Pensamientos que nos hacen daño... Hoy... el pensamiento de "Todo o nada"

Cuando buscamos dar explicación a las situaciones que nos suceden en nuestro día a día, no somos conscientes, pero nuestra cabeza en lugar de convertirse en una máquina perfecta que analiza la realidad y nos ayuda a tomar la mejor decisión, muy al contrario de lo que podríamos pensar, está tremendamente influida por motivaciones, deseos, expectativas y sobre todo emociones.

Todo esto nos lleva a cometer muchos errores a la hora de interpretar lo que nos sucede, sobre todo si es algo importante para nosotros.

Uno de esto errores es el "pensamiento de todo o nada", también conocido como pensamiento dicotómico o extremos del pensamiento.  Consiste en interpretar lo que nos sucede siempre en extremos sin tener en cuenta los términos medios. Este pensamiento nos lleva a ver las cosas como blancas o negras, verdaderas o falsas, buenas o malas... y por tanto dejamos de contemplar un amplio rango de interpretaciones que podrían ser mucho más acertadas.

¿Cómo nos afecta pensar de esta forma tan extrema?

A parte del error que se comete, pensar así repercutirá en cómo vamos a sentirnos y por tanto en lo que decidamos hacer. Un claro ejemplo sucede cuando nos sentimos deprimidos y pensamos: "soy un inútil, no sirvo para nada, todo lo hago mal"... todos estos pensamientos, aunque quede claro que son erróneos, nos llevarán a sentir emociones negativas como la tristeza, la rabia, la ira o la frustración, y sin darnos cuenta, al darlo por válido, nos llevará en este mismo ejemplo a quedarnos en casa, conservar la tristeza, llorar o no querer hablar con nadie.

¿Cómo podemos evitar caer en la trampa del todo o nada?

Entrenando nuestra cabeza, como si tuviésemos instalado un dispositivo de alarma que se activa cada vez que se produce un pensamiento de este tipo e, inmediatamente sometiéndolo a juicio. Al convertirnos en grandes detectores de pensamientos negativos podremos llegar a ser grandes cazadores de los mismos. Las emociones pueden darnos muchas pistas para encontrar estos pensamientos, y una vez que lo tengamos detectado preguntarnos:

¿De verdad no hago nunca nada bien?, ¿qué pruebas tengo de que soy un inútil?, ¿es cierto que todas las personas de mi alrededor son malas?, ¿que evidencia existe de que todo en el futuro me irá mal?, ¿es cierto todo esto que estoy pensando o estoy exagerando un poco?...

Las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a dar explicaciones más cercanas a la realidad, y por tanto también repercutirá en cómo nos sintamos y lo que decidamos hacer. En el ejemplo anterior, al lograr cambiar los pensamientos de todo o nada, la persona podrá darse cuenta de que no siempre se equivoca ni hace las cosas mal, que las personas de su alrededor, al igual que ella, cuentan con fortalezas y debilidades, y que en otras ocasiones ha sido capaz de hacer cosas por las que ha sentido orgullo.  Por tanto, probablemente los sentimientos de tristeza o frustración no serán tan intensos ni necesitaremos aislarnos del mundo.

Magnificar lo negativo y minimizar lo positivo

Predicciones catastróficas y magos del pensamiento

 

Las emociones y la supervivencia

Los sentimientos y emociones son los cimientos de nuestra mente. De todos los fenómenos mentales, los sentimientos y sus ingredientes emocionales son los menos conocidos en términos biológicos y neurobiológicos.

Las emociones nos preparan para manejar sucesos importantes sin pensar en lo que hay que hacer, por ello son muy primitivos en nuestra estructura cerebral y son básicos para la supervivencia de la especie y de muchas otras. Están relacionados con aspectos muy básicos a nivel biológico como los procesos metabólicos o el sistema inmunológico. Manejar adecuadamente nuestra emociones nos aporta por lo tanto salud y felicidad.

En el continuo evolutivo de las emociones y sentimientos encontramos.

  1. En un primer nivel: el proceso de metabolismo (mantiene a través de componentes químicos y mecánicos el equilibrio de las químicas internas), reflejos básicos (que reaccionan al ruido, la luminosidad, el calor o frío extremos… para replegarse y protegerse), el sistema inmune (el cual nos defiende de agentes peligrosos como virus, bacterias, parásitos).

  2. En un segundo nivel: comportamientos asociados al placer o al dolor con componentes de acercamiento o retirada (no nos tocamos una zona que nos duele y nos acercamos a fuentes de placer, expresamos el sufrimiento y dolor en la cara y en el cuerpo y abrimos y relajamos el cuerpo, liberando endorfinas ante las fuentes de placer).

  3. En el tercer nivel: instintos y motivaciones diversos, como la sed, el hambre, la curiosidad, la exploración, el juego y el sexo.

  4. En el cuarto nivel: Las emociones propiamente dichas (alegría, pena, miedo, vergüenza, orgullo… y sus expresiones faciales, vocales y corporales.

  5. En el quinto nivel: los sentimientos (las imágenes mentales de las emociones).

Todos estos dispositivos se activan al nacer o poco después con poca dependencia del aprendizaje (por ejemplo: llanto reactivo de los bebés). Sin embargo, el aprendizaje jugará un papel esencial a la hora de saber cuando desplegar estos dispositivos, con qué intensidad, o cuando inhibirlo.

Los niveles interactúan entre sí: por ejemplo el miedo, la tristeza o el asco inhiben el hambre, la sed y los impulsos sexuales, la satisfacción de los instintos produce felicidad, la frustración de los instintos produce cólera o tristeza. El manejo inadecuado de las emociones lleva a enfermedades que tiene que ver con los procesos metabólicos o autoinmunes.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

 

Educar sin gritar es posible

“¡Niño, deja ya de joder con la pelota! ¡Que eso no se hace, que eso no se dice, que eso no se toca!”...  Así recogía Joan Manuel Serrat la manera en la que nos dirigimos y asumimos la educación de “esos locos bajitos”, como los llama en su célebre canción. Y, en efecto, tanto en el ámbito escolar como en el familiar, es frecuente responder con el grito a todas las acciones de los niños que se escapan a nuestro control o a nuestra manera de entender los límites del comportamiento socialmente aceptado. Entre todos, hemos convertido al grito en un elemento central en la educación, enseñando a los niños a portarse bien para evitarlo y a aceptar solamente aquellos límites que se imponen con él. 

Es evidente que los límites son un elemento necesario en la educación y la salud mental de los pequeños,  pero si solo se establecen por medio de gritos, estamos perdiendo de vista otras maneras más efectivas y racionales de educar, y pecando de una rigidez y un reduccionismo que no nos benefician como padres y como educadores.

Adquirir nuevas actitudes en la forma de relacionarnos y educar a los niños, y, a la vez,  adaptar nuestras respuestas de un modo flexible a su comportamiento, variando el tono y el modo en el que nos dirigimos a ellos, reforzará nuestra figura de autoridad y nos mostrará como ejemplo de cómo abordar los problemas desde la razón, la contención y la templanza, no desde el descontrol que el grito lleva implícito.

Empatizando, validando, conteniendo, manejando los tiempos y negociando con nuestros hijos, manejaremos los conflictos desde un lugar en el que la relación padre/madre - hijo/hija saldrá reforzada.

  1. Empatizar, es decir, entender la posición, las motivaciones o el punto de vista desde el que nuestros niños actúan, nos ayudará a comprender muchas reacciones que desde nuestra perspectiva de adultos nos pueden parecer inadecuadas. Un ejemplo de empatía sería “Entiendo que quieras comer más chuches, ya has comido suficientes y no quiero que te pongas malito”.
  2. Validar la emoción que está empujando a nuestro hijo a actuar de una determinada manera, poniéndole nombre a lo que está sintiendo y quizá no esté sabiendo identificar, ayudará al niño en su desarrollo emocional y será una magnífica base desde la que aprender a manejar y gestionar sus emociones. Un ejemplo de validar serías “Veo que te ha enfadado mucho lo que te ha pasado en el cole, ¿quieres que hablemos de ello?”
  3. Contener las reacciones desmesuradas en las que el niño pueda dañarse, dándole alternativas desde la protección y la preocupación para expresarse sin ponerse en peligro, es una manera de acompañar al niño en los momentos en los que necesita una ayuda para manejar sus emociones y sensaciones, favoreciendo un vínculo sano entre padres e hijos.  Para ello tendremos que mantener un contacto visual y corporal con el que ayudemos al niño a contenerse y a expresarse de manera calmada y controlada.
  4. Manejar los tiempos y nuestras propias emociones cuando tratamos con los niños es una manera de demostrarles respeto y permitirles desarrollar su autonomía. La falta de tiempo que gobierna nuestro día a día nos hace imponer nuestros ritmos  a los peques sin tener en cuenta sus necesidades. Pararnos a respirar y plantearnos si nos estamos poniendo nerviosos porque nuestro hijo se ata muy lento los zapatos, o si es porque nosotros no tenemos tiempo para permitirle automatizar la lazada, nos evitará manejarnos desde la rabia con el niño.
  5. Negociar y llegar a acuerdos comunes favorece el encuentro entre padres e hijos. Es una manera, además, de ofrecer a los pequeños un entrenamiento en empatizar, conectar con sus necesidades, generar alternativas y tolerar la frustración. Para ello nos ayudará tener claro qué aspectos de la educación estamos dispuestos a negociar y cuáles son nuestros límites, además de tener una actitud abierta y flexible a las propuestas de nuestros hijos.

 Al establecer límites desde estas posiciones apostaremos por una relación en la que el respeto entre padres e hijos o entre niños y adultos tendrá un origen sano y genuino y evitaremos inculcar una forma de respeto basada en el miedo.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Celos en los niños... tenemos un problema desde que nació el bebé

Ha nacido su hermanito y Jaime de 4 años tiene pelusa, no quiere que nadie mire al bebé, le quita sus cositas, quiere dormir en el cuarto de sus papás y volver a tener chupete. Está más "chinchoso" y se muestra más huraño. Jaime está teniendo celos, hasta hace poco era el centro de atención de todo su entorno y lo fue durante casi 4 años, de repente todo esto se ha acabado para él.

¿Y si mamá ahora no me quiere tanto? ¿Y si no me van a cuidar igual? Antes, todo el rato estaban conmigo, todo era para mí y ahora me dicen que tengo que compartir, pero qué es eso de compartir!!!!!!!!????????

Los celos forman parte de un proceso normal de adaptación a la nueva situación cuando nace un hermanito, no todos los niños lo experimentan y no todos lo experimentan de manera extrema.

Aunque nos parezca que sentir celos es destructivo e intentamos eliminar ese sentimiento de los niños o de nosotros mismos siendo adultos, los celos tienen un componente adaptativo muy importante, han posibilitado nuestra superviviencia, pro ello la selección natural los ha mantenido presentes en nuestro universo emocional.

Los celos están muy conectados con nuestra necesidad de apego y vínculo. el ser humano necesita vincularse par asentirse seguro, nacemos desprotegidos, con todo por aprender y muy vulnerables, necesitamos el contacto continuo con un adulto que nos alimente, nos consuele, nos estimule, nos proteja de los peligros... si aparece otro bebé la atención se divide y las posibilidades de superviviencia en un entorno hostil son mucho más bajas. Los celos son una lucha por la atención.

Una clave para prevenir y manejar los celos es fomentar un vínculo seguro con los hijos, no excesivamente dependiente. cuando el apego es dependiente (niños muy mimados o sobreprotegidos) o ambivalente (poca atención o atención excesiva para compensar la poca atención previa), el niño no establece un apego seguro en el que sabe que no le pasará nada y que le quieren aunque no estén a su lado o prestándole atención. Un niño con más celos quizá es un niño más inmaduro y más inseguro y debemos revisar el tipo de apego que le hemos ofrecido como adultos, par ir dosificando progresivamente la retirada de atención y empatizar con los celos del niño ya que detrás de los celos hay miedo y sufrimiento.

También iremos de una manera progresiva facilitando la relación del niño con el nuevo hermanito para ir inhibiendo la rabia que aparece como mecanismo de defensa, como solución a los celos. Esto lo cosnseguiremos fomentando la complicidad con "el príncipe destronado" al tiempo que favorecemos que éste empatice con el bebé: "¡¡¡Qué fastidio!!! el bebé vuelve a llorar Jaime, no me deja dormir ningún día, no como tú que ahora duermes de un tirón y ayudas a que mamá descanse" (mientras le damos un gran beso). "tú cuando eras pequeñito también llorabas, ¿sabes? igual que el hermanito, ¿me ayudas a mecerle?

Poco a poco, y siendo muy consistentes con estas estrategias, todo se irá normalizando en la medida en que el niño vaya construyendo una mayor autonomía y ese vínculo seguro, sintiendo que los demás están ahí para él aunque no estén siempre ofreciéndole atención.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo crece

 

Los líderes deportivos dan lecciones a los líderes políticos

Parece en nuestro país, hay mejores líderes deportivos que políticos, sin duda. En los últimos días estamos asistiendo a un ejemplo de buen liderazgo y de espíritu de equipo, promovido por el Atlético de Madrid y su entrenador “El Cholo Simeone", en un contexto en el que lo económico te hace estar en primera fila y si no es así no puedes ser nadie.

El carisma y la capacidad de comunicación, la humildad y el reconocimiento de los errores propios reconociendo los logros de los rivales, el respeto y la valoración por cada miembro del equipo, la cohesión y la unión capaz de generar, fortaleciendo los vínculos internos, la cooperación como herramienta clave, pensar en el bien del equipo por encima de todo, la persuasión frente a la imposición, la franqueza, el equilibrio del ego individual en aras del objetivo común, la exigencia para sacar lo mejor del otro sin la presión o la explotación, la capacidad de motivar en situaciones adversas y mantener la alegría y la autoestima altas, son las claves del auténtico líder.

Las personas necesitamos este tipo de líderes para conseguir crecer en la vida y mover el mundo, mover los equipos deportivos, mover las empresas, mover el país y movernos a nosotros mismos.

Los buenos líderes son auténticos y se muestran tal cual son, además son personas éticas y con habilidades para gestionar las emociones y mantener templanza y calma en las situaciones adversas, y prudencia en las épocas de bonanza.

El crecimiento personal es muy limitado con un liderazgo autoritario y negligente que es el que nos inunda por todos lados.

Y no es cierto que no existan personas capaces de ejercer este liderazgo, están ahí, pero quizá no han tenido la oportunidad de salir a la superficie. La presión de los poderosos es muy grande. Los árboles no nos dejan ver el bosque.

 

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Cuando llegan los hijos dónde queda la pareja...

La mayoría de las parejas recuerdan su noviazgo como una de las etapas más felices de su vida. Se trata de un periodo de emoción, descubrimiento, romanticismo y diversión. Sin embargo, es muy habitual, que se acabe sacrificando la diversión en la relación como consecuencia de la llegada de los hijos. Lo importante es comprender que es posible recuperar el disfrute y el ocio en las relaciones. Cuando no existe este tiempo entre los dos, se puede generar sentimientos de decepción, cansancio, estrés e inseguridad, que pueden derivar en verdaderas crisis de pareja o en conflictos personales por falta de tiempo para uno mismo.

Desde su nacimiento, los niños necesitan mucha atención y es el momento en que las necesidades individuales de cada progenitor, tienen que estar supeditadas, a los intereses comunes de su crianza y cuidado. El niño se convierte en el rey de la casa, el vínculo se prolonga en exceso y los padres no ven el momento de crear su propio espacio, un espacio que es necesario ganar, sin sentirse culpable, para recuperar parte de la vida en pareja y personal y un espacio que, además, beneficiará a los hijos, que también necesitan el suyo propio para empezar a desarrollar habilidades para su independencia.

Sin embargo, a veces, la falta de tiempo sólo constituye una excusa para cubrir una necesidad de otra naturaleza: dificultades de comprensión, la disminución de la actividad sexual con el embarazo y el postparto, las tensiones y el malhumor fruto del cansancio y de los cambios en la organización familiar, pueden hacer mella en la pareja. Resultará necesario descubrir dónde está el problema y encontrar la solución adecuada para cada caso.


Algunas claves para conciliar los niños y la pareja:


1. Hacer de la relación de pareja una de las prioridades. Los niños, el trabajo, las tareas domésticas, los amigos, la familia, las actividades comunitarias, las compras, la televisión, el ordenador, etc., compiten entre sí para robarnos el tiempo y energía. La relación entre dos progenitores determina la atmósfera de toda la familia por eso es fundamental que la relación entre adultos sea una de las principales prioridades. Ésta pierde posiciones en el escalafón y otras cosas se suman a la lista según avanza la vida por eso pueden surgir roces y distanciamiento. Al llevar la relación nuevamente a uno de los primeros puestos de la lista se consigue una mejora considerable.

2. Que cada uno asuma sus propias responsabilidades en la relación. Cada uno tiene que empezar a desarrollar su propio proyecto. Sólo hay una persona a la que se puede cambiar y es a uno mismo. A veces cuesta reconocer al otro tal y como es, pero no se puede ignorar que son dos personas distintas, con diferentes necesidades, inquietudes, deseos y miedos.

3. Mantener el respeto mutuo y la igualdad. Una relación sólo puede funcionar cuando cada miembro de la pareja respeta al otro y le ve como a un igual. Esto implica que el crecimiento y desarrollo de cada persona como individuo es y debe ser una prioridad para cada uno. Los puntos de vista distintos proporcionan distintas opciones a las parejas, cuando son combinadas, pueden fundirse para proporcionar una perspectiva más amplia y encontrar así soluciones creativas.

4. Potenciar la diversión y el ocio en pareja. Es fundamental facilitar espacios donde disfrutar solos y recuperar con ello la afectividad y la intimidad en la relación. Es necesario darse permiso para pedir ayuda a terceros para que cuiden esporádicamente de los hijos (canguros, familiares, amigos, etc.) y no sentirse imprescindible en ese espacio de tiempo. Aprender a tolerar la separación sin sentir miedo, preocupación o culpabilidad por ello es un proceso de aprendizaje.

5. Repartición de las tareas de forma equilibrada y consensuada. Es importante garantizar un reparto equilibrado de las tareas, de manera que ninguno de los miembros esté desbordado de trabajo. Una falta de equilibrio en esta repartición puede generar sentimientos de hartazgo, frustración, estrés, inseguridad, indefensión, etc.

6. Adquirir varios roles y no estar sujeto siempre al mismo. En relación con el punto anterior, es importante que cada uno pueda cambiar der rol a la hora de organizar y gestionar el cuidado de los hijos y el hogar. Los roles inflexibles e invariables pueden dificultar el equilibrio y una buena organización dentro del núcleo familiar, además de suponer un desgaste físico y emocional. 

7. Mantener una comunicación eficaz.  Comunicación horizontal y basada en el respeto. La escucha activa, el uso de mensajes en primera persona y la empatía son habilidades básicas necesarias para conseguir entendimiento mutuo y aumentar la cercanía, la conexión y la complicidad con la pareja.

8. Aprender a negociar con la pareja. Gracias a una comunicación eficaz se puede llevar a cabo habilidades de negociación para conseguir gestionar, pactar y organizar el tiempo y la repartición de tareas dentro del hogar.

9. Mostrar y expresar afecto mutuamente. Reforzar aspectos positivos del otro, hacerle sentir útil y valorado, infundir ánimos,  premiarse con elogios y afecto mutuamente, etc., fortalece a la pareja, alienta y aumenta la autoestima de cada uno, mejorando con ello el clima emocional en la familia. La intimidad se construye sobre la base del cariño, respeto, los ánimos y la comunicación.

10. Educar desde el ocio y la diversión. No únicamente desde la disciplina. La diversión y el sentido del humor nos acerca a los hijos y esto nos convierte en figuras de apego seguro y de mayor respeto para ellos. Mejorando el estado de ánimo se potencia la espontaneidad, la flexibilidad, desinhibición y el juego en familia, rompiendo con ello la rigidez y las rutinas excesivamente estructuradas.

11. Sacar tiempo para el ocio personal. Es necesario encontrar espacios individuales donde cada miembro de la pareja, por separado, pueda llevar a cabo sus propias actividades y hobbies que le ayuden a desconectarse por un momento del estrés diario. Esto potenciará su bienestar, autoestima e imagen personal y todo ello beneficiará a la relación y al clima familiar.

En definitiva, la llegada de un hijo supone grandes cambios en la pareja pero puede aprender a vivirse con gran ilusión y complicidad. Es un proceso que requiere un tiempo de adaptación. Un hijo supone compartir preocupaciones, alegrías, educación, problemas, satisfacciones, etc.: una serie de sentimientos que es necesario compartir con la pareja sin que ninguno de los dos quede al margen. El objetivo es vivir con intensidad cada etapa de los hijos, disfrutarlo y compartirlo sin olvidar de sacar un poco de tiempo para disfrutar a solas los dos.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece


La envidia

La envidia es un sentimiento muy mal visto socialmente, pero universal y humano a pesar de ello. Todos hemos sentido envidia en alguna ocasión, la cuestión es como lo hemos gestionado.

La "envidia sana" parece inofensiva y todos nos relacionamos con ella de manera natural e incluso no tenemos inconveniente de expresar: "qué envidia me das", al tiempo que sentimos una mezcla de envidia y alegría, orgullo o admiración por el otro.

No ocurre igual con la otra cara de la envidia, que nos carcome por dentro y destruye nuestra autoestima.

Este tipo de envidia dañina nos hace sufrir, nos hace sentir menos valiosos que el otro y sentir deseos de hacer desaparecer todo lo envidiado, sin el sujeto envidiado parece que todo iría bien, pero no es cierto, ya que en la envidia también hay un profundo sentimiento de "no voy a ser capaz de conseguir lo que tú eres, lo que tú tienes". Este es el peor escenario de la envidia que es un sentimiento complejo que incorpora otros sentimientos básicos como el miedo a no conseguir lo deseado, el miedo a no poder o no ser valioso, la rabia o ira, proyectada hacia la personas envidiada pero reprimido hacia uno mismo y la tristeza, nos relacionamos con lo que no tenemos, con un espacio vacío dentro de nosotros, en lugar de conectarnos con lo que sí somos, lo que sí tenemos. Este tipo de envidia también genera otro sentimiento básico que es el asco (desprecio en su versión social). Despreciamos a la persona envidiada y queremos alejarla de nosotros.

A la hora de gestionar este tipo de envidia, solemos acudir a:

  • Desprestigiar a la persona envidiada hablando mal de ella a terceros o directamente y delante de otras personas. Con esto liberamos un poco la tensión que sentimos. esperando que los demás nos den la razón. "Es cierto, no es tan guapa, sólo se lo tiene creído" "No es tan inteligente, sólo tiene buenos contactos" "Parece que cogiste unos kilos de más, ¿no?"
  • Hacer daño físico o moral a la persona envidiada hasta el punto de llegar a destruirla. muchos casos de mobbing o maltrato psicológico están sustentados en la envidia. Muchas venganzas están sustentadas en la envidia.
  • Comportamientos de imitación desproporcionados. La personas envidiosa intenta suplantar la personalidad del envidiado adoptando el mismo peinado, la manera de vestir igual, reproduciendo su trayectoria vital...
  • Comportamientos de sumisión o excesiva humildad ante el envidiado. Nos "plegamos a su gloria" olvidando quienes somos y qué queremos en la vida.

Pero, ¿cuál es la función de la envidia? ¿Por qué es un sentimientos universal que ha sido adaptativo a lo largo de nuestra evolución como especie?

La envidia es una emoción social, es decir, tiene sentido en un contexto de grupo, en la relación con los otros. sustenta las relaciones de poder que se establecen en los grupos.

El envidiado tiene lo que otros anhelan, belleza, poder, salud, fama, posesiones, estatus... (y que un momento dado han sido muy importantes para nuestra supervivencia como especie).

Las desigualdades alimentan la envidia. Las comparaciones poco constructivas alimentan la envidia. La baja autoestima y el exceso de sumisión alimentan la envidia. Los ambientes competitivos alimentan la envidia.

Ser envidiado implica estatus, poder, fomenta sentirse "importante". Esto supone un refuerzo tan positivo que jugar a dar envidia puede ser muy reforzado. Pero también es peligrosos y muchas personas valiosas prefieren estar en el anonimato, pasar inadvertidas para protegerse de la posibilidad de ser destruidas.

¿Como luchar contra este circulo vicioso tan destructivo y tan autoedestructivo?

La mejor versión de la envidia nos llevará a la la superación personal.

En contextos cooperativos, en los que se motiva y refuerza a cada personas pro sus logros y la crítica es constructiva, se fomenta la flexibilidad y la igualdad pero se esitimula la superación, lo que aparecerá será la mejor versión de la envidia, aquella que nos lleva a sentir alegría por el otro, admiración y orgullo ante sus logros y estimula que nos superemos a nosotros mismos, marcándonos objetivos adaptados a nuestras necesidades y circunstancias. Este tipo de envidia "sana" nos llevará a crecer y no a destruir.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Paciencia vs. aguante

Paciencia

Es aceptar la situación, mantener la calma en la espera de algo más deseado o necesitado, traspasar las emociones de uno mismo o de los otros manteniendo la esperanza de un final positivo, y centrándose en la acción que nos llevará a ese final, sea cual sea.

 

 

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Aguante

Es lo que mucha gente confunde con paciencia. Es una capacidad de autocontrol de cara a la galería, la procesión va por dentro y no se calma sino que va cogiendo temperatura poco a poco, carcomiendo y generando más tensión, más juicio, más impaciencia. El aguante tiene los días contados, en cualquier momento explotarás de cualquier manera.

 

Y tú, ¿eres más de aguante o de paciencia?

 

 

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¿Soy un poco narcisista?

El término narcisismo tiene su origen en el  mito griego de Narciso. Cuenta la historia de un joven tan bello que, tras ser maldecido por una ninfa, cae enamorado del reflejo de su rostro que le devuelve un lago, de tal manera que la atracción que siente por él le hace precipitarse al agua y morir ahogado.

Las personas con un narcisismo muy desarrollado se muestran a los demás de manera altiva,  tienden a sentirse cómodos en las relaciones asimétricas en las que puedan ejercer poder, alardean de sus capacidades e intentan crear la diferencia entre ellos y los demás, mostrando una pobre empatía.

Esta manera de manejarse en la vida puede ser adaptativa en ciertas esferas del mundo: políticos, grandes empresarios, altos cargos y mandos… conducen su narcisismo a un objetivo que les resulta beneficioso. Si bien, el narcisismo puede parecer un facilitador del éxito profesional, supone un gran obstáculo a la hora de desarrollar relaciones personales de intimidad y calidad.

 El narcisismo actúa como una careta, una manera de mostrarse al mundo ocultando una cara real. Esa careta es hierática, sin expresión y falsa, tres características que no facilitan la conexión con los demás. Pero, ¿por qué hay personas que se esconden tras la careta de la grandiosidad y la omnipotencia?

 

 

Tras cada narcisista hay una herida, un daño o carencia en su valoración y autoconcepto: malos tratos, negligencia, exigencia extrema, poca valoración… historias u episodios en los que la persona recibe mensajes del tipo “no sirves”, “no eres suficiente”, “no eres importante” o “no eres querible”.

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Asumir esos mensajes recibidos como ciertos es algo tan doloroso que una de las maneras de sobrevivir a ellos implica crear esa careta, perfecta, asimétrica, sin errores, admirable, como mecanismo de ocultar ese verdadero Yo dañado y crear otro más favorable. El narcisismo es, por lo tanto,  un mecanismo de defensa, una estrategia que nos ayuda a disminuir el malestar  en un momento dado. Sin embargo, instaurarse en esa careta, hacer de ella una base segura desde la que enfrentarse al mundo,  hace que estas personas cada vez sientan más distancia entre su Yo real y la defensa desde la que se relacionan con los demás,  aflorando grandes sentimientos de vacío y dudas de la propia identidad.

 

Conocerse  como persona en su totalidad y aceptarse con sus luces y sus sombras, confiar en su capacidad para presentarse al mundo sin armadura y permitirse explorar las relaciones en su más amplio abanico,  rompiendo con esa idea de "la mejor manera de evitar que te rompan el corazón es fingir que no lo tienes" son los puertos a los que estas personas dirigen sus pasos en los procesos de desarrollo personal.

Liberándose de esa máscara las personas descubren la riqueza del mundo, de las relaciones y experimentan la belleza de quererse y que les quieran   por lo que son.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece