Deseantes y Deseados-as

Hay una pregunta que pocas personas se hacen o en muchos casos, dan por supuesto que es así y así ha de ser.

¿Te has preguntado alguna vez si eres Deseante o Deseado-a?

Esto es, en la manera que te relacionas sexual y afectivamente ¿dónde te colocas?

Esta relación con el deseo tiene un importante matiz de género:  Antes de estaría bien que aclaremos qué es “género”.

El género[1] – en otro artículo hablaremos de los orígenes del término- como muchas y muchos sabréis es la carga cultural  y de expectativas sociales que se da sobre un hecho biológico: el sexo.  Esto quiere decir que la cultura donde has nacido dicta que puede, debe o no hacer un hombre o una mujer. Es todo el entramado de estereotipos. El sexo es biológico (hombre mujer o intersexual), son los caracteres físicos más primarios (y aún así, a veces, también muy mutables), y el género es el guión que se espera de ti en base al sexo que has nacido; fuerte, sensible, con dinero, madre, retorcida, simple etc. ¿Os suenan verdad? Pues ninguno de estos son naturales.

Con el deseo ha pasado algo semejante, se ha dado por natural que ellos desean de una manera, ellas de otra. O incluso que ellos siempre desean y ellas siempre son deseadas. Que ellos han de ser más “genitales” y ellas más “globales” y un sin fin de reglas castrantes.

Sí, las cosas están cambiando, las relaciones están cambiando. Cada vez las mujeres ocupan más espacios antes solo masculinos. Aunque no puedan ir solas a un bar sin ser miradas con sospechas. Los hombres cada vez toman conciencia de su responsabilidad en los cuidados, aunque puedan arriesgarse a no ser promocionados en el trabajo por exigir su derecho a la baja por paternidad.

En la vivencia de la sexualidad también se están dando cambios, no todos buenos. ¿Crees que ellos necesitan más el coito que ellas? ¿Crees que ellas tienen una sexualidad biológicamente diferente? Pues bien, tal como lo explicaron Masters y Johnson en lo 60’, la respuesta biológica sexual en hombres y mujeres es idéntica. Sí, idéntica.

Si analizamos la respuesta sexual de modo “lineal”- por que hay otras formas pero eso nos regalará otro texto- vendría a ser : Estimulo, excitación, meseta y orgasmo. Ambos sexos vasodilatan, erectan y eyaculan.

Lo que cambia es la percepción de la sexualidad, del propio cuerpo, de los propios genitales, de las fantasías. De lo que es “deseable que desee”. Lo que me hace más hombre o más mujer o “mejor sexualmente”. También esto es cultura.

Pero no todo es blanco o negro, por suerte. Vayamos al día a día, puedo ser una mujer que me gusta sentirme deseada, que me miren, me ronden, pero esto no significa que sea pasiva, puedo “ ejercer mi deseo”. No solo eso, sino que el deseo es líquido, cambia, crece, se problematiza, se libera, etc.

Puedo ser también un varón que me posiciono como deseante, pero que en la intimidad necesito dejarme llevar en los brazos de la otra u el otro ( ¡Otro gran tema que podremos hablar, deseo y orientación sexual!).

En un principio esto parece nada más que un hermoso baile de “deseantes con deseadas-os”. Pero muchas veces nos pasan tantas cosas a la vez,  y no sabemos lo que de verdad deseamos, o no nos lo permitimos, o no sabemos como ejecutarlo.

Y lo que siempre interfiere, el género; aún muchas mujeres no realizan su deseo y ellos no saben bien como colocarse como deseados. Es decir, si nos salimos del binomio de los códigos más clásico ¿Qué ocurre con todo este deseo?

¿Qué ocurre si soy una mujer deseante y quiero acercarme a otro varón deseado pero este no lo sabe? ¿le asusto? Puede que si, puede que no.

Y si somos dos mujeres deseantes ¿Qué ocurre en la intimidad?-  Por favor, no vengáis con el tópico de “quien hace de tío” ¿eh?.

Entre dos chicos a veces –a veces- es más simple, uno mira, el otro mantiene la mirada o no.

Muchas preguntas, más. ¿Y si me muevo entre deseante y deseada?

Cuantas veces en una pareja el hombre ha sido el deseante pero con los años se agota de ese rol y como ella no responde con iniciativa, no se encuentran…

El deseo hemos de entender que empieza mucho antes que la excitación.

Este deseo en deseantes o deseados-as o los dos y sus infinitas variables, es un mundo impalpable e infinito y entender cómo deseamos, qué deseamos y dónde nos colocamos hará que ese deseo infinito pueda ser palpable.

Deseo que estemos cenando y me mires. Deseo que me sorprendas. Deseo que me escuches. Deseo conversaciones estimulantes. Deseo verte vestido así a veces. Deseo que me admires. Deseo estar entre mucha gente y me beses de repente.

Deseo desearte. Deseo ser tu deseo.

Delfina Mieville Manni

Sexóloga

Grupo Crece

[1]Según la OMS: El género se refiere a los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos

 

Sexo, ¿imprescindible en las relaciones de pareja?

sexo septem trionis

El sexo, junto a la sintonía emocional e intelectual, es uno de los ingredientes de una relación de pareja satisfactoria. La mayor parte de las personas, tanto hombres como mujeres en parejas heterosexuales y en parejas homosexuales, lo consideran un factor muy importante en las relaciones de pareja.

Pero valorar si hay buen sexo o mal sexo o si la frecuencia es la adecuada, es una cuestión subjetiva.

La clave está en la sintonía entre los componentes de la pareja ante esta cuestión. Sin que, de ningún modo, sea patológico, hay personas que están más dispuestas o receptivas a una relación sexual y otras que no lo requieren con tanta frecuencia. Hay personas con una disposición más activa y otras que prefieren dejarse hacer. Sin entrar en generalizaciones, la edad es un factor que influye en la libido y también influye, la duración de la pareja, ya que a medida que pasan los años con una misma pareja, eliminamos un componente que activa el deseo sexual, que es "la novedad", también aumentamos la posibilidad de compenetración y de calidad de la relación sexual ya que conocemos mucho mejor al otro.

Debemos de tener en cuenta, además, que el sexo es algo más que un coito o un orgasmo, el sexo también es besos, caricias, miradas, sentirnos deseados...

Si nos fuésemos a comportamientos que provocan infelicidad en la pareja o en una de las partes de dicha pareja, podríamos valorar si hay alguna necesidad insatisfecha, un problema de autoestima de base o una disfunción sexual, y quizá pudiese ser necesaria una intervención psicoterapéutica, terapia de pareja o terapia sexual.

Muchos factores externos pueden influir también en la libido o deseo sexual, como son los hábitos y rutinas de la pareja en las que pueda haber incompatibilidades de horarios, la organización con los hijos que no facilite los encuentros sexuales, etc.

Los estados de cansancio, estrés, ansiedad o tristeza interfieren en nuestro deseo y receptividad sexual.

El consumo de ciertos fármacos y sustancias como el alcohol, los antidepresivos, algunos anticonceptivos orales o alteraciones en algunos parámetros biológicos pueden tener también su peso incidiendo en el deseo sexual.

¿Puede haber parejas que se sientan felices sin sexo?

Sí, efectivamente, si las dos personas están en esa sintonía.

¿Puede ser que la falta de deseo sexual sea un indicador de que la pareja presenta una crisis o que la relación va mal?

Sí, también, es posible.

¿Puede ser que no sea un problema de deseo o de felicidad de la pareja sino de una etapa en la que el estrés, la dedicación al trabajo o a los hijos, el cansancio y una mala organización de todos esto lleve a la pareja a disminuir mucho la frecuencia de sus relaciones sexuales?

¡Claro!

¿Puede ocurrir que en la pareja haya diferentes necesidades sexuales y se produzca algún tipo de incompatibilidad en este terreno?

Sí, puede ser y también puede ser superable.

Lo importante es analizar cada caso de manera independiente, valorar en qué punto me encuentro en este terreno con mi pareja, cuáles son mis necesidades y compartirlas con la pareja, para buscar soluciones, evitar malas interpretaciones o expectativas desajustadas que sí puedan derivar en un futuro en una crisis o ruptura.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece