Identificar y ajustar nuestra personalidad

"Somos un híbrido de biología y cultura" dice el filósofo José Antonio Marina. Nuestra manera de ser incluye una parte heredada o configurada en nuestra estructura genética y otra aprendida (incluso ya durante el vientre materno), y las interacciones entre ambas partes configuran lo que llamamos personalidad.

La personalidad que nos viene de nuestros genes o configurada antes de nacer se llama temperamento, si bien,  cada vez está más reconocido el hecho de que lo ambiental y emocional influye durante el embarazo, con lo que en ese temperamento inicial que observamos en el bebé hay ya una parte de aprendizaje.

En cualquier caso, podemos observar que desde el nacimiento, el bebé muestra ya unas tendencias básicas: apertura a lo nuevo vs. miedo a lo desconocido, impulsividad o estabilidad emocional...

El temperamento es plástico y podemos reorientarlo durante el desarrollo del individuo hacia una personalidad constructiva y sana, partiendo de la estructura básica de ese ser.

A medida que las personas vamos siendo expuestas a la interacción con nuestro ambiente físico y social y a las interacciones con nosotros mismos, a través del conjunto de nuestras diferentes experiencias vitales, vamos desarrollando nuestro carácter, la parte aprendida de nuestra personalidad.

No podemos ir en contra de nuestro temperamento.

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Conectando con nuestro temperamento (indagar en nuestro niño/a interno) podemos aprender muchas cosas de nosotros mismos que nos guíen a la hora de tomar decisiones o marcarnos objetivos.

 

¿Como podemos conocer cosas de nuestro temperamento o carácter?

¿Cómo éramos de bebés, cuáles nuestras tendencias los dos o tres primeros años de vida?

¿Hubo algún momento de nuestra vida que desarrollamos una personalidad diferente? ¿Qué experiencias vitales lo podrían explicar?

 

Pistas para reorientar nuestra personalidad hacia la potenciación de nuestras fortalezas:

Te presento algunos ejemplos de como afrontar tu personalidad en algunos casos.

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1. Si eres miedoso/a exponte a nuevos retos de manera progresiva. Sobre todo, aquellas cosas cuya evitación, te estén provocando sufrimiento o frustración. No hay qeu vencer todos los miedos sólo aquellos que nos permitirán ser más felices. aún así, no pretendas ser lo contrario de lo que eres. Tenderás a ser más prudente que osado/a pero atravesarás tus propios límites.

 

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2. Si eres obsesivo/a, te gusta controlar, dedicas un exceso de tiempo a las rumiaciones que no llevan a ninguna conclusión práctica o dedicas un exceso de tiempo a ser muy perfeccionista con lo que haces, más allá de lo razonable: busca espacios para dejarte llevar, situaciones donde los resultados no importen, controla las anticipaciones y desenchufa la mente con actividades meditativas y con mindfulness.

 

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3. Si eres impulsivo/a intenta no tomar decisiones con estados de ánimo muy altos o muy bajos. Si te enfrentas a una conversación importante prepárala mucho con antelación. Si experimentas una emoción fuerte de enfado, intenta marcharte del escenario y esperar a que e te pase un poco antes de responder o resolver.

 

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4. Si eres una persona introvertida y te encuentras mejor en las distancias cortas, piensa que esa personalidad no es negativa, sino sólo es una característica más. Puedes mejorar tus habilidades sociales e intentar no aislarte pero respeta tu condición de sentirte más a gusto en grupos pequeños o de tú a tú.

 

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

¿Soy un poco narcisista?

El término narcisismo tiene su origen en el  mito griego de Narciso. Cuenta la historia de un joven tan bello que, tras ser maldecido por una ninfa, cae enamorado del reflejo de su rostro que le devuelve un lago, de tal manera que la atracción que siente por él le hace precipitarse al agua y morir ahogado.

Las personas con un narcisismo muy desarrollado se muestran a los demás de manera altiva,  tienden a sentirse cómodos en las relaciones asimétricas en las que puedan ejercer poder, alardean de sus capacidades e intentan crear la diferencia entre ellos y los demás, mostrando una pobre empatía.

Esta manera de manejarse en la vida puede ser adaptativa en ciertas esferas del mundo: políticos, grandes empresarios, altos cargos y mandos… conducen su narcisismo a un objetivo que les resulta beneficioso. Si bien, el narcisismo puede parecer un facilitador del éxito profesional, supone un gran obstáculo a la hora de desarrollar relaciones personales de intimidad y calidad.

 El narcisismo actúa como una careta, una manera de mostrarse al mundo ocultando una cara real. Esa careta es hierática, sin expresión y falsa, tres características que no facilitan la conexión con los demás. Pero, ¿por qué hay personas que se esconden tras la careta de la grandiosidad y la omnipotencia?

 

 

Tras cada narcisista hay una herida, un daño o carencia en su valoración y autoconcepto: malos tratos, negligencia, exigencia extrema, poca valoración… historias u episodios en los que la persona recibe mensajes del tipo “no sirves”, “no eres suficiente”, “no eres importante” o “no eres querible”.

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Asumir esos mensajes recibidos como ciertos es algo tan doloroso que una de las maneras de sobrevivir a ellos implica crear esa careta, perfecta, asimétrica, sin errores, admirable, como mecanismo de ocultar ese verdadero Yo dañado y crear otro más favorable. El narcisismo es, por lo tanto,  un mecanismo de defensa, una estrategia que nos ayuda a disminuir el malestar  en un momento dado. Sin embargo, instaurarse en esa careta, hacer de ella una base segura desde la que enfrentarse al mundo,  hace que estas personas cada vez sientan más distancia entre su Yo real y la defensa desde la que se relacionan con los demás,  aflorando grandes sentimientos de vacío y dudas de la propia identidad.

 

Conocerse  como persona en su totalidad y aceptarse con sus luces y sus sombras, confiar en su capacidad para presentarse al mundo sin armadura y permitirse explorar las relaciones en su más amplio abanico,  rompiendo con esa idea de "la mejor manera de evitar que te rompan el corazón es fingir que no lo tienes" son los puertos a los que estas personas dirigen sus pasos en los procesos de desarrollo personal.

Liberándose de esa máscara las personas descubren la riqueza del mundo, de las relaciones y experimentan la belleza de quererse y que les quieran   por lo que son.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece