La autoestima en los niños

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La autoestima es uno de los aspectos más relacionados con la felicidad y la salud mental. La autoestima y el autoconcepto, o lo que es lo mismo, la manera en la que nos describimos a nosotros mismos y la valoración que hacemos de esa descripción, es la base desde la que nos relacionamos con los demás y nos movemos en el mundo. 

De este modo, una autoestima positiva nos permitirá relacionarnos desde nuestro yo más auténtico, mostrando nuestras cualidades y defectos y aceptando a los demás en su integridad, lo cual nos permite movernos por el mundo con libertad y seguridad, explorando las oportunidades que este nos ofrece.

Por el contrario, una autoestima negativa nos hará enfundarnos en prejuicios y miedos con el fin de protegernos y mantener ocultos esos aspectos negativos que vislumbramos en nosotros mismos, pudiendo caer en actitudes sumisas, déspotas o de aislamiento hacia lo demás. 

La autoestima y el autoconcepto se construyen a lo largo de nuestra historia, a través de nuestras vivencias y relaciones, siendo de gran importancia la base que se crea en nuestra infancia y adolescencia. Como en la gran mayoría de aptitudes que adquirimos en esas fases del ciclo vital, en el desarrollo de la autoestima también tienen un papel protagonista los adultos que nos rodean e influyen en nuestro crecimiento. De este modo, la manera en que los adultos perciben a un niño y el modo en el que le transmiten esas ideas serán la primera fuente de la que se nutra dicho autoconcepto.

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La adquisición de un autoconcepto es algo tan importante para nosotros que asumimos una personalidad negativa o llena de adjetivos despectivos como modo de describirnos antes de dudar de nuestra identidad o tener un autoconcepto vacío.

Favorecer y potenciar una autoestima positiva y saludable en los niños es el camino para crear personas independientes, con habilidades para manejarse en sociedad, seguras y abiertas a nuevas experiencias y personas. Para ello os sugerimos los siguientes aspectos:

  1. Ser conscientes del papel protagonista que tienen los padres y personas significativas para el niño en el desarrollo de la autoestima.
  2. Hacer un ejercicio de toma de contacto con el concepto que tenemos de nuestros peques: qué cosas valoramos de manera positiva en ellos, qué cosas les hacen especiales para nosotros.
  3. Aprovechar cada pequeña oportunidad para señalarles estas cualidades, haciendo que ellos contacten con ellas y las configuren como parte central de su autoconcepto.
  4. Señalar los fallos como conductas concretas que se pueden mejorar. Señalar que un niño "es muy responsable pero a veces se despista y pierde la chaqueta del cole en el recreo" es diferente que asumir que ese niño "es un desastre y no valora las cosas". La primera observación hará que el niño valore su capacidad de ser responsable y se vea capaz de responsabilizarse también de su chaqueta del cole, mientras que desde la segunda el niño asume que no puede cuidar de su chaqueta porque es un desastre, haciendo de esta característica una pieza más en su autoestima.
  5. Valorar el desempeño del niño más allá del resultado. A lo largo de nuestra vida, los resultados de nuestras acciones no siempre dependerán de nosotros, por lo que enseñar a los niños a valorar el desempeño en la acción, el esfuerzo y las estrategias desplegadas para la consecución será una manera de favorecer su autonomía, seguridad y autoestima en su vida adulta, evitando la frustración, la impotencia y los sentimientos de inferioridad.

 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach