Somos memoria

«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.»

Frase del personaje Roy Batty (Blade Runner, 1982)

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Hace 14 años a mi padre le diagnosticaron Alzheimer, no tenía aún los 53 años.

Quizá por esa razón, el tema de la memoria me bulle y me toca mucho personalmente. Esto me hace tener muy presente mi pasado, y cuidar las cosas y personas que son importantes en mi vida.

Todos sabemos, que el Alzheirmer es una enfermedad en la que se ve afectada la memoria de las personas, junto con el resto de las funciones cerebrales, en un proceso de neurodegeneración progresiva, hasta que la persona muere.

Desde la psicología cognitiva y las neurociencias hablamos de diferentes tipos de memoria, memoria a corto plazo, a medio plazo y a largo plazo. Se relaciona al hipocampo con la memoria y el aprendizaje, aunque parece que la memoria está presente en muchas otras localizaciones cerebrales. Al mismo tiempo, el hipocampo es una zona cerebral que pertenece al sistema límbico, nuestra parte del cerebro más primitiva y compartida por muchas especies en la escala filogenética, y sede de las emociones. Emoción y memoria están, también,  estrechamente relacionadas. Curiosamente, la memoria que es más fácil de preservar, a lo largo del proceso de envejecimiento normal, es aquella en la que hay un fuerte contenido emocional.

Los recuerdos son la expresión de que hemos adquirido ciertos aprendizajes. Así, la memoria nos ancla a la supervivencia. Los animales con un sistema nervioso simple tienen la capacidad de adquirir conocimiento sobre el mundo, y crear recuerdos. Esta capacidad alcanza su máxima expresión en los seres humanos, que además tenemos la capacidad de adquirir conocimiento sobre nosotros mismos, desarrollar nuestra identidad.

No se entiende la identidad sin la memoria. Somos memoria. En el Alzheimer, junto con la memoria, las personas van perdiendo su identidad.

Mi padre empezó a perder la memoria progresivamente. Al principio, se manifestaba especialmente en la memoria a corto y medio plazo, y en la capacidad para organizar y planificar tareas. A los pocos años, nos confundía a sus familiares y amigos, aunque éramos personas cercanas y cotidianas para él. Poco después, ya no nos conocía. De esto hace ya muchos años y sigue con vida milagrosamente, ya que cuando la enfermedad ataca en edades tan tempranas suele ser fulminante.

En el momento en que él ya no era consciente de su enfermedad ni de sí mismo, yo empecé a sentirme aliviada porque ya no sufría más. Es terrible, me alegré de que mi padre, tal como él tenía conciencia de ser, dejase de existir, me alegré, y al mismo tiempo, se perdieron muchas cosas y muchas posibilidades.

La memoria es un tema inquietante y también apasionante, en el cine nos emocionábamos con los replicantes de Blade Runner, que se protegían de ser descubiertos gracias a sus recuerdos, que cuidaban como el más valioso de los tesoros, muchos de ellos no sabían realmente si eran replicantes o humanos, o nos compadecíamos, en Memento, de ese personaje que se tatuaba para recordar las cosas importantes, ya que olvidaba todo lo que le ocurría cada día.

Las grandes motivaciones humanas hacia la inmortalidad y la perdurabilidad, lleva a las personas a dejar un mensaje en una botella o en una lápida, a brillar, generación tras generación, en una obra de arte o en los libros de historia. Queremos dejar huella, que nos recuerden, sea para bien o para mal.

Somos memoria…

Y somos con el otro, somos con la memoria del otro. Cuando alguien desaparece de nuestras vidas, perdemos mucho de nosotros mismos, una pareja que se rompe, un amigo que nos abandona, un ser querido que fallece, la vieja casa del pueblo que van a demoler, esa ciudad que no hemos vuelto a pisar…

Nuestra memoria es limitada, nos gusta ver fotografías que activan, de repente,  lugares recónditos de nuestro cerebro que no creíamos que estaban allí, nos gusta reencontrarnos con un viejo amigo, que nos refresca la memoria de aquellas aventuras del pasado que parecía que teníamos borradas, o, de repente, ese olor que nos lleva inmediatamente a otro espacio y a otro tiempo… Estas experiencias nos hacen contactar con nosotros mismos.

Se está empezando a probar una vacuna contra el Alzheimer en humanos, que ya ha funcionado en animales. El objetivo de la vacuna es inmunizar al paciente para detener el avance de las placas degenerativas en las neuronas.

Es una gran noticia. Se ha abierto una puerta de esperanza para controlar el Alzheimer, muchas personas podrán seguir teniendo conciencia de quienes son, y muchos familiares y amigos de estas personas, mantendrán su parcela de memoria a través de la memoria del otro.

http://www.antena3.com/noticias/salud/ensayos-vacuna-alzheimer-comenzaran-2013_2012091900153.html

Raquel López Vergara

Psicóloga

Grupo Crece

Sanar nuestras emociones

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Ha llegado a mis manos un fantástico libro de David Serven-Schreiber “Curación emocional: acabar con el estrés, la ansiedad y la depresión sin fármacos ni psicoanálisis. Está publicado en Kairós. Este autor, médico, psiquiatra se volcó en la investigación sobre neurociencias y neurobiología de las emociones. Fundó y dirigió el Centro de Medicina Complementaria de la Universidad de Pittsburgh, donde llevó a cabo su trabajo como médico, incorporando procedimientos terapéuticos basados en toda la experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria personal y profesional lejos de las terapias farmacológicas convencionales o de las psicoterapias interminables.

En este libro aborda la importancia de no descuidar las emociones en cualquier proceso de salud-enfermedad.

Según este y otros autores, las claves de la “curación emocional” están en el ajuste de nuestro cerebro emocional con nuestro cuerpo y nuestra conducta.

Muchas de las herramientas para adquirir este equilibrio están presentes en aspectos básicos de nuestra vida cotidiana como son una alimentación sana, ejercicio físico, buena relación y comunicación con los demás, otras herramientas, provienen de los avances más recientes en la investigación como la integración neuroemocional a través de la técnica EMDR o herramientas milenarias como la acupuntura.

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Cada uno de estos métodos, se basan en el poder del propio organismo humano para la autocuración.

En las sociedades occidentales, el estrés, la ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales aumentan de forma alarmante. Esto ha disparado el consumo de psicofármacos. A pesar de la terapia con estos medicamentos, los índices de prevalencia de estos trastornos aumenta considerablemente en Europa.

Un estudio de Harvard, ha mostrado que en EEUU, desde 1997 existe una mayortendencia a usar métodos alternativos para solventar este tipo de problemas frente a medicamentos como el Prozac, Trankimacin, Aremís, etc. o a psicoanálisis, una terapia excesivamente prolongada en el tiempo.

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Desde hace 10 años en el hospital de Shadyside de la Universidad de Pittsburgh en Estados Unidos, se investiga para aliviar la depresión, la ansiedad o el estrés focalizándose más en terapias centradas en la autorregulación del cuerpo y las emociones frente a terapias basadas en el lenguaje y las cogniciones.

Nuestro cerebro está configurado en dos grandes partes, una zona más reciente en el proceso de evolución filogenética y ontogenética, el neocortex, sede del lenguaje y del pensamiento, y una zona más primitiva, el cerebro llamado emocional, con una organización celular y propiedades bioquímicas distintas al resto del cerebro.

El lenguaje y la cognición, aunque alguna, no tienen suficiente influencia en nuestro cerebro emocional y los desórdenes o desequilibrios emocionales dependen directamente de nuestro cerebro emocional.

La tarea de un psicoterapeuta es reprogramar, a través de diversos mecanismos, el cerebro emocional para que las fuentes de estrés, ansiedad,  depresión u otro malestar, ya no existan o se organicen de manera diferente.

El cerebro emocional o sistema límbico posee mecanismos naturales de autocuración, es decir, capacidades innatas que se asemejan a otros mecanismos de autocuración del cuerpo como la eliminación de una infección ante la activación de nuestro sistema autoinmune.

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Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, nos descubrió ya hace unos años, gracias a suexcelente trabajo de divulgación de los avances científicos sobre las emociones, la importancia de trabajar la “inteligencia emocional”. Diversos estudios indican que tener inteligencia emocional predice un mayor éxito en el futuro (entendido éxito en sentido amplio), que tener un cociente de inteligencia alto.

Las claves de la inteligencia emocional son:

  1. Identificar nuestro estado emocional y el de los demás.

  2. Comprender y aceptar los estados emocionales propios y de los otros y desde ahí

  3. Regular nuestras propias emociones y las de los demás.

Posteriormente, investigadores del ámbito de las neurocioencias como el neurólogo Antonio Damasio, han establecido las bases biológicas del funcionamiento de las emociones con mayor precisión y la dificultad entre la conciliación pasión y razón a nivel cerebral. Damasio nos muestra por qué las emociones son indispensables para el buen funcionamiento racional.

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Servan-Schreiber nos invita a regular nuestros estados emocionales para encontrar un equilibrio óptimo sin anular lo que sentimos.

En resumen, las herramientas que propone este autor son.

  1. Regulación de la frecuencia cardíaca mediante métodos de gestión de la atención, respiración y visualización.

  2. Reprogramación cerebral a través de la técnica EMDR, en la que estimulamos de manera bilateral usando movimientos oculares, tapping o estímulos auditivos mientras se visualizan situaciones traumáticas.

  3. La regulación del reloj biológico adaptándonos a los ritmos naturales de sueño-vigilia.

  4. Acupuntura y meditación.

  5. Incorporación de los ácidos omega 3 o aceite de pescado de manera adecuada en nuestra dieta.

  6. Realización de ejercicio físico de manera regular.

  7. Resolución de los conflictos de manera adecuada con nuestros seres queridos o las personas de nuestro entorno con habilidades de escucha y comunicación emocional. Es decir, atender a nuestro alimento afectivo básico.

  8. Establecimiento de redes sociales cooperativas, sentimientos de grupo y de pertenencia. Es decir atender a nuestra esencia de ser social.

Os animo a leer este libro y profundizar en todos los aspectos que resalta.

“Este es mi secreto, dijo el zorro, es muy sencillo: no se ve bien si no es con el corazón. Lo esencial resulta invisible para los ojos”. Antoine de Saint Exupéry, El principito.

Enlaces de interés.

http://es.wikipedia.org/wiki/David_Servan-Schreiber

http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Goleman

http://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%B3nio_Dam%C3%A1sio

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta corporal, psicodramatista y experta en EMDR

Las emociones positivas ante la crisis

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Hace unos días tuve la oportunidad de impartir un seminario en AJE Madrid (Asociación de jóvenes empresarios de Madrid). El seminario estaba dirigido a pequeños empresarios y nuevos emprendedores que están iniciando o están por iniciar su proyecto. El objeto del seminario era estimular las emociones positivas en un momento en que brillan por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos sufriendo una gran crisis económica que está afectando a un porcentaje muy elevado de la población. No sólo ya los índices de paro registrado que superan el 25% en España, sino la pérdida de poder adquisitivo de una gran parte de las personas, los recortes monumentales a los funcionarios públicos, los recortes en educación que afectan a la escuela pública, las universidades y otras instituciones, los recortes en sanidad que entre otras cosas ha dejado sin cobertura a un grupo de personas que antes recibían asistencia médica, los recortes en ayudas y servicios sociales que han desaparecido o disminuyen las posibilidades de acceso a determinados servicios o bienes a muchas personas, muchos de ellos básicos o necesarios en una sociedad desarrollada como la nuestra, la dificultad de acceso a créditos y los recortes en ayudas a profesionales autónomos o pequeñas empresas, casos desgraciadamente extendidos de desahucios, personas que literalmente se ven en la calle, etc., etc., etc.

Puede que todo esto no nos toque directamente a todos pero el ser humano sufre y empatiza ante el sufrimiento de otros o ante situaciones globales de dolor e indignación y ahora lo tenemos todos muy a flor de piel.

La incertidumbre, la injusticia, la pérdida, la vivencia de situaciones desesperadas, el torpedeo de información negativa en la calle o en los medios de comunicación, la falta de control de los ciudadanos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo… todas estas circunstancias nos llevan a experimentar emociones negativas.

El miedo

Es un sentimiento adaptativo que nos lleva a despertar la alarma ante situaciones de peligro. El miedo nos ayuda, porque nos hace ser previsores, prudentes y no arriesgar demasiado, nos lleva a evitar determinadas situaciones o conductas que pueden ser dañinas o perjudiciales y a huir de ciertas circunstancias. Sin embargo, el miedo en exceso o desajustado nos lleva a la parálisis y al exceso de prudencia. No cambiamos el mundo ni nuestra realidad desde el miedo. Ante la crisis, un miedo excesivo no nos sirve.

La tristeza

También es un sentimiento adaptativo. Nos lleva a contactar con lo que hemos perdido y darle el justo valor que tiene. Podemos encontrar muchas fortalezas que desconocíamos ante un proceso de pérdida, sea afectiva, social o material. Y nos ayuda a reconstruirnos para que pasado el periodo de duelo salgamos con todas nuestras fortalezas hacia delante. Pero, acomodarnos en la tristeza nos lleva a la desesperanza y a considerar que no hay nada que se pueda hacer para salir adelante, y eso también nos paraliza, en un extremo nos lleva a la depresión y al suicidio, como, desgraciadamente, se ha visto en los medios de comunicación en los últimos tiempos. La tristeza tampoco ayuda ante la crisis.

La rabia o indignación

La rabia es un sentimiento de acción, nos lleva a defender los derechos, a la lucha y muchos cambios sociales se han producido tras procesos de indignación colectiva organizados y mantenidos en el tiempo. La rabia tiene un defecto, nos puede llevar también a la violencia o agresividad o a situaciones muy autodestructivas que nos pierdan de nuestros objetivos. La rabia es importante ante situaciones de crisis pero es bueno mantenerla a raya.

La alegría y las emociones positivas

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Sí, la alegría es el sentimiento de la acción positiva. Nos mantiene sanos física y mentalmente. Facilita que encajemos las dificultades, la fatiga, los fracasos…, con pensamientos optimistas y constructivos que nos animan a seguir intentándolo.

Al fin y al cabo, seguir luchando para salir adelante, para encontrar un trabajo, para lanzar un negocio, para reinventar un negocio, para aprender cosas nuevas que nos abran a nuevas posibilidades no se puede hacer sin alegría.

Y los pequeños empresarios y nuevos emprendedores jugamos un papel fundamental para salir de esta.

¿Qué podemos hacer para mantener la alegría en tiempos de crisis?

  1. Cuida tu alimentación, no te quedes sin energía, intenta descansar lo más posible y haz un poco de ejercicio.

  2. Presta atención a las pequeñas cosas, el calorcito del sol, el olor del café de la mañana, el pacer denotar la caricia de alguna persona, la sonrisa de la gente amable…

  3. Estírate y abre el pecho, camina erguido/a y de manera rítmica, nota que le das tono muscular a tus movimientos corporales. Te puede ayudar poner te música alegre cada día.

  4. Aprende a respirar usando el diafragma y practícalo varias veces al día.

  5. Cuida tus relaciones afectivas y sociales, ellos no tienen la culpa de la crisis.

  6. Deja un espacio para ti, aunque sea un ratito ala semana para dedicarlo a algo placentero y fuera de obligaciones y exigencias.

  7. Para los pensamientos negativos continuos, no son resolutivos y no sirven para nada. Usa distractores.

  8. Busca un buen confidente, alguien que sepa escuchar para poder desahogarte.

  9. Piensa de manera más constructiva, aunque sé que esto es difícil. Por ejemplo, en lugar de pensar “Esto no tiene solución” o “Nunca encontraré trabajo”, intenta pensar “Voy a seguir intentándolo” o “ Yo no puedo adivinar el futuro, puede que encuentre algo”.

  10. Sonríe, sonríe, sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, aunque sea una leve sonrisa que curva los labios.

Ánimo, ¡sí saldremos de esta!

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Mario Benedetti

Defensa de la alegría

"Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría"

Las cosas del comer

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Vivimos en un mundo complejo, pero si hay algo complejo en este mundo es nuestra relación con la alimentación. Miremos nuestro gran espejo público, sí , la TV. ¿qué vemos?: una sociedad que por un lado difunde un exigente cánon de belleza, que impone mantenerse joven, extremadamente joven y delgado/a durante la mayor parte de nuestras vidas, un cuerpo que exigiría interminables horas de gymnasio,  una dieta espartana y un preciso balance de nutrientes. Sin embargo, pasamos una gran parte de nuestro tiempo ocupados en un ocio sedentario, vinculado a toda forma de pantallas (TV, consolas, ordenador, móvil), que condicionan hasta la más genuinamente humano: la comunicación entre nosotros. Por otro lado, si un extraterrrestre observara nuestras emisiones de radio y TV creería que la famosa pirámide de la alimentación consistiría justamente en la inversa de la que recomiendan los médicos. Creería que los humanos básicamente nos alimentamos de dulces, chocolates, pizzas, hamburguesas y snacks, y que la fruta o la verdura tan sólo la comeríamos "ocasionalmente". La mayor parte de las conversaciones sobre comida, versan sobre dietas milagrosas, que conllevan esfuerzos puntuales, restrictivos, exigentes y desgraciadamente, con resultados inútiles o fugaces. Si la dieta es nueva, distinta o exótica, el furor estará asegurado. Poca gente se preocupa por si la dieta es segura, saludable o sus objetivos de pérdida de peso razonables, cuánto más veloces y contundentes mejor.

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Por último, mientras que cada vez hay más y más minutos de gastronomía en los programas de TV y radio, y los cocineros son estrellas mediáticas; el común de los mortales, cada vez improvisa más en su forma de comer, le cuesta planificar sus compras, utilizar alimentos de temporada y cocina menos por falta de tiempo. De forma paralela, las líneas de alimentos  manufacturados y listos de un calentón en el microondas, inundan los supermercados...

¿Cuál es el resultado?, que la comida se convierte en un problema, bien por exceso o por defecto, o como es más frecuente, por una extraña mezcla de ambas. Convertimos una conducta básica para la supervivencia, y en principio placentera, en un extraño entramado de emociones contradictorias (atracción incontenible, placer compulsivo, culpa, alivio de otras emociones negativas), modas, idealizaciones de uno mismo y expectativas de éxito social desmesuradas.

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Es necesario un cambio, un cambio que nos reconcilie con el placer del acto de comer, con nuestro propio cuerpo, nuestras emociones y con nuestro legítimo deseo de agradar a los demás... pero a un precio razonable ¿y usted?, ¿usted qué opina?.

Pedro A. C.

Psicólogo

 

Compras compulsivas

compradora compulsiva

En una sociedad cada vez más materialista y centrada en el hedonismo, caracterizada por las prisas y la inmediatez, el fenómeno de las compras compulsivas parece que ha encontrado su hueco.

Ahora que se acercan las fiestas de Navidad parece que todos nos vemos impelidos a dejarnos arrastrar por comprar y comprar, desde Cortilandia, hasta la lotería de Navidad pasando por toda la oferta de productos navideños que cada vez antes se colocan en los stands de los supermercados y centros comerciales.

Un cierto derroche, aunque estemos en crisis, es algo normal, pero a continuación tenemos las claves de lo que puede despuntar como un problema de compras compulsivas:

  1. comprar más cosas de las que uno tenía previsto.
  2. un gasto de dinero notablemente mayor de lo presupuestado.
  3. tener muchos créditos abiertos y aún así seguir gastando.
  4. comprar muchas y muchas cosas innecesarias..................Y sobre todo:
  5. sensación de pérdida de control (“cuando empiezo a comprar no puedo parar”)
  6. la gente empieza a decirme que mis compras no son normales, que compro más de lo que la gente habitualmente hace.
  7. endeudamiento
  8. ansiedad si salgo a la calle y no compro nada.
  9. sentimientos constantes de culpa tras haber comprado.

Si te ocurre alguna cosa de estas, te proponemos los siguientes pasos para poder hacer frente a una posible adicción a las compras:

  • Haz una lista concreta con las cosas que de verdad te hacen falta. No te dejes llevar por tus impulsos.
  • Lleva un control de tus gastos económicos. ¿Cuánto dinero me puedo gastar?.
  • No salgas con la tarjeta de crédito.
  • Trata de evitar las tiendas que más te gustan y que sabes que si entras “picas”.
  • Sal a la calle con poco dinero, o acompañada.
  • Intenta buscar una actividad alternativa a ir de compras.
  • Trata de mantener tu mente ocupada y distraída haciendo cosas que requieran tus cinco sentidos (p.ej es preferible que cocines antes que ver una película)
  • Si todo esto te falla NO dudes en acudir a un profesional de la psicología.

Miguel del Nogal

Psicólogo 

¿Estás triste? ¡Alégrate por ello!

Huimos de la tristeza. La aborrecemos, la despreciamos. Si no somos felices como perdices, hemos fracasado. Pues es un error, porque los momentos tristes son necesarios.

En nuestra sociedad la actividad, incluso excesiva, es lo más valorado, y no hay mucho espacio para la reflexión y la calma. La competitividad nos obliga a disimular nuestras vulnerabilidades y a taponarlas hasta anularlas. El “modelo femenino”, desde siempre más permeable a la tristeza y a las lágrimas, no es el apropiado para zambullirse en el ambiente laboral aún muy “agresivo” y tiene que modificar sus patrones para transformarlos en más “masculinos”. En nuestra sociedad se sobrevalora la felicidad y se la promueve por encima de todo, pero desde una perspectiva superficial y materialista que invita a estar siempre en la cresta de la ola. En este contexto no hay espacio para estar triste y llorar. Valoramos la tristeza  como un signo de “debilidad”, y en esta sociedad se protege de forma paternalista al débil… pero no se le valora. La tristeza no implica debilidad. La tristeza abre nuestra parte vulnerable, pero vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad, aunque en esta sociedad los hemos convertido en sinónimos.

La tristeza nos empuja a…

  • Pedir ayuda: Estoy triste, necesito de los demás, necesito apoyo y afecto”.

  • Tomar conciencia de las cosas: “Párate a sentir y a pensar. ¿Cómo estás? ¿Cómo será tu vida a partir de ahora? Debes seguir aprendiendo sobre ti”.

  • Resituarse en la vida: “Llora tu pérdida, tómate tu tiempo y dirige tu energía hacia la nueva vida. Saldrás fortalecido”.

Cada vez tenemos menos espacio para la tristeza, y si estamos tristes nos hablan de depresión. Entonces acudimos a las píldoras mágicas que nos sacan de forma artificial de nuestra tristeza, el famoso prozac y sus derivados. O directamente aprendemos a ocultar nuestros sentimientos de tristeza y nos anulamos emocionalmente, ya que si ocultamos la tristeza estamos cerrándonos a otros sentimientos. Cuando esto ocurre aflora una emoción, que es la del miedo, con todos sus primos hermanos de inseguridad, preocupación, insatisfacción, ansiedad, que únicamente están dando la voz de alarma, nos están avisando de que las cosas no están yendo bien, que estamos huyendo de nosotros mismos.

Y, es curioso cómo vamos “contra natura” una vez más, como en tantos otros aspectos en nuestra sociedad. Los neonatos saben llorar y expresar tristeza para “pedir ayuda y consuelo” desde el primer instante de sus vidas, si sienten hambre, dolor, si necesitan compañía… Porque la tristeza es la otra cara de la felicidad, y para llegar a ésta hay que conocer a aquélla.

¿Para qué  sirve la tristeza?

La tristeza es una de las emociones básicas más útiles en el ser humano. Ya Darwin en su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872), hace referencia a la tristeza como una de las emociones básicas universales presentes en el hombre y otras especies, independientemente del contexto ambiental o cultural.

Cumple una función adaptativa esencial que nos permite, en primer lugar, pedir ayuda. El individuo no sobrevive solo, necesita al grupo. Además, con las respuestas de consuelo naturales ante alguien que sufre fomentamos nuestros vínculos afectivos o recuperamos los que se habían enfriado. La tristeza aleja la ira de los otros y evita que se establezcan situaciones de conflicto, une al grupo. Estar triste sirve también para tomar conciencia de nosotros mismos y darnos cuenta del valor de las cosas, del valor de aquello que hemos perdido, sea un ser querido o un elemento importante en nuestro trabajo. Nos permite abrir la puerta al significado de la pérdida, hacer balance de nuestra vida y de nuestras metas, balance de nuestros errores y aciertos y darles el peso que se merecen. Nos ayuda a conocernos.

Y es que la tristeza aparece ante las “pérdidas”, de cualquier índole. Pérdida de un ser querido por fallecimiento, distancia o cambio de rol; pérdida de un estatus social o poder; pérdida de trabajo o de poder adquisitivo, de calidad de vida por una enfermedad o cambio en nuestras circunstancias; pérdida de bienes; pérdida de tiempo libre, de raíces o pilares importantes como ocurre cuando emigramos a otros países; pérdida de identidad personal, de ilusiones y objetivos… Esa tristeza nos sobrecoge y llega con un presente: nos permite darnos la oportunidad de mantener la energía en un momento difícil, para salir a flote, después, con las ideas más claras y con energía renovada para el cambio.

¿Cómo identificarla?

Ante estas u otros pérdidas, la tristeza funciona como un mecanismo para facilitar la regulación de la persona y reconstruirse ante el cambio, por ello, necesitamos de un tiempo de poca actividad y de reflexión, por ello, cuando estamos tristes, no tenemos ganas de hacer nada, corporalmente nos sentimos abatidos, cansados, la musculatura no responde, estamos sin fuerzas, sin apetito, nos replegamos ante nosotros mismos adoptando posturas defensivas y de autoprotección, las comisuras de los labios bajan y el tono facial disminuye, los párpados se entornan, y frecuentemente tenemos ganas de llorar.

La tristeza puede ir asociada a otros sentimientos como soledad, añoranza, ira, culpabilidad, autoreproche. Soledad:  nos sentimos desamparados sin ese objetivo, persona o actividad en nuestras vidas. Añoranza o nostalgia: tenemos pensamientos recurrentes de que el pasado fue mejor, nos abordan recuerdos positivos de lo que entonces vivimos. Ira: proyectamos la ira hacia la persona o situación que ha desaparecido en nuestras vidas: por qué no se tomaba su medicación, por qué no tuvieron en cuenta lo que yo necesitaba… Ira y autorreproche: nos enfadamos con nosotros mismos y nos reprochamos porque no fuimos capaces de cuidar más esa relación, porque no tenemos las características que piden en esa empresa, etc. Culpabilidad: y aparece el sentimiento de culpa: si yo hubiese estado más atento, me habría dado cuenta de que estaba enfermo, si yo me hubiese centrado más en el trabajo hubieran visto que soy la persona adecuada para ese puesto, si hubiese sido valiente en ese momento no me vería en esta situación…

¿Tristeza o depresión?

Cuando nos sentimos tristes durante una temporada, tenemos miedo a desarrollar una depresión. Pero la tristeza y la depresión no son la misma cosa, aunque las dos se confunden a menudo y alegremente se recetan y consumen antidepresivos y demás fármacos psicoactivos. Cuando hablamos de depresión hablamos de tristeza patológica, de un trastorno psicológico. La sintomatología de la depresión puede resumirse en los siguientes puntos, según el DSM, manual de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA):

  • Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, y casi cada día.

  • Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día.

  • Pérdida o aumento importante de peso sin hacer régimen (p.ej. más del 5% corporal en un mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día.

  • Insomnio o hipersomnia (sueño excesivo) casi cada día.

  • Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día.

  • Fatiga casi cada día.

  • Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches por estar enfermo).

  • Disminución de la capacidad para concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena).

  • Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin o con un plan específico o una tentativa de suicidio.

Estos síntomas provocan “malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo”. En el caso de la depresión, estos síntomas…

a)      No son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p.ej. una droga, un medicamento) o una enfermedad médica.

b)     No se explican mejor por la presencia de un duelo.

c)      Persisten más de dos meses o se caracterizan por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor.

Es cierto que una tristeza mal resuelta llevarnos  a una depresión. Pero en un primer momento la tristeza debe aceptarse y resolverse sin ningún fármaco.

6 Pautas para volver a sonreír

Es importante darse tiempo y espacio para ese duelo y expresar este sentimiento. Y también pedir ayuda y buscar el consuelo de una mirada sin juicio, un abrazo, que nos va a facilitar el llanto y el desahogo.

Algunas de las pautas a seguir en un proceso de tristeza por la pérdida de algo valioso son:

  1. Aceptar la realidad de una pérdida: eso ya no está a mi alcance, no lo puedo obtener, se ha ido…

  2. Sentir el dolor y la tristeza ante la realidad de la pérdida, no huir de ella y dejar que nos hable de nosotros, de nuestras necesidades y valores. Escuchando nuestros sentimientos de pérdida aprenderemos mucho de nosotros mismos.

  3. A veces solos no podemos. Busquemos el apoyo de personas cercanas que nos consuelen y entiendan nuestros momentos para llorar y aceptar ese sentimiento.

  4. Aceptar que aparezcan otras emociones como la rabia, la culpa, incluso la risa ante algo divertido.

  5. Ir adaptándose al ambiente en el cual falta el ser que murió, o las circunstancias que ya no tenemos, a través de la actividad: ejercicio, alguna afición, dejando espacio para propiciar otros estados emocionales.

  6. Y sobre todo, démonos tiempo. La tristeza natural tiene un proceso y no debemos forzar una salida brusca de ese sentimiento.

Recordemos que la felicidad es la otra cara de la moneda: sin tristeza no podremos ser felices de verdad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

www.grupocrece.es

Artículo publicado en www.psicologiapractica.es

Meditar en la naturaleza

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Ha llegado el verano y con él las vacaciones, las jornadas de trabajo reducidas, más tiempo libre y ganas de salir y hacer cosas.

Algo fantástico para descansar durante el verano son las actividades en la naturaleza.

El medio natural nos ofrece un espacio de relajación y de desconexión muy potente. Favorece degustar la realidad con los cinco sentidos, lo que que nos ayuda a no estar tanto en el plano mental. Los sentidos nos ofrecen multitud de placeres que no aprovechamos en nuestro día a día y que son facilitadores del descanso, del bienestar y de la relajación mental. Concentrándonos en las sensaciones corporales agradables que recogen nuestros sentidos se consigue fluir y desconectar la mente.

Los colores, la luz y la texturas que podemos disfrutar con la vista, los olores del mar, del campo, de la montaña llenos de matices para disfrutar con el sentido del olfato, los armónicos sonidos y el silencio para nuestro sentido del oído, el calor, la brisa, el fresquito, el contacto con la hierba, con la arena de la playa… para el tacto, el tiempo para comer despacio y degustar las cosas y potenciar así nuestro sentido del gusto.

Actividades en la naturaleza hay para todos los gustos: desde paseos suaves por la playa o por una senda, a rutas en bicicleta, piragua, travesías en la montaña...

Os animo a disfrutarlas desde la relajación y la concentración en las experiencias sensoriales, a modo de meditación activa y os invito a compartir vuestra experiencia en este espacio de encuentro.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El secreto de la eterna juventud

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Sí, parece que este secreto existe y está en las manos de cada uno de nosotros.

¿No os ha pasado que la etapa de la infancia la recordáis como una eternidad donde pasaron muchas, muchas cosas?

Siendo niños, nos parecía eterno llegar a ser mayores. Y es que durante la etapa de la niñez, la adolescencia y la primera juventud, muchas cosas  de la vida cotidiana son novedosas y por ello despiertan al máximo nuestro interés. Eso hace que nuestra percepción subjetiva del tiempo sea más dilatada.

Tener una vida rica en experiencias, una vida activa física y mentalmente y con dosis de novedad, hace que percibamos nuestra vida como más intensa y más larga.

Aprender cosas nuevas, viajar a lugares exóticos y diferentes, tener variedad en nuestras actividades laborales o de ocio, profundizar en conocerse a sí mismo, tener una vida social rica, desarrollar actividades creativas… nos ayuda a experimentar que el tiempo está en nuestras manos.

La monotonía excesiva, el exceso de estrés, la sobrecarga de compromisos y responsabilidades, la huída de uno mismo, las actividades que son mera evasión, etc. Aceleran el paso del tiempo y nos hacen sentir más insatisfacción y frustración.

Aún no hemos inventado la máquina del tiempo pero mucho de esto sí está en nuestras manos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Danza y teatro para expresar tu yo auténtico

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En la vida desempeñamos papeles, roles diversos. Algunos de esos roles nos han servido en momentos vitales, la mayoría nos fueron impuestos en el entorno familiar y social a edades tempranas y eran útiles para adaptarnos a dichos entornos, pero en la etapa adulta ya no nos sirven y pueden estar provocándoos insatisfacción, frustración y baja autoestima. Algunos de esos papeles que tuvimos que representar no estaban hechos a nuestra medida, no respondían a nuestras necesidades, nuestras capacidades o nuestros deseos más intrínsecos. Algunos roles no tuvimos ocasión de experimentarlos por imporsición, por tabúes o miedos y son una asignatura pendiente en nuestra vida.

El teatro terapéutico o teatro Gestalt y el movimiento expresivo y danza Gestalt facilitan que tomemos contacto con nuestro verdadero yo a través de juegos teatrales y la expresión del movimiento. Se trabaja con las emociones, la comunicación, la confianza, la aceptación, la vulnerabilidad y la fortaleza, para conseguir conocernos mejor, aprender a escucharnos a nosotros mismos a nivel corporal y emocional, afrontar miedos y dificultades, y sentirnos más seguros y motivados.

Este trabajo se realiza con adultos o con menores, en el ámbito del coaching y del crecimiento personal, en el ámbito clínico-terapéutico, educativo y psico-social.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Cuando estamos alegres…

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La alegría es una emoción universal, innata y básica.

Es universal ya que está presente en todas las culturas humanas, es innata porque los bebés nacen ya con capacidad para experimentarla, expresarla y reconocerla en las expresiones de los otros y, básica porque a partir de ella desarrollamos otros sentimientos positivos más complejos.

Además, no es exclusiva de las personas, la compartimos con muchos animales.

La alegría es la emoción de la acción positiva. Cuando estamos alegres imaginamos más, somos más creativos, anticipamos que el futuro y el resultado de nuestras acciones depararán cosas buenas, sentimos que tenemos más capacidades para enfrentar las diferentes circunstancias y obstáculos cotidianos, inhibimos nuestro miedo y ansiedad, somos más proactivos, nos relacionamos más con los demás y, en definitiva, aumentamos la posibilidad de conseguir nuestros objetivos y de que las cosas salgan bien.

Todo esto se manifiesta también a nivel biológico liberando los neurotransmisores del placer, las endorfinas. 

“Sin alegría ni orgullo no hay nada que salga bien”

F. Nietzche

Hay muchas vías para potenciar los estados emocionales positivos:

  • Aprende a relajarte y mantén a raya el estrés.

  • Fíjate en lo que haces bien y no te exijas tanto.

  • Encuentra momentos para ti y lo que te gusta.

  • Come y duerme lo suficiente para ti.

  • Haz algo de deporte.

  • Toma decisiones hacia cambios vitales ilusionantes.

  • Incorpora cosas nuevas en tu vida.

  • Encuentra momentos para relacionarte con los otros.

  • Haz actividades creativas.

  • Sonríe y ríete cada día, cultiva el humor.

Técnicas como la danzaterapia, risoterapia, musicoterapia, arteterapia, entre otras nos pueden ser muy útiles para acercarnos a esos estados emocionales positivos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece