Relaciones sanas: La importancia de dar y recibir

Los vínculos personales se basan en una confianza mútua, y esto implica tener una relación sana con el hecho de dar y recibir. Este equilibrio consideramos que es muy importante en psicoterapia en nuestro centro de Psicología.

Dar implica ofrecer ayuda, apoyo, tiempo… pero también, darse al otro sin tener que ocultar nada, sin tener que disimular nuestra vulnerabilidad. Pero dar sin recibir es algo que queda a medias, sería como estar en una relación asimétrica donde no se fluye un equilibrio entre las partes.

Saber dar también implica, saber recibir.

Recibir desde la humildad de la necesidad, desde el respeto a lo que el otro puede dar, desde el agradecimieno y el dejarse sostener. Recibir, nos coloca en la vulnerabilidad, y aveces, nos cuesta asumir esa parte de nosotros.

Como véis, dar y recibir son dos caras de una misma moneda a la hora de establecer vínculos seguros y saludables.

Me vienen estas cuestiones para la reflexión.

¿Cómo es mi forma de dar?

¿Inhibo algo al dar o darme?

¿Doy desde el paternalismo?

¿Doy para recibir?

¿Doy lo que yo necesito recibir?

¿Doy sólo si me piden?

¿Siento que invado si doy?

¿Hay cosas que doy que no funcionan de una manera sana?

¿Cómo es mi forma de recibir?

¿Acepto lo que me dan?

¿Me siento de menos si me dan?

¿Cierro la posibilidadd de que me den?

¿Pido todo el rato?

¿Siento que recibo poco de lso demás?

¿Siento que lo que recibo no es para mí y añoro lo que recibien otros?

¿Me justifico si pido?

¿Me cuesta agradecer?

En las relaciones humanas sanas, cuando nos piden nos sentimos dignos de la confianza del otro, y esto refuerza dichas relaciones. Cuando damos nos sentimos valiosos para la otra persona y para la propia relación que compartimos. Nos sentimos valiosos para el mundo.

Cuando pedimos o nos dan, mostramos al otro la humildad que nos hace iguales y esto, favorece las relaciones equitativas. Nos mostramos abiertos y vulnerables al otro, y se refuerza la intimidad en las relaciones y la sensación de unión y equipo.

Lo que sentimos en el proceso de dar y recibir es esencial par ael vínculo sano: alegría, agradecimiento, confianza, consuelo, alivio, humildad…

Probadlo estos días y nos contais vuestras reflexiones.

Lo siento, lo hago: lo aprendo. La importancia de lo vivencial y lo práctico en el aprendizaje y la superación personal

El aprendizaje no está únicamente en nuestra razón, esto es, en nuestros pensamientos, sino que radica en la propia experiencia de sentir y de hacer.


Por eso, nuestro modo de entender la formación, está muy ligada a lo terapéutico, a lo vivencial y a lo práctico.


¿Pensáis que podemos convencer a una persona a cambiar su negatividad, por más que les enseñemos a interpretar mejor sus pensamientos, si no le hacemos conectar con sus emociones?, ¿y si le diéramos la opción de hacerlo de forma distinta, exponiéndole precisamente a ello?. Esto lo podríamos generalizar a muchos otros aspectos, como aprender la habilidad de ser más asertivo o ser capaz de superar una fobia.

Para producir cambios y conseguir una actitud más asertiva ante la vida, por ejemplo, es necesario exponerse a las emociones que nos bloquean esa capacidad de ser asertivo. Yo puedo tener muy claro que necesito y deseo poner un límite, pero es posible que me sienta incapaz de ello. Necesito conectar con esa emoción, para vivirla, para entenderla y para poder gestionarla, y sólo eso me permitirá ser libre para ejercer mi capacidad de poner un límite o moverme en torno al objetivo que me he marcado. Luego tendré que poner en práctica esa actitud y ser capaz de visualizarme haciéndolo, por más raro que me parezca o note que case pococonmigo.

Existen ejercicios para sentir, percibir y explorar nuestras emociones. Son las denominadas dinámicas vivenciales. A través de ellas, accedemos al contenido emocional, para un mayor autoconocimiento y por tanto mejor gestión emocional. Estás dinámicas pueden ser corporales a través de la danza y la música, a través del arte, de la imaginación o los recuerdos.

Los ejercicios prácticos, consisten en llevar a la realidad aquella situación que quiero aprender o que me cuesta afrontar. Pueden consistir en meras exposiciones a los miedos, como salir a la calle si tengo fobia, enfrentarme ante una audiencia a exponer si temo hablar en público, o representando un conflicto familiar o de trabajo que tengo atravesado, como una crítica, una petición de aumento de salario o la difícil conversación a la hora de decidir dejar una relación importante.


Estos ejercicios, se pueden desarrollar a través de role-play, donde se escenifican las situaciones, mediante exposiciones propiamente dichas,o con ejercicios psicodramáticos. Los role play pueden incluso grabarse para tener video-feedback y que la propia persona se perciba enfrentándose o resolviendo una situación con éxito.

¿A qué estás esperando? ¡Atrévete a superarte!


Autosabotaje

He estado pensando mucho, y he llegado a la asombrosa conclusión de que Yo soy mi peor enemiga, y creo que lo he sido siempre. No es una conclusión agradable, es incluso inquietante. Si hay alguien que me impide conseguir mis objetivos, que me boicotee a cada paso, que me traicione recordándome constantemente mis debilidades…soy yo, y nada más que yo.

Las formas de autosabotearnos son muy variadas: que si hay otros que me lo impiden, que si no es el momento y mejor empiezo otro día, que si no voy a ser capaz , que si no sé, que si soy mayor, que si no tengo tiempo, estoy cansada…

Son razones que parecen a simple vista totalmente válidas, y lo son…, pero no dejan de ser excusas, simples pretextos que invento para no dar el paso. Es extraño que tratándose de mis propios asuntos, de mis propias metas, del camino que me lleva al bienestar, a desarrollarme como personas, sea yo misma la que me tire las piedras sobre mi propio tejado.

¿Os pasa igual?

Yo me pregunto ¿Qué nos hace tener esta conducta tan carente lógica?

Esto no tiene nada que ver con nuestras capacidades, ni con nuestras habilidades. No tiene que ver con que seamos tontos o incapaces. Tiene que ver con Nuestra propia condición humana.

El autosabotaje es un acto completamente inconsciente. Nuestro cerebro nos manipula con el fin de que no consigamos nuestras metas. Es un mecanismo de defensa que nuestra mente pone en marcha para protegernos y evitar nuestro sufrimiento, o situaciones que no podemos controlar, o situaciones desconocidas, o para no hacer el ridículo…

Nuestro cerebro es miedoso y nos quiere proteger…pero hay situaciones en las que de tanto prevenir, convertimos esa protección en una auténtica trampa que no nos deja avanzar.

Cuando queremos crecer, necesitamos un cambio, lo que implica salir de nuestra zona de confort. En la zona de confort tenemos el control, o por lo menos podemos predecir muchas cosas.

Salir de esa zona de confort  significa dejar de controlar, y eso es algo que nos asusta. De aquí vienen nuestras resistencias al cambio.

Todo el mundo cae dentro de la trampa del autosabotaje en algún momento, pues el miedo a lo desconocido y el deseo de protección y de supervivencia es innato al ser humano.

Hay personas que logran superar su resistencia al cambio y alcanzan sus metas y hay hay otras que no.

Los motivos que llevan a bloquearnos son muy variados, y seguro que los conoces. Puede ser la baja autoestima, las dificultades de elección y priorización de objetivos, el no saber lo que uno quiere, que los objetivos son marcados por terceros y no son nuestros, o el temor a no cumplir con las expectativas ajenas.

Nuestra experiencia en la niñez también nos marca: puede ser que sufriéramos mucha presión por una familia muy exigente, o que desde entonces tengamos un fuerte sentimiento de fracaso por no tener a nadie cercano que nos motivara suficientemente.

Quizás, el motivo principal sea nuestro sistema de creencias, que se van creando por las experiencias adquiridas a lo largo de nuestra vida. Todas estas experiencias de nuestra biografía, van dejando huellas en nuestras creencias, que aparecen sin previo aviso y que toman el control condicionando nuestros proyectos.

En resumen: el autosabotaje es el síntoma de que tenemos conflictos internos que tenemos que resolver o, por lo menos ser revisados. Y aunque no es agradable mirar en nuestro interior, es una tarea necesaria para ponernos en movimiento y “ agarrar nuestra vida”.

Para poder hacer cambios en nuestra vida es prioritario darse cuenta, es decir, hacernos conscientes de estos conflictos y de esas trampas para poder hacer algo con ellos.

No es posible arreglar algo en nosotros sino pasamos por la aceptación. Y poder aceptarnos a nosotros mismos, primero debemos hacer un ejercicio de introspección. Debemos estudiarnos a nosotros mismos para ver qué hay en nuestro interior y cómo hemos llegado ahí. Es hacernos responsables de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras decisiones, de nuestras creencias, de los éxitos y los fracasos, y asumirlo.

Cada vez que tomas una decisión que va en contra de ti, estás actuando conforme a un conjuntos de creencias que se han ido instalando en tu mente durante toda tu vida.

La clave es TOMAR CONCIENCIA de todo lo que hay en nosotros. De esta forma será más fácil hacernos responsables de lo que hacemos , decimos y elegimos.

Una forma de empezar a tomar conciencia de esto, es darte cuenta de cómo te hablas, de cómo te cuentas las cosas.

Si te críticas duramente, te juzgas, te humillas, te dices constantemente que no puedes o no eres válida, te haces reproches e incluso te faltas al respeto, estas condicionando hasta la última de tus decisiones.

Cada vez que te sorprendas hablando mal de ti, párate, toma conciencia de lo que estás diciendo o pensando, y entiende que sólo es juego sucio, que es ese cerebro que intenta protegerte de algo que desconoce. Date cuenta de que nada de eso es verdad. Inmediatamente después intenta corregirlo. Cambia tu discurso negativo por otro positivo.

Entiendo que todo esto no es fácil, que tiene su complejidad. Son hábitos de pensamiento y acción duros de cambiar. Por eso es imprescindible que los repases, seas consciente de que no son la realidad, y de que puedes crear otra realidad más sana para ti y que te acompañe en tu camino y estén a tu favor,  en vez de ponerte obstáculos e ir en tu contra.

 Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga y formadora

Grupo Crece

Hacer o recibir críticas: una expresión con mala fama (parte 2)

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En el anterior artículo explicamos el concepto adecuado de crítica y enumeramos los primeros pasos para realizarla correctamente. Os recordamos:

1)      Describir el hecho, conducta o situación de forma objetiva, sin atacar.

2)      Expresar como nos hace sentir esta situación con los mensajes del YO y lenguaje emocional.

3)      Empatizar con la otra persona.

4)      Expresar el deseo de solución, incluyéndonos como motivadores de cambio.

En el artículo de hoy, finalizaremos con los últimos pasos para que la crítica quede completa.

 

5)      Pedir posibles soluciones a la otra persona o personas.

Durante este paso, lo que haremos será preguntarle a la otra persona que posibles soluciones entiende que ayudarían a mejorar o resolver la situación. Es importante empezar por aquí, ya que, con mucha frecuencia, tendemos a imponer o marcar nuestras propias medidas para que se produzcan los cambios sin tener en cuenta al otro. De esta manera, al invitar al otro a esta reflexión, eliminamos esta opción de parecer imperativos o transmitir la sensación de ser los únicos que conocemos cómo arreglar el asunto.

Ejemplo adecuado: “Me gustaría mucho saber como se te ocurre a ti que podríamos resolver esta cuestión”.

Ejemplo inadecuado: “Quiero que dejes de tener estos comportamientos, porque así no vamos a ninguna parte”.

 

6)      Ofrecer las propias soluciones.

comunicacion criticas

Ahora sí. En este punto, y una vez escuchado lo que la otra persona nos ha expuesto, podemos ofrecer nuestras soluciones, sin menospreciar las otras, tratando de argumentarlas y expresándolas también desde los mensajes del yo.

Ejemplo adecuado: “Después de escuchar lo que tu has dicho, a mi también se me ha ocurrido que podíamos repartir el trabajo de una manera diferente, y cuando ocurran estas situaciones comentarnos antes los problemas o mandarnos un email. Así el trabajo se agilizaría y sería menos probable que se produjeran malentendidos”.

Ejemplo inadecuado: “Yo creo que eso no sirve para nada, lo que hay que hacer es…”

 

7)      Negociar si es necesario y generar un compromiso.

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Este punto es fundamental, ya que la crítica puede quedar en agua de borrajas si no se marca un compromiso común entra ambas partes, y todos los puntos anteriores no tener ninguna utilidad. En algunas ocasiones, es posible que ambas partes tengan posturas algo opuestas, y quizá sea necesario llegar a un acuerdo o negociación entre ambas. Primero tendríamos que valorar hasta que punto estamos dispuestos a negociar, cual es nuestro objetivo y nuestra posición en este asunto. Explicitar de nuevo el acuerdo ayuda a recordarlo y comprobar si se ha entendido bien. Si la situación lo requiere, también puede ser interesante marcarse plazos o intervalos de tiempo.

Ejemplo adecuado: “Tu propuesta de escribirnos me ha gustado, y creo que a ella podríamos incorporar lo del reparto, yo estoy dispuesto a ceder estos días con estas labores y luego repartir de nuevo. Entonces, ¿te parece bien que ambos nos comprometamos a hacer esto durante este mes”.

Ejemplo inadecuado: “Vale, pues ya está, espero que vaya bien”.

 

8)      Anticipar consecuencias, tanto negativas como positivas.

¡Ojo! Este punto puede entenderse mal si lo convertimos en amenaza o lo damos a entender. El objetivo de esta parte de la crítica es hacer ver de nuevo las consecuencias que puede tener llegar al acuerdo o no llegar. Siempre deben expresarse desde el yo y puede ayudar el lenguaje emocional como en los ejemplos que pondremos a continuación.

Ejemplo adecuado: “Si conseguimos hacerlo así los dos, creo que nuestro trabajo será más efectivo y estaremos mucho más cómodos. Pero si lo dejamos pasar y continuamos así, probablemente el problema se enquiste, habrán malentendidos y nos sentiremos desmotivados y frustrados”.

Ejemplo inadecuado: “Mas vale que empecemos a cambiar, porque no se hasta donde vamos a llegar con este problema y no quiero más conflictos”.

 

9)      Paso final. Refuerzo, agradecimiento y cierre.

Es un paso de cierre para terminar con algo positivo el encuentro y motivar al acuerdo. Permite salir con buen sabor de boca y dar a entender que se ha dado un paso en algo que a veces parece difícil exponer.

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Ejemplo adecuado: “Te agradezco mucho este tiempo, estoy contento de que hayamos resuelto la situación”.

Ejemplo inadecuado: “Bien, pues como ya está hablado me voy, adiós”.

Antes de finalizar, y a parte de animaros a practicar, os señalo que dedicar un poquito de tiempo previo a preparar la crítica siempre es positivo, no es indispensable seguir los pasos tal cuál al pie de la letra, cada cual tenemos nuestro estilo. Si en un principio no os sale como esperabais, olvidáis algo importante o no tiene el efecto que deseáis. ¡No os desaniméis! Con la práctica se va perfeccionando y se consiguen cambios muy positivos.

 

¡A PRACTICAR Y FELIZ SEMANA!

 
 
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Cómo volver a la rutina sin morir en el intento

 

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Terminaron las vacaciones, el momento más deseado del año, el momento donde recargamos energía y realizamos actividades que no hacemos habitualmente debido a nuestras obligaciones diarias.

El primer desafío al que nos enfrentamos es la vuelta a la rutina y a nuestros horarios regulares. Somos animales de costumbres que repetimos continuamente, así construimos nuestro estilo de vida, entre estas costumbres están la hora de despertarnos, los horarios de comidas, prácticas laborales, etc., y dentro de este contexto, las vacaciones son un momento de ruptura de estas costumbres y que experimentamos como un periodo de libertad sin limitaciones. 

¿Qué podemos hacer para afrontar la vuelta al trabajo y a nuestras obligaciones con una actitud más positiva y optimista?

1.      Es importante darnos un pequeño periodo de adaptación para que la etapa sea más llevadera

Unos días antes,empezar a retomar los horarios de manera más escalonada y no hacer el cambio tan drástico. Levantarnos más temprano, preparar los horarios del trabajo, organizar  el menú semanal saliendo a comprar con tiempo aquello que necesitemos, organizar nuestra casa, jerarquizar las actividades por orden de prioridad y normalizar las emociones que sintamos en ese momento: frustración, estrés, decaimiento, nostalgia, aburrimiento, agotamiento… Poco a poco irán disminuyendo a medida que entremos en el día a día. Aceptar y validar estas emocione es la clave para hacerlas más llevaderas.

 

2.      Incluir en nuestro menú comida más sana

Hacer un cambio nutricional en nuestro cuerpo para ayudarnos a combatir la fatiga y el estrés. Es muy importante volver a tener un hábito sano en nuestra alimentación ya que esto ayudará a que la vuelta a la normalidad sea más tolerable. Hacer ejercicio físico, evitar las dietas de choque que nos reste nutrientes y planear una dieta equilibrada baja en grasas y azúcares y rica en frutas y verduras, pescados y legumbres.

 

3.      Enfocar nuestra atención a los aspectos positivos del regreso para afrontarlo con más optimismo y alegría

El reencuentro con nuestros compañeros de trabajo, momentos familiares, el bienestar que nos produce nuestras aficiones, etc.

4.      Planificar las actividades de ocio que vamos a realizar durante este nuevo periodo postvacacional.

No dejarnos llevar por el cansancio y la desidia que provoca muchas veces la vuelta de vacaciones, tener periodos de ocio y tiempo libre también forma parte de nuestra rutina y nos provoca emociones muy positivas beneficiosas para nuestra salud mental y física. Programar descansos y momentos que nos mantengan ilusionados y motivados mejorará nuestro rendimiento.

 

5.      Tener presente un nuevo punto de partida, un nuevo proyecto vital que nos ilusione, buscar otras motivaciones e ilusiones claras y concretas.

Tener nuestra atención enfocada a nuevas metas es fundamental para alcanzarlas. Esto nos llenará de gasolina y energía para afrontar el día a día.

 

Susana Paniagua Díaz

Psícologa y coach

Grupo Crece

 

 

El engaño del positivismo y la apología del éxito

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Vivimos en una sociedad llena de soberbia y desconectada de la realidad. Nos falta reflexión. Vivimos hipnotizados por un pensamiento positivo superficial que usamos como “soma” para vivir en una falacia de realidad. Nos guiamos por objetivos vitales que no tiene nada que ver con nuestras necesidades o deseos sono que están marcados desde “lo que se espera que debo desear”.

Sí nos remontamos al padre de la filosofía, Socrates, encontramos un modo de aproximarse a la realidad repleto de humildad y lucidez, bien lejos de como nos posicionamos ahora ante el mundo. Socrates defendía que cualquier persona podía estar acertada o equivocada, el método socratico no daba nada por sentado y aceptaba la ignorancia básica que nos imbuía a todos los seres humanos. Su método recogido por la psicología y usado también como técnica en el coaching, denominado diálogo socratico, consiste en hacerse preguntas y establecer una reflexión profunda acerca de las diferentes cuestiones, pero abriendo la opción a equivocarse y reconocer nuestra propia ignorancia con humildad.

No parece que nuestro mundo cultive mucho la reflexión. Y, sin embargo, es una clave muy importante para adptarnos alas circunstancias de la vida y para encontrar un equilibrio personal.

Nos invaden un conjunto de paradigmas que son peligrosos para la construcción de una personalidad sana, para el manejo del estrés y para nuestro bienestar psicológico.

Me gustaría destacar tres de ellos:

1. Pensamiento positivo banal y vacío. Y consecuente rechazo a emociones "negativas" como la tristeza, la frustración o la ansiedad.

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"Piensa en positivo y lo lograrás", "enfócate hacia el éxito", "si quieres puedes", "eres el dueño de tus emociones", "todo está en tu mente".... Son las ideas que están detrás de ese mundo de color de rosa que parece al alcance de cualquiera que sea lo "suficientemente listo". Ideas que nos venden ciertos "gurús" que han pasado por ello, creyeron en sí mismos y lo lograron y además descubrieron que el camino era fácil y al alcance de quien "estuviera lo suficientemente iluminado para creer". Un mundo tentador libre de sufrimiento al que es fácil sucumbir porque nos da la apariencia de que en él podemos satisfacer nuestras necesidades más importantes.

Nada más lejos de la realidad. Este tipo de planteamiento desarrolla en las personas un hábito de evitacion en lugar de un hábito de afrontamiento. Y a largo plazo aumenta la probabilidad de sufrir estrés, depresión y ansiedad patológicos.

Cada uno de nosotros tal y como decía Ortega y Gaset, somos nosotros y nuestras circunstancias y afrontar la vida no es algo fácil, implica esfuerzo, implica fracasar, implica acertar, volver a fracasar, tener un poco de suerte..., o no. La clave está en llevar una mochila de herramientas que nos ayuden a lidiar en los malos momentos y nos facilite ir tomando las decisiones más alineadas con nuestras necesidades, las auténticas necesidades de cada cual, no las que la sociedad nos
"vende" como aquellas únicamente válidas.

La vida a nivel individual y colectivo, muchas veces, no es color de rosa y la única alternativa posible es aprender a afrontarlo.

2. El castigo social a la falta de "productividad" y la exaltación de un "tipo determinado de éxito".

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Desde cierto enfoque que yo denomino pseudo terapias, pseudo coaching, pseudo educación se nos lleva a pensar que cierto tipo de "triunfo" es el único modo para ser considerado un individuo digno de validación.

"Educación para la excelencia", "formación para ser un profesional de élite", "alcanza el éxito" son eslóganes muy explotados en nuestra sociedad y que acaban atrapandonos de tal modo que tal curso, tal terapia, tal producto... nos llevan a engancharnos en una meta, que al ser inalcanzable, nos introduce en un círculo vivioso de frustración, insatisfacción y estrés.

El único modo de rendimiento viable es el que se traduce en productividad. Para ello necesitamos estar hioeractivos para convertirnos en esos superhombre y supermujeres que la sociedad espera de nosotros.

La falta de enfoque en metas adecuadas a cada cual, y vivir deprisa para ser productivos provocan precisamente que desperdiciemos nuestra vida y nos sintamos desconectados ya que en el fondo no estamos ni siquiera sabiendo que es lo importante para nosotras y nosotros, nos desconectamos de la realidad.

La personas necesitamos parar, mirar, atender, escuchar, contemplar, hacia afuera y hacia adentro para ver lo esencial. A veces hipoatendemos porque no paramos y otras veces, nos vamos al extremo, a la hiperatencion, y no desconectamos la mente, entrando en un pensamiento obsesivo y agotador.

3. Falacia de control, de autonomía e independencia.

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Nos hemos olvidado de lo que nos hace humanos y es el vínculo con el otro. Somos porque hay otros. La base de una identidad sana está en el vínculo dependiente que establecemos con nuestras figuras de apego originales, y posteriormente en el mantenimiento de vínculos sanos el resto de la vida.

Vínculo sano implica poder desarrollar un grado de autonomía suficiente para sentirme un individuo único con su propia identidad, deseos y necesidades pero que es capaz de vincularse con los demás y vivir en sociedad de manera interdependente.

Hemos llegado hasta aquí gracias al amor y a la cooperación. Sin estos ingredientes no hubiésemos sobrevivido como especie, del mismo modo que los bebés no se desarrollan ni física ni psicológicamente, si carecen de estos componentes en los primeros años de vida.

El éxito que cada cual consiga nunca es un logro individual, siempre será un logro colectivo.

La tendencia a no compartir el éxito, en nuestra sociedad nos lleva al aislamiento, la desvinculación y a la soledad. La soberbia de sentir que el control está en cada cual, que podemos lograrlo todo y somos omnipotente nos lleva a la indefension, ya que en el fondo somos limitados y no queda otra que aceptarlo.

Todo esto se traduce en una mayor incidencia de trastornos de la personalidad, ansiedad y depresión, y de la construcción de una sociedad que funciona en el cortoplacismo, realizando una huida hacia delante sin reflexión ni profundidad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Relaciones tóxicas: cómo identificarlas

La denominación de “relación tóxica” forma parte de nuestro vocabulario, la usamos en nuestras conversaciones cotidianas pero, sin embargo, no existe una definición unificada para ellas. Esta realidad nos indica lo complejo del término, y lo difícil que es identificarlas (es muy difícil identificarse con algo que no está definido). Por eso, a continuación vamos a reflexionar sobre los factores que caracterizan este tipo de relaciones:


1. Son difíciles de identificar.

Como hemos visto, no tener una definición unificada del término hace que nos cueste mucho darnos cuenta de que esa relación que tenemos con una persona determinada es, efectivamente, una relación tóxica. Además, ciertos modelos relacionales extendidos a través de películas, series y canciones, hacen que normalicemos comportamientos tóxicos y que les demos un significado incluso positivo.


2. Están basadas en la confusión.

Cuando estamos en una relación tóxica sentimos y pensamos cosas, hasta en ocasiones, contrarias. Esto nos hace dudar de que los pensamientos y emociones negativos puedan ser ciertos: “Como le voy a odiar si ha hecho tantas cosas por mi”, “como me va a hacer daño si soy tan importante para él/ella”.


3. Son drásticas e intensas.

Las interacciones y las emociones que implican estas relaciones, son una montaña rusa, pueden cambiar en una misma conversación y pasar por estados diferentes en un periodo de tiempo muy corto.


4. Sensación de falta de control.... y de estar a la expectativa.

Estas relaciones, por las características que hemos nombrado en los puntos anteriores, hacen que vivamos la relación con un cierto grado de tensión y ansiedad. Sentimos que lo que suceda no está en nuestro control, que no sabemos si el otro va a reaccionar bien o mal ante una información, que no sabemos si estará hoy de buenas o de malas.


5. Hay un juego de poder.

En estas relaciones, muchas interacciones están basadas en poner a prueba el poder que se tiene sobre la otra persona, sobre sus decisiones, sus emociones... Estos juegos de poder pueden ser complementarios (uno de ellos ejerce poder y el otro se somete al poder) o simétricos (ambos luchan por el poder).

Atendiendo a estos factores, podemos darnos cuenta de que las relaciones tóxicas se pueden generar en cualquier contexto: familiar, laboral, social o de pareja. No existe un espacio más proclive que otro a generar dinámicas tóxicas, y todos son igual de graves y dañinos para quienes lo padecen.

Existen dos factores que generan una relación tóxica: personas tóxicas y dinámicas tóxicas.

Personas tóxicas

Las personas tóxicas son aquellas cuyo patrón relacional suele estar marcado por los factores arriba mencionados. Son personas con dificultades para establecer relaciones duraderas, que fundamentan sus relaciones en emociones muy extremas, y que suelen posicionarse en un marco continuo de aliados-enemigos, en el que el segundo grupo suele ser mayoritario.

Son personas con una actitud suspicaz ante las relaciones, que tienden a tener una interpretación negativa de los actos de los demás y que llevan a la acción todos sus pensamientos y sentimientos.

Son personas cuya historia está llena de episodios de abandonos, grandes enfados, personas con las que no se hablan, de amistades rotas y de historias de amor telenovelescas.

Dinámicas tóxicas

Las dinámicas tóxicas tienen un componente sistémico. Son situaciones en las que los implicados tienen un grado de responsabilidad, por fomentar o permitir la dinámica.

Las dinámicas tóxicas se cuecen a fuego lento, son una escalada que va poco a poco llevando la relación a lugares que no se podían imaginar en los inicios de la misma. Hacen que las personas saquen facetas que no les identifican en otros ámbitos de sus vidas, solo se muestran en esa relación y resultan hasta sorpresivas para los propios implicados.

Esto genera un mayor enganche en la idea de que la relación puede cambiar, de que en algún momento la relación volverá a un cauce normal, dificultando la ruptura de la misma.

La escalada tóxica de la relación es, muchas veces, paralela a la búsqueda de soluciones personales por cambiar la dinámica, entrando en un bucle de frustración que no hace si no empeorar la situación.

Conocer lo que significa una relación tóxica nos hará tener un criterio sobre el que valorar nuestras relaciones y las expectativas que tenemos. En muchas ocasiones, el cine y la televisión nos han mostrado relaciones tóxicas como modelos positivos, lo que nos crea una gran vulnerabilidad de normalizar patrones tóxicos en nuestras vidas.