Las emociones positivas ante la crisis

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Hace unos días tuve la oportunidad de impartir un seminario en AJE Madrid (Asociación de jóvenes empresarios de Madrid). El seminario estaba dirigido a pequeños empresarios y nuevos emprendedores que están iniciando o están por iniciar su proyecto. El objeto del seminario era estimular las emociones positivas en un momento en que brillan por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos sufriendo una gran crisis económica que está afectando a un porcentaje muy elevado de la población. No sólo ya los índices de paro registrado que superan el 25% en España, sino la pérdida de poder adquisitivo de una gran parte de las personas, los recortes monumentales a los funcionarios públicos, los recortes en educación que afectan a la escuela pública, las universidades y otras instituciones, los recortes en sanidad que entre otras cosas ha dejado sin cobertura a un grupo de personas que antes recibían asistencia médica, los recortes en ayudas y servicios sociales que han desaparecido o disminuyen las posibilidades de acceso a determinados servicios o bienes a muchas personas, muchos de ellos básicos o necesarios en una sociedad desarrollada como la nuestra, la dificultad de acceso a créditos y los recortes en ayudas a profesionales autónomos o pequeñas empresas, casos desgraciadamente extendidos de desahucios, personas que literalmente se ven en la calle, etc., etc., etc.

Puede que todo esto no nos toque directamente a todos pero el ser humano sufre y empatiza ante el sufrimiento de otros o ante situaciones globales de dolor e indignación y ahora lo tenemos todos muy a flor de piel.

La incertidumbre, la injusticia, la pérdida, la vivencia de situaciones desesperadas, el torpedeo de información negativa en la calle o en los medios de comunicación, la falta de control de los ciudadanos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo… todas estas circunstancias nos llevan a experimentar emociones negativas.

El miedo

Es un sentimiento adaptativo que nos lleva a despertar la alarma ante situaciones de peligro. El miedo nos ayuda, porque nos hace ser previsores, prudentes y no arriesgar demasiado, nos lleva a evitar determinadas situaciones o conductas que pueden ser dañinas o perjudiciales y a huir de ciertas circunstancias. Sin embargo, el miedo en exceso o desajustado nos lleva a la parálisis y al exceso de prudencia. No cambiamos el mundo ni nuestra realidad desde el miedo. Ante la crisis, un miedo excesivo no nos sirve.

La tristeza

También es un sentimiento adaptativo. Nos lleva a contactar con lo que hemos perdido y darle el justo valor que tiene. Podemos encontrar muchas fortalezas que desconocíamos ante un proceso de pérdida, sea afectiva, social o material. Y nos ayuda a reconstruirnos para que pasado el periodo de duelo salgamos con todas nuestras fortalezas hacia delante. Pero, acomodarnos en la tristeza nos lleva a la desesperanza y a considerar que no hay nada que se pueda hacer para salir adelante, y eso también nos paraliza, en un extremo nos lleva a la depresión y al suicidio, como, desgraciadamente, se ha visto en los medios de comunicación en los últimos tiempos. La tristeza tampoco ayuda ante la crisis.

La rabia o indignación

La rabia es un sentimiento de acción, nos lleva a defender los derechos, a la lucha y muchos cambios sociales se han producido tras procesos de indignación colectiva organizados y mantenidos en el tiempo. La rabia tiene un defecto, nos puede llevar también a la violencia o agresividad o a situaciones muy autodestructivas que nos pierdan de nuestros objetivos. La rabia es importante ante situaciones de crisis pero es bueno mantenerla a raya.

La alegría y las emociones positivas

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Sí, la alegría es el sentimiento de la acción positiva. Nos mantiene sanos física y mentalmente. Facilita que encajemos las dificultades, la fatiga, los fracasos…, con pensamientos optimistas y constructivos que nos animan a seguir intentándolo.

Al fin y al cabo, seguir luchando para salir adelante, para encontrar un trabajo, para lanzar un negocio, para reinventar un negocio, para aprender cosas nuevas que nos abran a nuevas posibilidades no se puede hacer sin alegría.

Y los pequeños empresarios y nuevos emprendedores jugamos un papel fundamental para salir de esta.

¿Qué podemos hacer para mantener la alegría en tiempos de crisis?

  1. Cuida tu alimentación, no te quedes sin energía, intenta descansar lo más posible y haz un poco de ejercicio.

  2. Presta atención a las pequeñas cosas, el calorcito del sol, el olor del café de la mañana, el pacer denotar la caricia de alguna persona, la sonrisa de la gente amable…

  3. Estírate y abre el pecho, camina erguido/a y de manera rítmica, nota que le das tono muscular a tus movimientos corporales. Te puede ayudar poner te música alegre cada día.

  4. Aprende a respirar usando el diafragma y practícalo varias veces al día.

  5. Cuida tus relaciones afectivas y sociales, ellos no tienen la culpa de la crisis.

  6. Deja un espacio para ti, aunque sea un ratito ala semana para dedicarlo a algo placentero y fuera de obligaciones y exigencias.

  7. Para los pensamientos negativos continuos, no son resolutivos y no sirven para nada. Usa distractores.

  8. Busca un buen confidente, alguien que sepa escuchar para poder desahogarte.

  9. Piensa de manera más constructiva, aunque sé que esto es difícil. Por ejemplo, en lugar de pensar “Esto no tiene solución” o “Nunca encontraré trabajo”, intenta pensar “Voy a seguir intentándolo” o “ Yo no puedo adivinar el futuro, puede que encuentre algo”.

  10. Sonríe, sonríe, sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, aunque sea una leve sonrisa que curva los labios.

Ánimo, ¡sí saldremos de esta!

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Mario Benedetti

Defensa de la alegría

"Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría"

Pierdo mi casa, una perspectiva psicológica

“El hogar debe ser el refugio sagrado de la vida”

John Dryden

Son terribles las noticas de desahucios, a todos nos tocan la fibra.

Es terrible y doloroso ver como en mi calle, cuando hace poco esto no pasaba, veo personas rebuscando en la basura, personas, jóvenes y mayores, que no aparentan ser vagabundos habituales ¿Serán también personas que han perdido su hogar?

Según la Wikipedia hogar es “el lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos sensación de seguridad o calma. La palabra hogar proviene del lugar en el que se reunía, en el pasado, la familia a encender el fuego para calentarse o alimentarse.”

Deriva del latín focus (lugar en la casa donde se prepara el fuego) y después se ha extendido para referirse a la propia casa o vivienda.

Tiene raíz indoeuropea (Bha que significa brillar), y está emparentado con el griego (fotós que significa luz).

El hogar como lugar de luz, de brillo, de calma, de alimento, de reunión, de calor, de seguridad.

El ser humano es un individuo asociativo, y todo el significado que tiene una vivienda se acompaña de todos estos símbolos que el lenguaje a lo largo de los siglos va construyendo y enriqueciendo.

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Todos estos significados apelan a motivaciones y necesidades humanas básicas que se ven truncadas tras un desahucio o el miedo a sufrirlo.

Una de las motivaciones más básicas en el ser humanos es la de sentirse seguro. Esta seguridad tiene varias ramificaciones, seguridad  frente a la satisfacción de necesidades básicas de afecto, alimento y cobijo.

La intemperie es fuente de peligros y dificulta nuestras posibilidades de superviviencia en condiciones extremas de temperatura y los seres humanos siempre nos hemos cobijado, primero en cuevas u oquedades, después construyendo cabañas, chozas y viviendas de la más diversa índole hasta las sofisticadas construcciones de la actualidad.

Perder el hogar es carecer de esa seguridad y calma y situarnos en una situación de indefensión y vulnerabilidad.

Un hogar, es un lugar confortable, en que mantenemos una temperatura adecuada para sentirnos cómodos y no enfermar, donde desarrollamos nuestros apegos, guardamos recuerdos, cuidamos a nuestros familiares más vulnerables…

Perder el hogar es perderse también a sí mismo. Nuestra identidad, otra motivación básica, también, se configura en cómo hemos organizado y construido nuestro hogar, y si lo perdemos todo, esta identidad se desconfigura, se desmiembra.

Perder el hogar supone enfrentarse a no poder cuidar a nuestros seres queridos, no poder ofrecerles la protección que necesitan. Nos supone perder ese instinto básico de cuidar y proteger. De repente, esas personas pueden haber perdido parte de su sentido o su utilidad psicológica.

Perder el hogar, por lo tanto, sitúa a las personas en una situación donde indefensos, desarraigados, con imposibilidad de proteger a los suyos se debe salir adelante. Difícil, ¿verdad?

De forma vicaria, estas situaciones nos angustian a todos, aunque no hayamos perdido nuestra casa.

Supone un gran impulso, para estas personas que han perdido su casa o puedan perderla, el apoyo del grupo.

Las asambleas y asociaciones de barrio que se están movilizando para detener desahucios no sólo están mostrando con su labor,  una resistencia, una presión social que pueda tener eco en los políticos para ofrecer soluciones más justas, sino que están ofreciendo un sostén psicológico para este grupo de personas que se encuentran tan desamparadas.

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Meditar en la naturaleza

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Ha llegado el verano y con él las vacaciones, las jornadas de trabajo reducidas, más tiempo libre y ganas de salir y hacer cosas.

Algo fantástico para descansar durante el verano son las actividades en la naturaleza.

El medio natural nos ofrece un espacio de relajación y de desconexión muy potente. Favorece degustar la realidad con los cinco sentidos, lo que que nos ayuda a no estar tanto en el plano mental. Los sentidos nos ofrecen multitud de placeres que no aprovechamos en nuestro día a día y que son facilitadores del descanso, del bienestar y de la relajación mental. Concentrándonos en las sensaciones corporales agradables que recogen nuestros sentidos se consigue fluir y desconectar la mente.

Los colores, la luz y la texturas que podemos disfrutar con la vista, los olores del mar, del campo, de la montaña llenos de matices para disfrutar con el sentido del olfato, los armónicos sonidos y el silencio para nuestro sentido del oído, el calor, la brisa, el fresquito, el contacto con la hierba, con la arena de la playa… para el tacto, el tiempo para comer despacio y degustar las cosas y potenciar así nuestro sentido del gusto.

Actividades en la naturaleza hay para todos los gustos: desde paseos suaves por la playa o por una senda, a rutas en bicicleta, piragua, travesías en la montaña...

Os animo a disfrutarlas desde la relajación y la concentración en las experiencias sensoriales, a modo de meditación activa y os invito a compartir vuestra experiencia en este espacio de encuentro.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El secreto de la eterna juventud

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Sí, parece que este secreto existe y está en las manos de cada uno de nosotros.

¿No os ha pasado que la etapa de la infancia la recordáis como una eternidad donde pasaron muchas, muchas cosas?

Siendo niños, nos parecía eterno llegar a ser mayores. Y es que durante la etapa de la niñez, la adolescencia y la primera juventud, muchas cosas  de la vida cotidiana son novedosas y por ello despiertan al máximo nuestro interés. Eso hace que nuestra percepción subjetiva del tiempo sea más dilatada.

Tener una vida rica en experiencias, una vida activa física y mentalmente y con dosis de novedad, hace que percibamos nuestra vida como más intensa y más larga.

Aprender cosas nuevas, viajar a lugares exóticos y diferentes, tener variedad en nuestras actividades laborales o de ocio, profundizar en conocerse a sí mismo, tener una vida social rica, desarrollar actividades creativas… nos ayuda a experimentar que el tiempo está en nuestras manos.

La monotonía excesiva, el exceso de estrés, la sobrecarga de compromisos y responsabilidades, la huída de uno mismo, las actividades que son mera evasión, etc. Aceleran el paso del tiempo y nos hacen sentir más insatisfacción y frustración.

Aún no hemos inventado la máquina del tiempo pero mucho de esto sí está en nuestras manos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Nuestro vídeo corporativo

CRECE es un gabinete psicológico con sede en Madrid. Sus profesionales desarrollan su labor en el ámbito de la psicoterapia, el coaching y la formación en habilidades. Trabajamos para conseguir que las personas se conozcan mejor y se sientan bien consigo mismas, abriendo camino al cambio y a la evolución. 

En el blog de Crece podrás conocer aspectos relevantes sobre el desarrollo personal y profesional, resolver tus dudas, reflexionar y abrir debates sobre temas relevantes para nuestras vidas.

Vídeo oficial de Grupo Crece http://www.youtube.com/watch?v=IV4lINZzqJ0

 

Danza y teatro para expresar tu yo auténtico

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En la vida desempeñamos papeles, roles diversos. Algunos de esos roles nos han servido en momentos vitales, la mayoría nos fueron impuestos en el entorno familiar y social a edades tempranas y eran útiles para adaptarnos a dichos entornos, pero en la etapa adulta ya no nos sirven y pueden estar provocándoos insatisfacción, frustración y baja autoestima. Algunos de esos papeles que tuvimos que representar no estaban hechos a nuestra medida, no respondían a nuestras necesidades, nuestras capacidades o nuestros deseos más intrínsecos. Algunos roles no tuvimos ocasión de experimentarlos por imporsición, por tabúes o miedos y son una asignatura pendiente en nuestra vida.

El teatro terapéutico o teatro Gestalt y el movimiento expresivo y danza Gestalt facilitan que tomemos contacto con nuestro verdadero yo a través de juegos teatrales y la expresión del movimiento. Se trabaja con las emociones, la comunicación, la confianza, la aceptación, la vulnerabilidad y la fortaleza, para conseguir conocernos mejor, aprender a escucharnos a nosotros mismos a nivel corporal y emocional, afrontar miedos y dificultades, y sentirnos más seguros y motivados.

Este trabajo se realiza con adultos o con menores, en el ámbito del coaching y del crecimiento personal, en el ámbito clínico-terapéutico, educativo y psico-social.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Cómo afrontar un despido

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Con rabia e impotencia: me han despedido, es injusto, por qué me ha tocado a mí, nos estaban explotando, nos pagaban mal, toda la vida luchando en esta empresa y encima echan a quien más se lo merece…

Tendríamos ganas de arrasar con la empresa, de protestar, de cambiar el sistema, pero sólo con la rabia no podemos.

Con miedo: y ahora qué hago, tengo que pagar la hipoteca, me quería independizar con mi pareja, no quiero que a mis hijos les falte de nada, ya tengo una edad, sólo tengo experiencia en este sector y con la crisis está fatal…

El miedo nos lleva a la defensa, la protección o la huída, nos bloquea, nos impide ser proactivos y pensar en soluciones razonables, nos lleva a evitar enfrentarnos a situaciones ya que pensamos que no tenemos recursos para ello.

Con tristeza: no valgo para nada, ni para sacar adelante a mi familia, no tengo ganas de nada, no me han llamado de ninguna de las ofertas a las que me apunté, no consigo levantarme por las mañanas, me presionan la familia y la pareja, no sé que hacer con mi tiempo…

La tristeza aparece ante la pérdida de algo valioso, poder adquisitivo, estatus, sensación de valía personal… La tristeza afecta a la autoestima y nos lleva a la inactividad.

Con vergüenza: soy un “parado”, qué pensará la gente de mí, qué pensará mi familia, cómo se lo voy a decir, voy a callarme un tiempo a ver si encuentro algo, qué vergüenza que me vean en la cola del paro o paro las mañana paseando por el barrio… La vergüenza nos bloquea.

Con culpa: he fallado a mi familia, he fallado a mis amigos, debería haber sido más sumiso en el trabajo, debería haberme esforzado más, por qué tuve que protestar aquel día… La culpa nos llena de remordimientos.

La rabia, el miedo, la tristeza... son sentimientos habituales y naturales cuando sufrimos un despido pero que no facilitan el acceso a un nuevo trabajo. La vergüenza y la culpa también son respuesta a nuestra necesidad de ser aceptados por el grupo y la sociedad pero no facilitan el cambio. Estas emociones no podemos anularlas, pero quedarnos sólo ahí no nos ayuda a solventar la situación. ¿Qué podemos hacer entonces?

Éstas son algunas recomendaciones para afrontar ese momento de shock emocional:

  • Transmitir la información a la familia lo antes posible, no ocultarlo socialmente. Hacerlo, no desde una posición o rol de víctima o desde un rol demasiado relajado con un chiste, sino abordarlo con naturalidad y seriedad.

  • Tomar unos días de descanso para asumir la noticia, descansar y expresar la preocupación, la tristeza o el desánimo.

  • Buscar tiempo para pensar qué es lo que me gustaría hacer, qué cosas se me dan mejor, cuales son mis puntos fuertes y puntos débiles en el terreno laboral y en las competencias personales asociadas.

  • Transformar los pensamientos negativos, muchas veces irracionales, en pensamientos constructivos.

  • Hacer actividades agradables que reactiven los estados emocionales positivos, retomar alguna de las aficiones que no podíamos hacer debido a las obligaciones profesionales.

  • Reactivar nuestra red de contactos o construir una red de contactos: desde sociales y familiares a contactos profesionales, no sabemos de donde puede venirnos una oferta o una información relevante.

  • Acudir a cursos de formación o procesos de coaching en las áreas técnicas o de habilidades personales en las que necesitemos refuerzo.

  • Planificar la búsqueda de trabajo como un trabajo en sí mismo, con un horario y unos objetivos concretos. Se puede empezar con una tormenta de ideas para buscar opciones de trabajo y después de seleccionar las ideas más productivas se pueden escribir los objetivos y el plan de acción y establecer una agenda. Para ello también podemos pedir consejo o ayuda a personas relevantes de nuestro entorno.

  • Actualizar el currículum y preparar cartas de presentación o de recomendación.

  • Entrenarse en entrevistas de trabajo para adaptarse a los objetivos del puesto y manejar situaciones incómodas como ¿por qué te despidieron’ ¿Por qué accedes a un trabajo de menor categoría profesional de la que has tenido en otros puestos?, etc.

Afrontar un despido forma parte de un proceso de aprendizaje, que se inicia en la toma de conciencia y aceptación de lo que estamos sintiendo, para ir progresivamente asimilando la situación y saliendo del bucle a través de la acción y pensamiento resolutivos. Como todo proceso de aprendizaje lleva un tiempo y supone avances y retrocesos que nos tenemos que permitir.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

El poder de la risa. A reír, a reír, a reír…

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La risa es un mecanismo muy básico y primitivo que nos ayuda a estar sanos y unidos al grupo.

Compartimos la risa con los primates, y también las cosquillas. Otros animales como los perros y algunos roedores parecen tener algo parecido a la risa en los ambientes de juego o cuando se les hacen cosquillas.

La risa es uno de los precursores de la comunicación, al igual que el llanto. Cuando el bebé ríe nos indica que está contento, satisfecho, que no necesita nada de nuestra parte, y además, nos invita a establecer contacto social y afectivo con él, nos ayuda a reforzar nuestro vínculo emocional.

La sonrisa y la risa transmiten confianza y seguridad, “no soy peligroso, te puedes fiar de mí”. Es, por tanto, un facilitador de la resolución de conflictos. Las personas que sonríen más son consideradas más seguras y más atractivas.

Nos reímos mucho más con otras personas que solos, es un acto social. La risa es contagiosa lo que seguramente ha sido adaptativo como mecanismo de cohesión social.

Es muy difícil reírse de mentira, se trata de un proceso inconsciente que no podemos controlar. Cuando reímos de verdad lo hacemos “con los ojos”. Contraemos el músculo orbicular que no puede hacerse de forma simulada, por ello es fácil diferenciar una sonrisa o risa falsa de una auténtica (sonrisa de Duchenne).

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La risa tiene que ver con algo muy básico, con la primera infancia. La risa nos permite bajar nuestras defensas y no tomarnos tan en serio la vida, nos permite conectar con el juego, con el niño interior y nos libera.

La risa tiene beneficios extraordinarios sobre el sistema inmunitario, aumenta las defensas, no sólo durante el momento de la risa o diversión porque el efecto permanece tiempo después. La risa y el sentido del humor nos ayudan a canalizar el estrés y las respuestas emocionales ante sucesos negativos.

A reír...

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece