lo siento... pero NO).

7. Contacto físico natural adaptado a las situaciones.

Utilizar siempre con precaución, ya que hay personas que reaccionan de forma muy diferente ante el contacto físico. Mejor utilizar si sabemos que la persona reacciona bien, si desconocemos a la persona evitarlo o tantear.

8. Coherencia entre lo verbal y lo no verbal y coherencia entre los diferentes elementos no verbales.

Es fundamental que el mensaje que transmitimos verbalmente sea acorde con el mensaje no verbal y paraverbal. No podemos asegurar que tenemos una postura firme y clara ante una cuestión, y elevar los hombros al mismo tiempo (lo cual denota dudas o indiferencia).

9. Evitar automanipulaciones o movimientos nerviosos.

Transmite ansiedad, incomodidad o dudas, y no queremos transmitir esto ante la audiencia o los interlocutores. Para ello podemos ayudarnos de una respiración tranquila y pausada. Algunos de los movimientos nerviosos más famosos son comernos las uñas, rascarnos la espalda, arreglarnos la ropa, balancearnos, tocarnos la nariz, frotar las manos,

Esperamos que estas 9 claves os ayuden a preparar situaciones donde queráis mostrar esa seguridad, contundencia y firmeza. Es solo cuestión de prepararlo bien, observaros... ¡y a practicar!

¿Por qué es tan importante la habilidad para hablar en público?

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La habilidad para hablar en público es de las más complejas y difíciles de gestionar. Parece que hay personas especialmente dotadas para ello, que se manejan como pez en el agua cuando tienen que "soltar un speech" en público, sea dando un curso o conferencia, tomando la palabra en una reunión de trabajo o contando una anécdota en un grupo social o familiar.

Si somos de los que pensamos que “se nos da mal” esto de hablar en público, es muy posible que admiremos y nos maravillemos de este tipo de personas y sintamos que esto “no es para nosotros", "no hemos nacido con ese don”, “nosotros no seremos nunca capaces de conseguirlo”.

En realidad, no es así, las habilidades de oratoria y hablar en público se aprenden y cualquiera de nosotros puede hacer gala de poder disfrutar hablando en público, conmover, convencer o conseguir la atención de un auditorio, con sólo entrenarse y practicar el conjunto de habilidades y estrategias implicadas en una conducta, a priori, muy difícil. 

Además, es una conducta que si aprendemos a manejarla, nos va a aportar una mejor autoestima y una mayor seguridad en nosotros/as mismos/as. 

Hablar bien en público nos puede abrir muchas puertas. Desde un punto de vista profesional puede ayudar a:  aumentar las posibilidades en una entrevista laboral, conseguir mayor credibilidad y atención en las reuniones de trabajo, obtener mejores resultados en un examen u oposición, captar clientes para una empresa o proyecto, ganarme la confianza de mi equipo, liderar con más seguridad a un grupo de personas… Pero, también, en el terreno personal tiene grandes ventajas como facilitar sentirme más integrado/a en los grupos sociales o en el entorno familiar, conseguir que mis opiniones sean tomadas más en cuenta, ser percibido/a como una persona más interesante y segura de sí misma…

Cuando hablamos en público, ponemos sobre la mesa un gran abanico de competencias, desde cómo estructurar un discurso, a cómo expresarse con los gestos de la cara, las manos, el cuerpo o la voz. Todo ello implica un conjunto de habilidades verbales y no verbales que se pueden entrenar por separado de una manera sencilla.

¿Por qué se nos da mal hablar en público? ¿Por qué, incluso, hemos desarrollado miedo escénico o miedo a hablar en público?

Es muy posible, que en algún momento de nuestra vida, hayamos tenido una experiencia desagradable o traumática, donde quizá hubo personas que se burlaron o nos humillaron, sufrimos un bloqueo o una reacción de mucho nerviosismo, nos sometían a situaciones de mucha exigencia…. Entonces, nuestro organismo ha automatizado la respuesta de activación o tensión para protegernos (Cerebro reptiliano o emocional) y esta respuesta de alerta se generaliza a otros contextos de exponernos a un público aunque racionalmente (neocortex) nos parezca absurdo o no encontremos la relación.  

Puede ser también, que por las circunstancias de un entorno muy protector, exigente o que no nos haya ofrecido oportunidades de enfrentarnos a estas situaciones, no tengamos experiencia y práctica a la hora de comunicarnos y hablar en público y sintamos que no sabemos hacerlo.

La timidez, el miedo a exponernos al juicio de los demás, los bloqueos para mostrarnos espontáneos y tal como somos, también suelen estar en la base de nuestro miedo o dificultad para hablar en público.

Ante esto, las consecuencias de tener dificultades a la hora de enfrentarse a hablar en público son:

  • Si no podemos evitar enfrentarnos porque en nuestro trabajo es imprescindible, al no disponer de recursos de autogestión emocional ni herramientas verbales y no verbales, obtenemos un resultado negativo, nuestra autoestima baja y mantenemos o empeoramos el problema al largo plazo.

  • Si podemos, evitaremos exponernos a aquello que provoca malestar, con lo cual nunca podremos aprender o mejorar estas habilidades y darnos cuenta de que podemos hacerlo y podemos hacerlo bien y disfrutarlo.

Disfrutarlo, sí.

Cuando podemos ser nosotros mismos ante un auditorio o grupo de personas, gestionando nuestra ansiedad hasta el punto de poder bajarla al mínimo, mostrando naturalidad en nuestra comunicación no verbal, y pudiendo expresar nuestras ideas, obtenemos un gran refuerzo social y nuestra autoestima se refuerza muchísimo.

 

Hay ciertas claves a tener en cuenta a la hora de hablar en público:

1. Nuestro nivel de activación o ansiedad que nos puede hacer percibir la sensación de descontrol y de miedo al miedo o miedo a las señales de ansiedad: taquicardia, sudor, dificultad para respirar, bloqueo corporal, temblor en la voz o en el cuerpo. Pensar que los demás “lo pueden notar” nos hace estar muy indefensos y expuestos. Y centrar nuestra atención en la ansiedad favorece que la ansiedad se mantenga, ese comportamiento de hipervigilancia hace que nosotros mismo provoquemos que estas señales se mantengan e incluso que aumente su intensidad. Mantener a raya nuestro nivel de ansiedad y aprender estrategias como la respiración diafragmática o el control atencional para manejarlo, será imprescindible.

2. Las ideas que tenemos de nosotros/as mismos/as en ese momento, o antes o después de enfrentarnos al público: ideas, la mayoría de las veces, muy negativas e hiperexigentes y que ponen en duda nuestra valía personal. Tendemos a:  

  • Anticipar las consecuencias negativas “voy a hacer el ridículo”, evaluar de manera poco realista y muy negativa nuestras habilidades, “lo hago fatal”, o las situaciones, “nadie se está enterando de nada”.

  • Generalizar los errores o las dificultades, “no lo voy a conseguir nunca”, “todo lo hago mal”,

  • o focalizar la atención en un aspecto que no es tan relevante, “ya estoy de nuevo con los titubeos”.

  • Marcarnos metas excesivamente elevadas sin tener en cuenta nuestro punto de partida a la hora de hablar en público: “tengo que hacerlo perfecto si no, no vale”

  • Exagerar nuestros errores y no tener en cuenta nuestros logros: “se me ha olvidado hablar de…”

  • Compararnos con otras personas de modo que nosotros/as siempre salimos perdiendo provocándonos una respuesta de inseguridad y desánimo: “no puedo competir con esta persona, lo hace y lo hará siempre mejor que yo”.

Desarrollar ideas más proactivas y constructivas y desbancar las ideas perjudiciales será una estrategia importante. Podemos usar autoistrucciones positivas como: “nadie lo nota más que yo” “voy a respirar” “me voy a centrar en la presentación”, “voy a mover las manos”, “estoy consiguiendo estar más calmado/a” “he conseguido avanzar en … desde la última vez”.

3. La conciencia de nuestros movimientos corporales, faciales y del uso de la voz, y el conocimiento que tengamos de los comportamientos no verbales adecuados en estas situaciones. Hay aspectos de la conducta no verbal y paralingüística que nos pueden dificultar la puesta en escena y otros que nos lo facilitan, favoreciendo que el mensaje llegue de manera más clara y contundente y consigamos nuestros objetivos en dicha comunicación, y lo más importante, vamos a conseguir contagiarnos de esa actitud no verbal y sentirnos más seguros/as. Es necesario un entrenamiento en estas competencias dirigido por un profesional.

4. La estructura de nuestro discurso y el uso del lenguaje verbal, así como los apoyos didácticos usados, que igualmente, puede facilitar o no que nuestro mensaje llegue al interlocutor. Podemos acudir a un profesional que nos oriente y corrija nuestras presentaciones.

5. La exposición progresiva a situaciones de hablar en público y la práctica son imprescindibles para descondicionar nuestra experiencia negativa y propiciar nuevas asociaciones positivas en el cerebro. Mientras más lo evitemos, más dificultades y más conflicto tendremos con esta habilidad.

Existe una gran oferta de cursos presenciales de oratoria, cursos para vencer el miedo escénico o cursos para hablar en público en Madrid y en el resto de España. Un buen curso es la opción más eficaz para superar nuestro nerviosismo y ansiedad en las presentaciones y mejorar considerablemente nuestras habilidades.


Raquel López Vergara

Psicóloga, coach y formadora

Grupo Crece 

Mira nuestra oferta de cursos en esta categoría

No te dejes manipular: Identifica a las personas manipuladoras

Todos ejercemos influencia en los demás o en nuestro entorno y, a su vez, somos influidos por los otros y las circunstancias. Es inevitable, somos seres sociales dependientes de los demás y vivimos en una sociedad muy compleja en la que es imposible tomar en cuenta y controlar todos los factores. En una gran parte de ocasiones esa influencia es positiva y bienintencionada. Por ejemplo, cuando educamos a los niños ejercemos una gran influencia sobre ellos, les moldeamos hacia valores que nos parecen los más sanos, les enseñamos lo bueno y lo malo y que las cosas tiene consecuencias. Intentamos ejercer una sana influencia, al igual que lo hacen nuestros maestros o mentores, nuestra pareja, nuestros amigos están llenos de buenas intenciones y de buenas influencias. Los niños también ejercen una influencia en nosotros y, muchas veces, "nos manipulan".  cuando lloran y les damos lo que quieren sin pensar si es correcto o no, si era lo que realmente necesitaban..., al verles llorar y llorar caemos en sus redes ya que no soportamos verles sufrir, pero ellos aprenden una estrategia magnífica para manipularnos el resto de las veces y así conseguir a través del chantaje emocional lo que ellos quieren en ese instante.Y desde ese momento serán manipuladores y chantajistas en potencia salvo que les conduzcamos a ser también buenos "influenciadores" en los demás y no caigamos en sus redes.

Existen también formas aceptadas socialmente donde uno puede "manipular". Por ejemplo la "mentira social". Todos entendemos que es sano mentir para no hacer daño "mentira piadosa" y que los niños o adolescentes ocultan cierta información o mienten en el proceso de construcción de su identidad, de adultos también mentimos para dar una imagen y quedar bien, sonreímos aunque no lo sintamos ("sonrisa social"). Es adaptativo generar buen rollo. Además permitimos y potenciamos las habilidades de persuasión y negociación necesarias en la educación, en el trabajo en equipo, en la venta de productos y servicios, en la solución de conflictos internacionales. La sociedad se sustenta también sobre ello.

Pero existe un lado oscuro en la manipulación muy dañino, que puede hundir psicológicamente a la persona que lo sufre. Y hay personas realmente expertas en el arte de manipular que pueden parecer inofensivas a simple vista, pero que son muy tóxicas y peligrosas. Hablaremos en términos genéricos, pero tanto ellos como ellas pueden ser grandes y perversos manipuladores.

En algunas ocasiones, estas personas no son conscientes de sus estrategias de chantaje, presión o manipulación, han aprendido a satisfacer sus necesidades más básicas e importantes de forma indirecta a través de la manipulación, no tiene intención de dañar pero no han aprendido a ser asertivas o han desarrollado una personalidad complicada, en algunos casos se trata de patologías clínicas. En otras ocasiones, el manipulador sabe lo que hace y disfruta teniendo la batuta de mando, en un extremos de estos personajes también hablaríamos de casos clínicos con algún tipo de patología psicológica.

Tanto a los primeros como a los segundos debemos pararles los pies para mantener nuestra autoestima a salvo, y generar relaciones sanas con los demás.

Los manipuladores se esconden detrás de muchas estrategias de comunicación que dominan a la perfección y que crean una falsa impresión en los demás o generan un desconcierto que nos dificulta actuar en el momento y defendernos. 

Algunas de ellas son:

1. Incoherencia entre el mensaje verbal y no verbal.

Son muy hábiles con la comunicación no verbal con lo que verbalmente nos dan un mensaje constructivo pero a nivel no verbal dan un mensaje opuesto, nos dicen sí pero con el cuerpo dicen no, esa ambigüedad nos deja desarmados hasta que conseguimos reaccionar.

2. Mensajes indirectos o ambígüos que no dicen nada pero que pueden significar todo.

Ante estos mensajes se despierta nuestra mente obsesiva y buscamos posibles interpretaciones, al final entramos en un bucle que nos provoca más inseguridad.

3. Ironías, sarcasmo, bromas...

Lanzan muchos mensajes hostiles o inapropiados disfrazándolo de broma, y ante las quejas apelan a que no tenemos sentido del humor.

4. Son expertos en el manejo de las emociones

Pueden mostrar mucho equilibrio emocional, hasta que un día se enfadan mucho, se indignan mucho, se muestran hundidos o preocupados. la tendencia es a darles credibilidad a esas emociones ya que habitualmente no aparecen, con lo que creemos que dichas emociones corresponden a sentimientos auténticos, así estas personas consiguen en ese momento lo que quieren.

A veces, el manipulador usa un registro emocional habitualmente: voy de triste  y dando pena, voy de víctima y culpabilizo a todos, voy de inseguro y me resuelven los problemas siempre, voy de hostil y genero miedo...

Otras veces, irradian emociones positivas y nos seducen, nos llenan de halagos, refuerzos, consideraciones, muestran su admiración hacia nosotros... eso nos encanta y nos acomodamos y confiamos con esa persona. en cualquier momento pasará al otro extremo emocional, nos despreciará, nos criticará de forma desmesurada y nos ignorará.

5. Generalizaciones y afirmaciones tajantes.

Hablan con tanta contundencia sobre como somos y lo que somos, "eres débil", "eres despreocupada", "nunca llegarás a medrar en esta empresa", que nos dejan sin palabras y con el miedo en el cuerpo.

6. Nos exigen por encima de lo humanamente razonable

Si somos personas que nos gusta hacer las cosas bien, valoramos el esfuerzo... siempre nos sentiremos de menos.

7. Nos ocultan información

Así provocan que nos sintamos como perdidos o fuera de lugar o menos importantes.

8. Provocan rumorología y difamaciones sobre los demás

De manera tan sutil a veces, que ellos no son los protagonistas de las difamaciones pero sí los que lanzaron el primer dardo. 

9. En su vocabulario, de manera sutil o directa suele estar presente la amenaza y la coacción

Si tu no haces lo que yo quiero.... no tendrás lo que necesitas.

10. Y ya para rematar, multiplican el efecto de la manipulación si utilizan estas estrategias delante de más personas.

Ser manipulado delante de otros, implica que los presentes van a caer también en la influencia del manipulador creando una sensación negativa sobre la persona objeto de la manipulación y provocando a largo plazo rechazos, falta de apoyo, etc.

Veremos ahora en detalle algunas situaciones de manipulación y chantaje:

1. La manipulación del control: yo hago lo que tú dices, lo que tú quieres... y casi ni me entero

Este tipo de manipulador/a es alguien muy controlador, las cosas deben ser a su manera y además le gusta tener adeptos, pupilos que no le pongan pegas a nada, se rodea personas que le admiran y nunca le pondrán en tela de juicio sus decisiones. Es posible que este pupilo esté sobre explotado pero lo hace "por la causa", sea la que sea y hace de esa causa algo suyo por encima de sus necesidades reales.

2. La manipulación del amor: la tiranía de las reglas del cariño y del amor

Esta persona manipuladora nos quiere, nos lo hace saber de mil maneras, pero detrás de ese amor está su necesidad de dañar para conseguir sus objetivos o satisfacer sus necesidades. A veces, es muy inconsciente pero genera daños muy grandes, ya que la personas que te manipula forma parte de tu red de apego y de relaciones seguras.

Pongamos algunos ejemplos:

Nuestra mejor amiga que al final se lleva el puesto de trabajo porque ha sabido sacarnos la información necesaria y se ha presentado ella primero a la entrevista ocutándonoslo.

Obligamos a nuestra pareja a apuntarse a un curso de baile sabiendo que no le gusta nada pero es una condición imprescindible para no sacar más el tema de la ex, que tantas discusiones provoca.

Una madre cuyo discurso habitual es "yo lo doy todo por mis hijos y quiero que sean felices" que se siente incómoda con que uno de sus hijos no haga lo que ella considera adecuado y busca momentos clave para hacerle críticas desajustadas o hacerle sentir mal hijo.

"Quién te querrá sino yo"... con este mensaje nos vemos avocados a hacer lo que el otro quiere por miedo al abandono.

3. La manipulación del victimismo: te obligo a hacerte cargo de mí aunque yo no lo necesite de verdad

Se trata de personas que tienen dificultad para hacerse responsables de su vida y ser autónomas, entonces buscan parásitos en los que anidar y que les resuelvan todo. Suelen utilizar también las reglas del cariño y ser muy afectivos, amorosos, buenos amigos, buenos padres, buenas parejas. El mensaje velado es: "con todo lo que yo te doy, lo maja/o que soy...deberías hacerte cargo de mi problema y ayudarme".

4. La manipulación que no ves venir: "me la dio con queso" 

Son personas que se parecen a Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la primera fase de la relación, que puede durar desde días a unos meses o incluso años es maravillosa, todo fluye, hasta que la persona manipuladora empieza a mostrar sus auténticas intenciones. Este tipo de manipuladores sí son conscientes de la situación.

Por ejemplo: 

Alguien comienza una relación con otra persona que tiene, exito, dinero... Después de asentar la relación con algún hijo, o con alguna propiedad a su nombre, etc. La persona manipuladora rompe la relación añadiendo que nunca hubo amor, y lanzando comentarios destructivos hacia la pobre víctima del engaño para parecer víctima ella misma.

Puede ocurrirnos con la pareja, los amigos, socios de una empresa, compañeros de trabajo... y todo ello suele estar motivado por ambiciones e intereses personales y egoístas, quizá a veces, también por envidias, venganzas, rencores...

5. La manipulación a través de la seducción: te puse en el pedestal para confundir tu realidad

Son personas zalameras, con carisma, seductoras, siempre tienen una palabra amable, te hacen sentir especial, divertido, único, inteligente... todas las cualidades que tú valoras. Una vez que te tiene en sus redes pueden empezar a hundirte hasta que toques el fango. En muchas ocasiones juegan de manera intermitente, por un lado te aprecian y te valoran muchísimo, por otro lado te humillan, te rechazan, te infravaloran, te ningunean, te critican...

A veces este juego es inofensivo con personas zalameras y seductoras que nunca se van a aprovechar de nuestros sentimientos aunque sabemos que a ellas no les podremos decir no.

6. La manipulación a través del poder:  “Juegos de poder y de miedo”

Nuestra sociedad es jerárquica en muchas de sus estructuras, unos tiene mucho, otros tiene poco y mucho que perder si lo pierden. en este contexto juega un papel esencial "La ley del más fuerte" que tiene siempre las de ganar.

Por ejemplo:

Nuestro jefe puede obligarme a hacer horas extras por miedo a perder el ascenso que me permitiría poder tener otro hijo.

Nuestro compañero sabe más del tema y tiene más experiencia así que toma todo el protagonismo y yo quedo como un cero a la izquierda.

En la familia siempre se hace lo que quiere Fulanito, no se discute, siempre es el elegido.

7. Traspaso de responsabilidad y control: "yo nunca tengo la culpa, es tuya"

Hay personas expertas en barrer para afuera, nunca es responsabilidad de ellas, nunca lo hacen mal, nunca se equivocan pero siempre hay cabezas de turco o excusas que se llevan el muerto.

8. Manipulación contra la autoestima: destacar el “error” o la “debilidad”

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Estos manipuladores siempre hacen notar la debilidad o el error de otros aprovechando pillarles en un momento bajo, de mayor vulnerabilidad  inseguridad. como lo hacen usando un lenguaje sutil y ambígüo es difícil defenderse de la crítica y autoafirmarse con lo que nos vamos hundiendo progresibamente y bajando nuestra sensación de valía y control personal.

9. La manipulación a través de la humillación: todos lo han visto y oído

Similar al punto anterior, en el que el manipulador destaca el error o la debilidad, en este caso se hace en público.

Puede tratarse de un ligero comentario ambígüo o generalista en tono de ironía, que ante la respuesta ofendida o autoafirmativa del manipulado, se le tacha de poco sentido del humor o de no recibir bien las críticas... el manipulador es tan hábil que generará tensión en el manipulado mientras que romperá el hielo con el grupo y así quien queda señalado es el manipulado y no el manipulador, que al fin y al cabo ha dado sólo una opinión o ha hecho una inofensiva broma.

Puede tratarse de una presión más intensa, ridiculizando a la persona en público, humillándola, dejándola en evidencia, a veces incluso puede falsear pruebas y mostrarlas en público para hundir al contrincante.

Ninguneos, desprecios, exclusiones... que van calando sutilmente en el grupo, o que este por miedo a represalias prefiere callar.

Desde aquí se formaja el mobbing o bullyng, formas de manipulación y acoso en las que se implica el silencia y la falta de apoyo del grupo de referencia.

10. Amenaza de pérdida o daño: "ya no me querrás, me abandonarás, me harás daño, me pegarás, me matarás, me despedirás, me difamarás..."

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Es una manipulación que es en sí misma un maltrato y conlleva mucha agresividad que puede ser física, verbal o una agresividad soterrada que no se ve ni oye pero se respira. Se basa en el miedo del manipulado ante la pérdida de ciertas circunstancias si no cede a las necesidades del manipulador.

Aquí caben las agresiones físicas y sexuales que nos manipulan a través del miedo, las amenazas de todo tipo, las coacciones, aprovechar el estatus de poder para explotar a los demás, las vejaciones y humillaciones...

Pero también caben manipulaciones más difuminadas en las que un día te elevo en un pedestal y otro, de repente te bajo a los infiernos, provocan un caos psicológico de indefensión y de no saber qué hacer ya para resolver los problemas, conseguir el afecto del otro, encontrar una salida... que acaba reproduciendo reacciones de indefensión aprendida y hundiendo al manipulado que deja de defenderse.

11. La manipulación del ninguneo: no te saludo, no te miro, no te informo... ¡estás fuera!

En este caso, si obviamos la parte más agresiva, de humillaciones, críticas, etc, y nos centramos sólo en la manipulación de la exclusión y del ninguneo, estaríamos en este caso de manipulación qeu aquí describimos. Somos individuos sociales y necesitamos sentirnos integrados, quien nos deja fuera, nos hace sentir invisibles y cada persona necesita su dosis de pertenencia y protagonismo.

Es una manipulación que podemos hacer para evitar que alguien se meta en mi camino y entorpezca mis objetivos. 

Por ejemplo: 

No le voy a presentar a mi jefa a mi compañera, voy a pasar de ella, no vaya a ser que ascienda antes que yo.

Es un rival sexual para mí, le voy a ignorar así se sentirá incómodo y los ojos de mi chico serán sólo para mí.

12. La manipulación racional: lo digo tantas veces y tan bien que te lo crees

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El manipulador se apoya en esto de si digo una mentira muchas veces y con total seguridad y contundencia, al final parecerá una verdad. tenemos ejemplos de muchos personajes públicos que nos engañan continuamente y creemos en ellos, y aunque siempre se pilla al mentiroso, puede ser ya tarde para reaccionar.

Vendedores fraudulentos que venden humo, profesionales que ofrecen servicios que ofrecen soluciones mágicas a problemas serios para la gente.

Ese/a jefe/a que con su dialéctica nadie le rechista y parece hasta que tiene razón. Ese amigo, mi pareja, alguno de mis familiares... apelando a las reglas de la lógica verbal y manejando una comunicación no verbal impecable, nos manipulan para salirse con la suya sea cual sea su objetivo.

¿Todos conocemos a alguien así, verdad?

13. La manipulación por emociones desajustadas

Si ante una situación determinada una personas reacciona con una emoción desproporcionada (enfado, alegría, tristeza, miedo...), podrá ser que esta personas no tuviese habilidades de gestión emociona suficientes y se sobre estimule en ciertos momentos.

Podría ser también, que esta personas hiciese un teatro para provocar un efecto en los demás, el natural ante la expresión de una emoción intensa.

Tristeza y llanto me puede llevar a conseguir que me cuiden o me hagan caso.

Agresividad y hostilidad, me permiten colarme en una cola, salirme con la mia...

Miedo terrible o pánico hace que esta personas no afronte una responsabilidad y quizá otros la afronten por ella.

Etc.

 

 

 

 

14. La manipulación para eliminar las emociones: reproches “contra natura”

Pero las emociones no siempre son desajustadas o no siempre son engañosas, un manipulador puede utilizar la expresión de emociones y sentimientos genuina y necesaria de una persona para atacarla y manipularla, impidiendo que esta persona pueda expresarse en libertad y satisfacer sus necesidades de liberación emocional o de autoafirmación. A largo plazo provoca personas anuladas y con la autoestima muy baja.

Ante esto, ¿Qué podemos hacer para defendernos de los chantajes, manipulaciones y presiones de este tipo?

Lo primero y más importante identificarlo.

En un siguiente poste analizaremos las maneras de librarnos de los manipuladores y las herramientas con las que podemos contar para ello.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

 

 

Expresarnos con Mensajes yo: una manera de ser asertivos sin herir a los demás

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En muchas ocasiones para no herir los sentimientos del otro, evitar un posible conflicto, damos rodeos o excesivas vueltas a lo que decimos, mostrando al final inseguridad y una menos credibilidad ante nuestro mensaje, además de sentirnos mal con nosotros mismo por no decir realmente lo que necesitamos.
Un buen truco para expresarnos de manera clara y directa evitando herir al otro o provocar un conflictos son los MENSAJES YO.

En nuestro vocabulario es muy frecuente usar una manera de expresarnos en forma de MENSAJES TÚ: "Tú no hiciste..." "Tú no quieres...", Tú eres...". Si cambiamos esto por : "Yo prefiero...", "Yo no quiero...", " Yo me sentí contigo...", evitamos susceptibilidades en el otro pudiendo poner de manifiesto nuestras necesidades y preferencias.

¡Animaos a experimentarlo!

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¿¡Por qué dije eso!? Claves para no actuar en caliente y calmar la furia

iracontrol de la ira

Cuántas veces nos ha pasado eso de: “No quise decirte eso”, “En verdad no lo sentía pero me descontrolé”, “Por qué he tenido que ser tan bocazas, tenía que haberme callado…” Sí, cuando nos enfadamos, la propia emoción de la rabia nos impulsa a la acción, a defender un derecho, a quitarnos de en medio un obstáculo, a solventar aquello que vivimos como injusto… Y en muchas ocasiones, es necesario y útil, pero en otras… nos provoca problemas y conflictos que puede que no tengan vuelta atrás.

Otro factor negativo de la rabia es que, en la mayoría de las ocasiones, nos lleva a interpretar de manera equivocada y distorsionada la realidad. Aquello que corresponde sólo a la opinión de otra persona lo vivimos como un agravio, aquello que es un simple mal entendido lo interpretamos como algo dañino a propósito hacia nosotros, lo que es una circunstancia inevitable de la que nadie tiene culpa, la utilizamos para culpabilizar y “machacar” a una persona.

Todo ello puede ser nefasto para nuestras relaciones personales, familiares o laborales, creando un conflicto, malestar u otras consecuencias negativas que nos podríamos ahorrar con un poquito de autocontrol.

Hay personas con un temperamento muy templado que no se alteran o lo hacen con mucho comedimiento y otras personas de las que se dice “tiene mucho carácter”, bien, cualquier persona puede aprender a desarrollar autocontrol emocional, ya que no es una habilidad innata son algo que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida aunque las personas con un temperamento más templado lo tengan más fácil.

¿Qué podemos hacer? ¿Cuál es la clave del autocontrol?

1. Tomarnos un “tiempo fuera”

Si estoy enfadado/a aunque sea evidente por mis gestos, es mejor que salga un momento del lugar del conflicto, es decir, me voy a callar y voy a dar una vuelta, me voy a  otra habitación, me siento en mi mesa de trabajo y hago alguna tarea… En ese momento no hablo de mi enfado, ni de lo que lo ha provocado.

2. Intento durante el “tiempo fuera”, pensar en otra cosa que me distraiga, buscar algo entretenido, escuchar una música alegre o tranquila…

3. Una vez más tranquilo/a pienso si realmente la otra persona es el causante de mi malestar y si lo ha hecho con conciencia de darme o con mala intención. Reflexiono sobre lo que ha pasado.

-       Muchas veces, el otro, ignora que esto me molesta o me enfada. No es adivino, sus valores y normas de comportamiento van por otras vías diferentes a las mías, yo no estoy en posesión de la verdad.

-       Otras veces, aunque no lo ignore, no pretendía ofenderme o hacerme daño o perjudicarme, no hay una mala intención hacia mí. Es humano y ha cometido un error o es egoísta y no piensa mucho en los demás.

-       Incluso, es frecuente que el otro no tenga nada que ver en el asunto, las circunstancias nos han jugado una mala pasada y nadie es ni culpable ni responsable.

-       Y, sí, puede que el otro sea responsable, y me haya hecho daño a conciencia o dejándose llevar también por la rabia, pero en “caliente” sólo voy a conseguir entrar en una espiral de conflicto.

-       Y una pregunta importante ¿qué dice de mí que me haya molestado tanto esta persona o situación? ¿Puedo sacar una conclusión o aprendizaje de mi reacción emocional? ¿Qué necesidad se está poniendo de manifiesto? A veces, la rabia sólo es la punta del iceberg.

4. Tras mi reflexión tomo una decisión.

-       Si el otro no tiene responsabilidad en el asunto: Puedo pedir disculpas por mi reacción y añadir que en esos casos necesito salir a despejarme o esperar un poco para hablarlo con más tranquilidad.

-       Si el otro tiene responsabilidad en el asunto: Pedir disculpas por mi reacción pero indicarle a la otra persona que hay cosas que me molestan, me hieren, no me gustan… Al expresar  mi malestar es importante hacerlo desde los “Mensajes yo”:

“Yo me he sentido…”

“No me ha gustado…”

“Me enfada cuando…”

Y describiendo aquello que me molesta.

Evitaremos juicios de valor y ataques como “Eres un egoísta y sólo vas a lo tuyo…” “Tu manera de proceder es absolutamente incorrecta…” “Es que nunca te das cuenta de que…”

Cuidado con estos mensajes, no nos ayudan a gestionar las emociones ni a resolver el conflicto.

A este tipo de estrategias las denominamos gestión asertiva del la rabia o del enfado y se engloban dentro de otras herramientas de la comunicación asertiva.

5. No olvidemos que debajo de esa furia pueden esconderse otras emociones como la desilusión, la frustración, la tristeza, la rabia contra uno mismo… No escuchemos sólo a la ira. Desde ahí podemos descubrir cosas muy interesantes de nosotros mismo o de nuestras necesidades y quizá tengamos que hacer un cambio vital importante en nuestras vidas o si ese cambio no podemos hacerlo empezar a aceptarlo de una manera más constructiva.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Pautas para afrontar una entrevista de trabajo con éxito.

medico paciente

Podemos tener un buen currículum o podemos ser los candidatos perfectos para un determinado puesto de trabajo pero…llega la hora de la verdad, enfrentarse a la entrevista Es inevitable ir nerviosos/as a una entrevista de trabajo, más si no tenemos experiencia o si estamos en una situación desesperada. En muchas ocasiones, los entrevistadores no lo ponen nada fácil, buscarán la manera de dejarnos en una situación incómoda para poner a prueba nuestras habilidades de manejo del estrés y resolución de conflictos, para valorar si decimos o no la verdad y detectar incongruencias en nuestro discurso.

La primera impresión será importante y aunque valorarán la formación y la experiencia, también valorarán nuestra presencia, nuestra comunicación verbal y no verbal y nuestra personalidad.

Hay un punto a nuestro favor, nos han seleccionado para la entrevista, eso significa que nuestra candidatura es válida.

Algunas indicaciones que no debemos perder de vista:

1. Infórmate del puesto y de la empresa antes de la entrevista.

Puedes mirar su página web, perfil en Facebook o en Linkedin, mirar en foros… para hacerte una idea de la cultura de la empresa y su filosofía de base, de la organización de la empresa, a qué se dedica, cómo se habla de ella en los medios o en los foros…

2. Causa una buena impresión.

Ve aseado/a y vestido/a de manera acorde a tipo de empresa. Suele ser más adecuado pecar de discreto/a, un exceso en el arreglo, maquillaje o perfume, etc., no son adecuados. Puedo hacerme una idea del vestuario que se espera de mí en ese puesto de trabajo, e intentar llevar ese estilo en la entrevista. Por ejemplo, si es para un trabajo con niños, sería bueno ir con un vestuario juvenil.

Cuando saludes, da la mano y no lo hagas ni excesivamente fuerte, ni excesivamente flojo.

Siéntate sólo cuando te lo digan.

3. Transmite positividad y simpatía sin perder la compostura.

Sonríe al saludar, durante la entrevista y al finalizarla.

Mantén una postura abierta y relajada, suelta la tensión de los músculos. Siéntate erguido/a mostrando seguridad y seriedad.

Habla con una ligera sonrisa en los labios, ligera, no se trata de dar la impresión de excesiva diversión.

Exprésate en afirmativo. Mejor decir “este año he profundizado en mis conocimientos de inglés e informática” a “como no encontraba nada, me puse a estudiar inglés e informática”.

Muéstrate receptivo/a y positivo/a en relación a la empresa, el puesto y sus características.

4. Cuida tu lenguaje verbal y no verbal

Habla de usted hasta que te inviten a tutear.

No interrumpas, escucha primero, el protagonismo está en manos del entrevistador.

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No te enrolles, responde brevemente a las preguntas, usa frases cortas y sencillas. El vocabulario excesivamente rebuscado se valorará de manera negativa.

Mueve las manos al hablar y sé expresivo con los gestos de la cara.

Vocaliza y modula la entonación al hablar.

Evita gestos de ansiedad o impaciencia como morderse las uñas, rascarse, apretar los ojos, carraspear, mirar el reloj…

Respira con calma para ir relajándote.

5. Muéstrate atento/a a las preguntas trampa, los gestos para intimidar o destapar incongruencias.

No respondas a la defensiva antes un posible ataque o crítica desproporcionada, reconoce la posible verdad del comentario del otro y luego defiende tu postura. Algo así como… “para usted es un problema el periodo que yo he estado sin trabajar, yo lo he visto como una oportunidad para profundizar en mis estudios” o “es cierto, no tengo experiencia en un puesto administrativo, sí tengo una formación muy avanzada en herramientas de gestión administrativa, un potencial alto de aprendizaje y adaptación, y creo estar capacitado/a para el puesto”

Ante preguntas muy personales o inapropiadas… con una sonrisa relajada… “esa pregunta, a mi parecer, no está relacionada con este puesto de trabajo”

Si el entrevistador se queda callado, espera respirando tranquilamente a que rompa el hielo, no lo hagas tú.

Si el entrevistador está muy serio, no pierdas tu simpatía.

No mientas, pero no des detalles de aquello que no te conviene, responde de manera más general y en positivo.

Conoce muy bien tu currículum, no titubees en fechas o nombres de empresas anteriores, busca argumentos con antelación, no improvises.

6. Véndete bien pero no exageres.

Cuando expresamos algo positivo de nosotros de manera exagerada, el otro puede recibirlo como una mentira.

Piensa en tus puntos fuertes antes de la entrevista, y úsalos en el momento apropiado.

7. Si se trata de una entrevista de dinámica grupal, hay un conjunto de habilidades básicas.

Mostrarse participativo, pero sin pisar al resto de candidatos.

Si otro candidato tiene una buena idea, reconocerla y reforzarla en el grupo.

Si hay una situación de indecisión en el grupo, tomar la iniciativa y abrir un camino a la decisión.

Si alguien te hace una crítica, no entres al trapo, defiéndete sin atacar.

En general, se valorarán nuestras habilidades de autocontrol, de escucha empática, asertividad, capacidad de trabajo en equipo, planificación, cooperación y liderazgo.

8. Si la cosa no sale bien, no te desanimes.

Analiza lo que has hecho bien, y también lo que has hecho mal, la próxima vez te saldrá mucho mejor.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

¿Necesitamos líderes?

¿Necesitamos líderes?

El poder está presente en los seres humanos y en los animales sociales como una motivación primordial y básica.

Algunos individuos ostentan el poder, otros tienden a dejarse llevar y acomodarse en su regazo. Funcionamos como el sistema de pastor y rebaño. Incluso, hay autores que insisten en la base genética del liderazgo  y en factores de la personalidad que nos llevan a ser líderes naturales o a no serlo (Bermúdez de Castro) y, por lo tanto, sentirnos más cómodos siendo dirigidos. De hecho, hay más cantidad de individuos que no presentan los rasgos y características de un líder que aquellos que sí las presentan.

La palabra líder significa dirigente o jefe y procede del inglés leader (raíz: leden) que significa "guiar" o "mostrar el camino". El liderazgo es la capacidad que tiene una persona para comprometer al grupo en la consecución de objetivos comunes.

Los individuos sociales necesitamos líderes que nos guíen: ciertamente necesitamos algún tipo de liderazgo. El liderazgo nos ayuda a organizarnos, desarrollar autocontrol, sentirnos seguros y es necesario para el funcionamiento social, para que todo esté en orden.

La etología nos puede dar mucha luz sobre las funciones del liderazgo. En el mundo de los chimpancés (Jane Goodall), por ejemplo, los líderes se encargan de la defensa del territorio, organizan la búsqueda de comida, median en los conflictos del grupo y en las disputas, enseñan a los miembros de su clan, ayudan al débil… También es cierto que reciben privilegios: acicalamiento, comida… Estos líderes no se mantienen de por vida en el cargo, no están más de 7 u 8 años, incluso, facilitan ser sustituidos por otros machos del grupo. En los chimpancés también se ha observado la coalición de las hembras para apartar a los líderes déspotas. El líder en este contexto natural, busca el bien común. Parece que tiene toda la lógica, de cara a la supervivencia. Un aprovechamiento egoísta de este rol habría acabado con estos grupos.

Según estudios antropológicos y paleontológicos, los seres humanos funcionaban en grupos con uno o varios líderes que eran elegidos por sus dotes y destrezas, para determinadas tareas importantes de cara a la supervivencia. La cooperación unida a un liderazgo eficaz ayudaban a que las cosas funcionasen.

¿Qué nos ha ocurrido? No parece que ahora todo sea tan fácil.

A partir del sedentarismo y el excedente económico la cosa cambió, y los "jefes" se encargaban de gestionar la producción y el control de la riqueza. Desde entonces, el liderazgo absoluto y despótico ha sido la tónica general. Con la llegada del pensamiento científico volvemos a elegir a nuestros líderes. Aún así, no parece que el poder responda a las funciones para las que naturalmente servía en nuestra especie.

El problema radica en la cantidad de poder (el ámbito de control de ese poder y los límites del mismo) y en la duración de ese poder.

El poder aporta seguridad, prestigio, estatus, control, privilegios, pero conlleva una gran responsabilidad, soportar dosis elevadas de estrés (en los animales que ejercen el liderazgo se observa una mayor cantidad de hormonas del estrés), un gran reto, además, conlleva soledad.Y no todos los dirigentes tienen las competencias psicológicas necesarias para sostener todo esto.

El poder achanta o corrompe.

Un líder soporta una gran presión que puede no saber manejar, entonces pierde toda su credibilidad como líder. Además, tenemos líderes que no lo son en realidad, sino que se trata de dirigentes a los que se forma para asumir ese rol, y en muchas ocasiones no se consigue, ya que no sólo se requiere de un conjunto de conocimientos y aptitudes, sino de un estilo de personalidad afín con dicho estatus que no es modificable al cien por cien y ni mucho menos a corto plazo. Estos líderes son inseguros si no lo tienen todo bajo control, no saben gestionar el miedo ni manejar la incertidumbre, mostrando indecisión y dudas.

Un líder también puede desarrollar una gran codicia para no perder sus privilegios o distorsionar su propia identidad como líder, creyéndose invencible y un ser superior. En este último sentido, el estudio psicológico de muchos de los grandes líderes de la historia de la humanidad refleja la presencia de personalidades narcisistas y psicopáticas, por supuesto con grandes dotes para la manipulación. Las emociones más presentes en este perfil de líderes son: la envidia, los celos, la soberbia, el desprecio y la ausencia de culpabilidad o vergüenza. Estos líderes son difíciles de derrocar, suelen rodearse de colaboradores inferiores a ellos y servirse del miedo y la incertidumbre para generar experiencias de indefensión e inacción a su alrededor. En este punto, han perdido el objetivo que les llevó al poder.

El liderazgo positivo

Un líder positivo es aquel que tiene los conocimientos y habilidades necesarios para aplicarlos en su ámbito de liderazgo, tiene visión, sabe anticiparse y tener claras las metas de cara al futuro, es creativo y proactivo en la resolución de problemas buscando soluciones, sabe trabajar en equipo y delegar en las personas adecuadas, tiene carisma, capacidad y habilidades para comunicarse de manera asertiva, ofrece soluciones satisfactorias para el grupo, es empático y motivador, centrándose en las potencialidades del grupo, se sitúa en un enfoque gana-gana, sabe gestionar sus emociones y las del grupo, maneja la incontrolabilidad y la incertidumbre, asume la responsabilidad ante los fracasos y sabe atribuir lo éxitos a su equipo, también es importante que sientan humildad y optimismo. La ambición y la atracción por el reto están presentes en ellos pero no presentan de manera patológica envidia o celos y son sensibles a la culpa y la vergüenza. Un líder positivo también tiene que disfrutar dirigiendo y liderando.

En cualquier caso, a pesar de estas cualidades, el líder no puede dominar todo el tiempo estos recursos, paro ello, es fundamental la regulación del poder para que tenga límites y mecanismos de control, y la importancia de no mantenerse en él un exceso de tiempo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece