Preguntas para hacerse alguna vez en la vida

Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo haciéndonos preguntas. Muchas de ellas son preguntas sin respuesta que nos llevan a dar más vueltas a las cosas. Otras tantas no nos llevan más que a respuestas absurdas. Y hay otras que no tienen respuesta, directamente.

He recopilado algunas preguntas que, a veces, hago directamente a las personas que vienen a terapia, o que se plantean en las propias sesiones mientras indagamos en la psique humana.

Son interesantes y dignas de hacerse alguna vez en la vida. Algunas cuanto más nos las hagamos, mejor.

Antes de tomar una decisión (no tiene por qué ser muy importante), hazte las siguientes preguntas:

¿Esto lo hago porque quiero yo o para complacer a mis padres/pareja/amigas?

¿Esto lo hago porque quiero yo o por llevar la contraria a mis padres/pareja/amigas?

Cuando tengas que hacer algo que sientes que te provoca miedo, o vergüenza, o que dudes en hacerla, estas preguntas pueden ayudarte:

¿Qué es mejor, intentarlo y quizás equivocarse, o no haberlo intentado nunca y nunca saber qué podía haber pasado?

¿Cuántas oportunidades como ésta voy a volver a tener?

Las siguientes son ideales para preguntarse antes de irse a la cama:

¿Qué pequeña cosa he hecho hoy de la que estoy satisfecho?

¿Qué pequeña cosa ha hecho hoy alguien conmigo o por mí, por la que estoy satisfecho o agradecido?

Algunas preguntas para situaciones en las que uno se plantea darle un sentido a la vida:

¿Cómo puedo ayudar a tener un mundo mejor?

¿Tengo la vida que quiero?

¿Cuál es la primera cosa que cambiaría en mi vida?

Si no tuviera miedo: ¿Qué me gustaría hacer que no hago? ¿Qué me gustaría dejar de hacer?

Si hoy fuera el último día de vida, ¿Qué haría y con quién?

 

Os invito a realizar la siguiente tarea de reflexión:

Imagina que han pasado muchos años y que con el tiempo te has convertido en una versión más vieja y sabia de ti misma. Te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas: Examinando tu vida:

¿Qué es lo que más te gusta de tu existencia según la has vivido?

¿Hay algo que querrías no haber hecho?

¿Hay algo que querrías haber hecho?

¿Qué te gustaría que tus seres queridos recordaran más respecto a tu vida con ellos?

En una escala de 0 a 10, ¿cuánto hay ya en tu existencia actual que refleje las                                       respuestas que has dado a la pregunta anterior?

Si quisieras aumentar el grado en que tu vida actual refleje las ideas respondidas en las preguntas anteriores, ¿cuál sería el paso más pequeño que podrías dar?

Éstas son sólo algunas preguntas, seguramente muchas de ellas importantes para mí.

Quizás tú tengas las tuyas propias. Preguntas que te han ayudado a ti…

¿Me las cuentas?

¿QUÉ PREGUNTAS AÑADIRÍAS TÚ?

El precio de la libertad

libertad-humana-compressor.png

Desde que nacemos, el ser humano camina de manera directa hacia la búsqueda y conquista de la libertad. El niño pequeño comienza a andar, para tener libertad y poder de decisión sobre sus destinos, los adolescentes luchan por autoafirmarse en su capacidad de elección, buscando conquistar el estatus de "personas libres". Sin embargo, parece que la libertad es algo idealizado que, al conocerse, nos hace recular en nuestro avance por su conquista, como si no hubiese cumplido nuestras expectativas. Y es que la libertad lleva aparejado un concepto del que no somos tan amigos: la responsabilidad. 

En un mundo lleno de opciones, en el que los dogmas y las verdades absolutas cada vez ocupan menos espacio, la libertad de elección impera, haciendo que la responsabilidad tome un papel protagonista. Responsabilidad para elegir entre el abanico de opciones que se despliega ante nosotros en cada decisión, responsabilidad para aceptar el rechazo que cada elección conlleva, y responsabilidad para elegir hasta cuándo nos mantenemos en esa decisión. Y el más difícil todavía: responsabilidad para aceptar que nos hemos equivocado.

El mecanismo antagónico de la responsabilidad es la queja. La queja es el mecanismo que delega las situaciones en los demás. "Mi pareja está hecha un muermo, no me
propone nunca planes", "mi compañero es un vago", "mis amigas ya no están en la misma onda que yo"... Quejarse en una justa medida, es sano, ya que nos ayuda a canalizar la frustración, a tomar conciencia de las cosas que no nos están gustando con el objetivo de movilizarnos hacia una resolución. Sin embargo,  instaurarse en la queja en cualquier aspecto de nuestras vidas es una manera de tirar la toalla, de no responsabilizarnos de tomar decisiones en el sentido que necesitemos, tomando un rol pasivo respecto a nuestro bienestar y felicidad. Instaurarse en la queja implica afinar mi mirada ante lo que, según mi criterio, no funciona, convirtiéndonos en jueces de una realidad que no se altera al ser juzgada.

Libertad-y-Responsabilidad.jpg

De este modo, somos libres y responsables de elegir las opciones que sean más acordes a nuestras necesidades, objetivos y valores. Somos libres y responsables de poner en marcha los mecanismos necesarios para nuestras opciones elegidas. Y somos libres y responsables de detectar cuando esa opción ya no nos está sirviendo, y tenemos que volver a elegir.

Conectar con nuestra libertad, tomar conciencia de hasta qué punto nos  estamos responsabilizando de nuestra vida, es necesario para empoderarnos y para conocernos. Es posible que veamos que nuestra vida es el resultado de una serie de elecciones libres, pero también podemos darnos cuenta de que la libertad no es la piedra angular que guía nuestro camino.

¿Qué cosas nos dificultan el ejercicio de la libertad?


1. El miedo al fracaso:

Preferimos estar mal "por culpa de otros" que intentar estar bien y que no nos salga bien. 

2. Idealismo:

Pensar que lo que elijamos tiene que ser la opción perfecta nos impide tomar la mayor parte de decisiones en nuestra vida, que estarán marcadas por opciones que tiene partes positivas y partes negativas. Esto nos estanca en la indecisión y nos lleva a delegar en los demás la toma de decisiones y perder oportunidades por el hecho de no valorarlas.


3. Baja tolerancia a la frustración:

En cuanto vemos que nuestras elecciones no nos están dando los frutos esperados, damos marcha atrás, sin comprometernos con nuestras decisiones, volviendo a estándares que nos quiten responsabilidad.


La responsabilidad es un precio alto que hay que pagar para ejercer nuestra libertad. Pero más alto es el precio de vivir una vida sin decidir libremente y estando instaurados en la queja.  Y vosotros.

¿Qué elegís?

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¿Quieres esto otra vez e inmumerables veces más? Reflexiones para vivir mejor.

image1.JPG

Nietzsche nos deja en La Gaya Ciencia un parrafito estupendo para poder hacer un “ chequeo” de nuestra vida y costumbres. Si leemos entre líneas podemos recoger también una buena estrategia psicológica para realizar algunas transformaciones si el resultado de nuestro examen vital es negativo.

“¿Qué ocurriría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijera: ‘Esta vida, como tú ahora la vives y como la has vivido, deberás vivirla aún otra vez, innumerables veces, y no habrá en ella nada nuevo; sino que cada dolor y cada placer, pensamiento, suspiro, y cada cosa pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión -y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas y así también este instante y yo mismo-.¡La eterna clepsidra de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito de polvo!?’ ¿No te arrojarías al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te hablado de esta forma? ¿O quizá has vivido una vez un instante infinito, en que tu respuesta habría sido la siguiente: ‘Tú eres un dios y jamás oí nada más divino’? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal y como eres ahora, un transformación y tal vez te trituraría; la pregunta: ‘¿Quieres esto otra vez e innumerables veces más?’ pesaría sobre tu obrar como el peso más grande. O también, ¿cuánto deberías amarte a ti mismo y a la vida para no desear ya otra cosa que esta última, eterna sanción, este sello?”

 *Friedrich Nietzsche / La Gaya Ciencia

Muchos contestaréis que sería un castigo, que si pudierais cambiaríais algunas cosas, o cambiaríais todo (alguno quizás no cambiaría nada, pero conociendo la condición del ser humano veo esta opción complicada). Éstas son respuestas que te remiten al pasado, aquellas cosas de las que no estás muy satisfecho, que te gustaría borrar, olvidar.

Pero el pasado no se puede cambiar. El pasado es el que hay. Lo único que podemos hacer con él es aceptar, perdonarnos a nosotros mismos por aquello que creemos que no hicimos bien, contárnoslo de otra manera (sin autoengaños, sólo con más benevolencia ), y aprender de los errores.

 

      Hoy, que te preguntas si repetirías tu vida instante a instante, puedes dejar de mirar el pasado y dirigirte hacia el futuro y empezar a construirlo de forma que si se repitiera, pudieras revivirlo con tranquilidad.

Y la tranquilidad no trata de vivir solamente en felicidad, pues sería agotador y poco realista.  Trata de VIVIR ( y perdonad la redundancia) todo lo que la vida ofrece con consciencia( hasta lo negativo), responsabilizándote de tu bienestar ( elige por y para ti y no para los demás). Os remitimos a otro de nuestro artículos que te puede dar algunas claves para vivir mejor

http://www.grupocrece.es/blog/Psicolog%C3%ADa10-seales-de-que-te-est-yendo-bien-la-vida

 

Y por si acaso ese diablillo se presentará algún día, comienza a preparar tu vida, para que desees que se repita, con las siguientes estrategias:

- Puedes preguntarte todas las noches si el día que has vivido lo volverías a repetir. Tanto si la respuesta es “ sí” como “ no, acto seguido pregúntate “ por qué”.

Para la opción “ sí” : ¿ qué has hecho tú, qué has puesto en marcha para que fuera un día a repetir? Al responderte vas a conocer una/s herramientas personales que te pueden llevar a gestionar mejor una situación difícil , o te puede dar una idea de qué necesitas para estar bien.

Para la opción” no”: ¿ Cómo podrías haber mejorado la situación para que si se repitiera te sintieras mejor? No te lamentes. Busca siempre algo que aprender. Aprender es mirar hacia delante. Lamentarse es quedarse en el pasado y paralizado.

 

También puedes realizarte la pregunta ANTES de una situación difícil que debas enfrentar. “ ¿ Cómo gestiono esto para que no me importara que se repitiera en mi vida? Ya hemos dicho que vivir tranquilo es aceptar lo positivo y lo negativo, por lo tanto situaciones difíciles se te van a presentar.

 

Al final, tal y como Nietzsche apunta, la clave está en comenzar a amarte a ti y a la vida tanto, que fuera un gran sueño volverla a vivir.

El párrafo en cuestión nos puede llevar a innumerables reflexiones sobre la existencia y otros tantos entresijos de ella, pero no es objeto de este artículo entrar en complejidades filosóficas.

El objetivo es permitirnos parar un instante. Echar un vistazo global a lo que ha ocurrido en nuestra vida y a lo que acontece a día de hoy ( date por lo menos 10 minutos para esto).

Si tu vida, tal y como la has vivido y vives ahora, se repitiera una y otra vez de forma infinita, ¿sería un castigo o un regalo?

 

image2.JPG
image3.JPG

Hoy, que te preguntas si repetirías tu vida instante a instante, puedes dejar de mirar el pasado y dirigirte hacia el futuro y empezar a construirlo de forma que si se repitiera, pudieras revivirlo con tranquilidad.

Y la tranquilidad no trata de vivir solamente en felicidad, pues sería agotador y poco realista.  Trata de VIVIR ( y perdonad la redundancia) todo lo que la vida ofrece con consciencia (hasta lo negativo), responsabilizándote de tu bienestar (elige por y para ti y no para los demás).

Os remitimos a otro de nuestro artículos que te puede dar algunas claves para vivir mejor

http://www.grupocrece.es/blog/Psicolog%C3%ADa10-seales-de-que-te-est-yendo-bien-la-vida

Y por si acaso ese diablillo se presentará algún día, comienza a preparar tu vida, para que desees que se repita, con las siguientes estrategias:

Puedes preguntarte todas las noches si el día que has vivido lo volverías a repetir. Tanto si la respuesta es “ sí” como “ no, acto seguido pregúntate “ por qué”.

Para la opción “ sí” :

¿Qué has hecho tú, qué has puesto en marcha para que fuera un día a repetir? Al responderte vas a conocer una/s herramientas personales que te pueden llevar a gestionar mejor una situación difícil , o te puede dar una idea de qué necesitas para estar bien.

Para la opción” no”:

¿Cómo podrías haber mejorado la situación para que si se repitiera te sintieras mejor? No te lamentes. Busca siempre algo que aprender. Aprender es mirar hacia delante. Lamentarse es quedarse en el pasado y paralizado.

También puedes realizarte la pregunta ANTES de una situación difícil que debas enfrentar.

“ ¿Cómo gestiono esto para que no me importara que se repitiera en mi vida? Ya hemos dicho que vivir tranquilo es aceptar lo positivo y lo negativo, por lo tanto situaciones difíciles se te van a presentar.

image4.JPG

Al final, tal y como Nietzsche apunta, la clave está en comenzar a amarte a ti y a la vida tanto, que fuera un gran sueño volverla a vivir.

El párrafo en cuestión nos puede llevar a innumerables reflexiones sobre la existencia y otros tantos entresijos de ella, pero no es objeto de este artículo entrar en complejidades filosóficas.

El objetivo es permitirnos parar un instante. Echar un vistazo global a lo que ha ocurrido en nuestra vida y a lo que acontece a día de hoy ( date por lo menos 10 minutos para esto).

Si tu vida, tal y como la has vivido y vives ahora, se repitiera una y otra vez de forma infinita, ¿sería un castigo o un regalo?

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

Decisiones: ¿por qué nos asustan tanto?

image1(1).JPG

Respiras tranquilo cuando por fin has tomado la decisión

Pero con lo que no contabas es que a la vuelta de la esquina otra nueva “ toma de decisiones” está al acecho. Y es que es condición de la existencia elegir y decidir de forma continua.

La propia palabra existir está compuesta del prefijo ex- (hacia fuera) y el verbo sistere (tomar posición). Es decir, que la vida lleva consigo el incómodo acto de posicionarse y, por tanto, de arriesgarse y escoger.

Ahora mismo, el momento vital en el que te encuentras, para bien o para mal, se debe a una serie de decisiones encadenadas que has ido tomando a lo largo de tu vida. A veces, decisiones insignificantes ( “me crucé de acera para ir por el sol y me choqué con el que es hoy mi pareja”), otras mucho más complejas . A través de tus decisiones, te haces responsable de tu existencia y de la de aquellos que dependen de ti. Y de esta grandísima responsabilidad, es de donde derivan todos los miedos relacionados con el acto de decidir o de elegir la mejor opción entre varias posibles.

Tratamos las decisiones como si fueran “ a vida o muerte”. Es un “ no hay vuelta atrás”, "de esto depende TODA mi felicidad” o un “ qué pensarán de mi si elijo esto”. Si pienso de esta forma, lo más normal y lógico es que la duda se instale y me sienta incapaz de elegir. Cuantísima responsabilidad. La felicidad o el caos ante mi. Esto es lo que paraliza y bloquea.

Quizás lo que nunca te has planteado es que, salvo contadas ocasiones, ninguna decisión es a vida o muerte. Hay muchas decisiones intrascendentes, y sólo algunas requerirán toda nuestra atención y esfuerzo. Así que lo primero que hay que hacer es distinguir la relevancia de unas y otras y tratarlas de forma diferente.

No existe un camino correcto e incorrecto. E incluso si existiera un camino correcto, nadie te asegura que te lleve hacia la felicidad, que es, al fin y al cabo, lo que perseguimos cuando elegimos. E incluso el camino incorrecto puede abrir horizontes insospechados.

image3.JPG

A veces explico en terapia que la vida es como un árbol. No existen árboles con una rama, o con dos. Existen árboles con ramas que se ramifican en otras, y éstas otras en otras más. Elijas la rama que elijas, aún con dudas, de esa primera rama surgirá otra rama, otro camino, que podrás escoger o no…pero no pasa nada si no lo coges, o si lo coges, porque seguirán apareciendo ramitas que te llevará hacia un lugar totalmente diferente al que creías cuando escogiste la primera. Es decir, que casi siempre podrás ir afinando en tu elección, o cambiando si la decisión no dio los resultados que esperabas. NO hay decisiones a vida o muerte ( salvo algún caso excepcional).

Vas a tomar decisiones menos acertadas, sí, pero no te preocupes.

Responsabilízate de esa mala elección , analiza qué motivaciones tenías cuando la elegiste ( que mis padres estuvieran orgullosos, el dinero, estatus social, sentirme amado/a ) y quién decidió por ti realmente.

Y cuando tengas que volver a decidir, sintoniza con tu voz interna, disminuye el volumen de las ajenas y piensa que después, pase lo que pase, otra ramita se abrirá frente a ti.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

Decidirnos a decidir

Hoy en día la toma de decisiones es algo que hacemos a diario. ¿Qué me pongo hoy? ¿Cojo el metro o el coche para ir al trabajo? ¿Dónde me voy de vacaciones?... Algunas de estas decisiones pueden ser cotidianas y pasar desapercibidas y otras son más relevantes y nos cuestanalgún que otro quebradero de cabeza.

Lo primero es importante darnos cuenta de ciertas cosas que pueden suponernos trabas cuando hablamos de tomar decisiones.

Aspectos que pueden dificultar nuestra toma de decisiones:

1. Hacer las cosas sin pensar, de manera impulsiva.

2. El no saber decir “NO”, que nos lleva a tomar decisiones con las que no estamos conformes por miedo a decepcionar o enfadar al otro.

3. El conflicto entre lo que debo hacer, lo que quiero y lo que me conviene.

4. La falta de tiempo y el lugar para pensar: toda toma de decisiones importante requiere tiempo y espacio.

5. No tener con quien dialogar: a veces hablar con otras personas nos da una perspectiva diferente sobre lo que tenemos que decidir.

6. Las costumbres y hábitos: que nos dificultan salir de nuestra zona de confort y decidir hacer algo diferente que puede beneficiarnos por el miedo a lo desconocido.

8. Querer demostrar que soy bueno en algo: a veces tememos pedir una opinión por lo que pensarán los demás de nosotros.

9. Procrastinar: dejar para mañana una decisión que podemos tomar hoy, a veces por querer olvidarse de los problemas.

10. Pensar que todo es difícil de resolver o culpar a las circunstancias: si la culpa de lo que nos pasa la ponemos en algo externo nos autoconvencemos de que no hay nada que podamos hacer y esto puede convertirse en un círculo vicioso.

11. Estados de ánimo:las emociones como el enfado o la tristeza no son muy buenas consejeras a la hora de decidir algo importante.

12. Las presiones sociales:hacer lo que hacen los demás para no “sentirnos raros”.

13. Tomar la decisión basándonos exclusivamente en los demás: querer que todos acepten nuestras decisiones.

Herramientas para la toma de decisiones

 1. Asertividad: darse tiempo para pensar y respetar a otros. Decidir basándonos en lo que consideramos que es lo mejor para nosotros y respetar que no todos tienen que estar de acuerdo con nuestra decisión.

2. Empatía: cuando la decisión que debemos tomar afecta a un tercero, es importante ponerse en el lugar del otro y tener en cuenta sus sentimientos y sus circunstancias.

3. Autoconocimiento: es importante conocernos, saber qué queremos, cuáles son nuestros límites, nuestras aspiraciones… aspectos que nos ayudarán a la hora de tomar una decisión importante.

4. Autoestima:valorarse a sí mismo, saber reconocer las cosas buenas de uno y las limitaciones; querer lo mejor y no hacerse daño.

5. Reflexión:  tomarnos tiempo parapensar en las consecuencias y buscar alternativas para lograr lo que queremos.

6. Paciencia: No dejarse llevar por un impulso o lo primero que se nos ocurra, sino darnos tiempo para pensar antes de actuar, y también a la hora de esperar las consecuencias de nuestra decisión, que no siempre son inmediatas.

7. Tolerancia a la frustración: a veces las decisiones que tomamos traen irremediablemente consecuencias negativas. Hay que superar esa frustración y pensar en las consecuencias presentes o futuras positivas que nuestra decisión puede traer.

Por último…

La toma de decisiones, es algo a lo que inevitablemente nos debemos enfrentar. Algo que nos cuesta asimilar más que la decisión en sí, es el remordimiento, la culpa, la duda, el miedo… que surgen una vez hemos tomado la decisión. Para superar esto, la clave puede estar en una palabra: compromiso.Es importante ser conscientes de que no somos perfectos y que nos podemos equivocar, pero lo que hemos decido es la realidad, nuestra realidad. Vivir comprometidos con nuestras decisiones nos ayuda a vivir en el aquí y el ahora, y no en lo que podría haber sido, y si nos centramos en lo que elegimos y nos concentramos en esta realidad, siempre habrá más posibilidades de que el resultado sea satisfactorio.Todo lo que elegimos en nuestra vida puede traer consecuencias positivas si elegimos verlas.

Romina Collado

Psicóloga

Grupo Crece