10 señales de que te está yendo bien la vida

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1. NO TIENES MIEDO A PEDIR AYUDA

Para ser un héroe debes renunciar a ser el superhéroe que puede con todo y salva a todos.

Querer llevar la carga del mundo sobre los hombros sólo te llevará a que se caiga en algún momento y te arrastre con él debido a su peso.

Pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de madurez, puesto que reconocerse como humano incompleto requiere de mucha fortaleza.

2. TU PONES TUS NORMAS.

Eliges cómo quieres vivir las cosas, cómo quieres construirlas ( lo que no significa que siempre lo tengas claro y sabiendo que siempre puedes pedir ayuda )
Vives de acuerdo a tus deseos, sin ignorar los deseos del otro, pero haciendo que los tuyos sean prioritarios puesto que se trata de TÚ desarrollo personal.

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3. TE ALEJAS DE LAS COSAS QUE TE HACEN DAÑO

Te quieres lo suficiente para empezar a tratarte con respeto y alejar a las personas que no lo hacen y despedir las situaciones o cosas que no te convienen...

4. HAS APRENDIDO QUE LOS FRACASOS SON PARTE DEL AUTOCRECIMIENTO

No nos queda más remedio que sumir que la única forma de crecer es concebir el error como primer paso para ello. Y es que en el error no debe haber vergüenza, ni culpa, ni inferioridad…lo único perjudicial del error es no aprender de él debido a nuestro orgullo y a la ambición de ser superhéroes.

5. TE RODEAS DE PERSONAS QUE APORTAN EN TU VIDA

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Ya has alejado a la gente que no te hace bien y eliges que formen y formar parte de la vida de personas que te aporten bienestar.

Esto no significa que no haya nunca dificultades con esas personas, eso forma parte de las relaciones, pero esas dificultades se tratan con respeto y con cariño.

Estas personas confían en ti y confías en ellos, lo que te ayuda a avanzar y continuar adelante.

6. NO TE QUEJAS MUCHO

Eres capaz de ver el otro lado de las cosas, el positivo, el que nos hace disfrutar de los pequeños detalles placenteros.

Atendiendo únicamente a lo negativo no queda más remedio que la queja, no hay otra forma de sobrellevarlo.

En los momentos más complicados, te quejas , pero lo justo y necesario para expresar tu malestar, sabiendo que la queja excesiva no te hace bien ni a ti ni a quien te rodea.

7. CELEBRAS LOS LOGROS AJENOS.

Es natural que aparezca cierta envidia del éxito del otro si consideramos que en nuestra vida no vamos cumpliendo nuestros deseos....

Y cuánto más pendientes estemos de si los otros consiguen o no sus sueños , menos conscientes seremos de los que vamos consiguiendo nosotros y menos valor le daremos.

Céntrate en ti y acompaña a los demás en su crecimiento. Saldrás creciendo también.

8. ACEPTAS QUE HAY COSAS QUE NO PUEDEN CAMBIAR

No gastes tus energías en intentar cambiar cosas que sólo están en la voluntad del otro cambiar.

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9. SABES QUE NO PUEDES COMPLACER A TODO EL MUNDO

Complacer implica ir regalando trocitos de uno mismo. Regálate a quien tu quieras, no a quien debas, porque si todo el mundo se queda con algo de ti puede llegar el día en el que te mires y no encuentres nada tuyo. Todo se lo habrán quedado los demás .

10. TE SIENTES FELIZ

A pesar de que las vicisitudes de la vida seguirán ocurriendo, cuando miras dentro de ti encuentras un espacio de serenidad y la sensación de que las cosas, aunque lentas, van colocándose....

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Paciencia vs. aguante

Paciencia

Es aceptar la situación, mantener la calma en la espera de algo más deseado o necesitado, traspasar las emociones de uno mismo o de los otros manteniendo la esperanza de un final positivo, y centrándose en la acción que nos llevará a ese final, sea cual sea.

 

 

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Aguante

Es lo que mucha gente confunde con paciencia. Es una capacidad de autocontrol de cara a la galería, la procesión va por dentro y no se calma sino que va cogiendo temperatura poco a poco, carcomiendo y generando más tensión, más juicio, más impaciencia. El aguante tiene los días contados, en cualquier momento explotarás de cualquier manera.

 

Y tú, ¿eres más de aguante o de paciencia?

 

 

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

¿Tenemos control sobre nuestras emociones y nuestra vida? Una clave: la resiliencia

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Si nuestra vida fuese un libro, estaría compuesta de una gran variedad de capítulos, unos más alegres y otros con un final no tan feliz. Puede que si leyéramos ese libro como algo ajeno, no nos fuese sencillo entender por qué ciertos hechos tienen más relevancia que otros, por qué el autor les da más importancia e insiste más en ellos mientras que otros quedan relegados a una simple anécdota.

Quizá nos sorprendería ver la subjetividad con la que se viven los problemas y nos preguntaríamos, por ejemplo, cómo puede ser que el capítulo del primer engaño amoroso dure más que el de la muerte de un ser querido tras una larga enfermedad.

Estas dudas se resolverían si pensásemos ante cada uno de estos capítulos: ¿se siente el protagonista con la capacidad de manejar esta situación? ¿siente que tiene el control de lo que le sucede?

El locus de control interno es la percepción de que somos capaces de manejar las situaciones que se nos presentan y que, sean consecuencia de nuestras propias acciones o no, tenemos control sobre ellas.

 Este sentimiento es un factor clave para determinar cómo nos afectan los sucesos de la vida. Sentirnos capaces de manejar las situaciones o las consecuencias negativas que estas tengan para nosotros nos ayuda a sobrellevar y superar cualquier obstáculo.

Por el contrario, sentir que cualquier cosa que hagamos será en balde y que nada depende de nosotros nos colocará en una posición de apatía y de pasividad que no hará sino prolongar nuestro dolor.

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Un concepto muy relacionado con la sensación de control  es la resiliencia.

La resilencia es la capacidad de recuperarse de una situación adversa, de la misma manera que una pelota recupera su forma inicial después de botar en el suelo.

Se conoce como resilientes a aquellas personas que tras haber sufrido situaciones límite y enormemente dolorosas (maltrato, atentados, condiciones de vida precarias…) han conseguido salir reforzados y con unas secuelas menores de las esperadas para esos casos.

Es cierto que en nuestra vida nos vamos a encontrar con injusticias, malas noticias y daños inmerecidos. Pero una vez ocurridos, aun siendo irreversibles, tenemos la capacidad de decidir si queremos que ese capítulo de nuestra historia dure hasta el final del libro o si preferimos cerrar ese episodio lo antes posible.

Para ello tenemos que aceptar lo que nos ha ocurrido, saber que no podemos cambiarlo y preguntarnos: ¿Qué quiero hacer con este hecho? ¿qué lugar quiero que ocupe en mi vida?

No tenemos la capacidad de nacer en otra familia, de evitar que nuestra pareja nos deje o  que nos diagnostiquen una enfermedad. Pero sí tenemos la capacidad de hacer con ese hecho muchas cosas y determinar el impacto que tendrá sobre nosotros. Sentir esa capacidad nos hará crecernos ante los problemas, sabiendo siempre que nosotros escribimos nuestra historia y tenemos el  poder de ponerle límites al dolor y énfasis a cada sonrisa.

 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece