Relaciones sanas: La importancia de dar y recibir

Los vínculos personales se basan en una confianza mútua, y esto implica tener una relación sana con el hecho de dar y recibir. Este equilibrio consideramos que es muy importante en psicoterapia en nuestro centro de Psicología.

Dar implica ofrecer ayuda, apoyo, tiempo… pero también, darse al otro sin tener que ocultar nada, sin tener que disimular nuestra vulnerabilidad. Pero dar sin recibir es algo que queda a medias, sería como estar en una relación asimétrica donde no se fluye un equilibrio entre las partes.

Saber dar también implica, saber recibir.

Recibir desde la humildad de la necesidad, desde el respeto a lo que el otro puede dar, desde el agradecimieno y el dejarse sostener. Recibir, nos coloca en la vulnerabilidad, y aveces, nos cuesta asumir esa parte de nosotros.

Como véis, dar y recibir son dos caras de una misma moneda a la hora de establecer vínculos seguros y saludables.

Me vienen estas cuestiones para la reflexión.

¿Cómo es mi forma de dar?

¿Inhibo algo al dar o darme?

¿Doy desde el paternalismo?

¿Doy para recibir?

¿Doy lo que yo necesito recibir?

¿Doy sólo si me piden?

¿Siento que invado si doy?

¿Hay cosas que doy que no funcionan de una manera sana?

¿Cómo es mi forma de recibir?

¿Acepto lo que me dan?

¿Me siento de menos si me dan?

¿Cierro la posibilidadd de que me den?

¿Pido todo el rato?

¿Siento que recibo poco de lso demás?

¿Siento que lo que recibo no es para mí y añoro lo que recibien otros?

¿Me justifico si pido?

¿Me cuesta agradecer?

En las relaciones humanas sanas, cuando nos piden nos sentimos dignos de la confianza del otro, y esto refuerza dichas relaciones. Cuando damos nos sentimos valiosos para la otra persona y para la propia relación que compartimos. Nos sentimos valiosos para el mundo.

Cuando pedimos o nos dan, mostramos al otro la humildad que nos hace iguales y esto, favorece las relaciones equitativas. Nos mostramos abiertos y vulnerables al otro, y se refuerza la intimidad en las relaciones y la sensación de unión y equipo.

Lo que sentimos en el proceso de dar y recibir es esencial par ael vínculo sano: alegría, agradecimiento, confianza, consuelo, alivio, humildad…

Probadlo estos días y nos contais vuestras reflexiones.

Cuando los niños/as no quieren ir al cole... ¿Qué podemos hacer?

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Es normal que en ocasiones los/las niños/as no quieran ir al colegio, sobre todo al principio, durante los primeros días tras la vacacione sin embargo, cuando esta situación está ocurriendo muy a menudo, es indispensable prestarle más atención para tratar de resolverla, lo más probable es que estemos hablando de un problema que ocurre de manera frecuente, por lo que es necesario analizar y tomar en cuenta ciertos aspectos relacionados con la situación para determinar qué es lo que está ocurriendo realmente y qué es lo que está provocando este tipo de reacción en tu hijo/a.

¿Cuándo comenzó a no querer ir al colegio? 

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La primera pregunta que nos tenemos que hacer es esta, ya que partiendo de ahí vamos a poder delimitar mejor el problema y, por lo consiguiente, encontrar una mejor solución.

¿Qué fue lo que sucedía en ese entonces? 

Después de tener claro cuando comenzó el problema, debemos de relacionarlo con la situación que estaba viviendo el/la niño/a en aquel momento. Por ejemplo, puede ser que cuando haya comenzado a no querer ir al colegio, hayan comenzado también a haber problemas en casa, ocurrió el nacimiento de un/a hermano/a,  una mudanza, una enfermedad o fallecimiento de algún familiar, separación de los padres, etc.

¿Se trata de un problema médico? 

Es muy importante descartar desde el principio que esta situación no se trata de algún problema médico. Para ello, es necesario estar atento a la serie de síntomas que presenta el niño/a y llevarle a consulta con su pediatra.

¿Tiene algún problema en el colegio? 

Es necesario que estés totalmente informado/a acerca de la situación de tu hijo/a en el colegio. Investiga cómo es la relación que tiene con sus compañeros/as y con sus profesores/as.

¿Le ocurre también a otros/as niños/as dentro de ese colegio? 

El mantenerte en contacto con otras madres y padres y hablar con ellas y ellos acerca de la situación puede ayudarte a darte cuenta si lo que le ocurre a tu hijo/a también les sucede a otros/as.

 

Algunos de los consejos que puedes tener en cuenta si tu hijo/a no quiere ir al colegio son los siguientes:

1.Mantén una buena comunicación con él/ella. 

Es necesario que mantengas siempre una buena comunicación con tu hijo/a,  que te ganes su confianza y no se sienta juzgado/a por nada de lo que te pueda contar. Acércate y pregúntale que tal lo ha pasado en el colegio, cómo se lleva con sus amigos/as y con sus profesores/asentre otras cosas, esto sin duda te brindará las pistas necesarias para que puedas encontrar el origen del problema.

2. Observa el comportamiento de tu hijo/a. 

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Presta atención a las señales que te puede estar dando tu hijo/a. Es probable que no te exprese lo que le ocurre por medio de las palabras, pero ello se puede ver reflejado claramente por medio de sus juegos y/o dibujos. También por medio de sus acciones, ya que puede estar actuando de manera diferente a como lo hacía normalmente. Otra cosa que también es importante tomar en cuenta es observar el comportamiento del/a niño/a en distintas situaciones y así mismo saber si se trata de un problema más relacionado con el colegio o con él/ella mismo/a.

3. Habla con sus profesores/as. 

Visita a sus profesores/as y habla con ellos/as acerca de tu hijo/a. Puedes informartes acerca de su comportamiento en la clase, la relación que tiene con sus compañeros/as, etc. El caso es que te asegures que tu hijo/a se encuentra en un ambiente escolar adecuado en donde se sienta feliz y seguro.

4. Establece una rutina diaria. 

Es importante que en la medida de lo posible establezcas un horario determinado al que el/la niño/a deberá adaptarse. Esto quiere decir que tendrá una hora para levantarse, para ducharse, para hacer sus deberes, para jugar, dormir, etc.

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5. Recibe orientación de un/a profesionalpara que te guíe y ayude a saber cómo manejar esta situación.

Un/una psicólogo/a se encargará de evaluar con profundidad la situación por la que está atravesando tu hijo/a y te ayudará a encontrar cuál es el origen del problema y así mismo ofrecerte las soluciones más convenientes para resolverlo: le ayudará a sentirse mejor en el colegio y en cualquier ámbito en el que se desenvuelva.

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga

Grupo Crece

 

 

La prevención de la adición a los juegos en nuestros hijos e hijas

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Los juegos de azar están cada vez más al alcance de nuestros jóvenes. Sin un control adecuado, las consecuencias pueden ser graves. En los últimos años, se ha incrementado la incidencia de adicciones al juego entre nuestros/as adolescentes. La publicidad y los juegos de apuestas online lo han agravado. Es muy necesario y especialmente urgente, que tanto padres/madres, profesores/as y educadores/as en general tomemos cartas en el asunto para prevenir problemas de ludopatía en los/las menores.

La ludopatía es un trastorno adictivo que refleja una conducta de juego persistente y desadaptativa. Para la persona que lo padece, se convierte en algo imprescindible en su vida y una prioridad, porque comienza a dejar de lado otras necesidades y objetivos. Fracasa en sus intentos para dejar de jugar y se muestra irritable e inquieto cuando lo hace.

¿Por qué son adictivos los juegos?

1.      Se componen de una serie de luces y de estímulos auditivos muy atractivos y llamativos que se utilizan como reclamo.

2.      La recompensa no es inmediata, se trata de un refuerzo intermitente y aleatorio. Este tipo de refuerzos son los más potentes y atractivos para mantener la conducta de juego y los hace más difícil de eliminarla.

3.      Proporcionan la capacidad para huir y evadirse de la realidad. Muchas personas lo utilizan para aliviar su malestar.

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Los juegos de azar y de apuestas son los que más adicción provocan porque la obtención de la recompensa es imprevisible. Son juegos cada vez más accesibles y disponibles a pesar de estar prohibidos hasta la mayoría de edad. Pero además, ha surgido un nuevo tipo de videojuegos que incorpora elementos relacionados con el azar. Muchos de ellos ofrecen opciones de compra que permiten obtener contenido adicional para el juego y muchas veces la recompensa es aleatoria, por eso es cada vez más difícil diferenciar entre juegos de azar y videojuegos.

Esto repercute negativamente en nuestros/as jóvenes que de forma poco clara se ven inmersos en este tipo de dinámicas adictivas.

¿Cómo prevenir la ludopatía en nuestros/as jóvenes?

1.      Es importante protegerlos de la exposición a los mensajes publicitarios tan normalizados en horarios supuestamente protegidos para los/las menores. Por ello la familia es clave: las actitudes familiares hacia el juego para crear impacto en las creencias del menor. Debemos trasmitirle el peligro y seriedad de estas conductas, tanto con nuestras palabras como con nuestros actos. Informarles sobre el riesgo y los mecanismos de adicción al juego para que tenga un efecto preventivo. Negarnos al desembolso económico en algunos juegos que nos pidan ofreciéndoles argumentos claros por los que no estamos de acuerdo.

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2.      Ofrecerles alternativas de ocio incompatibles con el juego, darles entretenimientos (deporte, cocinar, salir con amigos, salir al aire libre…), incluirles en juegos con otros/as jóvenes donde puedan practicar otro tipo de hobbies.

3.      Adecuar las nuevas tecnologías (smartphones y otros dispositivos con vía libre a internet) a su edad y momento de desarrollo. Supervisar el tiempo que pasan online y especialmente a los contenidos a los que acceden.

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4.      Pasar más tiempo con ellos/as: dedicarles tiempo para escucharles, jugar con ellos, ofrecerles nuestra disponibilidad para atenderles y disfrutar con ellos/a

Dedicaremos más espacio para ahondar más en el preocupante mundo de la adicción a las nuevas tecnologías en nuestros/as jóvenes.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Lo siento, lo hago: lo aprendo. La importancia de lo vivencial y lo práctico en el aprendizaje y la superación personal

El aprendizaje no está únicamente en nuestra razón, esto es, en nuestros pensamientos, sino que radica en la propia experiencia de sentir y de hacer.


Por eso, nuestro modo de entender la formación, está muy ligada a lo terapéutico, a lo vivencial y a lo práctico.


¿Pensáis que podemos convencer a una persona a cambiar su negatividad, por más que les enseñemos a interpretar mejor sus pensamientos, si no le hacemos conectar con sus emociones?, ¿y si le diéramos la opción de hacerlo de forma distinta, exponiéndole precisamente a ello?. Esto lo podríamos generalizar a muchos otros aspectos, como aprender la habilidad de ser más asertivo o ser capaz de superar una fobia.

Para producir cambios y conseguir una actitud más asertiva ante la vida, por ejemplo, es necesario exponerse a las emociones que nos bloquean esa capacidad de ser asertivo. Yo puedo tener muy claro que necesito y deseo poner un límite, pero es posible que me sienta incapaz de ello. Necesito conectar con esa emoción, para vivirla, para entenderla y para poder gestionarla, y sólo eso me permitirá ser libre para ejercer mi capacidad de poner un límite o moverme en torno al objetivo que me he marcado. Luego tendré que poner en práctica esa actitud y ser capaz de visualizarme haciéndolo, por más raro que me parezca o note que case pococonmigo.

Existen ejercicios para sentir, percibir y explorar nuestras emociones. Son las denominadas dinámicas vivenciales. A través de ellas, accedemos al contenido emocional, para un mayor autoconocimiento y por tanto mejor gestión emocional. Estás dinámicas pueden ser corporales a través de la danza y la música, a través del arte, de la imaginación o los recuerdos.

Los ejercicios prácticos, consisten en llevar a la realidad aquella situación que quiero aprender o que me cuesta afrontar. Pueden consistir en meras exposiciones a los miedos, como salir a la calle si tengo fobia, enfrentarme ante una audiencia a exponer si temo hablar en público, o representando un conflicto familiar o de trabajo que tengo atravesado, como una crítica, una petición de aumento de salario o la difícil conversación a la hora de decidir dejar una relación importante.


Estos ejercicios, se pueden desarrollar a través de role-play, donde se escenifican las situaciones, mediante exposiciones propiamente dichas,o con ejercicios psicodramáticos. Los role play pueden incluso grabarse para tener video-feedback y que la propia persona se perciba enfrentándose o resolviendo una situación con éxito.

¿A qué estás esperando? ¡Atrévete a superarte!


El engaño del positivismo y la apología del éxito

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Vivimos en una sociedad llena de soberbia y desconectada de la realidad. Nos falta reflexión. Vivimos hipnotizados por un pensamiento positivo superficial que usamos como “soma” para vivir en una falacia de realidad. Nos guiamos por objetivos vitales que no tiene nada que ver con nuestras necesidades o deseos sono que están marcados desde “lo que se espera que debo desear”.

Sí nos remontamos al padre de la filosofía, Socrates, encontramos un modo de aproximarse a la realidad repleto de humildad y lucidez, bien lejos de como nos posicionamos ahora ante el mundo. Socrates defendía que cualquier persona podía estar acertada o equivocada, el método socratico no daba nada por sentado y aceptaba la ignorancia básica que nos imbuía a todos los seres humanos. Su método recogido por la psicología y usado también como técnica en el coaching, denominado diálogo socratico, consiste en hacerse preguntas y establecer una reflexión profunda acerca de las diferentes cuestiones, pero abriendo la opción a equivocarse y reconocer nuestra propia ignorancia con humildad.

No parece que nuestro mundo cultive mucho la reflexión. Y, sin embargo, es una clave muy importante para adptarnos alas circunstancias de la vida y para encontrar un equilibrio personal.

Nos invaden un conjunto de paradigmas que son peligrosos para la construcción de una personalidad sana, para el manejo del estrés y para nuestro bienestar psicológico.

Me gustaría destacar tres de ellos:

1. Pensamiento positivo banal y vacío. Y consecuente rechazo a emociones "negativas" como la tristeza, la frustración o la ansiedad.

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"Piensa en positivo y lo lograrás", "enfócate hacia el éxito", "si quieres puedes", "eres el dueño de tus emociones", "todo está en tu mente".... Son las ideas que están detrás de ese mundo de color de rosa que parece al alcance de cualquiera que sea lo "suficientemente listo". Ideas que nos venden ciertos "gurús" que han pasado por ello, creyeron en sí mismos y lo lograron y además descubrieron que el camino era fácil y al alcance de quien "estuviera lo suficientemente iluminado para creer". Un mundo tentador libre de sufrimiento al que es fácil sucumbir porque nos da la apariencia de que en él podemos satisfacer nuestras necesidades más importantes.

Nada más lejos de la realidad. Este tipo de planteamiento desarrolla en las personas un hábito de evitacion en lugar de un hábito de afrontamiento. Y a largo plazo aumenta la probabilidad de sufrir estrés, depresión y ansiedad patológicos.

Cada uno de nosotros tal y como decía Ortega y Gaset, somos nosotros y nuestras circunstancias y afrontar la vida no es algo fácil, implica esfuerzo, implica fracasar, implica acertar, volver a fracasar, tener un poco de suerte..., o no. La clave está en llevar una mochila de herramientas que nos ayuden a lidiar en los malos momentos y nos facilite ir tomando las decisiones más alineadas con nuestras necesidades, las auténticas necesidades de cada cual, no las que la sociedad nos
"vende" como aquellas únicamente válidas.

La vida a nivel individual y colectivo, muchas veces, no es color de rosa y la única alternativa posible es aprender a afrontarlo.

2. El castigo social a la falta de "productividad" y la exaltación de un "tipo determinado de éxito".

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Desde cierto enfoque que yo denomino pseudo terapias, pseudo coaching, pseudo educación se nos lleva a pensar que cierto tipo de "triunfo" es el único modo para ser considerado un individuo digno de validación.

"Educación para la excelencia", "formación para ser un profesional de élite", "alcanza el éxito" son eslóganes muy explotados en nuestra sociedad y que acaban atrapandonos de tal modo que tal curso, tal terapia, tal producto... nos llevan a engancharnos en una meta, que al ser inalcanzable, nos introduce en un círculo vivioso de frustración, insatisfacción y estrés.

El único modo de rendimiento viable es el que se traduce en productividad. Para ello necesitamos estar hioeractivos para convertirnos en esos superhombre y supermujeres que la sociedad espera de nosotros.

La falta de enfoque en metas adecuadas a cada cual, y vivir deprisa para ser productivos provocan precisamente que desperdiciemos nuestra vida y nos sintamos desconectados ya que en el fondo no estamos ni siquiera sabiendo que es lo importante para nosotras y nosotros, nos desconectamos de la realidad.

La personas necesitamos parar, mirar, atender, escuchar, contemplar, hacia afuera y hacia adentro para ver lo esencial. A veces hipoatendemos porque no paramos y otras veces, nos vamos al extremo, a la hiperatencion, y no desconectamos la mente, entrando en un pensamiento obsesivo y agotador.

3. Falacia de control, de autonomía e independencia.

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Nos hemos olvidado de lo que nos hace humanos y es el vínculo con el otro. Somos porque hay otros. La base de una identidad sana está en el vínculo dependiente que establecemos con nuestras figuras de apego originales, y posteriormente en el mantenimiento de vínculos sanos el resto de la vida.

Vínculo sano implica poder desarrollar un grado de autonomía suficiente para sentirme un individuo único con su propia identidad, deseos y necesidades pero que es capaz de vincularse con los demás y vivir en sociedad de manera interdependente.

Hemos llegado hasta aquí gracias al amor y a la cooperación. Sin estos ingredientes no hubiésemos sobrevivido como especie, del mismo modo que los bebés no se desarrollan ni física ni psicológicamente, si carecen de estos componentes en los primeros años de vida.

El éxito que cada cual consiga nunca es un logro individual, siempre será un logro colectivo.

La tendencia a no compartir el éxito, en nuestra sociedad nos lleva al aislamiento, la desvinculación y a la soledad. La soberbia de sentir que el control está en cada cual, que podemos lograrlo todo y somos omnipotente nos lleva a la indefension, ya que en el fondo somos limitados y no queda otra que aceptarlo.

Todo esto se traduce en una mayor incidencia de trastornos de la personalidad, ansiedad y depresión, y de la construcción de una sociedad que funciona en el cortoplacismo, realizando una huida hacia delante sin reflexión ni profundidad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¡Disfruta de tu familia en vacaciones!

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Con la llegada de las vacaciones se nos presenta un nuevo escenario familiar: 24 horas de presencia de los hijos/as  junto a sus padres y madres.

¿Cómo poder disfrutar de estar juntos  y de convivir en familia sin desgastarnos en el intento?

¿Se trata de buscar actividades para los hijos e hijas con el fin de que estén entretenidos o para evitar el desgaste de la convivencia? 

Las estadísticas nos muestran que aumentan las separaciones conyugales en el periodo vacacional así como el deseo de que los niños comiencen el colegio.

¿Estamos perdiendo la capacidad de convivir juntos sin las rutinas del día a día?

Las vacaciones generan mucha convivencia, y la convivencia muchos roces. Así que os proponemos algunas ideas para disfrutarlas con los hijos e hijas y con la pareja, disfrutar en familia:

1. Procurad comer todos juntos y simplemente mira a tu familia y diles lo que te gusta estar con ellos, evitando televisión, móvil y cualquier aparato tecnológico distractor. Evitad este momento para hablar de problemas, dificultades o cualquier clase de conflicto.

2. Intentad utilizar un lenguaje positivo hacia vuestra familia. Así vuestros/as hijos/as, la pareja,  escucharán cosas agradables de ellos mismos y ellos harán lo propio gracias al efecto espejo o modelado.

3. Buscad espacios personales independientes para leer, nadar, hacer deporte, dormir siestas, tomar el sol, caminar, etc. Esto os dará un buen momento de oxigenación y otra fuente de conversación para compartir en familia cuando estéis de nuevo juntos.

4. Evitad los motivos de enfado tan frecuentes en el día a día, sed más flexibles y aplicar la técnica del “colador”: priorizar los conflictos y desavenencias, no todos tienen la misma importancia (“hacer perfectamente la cama, ahora no es tan importante”, por ejemplo). Las vacaciones son una oportunidad para disfrutar de tu pareja, de tus hijos/as y esta es una tarea que nos obliga  a todos/as.

5. Si vuestros/as hijos/as se aburren, no os enfadéis, relativizad. Vuestra tarea no es entretenerles todo el tiempo, el aburrimiento es una emoción necesaria y una buena oportunidad para trabajar la creatividad.

6. Procurad cocinar todos juntos, en equipo. Llevarlos al mercado, hacer la compra, enseñar a cocinar,  es una manera de aprender a tener gusto, orden y disciplina.

7.- Cantad y bailad delante de vuestros hijos e hijas en casa, en el coche, pero cantad juntos. Poned la música a tope y a cantar y bailar.

8. Daros muestras de cariño. Los hijos necesitan ver como sus padres y madres manifiestan su amor. Aunque ellos pongan cara de horror.

10.- Disfrutad del aquí y ahora. El disfrute no quiere decir que no haya situaciones complicadas, la convivencia genera molestias, molestias inevitables. No estéis tan pendientes de lo molesto y valorad lo positivo.

La convivencia genera momentos de malestar y de bienestar. Disfrutadde los buenos y entonces estaréis enseñando a vuestros hijos/as cómo se disfruta en y de la familia.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga

Grupo Crece

 

Familias nutritivas: 9 ingredientes fundamentales

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Las familias funcionales o “nutritivas” son aquellas capaces de cubrir las necesidades básicas materiales y emocionales de sus miembros: tienen líneas de comunicación abiertas y efectivas, ofrecen y dan apoyo incondicional a cada uno de sus miembros cuando lo necesitan, dividen claramente los roles, respetan y fomentan la individualidad, tienen normas claras y precisas pero flexibles, nunca fuerzan las decisiones de cada uno y son capaces de transformarse, adaptarse a los cambios y afrontar las diferentes etapas de la vida de todos.

En la actualidad, la vida social se encuentra en una situación crítica, con un aislamiento cada vez mayor debido a los cambios en la tecnología, que muchas veces acerca a los/las que están lejos pero aleja a los/las que están cerca. Una familia armónica y funcional está bajo la guía de padres y madres que leen con sus hijos e hijas, hablan con ellos/as y entre sí, los escuchan y comprenden, pasan momentos felices cuando están todos/as juntos/as.

Unos buenos ingredientes para crear una buena familia serían los siguientes:

1.      Cada familia es un equipo.

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Sus integrantes están unidos, además de por el afecto, por un objetivo común: procurar el bienestar de cada uno de ellos. En una familia no todos tienen las mismas capacidades y no debe ser equitativo sino operativo. Se trata de procurar a cada uno/a lo que necesita pidiéndole lo mejor de aquello en lo que sea más apto/a. No se intenta que todos aporten lo mismo sino encontrar el mejor resultado. Al igual que en cualquier equipo, si desconozco el lugar en el que juego, se esfuma mi mejor posibilidad de jugar bien. Debemos valorar y hasta celebrar las diferencias.

 

2.      Las normas deben ser claras.

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Los límites han de ser claros y razonados. Se debe procurar y fomentar la realización personal y el crecimiento individual de los miembros. En las familias funcionales hay normas que todos conocen y aceptan, pero son flexibles.

 

 3.      La plasticidad para afrontar constantemente las distintas situaciones por las que se atraviesa.

Tanto por lo que sucede a su alrededor como por los cambios que se producen en su seno. La plasticidad implica la capacidad y preparación para adaptarse a los cambios.

 

4.      El respeto a la individualidad.

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Ser un equipo no significa olvidar que somos seres individuales y que tenemos necesidades y deseos propios (actividades y vínculos que están fuera de la familia). Deseos que el resto deberían alentar cuando les produce felicidad a ese miembro (siempre que sean sanos y no amenazantes para la integración de la familia). Aceptar los espacios personales supone un crecimiento para el grupo.

 

5.      La comunicación como eje dentro y fuera de la familia.

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No sólo como herramienta de resolución de conflictos, también como herramienta para crear lazos entre los miembros. La comunicación ha de ser clara, directa y honesta y se debe motivar a todos y a todas a expresar sentimientos y necesidades, evitando con ello la negación, el engaño y el autoritarismo.

 

6.      La confianza.

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Significa creer en el otro. Es la convicción de que si elotro me dice algo, es verdad. “Si no quieres que te mientan, no mientas” y mucho menos para salvar la imagen que tus hijos e hijas tienen de ti.

 

7.      El apoyo incondicional.

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“No importa cuál sea el problema, puedes contar siempre conmigo porque somos una familia”. Los vínculos se ven fortalecidos por los tiempos compartidos, las rutinas, las cosas que disfrutamos en compañía. La familia se define más que ningún otro vínculo por el hecho de que compartimos la cotidianidad.

8.      Cuidar la autoestima.

Una buena autoestima familiar consiste en que se vea fortalecida, orgullosa por la opinión que cada uno de sus miembros tiene de ella como grupo (no solo en que cada uno se sienta valioso/a de ser quien es dentro y fuera de ese entorno). Es muy importante que los padres y madres tengan una buena autoestima y un excelente vínculo entre ellos como pareja.

 

9.      Y en el centro el amor.

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Entendido como el compromiso de lograr el bienestar de cada uno de los miembros de la familia. El amor como una profunda satisfacción de que el/la otro/a trabaje para ser la mejor versión de sí mismo/a. Si dentro de una familia conseguimos amarnos así, es muy probable que estemos en el mejor de los lugares para desarrollar los otros ingredientes de las que hemos hablado.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloa educativa y familiar

Grupo Crece

Wiko sale de la madriguera

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Wiko era un conejo que vivía en una madriguera. Vivía con sus padres y nunca había salido al mundo exterior. Sus padres siempre le decían:

-Ahí fuera hay muchos animales diferentes y tú eres muy pequeñito para entenderlos.

Aunque Wiko tenía un laberinto superdivertido por el que correr bajo tierra, estaba aburrido de pasar los días solo, viendo siempre lo mismo. Un día, mientras corría por uno de los pasillos del laberinto, Wiko vio que la tierra se había desprendido, creando una salida hacia el exterior. Wiko no pudo resistir la tentación y salió al mundo, tal y como tantas veces había deseado.

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Lo primero que vio fue un ratón. Le saludó muy efusivamente dejándose llevar por la emoción del momento. El ratón pegó un gran salto acompañado de un gritito y salió corriendo a esconderse detrás de una roca. Wiko le persiguió, ya que no sabía qué le pasaba al ratón, qué emoción le hacía comportarse así. ¡Llevaba tanto tiempo aburrido en su mundo bajo tierra que no conocía otras emociones! Al alcanzarle, el ratón le dijo:

-Por favor, no me hagas nada. Haré lo que me pidas con tal de no tener problemas.

Wiko no entendía nada, así que le preguntó:

-¿Por qué dices eso?

 El ratón le contestó:

-Tengo miedo de que me hagas algo. Me da mucha vergüenzaconocer a gente nueva… así que te diré que sí a todo con tal de no tener problemas.

Wiko le contestó asombrado:

-Pero entonces, ¿cómo nos lo vamos a pasar bien juntos? Si siempre te escondes y solo me das la razón ¡va a ser un rollo!

Muy defraudado, Wiko siguió explorando pensando:

-Mis padres siempre dicen que hay muchos animales diferentes. Seguro que encuentro alguno que sea un buen amigo.

Absorto en sus pensamientos, cayó a un lugar que nunca había conocido: ¡el agua! Pero lejos de asustarse, empezó a reírse a carcajadas. ¡Qué divertido era chapotear en aquel río! Y de repente, Wiko sintió un intenso dolor en una patita: ¡en el agua había una piraña mordiéndole! Wiko consiguió zafarse del mordisco, pero la piraña empezó a gritarle:

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-¡Eh, cobarde! ¿Qué pasa que no peleas? ¡Aquí mando yo y te lo voy a demostrar!

Wiko, sin entender nada de lo que estaba pasando, le dijo:

-¿Por qué me tratas así?

La piraña le contestó:

-Porque aquí mando yo, y tú tienes que hacer lo que yo quiera. Y si me apetece morderte, te morderé, así que cuidado con enfadarme.

Wiko nadó con todas sus fuerzas y antes de alejarse del todo le gritó:

-¡Como trates así a los demás, nadie querrá ser tu amigo!

Wiko estaba confuso. Pensaba:

“Quizás mis padres tenían razón. Hay muchos animales diferentes y yo soy muy pequeño. Sería mejor que me quedara en la madriguera”.

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Y nadando, nadando, río abajo, Wiko llegó al mar. En ese momento, vio como otro animal se le acercaba, y no pudo evitar tener miedo. Pero el miedo se esfumó al ver la gran sonrisa de aquel delfín.

-¡Un conejo en el agua! ¡Qué alegría! ¡Siempre había tenido ganas de conocer a uno!

Wiko le contestó:

-Pues yo estaba deseando salir del agua. Una piraña me ha tratado muy mal.

El delfín le explicó:

-Sí, las pirañas no son buenas amigas, pero hay que ser valientes y decirles que no nos gusta que nos hagan daño. Menos mal que hay otros animales de los que hacerse amigos. A los delfines nos gusta tener muchos amigos para jugar, ayudarnos y darnos mimos.

Wiko no se lo podía creer. ¡Era justo lo que él había soñado! Los dos amigos pasaron toda la mañana jugando y divirtiéndose juntos. Ese día el delfín le enseñó a hacer piruetas y Wiko le enseñó a saltar lo más alto posible. Y desde entonces, Wiko y el delfín se reúnen de vez en cuando para jugar y hacerse compañía. Y los dos están muy felices.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece