Familias nutritivas: 9 ingredientes fundamentales

familia feliz.jpg

Las familias funcionales o “nutritivas” son aquellas capaces de cubrir las necesidades básicas materiales y emocionales de sus miembros: tienen líneas de comunicación abiertas y efectivas, ofrecen y dan apoyo incondicional a cada uno de sus miembros cuando lo necesitan, dividen claramente los roles, respetan y fomentan la individualidad, tienen normas claras y precisas pero flexibles, nunca fuerzan las decisiones de cada uno y son capaces de transformarse, adaptarse a los cambios y afrontar las diferentes etapas de la vida de todos.

En la actualidad, la vida social se encuentra en una situación crítica, con un aislamiento cada vez mayor debido a los cambios en la tecnología, que muchas veces acerca a los/las que están lejos pero aleja a los/las que están cerca. Una familia armónica y funcional está bajo la guía de padres y madres que leen con sus hijos e hijas, hablan con ellos/as y entre sí, los escuchan y comprenden, pasan momentos felices cuando están todos/as juntos/as.

Unos buenos ingredientes para crear una buena familia serían los siguientes:

1.      Cada familia es un equipo.

lf.png

Sus integrantes están unidos, además de por el afecto, por un objetivo común: procurar el bienestar de cada uno de ellos. En una familia no todos tienen las mismas capacidades y no debe ser equitativo sino operativo. Se trata de procurar a cada uno/a lo que necesita pidiéndole lo mejor de aquello en lo que sea más apto/a. No se intenta que todos aporten lo mismo sino encontrar el mejor resultado. Al igual que en cualquier equipo, si desconozco el lugar en el que juego, se esfuma mi mejor posibilidad de jugar bien. Debemos valorar y hasta celebrar las diferencias.

 

2.      Las normas deben ser claras.

Distribuirse-las-tareas.jpg

Los límites han de ser claros y razonados. Se debe procurar y fomentar la realización personal y el crecimiento individual de los miembros. En las familias funcionales hay normas que todos conocen y aceptan, pero son flexibles.

 

 3.      La plasticidad para afrontar constantemente las distintas situaciones por las que se atraviesa.

Tanto por lo que sucede a su alrededor como por los cambios que se producen en su seno. La plasticidad implica la capacidad y preparación para adaptarse a los cambios.

 

4.      El respeto a la individualidad.

---.jpg

Ser un equipo no significa olvidar que somos seres individuales y que tenemos necesidades y deseos propios (actividades y vínculos que están fuera de la familia). Deseos que el resto deberían alentar cuando les produce felicidad a ese miembro (siempre que sean sanos y no amenazantes para la integración de la familia). Aceptar los espacios personales supone un crecimiento para el grupo.

 

5.      La comunicación como eje dentro y fuera de la familia.

familia---.png

No sólo como herramienta de resolución de conflictos, también como herramienta para crear lazos entre los miembros. La comunicación ha de ser clara, directa y honesta y se debe motivar a todos y a todas a expresar sentimientos y necesidades, evitando con ello la negación, el engaño y el autoritarismo.

 

6.      La confianza.

fotonoticia_20160903084712_660.jpg

Significa creer en el otro. Es la convicción de que si elotro me dice algo, es verdad. “Si no quieres que te mientan, no mientas” y mucho menos para salvar la imagen que tus hijos e hijas tienen de ti.

 

7.      El apoyo incondicional.

índic--e.jpg

“No importa cuál sea el problema, puedes contar siempre conmigo porque somos una familia”. Los vínculos se ven fortalecidos por los tiempos compartidos, las rutinas, las cosas que disfrutamos en compañía. La familia se define más que ningún otro vínculo por el hecho de que compartimos la cotidianidad.

8.      Cuidar la autoestima.

Una buena autoestima familiar consiste en que se vea fortalecida, orgullosa por la opinión que cada uno de sus miembros tiene de ella como grupo (no solo en que cada uno se sienta valioso/a de ser quien es dentro y fuera de ese entorno). Es muy importante que los padres y madres tengan una buena autoestima y un excelente vínculo entre ellos como pareja.

 

9.      Y en el centro el amor.

autoestima2_edukame.jpg

Entendido como el compromiso de lograr el bienestar de cada uno de los miembros de la familia. El amor como una profunda satisfacción de que el/la otro/a trabaje para ser la mejor versión de sí mismo/a. Si dentro de una familia conseguimos amarnos así, es muy probable que estemos en el mejor de los lugares para desarrollar los otros ingredientes de las que hemos hablado.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloa educativa y familiar

Grupo Crece

Mantener y cuidar esa curiosidad natural de los niños y las niñas

childlike-wonder.jpg

Hoy en nuestro post hablamos de  la importancia de mantener viva la capacidad de asombro de los niños y niñas, su deseo por el conocimiento, el espacio para el misterio, la curiosidad, la belleza y la contemplación como palancas para ayudarles a su aprendizaje y motivación, ésta última, cada vez más escasa debido a la sobre estimulación a la que están sometidos/as con las  nuevas tecnologías y por la gran cantidad de actividades extraescolares que realizan a lo largo de la semana.

“El asombro es el deseo para el conocimiento”

shutterstock_28335556.jpg

En función de si respetamos el asombro de nuestros hijos/as serán niños/as más agradecidos/as, porque no darán todo por supuesto.

Serán capaces de apreciar la belleza, con mayor capacidad para percibir las sensibilidades de los demás, capaces de mayor esfuerzo, porque no dependerán del empuje de los demás.

Serán más serenos/as, relajados/as y contemplativos/as, porque no les habrán saturado los sentidos.

Tendrán más autocontrol y creatividad, porque no serán conformistas, darán más rienda suelta a su imaginación.

Algunas ideas para potenciar el deseo por el conocimiento de los niños y niñas y de esta forma que aprendan al ritmo adecuado y estén motivados:

1. Evitar la sobresaturación y sobre estimulación (llamados también “niños/as multitarea”) de actividades en el móvil, la Tablet, el ordenador, los video juegos y las múltiples actividades extraescolares.

baby-turtle-curiosity-friend-childwood-explore-photo-hd-wallpaper-1024x640.jpg

2. Respetar sus ritmos, sobre todo en  la etapa de la infancia. Los pequeños/as viven el presente, no piensan ni el pasado ni en el futuro. El asombro es no dar nada por supuesto, tienen que ser niños/as, jugar y dar rienda suelta a la imaginación. Cuando no se vive la niñez cuando toca se hace más adelante y entonces puede tener peores consecuencias.

3. Evitar el consumismo excesivo porque es la forma más directa de apagar  el asombro y su deseo para aprender. Cuando los niños y niñas tienen de todo y lo tienen antes de poder desearlo, son incapaces de sentir y vivir lo que pasa y dan todo por supuesto, terminan acostumbrándose a que todo debe comportarse como ellos y ellas quieren. Empieza siendo así con las cosas y termina siéndolo también con las personas. Es muy importante mantener vivo el deseo por aprender.

5. La belleza asombra. Hay que favorecer que los niños y las niñas aprecien la belleza, la naturaleza y el silencio.

6.Hay que dejar unespacio para el misterio, sobre todo en la etapa de Educación Infantil. El misterioes una puerta para el conocimiento que cruzamos gracias a la fuerza de la curiosidad y los niños y las niñas tienen una gran afinidad con el misterio: crear espacios de juego donde el misterio sea el protagonista.

7. Pararse a pensar y a decidir cuáles son las competencias y actitudes de los niños y niñas que se quiere seguir fomentando, y después, a través de los juegos contribuir a desarrollar esas competencias. Jugar con ellos y ellasy hacerlo de forma sistemática para que se adquieran esos hábitos.

8. Fomentarles la idea de que la vida “es chula, es mágica”

educar-en-el-asombro.jpg

Susana Paniagua

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La tiranía de la sobreprotección

La revista estadounidense Slate encuestó a 6000 lectores y les preguntó qué cosas de las que hacían de pequeños permitían hacer hoy a sus hijos. La respuesta mayoritaria fue la siguiente: los niños actuales gozan de menos libertad que sus progenitores.

Aunque la protección hacia los hijos sea algo natural y necesario, ya que cuando son pequeños nos necesitan y dependen de nosotros, hay que poner cuidado en no sobrepasar la delgada línea entre la protección y la sobreprotección.

¿Cuándo es sobreprotección?

Diríamos que sobreprotegemos a nuestros hijos cuando vamos más allá de cubrir sus necesidades básicas y afectivas y empezamos a solucionar sus problemas o tomar decisiones que pueden tomar ellos mismos, cuando entorpecemos su autonomía por nuestros propios miedos.

En definitiva, cuando les impedimos hacer determinadas actividades, ir a determinados sitios… por nuestros propios temores y de manera prolongada en el tiempo.

Algunos tipos de sobreprotección…

Papás/ Mamás agenda

Este término se volvió viral cuando lo acuñó la experta en coaching Noelia López-Cheda en su publicación Me niego a ser la agenda de mi hija por WhatsApp.

Se refiere a las mamás o papás que a través de grupos de WhatsApp del colegio se encargan de que sus hijos cumplan con las tareas, entre otras cosas.

En esta publicación, la autora defiende que los hijos deben tener su parte de responsabilidad, y que no es beneficioso para ellos que nosotros los adultos asumamos su parte.

Papás/ Mamás helicóptero

Son aquellos padres o madres que, por decirlo de alguna manera, sobrevuelan constantemente la vida de sus hijos en un estado de excesiva vigilancia y control.

Serían aquellos progenitores que se involucran en cuestiones donde los niños pueden desenvolverse perfectamente, o donde no debería ejercer tanto control porque se trata de temas relacionados con la identidad personal (gustos, aficiones, elección de estilo…).

Papás/ Mamás apisonadora

Son aquellos padres y madres que aplanan el camino para que sus hijos no tengan que hallar dificultades.

Lo cierto es que como padres y madres existe cierta tendencia natural a que nuestros hijos no tengan que enfrentarse a las dificultades que hemos pasado nosotros, pero no debemos olvidar, no obstante, que es la superación de obstáculos, la resolución de problemas lo que nos fortalece y nos da la sensación de control sobre nuestras vidas y nuestras dificultades.

Papás/ Mamás guardaespaldas

Este término alude a aquellos padres que son quizás demasiado sensibles ante cualquier estimulo que consideren (con demasiada facilidad) un ataque hacia su hijo, bien sea por una mala nota, un castigo en el colegio, una crítica, etc.

Esto se hace más notable en los colegios, donde los maestros están cada vez más cohibidos en su rol ya que los padres ejercen actualmente más presión en este ámbito.

 ¿Cuáles son las consecuencias?

Cuando esta burbuja de sobreprotección estalla, trae consigo conflictos a los que el niño debe enfrentarse.A continuación, mencionamos algunas de las más comunes.

Personas miedosas

La advertencia constante sobre los posibles peligros (sean reales o no), unido a no haberles dado herramientas para enfrentar los problemas, trae como consecuencia el miedo a enfrentarse a la vida, a relacionarse con los demás, o a afrontar con éxito diferentes situaciones.

Personas dependientes

Relacionado con el apartado anterior, si no les guiamos hacia su autonomía, en la toma de decisiones o a gestionar sus problemas, es probable que dependan más de los demás por su sensación de falta de recursos para hacerlo por su cuenta.

Autoestima deficiente

Si uno necesita constantemente de los demás porquesiente que es incapaz de desenvolverse solo ante situaciones de la vida diaria, terminará por desarrollar la percepción de que es un “inútil”, que nunca podrá enfrentarse a la vida por su cuenta.

Déficit en el desarrollo de sus capacidades

Si no permitimos a nuestro hijo explorar por su cuenta, probar y equivocarse, le estamos privando de la capacidad de aprendizaje, que en definitiva se consigue gracias a ese ensayo-error. Le estamos privando de experiencias que pueden ser enriquecedoras y ayudarle de cara al futuro.

Baja tolerancia a la frustración

Los padres sobreprotectores muchas veces tienden a ser permisivos, por miedo a que sus hijos sufran pueden llegar a darles todo lo que piden. Por tanto, los niños no aprenden que no siempre se consigue lo que se quiere, es decir, se enfrentan poco a la frustración. El resultado de esto es que reaccionen ante la frustración con agresividad y pueden incluso llegar a convertirse en pequeños tiranos.

Cómo evitamos caer en la sobreprotección…

-    Tratarle acorde a su edad.

-    Favorecer su autonomía, de acuerdo a edad y capacidades, animándole en cada paso.

-    Dejar que se enfrente a los problemas y que encuentre por sí mismo las soluciones.

-    Dejar espacio para su intimidad (no atosigarle con preguntas e interrogatorios).

-    Favorecer que se relaciones con gente de su edad sin tener que estar en constante supervisión (por supuesto dependiendo de la edad y situación), para favorecer también su autonomía en las relaciones sociales.

-    Establecer unos límites y normas claros en casa. Que aprenda que las cosas se consiguen mediante el esfuerzo.

-    Aceptar a nuestros hijos tal y como son, con sus fortalezas y sus limitaciones.

Por suerte, en nuestras manos está el cambio. Si tú, como madre o padre te has sentido identificado con el estilo sobreprotector, estás a tiempo de cambiar y guiar a tu hijo hacia su autonomía y felicidad.

Romina Collado

Psicóloga educativa y formadora

Grupo Crece

 

Lo que las nuevas tecnologías pueden aportar a nuestros hijos: una visión positiva

shutterstock_149887034.jpeg

Las nuevas tecnologías han invadido todas las áreas de nuestro día a día. En pocos años, hemos pasado de no conocerlas a situarlas en un lugar central de nuestro trabajo, nuestra educación, nuestra manera de relacionarnos, nuestro ocio… Son tantas las opciones que nos ofrecen, que su  diversidad y avance, son más rápidas que nuestra capacidad para integrar los cambios, y adaptarnos a ellos de una manera consciente.

Este es  uno  de los problemas que nos supone hoy en día la tecnología: Nos resulta inviable abarcar todas sus opciones, conocerlas y saber manejarlas, optimizando sus aportes positivos y neutralizando los posibles peligros que puedan ofrecer. 

 

Esta realidad toma gran importancia en la educación de las nuevas generaciones, más aún cuándo crecen en este mundo tecnológico de manera natural, con más capacidad para explorar y conocer que las generaciones anteriores, que han tenido que incorporar la tecnología de una manera más gradual.

La diferenciación entre nativos  digitales e  inmigrantes  digitales, términos adoptados por Marc Prensky,  es crucial para entender el problema de las tecnologías en las familias actuales. Nos encontramos en un momento  en el que dos generaciones conviven con una  concepción diferente de la tecnología,  lo que está  dificultando en ocasiones el entendimiento y el encuentro entre ambas, en torno a este asunto. 

Los inmigrantes digitales, es decir, los padres, vive en el mundo de la tecnología desde el temor, la inexperiencia y una sensación de falta de control, mientras que los nativos digitales, sus hijos, viven la tecnología como algo normal de su
día a día, desarrollándose y creciendo en ella en la misma medida en la que se desarrollan y descubren otros ámbitos del mundo.

La tecnología es un hecho, percibirla como el enemigo, temerla y relacionarnos con ella desde los peligros que pueda suponer es un esfuerzo titánico por frenar algo imparable. Conocer las opciones que nos aportan, entendiendo que en la realidad de nuestros hijos está integrada la tecnología y lo estará, nos ayudará a percibir la tecnología de una manera natural, pudiendo maximizar sus puntos favorables y cuidando a los niños de sus puntos más negativos.

Al igual que en otras muchas áreas, como padres necesitamos hacer un esfuerzo por comprender la función que cumplen las tecnologías en la vida de nuestros hijos.  De este modo, podremos relacionarnos con  ellas de una manera más realista y conocer de una manera más profunda a nuestros hijos, sus motivaciones e intereses,  pudiendo hacer hincapié en nutrirles como padres en esos aspectos que ellos buscan en las nuevas tecnologías. 

Por lo general, los intereses de los  niños y adolescentes en torno a las nuevas tecnologías y redes sociales están relacionados con los siguientes aspectos:

1. Evasión, descarga de adrenalina, desconexión.

Los niños encuentran en los videojuegos una manera de descargar la energía que tanto les caracteriza de una manera rápida, fácil y accesible. Los adolescentes comienzan a sentir el peso de la exigencia de la sociedad sobre ellos. Lo que antes era disfrute y juego empieza a ser esfuerzo y trabajo, por lo que su necesidad de desconexión y de evasión también se acentúa.

Comienzan a valorar más su tiempo de ocio, como una adaptación a la vida adulta en la que deber y ocio están diferenciados. Los videojuegos les permite compatibilizar ambas de una manera rápida, ya que pueden tener ocio y obligación en el mismo lugar y sin una gran transición de tiempo entre uno y otro. Desde el rol de padres comprender su necesidad de evasión y desconexión y promover
alternativas que involucren un rol más activo puede favorecer este control sobre las nuevas tecnologías de modo que, otras actividades puedan alternar con los videojuegos.

Conocer las características de los videojuegos que les gustan a nuestros hijos y compartir ese espacio con ellos será una manera de crear un clima favorable que facilite la comunicación y la puesta de límites.

2. Autoconcepto

Las redes sociales giran mucho en torno a la persona, al perfil de cada uno. Las nuevas generaciones cuentan con las nuevas tecnologías como una fuente más de creación de su autoconcepto: observan
modelos, exponen sus preferencias, se crean su personalidad y la muestran. 

El ejercicio de buscar qué les caracteriza, lo que les hace especiales para mostrarlo al mundo, hace que las nuevas generaciones tengan un mayor conocimiento de ellos mismos, de cómo son, qué imagen proyectan y qué emociones generan en los demás. Desde nuestro rol de padres al conocer el autoconcepto de nuestros hijos, como se perciben, es una gran ventaja, ya que dicho autoconcepto tendrá un papel protagonista en sus relaciones, actitudes y decisiones presentes y futuras.

En muchas ocasiones nos centramos tanto en los aspectos en los que nuestros hijos pueden mejorar que olvidamos recordarles lo positivo que vemos en ellos.  

Llenando su autoconcepto desde casa, su necesidad de construirlo en base a los demás será menor.

3.  Autoestima

Las redes sociales son fuente también de refuerzo y crítica, dos cosas que tendrán un papel  importante en la autoestima de nuestros hijos. A través de las redes sociales, sienten más libertad para expresar lo que les gusta y lo que no, los sentimientos y sensaciones que les generan diferentes fotografías o comentarios, sus opiniones y vivencias. Además, las redes sociales e internet por lo  general, es una oportunidad que permite a los menores relacionarse con personas con un perfil afín a ellos, con los mismos intereses y motivaciones. Esto les otorga más libertad para elegir quien quieren ser, sin sentirse raros o diferentes, viviendo en un mundo más global en el que tienen facilidad de conocer gente con gustos diferentes, aunque no sean los mayoritarios en su entorno.

3. Construcción de un concepto sobre diferentes realidades

A través de las vivencias compartidas, de las noticias a las que acceden, de los vídeos que crean moda entre los jóvenes, éstos van creando su propia conciencia sobre la realidad, sobre el mundo. El aumento de información a la que acceden les permite tener una imagen del mundo más globalizada, más realista y más documentada, aunque no toda la información sea igual de valiosa. Como padres podemos reforzar esta actitud de búsqueda e información en  nuestros hijos y ayudarles a crearse un criterio que les permita filtrar la gran cantidad de información que reciben de una manera óptima, generando en ellos un espíritu crítico.

4. Construcción de red social

La construcción de la red social funciona en dos sentidos: afianzar las relaciones que han establecido en sus círculos y creación de nuevas relaciones. A través de las redes sociales afianzan las relaciones que tienen con su entorno y mantienen la relación con personas que dejen de estar  a su alcance por alguna razón. Tratan temas comunes, muestran sus lazos en público como una manera de afirmarse en la importancia que tiene para ellos esas relaciones y expresan sus sentimientos de una manera más abierta de lo que se permiten hacerlo en público. Esto hay que entenderlo como un extra: hoy en día expresan más sus emociones y perspectivas. Internet brinda a las nuevas generaciones un sinfín de opciones para relacionarse con personas que a priori tengan cosas en común con ellos. A través de los foros o las cuentas dedicadas a determinados clubes deportivos, a cantantes, a hobbies, etc., se convierten en seres activos en sus relaciones, eligiendo el grupo que sienten que les aporta algo, en el que se sienten a gusto y en el que se sienten aceptados. Incluso esos niños que pueden tener el estigma en el colegio, se sienten aliviados al observar que no son los únicos, al compartir experiencias con otros iguales, al observar que no son peores, ni raros.

5. Comunicación

Vivimos en la Era de la Comunicación. La comunicación es algo que nos caracteriza como especie, por lo que está en nuestra naturaleza buscarla y potenciarla. A medida que avanzan las nuevas tecnologías, más capacidad de comunicación tenemos. Las nuevas generaciones tienen integrada
esta actitud de búsqueda de maneras de comunicación: las exploran, las comparten, las ponen de moda e incluso las crean.  Muchos padres se preocupan de que se comuniquen solo a través de lo virtual, sin embargo, tenemos que entenderlo como un extra: los niños que tienen facilidad de
comunicación en persona también ejercitan su comunicación en lo virtual, y los niños que tienen dificultades en lo personal, encuentran un entorno que no les es tan amenazador y que puede servir como un contexto de entrenamiento, en el que desarrollen habilidades que les haga sentirse seguros para avanzar en el cara a cara. Crear ese clima de aceptación de la tecnología nos hará aumentar nuestra capacidad de comunicarnos con nuestros hijos, ya que para ellos es un tema que les moviliza y les motiva.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar

Grupo Crece

¿Autoridad y aprendizaje emocional pueden ir unidas?

Alrededor de los dos años de edad, los niños atraviesan la Fase de Individuación. En este momento de su ciclo vital se empiezan a percibir como un ser independiente de su madre. Es entonces cuando comienzan los famosos y rotundos “¡No!” como respuesta a cualquier petición que les hagamos. Es su forma de blindar lo que ellos empiezan a saborear como “sus propios placeres”.

O dicho con otras palabras, empiezan a fastidiarles (y mucho):

1. Nuestros  Noes: “No te puedes subir ahí”, “No grites”, “No pegues a tu hermana”

2. Sus Frustraciones cotidianas: “Que una galleta se rompa si ellos la querían entera”, “Que un hermano no les preste algún juguete”

3. Y, especialmente, las Normas: impuestas por una figura de autoridad que para ellos tiene siempre el objetivo malintencionado de fastidiar sus momentos de máximo bienestar “Tienes que lavarte los dientes antes de irte a dormir”, “Tienes que recoger los juguetes antes de la ducha”, “Nos vamos ya. No te lo voy a repetir”.

Esta faceta de la crianza, en la que les vamos marcando límites es tan necesaria como ingrata.

Pero para ellos tampoco es ningún camino de rosas. Socialmente tendemos a infravalorar el impacto y el sufrimiento interno que para un pequeño de dos años (y en adelante) suponen estas primeras experiencias.

Requerimos de ellos unas dotes de capacidad de análisis, sumisión, pensamiento estratégico y autocontrol que no se ajustan a sus capacidades reales por el nivel de desarrollo cognitivo-abstracto de su corteza cerebral.

¿Estoy diciendo con esto que no son capaces de hacer todo lo que les pedimos? ¡Porque cuando quieren bien que escuchan y lo hacen todo rapidito para obtener lo que les interesa!

No. Estoy diciendo que para ellos no es fácil. Nosotros somos los adultos y por tanto los responsables de facilitarles la tarea de familiarizarse e irse acomodando al cumplimiento de determinadas normas sociales.

¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos a transitar esta Fase de una forma más agradable y constructiva para todos?

·         Empaticemos con ellos. Atrévete a pensar por un momento cómo te manejas tú con las imposiciones sociales en tu vida diaria. No olvides que ellos te observan constantemente y que tú eres su referente.

¿Las aceptas sin más?, ¿Te enfureces excesivamente?, ¿Expresas lo que verdaderamente sientes?, ¿Te cohíbes y dejas que otros impongan el rumbo que debes seguir por miedo a decepcionarles?, ¿Explotas con quien menos se lo merece por no haber podido expresar lo que necesitabas ante una figura de autoridad?

En muchos momentos nos podemos reconocer respondiendo “Sí” a estas preguntas. No es fácil, se tenga la edad que se tenga, “acomodarse” a los requerimientos sociales. Y a lo mejor, en algunos, no es ni sano ni necesario (pero esto como diría Javier Krahe, es otra canción).

 

·         Empaticemos con nosotros mismos. En las situaciones donde tienes que acatar las decisiones de alguna figura de autoridad, qué prefieres:

¿Que la persona que te está marcando los límites te trate con comprensión, firmeza y ternura o con agresividad (verbal, física) y frialdad? ¿Qué haya cierto margen para la negociación y la expresión de tus emociones o que se te obligue a estar callado? ¿Qué te permitan e incluso reclamen una visión crítica o que te exijan sumisión y obediencia?

Reflexiona sobre ello un instante con calma. Y ahora piensa, ¿para tus hijos querrías algo parecido a lo que tú necesitas como adulto? ¿Y no será su infancia un buen momento para comenzar a transmitírselo?

Ahora bien, si hemos llegado a las conclusiones de que para ellos no es fácil aceptar y gestionar las imposiciones, que no da igual el cómo lo hagamos para obtener un resultado u otro y que su hemisferio derecho, ligado al mundo emocional y creativo está más desarrollado que el izquierdo…

Permitamos a nuestros hijos que se enfurezcan honestamente ante nuestros límites. Pero acompañémosles de una forma controlada “entiendo que te sientas así pero no puedo dejar que me pegues…”, respetuosa “no lo has hecho nada bien, yo se que mañana lo vas a intentar hacer mejor, porque ya te he visto otras veces superarte y se que eres capaz” y empática “tienes que estar enfadadísima por todo lo que ha pasado” “yo si fuera tú estaría tristísima por lo que te han dicho”, es mucho más probable que nuestros pequeños”.

Es la forma más sana y adaptativa de lograr que:

·         Disminuyan la cantidad y la intensidad de sus rabietas. Así como muchos comportamientos posteriores, que quizá no asociamos con la forma en que las hemos gestionado, pero que son su forma de decirnos que no se han sentido bien tratados y que quieren que probemos la misma medina.

·         Adquieran un mayor autocontrol y capacidad autocrítica. Porque no necesitan defenderse. Te pueden escuchar, entender (aunque no compartan tu opinión) e interiorizar tus mensajes. Esto es en el fondo lo que todos los padres pretendemos, porque qué es criar sino conseguir convencerles de nuestros mensajes.

·         Tengan un buen concepto de sí mismos. Porque no estarán escuchando constantemente frases denigrantes y sin mensaje educativo ninguno, como “eres sordo o tonto, quieres que te parta la cara, me estás vacilando, tú te has creído que yo soy imbécil, que te calles y punto, nos vamos porque eres malo y no me extraña que ningún niño quiera ser tu amigo…y muchas otras lindezas que pueden parecer más sutiles pero que no por ello les resultan a los pequeños menos amenazantes o hirientes.

·         Exijan un buen trato a los demás. Porque han aprendido la vivencia de sentirse ”bien tratados”. De ser seres dignos de ser escuchados, tratados con respeto y eso será lo que busquen y también lo que proporcionen en la interacción con los demás.

¿Te parece una buena herencia emocional? Entonces merece la pena intentarlo. Confía en ti. Es cuestión de convicción, práctica y lo más importante, MUCHO AMOR (y esto tus hijos ya lo obtienen de ti cada día).

Nayra Herrera Vaquero

Psicóloga familiar e infanto-juvenil

Grupo Crece