Encontrar el justo lugar en la relación madre-hija (Parte III)

Convertirse en madre después de tu madre

Durante mucho tiempo la mujer parecía destinada a reproducir el modelo imperante cuyo destino era SER MADRE, sin plantearse si eso era lo que deseaba. En la actualidad se es libre de postergar o no la maternidad, y se debe ser libre para elegirla. NO se " nace madre" , sino que una se " hace madre".

Para qué esta elección sea lo más libre posible, es necesario que el deseo de un hijo no se base en una compensación, que no sea el resultado de una influencia familiar o de una clonación. Es conveniente que la mujer que quiere ser madre se desarrolle como persona y no se lancé desesperadamente hacia la maternidad

Algunas reflexiones para aquellas que desean ser madres y viven con dificultad su relación madre-hija...aunque siempre teniendo en cuenta que NINGÚN PADRE-MADRE ES IDEAL:

Imagen: Gioia Albano

Imagen: Gioia Albano

  • Parir no es hacer un regalo a la madre.
  • Dar a luz no es más que una realización entre otras.
  • Desear tener un niño surge de un deseo, o compartido en una pareja basada en el amor, o individual como un deseo real que no sustituye a nadie del entorno afectivo.
  • Dar a luz a una niña no sustituye el propio desarrollo.
  • No olvidar nunca la ecuación : mujer satisfecha= madre satisfecha= hijo satisfecho.
  • Educar a una niña no tiene el papel de reparación de la madre.
  • Una muchacha no es la imagen, el espejo, el reflejo de una misma.
  • Parir a una niña implica dejar que el padre desempeñe su papel para evitar la fusión ( también con niños, por supuesto).

En el momento de un embarazo deseado es importante volver a poner a la madre en un lugar más justo, en una relación más equilibrada, de adulto a adulto: una maternidad deseada debe ofrecer esa oportunidad de desprenderse del pasado. Exteriorizar sentimientos, equivocaciones e incomprensiones para que cada una encuentre su lugar. Esta situación pasará a veces por momentos difíciles, pero gracias a ello se podrá conseguir madurez y autonomía.

 

Ser abuela después de haber sido madre

Ser abuela hace que se vuelvan a cuestionar los fundamentos sobre los que se construyó el vínculo madre- hija. Es un buen momento para ambas para el acercamiento, intentando afrontar las dificultades del pasado.No ocuparse de los nietos por desear hacer de la etapa final de su vida un momento para el autodesarrollo es una manera de abandonar a su hija a través de su hijo. Si existe una ruptura con una madre y su joven hija que ha dado a luz, esta última puede sufrir una depresión. La presencia afectiva, la disponibilidad discreta, el apoyo y los consejos que no pretenden inmiscuirse son necesarios.

La abuela debe permanecer en su sitio, es importante que no sustituya a la madre ni ocupe su lugar. Su función no es educar, ni criar al niño, excepto en casos de fuerza mayor. No se impondrá en cuanto a la dirección que debe darse a la educación, a los valores que deben transmitirse. Toda tentativa de tomar el poder en cuanto educación, si no se solicitó, es intromisión. Sólo en caso de necesidad y de demanda expresa de la pareja podrá intervenir en paralelo.

Imagen: Gioia Albano


Imagen: Gioia Albano

En la actualidad, numerosos abuelos ayudan a las madres/padres que trabajan a ocuparse de los niños. Sin embargo ayudar no significa sustituir. Deben respetarse las consignas educativas de los padres. También en la actualidad existen numerosas familias rotas en las que las abuelas tienen que tomar partido. Los nietos que tengan que vivir con un padrastro o madrastra podrán encontrar en su abuela una mano que les resulta familiar, una presencia fuerte y cariñosa. El peligro en estas situaciones es que la abuela tome partido en caso de separación difícil, criticando al padre o a la madre. El papel de la abuela en estos casos es la de ayudar a los nietos a que superen esta situación, explicándoles que su madre y su padre siempre les querrán. Podrá ofrecerse a escuchar las confidencias de sus nietos sin juzgar ni denunciar. Esta actitud es muy difícil por el dolor personal de la abuela, por las emociones negativas experimentadas ( ira, resentimiento, pena), pero éstas no deben ser proyectadas y no hacer de sus nietos un instrumento de venganza personal. Si esto es muy complicado quizás se pueda pedir ayuda a un psicoterapeuta. 

" Una abuela debe estar presente cuando se la necesita, y no estarlo cuando no se necesita" Françoise Dolto

Encontrar el justo lugar en la relación madre-hija (Parte I)

Toda madre juega un papel fundamental en la vida de su hija, y por una buena razón: se trata de la primera referencia femenina que ésta tiene. La relación que sucede entre ambas en ocasiones es ambivalente: una mezcla entre amor y odio donde a veces es difícil encontrar un lugar adecuado. 

La principal dificultad se puede resumir en las siguientes palabras de Erich Fromm: "La relación madre- hijo es paradójica y, en cierto sentido, trágica. Requiere el amor más intenso por parte de la madre, sin embargo, todo ese amor debe ayudar a que el niño crezca y se aleje poco a poco de ésta, hasta convertirse en un ser totalmente independiente".

¿ Dónde debe poner el límite una madre para que permita la autonomía e individuación de su hija?
¿ Dónde debe poner el límite la hija para que pueda expresar sus propios deseos y su identidad? 

Y ¿ cómo hacerlo sin sentir la culpabilidad de creer traicionar a la madre al seguir su propio camino? 

Como la madre es la primera que está cuando se crea esta relación, pondremos el foco de atención en ella y en su actitud en las dos etapas fundamentales del desarrollo vital de todo ser humano: la infancia y la adolescencia. Así mismo describiremos y analizaremos el perfil de algunas madres que pueden dificultar este dúo, las consecuencias de sus actos en sus hijas y algunas soluciones posibles para hallar ese justo lugar. Por último, se examinará la relación desde el punto de vista de la cadena generacional: como ser madre después de la propia madre y el papel de la madre convertida en abuela.

Infancia

Una de las dificultades entre madre e hija reside en que son del mismo sexo. En los primeros meses de vida, la madre debe poder proporcionar a su hija cuerpo, alma y corazón; a la vez, la madre debe mirarla, reconocerla, pero sin buscarse a ella misma en esta mirada, sin considerarla su reflejo.
La tentación de la confusión es muy fuerte si la madre no ha saldado sus cuentas con el pasado o si existen heridas emocionales no resueltas, puesto que tenderá a "mirarse" en su hija sin darle a ésta un lugar como una persona singular, diferente, y comenzará a proyectar en ella sus propias frustraciones y deseos.
Amar a la hija es aceptar poco a poco no continuar siendo un único cuerpo para ella, y dejar un lugar al padre o su sustituto. La actitud , las palabras y las acciones del padre o sustituto son lo que permitirán al bebé centrarse en otra cosa, en los demás, en el mundo.
Poco a poco, mientras la hija vaya creciendo, la madre debe ir haciéndole entender que son personas diferentes: por sus acciones, actividades personales, lucrativas o no, debe demostrar que no es sólo madre, que también existe fuera de esa función. En este sentido se trata de dos personas que deben vivir cada una su " deseo singular".
Si la madre sólo se siente realizada a través de la maternidad, la progenitora creará una dependencia y un sentimiento de culpabilidad en la hija si ésta empieza a mirar hacia otro lado para crecer.

Adolescencia

La adolescencia es un momento de metamorfosis y transformación fisiológica donde se despiertan y se comienzan a exteriorizar los posibles conflictos existentes. 
Uno de los posibles conflictos está relacionado con la competencia entre mujeres en cuanto a " lo femenino", aunque esas mujeres sean madre e hija. En este momento evolutivo es necesario que la madre acepte su edad sin rechazar el envejecimiento. Empezar a construir la diferenciación entre ambas es difícil si existe en la madre una voluntad de imitar a su hija en cuanto a la elección de su indumentaria, su manera de hablar, el ocio o sus modelos. 
Sería bueno revisar su historia y aceptar que el pasado es pasado, y es un buen momento para hacer un balance lúcido y honesto de las insatisfacciones personales sobre proyectos que no se han llevado a término o sus " deseos singulares" que vuelven a aparecer, y autorizarse a recuperar el movimiento en sí, la confianza en uno mismo y la pasión por la vida.

El hecho de existir como mujer anhelante es crucial para la construcción de la feminidad de su hija.

ENTRE UNA MADRE Y UNA HIJA NO ES RECOMENDABLE COMPARTIRLO Y CONFUNDIRLO TODO, SI NO, ¿CÓMO PODRÁ LA CHICA CONSTRUIR SU INTIMIDAD, SU AUTONOMÍA? 

Para acompañar de una forma adecuada lo que una madre debe aprender a comprender es que CRECER ES DIFERENCIARSE. 

En este sentido debe respetarse la intimidad, como, por ejemplo, el deseo de retirarse al dormitorio. Del mismo modo, sería adecuado que los primeros novios fueran aceptados sin ningún tipo de juicio o voluntad de orientación, ya que de lo contrario se interpretaría como una manera de controlar y de evitar que la niña crezca y se identifique con sus propios deseos.
La madre ha de aceptar no ser la única referencia, al contrario de lo que ocurría en la infancia. Es necesario tener el duelo por la niñita que su hija ya no es.

En cuanto a la hija, en ocasiones, diferenciarse de la madre implica romper con la madre,rebelándose, con grandes fracasos escolares, en exámenes o en otras cosas que no se deseaba hacer. Rebelarse forma parte de la evolución de la persona de la adolescente.

Las chicas deseosas de seguir su propia vida deben trabajar para evitar sentirse culpables. CRECER ES IR HACIA UNA MISMA, lo que no impide el afecto con su madre y compartir ciertas cosas de la vida, cada una conservando su vida y su intimidad

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece



Bibliografía: Poncet- Bonissol, Y., " La relación madre-hija". Ediciones Obelisco, España 2014.

Imágenes: Gioia Albano
Regina Garialdi
Flor Méndez

¿Cómo facilitar un vínculo afectivo sano? Os damos 10 ideas para conseguirlo

"El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza con el amor."

José Ortega y Gasset

maternidad sara lancini

La mayor clave de la seguridad personal y del desarrollo de una autoestima sana en el futuro, es sentirse querido y valioso en la primera infancia. El amor es un alimento tan importante como el biberón.

Estudios con animales y con niños y niñas institucionalizados, hace años que lo confirman.

Establecer un vínculo afectivo con el bebé desde que está en el vientre materno y a lo largo de los primeros años de vida es esencial para la satisfacción de una necesidad que está en la base de la pirámide.

¿Qué podemos que tener en cuenta?

1. Habla al bebé con palabras cariñosas y suaves. Exprésale tus sentimientos.

2. Expresa sintonía con el bebé, si está muy alegre le responderemos muy alegres y le invitaremos a jugar, si está calmado le transmitiremos calma y la compartiremos con él, si está llorando o enfadado seremos tranquilos y le trataremos con ternura para intentar calmarlo, si está triste, le trataremos con consuelo, abrazándole mucho con dulzura...

3. Le atenderemos siempre que demande nuestra atención, sea con una emoción positiva o negativa, aunque sea con una palabrita si no podemos en ese momento estar a su lado.

4. Le tocaremos mucho, besos, abrazos, masajes, caricias. El sentido del tacto es el mayor vehículo para la intimidad emocional. 5. Nunca le pegaremos o le gritaremos, si debemos reñir lo haremos con firmeza pero no con descontrol.

6. Le dejaremos explorar su entorno de una manera segura, no haremos por el bebé lo que éste puede hacer por sí solo aunque sea con un poquito de esfuerzo. Le dejaremos que se guíe pro sus propios instintos para que desarrolle sus inquietudes y talentos, el bebé sabe lo que le atrae, lo que le interesa mucho mejor que nosotros los adultos.

7. Le diremos lo felices que somos con él, lo a gusto que estamos con él, resaltaremos lo que hace bien.

8. Si hace algo que debemos corregir, nunca le diremos "lo haces mal", sino que le ayudaremos a que lo pueda hacer bien.

9. No le compararemos con nadie, hermanitos o hermanitas, otras personitas. Es único igual que los demás son únicos.

10. Le enseñaremos a ser persistente, pero no exigiremos la perfección.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece