Grupo Crece en Malakids

El equipo de Grupo Crece, estuvimos en el festival Malakids el fin de semana 27 y 28 de Septiembre. Es un Festival urbano para las familias que se organiza cada año en el barrio de Malasaña. 

Fue toda una experiencia en la que pudimos ofrecer parte de nuestros talleres para niños, adolescentes y familias de forma gratuita en las carpas del festival.

Os dejamos algunas imágenes inolvidables del evento. ¡¡¡Esperamos que las disfrutéis!!!


Cómo ayudar a los hj@s adolescentes a mejorar su imagen

Durante la adolescencia se sufren una infinidad de cambios, pero probablemente, los más drásticos son los cambios físicos. Una mala adaptación a estos cambios físicos y por lo tanto, la falta de aceptación de los mismos, pueden hacer estragos en la auto-estima de un adolescente.

 Forjar una imagen corporal positiva y saludable es una tarea muy importante para el adolescente, puesto que repercutirá tanto en su auto-estima como en la confianza que tendrá en sí mismo. Aunque la imagen corporal es cambiante y sensible a los estados de ánimo y su ambiente físico, también se forma a partir de las experiencias que el adolescente tiene y de la gente a su alrededor –padres de familia, modelos a seguir, los medios de comunicación, y sus compañeros, quienes le dan una idea de qué es valorar su cuerpo.

Es aquí donde entra el papel de los padres para fortalecer la imagen corporal de sus hijos. Y esto puede hacerse de diversas maneras, poniendo atención a detalles como la forma en que se elogia al hijo(a) adolescente, el tipo de amistades que los padres frecuentan y fomentan en los hijos, el tipo de comida que se les ofrece, el tipo de publicidad a la que el hijo(a) está expuesto, etc.

Cualquiera que ponga atención a la publicidad dirigida a los adolescentes en la televisión y las revistas puede notar cómo se fomenta la imagen de las modelos demasiado delgadas, cuerpos musculosos en los hombres… que no sólo no representan a la mujer y al hombre promedio, sino que además, fomentan una imagen corporal muy lejos de ser saludable.

La apariencia física es uno de los primeros atributos con el que los niños se describen a sí mismos y a los demás, mientras que la imagen corporal es uno de los primeros aspectos por el cual los niños perciben una parte de su autoconcepto (cómo los niños creen que son).

En los últimos años se ha constatado un incremento de los casos de insatisfacción o preocupación corporal excesiva en edades cada vez más tempranas. En general, los resultados hallados indican que las mismas variables asociadas a la preocupación por la imagen corporal y a los problemas de alimentación en adolescentes y adultos jóvenes, aparecen también asociadas en niños preadolescentes de entre 8 y 12 años con problemas alimentarios y de imagen o insatisfacción corporal.

La evidencia científica constata que los niños, y especialmente las niñas, aprenden de sus familias, a través de los medios de comunicación y en la escuela con sus compañeros, los valores sobre la apariencia y la importancia de ésta en la sociedad.

Entre los factores que parecen incidir más en el origen y desarrollo de la preocupación por la propia imagen y por la alimentación en niños y niñas destacan:

  1. Las burlas por parte de otros niños (en ocasiones motivo de acoso escolar)
  2. La interacción e intercambio de opiniones e información de los niños y niñas con sus semejantes sobre temas de peso, dietas y alimentación, y
  3. La influencia del entorno familiar, sobre todo en aquellas áreas que adquieren importancia durante el periodo de desarrollo preadolescente, cómo son la imagen corporal, objetivos, vocaciones y actitudes sexuales.

A continuación se ofrecen algunos consejos que los padres pueden seguir para ayudar a su hijo(a) adolescente a desarrollar una imagen corporal positiva.

Los medios de comunicación y la imagen corporal en los adolescentes

El adolescente promedio está expuesto diariamente a multitud de anuncios de este tipo en revistas, internet y televisión, donde recibe demasiadas veces un mensaje equivocado acerca de la imagen corporal (“éxito social y profesional”, “ligar”, “marcas”, “alimentación hipocalórica”, etc.). Es aquí donde los padres pueden minimizar el impacto de los medios de comunicación y fortalecer la imagen corporal de su hijo:

  • Limitando la exposición del hijo a este tipo de publicidad
  • Explicándole cómo las fotos son muchas veces alteradas, retocadas y mejoradas, que muestran la imagen corporal en formas poco objetivas en la vida real. La mayoría de la gente no se corresponde con ese tipo de imágenes.
  • Hablando con él de los riesgos para la salud que involucra estar tan delgado y de las ventajas de tener un cuerpo saludable
  • Revisando qué nos venden a través de los medios de comunicación y qué de esto estamos promocionando en casa (auto reflexión)

Consejos para ayudar al hijo adolescente a desarrollar una imagen corporal positiva

  • Desarrollar unas buenas habilidades de comunicación con el hijo: ADECUADO MANEJO DEL LENGUAJE VERBAL Y NO VERBAL acerca de la imagen corporal y la autoestima.
  • No esperar hasta que los hijos le hagan preguntas: conocer y practicar los mensajes que se deseen compartir. Buscar las oportunidades para enseñar, que le permitan fácilmente ayudarles a adoptar las características y cualidades que los hacen únicos.
  • Tratar de entender el punto de vista de los hijos: partir de lo que sienten, de sus opiniones, gustos e intereses.
  • Evitar hablar negativamente acerca de la comida, el peso, acerca de qué tan “bien” se ve alguien sólo porque está delgado(a), etc.
  • Centrarse en cosas que no tengan nada que ver con su apariencia física: sus logros, talentos, habilidades, potencialidades personales, otras cualidades, etc. Reforzarlo.
  • Es importante tener una actitud congruente en todo momento. Los hijos imitan las creencias y prejuicios de los padres. Es por eso que los padres deben estar pendientes de lo que dicen y cómo reaccionan ante su propia forma y tamaño corporal y la de los demás (evitar mensajes contradictorios).
  • Preparar comida interesante y novedosa. Encontrar recetas saludables y divertidas que el hijo podrá disfrutar preparar y  permitirle invitar a sus amigos a “jugar” en la cocina.
  • Reforzar e incitar cualquier actividad saludable para su cuerpo: deportes, comer sano, bailar, andar, practicar relajación, etc.
  • Felicitar su apariencia cuando se vea bien, darle elogios inesperados.
  • Comenzar a hablar con los hijos cuando son pequeños les ayudará a cimentar las bases para desarrollar una imagen corporal y autoestima positivas. Nunca es demasiado tarde para comenzar.
  • Comentarle que cada persona es única, que cada cuerpo es especial y que hay conductas relacionadas con la imagen corporal que son sanas y otras que no lo son.
  • Los padres han de revisar sus sentimientos sobre su propio cuerpo y pensar en los mensajes que ha aprendido a lo largo de su vida.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece

 

Educar sin gritar es posible

“¡Niño, deja ya de joder con la pelota! ¡Que eso no se hace, que eso no se dice, que eso no se toca!”...  Así recogía Joan Manuel Serrat la manera en la que nos dirigimos y asumimos la educación de “esos locos bajitos”, como los llama en su célebre canción. Y, en efecto, tanto en el ámbito escolar como en el familiar, es frecuente responder con el grito a todas las acciones de los niños que se escapan a nuestro control o a nuestra manera de entender los límites del comportamiento socialmente aceptado. Entre todos, hemos convertido al grito en un elemento central en la educación, enseñando a los niños a portarse bien para evitarlo y a aceptar solamente aquellos límites que se imponen con él. 

Es evidente que los límites son un elemento necesario en la educación y la salud mental de los pequeños,  pero si solo se establecen por medio de gritos, estamos perdiendo de vista otras maneras más efectivas y racionales de educar, y pecando de una rigidez y un reduccionismo que no nos benefician como padres y como educadores.

Adquirir nuevas actitudes en la forma de relacionarnos y educar a los niños, y, a la vez,  adaptar nuestras respuestas de un modo flexible a su comportamiento, variando el tono y el modo en el que nos dirigimos a ellos, reforzará nuestra figura de autoridad y nos mostrará como ejemplo de cómo abordar los problemas desde la razón, la contención y la templanza, no desde el descontrol que el grito lleva implícito.

Empatizando, validando, conteniendo, manejando los tiempos y negociando con nuestros hijos, manejaremos los conflictos desde un lugar en el que la relación padre/madre - hijo/hija saldrá reforzada.

  1. Empatizar, es decir, entender la posición, las motivaciones o el punto de vista desde el que nuestros niños actúan, nos ayudará a comprender muchas reacciones que desde nuestra perspectiva de adultos nos pueden parecer inadecuadas. Un ejemplo de empatía sería “Entiendo que quieras comer más chuches, ya has comido suficientes y no quiero que te pongas malito”.
  2. Validar la emoción que está empujando a nuestro hijo a actuar de una determinada manera, poniéndole nombre a lo que está sintiendo y quizá no esté sabiendo identificar, ayudará al niño en su desarrollo emocional y será una magnífica base desde la que aprender a manejar y gestionar sus emociones. Un ejemplo de validar serías “Veo que te ha enfadado mucho lo que te ha pasado en el cole, ¿quieres que hablemos de ello?”
  3. Contener las reacciones desmesuradas en las que el niño pueda dañarse, dándole alternativas desde la protección y la preocupación para expresarse sin ponerse en peligro, es una manera de acompañar al niño en los momentos en los que necesita una ayuda para manejar sus emociones y sensaciones, favoreciendo un vínculo sano entre padres e hijos.  Para ello tendremos que mantener un contacto visual y corporal con el que ayudemos al niño a contenerse y a expresarse de manera calmada y controlada.
  4. Manejar los tiempos y nuestras propias emociones cuando tratamos con los niños es una manera de demostrarles respeto y permitirles desarrollar su autonomía. La falta de tiempo que gobierna nuestro día a día nos hace imponer nuestros ritmos  a los peques sin tener en cuenta sus necesidades. Pararnos a respirar y plantearnos si nos estamos poniendo nerviosos porque nuestro hijo se ata muy lento los zapatos, o si es porque nosotros no tenemos tiempo para permitirle automatizar la lazada, nos evitará manejarnos desde la rabia con el niño.
  5. Negociar y llegar a acuerdos comunes favorece el encuentro entre padres e hijos. Es una manera, además, de ofrecer a los pequeños un entrenamiento en empatizar, conectar con sus necesidades, generar alternativas y tolerar la frustración. Para ello nos ayudará tener claro qué aspectos de la educación estamos dispuestos a negociar y cuáles son nuestros límites, además de tener una actitud abierta y flexible a las propuestas de nuestros hijos.

 Al establecer límites desde estas posiciones apostaremos por una relación en la que el respeto entre padres e hijos o entre niños y adultos tendrá un origen sano y genuino y evitaremos inculcar una forma de respeto basada en el miedo.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Celos en los niños... tenemos un problema desde que nació el bebé

Ha nacido su hermanito y Jaime de 4 años tiene pelusa, no quiere que nadie mire al bebé, le quita sus cositas, quiere dormir en el cuarto de sus papás y volver a tener chupete. Está más "chinchoso" y se muestra más huraño. Jaime está teniendo celos, hasta hace poco era el centro de atención de todo su entorno y lo fue durante casi 4 años, de repente todo esto se ha acabado para él.

¿Y si mamá ahora no me quiere tanto? ¿Y si no me van a cuidar igual? Antes, todo el rato estaban conmigo, todo era para mí y ahora me dicen que tengo que compartir, pero qué es eso de compartir!!!!!!!!????????

Los celos forman parte de un proceso normal de adaptación a la nueva situación cuando nace un hermanito, no todos los niños lo experimentan y no todos lo experimentan de manera extrema.

Aunque nos parezca que sentir celos es destructivo e intentamos eliminar ese sentimiento de los niños o de nosotros mismos siendo adultos, los celos tienen un componente adaptativo muy importante, han posibilitado nuestra superviviencia, pro ello la selección natural los ha mantenido presentes en nuestro universo emocional.

Los celos están muy conectados con nuestra necesidad de apego y vínculo. el ser humano necesita vincularse par asentirse seguro, nacemos desprotegidos, con todo por aprender y muy vulnerables, necesitamos el contacto continuo con un adulto que nos alimente, nos consuele, nos estimule, nos proteja de los peligros... si aparece otro bebé la atención se divide y las posibilidades de superviviencia en un entorno hostil son mucho más bajas. Los celos son una lucha por la atención.

Una clave para prevenir y manejar los celos es fomentar un vínculo seguro con los hijos, no excesivamente dependiente. cuando el apego es dependiente (niños muy mimados o sobreprotegidos) o ambivalente (poca atención o atención excesiva para compensar la poca atención previa), el niño no establece un apego seguro en el que sabe que no le pasará nada y que le quieren aunque no estén a su lado o prestándole atención. Un niño con más celos quizá es un niño más inmaduro y más inseguro y debemos revisar el tipo de apego que le hemos ofrecido como adultos, par ir dosificando progresivamente la retirada de atención y empatizar con los celos del niño ya que detrás de los celos hay miedo y sufrimiento.

También iremos de una manera progresiva facilitando la relación del niño con el nuevo hermanito para ir inhibiendo la rabia que aparece como mecanismo de defensa, como solución a los celos. Esto lo cosnseguiremos fomentando la complicidad con "el príncipe destronado" al tiempo que favorecemos que éste empatice con el bebé: "¡¡¡Qué fastidio!!! el bebé vuelve a llorar Jaime, no me deja dormir ningún día, no como tú que ahora duermes de un tirón y ayudas a que mamá descanse" (mientras le damos un gran beso). "tú cuando eras pequeñito también llorabas, ¿sabes? igual que el hermanito, ¿me ayudas a mecerle?

Poco a poco, y siendo muy consistentes con estas estrategias, todo se irá normalizando en la medida en que el niño vaya construyendo una mayor autonomía y ese vínculo seguro, sintiendo que los demás están ahí para él aunque no estén siempre ofreciéndole atención.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo crece

 

Cuando llegan los hijos dónde queda la pareja...

La mayoría de las parejas recuerdan su noviazgo como una de las etapas más felices de su vida. Se trata de un periodo de emoción, descubrimiento, romanticismo y diversión. Sin embargo, es muy habitual, que se acabe sacrificando la diversión en la relación como consecuencia de la llegada de los hijos. Lo importante es comprender que es posible recuperar el disfrute y el ocio en las relaciones. Cuando no existe este tiempo entre los dos, se puede generar sentimientos de decepción, cansancio, estrés e inseguridad, que pueden derivar en verdaderas crisis de pareja o en conflictos personales por falta de tiempo para uno mismo.

Desde su nacimiento, los niños necesitan mucha atención y es el momento en que las necesidades individuales de cada progenitor, tienen que estar supeditadas, a los intereses comunes de su crianza y cuidado. El niño se convierte en el rey de la casa, el vínculo se prolonga en exceso y los padres no ven el momento de crear su propio espacio, un espacio que es necesario ganar, sin sentirse culpable, para recuperar parte de la vida en pareja y personal y un espacio que, además, beneficiará a los hijos, que también necesitan el suyo propio para empezar a desarrollar habilidades para su independencia.

Sin embargo, a veces, la falta de tiempo sólo constituye una excusa para cubrir una necesidad de otra naturaleza: dificultades de comprensión, la disminución de la actividad sexual con el embarazo y el postparto, las tensiones y el malhumor fruto del cansancio y de los cambios en la organización familiar, pueden hacer mella en la pareja. Resultará necesario descubrir dónde está el problema y encontrar la solución adecuada para cada caso.


Algunas claves para conciliar los niños y la pareja:


1. Hacer de la relación de pareja una de las prioridades. Los niños, el trabajo, las tareas domésticas, los amigos, la familia, las actividades comunitarias, las compras, la televisión, el ordenador, etc., compiten entre sí para robarnos el tiempo y energía. La relación entre dos progenitores determina la atmósfera de toda la familia por eso es fundamental que la relación entre adultos sea una de las principales prioridades. Ésta pierde posiciones en el escalafón y otras cosas se suman a la lista según avanza la vida por eso pueden surgir roces y distanciamiento. Al llevar la relación nuevamente a uno de los primeros puestos de la lista se consigue una mejora considerable.

2. Que cada uno asuma sus propias responsabilidades en la relación. Cada uno tiene que empezar a desarrollar su propio proyecto. Sólo hay una persona a la que se puede cambiar y es a uno mismo. A veces cuesta reconocer al otro tal y como es, pero no se puede ignorar que son dos personas distintas, con diferentes necesidades, inquietudes, deseos y miedos.

3. Mantener el respeto mutuo y la igualdad. Una relación sólo puede funcionar cuando cada miembro de la pareja respeta al otro y le ve como a un igual. Esto implica que el crecimiento y desarrollo de cada persona como individuo es y debe ser una prioridad para cada uno. Los puntos de vista distintos proporcionan distintas opciones a las parejas, cuando son combinadas, pueden fundirse para proporcionar una perspectiva más amplia y encontrar así soluciones creativas.

4. Potenciar la diversión y el ocio en pareja. Es fundamental facilitar espacios donde disfrutar solos y recuperar con ello la afectividad y la intimidad en la relación. Es necesario darse permiso para pedir ayuda a terceros para que cuiden esporádicamente de los hijos (canguros, familiares, amigos, etc.) y no sentirse imprescindible en ese espacio de tiempo. Aprender a tolerar la separación sin sentir miedo, preocupación o culpabilidad por ello es un proceso de aprendizaje.

5. Repartición de las tareas de forma equilibrada y consensuada. Es importante garantizar un reparto equilibrado de las tareas, de manera que ninguno de los miembros esté desbordado de trabajo. Una falta de equilibrio en esta repartición puede generar sentimientos de hartazgo, frustración, estrés, inseguridad, indefensión, etc.

6. Adquirir varios roles y no estar sujeto siempre al mismo. En relación con el punto anterior, es importante que cada uno pueda cambiar der rol a la hora de organizar y gestionar el cuidado de los hijos y el hogar. Los roles inflexibles e invariables pueden dificultar el equilibrio y una buena organización dentro del núcleo familiar, además de suponer un desgaste físico y emocional. 

7. Mantener una comunicación eficaz.  Comunicación horizontal y basada en el respeto. La escucha activa, el uso de mensajes en primera persona y la empatía son habilidades básicas necesarias para conseguir entendimiento mutuo y aumentar la cercanía, la conexión y la complicidad con la pareja.

8. Aprender a negociar con la pareja. Gracias a una comunicación eficaz se puede llevar a cabo habilidades de negociación para conseguir gestionar, pactar y organizar el tiempo y la repartición de tareas dentro del hogar.

9. Mostrar y expresar afecto mutuamente. Reforzar aspectos positivos del otro, hacerle sentir útil y valorado, infundir ánimos,  premiarse con elogios y afecto mutuamente, etc., fortalece a la pareja, alienta y aumenta la autoestima de cada uno, mejorando con ello el clima emocional en la familia. La intimidad se construye sobre la base del cariño, respeto, los ánimos y la comunicación.

10. Educar desde el ocio y la diversión. No únicamente desde la disciplina. La diversión y el sentido del humor nos acerca a los hijos y esto nos convierte en figuras de apego seguro y de mayor respeto para ellos. Mejorando el estado de ánimo se potencia la espontaneidad, la flexibilidad, desinhibición y el juego en familia, rompiendo con ello la rigidez y las rutinas excesivamente estructuradas.

11. Sacar tiempo para el ocio personal. Es necesario encontrar espacios individuales donde cada miembro de la pareja, por separado, pueda llevar a cabo sus propias actividades y hobbies que le ayuden a desconectarse por un momento del estrés diario. Esto potenciará su bienestar, autoestima e imagen personal y todo ello beneficiará a la relación y al clima familiar.

En definitiva, la llegada de un hijo supone grandes cambios en la pareja pero puede aprender a vivirse con gran ilusión y complicidad. Es un proceso que requiere un tiempo de adaptación. Un hijo supone compartir preocupaciones, alegrías, educación, problemas, satisfacciones, etc.: una serie de sentimientos que es necesario compartir con la pareja sin que ninguno de los dos quede al margen. El objetivo es vivir con intensidad cada etapa de los hijos, disfrutarlo y compartirlo sin olvidar de sacar un poco de tiempo para disfrutar a solas los dos.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece


La música: una clave en el desarrollo del cerebro infantil

"La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo".  Platón

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La época de esplendor de los griegos se considera como uno de los momentos de mayor auge de la cultura universal. Y es en ese momento donde varios de los grandes filósofos y pensadores que  nos dieron las bases para comprender al ser humano en toda su plenitud, concedieron a la música un lugar privilegiado.

Aristóteles y Platón propusieron que el ejercicio físico y la música fueran los elementos principales del sistema de educación pública. Un cuerpo sano cuyo interior vibra con los sonidos.

Ahora, gracias a los avances tecnológicos, podemos avalar con datos empíricos aquellas opiniones basadas en la pura observación y la experimentación propia. Aquellas opiniones que dotaban a la música de un valor cultural y un poder de conocimiento y transformación tales, que formaban parte de las asignaturas principales con las que se iniciaba el niño en su formación cultural: gramática, música y gimnasia.

Los efectos positivos en el desarrollo del cerebro están demostrados científicamente 

Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente en las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espacio-temporal. La estructuración espacio temporal es un proceso básico en la construcción del conocimiento, porque está ligado a la capacidad de abstracción del ser humano. Las relaciones que se establecen entre los objetos, las personas y las acciones o sucesos configuran el mundo en su acontecer y su esencia.

 

Os resumimos algunos de los efectos de la música en los niños:

  1. Al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. Estas ondas, que aparecen en estados de relajación y tranquilidad, incrementan la capacidad de estudio, fomentan la claridad mental y evitan la aparición del stress.
  2. Al escuchar estructuras armónicas complejas o simplemente "diferentes", se aumenta la capacidad intelectual, se incrementa el desarrollo de la creatividad y la imaginación y, por consiguiente, se favorece el aprendizaje y el sentido crítico.
  3. A través de las canciones infantiles, en las que las sílabas son rimadas y repetitivas, y acompañadas de gestos que se hacen al cantar, el niño mejora su forma de hablar y de entender el significado de cada palabra.
  4. Estudiar música desarrolla el razonamiento lógico-matemático y estructura los mapas mentales. Las matemáticas y la lógica son fundamentales para comprender e interpretar el ritmo.
  5. Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
  6. La música tiene el don de acercar a las personas. El niño que vive en contacto con la música aprende a convivir de mejor manera con otros niños, estableciendo una comunicación más armoniosa. Incrementa la confianza en uno mismo porque a través de la música la persona puede expresarse y mostrar a los demás lo que le gusta y es capaz de hacer.
  7. No podemos olvidar tampoco el papel que ejerce la música como actividad lúdica en el desarrollo del tiempo de ocio. El ocio es tan necesario para el ser humano como el tiempo de trabajo y, como tal, también hay que aprender a darle la importancia que tiene y un lugar desde que somos pequeños. De hecho, parece que el tiempo de trabajo puede resultar más provechoso si lo combinamos con el tiempo de ocio de forma adecuada.

Es obvio, tras la enumeración de los beneficios que trae consigo la música, que su papel en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos (sobre todo los de educación inicial), es fundamental, y que su relegación a una categoría de " optativa" pueda significar la pérdida de un elemento de enorme potencial educativo, no sólo a un nivel puramente cognitivo, sino a un nivel emocional, a veces tan olvidado en nuestras escuelas, pero tan importante en el desarrollo más completo de la persona. 

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

Cómo afectan las alergias alimentarias en los niños

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Cuando a tu hijo le da su primera reacción alérgica a un alimento tan básico como “la leche” con tan sólo dos meses de vida, te preguntas: ¿Y ahora qué?, ¿Qué va a poder comer mi niño cuando no pueda darle el pecho?, ¿Por dónde empiezo?...

Tras el diagnóstico se crea un gran abismo, te sientes perdido y angustiado y percibes una especie de incomprensión a nivel social y familiar: “lo que es saludable para casi todo el mundo para mi hijo es veneno”.

 

Si esto es difícil de digerir y complicado de interiorizar por los padres y hermanos, ni que decir tiene por el resto de las personas que nunca han vivido ni sufrido ningún caso cercano.

Poco a poco, vas descubriendo que este “veneno” está en todas partes: cantidad de productos alimentarios, fármacos, cosméticos, cremas, productos de higiene, material escolar… lo que hace mucho más difícil y angustiosa la calidad de vida de estos niños.

La alergia alimentaria es una enfermedad cada vez más frecuente en la infancia cuyas consecuencias negativas sobre la autoestima y la calidad de vida de los niños que la padecen están infravaloradas en nuestra sociedad. Cuando tienes un niño alérgico a algún alimento, la organización de las comidas,  las visitas de amigos y familiares a casa, la higiene, los cumpleaños y otros festejos, las comidas en restaurantes suponen una gran amenaza y sobreesfuerzo…. TODO CAMBIA, TODO SE TRASTOCA Y TODO GIRA ALREDEDOR DEL NIÑO. Tienes que adaptarte 100% a su problema y a sus necesidades.

Esto implica informar, educar y formar a todas las personas que están en su entorno: hermanos y demás familiares, amigos, educadores y personal del centro educativo al que asista, etc. Formación que garantice la prevención, así como el reconocimiento de los síntomas de las reacciones y el inicio del tratamiento a la mayor brevedad.

Cuando sufres este problema, te das cuenta del desconocimiento absoluto y la falta de información que existe sobre este problema tan grave y cada vez más frecuente, lo que te crea un estado de alerta y amenaza constantes. Emociones como: angustia, ansiedad, miedo, frustración, pena, indefensión, enfado… toman protagonismo en el hogar del niño alérgico, emociones vividas por cada uno de nosotros.

Antes de cumplir  los dos añitos, sabe que “algo pasa con la comida”, “me pongo malito”… lo empieza a comprender y a interiorizar antes incluso que otros hábitos como el control de esfínteres. “Mamá, ¿esto puedo tomarlo?”, es otra frase temprana en estos niños. Te sorprende la madurez y el control que empiezan a tener sobre el problema siendo tan pequeños. Toda una lección de responsabilidad.

Aun así, los miedos están latentes, ellos también los perciben, se asustan cuando ven comida desconocida, les cuesta probar alimentos nuevos y en muchas ocasiones adquieren “manías” y rituales algo obsesivos con la alimentación.

 

Otro problema añadido que produce una alergia alimentaria es la situación de exclusión social, situación que puede mermar la autoestima de estos niños: el colegio, otros padres o adultos, familiares, etc. tienen verdadero miedo a que al niño le ocurra algo estando con ellos, el miedo se combate con el conocimiento y si este problema es tratado por su entorno de forma natural, él lo asumirá de igual manera.

El número de niños alérgicos crece cada año y es necesario que los adultos responsables de estos niños sepamos tratar el problema con el conocimiento suficiente para no poner en riesgo su salud física y emocional.

¿Qué podemos hacer?

A la hora de abordarlo, es necesario:

  • Ser honestos, claros y sinceros con ellos, no mentirles jamás por muy pequeños que sean: “no puedes comer esta galleta porque te pones malito pero tienes estas otras que te encantan”, en lugar de esconderlas o inventarnos otra historia poco realista.
  • También es necesario mostrar normalidad y tranquilidad aunque sin bajar la guardia, si el niño nos percibe en constante tensión puede adquirir una relación aversiva con la comida y generalizarlo en otras situaciones cotidianas (“hacerles niños miedosos”). La sobreprotección en estos niños es inevitable pero hay que tratar de priorizar, ¡¡no todo le produce alergia, no todo es peligroso!!
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El equilibrio entre “tabú” y “obsesión”, “dejadez” y “sobreprotección” es la clave para sobre llevar de la forma más sana y tranquila posible el problema de las alergias alimentarias.

 

 

Un niño alérgico no es un niño enfermo, concienciémonos de esto. Mi hijo es alérgico y es un niño sano y feliz. 

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga infantil y educativa

 

Padres separados: hablar bien del padre/madre de nuestro hijo es un regalo para ellos

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Pensemos por un momento, ¿Qué es lo más frecuente en casa, que mi hijo me escuche hablar de su padre/madre con una actitud respetuosa o con un tono despectivo?

Cuidar la forma en que nos referimos al otro miembro de la pareja de padres es importante. Lo es, además, independientemente de si como pareja estamos juntos o separados. Eso sí, matizando que nos estamos refiriendo siempre a relaciones en las que no hay ningún tipo de maltrato.

Cuando unos padres llegan a Grupo Crece preocupados por el estado emocional de su hijo, y comenzamos la terapia, suelo hacerles un esquema muy sencillo en un papel, en el que represento lo siguiente:

  • En primer lugar les dibujo a ellos y simbolizo su relación de pareja con unos anillos (estén o no casados). Si se encuentran separados/divorciados hago una cruz encima de estos anillos.
  • Después, trazo una línea recta de unos cinco centímetros por debajo de este dibujo.
  • Debajo de la línea coloco a su descendencia. Puede que sean hijos de ambos y/o de uno de ellos, conformando en este último caso, lo que llamamos una familia reconstituida.

Les explico que lo que se encuentra por encima y por debajo de la raya son dos planos diferenciados aunque estén interrelacionados.

El de arriba es el terreno de la pareja, el “conyugal”. Tiene que ver con una unión/separación de dos adultos que deciden compartir/dejar de compartir sus proyectos personales.

 

El de abajo, tiene que ver con una unión que será para el resto de sus vidas. La “parentalidad”. Un vínculo que se caracterizará por la incondicionalidad y la responsabilidad en lo referente a los cuidados de los padres hacia esa descendencia.

Esta diferenciación, al menos en nuestra esfera mental, facilita el que nos podamos plantear una cuestión fundamental: ¿Cuál  es la actitud más adecuada a nivel conyugal (seamos pareja o no) para que nuestros roles de padre/madre se vean fortalecidos y por tanto nuestros hijos estén mejor sostenidos y cuidados?

Cuando la relación de pareja goza de una buena salud, esta energía positiva se transmite en la relación con nuestros hijos y la enriquece. Al hablar del padre o de la madre de nuestros hijos con cariño, con respeto y, sobretodo y también, con admiración, le estamos dando valor a su figura.

Estamos reforzando que para ellos, su padre/madre sea un referente en el que apoyarse cuando tengan miedo o preocupaciones, una figura de autoridad respetada y aceptada, un refugio donde acudir cuando necesiten mimos y abrazos.

Pero cuando como pareja no estamos atravesando un buen momento o esta se ha roto definitivamente, es lógico que nos preguntemos “¿Por qué tengo yo que tener una buena relación con la otra persona si no me apetece o considero que no se lo merece?”

 En realidad no se trata de forzar una relación de cercanía por el bien de nuestro hijo. Se trata de que la información que transmitimos a nuestro hijo de su otro padre/madre sea  ”Información de calidad”.

Con “Información de calidad” nos estamos refiriendo a que en la medida de lo posible, intentemos con nuestra comunicación verbal y no verbal, devolverle a nuestro hijo una imagen digna o restable  (si no nos es posible destacar algo positivo) de cómo percibimos nosotros que el otro ejerce su rol paterno/materno. Independientemente de los sentimientos que nos despierte este como nuestra expareja.

Cuando la situación a nivel conyugal es dura y delicada por estar atravesando una separación afectiva, es difícil e incómodo encontrar la forma de materializar esta actitud de cuidado a la imagen del otro progenitor. De cualquier forma, el que intentemos proteger a nuestros hijos no contaminando la figura (y por ende la relación) entre ellos y su otro progenitor, no es incompatible con que como padre/madre responsable que soy (y en privado), le exponga al otro con qué aspectos de su forma de criar a nuestros hijos no estoy de acuerdo.

¿Cuáles son los argumentos que sostienen la idea de que es necesario, no solo oportuno o aconsejable, esto de transmitir “Información de calidad” sobre el otro progenitor a nuestros hijos?

  • Al intentar que las tensiones del plano conyugal, contaminen lo menos posible al plano parental, estaremos facilitando el que nuestros hijos puedan construir una buena autoestima. 
  • Cuando evitamos referirnos al otro progenitor desde un tono de tensión y reproche continuo, estamos favoreciendo que el ambiente en casa no se empobrezca y que nuestros hijos no teman compartir aspectos de su mundo emocional que les preocupan/avergüenzan por miedo a encontrarse con respuestas airadas o de incomprensión.
  • Además, evitando enfrentamientos directos y continuas desvalorizaciones a la figura del otro, en las que a veces incluimos a los hijos “es que eres igualito a tu padre/madre, no lo tengo en casa pero ya te tengo a ti para recordármelo” (de forma más o menos explícita e hiriente) estamos protegiéndoles del sentimiento de culpa que les genera bloqueos emocionales que puede repercutirles en las distintas esferas de su vida (social, académica, afectiva). Ellos tienden a pensar “Discuten por mí/Si yo no existiera todo esto no habría pasado…”. Si escuchamos estas señales, no las dejaremos pasar, quitémosle esa carga que no les corresponde.
  • Para cualquier hijo la figura de su padre y su madre son dos referente diferenciados pero imprescindibles ambos para sostener y generar su propia identidad. Cuando la imagen de uno de ellos es frecuentemente dañada por el otro, ocurren dos cosas nocivas: por un lado, queda debilitado el sostén emocional que esta figura supone para el hijo y por otro, se hiere seriamente la autoimagen del mismo porque todos los hijos sienten que de alguna forma se parecen a sus padres.

Los hijos necesitan límites, firmes y razonables. Y sobretodo unos padres que con su estilo para manejar la autoridad los sepan imponer de una forma constructiva y eficaz. Cuando la imagen del otro progenitor está seriamente dañada, dificultamos mucho la tarea de que este pueda ser un referente de autoridad y por tanto, que pueda contener y tranquilizar a nuestro hijo cuando y como este lo necesite.

  • Lograr acuerdos en el terreno parental en cuestiones relativas a la crianza es un reto constante. Será fundamental que en algunos aspectos básicos se haga un esfuerzo por acercar criterios y tener similares respuestas ante nuestros hijos. Y claro que nuestra autoridad se verá fortalecida si no nos desautorizamos frente a ellos. Pero es mucho más importante que nuestros hijos perciban y sientan una relación basada en el buen trato entre sus padres a que este respeto se sacrifique en nombre de imponer una única forma de educar como “la correcta”.

  • Pensemos también qué herencia emocional les queremos regalar, y esto se construye en el día a día. Si ellos viven inmersos en una convivencia tensa y asfixiante entre sus padres a nivel relacional, estarán aprehendiendo e interiorizando un modelo disfuncional para sus relaciones futuras. La forma en que tratamos a nuestros hijos es la forma en la que ellos están aprendiendo que merecen ser tratados por el mundo.  

Finalmente y en resumen, creo que lo fundamental es que le transmitamos de corazón a nuestros  hijos, con nuestros gestos cotidianos, e independientemente del momento que vivamos a  nivel conyugal con su padre/madre, lo siguiente:

No te haremos elegir entre papá o mamá. No tendrás que sentirte asfixiado en un conflicto de alianzas.

Te dotaremos de unas alas robustas para que cuando lo necesites y desees, emprendas el viaje hacia tu propio autoconocimiento y crecimiento personal.


Naira Herrera Vaquero

Terapeuta de familia

Tiempo de calidad... ¿cómo se hace eso? (o el secreto de las Tres Es)

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Muchos padres y madres  tienen jornadas maratonianas y estresantes, con lo que el tiempo que pueden disfrutar de y con sus hij@s es escaso. ¿Cómo hacer para que este tiempo sea de calidad”? 

Entendemos por "Tiempo de calidad" aquel en el que las madres y los padres ejercen activamente a la vez que gozan haciéndolo.

Parece muy simple pero tiene muchos matices. 

Resulta un reto cotidiano el conseguir  disfrutar de la crianza si, al llegar a casa aún quedan muchas tareas por hacer.

Resignarse o culpabilizarse no será de gran ayuda.  

En cambio, priorizar y organizarnos para que lo urgente no acapare el tiempo de lo realmente importante nos facilitará conectar con nuestros hij@s y cuidar la relación que tenemos con ell@s.  

Para facilitar que se produzcan momentos de alta intensidad emocional (aunque sean escasos y breves) con tus hij@s, te recomendamos lo siguiente:  

  • Cuando llegues a casa, deja en el perchero además del abrigo, los “Debería” y los “Tengo que” referidos al trabajo. Mañana seguirán estando ahí y hoy no van a ayudarte en nada a ser un/a mejor papá/mamá.

  • Busca a tu pequeñ@ por la casa, lanzando señales evidentes con tu voz y tus movimientos de que “Estabas deseando que llegara este momento”.

  • Dale un achuchón enorme y más largo de lo que acostumbrarías.

  • Mírale a los ojos, en horizontal, desde lo más cerquita que te encuentres cómod@.

  • Y pregúntale “¿CÓMO TE ENCUENTRAS?”. Intenta evitar los socorridos: “Qué has hecho hoy, qué tal el examen, has jugado mucho, tienes muchos deberes, qué te han puesto para comer o traes alguna notita del/ la profesor/a”.

  • Cuando te vaya a responder, pon los cinco sentidos en todo lo que te exprese con palabras y con su cuerpo. Envuélvete en ese mensaje como si fuera la única ropa que tuvieras y estuvieses en el Polo Norte. Aquí y Ahora no hay nada más importante para ti.

  • Evita apresurarte a darle soluciones, reprimendas, consejos u órdenes. Así no conseguirás que se sienta escuchado ni respetado.

  • Recoge todo lo que te ha contado. Es un tesoro. No falta ni sobra nada. Ahí está cómo se siente, qué le ha pasado, cómo lo ha vivido, cómo le ha impactado, qué necesita que tú hagas…y si todavía no estás muy entrenad@ en descifrar sus señales emocionales, simplemente pregúntale con cariño y respeto: ¿Me quieres contar algo más? ¿Necesitas que te responda algo o sólo que te escuche? ¿Quieres un abrazo? ¡Gracias por contármelo!

La Estrategia de Las Tres Es nos ayudará a mejorar  la calidad del tiempo dedicado a la crianza.

  1. Espera. Sólo ell@s saben el tiempo que necesitan para contarte su día.

  2. Escucha. Tanto lo que dice verbalmente como lo que expresa con sus gestos, emociones, mirada, silencios…

  3. Emociónate. Deja a un lado tu mirada de adulto para ser capaz de ver el mundo a través de sus ojos.

Y recuerda, Las Tres Es serán unas buenas aliadas en este viaje de encuentro con nuestros hijos si no las convertimos en una autoexigencia más a añadir a nuestra lista de obligaciones pendientes.


Naira Herrera Vaquero

Psicóloga y terapeuta familiar

Grupo Crece