Peleas de hermanos

¿Son normales? ¿cómo actuar? ¿se pueden evitar?

peleas hermanos

Si hay algo que preocupa y agobia a los padres son las peleas entre sus hijos. Lo primero que se preguntan es si es normal, sobre todo cuando no conocen la experiencia de otros padres. Os interesa saber cuándo se salen de la normalidad, cómo actuar y si se pueden prevenir. Por Carmen Bayón para masquepadres, con el asesoramiento de la psicóloga infanto-juvenil de Grupo Crece.

Para tranquilidad de los padres, hay que decir que las peleas entre hermanos durante la infancia son algo normal e incluso necesarias para el desarrollo de los niños (siempre que no haya daño físico o su frecuencia sea cotidiana y descontrolada).

“Las peleas entre hermanos en la etapa infantil se consideran normales, necesarias y esenciales, ya que son parte del proceso y desarrollo evolutivo normal de los niños”, explica Claudia, psicóloga infanto-juvenil en Grupo CRECE, Madrid.

Aprenden a lidiar con rivalidad, a compartir a los padres y no tener siempre la atención exclusiva de ellos, a esperar turnos, emociones nuevas (celos, envidia, soledad), a manejar la competitividad y a fortalecer la autoestima, para así contar con las herramientas básicas que les ayuden a enfrentarse de adultos a situaciones de mayor complejidad.

Por qué se pelean

Las peleas suelen ser más frecuentes entre hermanos del mismo sexo: “Inicialmente buscan diferenciarse entre sí, conocerse, sopesar capacidades y recursos. Ensayan estrategias para darse a escuchar y ser vistos. Los motivos de los pleitos varían dependiendo si son chicas o chicos”, explica la psicóloga. Entre las chicas las peleas suelen ocurrir porque una le coge la ropa de la otra, si es más bonito el vestido de una de ellas, los maquillajes, accesorios, etc. En cambio, en los chicos serán las orientadas a: quien lanzó más lejos el balón, o corre más rápido, quien tiene más amigos… Hay peleas comunes, tanto para chicas como para chicos: turno para usar la Wii, la PSP, o la play, o el pedazo más grande de chocolate. Las peleas entre hermanos aumentan cuando hay menos diferencia de edad, por el hecho de “defender mi territorio”, sin embargo, a medida que van creciendo, éstas van siendo menos frecuentes y aisladas en el tiempo. Las peleas son más frecuentes en ambientes familiares donde hay escaso establecimiento de límites y normas, ausencia de negociación, cansancio de los padres, o donde se busca responsabilizar a otros agentes educativos (canguros, familiares…) de los niños. También si el estilo de educación y la relación en familia está basada en la devaluación, imposición, agresividad, ausencia de empatía y poca escucha activa; si existe ansiedad, situaciones estresantes (traslados por trabajo, cambios de casa y colegios, fallecimientos de un familiar, problemas de pareja, problemas académicos, separaciones), o excesivas comparaciones y preferencias de la familia o padres por un hijo más que por el otro.

Cuándo no son normales las peleas

No se considera normal que no haya peleas entre hermanos, “su ausencia podría deberse a una escasa valoración de la relación fraterna”, explica la psicóloga. También cuando las peleas son diarias y a los padres les resulta difícil su manejo y control, es decir, pasa a ser cotidiano, descontrolado, generando sentimientos de frustración y estrés en la familia. “Si a esto se añade que los niños no muestren signos de arrepentimiento, culpa,  tristeza o existen manifestaciones explicitas de disfrute y goce frente al dolor y daño provocado al hermano, estamos frente a una relación de maltrato que está generando a su vez un agravamiento y pérdida de una dinámica sana que promueve el desarrollo, crecimiento y respeto entre los niños”, advierte la psicóloga Claudia Quiroz Chavarría. Para evitar que las peleas sean intensas o agresivas, “es recomendable dar un espacio para que los niños sepan que se pueden pelear pero en un encuadre establecido por los padres, es decir, donde se enseñe al niño un espacio para que aprenda a negociar, verbalizar sus deseos y sentimientos, respetar turnos, y evitar dar  golpes al otro”, aconseja la psicóloga. Para lograr esto es importante que el adulto mantenga una actitud atenta, cuidadora y protectora, brindando un entorno de contención y seguridad. “Hay veces que los niños pelean por aburrimiento, en esta caso se sugiere promover juegos participativos y relaciones pacificas entre ellos, supervisar el tipo de juegos (play, PSP, Wii) y las películas adecuadas a su edad”, indica la especialista.

Cómo deben actuar los padres

– Escuchar y negociar. Es importante que los padres se mantenga unidos para actuar frente a las peleas. Deben escuchar cada versión de los niños, manteniendo una postura comprensiva, neutral, paciente y tolerante, guiando a los hijos para que ellos resuelvan el problema a través del encuentro y la negociación, en un entorno exento de gritos, golpes, etc. – Poner límites. Si la pelea sube de tono e intensidad, es importante asumir un rol más mediador, estableciendo límites y consecuencias si ellos deciden traspasar esos límites; luego separarlos en espacios físicos diferentes (cada uno en una habitación) y dejarlos allí durante unos minutos para que identifiquen que las agresiones físicas o verbales no son toleradas por los padres. Finalmente es bueno hablar de manera individual con cada uno. – Dar ejemplo. Los niños aprenden por imitación, por eso es importante que llegéis a acuerdos en la pareja. “Si lográis llevar a cabo lo que enseñáis, el aprendizaje por parte de los niños será más rápido y mantenido y os validarán más fuertemente como padres ya que sois coherentes y estables”, aconseja la psicóloga.

Ayuda para los padres

•    Identificar el problema. •    Evitar buscar culpables, o quién hizo más daño o qué generó el problema; tampoco hay que mencionar quién es más pequeño o más grande, ya que esto promueve la perdida de neutralidad. •    Promover la verbalización de las emociones (motivar al niño a contar cómo se siente). •    Expresar de manera abierta el amor que se tienen y que en esos momentos han olvidado. •    Buscar formas de resolución. •    Evitar poner como castigo “estudiar o hacer los deberes”. •    Determinar un símbolo de reconciliación: un beso, un abrazo, un dibujo, etc. •    Promover actividades de ayuda entre ellos (por ejemplo, ordenar los zapatos de ambos y que se acompañen y ayuden). •    Aceptar que las peleas entre hermanos no se pueden eliminar, ya que no es sano.

Más información

Grupo CRECE

www.grupocrece.es

Centro de psicología infantil y juvenil, en Madrid. Tel.: 91 128 84 60.

Disponible en

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