Decisiones: ¿por qué nos asustan tanto?

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Respiras tranquilo cuando por fin has tomado la decisión

Pero con lo que no contabas es que a la vuelta de la esquina otra nueva “ toma de decisiones” está al acecho. Y es que es condición de la existencia elegir y decidir de forma continua.

La propia palabra existir está compuesta del prefijo ex- (hacia fuera) y el verbo sistere (tomar posición). Es decir, que la vida lleva consigo el incómodo acto de posicionarse y, por tanto, de arriesgarse y escoger.

Ahora mismo, el momento vital en el que te encuentras, para bien o para mal, se debe a una serie de decisiones encadenadas que has ido tomando a lo largo de tu vida. A veces, decisiones insignificantes ( “me crucé de acera para ir por el sol y me choqué con el que es hoy mi pareja”), otras mucho más complejas . A través de tus decisiones, te haces responsable de tu existencia y de la de aquellos que dependen de ti. Y de esta grandísima responsabilidad, es de donde derivan todos los miedos relacionados con el acto de decidir o de elegir la mejor opción entre varias posibles.

Tratamos las decisiones como si fueran “ a vida o muerte”. Es un “ no hay vuelta atrás”, "de esto depende TODA mi felicidad” o un “ qué pensarán de mi si elijo esto”. Si pienso de esta forma, lo más normal y lógico es que la duda se instale y me sienta incapaz de elegir. Cuantísima responsabilidad. La felicidad o el caos ante mi. Esto es lo que paraliza y bloquea.

Quizás lo que nunca te has planteado es que, salvo contadas ocasiones, ninguna decisión es a vida o muerte. Hay muchas decisiones intrascendentes, y sólo algunas requerirán toda nuestra atención y esfuerzo. Así que lo primero que hay que hacer es distinguir la relevancia de unas y otras y tratarlas de forma diferente.

No existe un camino correcto e incorrecto. E incluso si existiera un camino correcto, nadie te asegura que te lleve hacia la felicidad, que es, al fin y al cabo, lo que perseguimos cuando elegimos. E incluso el camino incorrecto puede abrir horizontes insospechados.

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A veces explico en terapia que la vida es como un árbol. No existen árboles con una rama, o con dos. Existen árboles con ramas que se ramifican en otras, y éstas otras en otras más. Elijas la rama que elijas, aún con dudas, de esa primera rama surgirá otra rama, otro camino, que podrás escoger o no…pero no pasa nada si no lo coges, o si lo coges, porque seguirán apareciendo ramitas que te llevará hacia un lugar totalmente diferente al que creías cuando escogiste la primera. Es decir, que casi siempre podrás ir afinando en tu elección, o cambiando si la decisión no dio los resultados que esperabas. NO hay decisiones a vida o muerte ( salvo algún caso excepcional).

Vas a tomar decisiones menos acertadas, sí, pero no te preocupes.

Responsabilízate de esa mala elección , analiza qué motivaciones tenías cuando la elegiste ( que mis padres estuvieran orgullosos, el dinero, estatus social, sentirme amado/a ) y quién decidió por ti realmente.

Y cuando tengas que volver a decidir, sintoniza con tu voz interna, disminuye el volumen de las ajenas y piensa que después, pase lo que pase, otra ramita se abrirá frente a ti.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece