¿Qué pasa con los amigos cuando tengo una relación de pareja?

Tener amigos de distinto sexo si soy heterosexual o del mismo sexo si soy homosexual, ¿pone en peligro una relación de pareja?

No debería, si es así, es importante que cada parte de la pareja reflexione al respecto.

Nuestra pareja no es una posesión nuestra y además, no, no nos lo puede dar todo, no es una media naranja perfecta. Desgraciadamente, esto sólo existe en la ficción. Esto no significa que nuestra relación no sea perfecta en la imperfección. Tenemos el concepto de que “lo perfecto” es “lo bueno” o lo “ideal” y no tiene por qué ser así. La perfección no existe y podemos disfrutar de una sana y duradera relación de pareja conviviendo con las imperfecciones.

Con respecto a los amigos, sean del sexo que sean, es sano y recomendable tenerlos, incluso al margen de la relación de pareja. Podemos tener amigos comunes también, no es excluyente.

Los seres humanos necesitamos un universo rico en experiencias y nuestras parejas (si las hemos elegido bien y hemos tenido un poquito de suerte) nos aportan muchas de estas experiencias, pero otras tantas nos las aportarán otras personas interesantes que conoceremos a lo largo de nuestras vidas u otras experiencias vitales en las que quizá no participe nuestra pareja por falta de interés o de tiempo.

Entre todas esas experiencias, la amistad con otras personas es un ingrediente muy importante, que no debemos perder porque no acomodamos en nuestro nidito de amor o porque “mi pareja no está conforme con esa situación”, quizá por ¿celos? De los celos hablaremos en otro lugar un poco más extensamente, pero siempre denotan inseguridad en la persona que los siente.

Tampoco debería ser un problema que nuestro amigo, amiga sea soltero, la tasa de infidelidades se da más entre personas casadas, por cierto,  y si somos infieles o no, hay diferentes razones para serlo y también este tema sería objeto de otra reflexión, ya que no tiene nada que ver con la amistad.

Relajémonos, no pongamos obstáculos a que nuestras parejas tengan amigos o amigas. Sentirnos libres en una relación de pareja aumenta la satisfacción y duración de la misma.

La amistad es una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras de la vida y no debemos renunciar a ello sólo por estar emparejados.

El amigo nos sirve de complemento de esas cosas que necesitamos y nuestra pareja o circunstancias no nos aportan, el amigo es un confidente para ciertos temas que no quiero o no puedo tratar con mi pareja o con mi familia, el amigo me aporta una visión de mi mismo compleja ya que no es un mero conocido, me aporta matices que quizá mi pareja no ve o mi familia no ve y eso enriquece la visión que tengo de mí mismo/a.

No perdamos a nuestros amigos, cuidemos la amistad y construyamos nuevas amistades a lo largo de la vida.

“…en estos días pensé en mis amigos y amigas, entre ellos, apareciste tu. No estabas arriba, ni abajo ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el numero uno ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida...”

Fragmento de Poema de la amistad de Jorge Luís Borges

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Las palabras…

“La lógica de la mente emocional es asociativa y toma  los elementos simbólicos del recuerdo. Las metáforas… hablan directamente a la mente emocional” (aunque partan del intelecto).

Goleman, 1997.

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El proceso de adquisición del lenguaje es fundamental desde un punto de vista psicológico. El lenguaje nos acerca al conocimiento, comprensión y análisis de la realidad, nos ayuda a dar sentido y control a nuestras vidas, nombra lo que sentimos, lo que necesitamos para hacerlo más consciente y poder operar con ello.

En este sentido es esencial un buen desarrollo lingüístico en las personas.

Un lenguaje pobre nos lleva a un escaso conocimiento y capacidad de análisis y viceversa, la manera de hablar, el tipo de palabras que usamos nos dirigen a una interpretación determinada de la realidad.

Un lenguaje pobre, nos lleva a no saber poner palabras a los matices de lo que sentimos, necesitamos y nos motiva y eso puede dejarnos muy perdidos y asustados.

Y paree que no está de moda hablar bien. Pensamos de algunos/as de buen hablar que son unos “pedantes”. Me gusta mucho esta frase de Grijelmo: “la gente cuida su aspecto, porque considera que su apariencia dice algo de lo que tiene dentro, y sin embargo descuida el lenguaje, que es el mayor reflejo de lo que uno tiene dentro”.

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Me encanta Alex Grijelmo, un lingüista muy reconocido, del que he aprendido mucho sobre las palabras, os recomiendo por ejemplo, uno de sus libros “La seducción de las palabras”. Y es que las palabras tocan también nuestro inconsciente, tiene un envoltorio emocional aunque no lo veamos a simple vista.

En este libro se analiza el lenguaje desde diferentes perspectivas, el lenguaje en el amor, atracción o enamoramiento, el lenguaje de la publicidad, el lenguaje del poder, el lenguaje de los medios de comunicación…

Cómo usamos el lenguaje en la comunicación con los demás y en la comunicación con nosotros mismos es esencial. Tendemos a mirar las cosas bajo nuestro punto de vista, poniendo nuestro filtro, pero no se puede interpretar en el vacío, es importante el primer paso: describir correctamente la realidad usando las palabras más ajustadas posible de las que disponemos en nuestra lengua o provenientes de otras. Si sabemos describir,  sabemos observar la realidad con sus matices. Conocer diferentes realidades, incluida la propia nos ayuda a explicarnos la realidad y poder, posteriormente, configurar nuestra valoración o punto de vista. A medida que conozcamos más realidades, a las que también nos podemos acercar a través del mundo de ficción como la literatura y el cine comprenderemos mejor el mundo que nos rodea, nos comprenderemos mejor a nosotros mismos y seremos más capaces de desarrollar un sentido crítico.

El lenguaje nos abre la puerta para expresar nuestra inteligencia y facilita que la inteligencia se desarrolle. Y además, un lenguaje rico facilita que la inteligencia también se ponga al servicio de la tolerancia, de la perspectiva de futuro. Es decir, el lenguaje está relacionado con lo ético; hay muchos ejemplos: el género femenino no tiene tanta cabida en nuestra lengua como el género masculino, el lenguaje pobre facilita la discriminación de cualquier tipo porque generaliza, polariza la información u omite aspectos esenciales, el uso de ciertas expresiones como “mi marido me ayuda en casa”, “mi novia me ha dejado libre este Sábado” responden a un concepto de posesión en la pareja y otras cosas, el deseo del placer inmediato y fácil o la supremacía de lo superficial puede tener que ver con la percepción de la realidad a través de un lenguaje simple, sin matices, concreto y situacional...

Esto no le quita valor a las cosas simples o a las cosas frívolas. Pero si sólo nos limitamos a eso...

Y creo que  tenemos un “lenguaje ideal” para la sociedad de la prisa: pensamos de prisa, actuamos de prisa. No hay tiempo para los matices, interesa hacerse una idea de las cosas muy rápido para actuar igualmente muy rápido. Quizá eso es eficaz. Nuestra mente también está preparada para ello (los heurísticos  reflejan una función cognitiva que facilita la toma de decisiones ya que economiza el número de procesos cognitivos necesarios: sensoriales, perceptivos, de procesamiento de la información...). Pero también tenemos la capacidad de todo lo contrario porque a veces no nos sirven lo heurísticos: por ejemplo, en las relaciones más íntimas con los otros, en la relación con uno mismo, en muchas cosas que necesitan de un procesamiento y análisis minucioso para ser de calidad: las obras de arte, ciertos descubrimientos de la ciencia, ciertas vivencias... y por supuesto no nos sirven los heurísticos para cambiar nuestra sociedad y construir un mundo mejor, los heurísticos no nos llevan a la toma de conciencia.

Pensar y hablar de prisa nos quita identidad: tiempo para conocernos y que nos conozcan, tiempo para digerir las cosas que nos pasan, para pensar que es lo que realmente queremos, lo que realmente nos hace felices, tiempo para degustar un presente más rico en las cosas que hacemos, tiempo para ciertos sentimientos y también, tiempo para el  placer.

Los sentimientos de moda también son los sentimientos de la prisa; estos son sentimientos de protesta o alarma y sentimientos de evasión: ansiedad, estrés, miedo, subidón de adrenalina, agresividad... y el organismo, a veces, se desenchufa: tristeza, depresión. Cuando hay otros muchos sentimientos que deberían estar ahí moviéndonos hacia el cambio.

Y, como destaca Grijelmo, todo lo relacionado con el lenguaje hablado y escrito: textos periodísticos, literatura, televisión, etc. están teñidos de este lenguaje pret-a-porter, al servicio de esta sociedad de la prisa y al servicio de los intereses creados. Y, aunque, la experiencia directa y la experiencia de ficción (literatura, cine…) nos enseña muchísimo a ser lo que somos, sobre los otros y sobre el mundo, lo hacen, a través de ese lenguaje-pensamiento rico en matices de ideas y sentimientos. ¿Qué opináis?

Raquel López Vergara

Psicologa y coach

Grupo Crece

La Autoestima

La autoestima es la capacidad para querernos a nosotros mismos independientemente de nuestros éxitos o fracasos, de nuestras características personales o profesionales, incluso independientemente de si los demás nos quieren o no.A lo largo de nuestra historia vital hemos interiorizado patrones de pensamiento y valoración hacia nosotros mismos que han venido de nuestra familia, de nuestros profesores, de una primera relación amorosa..., y los hemos interiorizado tanto, que lo hemos convertido en algo intrínseco a nosotros, lo llamamos nuestro "CRÍTICO INTERNO"."Este Crítico Interno" nos dice que no podremos conseguir lo que nos proponemos, encontrará excusas para que no cumplamos con nuestras obligaciones, se fijará siempre ne cuando lo hacemos mal, dirá cosas horribles de nosotros mismos y entraremos en el círculo vicioso de la profecía autocumplida. Es decir si creo que algo me va a salir mal, si creo que no puedo, mi estado motivacional no va a ser muy pro-activo y acabaré haciéndolo mal, no consiguiéndolo porque yo mimo lo auto-provoco pero no por que no hubiese podido hacerlo si mi estado motivacional hubiese sido más pro-activo. "El crítico interno" arrasa con mis estado motivacional, le hunde.

Es importante empezar a darle la vuelta a este "crítico interno" a este diablillo interior, primero identificando aquello que nos decimos de manera tan injusta y tan global " yo no soy digno de amor", "yo no soy válido", "yo no puedo"..., y después buscando pensamientos más constructivos y realistas: "yo merezco que me quieran, de hecho hay gente que me quiere", "yo hago esto muy bien", "yo he conseguido estas cosas en mi vida"...Y es aún más importante ACTUAR en la vida para demostrarnos que la profecía autocumplida no es válida. Muchas cosas no nos salen bien porque no lo intentamos las veces necesarias.Os dejamos varios fragmentos de "Doctor en Alaska" donde Edd consigue darse cuenta de que tiene un hombrecillo verde detrás de él (la falta de autoestima, el critico interno) y consigue dejar de escucharle y centrarse en lo que realmente desea y ACTÚA.Te dejamos este enlace de "Doctor en Alaska" donde Edd hace frente al hombrecillo verde (su crítico interno) No olvides ver los tres fragmentos, crítico interno, toma de conciencia y resolución.

Dar y Recibir

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Damos y al dar, sin presiones, sin exigencias, simplemente entregándonos a lo que el otro necesita, recibimos, recibimos quizá aquello que necesitamos. Recibimos, a veces, sin pedirlo, el otro nos da, nos ofrece lo que tiene, una mirada, una caricia, su tiempo, una idea, una oportunidad.

¿Pedimos? ¿Nos atrevemos a pedir? Para muchas personas pedir ayuda, una información, pedir un poco de aliento, es muy difícil. Parece que ser fuerte consiste en ser autosuficiente. Nada más lejos de la realidad.

Los seres humanos somos seres sociales y estamos aquí tras muchos miles de años de evolución, gracias a la cooperación, al dar y al recibir.

Cuando pedimos ayuda a otra personas, pensamos que podemos molestarla, pero lo que el otro siente es ser valioso y especial porque se ha convertido en sujeto de nuestra petición, hemos puesto nuestra pequeña vulnerabilidad en sus manos, eso le hace sentirse útil e importante. Cuando pedimos también damos.

¿Qué necesitas hoy? Pídelo

¿Qué puedes dar hoy? Dalo

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

VIVIR SIN MIEDO

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El miedo, nos sirve, es un mecanismo de defensa y de alerta de nuestro organismo, nos protege de peligros, nos avisa de que algo va mal y debemos reconducir nuestra vida, sí, pero cuando el miedo se nos va de las manos…, cuando aparece en situaciones en las que no hay amenaza real de peligro…, cuando se manifiesta de manera crónica día tras día en nuestra vida…, nos condiciona hasta tal punto que es el mayor obstáculo para la felicidad y realización personal. Muchas de las personas que acuden a mi consulta tienen miedo. Un miedo irracional que merma sus posibilidades, baja el autoconcepto y la autoestima y les lleva a tomar decisiones inadecuadas en sus vidas. Todas estas personas presentan un potencial que ellas mismas no ven o si lo ven no se sienten capaces de desarrollar.

El miedo, además, no entiende de sexo o de edad, cualquier persona, hombre o mujer, más joven o menos joven, puede desarrollar miedos irracionales. Es independiente de nuestro nivel social, o de nuestro nivel intelectual, del aspecto físico que tengamos o de la situación económica.

Ana de 21 años, lo tiene todo para triunfar, es guapa y muy inteligente, estudia lo que más le gusta, medicina, pero es tan exigente que nunca está contenta, no puede concentrarse en sus estudios, el miedo a que las cosas no sean perfectas la paraliza y no saca partido a todo su potencial, está empezando a sufrir problemas digestivos y caída del cabello. Tiene miedo al fracaso.

Pedro de 35 años, ha llevado siempre una carrera profesional impecable. Recientemente, ha rechazado un importante ascenso que le exigía incorporar funciones de formador y liderar reuniones. Esto le ha llevado a dudar de sí mismo y ha empezado a manifestar síntomas de ansiedad en otras situaciones no relacionadas con el trabajo. Su sentido del ridículo y miedo escénico le han cerrado una gran puerta para su futuro.

María de 44 años, madre de dos niños fantásticos, felizmente casada, administrativo muy valorada en un bufete de abogados. No disfruta de todo lo que tiene, vive en un continuo estado de tensión, todo le preocupa, todo le agobia, se ahoga en un vaso de agua, padece de insomnio y ansiedad crónicos y se obsesiona por cosas sin importancia. Tiene miedo a no controlarlo todo.

Laura de 38 años, licenciada en Bellas Artes, quiere dejar un trabajo que no le gusta como vendedora de seguros pero o lo hace nunca, siempre ha soñado con abrir su propia tienda de artesanía, profesión que desarrolla como hobbie y a la que ha dedicado todo su tiempo libre. Piensa que ella nunca triunfará, no confía en sus cualidades. En su familia se valora mucho tener un empleo seguro, nunca estuvieron de acuerdo en que ella estudiase bellas artes, Laura cree que su tiempo de luchar ha pasado. Su problema es el temor al riesgo necesario que todos tenemos que asumir en nuestra vida y el miedo a decepcionar a su familia.

Juanjo de 29 años, es una persona tremendamente sensible, siendo muy joven sufrió una mala experiencia sentimental. Desde entonces le cuesta mantener relaciones sentimentales satisfactorias, sexualmente se siente inseguro y se ha obsesionado por la imagen física. No se atreve a vivir solo, sigue en casa de sus padres a pesar de tener un puesto de trabajo estable y bien remunerado. Su obstáculo es el miedo a no gustar.

Estas cinco personas sufren de miedo a vivir, ya que en la vida, en múltiples ocasiones,  hay fracasos, errores, falta de control, hay que sumir riesgos y podemos no gustar.

La dificultad para gestionar miedos habituales como el miedo a asumir un riesgo, quedar mal en una ocasión determinada, situaciones de incertidumbre, que las cosas no salgan como uno quiere, o no gustemos a todo el mundo, nos lleva a un callejón sin salida.

Además, el miedo es como una mancha de aceite, si no le hacemos frente campa a sus anchas y se extiende cada vez más, incluso en ámbitos de nuestra vida en los que anteriormente no teníamos miedo y aumenta su intensidad sintiendo que es una situación incontrolable. El miedo, además, se somatiza, pudiendo presentarse muchos problemas de salud.

Estas personas recondujeron su vida gracias a la terapia psicológica. En un proceso terapéutico ayudamos a las personas a ver las cosas desde otra óptica y a desarrollar las habilidades y herramientas que necesitan para superar sus miedos, les ayudamos a tomar contacto de sí mismos, de sus necesidades y de sus emociones para que se den cuenta de que no todo es miedo.

Para afrontar el miedo tendremos en cuenta los siguientes aspectos:

1. Tomarse las cosas menos en serio, la espontaneidad, la risa, divertirse…

Ana, la chica exigente, pudo concentrarse en sus estudios y disfrutar de ellos, y aprendió a encajar mejor los fracasos. Con ella se trabajó la espontaneidad, Ana debía hacer cosas diferentes y que no supusieran ni fracasar ni tener éxito, tenía que tomarse esas actividades como un juego, descubrió que podía divertirse y poco a poco fuimos aplicando ese recurso en sus estudios. Le comentaba, “en esta ocasión no estudies para el examen, nos vamos a permitir suspender algún examen, esto no es un problema ahora, ya que estamos trabajando tu ansiedad y eso es lo prioritario, diviértete estudiando, no te ciñas a los apuntes, lee algún libro que tenga que ver con la asignatura pero que no esté en la bibliografía. Tras varios meses de terapia, Ana empezó a relajarse y disfrutar de sus estudios, sus problemas digestivos y de caída del cabello remitieron. En la actualidad seguimos trabajando su espontaneidad para que todo lo conseguido se generalice y se incorpore a su personalidad.

2. Enfrentarse al miedo aunque se pase miedo…, poco a poco y con los recursos necesarios.

Pedro participó en una terapia de grupo para superar el miedo a hablar en público y en cada sesión tenía que hacer una presentación que grabábamos y visualizábamos delante de todo el grupo. Las presentaciones cada vez eran más largas, le enfrentábamos a preguntas que tenía que responder y le pedíamos que fuese más expresivo, que hablase más alto, que sonriese más… (que no se ocultase tras la timidez). Pedro aprendió a respirar, a gesticular, a hablar más alto, a sonreír, a buscar un lugar seguro mientras exponía su tema sin necesidad de ocultarse. Resolvió su miedo escénico en pocos meses. La exposición a la situación temida progresiva y guiada es la mejor manera de superar los miedos. El valiente no es el que no siente miedo sino el que se enfrenta a él.

3. Derecho a tener miedo... Aprender que no somos omnipotentes, no lo podemos controlar todo, tenemos nuestra parte vulnerable y debemos pedir ayuda.

María vino a terapia un poco presionada por su marido, a ella le costaba admitir que tenía un problema. Había acostumbrado a todo el mundo a ser ella la que resolvía todos los problemas, en su trabajo era imprescindible, “qué haríamos sin ti, María…”, en su familia todos contaban con ella para grandes eventos, “¿prepararás tú la cena de Navidad?, eres tan buena cocinera…”, participaba en todas las reuniones del AMPA del colegio de sus hijos, ayudaba a su prima con su tía que estaba enferma, ayudaba a su marido en el negocio familiar y todo lo hacía muy bien.

En muchas ocasiones para saber el por qué de un problema hay que remontarse a la historia personal. Tuvo una infancia difícil, su madre falleció tras una larga enfermedad siendo ella adolescente, no pudo tener una infancia normal, su madre les daba sustos con frecuencia por motivo de su frágil salud y ella tenía que ocuparse de su hermanito. Nunca nadie le hizo el caso que una niña necesita. De adulta, muestra muchos aspectos de llamada de atención y de vulnerabilidad, esa vulnerabilidad que de niña no pudo experimentar, por ello manifiesta ansiedad, obsesiones y miedo al futuro, de niña no pudo controlar lo más importante que era la salud de su madre. María empezó a delegar y a aceptar que en algunos aspectos podía tener miedo o inseguridad, dejó de ocuparse de todo y empezó a pedir ayuda. Tuvo un espacio para poder llorar lo que de niña no lloró y para expresar el miedo que sintió cuando era niña. María trabajó todos estos aspectos en terapia durante dos años, en la actualidad han desaparecido los problemas de insomnio y de ansiedad.

4. Escuchar quienes somos y qué queremos… Satisfacer nuestras motivaciones y vivir de acuerdo a nuestra personalidad y potencial.

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La familia de Laura era muy conservadora y tradicional, les costaba entender que su hija quisiera dedicarse al mundo artístico, fueron ellos quienes le buscaron el trabajo en la empresa de seguros, en un momento, además, un poco delicado para la economía de Laura. Pero Laura iba en contra de sí misma, no satisfacía sus necesidades por no defraudar a su familia, que tanto había hecho por ella, poco a poco se fue anulando y haciéndose más pequeñita.

Al desaparecer de nosotros mismos adquirimos muchos miedos, el niño que se conoce a sí mismo sabe sus límites y se maneja con soltura en el espacio disponible para explorar. Laura no exploraba porque desconocía sus límites. Ayudando a Laura a contactar consigo misma, recuperó su pasión con más intensidad y poniéndole tareas muy sencillas para que fuese cubriendo los puntos débiles de cara a montar un negocio se animó a hacerlo, tras un año recibiendo asesoramiento como emprendedora, pudo pedir una excedencia en su trabajo y probar suerte de camino a su sueño. Durante los dos primeros años como emprendedora asistió a un proceso de coaching para reforzar sus herramientas y recursos personales.

5. Desarrollar asertividad. Yo valgo… yo puedo…

Juanjo sufrió una situación de maltrato psicológico por parte de una chica de la que estaba muy enamorado, se sometió a múltiples humillaciones, muchas de ellas muy sutiles, de cara a la galería todo el mundo les decía que eran la pareja ideal, ella le fue infiel y eso le ayudó a romper la relación con ella.

Juanjo perdía su personalidad y su criterio cuando estaba con su novia y dejó que ella le tratase mal, no era asertivo con ella.

La asertividad es una herramienta esencial en el ámbito de la inteligencia emocional, tiene que ver con marcar nuestro territorio ante los demás y no permitir que se aprovechen, nos traten mal, nos ninguneen o no nos tengan en cuenta. Las personas asertivas expresan sus opiniones y sentimientos con libertad, marcan límites y buscan negociar con los otros, cuidando el lenguaje y las formas para favorecer un intercambio amistoso. Las personas más asertivas son más seguras de sí misas y se guían por sus propios objetivos y no dependen tanto de la opinión o valoración de los demás.

Juanjo participó en una terapia grupal para trabajar la asertividad y la autoestima. En las sesiones se exponía a expresarse tal y como es él,  enfrentándose a la posibilidad de no gustar, le pedimos que no se arreglase tanto cuando salía a la calle para ir a trabajar o con amigos y amigas, que si conocía a una chica pensase más en lo qué él sentía, si le ella gustaba en lugar de lo que ella sentía por él. Tras ese primer paso, empezó a ser más asertivo en su día a día, se le ayudó cuando conoció a una chica que era especial para él para gestionar el proceso de toma de contacto y acercamiento con ella, de nuevo para exponerse poco a poco al miedo. Ha mejorado su problema sexual y ahora vive en un piso compartido.

El miedo puede desaparecer o mitigase hasta el punto de no entorpecer nuestra vida, Ana, María, Laura, Pedro y Juanjo se dieron una oportunidad y consiguieron ser más felices.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

¿Diferencias entre hombres y mujeres? Abogamos por la igualdad de género.

Existen muchas publicaciones a modo de divulgación científica y dirigidas a todos los públicos como "Las mujeres son de Venus y los hombres de Marte..." o publicaciones similares, que se basan en la diferencia de nuestros cerebros, el de los hombres y el de las mujeres, para explicar cómo en nuestros roles y maneras de interpretar o sentir la realidad, hay diferencias. Es cierto, no lo vamos a negar, que existen diferencias cerebrales y, si nos remontamos a estudios etológicos, antropológicos o paleontológicos, la distribución de las tareas es diferente según los sexos, muchas veces, distribución supeditada a las circunstancias del entorno para aumentar las probabilidades de supervivencia. La selección natural pudo favorecer el desarrollo de hembras capaces de percibir los detalles pequeños ya que con las crías cazar era muy complicado pero recolectar mucho más fácil y, hombres que tuvieran una capacidad viso espacial mayor ya que para la caza era relevante. Pero existían otras muchas funciones y roles en un clan de aquella época, y probablemente habría mucha variedad también entre los propios sexos.

Los estudios demuestran que existen tantas diferencias entre hombres y mujeres como entre las mujeres entre sí y entre los hombres entre sí.

No podemos atender a estas diferencias para justificar desigualdades. No está demostrado que las mujeres en los clanes humanos antiguos no tuviesen un papel importante y de poder, al igual que ocurre en clanes no humanos.

Según las conclusiones de la psicología diferencial, es muy difícil discernir aquello que corresponde a circunstancias biológicas de lo que corresponde a patrones sociales aprendidos.

Actualmente, está muy difundida la idea de que el cerebro masculino tiene una mayor capacidad para el espacio y los números y las mujeres para expresarse y mostrar sus sentimientos.

Emilio García García, nos muestra en su artículo que las diferencias entre el cerebro masculino y femenino corresponden a la evolución y la capacidad de adaptación de los seres humanos. Y, afirma que en una sociedad más igualitaria las diferencias biológicas entre hombres y mujeres no serían las que hoy son.

Hay multitud de estudios que reflejan el diferente trato que reciben desde bebés, los niños por ser niños y las niñas por ser niñas. Shaffer expone un experimento en el que un mismo bebé es mostrado primero como niña y después como niño a diferentes personas. La actitud de los adultos y adultas ante cada una de las situaciones es muy diferente. Por ejemplo, ante una misma reacción del bebé, se tilda de “enfado” cuando es un niño o de “miedo” cuando es una niña, este resultado es demoledor.

Es aquí, donde aparece esa “profecía autocumplida”, que “fomenta las diferencias de actuación cognitiva entre los sexos y orienta a los niños y a las niñas hacia caminos profesionales y vitales distintos”. Todo basado en prejuicios previos de los propios individuos y de toda la sociedad.

Reconocemos las diferencias entre sexos, pero se sabe que estas diferencias no son homogéneas. Sin embargo muchas veces las pautas educativas son diferentes en el caso de niños o de niñas, y hay niños que no se adaptan a ese estilo educativo y hay niñas que tampoco se adaptan y eso quizá es lo que explica parte del fracaso académico

Según Sánchez, la escuela enseña y educa. Es un lugar donde se aprende a ser y a vivir en el mundo. Todas las personas tenemos unos rasgos que nos hacen diferentes, pero también (y sobre todo) que nos hacen iguales.

Aboguemos por la igualdad entre la desigualdad entre sexos y entre personas.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Referencias

Emilio García García. “Neuropsicología y género”. En:Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

2003. Pp.: 14-15.

Shaffer, D. R. Desarrollo social y de la personalidad. 2002. P: 254

M. Antonia Sánchez-Vallejo. “Niños y niñas separados contra el fracaso escolar”. [en línea] En.: El País.13/02/2008:

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SEDEÑO PÉREZ, Eulalia. “Género y otras especies: Diferencias sin desigualdades”. En: C. Lara

(ed.): El Segundo Escalón: Desequilibrios de género en Ciencia y Tecnología. Sevilla: 2006, ArCiBel

Editores. ISBN: 84-934085-9-X.

Inspirado en: http://inmamsanchez.files.wordpress.com/2010/05/existen_diferencias_psicologicas_entre_hombresymujeres.pdf

TIPS PARA SUPERAR EL MIEDO ESCÉNICO

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Hablar en público da miedo. Hoy queremos darte unos consejos para afrontarlo con más seguridad y control. 1. Detecta tus ideas negativas o pensamientos interfirientes: "Se notará que estoy nervioso/", "Voy a quedar mal", "Ya estoy empezando a sudar", "El corazón se me dispara".... Estos pensamientos interfieren en tu discurso y pueden llegar a bloquearte y además aumentan tu nerviosismo, preocupación y ansiedad como si entra´semos en un círculo vicioso.

2. Respira, despacio y profundamente, antes, durante y después de la presentación. La respiración nos relaja física y mentalmente.

3. Céntrate en tu comportamiento no verbal, hablar un poquito más alto y vocalizando ya que controla el temblor de la voz, abra los brazos y mueve las manos al hablar (incluso si estás sentado/a)  ya que relaja la tensión corporal, muévete un poco por es espacio, darás sensación de que dominas la situación, mira al público a los ojos, reparte la mirada entre todos, sonríe de vez en cuando.

4. Busca pensamientos constructivos y dirige tu atención hacia lo importante. "Los nervios son más intensos al principio, luego se pasan un poco", "Los demás no notan mi ansiedad tanto como yo" (aunque te parezca increíble es así ¡SIEMPRE!), "voy a respirar", "voy a centrarme en los movimientos corporales"...

5. Lleva un guión de aquello de lo que vas a hablar, y si lo necesitas puedes mirarlo.

6. Recuerda que estos es un proceso, tienes derecho a ir poco a poco y si te permites equivocarte, cada vez lo harás mejor y con menos ansiedad, busca ayuda si lo necesitas, a veces sólo necesitamos un empujoncito.

¡SUERTE!

Raquel López Vergara 

Psicóloga y coach

Las claves del amor eterno

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¿Se puede estar enamorado eternamente? Parece que los procesos de enamoramiento como tal tiene una caducidad, pero existen parejas que funcionan muy bien durante mucho tiempo y que, incluso, se mantienen unidas hasta el final de sus vidas.

¿Cuáles son las claves de las parejas que se mantienen felices durante toda la vida?

Según Alejandra Vallejo Nájera, psicóloga y escritora existen tres variables importantes para que una relación sea duradera.

  • Atracción sexual
  • Conexión intelectual
  • Conexión emocional
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Las tres variables son interdependientes y unas se pueden influir en las otras.

En ocasiones estamos con una persona que nos atrae mucho sexualmente y durante el proceso de enamoramiento parece que todo es mágico, nuestras hormonas favorecen que sólo conectemos con los aspectos positivos del otro, si finalmente no hay conexión intelectual, por ejemplo, nos aburrimos con esa persona, no tenemos temas en común para hablar, no vemos el mundo de manera parecida, puede que la relación se agote.

Puede que todo empiece con una conexión intelectual muy fuerte y que esto encienda la atracción sexual, en cualquier caso es imprescindible que se encienda no podemos admirar únicamente para amar.

¿Y qué ocurre con la conexión emocional? Esta es la más compleja y la más difícil, y es el ingrediente que cohesiona las otras dos variables.

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La conexión emocional implica que por encima de todo, de mi soberbia, de mi mal día, de mi enfado, de mi disgusto, de mis ganas por algo que quizá compiten con las tuyas, yo cuidaré de ti, me preocuparé de ti, y no haré nada para avivar tu sufrimiento. Te respetaré en tus decisiones, tus deseos, tus aficiones, tus gustos, tu manera de ser, tu manera de vestir y no intentaré cambiarte, seré empático/a con tus necesidades y sentimientos. Y tú harás lo mismo por mí. Te daré libertad para ser persona y me la darás a mí, creceremos juntos y, creceremos cada uno por separado también. Sin entrar en juegos de manipulación.

Si estoy dispuesto/a ser así contigo y recibo lo mismo de ti, si nos atraemos sexualmente y disfrutamos del sexo juntos, y si conectamos en nuestras ideas, pensamientos o nos divertimos en nuestras interacciones…es muy posible que duremos para tooooooda la vida.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Cómo vencer la rabia (y utilizarla a tu favor).

“Pues quienes no se irritan nunca por las cosas se les considera tontos, al igual que quienes no se irritan como es debido, ni cuando hace falta, ni con quien es necesario” Aristóteles. Ética a Nicómaco VI, 11

La ira es la emoción de la lucha y de la defensa, además puede bloquear en algunos casos el conflicto al intimidar al otro.  En nuestros antepasados y en los animales sociales la ira formaba parte de la resolución de los conflictos ante la sumisión de una de las partes. En cierta medida, la ira nos sirve para controlar y cambiar determinadas situaciones, para castigar a quienes nos han hecho daño y marcarles un límite. Grandes cambios en la sociedad se producen y se han producido gracias a los sentimientos de ira, rabia e indignación.

Nos enfadamos cuando se frustran nuestros deseos o nuestras expectativas, si hay un obstáculo (objeto, característica personal, persona) que se interpone en nuestro camino para conseguir algo que es importante para nosotros, cuando se hiere nuestro sistema de valores, ante una injusticia, cuando se hiere nuestro orgullo o dignidad, si se pone en juego nuestra autoestima, si observamos falta de reciprocidad en los demás o en las circunstancias vitales, ante daños físicos o psicológicos por parte de otras personas y si creemos que el daño o el obstáculo interpuesto ha sido intencionado.

Nos enfadamos más con personas cercanas. Es más probable, quizá, que nos decepcionen o nos hieran, o ponemos expectativas más altas en estas personas. También, es más fácil que con personas de confianza la ira no tenga consecuencias tan negativas.

Es un sentimiento que tiene mala prensa, en determinadas épocas en nuestra sociedad se asociaba a mala educación, sobre todo en las mujeres, y en las culturas orientales se considera un signo de inmadurez.

También podemos perdonar más a alguien que dice algo incorrecto fruto de la ira, pensamos que lo ha dicho debido a su estado emocional y no porque realmente lo siente.

Sin embargo es un sentimiento natural y normal. Los niños nacen expresando ira de manera innata a ten situaciones de interferencia física o frustración de deseos, no saben regularla y es frecuente que lleven a cabo conductas agresivas como: golpes, patadas, mordiscos... Las rabietas son normales en un momento del desarrollo evolutivo. Estas rabietas empiezan a quedar bajo control a partir de los 2 años. Los niños aprenden de manera natural a resolver el problema de otra manera diferente a la agresión y al descontrol emocional pero el apoyo del entorno es fundamental en este proceso. Se ha observado en parvularios y en chimpancés adultos que la resolución de los conflictos es muy similar: ofrecer un objeto, tender la mano, proponer una actividad común, señalar un centro de interés, interesarse juntos por un tercer compañero… Lo cual indica que el mecanismo de regulación de la ira ha sido muy adaptativo y tiene muchos componentes innatos.

Existen muchos tipos de ira diferentes en los matices y significado de esa ira y en la intensidad.

Enfado, enojo, berrinche: percepción de un obstáculo, ofensa, frustración de un deseo pero leve y pasajero.

Ira: percepción de un obstáculo, ofensa, frustración de un deseo, amenaza de daño más importante.

Indignación: Ira ante una injusticia o algo que ocurre que no debería ocurrir de ese modo, es un sentimiento ético.

Agravio: Es parecido a indignado, tiene que ver con la alteración de los justo.

Humillación, ofensa: Asociado a la lucha por el reconocimiento.

Malhumor: Ira contenida y pasiva

Hastío, hartura: enfado más aburrimiento.

Exasperación: Haber aguantado demasiado y perder la paciencia.

Rencor o resentimiento: ira reprimida, no expresada y se convierte en un sentimiento más duradero.

Odio: Aversión intensa y duradera.

Repugnancia y desprecio: Rechazo mantenido y duradero.

Despecho: lleva a la venganza pensada y planificada.

Cólera, Furia, furor: Ira en la que no se mantiene la compostura y puede llevar a la agresividad y venganza.

Coraje: nos lleva a la reivindicación de un derecho o a cambiar algo.

El lado oscuro de la ira

La ira provoca ira. Es un sentimiento muy contagioso. Los conflictos resueltos únicamente con la ira pueden derivar en un conflicto mayor. La ira descontrolada y la personalidad hostil llevan a la agresividad y a la venganza.

La ira provoca rechazo, los niños rabiosos y los adultos hostiles y coléricos no nos gustan y tendemos a apartarlos del grupo y no contactar con ellos. Pueden provocarnos miedo y eso ocasiona una distancia emocional con este tipo de personas que consiguen menos intimidad en sus relaciones personales.

La ira excesiva o crónica, los arrebatos de cólera aumentan la probabilidad de tener un accidente cardiovascular. La ira reprimida, el rencor y la hostilidad también están asociados a problemas cardiovasculares.

La ira reprimida provoca rencor e incluso odio.

Hay personas que disfrutan con la ira, han adquirido un rasgo en su personalidad. La hostilidad.

La ira, el enfado y la rabia…emociones aliadas.

Sin embargo, la ira, bien regulada en intensidad y formas, y ajustada su aparición en las circunstancias adecuadas y con las personas idóneas, nos ayuda a mejorar nuestra autoestima y sentirnos más seguros de nosotros mismos.

Nos avisa de que algo debe cambiar.

Nos motiva para detener aquello que causa malestar: decir algo que nos molesta, defender nuestros derechos, cambiar una realidad, poner un límite a otro, etc. Nos aporta energía para pasar a la acción.

La ira reduce el miedo y se plantea como una alternativa a la tristeza o la depresión.

¿Cómo nos damos cuenta de nuestro enfado o el de otros?

La ira tiene un rostro universal. Ceño fruncido, mirada fría y fija, párpados abiertos, labios apretados o boca abierta enseñando los dientes.

Hay mucha tensión muscular en las extremidades, podemos cerrar los puños.

Sentimos calor y enrojecimiento ya que aumenta la dilatación de los vasos periféricos. De hecho lo observamos también en el vocabulario popular, “hervir de ira”, “rojo de la rabia”, “echar fuego por los ojos”

Aumenta el latido cardiaco, la tasa respiratoria y la tensión arterial.

Otros signos corporales de la ira:

  • Invadir el espacio personal de la otra persona.

  • Mirada fija.

  • Puño en la boca.

  • Palma en la frente.

  • Brazo cogido por la mano.

  • Micropicores en la cara externa de los brazos, en el interior del ojo, en la nariz hacia el interior del rostro.

  • Tocarse el cuello.

Aprender a regular la ira

El manejo de la ira es una de las claves de la inteligencia emocional.

La ira suele manifestarse de forma violenta y nos lleva al ataque. Las personas que se enfadan con mucha intensidad lo tienen más complicado para calmarse de forma inmediata. Nos lleva a perder el control “perder los estribos”, “sacarme de mis casillas”, “sacarme de quicio”.

A veces, esto se explica por nuestro temperamento. Más impulsivo “tiene un pronto… pero luego no es nadie” o más reflexivo “se mantiene la cabeza fría en las situaciones difíciles”.

En otras ocasiones lo explicamos por la tendencia de algunas personas a aguantar y callarse aquellas cosas que les molestan.

Tenemos la sensación de “la gota que colma el vaso” aguanto y aguanto hasta que “estallo de ira”.

La respuesta de ira lleva su proceso. La subida puede ser violenta o progresiva pero una vez que estamos en la parte alta de la curva todos necesitamos un tiempo para regularnos.

Vamos a desarrollar algunas pautas clave para manejar la ira:

1. Espera a relajarte un poco para resolver el conflicto.

2. Pensar antes de hacer o decir nos ayuda a bajar la intensidad de la ira.

El autocontrol tiene mucho que ver con el control de la rabia y está basado en nuestra capacidad para distanciarnos de la emoción a través de la cognición. En una situación de ira tomarnos un “tiempo fuera” para calmarnos y bajar la intensidad de la emoción y al mismo tiempo poder pensar las cosas con calma.

Después de calmarnos un poco es muy útil pensar en cuál es el origen de nuestra ira:

¿Por qué me he enfadado tanto? ¿Se trata de un deseo muy fuerte que no se ha cumplido? ¿Es la decepción de mis expectativas? ¿Hay un insulto a mi autoestima? ¿Siento la amenaza de un daño? ¿Me estoy enfrentando a una injusticia?

Ya algo muy importante: ¿mi percepción es correcta o estaba irritable por otra razón ajena a esta circunstancia que me ha provocado el enfado?

3. La interpretación que hacemos de los sucesos es muy importante para prevenir una ira descontrolada.

Podemos interpretar que aquello que nos ha molestado de una persona ha sido realizado de forma malintencionada por su parte. Aunque en ocasiones esto es real, la mayor parte de las ocasiones los otros actúan pensando en sus propios intereses (egoístamente) pero no de manera malintencionada, digamos que actúan con conciencia de daño pero no con intención de daño.

También ocurre que los otros pueden hacer algo que nos molesta sin tener ninguna conciencia de daño, porque tiene otras costumbres, otros valores o simplemente sin saber que esa conducta para con nosotros es molesta o dañina.

No solemos ponernos en la piel del otro cuando ocurre algo que nos desagrada y nos molesta. Contactar con las motivaciones, necesidades, sentimientos de los demás (empatizar) ayuda a no enfadarnos tanto con ellos.

Pensar sobre la realidad de una manera más flexible, nos ayuda a relativizar errores de otros, nuestros propios errores o entender y asimilar circunstancias que nos obstaculizan pero que se escapan de nuestro control.

Los otros también nos pueden ayudar a reorganizar nuestra interpretación de las cosas, tomarnos un tiempo para compartir la rabia y el enfado con una persona de confianza nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva.

4. Evitar sentirme culpable al sentir ira o enfado.

La rabia, ira, enfado… son emociones y sentimientos naturales, el sentirlo no es un problema, incluso es positivo ya que nos indica que algo debe cambiar.

El problema está en el manejo que hago de la situación y como lo expreso.

La ira me ayuda a detectar mis deseos, prioridades, necesidades y a defenderlas.

Me puede ayudar tener en cuenta un conjunto de derechos en mí y en los otros:

Derecho a decir no.

Derecho a no gustar a todo el mundo.

Derecho a tener mis propias prioridades, deseos, necesidades, opiniones…

Derecho a sentir y expresar mis sentimientos.

Derecho a equivocarme.

Me puede ayudar también darme autoinstrucciones sobre los aspectos positivos de la rabia o sobre la falta de control de ciertos aspectos.

“No siempre puedo controlarlo todo”

“Prefiero no herir al otro pero a veces no podré controlar sus sentimientos”

“Es bueno enfadarse por una buena razón”, etc.

5. Decidir si quiero expresar mi ira o inhibirla.

Tras un análisis de la situación, puedo decidir que me interesa más callarme y no expresar mi ira ni mi malestar. Este tipo de contención no provoca problemas emocionales ya que controlamos la situación que la ha causado, decidimos que lo mejor es ser discretos. Pro ejemplo si hay terceras personas delante que no tiene porque presenciar una discusión o no nos parece que el contexto sea el adecuado para ello o pensamos que las consecuencias para nosotros van a ser realmente perjudiciales.

En otras ocasiones, puedo decidir no inhibirla y expresarla con intensidad en una situación de gran injusticia, pero eso sí usando la asertividad.

6. Expresar asertivamente la emoción nos ayuda resolver el conflicto sin agresividad y sin reprimir nuestras emociones.

De esta manera prevenimos el rencor, resentimiento o incluso odio a largo plazo y conseguimos probabilizar que los demás se adapten a nuestras necesidades, o al menos saber lo que podemos esperar de ellos de cara al futuro.

Si estoy enfadado con alguna persona puedo expresarle mi malestar sin atacarle usando un conjunto de estrategias asertivas. Lo reflejaremos con un ejemplo:

“Estoy enfadada con una amigo porque me dijo que me ayudaría con una mudanza y en el último momento me dice que no puede venir porque le han invitado a un concierto”

  • Empatizo. Intento conectar con lo que el otro siente.

“Entiendo que era una gran oportunidad asistir a ese concierto y además a ti te encanta la música”

  • Describo el hecho que me molesta.

“Contaba con que vinieses a ayudarme con la mudanza y no había llamado a ninguna persona más, la mudanza tenía que hacerla sin falta ese día”

  • Expreso lo que siento con Mensajes Yo (hablo en primera persona). Puedo estar moderadamente enfadado cuando lo hago.

“Me ha supuesto un trastorno porque no he podido terminarlo a tiempo, me siento molesta y un poco decepcionada, contaba contigo”

  1. Escucho a la otra persona. Recojo información por si hubiera algún mal entendido.

“¿No había otra oportunidad para ir a ese concierto? ¿Te imaginaste el trastorno que podías causarme?, etc.

  • Intento llegar a un acuerdo.

“La próxima vez me gustaría que si no estás seguro de poder comprometerte no lo hagas”.

La mayoría de las veces generalizamos (“siempre me haces lo mismo”, “nunca puedo contar contigo”), atacamos con mensajes Tú (“eres un egoísta”, “no te comprometes”), culpabilizamos (“me he hecho daño en la espalda por hacerlo yo sola”, “he tenido que gastarme un montón de dinero en la mudanza”) y claro así, no llegamos a ningún acuerdo, lo más probable es que discutamos y nos enfademos aún más con nuestro amigo.

7. No entrar al trapo de los ataques del otro

La técnica del banco de niebla nos ayuda a no alimentar la rabia del otro y cotagiarnos con ella. ¿En qué consiste?

Ante un comentario irónico, improcedente, amenazante, agresivo de otra persona respondemos usando diferentes posibilidades que ahora describiremos, lo veremos más claro con un ejemplo:

ATAQUE: “Qué suerte tiene algunas que tienen enchufe del jefe y hacen el trabajo más interesante…”

  1. Responder con la posibilidad: “Puede ser que tenga suerte”.

  2. Responder con la verdad: “Tengo mucha suerte, tienes razón”.

  3. Ignorar sin mostrar inquietud o agresividad sino calma y seguridad.

  4. Responder con sentido del humor: “No lo sabes tú bien”.

Estas habilidades asertivas pueden parecer complicadas de realizar pero se aprenden con un entrenamiento en habilidades sociales.

8. Manejo de la ira de otra persona

Cuando nos encontramos delante a una persona iracunda podemos optar por dos estrategias:

  • La persona está realmente descontrolada y enfadada.

En estas circunstancias lo mejor es escuchar al otro, mantener la calma y la seguridad, y trasmitirla con mi cuerpo (mirada ajustada a la situación pero tranquilizadora, tono de voz calmado, volumen bajo, movimientos serenos, postura erguida no amenazante…), empatizar y darle parte de la razón. Cuando la persona esté más tranquila podemos expresar nuestra opinión o hacerle una crítica si consideramos que su enfado no era justificado.

  • La persona usa su enfado para achantarnos y manipularnos.

Este otro escenario es muy diferente. En este caso nuestro enfado y gesto firme pude inhibir el enfado de la otra persona. En un enfado controlado los tonos de voz son más graves que agudos y nuestra postura se mantiene firme con movimientos contundentes sin invadir el espacio personal del otro. La mirada es más fija y sin pestañear tanto, sostenemos la mirada del otro y no nos retiramos los primeros.

Raquel López Vergara

Psicóloga y Coach

Grupo CRece