Las mujeres y el liderazgo

Dos olas históricas de lucha feminista, la primera desde mediados del siglo XIX hasta mediados de los años 30 del siglo XX; la segunda desde los años sesenta hasta los ochenta del siglo XX, nos traen hasta el momento actual. Las mujeres siguen luchando en lo que, más que una ola, se ha convertido en un mar bravo, con movimiento y avance constante. De esta manera, van conquistando hitos y lugares donde antes no tenían cabida.

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Uno de esos lugares son los puestos directivos y de responsabilidad de las empresas. Las mujeres están llegando cada vez más alto en la jerarquía de las empresas, pero, a muchas de ellas, esto les está costando una gran revolución en su autoconcepto y confianza. Y es que no son pocas las que  se plantean: ¿Seré capaz de cumplir las expectativas? ¿Me van a tomar en serio? ¿Voy a saber defender mi posición?

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Cada vez  más consultas acuden a nuestra consulta mujeres válidas, inteligentes, formadas, con experiencia y carisma que se sienten inseguras en sus roles de liderazgo. Y, en ocasiones, incapaces de ejercerlo. Esto les hace vivir sus ascensos con gran ansiedad, errar en sus primeros pasos y crear una ruptura con las actitudes y acciones que les llevaron a ese puesto.

Esta inseguridad esconde un gran peligro que puede llevar a deshacer el camino andado. Este peligro radica en que la respuesta a estas preguntas sea una imitación de los roles masculinos, de los modus operandi que han caracterizado a esos puestos durante tantos años, creándonos máscaras, alejándonos de nuestra esencia y viviendo cada paso desde la inseguridad.

Por eso, es tan importante que esta oleada feminista esté marcada por el empoderamiento de cada persona, por el objetivo de conquistar hitos desde nuestros dones, y poniendo nuestra esencia en cada cosa que hacemos. Eso sería conseguir la liberación de los roles de género, romper con las comparativas, con los miedos y las máscaras. Y desde ahí, podríamos valorar el aporte de cada persona a cada puesto, y no tanto su capacidad para adaptarse a roles prefijados. 

Hagamos valer el estilo asertivo, la empatía, el compañerismo y todas las habilidades que podamos aportar, confiando en la importancia de instaurarlas en los entornos de trabajo, alejándonos de la amenaza de roles rígidos ligados a los cargos de responsabilidad y directivos, que no favorecen a ninguno de los géneros. 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga

Grupo Crece

Empoderamiento femenino

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El porcentaje de mujeres que están en puestos directivos y de poder es muy bajo, escandalosamente bajo, en relación al potencial existente en la mujer: preparación, conocimientos y competencias.

Aunque las mujeres representan el 50% del activo laboral de la población, en España, sólo el 10% de los puestos ejecutivosestán cubiertos por mujeres (Castaño, Laffarga et al..,2005), sobre una muestra de 1.878 grandes empresas.

Según este estudio, en el que participaron diversas universidades españolas y publicado por el instituto de la mujer en 2009, hay menos mujeres directivas que hombres, y muchas de ellas tienen puestos gerenciales más que de dirección, hay menos contratos estables en mujeres en relación a los hombres, es más frecuente que la mujer trabaje media jornada, hay menos madres en puestos directivos que mujeres que no tienen hijos, los sectores donde la mujer tiene un espacio en puestos directivos siguen siendo los tradicionalmente femeninos (sector de asistencia, educación, servicios…).

Por otro lado, las mujeres directivas afirman tener más dificultades a la hora de acceder a dichos puestos que los hombres, y estar peor remuneradas que ellos.

Sobre el papel tenemos los mismos derechos y oportunidades, invertimos en educación para la igualdad, hay muchas más mujeres que hombres que van a la universidad (45% frente al 33% de los hombres según estudios realizados por el Instituto de Estudios Económicos de 2012), pero los roles, a pesar de la fachada de cara a la galería, no han cambiado lo que deberían cambiar, para conseguir un equilibrio esperado y deseable.

¿Qué ocurre?

  1. Afectivamente, las mujeres seguimos siendo dependientes.

  1. Intelectualmente, nos ponemos detrás de los hombres.

  1. Priorizamos las necesidades de los demás en relación a las propias necesidades.

  1. La sociedad sigue respondiendo a patrones machistas, patriarcales y estructuras verticales en muchos ámbitos, está en nuestra memoria emocional y respondemos a esto muchas veces de manera inconsciente. Por ejemplo, el chico tiene que pagar la consumición de la chica.

  1. ¿La maternidad? La maternidad, desde mi punto de vista es una excusa. Muchas mujeres al igual que muchos hombres compaginan su trabajo de horarios imposibles con el cuidado de sus hijos.

  1. Es difícil la conciliación cuando las empresas no ponen las facilidades que deberían poner tanto a hombres como a mujeres.

  1. Es difícil la conciliación cuando además, de tener hijos y trabajo, la mujer se ocupa de las labores domésticas, de las reuniones del colegio, etc., para que su pareja tenga tiempo de triunfar en su trabajo ya que suele ganar más, y claro, hay que darle prioridad al trabajo del varón. Eso sí, el hombre es listo, no abandona sus hobbies y respeta un mínimo espacio personal para él mismo.

Así, es difícil, claro.

Si nos apropiásemos de nuestro espacio de ocio, si no renunciásemos a nuestras aspiraciones profesionales, si planteásemos que sí o sí, las reuniones del colegio, las labores domésticas, cuidar a los hijos enfermos… son cosa de dos, quizá subiría el porcentaje de divorcios, pero no lo creo, ellos también empezarían a cambiar sus roles, los les quedaría otra.

Las mujeres tenemos muchas competencias para dirigir, negociar, persuadir, motivar, tomar decisiones, gestionar el estrés y la presión, y para crear ideas brillantes.

Los hombres valen también para cocinar, limpiar, llevar a los niños al colegio, contarles cuentos, administrar la economía doméstica, expresar ternura y otras emociones, no son “cavernícolas”. Muchos ya lo hacen.

En las empresas, las mujeres al sentirse, muchas veces, indefensas, con la sensación de no poder controlar más allá, y no poder hacer nada para ascender, adoptan una actitud derrotista y poco proactiva por significarse y sentarse en la mesa de reuniones como una más.

En la historia de la humanidad hubo mujeres con un papel muy significativo en los clanes o sociedades humanas, llegando a ocupar espacios de gran relevancia espiritual o política. Ciertamente, se trata de una minoría de situaciones, pero lo importante es que hubo mujeres que conquistaron esos puestos, en situaciones donde el hombre era el protagonista y eso es aún más difícil. La cultura y los valores inculcados socialmente, se han encargado de situar a la mujer en el peor lugar, quizá todo derivó de que somos menos fuertes físicamente, y en los primeros asentamientos humanos la fortaleza física, al igual que se observa en grupos de primates es un valor importante, y de ahí la cultura ha hecho el resto, por mantener ese estatus con creencias que nos situaban por debajo como “el sexo débil o perverso”. No olvidemos personajes del antiguo o nuevo testamento: Eva que nos lleva al pecado y a salir del paraíso, Dalila, traidora y manipuladora, la mujer de Lot que desobedece y se convierte en sal  por ello, María Magdalena, prostituta…

El avance en nuestra socialización, nos ha llevado a inventar la ética y a sofisticarla cada vez más, cosas que ocurrían en las antiguas civilizaciones como los sacrificios humanos, ahora nos parecen aberrantes, por ello, debemos seguir luchando para que cosas aberrantes desaparezcan de nuestra cultura y es aberrante que la mujer no tenga las mismas oportunidades que el hombre.

La sumisión no está en los genes sino en la cultura, es un comportamiento aprendido. No caigamos en la trampa, provoquemos cambios en nosotras mismas, empecemos a agarrar nuestro poder.

De esta manera, ganaremos todos: hombres que tendrán oportunidad de explorar y satisfacer un espacio que ahora la sociedad les prohíbe, y las mujeres que conseguiremos la justa igualdad.

Lo masculino y lo femenino son aspectos dinámicos, lo han sido a lo largo de toda nuestra historia cultural y, al mismo tiempo, no podemos hablar de lo masculino del hombre y lo femenino de la mujer. Lo masculino y femenino son conceptos inventados para clasificar la realidad, son complementarios y están ambos en los cerebros de hombres y mujeres.

Ahora hay cierta confusión tanto en hombres como en mujeres sobre su parte femenina y su parte masculina, yéndonos a veces a lugares que no tienen que ver con nuestras necesidades e identidad propia.

Mujeres a por lo masculino, hombres a por lo femenino, mujeres a por la nueva feminidad, hombres a por la nueva masculinidad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

EL PODER: REACCIONES A LA CRISIS (desde una perspectiva psico-social)

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Sólo personas capaces de gestionar y afrontar el miedo son buenos líderes en una crisis.

Desde un punto de vista psicológico podríamos decir que en situaciones de crisis, se suele activar el miedo en las personas que están en el poder. Aumentan sus responsabilidades y la presión, disminuyen sus posibilidades de control a la vez que aumentan las situaciones de incertidumbre, se reciben muchas más críticas, el ambiente, en general, que rodea al poder es adverso. Y todos estos factores activan normalmente sentimientos de miedo.s capaces de gestionar y afrontar el miedo son buenos líderes en una crisis.

La tendencia en las figuras de poder es a tomar medidas poco creativas y más conservadoras, ya que el miedo del que hablábamos lleva a la protección o, a la evitación de ciertas situaciones, incluso a evadir responsabilidades, como mecanismo defensivo.

El miedo siempre inhibe el pensamiento creativo y la acción efectiva. Paradógicamente, esto es lo que necesitaríamos de nuestros líderes, que sean creativos y actúen de manera efectiva. Para ello deben ser valientes.

Perder el statu quo y todo lo que se ha conseguido estando en el poder (no sólo una seguridad económica sino prestigio y control de la realidad, contactos, etc.) es duro para cualquiera, y reconocer los errores ante la ciudadanía y opinión pública es muy difícil. Se activa la cobardía, y se disfrazan o se ocultan los errores, también como mecanismo defensivo.

Desgraciadamente, observamos cada día en nuestra realidad española, como existe el miedo y la inseguridad en los políticos cualquiera que sea su color. No lo pueden ocultar en su comunicación no verbal.

Se requiere una personalidad muy equilibrada para no dejarse llevar por esto, se requiere madurez, honestidad y sentido intrínseco de la responsabilidad. En tiempos de crisis necesitamos "héroes" en los puestos de poder; personas que estén dispuestas a actuar con integridad a pesar de las consecuencias externas adversas que tengan que soportar.

En cierta medida la elección de los líderes está en nuestras manos...

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

La desobediencia (serie de artículos sobre REACCIONES A LA CRISIS EN ESPAÑA (desde una perspectiva psico-social)

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En la actualidad, una parte de los españoles se están movilizando contra los recortes, ajustes e injusticias provocados por la crisis, algunas de estas movilizaciones están siendo criticadas por políticos y medios de comunicación apelando a que podrían estar fuera de la ley y que se acercan a comportamientos violentos. Desde una perspectiva psicológica, podríamos denominar estos comportamientos como conductas desobedientes. Lejos de criticarlo, la psicología moderna nos habla muy positivamente de la desobediencia.

Desobedecer es crecer, desligarse del cordón umbilical y convertirse en un individuo autónomo e independiente.

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Todos los niños/as desobedecen, es algo normal en su desarrollo y se considera sano desde un punto de vista psicológico.

El niño/a que no aprende a decir “no quiero”, posiblemente, se convierta en un niño/a sumiso, inseguro y dependiente, además no desarrollará su propia opinión ni un sentido crítico.

Las madres, padres y otros cuidadores aprenden a canalizar ese “no” ayudando al niño/a a tener su propio espacio, dentro de unos límites, seguros, sanos y necesarios también para su crecimiento y desarrollo (las normas). No todo vale, hay un límite para la desobediencia. Pero le dejarán explorar y moverse en un entorno controlado pero abierto y flexible para que el niño pueda satisfacer sus necesidades y desarrollar sus talentos y potencialidades. Esto le enseñará al niño/a a conocerse, a valorarse y a ser independiente y maduro.

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En la adolescencia se produce otro hito en este aspecto. Los/as adolescentes rebeldes serán individuos más sanos en un futuro que aquellos que no lo fueron en su día y que posiblemente, harán su adolescencia a los 20, a los 30, a los 40…

El/la adolescente, a lo largo del proceso de la construcción de la identidad, rompe en mayor o menor medida con las normas de los adultos que hasta ese momento han sido un referente. Necesita diferenciarse, para conocerse y comprenderse. Necesita un entorno en el que los límites vuelvan a ser flexibles y claros. Necesita un espacio para explorar con libertad al igual que el niño pequeño en su etapa de los dos o tres años, para conseguir un desarrollo sano.

Y de esta manera vamos cambiando de generación en generación, asimilando los cambios que se van produciendo en cada cultura y contribuyendo a los cambios. Y la desobediencia es esencial para que se de este movimiento y este progreso.

Por poner sólo algunos ejemplos.

La desobediencia llevó a las mujeres a conseguir acercarse mucho en las sociedades occidentales a los derechos de los hombres y esto ya está empezando a movilizarse en otras sociedades.

La desobediencia llevó a la igualdad entre negros y blancos cuando Rosa Parks se negó a sentarse en el autobús en el espacio destinado sólo a negros, ella podía como cualquier otro ciudadano blanco sentarse en cualquier asiento del autobús, esto generó el movimiento necesario para cambiar las leyes en Estados Unidos.

La desobediencia de un pueblo unido a través de las redes sociales fue capaz de derrocar un régimen injusto como ocurrió en Egipto o Túnez en las llamadas primaveras árabes.

La desobediencia a través de un constante y persistente movimiento liderado por Nelson Mandela acabó con el Apartheid en Sudáfrica.

Y más atrás en el tiempo, la semilla de la democracia que supuso la Revolución Francesa derrocando al sistema absolutista, a través del conjunto de motines ciudadanos provocados por el hambre y una situación económica insostenible e injusta.

La desobediencia ha llevado al gobierno islandés a los juzgados, acusado por su ciudadanía por una gestión económica delictiva e injusta.

La desobediencia de los ciudadanos asociados a través de la “Plataforma de los afectados por las hipotecas”, han parado miles de desahucios.

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Las convocatorias de escraches disparadas por el asunto de las acciones preferentes, que están ahora en todos los informativos, medios y circulan por las redes, están siendo muy criticadas por algunos políticos y medios, que las califican de acoso, e incluso la Fiscalía está examinando por si pudiese ser considerado delito. El escrache vuelve a ser otro ejemplo de desobediencia para conseguir parar una situación injusta que los políticos no resuelven.

¿Cuál es el límite de la desobediencia cuando te echan de tu hogar, te despiden del trabajo y no encuentras otro y llevas mucho tiempo en el paro y sin subsidio, cuando te han timado los bancos y las cajas vendiéndote un producto engañoso, etc.? El límite es complicado definirlo. Lo que sí está claro es que ante la situación bochornosa que estamos viviendo, ¿cómo no mostrar comportamientos de  desobediencia? De hecho, los niños/as y adolescentes que se muestran más negativistas y rebeldes lo hacen cuando más insatisfechas están sus necesidades y más rígido es su entorno.

Se están tachando de delictivos y violentos actos de simple desobediencia comparándolos incluso con los actos afines a grupos terroristas.

El 25 de Abril se ha convocado de nuevo a los ciudadanos a rodear el congreso, congreso que lleva acorazado y protegido meses, como si con esa protección el estado se estuviese sintiendo víctima. El paralelismo con las familias vuelve a estar presente, muchas veces, padres y madres se siente víctimas de los niños/as desobedientes.

Si los gobernantes, igual que los progenitores no se hacen eco de estos pacíficos y justificados actos de desobediencia que lo único que reflejan es la expresión de un conjunto de necesidades insatisfechas, necesidades básicas e importantes… ¿Podría pasar que se saltase la barrera y se llegase a la violencia? Podría, igual que ocurre con los hijos que se crían en entornos que no son los suficientemente flexibles y son injustos en sus exigencias o castigos.

Progenitores autoritarios o desligados de las necesidades del niño/a y adolescentes no ayudan a educar niños obedientes y respetuosos, igual que gobernantes que no escuchan ni atienden a la ciudadanía, a las necesidades reales del pueblo. Si lo hiciesen seríamos una sociedad más democrática y que cumpliría con las normas porque nuestras necesidades al menos se atenderían y se haría por satisfacerlas en lo que se pudiese.

Pero cuando hay hijos preferidos que pagan menos impuestos en relación a sus ingresos, o que pueden llevar su dinero a paraísos fiscales o que no se les mira con lupa y pueden escaquearse del cumplimiento de alguna ley, y hay hijos que cumpliendo deben de pagar los platos rotos de los otros…

Nuestro Estado está siendo injusto con os ciudadanos y excesivamente exigente con los que menos tienen, los ciudadanos respondemos con desobediencia. Esas son las leyes de la psicología que explica el comportamiento humano, no podemos ir contra ellas. Y no podrán hacer nada para evitar que cada vez seamos ciudadanos más rebeldes y más desobedientes.

Si todo fuera diferente, y los Estados escuchasen al pueblo y no tuvieran hijos preferidos, seríamos una sociedad que cumpliría con las normas y contribuiríamos al desarrollo del Estado de una manera cooperativa como ocurre en las familias sanas.

Raquel López Vergara

Psicóloga

Grupo Crece

Cómo ser mujer y no morir en el intento

Algunas mujeres consideran, ante todo, el matrimonio y la familia, otras  prefieren la independencia y la propia realización, unas son mujeres del hogar,  otras  amantes de los viajes, eternas aventureras. Una misma mujer se comporta, según el contexto como extrovertida o introvertida, paciente o inquieta...

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Estas son algunas de las cuestiones que intentaremos desarrollar, reflexionando sobre  los distintos roles y cualidades femeninas, adentrándonos en nuestra propia naturaleza.

En su gran mayoría  los roles que la sociedad ha ofrecido a las mujeres para su manifestación han sido definidos por su relación con el hombre, desestimando las cualidades fundamentalmente femeninas. Como forma de consolidar espacios de visibilidad y superar las fronteras del ámbito privado correspondiente al hogar y sus quehaceres hemos aprendido a desenvolvernos poniendo en práctica un conocimiento más bien racional, desarrollando nuestra  capacidad de enfocar, analizar y separar olvidándonos  de  nuestra parte más intuitiva.

La delimitación de una identidad femenina acotada a determinados roles sociales interfiere en que las mujeres podamos vivir plenamente todas nuestras facetas y virtudes. Jean Shinoda Bolen en su libro “Las diosas de cada mujer”  toma parte de la mitología griega para mostrarnos que todas las mujeres tenemos potencialmente distintos aspectos femeninos a  desarrollar a lo largo de la vida. Para mantener una relación saludable con nosotras mismas y con el entorno es deseable poder jugar diferentes roles en cada momento.

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En ocasiones solo experimentamos parcialmente estos roles, acotando todo nuestropotencial creador y conocimiento intuitivo. Esto conduce a que  muchas mujeres en algún momento de su vida puedan sentirse  vacías, frágiles y dependientes o  bien  valorarse negativamente en su labor como  “madres”,  “esposas” o “hijas”. El conocimiento parcial de nosotras mismas tiende a incrementar una vivencia empobrecida de nuestro auto concepto

Todas las mujeres tenemos en algún momento sentimientos y pensamientos negativos sobre nosotras mismas y también modelos de comportamiento que en algún momento nos sirvieron y hoy ya no nos resultan útiles, aunque sigamos repitiéndolos sin saber muy bien  porqué ni cómo. Transformar esos viejos hábitos y desmontar las estructuras mentales obsoletas implica restablecer una relación más saludable y amorosa con nosotras mismas. Para ello es necesario conocer las creencias restrictivas que interfieren en nuestro sentimiento de competencia  personal y social.

¿Solemos anticipar fracasos y negativas ante nuestras iniciativas y proyectos?

  • “Nunca seré capaz de...
  • “Ya nunca encontraré.”
  • “Siempre conozco al hombre equivocado”.
  • “Ha sido culpa mía...”
  • “Seguro que le dan el trabajo a otra mejor que yo ...”

Nuestros viejos hábitos no han sido construidos en una noche por lo que el transformarlos requiere tiempo, constancia y paciencia. Al enfocar nuestra atención sobre imágenes positivas de nosotras mismas, al reconciliar aquellas partes que han estado “peleándose” durante  tiempo nos permitimos expandirnos y crecer en todos los planos. Solemos mantener una relación amable con aquellos  rasgos de carácter que nos gustan más y rechazar aquellos que no nos agrandan tanto. Muchas veces en función de las expectativas que creemos los demás tienen de nosotras, y no somos conscientes de qué es lo que realmente queremos para nosotras mismas y cuáles son los recursos personales con los que contamos. Poder reconciliarnos con nuestros rasgos menos gratos, nos ayuda a aliviar tensiones internas y aumenta nuestro bienestar emocional en general.

Otro aspecto a considerar es la estrecha relación entre nuestro funcionamiento biológico, emocional y mental. Un desajuste  hormonal va a influir en el estado de nuestras emociones (incremento de tristeza, apatía, euforia). Va a determinar que nos encontremos más creativas, con ímpetu de emprender y desarrollar o bien más cansadas con ganas de permanecer en estado de quietud  y  retirarnos en soledad.

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Debemos respetar estos momentos, evitar luchar contra ellos (por ejemplo exigiéndonos estar activas cuando nuestro cuerpo nos demanda reposo) para ello es necesario en un principio re-conocer cada una de nuestras fases, aceptarlas para no ir contra nuestra propia naturaleza. Así entenderemos mejor parte de nuestras reacciones y estados mentales.  Estas fases tienden a repetirse mes a mes como expresión natural de nuestra condición femenina en estrecha relación con nuestro ciclo menstrual (pos menstrual, ovulación, premenstrual, menstruación)

El conocimiento de las distintas fases nos permite comprender por qué a lo largo de cada mes hay un momento en  el que:

  • mis percepciones están orientadas negativamente
  • me siento más irritable, las discusiones y conflictos interpersonales con la familia, amigos y/o pareja se incrementan,
  • no me encuentro a gusto conmigo misma, “hoy nada me queda bien”, “soy una inútil”

O bien

  • me siento sumamente creativa e inspirada para comenzar con nuevos proyectos y llevar cabo lo que me propongo.
  • me encuentro vital  con espíritu de liderazgo  y confianza en mi misma.

Determinar qué responsabilidades podemos asumir y de qué manera hacerlo, cuáles deberíamos dejar para más adelante en función de la fase en la que nos encontremos nos permite  ajustarnos mejor a nuestra realidad exterior y disminuir los factores estresores.

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Es por ello que nuestro ciclo  se convierte en una fuente de información para tomar decisiones más ajustadas a nuestro momento vital así como ser más eficaces y efectivas en nuestras acciones y relaciones.

Asumir que no existe un modelo de “lo femenino” y que en la diversidad reside la riqueza y la complementariedad, es permitirnos ser nosotras mismas y re inventarnos cada día. Declararnos seres en movimiento por lo tanto cambiantes, es la clave para sorprendernos, para cultivar nuestras emociones positivas y evitar la vulneración de nuestros derechos.

Psicólogas de Grupo Crece

Las emociones positivas ante la crisis

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Hace unos días tuve la oportunidad de impartir un seminario en AJE Madrid (Asociación de jóvenes empresarios de Madrid). El seminario estaba dirigido a pequeños empresarios y nuevos emprendedores que están iniciando o están por iniciar su proyecto. El objeto del seminario era estimular las emociones positivas en un momento en que brillan por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos sufriendo una gran crisis económica que está afectando a un porcentaje muy elevado de la población. No sólo ya los índices de paro registrado que superan el 25% en España, sino la pérdida de poder adquisitivo de una gran parte de las personas, los recortes monumentales a los funcionarios públicos, los recortes en educación que afectan a la escuela pública, las universidades y otras instituciones, los recortes en sanidad que entre otras cosas ha dejado sin cobertura a un grupo de personas que antes recibían asistencia médica, los recortes en ayudas y servicios sociales que han desaparecido o disminuyen las posibilidades de acceso a determinados servicios o bienes a muchas personas, muchos de ellos básicos o necesarios en una sociedad desarrollada como la nuestra, la dificultad de acceso a créditos y los recortes en ayudas a profesionales autónomos o pequeñas empresas, casos desgraciadamente extendidos de desahucios, personas que literalmente se ven en la calle, etc., etc., etc.

Puede que todo esto no nos toque directamente a todos pero el ser humano sufre y empatiza ante el sufrimiento de otros o ante situaciones globales de dolor e indignación y ahora lo tenemos todos muy a flor de piel.

La incertidumbre, la injusticia, la pérdida, la vivencia de situaciones desesperadas, el torpedeo de información negativa en la calle o en los medios de comunicación, la falta de control de los ciudadanos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo… todas estas circunstancias nos llevan a experimentar emociones negativas.

El miedo

Es un sentimiento adaptativo que nos lleva a despertar la alarma ante situaciones de peligro. El miedo nos ayuda, porque nos hace ser previsores, prudentes y no arriesgar demasiado, nos lleva a evitar determinadas situaciones o conductas que pueden ser dañinas o perjudiciales y a huir de ciertas circunstancias. Sin embargo, el miedo en exceso o desajustado nos lleva a la parálisis y al exceso de prudencia. No cambiamos el mundo ni nuestra realidad desde el miedo. Ante la crisis, un miedo excesivo no nos sirve.

La tristeza

También es un sentimiento adaptativo. Nos lleva a contactar con lo que hemos perdido y darle el justo valor que tiene. Podemos encontrar muchas fortalezas que desconocíamos ante un proceso de pérdida, sea afectiva, social o material. Y nos ayuda a reconstruirnos para que pasado el periodo de duelo salgamos con todas nuestras fortalezas hacia delante. Pero, acomodarnos en la tristeza nos lleva a la desesperanza y a considerar que no hay nada que se pueda hacer para salir adelante, y eso también nos paraliza, en un extremo nos lleva a la depresión y al suicidio, como, desgraciadamente, se ha visto en los medios de comunicación en los últimos tiempos. La tristeza tampoco ayuda ante la crisis.

La rabia o indignación

La rabia es un sentimiento de acción, nos lleva a defender los derechos, a la lucha y muchos cambios sociales se han producido tras procesos de indignación colectiva organizados y mantenidos en el tiempo. La rabia tiene un defecto, nos puede llevar también a la violencia o agresividad o a situaciones muy autodestructivas que nos pierdan de nuestros objetivos. La rabia es importante ante situaciones de crisis pero es bueno mantenerla a raya.

La alegría y las emociones positivas

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Sí, la alegría es el sentimiento de la acción positiva. Nos mantiene sanos física y mentalmente. Facilita que encajemos las dificultades, la fatiga, los fracasos…, con pensamientos optimistas y constructivos que nos animan a seguir intentándolo.

Al fin y al cabo, seguir luchando para salir adelante, para encontrar un trabajo, para lanzar un negocio, para reinventar un negocio, para aprender cosas nuevas que nos abran a nuevas posibilidades no se puede hacer sin alegría.

Y los pequeños empresarios y nuevos emprendedores jugamos un papel fundamental para salir de esta.

¿Qué podemos hacer para mantener la alegría en tiempos de crisis?

  1. Cuida tu alimentación, no te quedes sin energía, intenta descansar lo más posible y haz un poco de ejercicio.

  2. Presta atención a las pequeñas cosas, el calorcito del sol, el olor del café de la mañana, el pacer denotar la caricia de alguna persona, la sonrisa de la gente amable…

  3. Estírate y abre el pecho, camina erguido/a y de manera rítmica, nota que le das tono muscular a tus movimientos corporales. Te puede ayudar poner te música alegre cada día.

  4. Aprende a respirar usando el diafragma y practícalo varias veces al día.

  5. Cuida tus relaciones afectivas y sociales, ellos no tienen la culpa de la crisis.

  6. Deja un espacio para ti, aunque sea un ratito ala semana para dedicarlo a algo placentero y fuera de obligaciones y exigencias.

  7. Para los pensamientos negativos continuos, no son resolutivos y no sirven para nada. Usa distractores.

  8. Busca un buen confidente, alguien que sepa escuchar para poder desahogarte.

  9. Piensa de manera más constructiva, aunque sé que esto es difícil. Por ejemplo, en lugar de pensar “Esto no tiene solución” o “Nunca encontraré trabajo”, intenta pensar “Voy a seguir intentándolo” o “ Yo no puedo adivinar el futuro, puede que encuentre algo”.

  10. Sonríe, sonríe, sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, aunque sea una leve sonrisa que curva los labios.

Ánimo, ¡sí saldremos de esta!

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Mario Benedetti

Defensa de la alegría

"Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría"

¿Necesitamos líderes?

¿Necesitamos líderes?

El poder está presente en los seres humanos y en los animales sociales como una motivación primordial y básica.

Algunos individuos ostentan el poder, otros tienden a dejarse llevar y acomodarse en su regazo. Funcionamos como el sistema de pastor y rebaño. Incluso, hay autores que insisten en la base genética del liderazgo  y en factores de la personalidad que nos llevan a ser líderes naturales o a no serlo (Bermúdez de Castro) y, por lo tanto, sentirnos más cómodos siendo dirigidos. De hecho, hay más cantidad de individuos que no presentan los rasgos y características de un líder que aquellos que sí las presentan.

La palabra líder significa dirigente o jefe y procede del inglés leader (raíz: leden) que significa "guiar" o "mostrar el camino". El liderazgo es la capacidad que tiene una persona para comprometer al grupo en la consecución de objetivos comunes.

Los individuos sociales necesitamos líderes que nos guíen: ciertamente necesitamos algún tipo de liderazgo. El liderazgo nos ayuda a organizarnos, desarrollar autocontrol, sentirnos seguros y es necesario para el funcionamiento social, para que todo esté en orden.

La etología nos puede dar mucha luz sobre las funciones del liderazgo. En el mundo de los chimpancés (Jane Goodall), por ejemplo, los líderes se encargan de la defensa del territorio, organizan la búsqueda de comida, median en los conflictos del grupo y en las disputas, enseñan a los miembros de su clan, ayudan al débil… También es cierto que reciben privilegios: acicalamiento, comida… Estos líderes no se mantienen de por vida en el cargo, no están más de 7 u 8 años, incluso, facilitan ser sustituidos por otros machos del grupo. En los chimpancés también se ha observado la coalición de las hembras para apartar a los líderes déspotas. El líder en este contexto natural, busca el bien común. Parece que tiene toda la lógica, de cara a la supervivencia. Un aprovechamiento egoísta de este rol habría acabado con estos grupos.

Según estudios antropológicos y paleontológicos, los seres humanos funcionaban en grupos con uno o varios líderes que eran elegidos por sus dotes y destrezas, para determinadas tareas importantes de cara a la supervivencia. La cooperación unida a un liderazgo eficaz ayudaban a que las cosas funcionasen.

¿Qué nos ha ocurrido? No parece que ahora todo sea tan fácil.

A partir del sedentarismo y el excedente económico la cosa cambió, y los "jefes" se encargaban de gestionar la producción y el control de la riqueza. Desde entonces, el liderazgo absoluto y despótico ha sido la tónica general. Con la llegada del pensamiento científico volvemos a elegir a nuestros líderes. Aún así, no parece que el poder responda a las funciones para las que naturalmente servía en nuestra especie.

El problema radica en la cantidad de poder (el ámbito de control de ese poder y los límites del mismo) y en la duración de ese poder.

El poder aporta seguridad, prestigio, estatus, control, privilegios, pero conlleva una gran responsabilidad, soportar dosis elevadas de estrés (en los animales que ejercen el liderazgo se observa una mayor cantidad de hormonas del estrés), un gran reto, además, conlleva soledad.Y no todos los dirigentes tienen las competencias psicológicas necesarias para sostener todo esto.

El poder achanta o corrompe.

Un líder soporta una gran presión que puede no saber manejar, entonces pierde toda su credibilidad como líder. Además, tenemos líderes que no lo son en realidad, sino que se trata de dirigentes a los que se forma para asumir ese rol, y en muchas ocasiones no se consigue, ya que no sólo se requiere de un conjunto de conocimientos y aptitudes, sino de un estilo de personalidad afín con dicho estatus que no es modificable al cien por cien y ni mucho menos a corto plazo. Estos líderes son inseguros si no lo tienen todo bajo control, no saben gestionar el miedo ni manejar la incertidumbre, mostrando indecisión y dudas.

Un líder también puede desarrollar una gran codicia para no perder sus privilegios o distorsionar su propia identidad como líder, creyéndose invencible y un ser superior. En este último sentido, el estudio psicológico de muchos de los grandes líderes de la historia de la humanidad refleja la presencia de personalidades narcisistas y psicopáticas, por supuesto con grandes dotes para la manipulación. Las emociones más presentes en este perfil de líderes son: la envidia, los celos, la soberbia, el desprecio y la ausencia de culpabilidad o vergüenza. Estos líderes son difíciles de derrocar, suelen rodearse de colaboradores inferiores a ellos y servirse del miedo y la incertidumbre para generar experiencias de indefensión e inacción a su alrededor. En este punto, han perdido el objetivo que les llevó al poder.

El liderazgo positivo

Un líder positivo es aquel que tiene los conocimientos y habilidades necesarios para aplicarlos en su ámbito de liderazgo, tiene visión, sabe anticiparse y tener claras las metas de cara al futuro, es creativo y proactivo en la resolución de problemas buscando soluciones, sabe trabajar en equipo y delegar en las personas adecuadas, tiene carisma, capacidad y habilidades para comunicarse de manera asertiva, ofrece soluciones satisfactorias para el grupo, es empático y motivador, centrándose en las potencialidades del grupo, se sitúa en un enfoque gana-gana, sabe gestionar sus emociones y las del grupo, maneja la incontrolabilidad y la incertidumbre, asume la responsabilidad ante los fracasos y sabe atribuir lo éxitos a su equipo, también es importante que sientan humildad y optimismo. La ambición y la atracción por el reto están presentes en ellos pero no presentan de manera patológica envidia o celos y son sensibles a la culpa y la vergüenza. Un líder positivo también tiene que disfrutar dirigiendo y liderando.

En cualquier caso, a pesar de estas cualidades, el líder no puede dominar todo el tiempo estos recursos, paro ello, es fundamental la regulación del poder para que tenga límites y mecanismos de control, y la importancia de no mantenerse en él un exceso de tiempo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece