¿Es imposible tener una pareja estable hoy en día?

Vivimos en tiempos cambiantes y acelerados, donde las palabras crisis, ansiedad y disfrute van de la mano. El modelo de pareja imperante hace unos años puede parecer obsoleto para las nuevas generaciones.  Pero, ¿cuál es el modelo actual? Escucho a muchos chicos y chicas jóvenes, en la consulta, plantear en voz alta un miedo que podría traducirse en esta pregunta: ¿Es imposible tener una pareja estable hoy en día?

La respuesta a esta pregunta es algo que angustia a muchas personas que esperan encontrar un/a compañero/a de vida para cumplir determinados sueños. Pero acaso ¿es la estabilidad la clave de la felicidad en pareja? Quizá no o al menos no la única, pero sí es una condición necesaria para poder empezar a construir un vínculo importante con la otra persona.

Existen tres obstáculos que podrían fragilizar dicho vínculo:

  1. El primero es, la intromisión de las familias de origen en la nueva pareja. Cuando permitimos, con mayor o menor consciencia, que nuestras propias familias de origen estén enredadas en nuestra relación dificultamos el poder conocernos plena y satisfactoriamente entre los dos miembros de la pareja. Esto a su vez hace que sea mucho más complicado hacer los cambios necesarios para ajustarnos al otro y que nuestros proyectos vitales confluyan y generen crecimiento mutuo.

  2. El segundo, la complejidad de la vida en pareja. Las relaciones de pareja fluctúan inevitablemente por numerosas fases, algunas maravillosas e inolvidables, otras angustiosas y dolorosas. El problema es que el ideal de pareja perfecta que supera todos los contratiempos sin verse perjudicada, que se entiende con solo mirarse y coincide plenamente en gustos y necesidades, no existe. Ante los primeros signos de decepción o desencanto con algún aspecto de nuestra pareja, solemos infravalorar todo lo ya construido en la relación.

  3. El tercero, fobia al compromiso en esta cultura de consumo. Existe una imagen idealizada de la relación amorosa estable y duradera pero resulta difícil esforzarse por ella cuando vivimos inmersos en redes de contactos, que hacen factible el conectarse con muchas personas en relaciones de fácil acceso y salida. Se busca por tanto compañero/a sentimental pero a la vez uno no se quiere perder nada. Como expresa Z. Bauman en su libro “Amor líquido”, se generan las llamadas relaciones de bolsillo, que se caracterizan por ser agradables y breves. Serían la encarnación de lo instantáneo y lo descartable. Su eslogan podría ser: “Nada de enamorarse. La conveniencia es lo único que cuenta. Cuanto menos inviertas en la relación tanto menos inseguro te sentirás”.

De manera que si quieres luchar en el presente por tener la mejor relación de pareja posible en el futuro, podéis empezar por trabajar estos aspectos:

PRIORIZAR:

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Dotar al vínculo que os une de una prioridad frente al resto de grupos humanos a los que pertenecéis. No significa en absoluto aislarse o desvincularse de vuestras relaciones significativas o vuestros más cercanos familiares. Se trata de blindar la pareja dejando claro al resto que el otro miembro de la pareja y sus necesidades están en primera línea.

ACEPTAR:

Ambos cometeréis errores y pasados unos meses después del enamoramiento inicial harán su entrada triunfal vuestros defectos. Aprender a convivir con los que sean compatibles con vuestro bienestar personal será un trabajo difícil pero muy enriquecedor para ambos. Con los incompatibles, deberéis esforzaros por modificarlos en la medida de los posible.

PEDIR:

Ninguno de los dos tenéis superpoderes para adivinar qué es lo que el otro necesita antes de que lo pida. Si esa es vuestra meta de partida, la frustración no tardará en aparecer. Deberemos asumir la responsabilidad de aprender a pedir (lo que necesitamos afectivamente) y pedirlo bien. Así será más fácil que el otro pueda y quiera satisfacernos.

REVALORIZAR:

Cuando llegan las crisis o la rutina a una relación de pareja, es fácil que si tenemos alguna relación virtual con otra persona a la que muy probablemente ni conozcamos personalmente, esta nueva relación nos parezca más atrayente e interesante que la nuestra propia. Y es verdad, a corto plazo lo es…el problema es que si queremos estabilidad, estamos condenados a tener que superar el hastío y los conflictos. Para ello es mejor no huir encadenando relaciones pasajeras, excitantes pero emocionalmente vacías. Revalorizarnos el uno al otro será una clave importante. Poner la energía común en descubrir y fomentar aspectos del otro y de nosotros mismos que nos aporten valor mutuamente.

De cualquier forma, conseguir una relación estable no debería convertirse en un fin en sí mismo. La estabilidad, entendida como una actitud que ambos miembros pudieran aportar en el día a día y especialmente ante las crisis inherentes a toda vida en pareja, nutriría y fortalecería dicha relación.  

Nayra Herrera Vaquero

Psicóloga familiar y de pareja

Grupo Crece


Propósitos de Septiembre

Tras el periodo vacacional estival, solemos hacer una reflexión y balance de los meses anteriores. Las vacaciones nos llevan a parar el ritmo, tener tiempo libre, descansar... y eso nos permito dejar espacio para el análisis, la reflexión, pararnos a pensar qué tan van las cosas, qué queremos en nuestra vida... quizá no hemos cumplido todos esos propósitos que nos planteamos al comienzo del año, quizá hemos experimentado las consecuencias negativas de algo que no hicimos, de algo que nos ha ocurrido y que nos ha hecho replantearnos las cosas.

La verdad es que es muy positivo hacer balance, replantearse algunos aspectos de nuestra vida, proponernos objetivos de cambio y septiembre es un gran momento para hacerlo ya que muchos se incorporan de nuevo al trabajo y la rutina, comienzan muchas actividades regulares, el ritmo de la sociedad va recuperándose tras el parón casi universal de agosto.

Ahora bien, es importante no dejarnos llevar por el entusiasmo y elaborar una larga lista de objetivos, ya que de esa manera no los vamos a cumplir.

¿Qué puedes hacer? Te damos algunas pautas para tener éxito en tus propósitos de septiembre:

 

Primero: date un tiempo de reflexión

  • Párate a pensar en lo que has echado en falta durante el año.
  • Piensa en qué circunstancias o comportamientos no te han venido bien o no te han servido.
  • Escúchate. ¿Hay algo que te dice tu sexto sentido? ¿Hay algo que te hace mucha ilusión?

 

Segundo: elabora una lista de objetivos derivados de la reflexión anterior

  • De momento no te cohíbas a la hora de hacer la lista, ya irás reduciéndola después.
  • Señala el nivel de dificultad de 0 a 10 de cada uno de los objetivos.
  • Señala el nivel de ganas y entusiasmo hacia cada uno de los objetivos de 0 a 10.
  • Señala el nivel de relevancia o importancia para tu vida de cada uno de los objetivos de 0 a 10.
  • Con toda esta información selecciona tres de ellos.

 

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Tercero: elabora un plan de acción y ponte en marcha

  • Para cada objetivo intenta planificar un conjunto de tareas o maneras de llevarlo a cabo.
  • Organiza las tareas temporalmente, puede ayudarte hacerte una agenda.
  • Empieza por lo más fácil y poco a poco.
  • No dejes que se pasen las semanas sin llevar a cabo al menos una de las tareas.


Cuarto: ¡Cuidado con la sensación de fracaso!

  • Llevar a cabo ciertos cambios, incorporar hábitos nuevos, no es nada fácil, permítete tus idas y venidas, tus dificultades, lo único que necesitas es ser perseverante y centrarte más en los pequeños avances que en los retrocesos. Sé comprensivo/a contigo mismo/a.


Quinto: Haz balance y reconduce tus objetivos

  • Una vez al mes, haz un balance, algunos objetivos pueden ser complicados o no estar bien definidos o quizá las circunstancias han cambiado y ese objetivo ha perdido su sentido.
  • Refuerza aquellos objetivos que sí se mantienen y valora los avances conseguidos.


Si necesitas mi ayuda, no dudes en consultarme.

¿Cuál es tu propósito de Septiembre?

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece




Pensamientos que nos hacen daño II : "Predicciones catastróficas y magos del pensamiento"

En nuestro día a día nos resulta verdaderamente útil establecer hipótesis y predicciones sobre lo que puede ocurrir en nuestro entorno, ya sea en el ámbito familiar, laboral o social. Esto nos permite anticiparnos a posibles obstáculos o problemas del día a día y manejarlos de una manera más eficaz. Podemos predecir que un amigo muy impuntual vaya a acudir tarde a nuestra cita para cenar y para ello no tomarnos mucha prisa para llegar, tenerlo en conocimiento para que no afecte nuestro estado de ánimo, avisarle con antelación o indicarle que la cita será media hora antes. A pesar de todo nuestra predicción tiene un margen de error considerable aunque nosotros la aceptemos como muy fiable.

Entonces, ¿qué consecuencias tiene asumir estas predicciones como 100% válidas?

Cuando dichas predicciones van dirigidas hacia nosotros o nuestro futuro en un sentido negativo, al asumirlas como ciertas, acabamos convirtiéndolas en uno de los pensamientos más dañinos que existen. En ocasiones somos capaces de asegurar enunciados como los siguientes: "queda claro que no sirvo para nada", "van a echarme del trabajo", "no me saluda, me desprecia como persona", "solo le intereso para lo que le intereso", "no conseguiré nunca nada mejor"...

El problema de estas predicciones catastróficas no está en el grado de realidad que dispongan, sino en el grado de convicción que podemos llegar a tener sobre su veracidad. Aunque en el rincón más racional de nuestro cerebro sepamos que en el fondo que no tienen por qué ser ciertas, al asumirlas de esa forma tan tajante acaban adquiriendo un gran poder para manejar nuestro estado de ánimo y nuestro comportamiento.

Otra forma muy común de adivinar o predecir es la conocida como lectura del pensamiento. Cuando esto sucede, las personas nos convertimos en seres mágicos y adivinos que creemos tener muy claro lo que otras personas están pensando, el por qué se están comportando de cierta forma o sobre qué están hablando con uno y con otro. Al igual que las predicciones anteriores, cuando lo que creemos leer con exactitud son afirmaciones que van en nuestra contra como desprecios, burlas o descalificativos, acabamos generando un bucle de pensamientos muy dañino e incapacitante ("seguro que está pensando que soy una imbécil", "míralos como se ríen, y se ponen a mirarme", "nos hemos cruzado y ni me ha mirado, seguro que ha pensado que soy una indeseable"...)

Los más importante de estos pensamientos dañinos, es su capacidad para retroalimentarse, ya que estamos tan convencidos de que son reales, al final nos llevan a comportarnos como si lo fueran para finalmente confirmarlos:

 Al estar convencida de que eres una chica aburrida decides rechazar todas las propuestas de salir que te hacen, eso conlleva que para próximas ocasiones no te propongan salir al pensar que no tienes interés, por ello al final erróneamente concluyes: "nadie me llama para salir porque soy una chica aburrida"

¿Cómo podemos evitar caer en la trampa de las predicciones catastróficas y los adivinos?

Al igual que en el post anterior (pensamiento todo o nada), la detección es una herramienta importantísima y convertirnos en grandes cazadores de pensamientos dañinos nos servirá para acabar con ellos y cuestionarlos con facilidad. Algunas preguntas clave son las siguientes: ¿Qué evidencia real tengo de que esto sea cierto?, ¿por qué otros motivos puedo estar pensando así?, ¿es posible que pueda estar equivocándome?, ¿existirían más explicaciones que la que he tomado?, ¿en qué me ayuda estar pensando así?, ¿qué explicación daría un juez totalmente imparcial?.

Las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a dar explicaciones más cercanas a la realidad, y por tanto también repercutirá en cómo nos sintamos y lo que decidamos hacer. Siempre vale más vivir un presente real que un futuro catastrófico anticipado por pensamientos negativos.

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El pensamiento de todo o nada

 

La perfección, lo enemigo de lo bueno

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Desde que somos pequeños el entorno nos “invita” a mejorar nuestro rendimiento para “ser 
mejores”, conseguir el éxito y, por tanto, la felicidad. Somos evaluados y corregidos de forma que aprendemos muy rápido que para agradar a los demás hay que hacer las cosas de tal o cual forma. 
Empezando por nuestros padres hasta los “spots” publicitarios, nos vemos rodeados de modelos y altos estándares a imitar, o intentar conseguir, si queremos optar por un cachito de esa felicidad tan ansiada. 

La presión por "perfeccionarnos" o " perfeccionar" a los demás nos puede llevar a filtrar la 
realidad a través de mensajes de este tipo: "sí cometo algún error es porque no soy una persona lo suficientemente válida", " si no hago bien las cosas no me aceptarán y me rechazarán" o " sólo existe una forma de hacer las cosas, y es la mía", que pueden teñir nuestra vida de angustia, tristeza e incluso ira. 

¿Soy perfeccionista o simplemente me gusta hacer las cosas bien? 

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Querer alcanzar nuestras metas o mejorar nuestro rendimiento no es lo mismo que ser perfeccionista. De hecho, fijar nuestras metas y querer superarlas nos ayuda a rendir de forma más efectiva. Las dificultades vendrán si esas expectativas o estándares son tan elevados que se hacen imposibles de cumplir y comienzan a afectar al rendimiento de la persona e interferir en su vida cotidiana o en la vida de la gente que la rodea. El perfeccionismo hace sufrir y se asocia a menudo con ansiedad y depresión. 

Algunas características de las personas con un estilo perfeccionista: 

  • Tendencia a ver las cosas como correctas o incorrectas, sin puntos intermedios. Ejemplo: "Si pierdo los nervios con mi hijo soy una mala madre".

  • Sentencias del tipo " debería..." o " tener que"...: son reglas arbitrarias, impuestas a voluntad del que las crea sin seguir ningún tipo de lógica o razonamiento. Si se rompen, se crean sentimientos de culpa, tristeza, incompetencia, etc. Ejemplo: " No debería sentir emociones negativas como la tristeza o los celos" (¿ Dónde está escrito que no se puedan sentir estas emociones negativas?).

  • Inflexibilidad y rigidez: cuando las normas que nos exigimos o exigimos a otros no pueden variar bajo ningún concepto. - Se asocia el " error" al " fracaso" , lo que conlleva un excesiva necesidad de control y comprobaciones continuas para asegurarse de que no hay ningún error y todo esta correctamente hecho.

  • Dificultad para delegar en otros al no confiar en el criterio de los demás considerando el propio como el único válido.

  • Comparaciones sociales inapropiadas: existe una tendencia en las personas perfeccionistas a compararse con los demás con mayor frecuencia que otras personas, y a salir perdiendo en estas comparaciones.

  • Dificultad en la toma de decisiones ante la posibilidad de equivocarse de manera irreversible.

  • Posponer y/ o evitar: al retrasar la realización de las cosas o evitarlas no se necesita afrontar la posibilidad de hacer un trabajo imperfecto.

  • Intentos de modificar la conducta de los demás.


Que se cumplan algunas de estas características no es sinónimo de " padecer de perfeccionismo".  Todos y cada uno de nosotros puede "practicar" un poco de cada una, la diferencia se encuentra en la frecuencia con la que ocurren y el grado de sufrimiento que ocasiona a nosotros mismos o a los demás. 

 

Algunas ideas para flexibilizar nuestro perfeccionismo:

  • Acepta la imposibilidad de la existencia de lo perfecto. Todo lo que podamos considerar o imaginar como perfecto es siempre susceptible de mejorarse, os invito a que hagáis la prueba.

  • Cambiar la máxima " debo hacerlo perfecto" por " hacerlo lo suficientemente bien" disminuye el nivel de exigencia con el que iniciamos una tarea y permite fijar nuestra atención en metas más realistas y, por tanto, más plausibles.

  • Se realista. Aprende a tener una visión realista de tus responsabilidades y posibilidades, asumiendo que el ser humano no puede con todo y aceptando tus debilidades pero sin olvidar tus fortalezas.

  • Date permiso a cometer errores. Date permiso a ser un ser humano. El ser humano es

  • imperfecto, gracias a lo cual hace que su vida sea un interesante camino donde aprender, sorprenderse, imaginar, crecer, explorar, jugar...todas ellas cosas que no tendrían cabida si las personas fuéramos perfectas. Date permiso a poner en práctica todos estos verbos y otros más que te harán sentir vivo.

  • Toma como positivas las críticas. No tomes las críticas como una ataque a tu persona y tu valía, sino como información que te permitirá mejorar para la próxima vez. Si recogemos las críticas como una alusión a nuestras debilidades y, por tanto, las leemos como aquello que nunca podremos ser o hacer, estamos avivando el fuego del perfeccionismo al seguirle el juego a las sentencias " debería" ( " no debería haber hecho tal, ha sido un error"), asociando el error al fracaso, categorizando el mundo en " correcto" e "incorrecto"...

  • Prioriza metas. Intentar alcanzar lo, supuestamente, perfecto mata la creatividad, la espontaneidad y la productividad. Perseguir altos estándares y fijarse sólo en la meta de la perfección como fin último , nos impide disfrutar del camino que estamos recorriendo y atender a pequeños detalles que pueden sorprendernos y hacernos disfrutar del momento. La felicidad está más en la salida y en el recorrido que en la meta.

"The journey is the reward." ( El viaje es la recompensa) Proverbio chino 

  • Aprende a pedir ayuda. Permite a los demás que puedan mostrarte también sus capacidades, su valía. Repartir responsabilidades permite enriquecerse con el conocimiento de los demás y aumentar el tiempo de dedicación a otras tareas quizás olvidadas, como las dirigidas uno mismo.

  • Y, sobretodo, convéncete de que tu valor , y el de los demás, no está en función de los resultados, sino en el sencillo e importante hecho de ser persona.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

Re-conectate con tu pareja ahora que llega el verano: cinco ideas para fortalecer la relación

Con la llegada del verano, la jornada intensiva en las empresas y las vacaciones estivales,  tenemos más tiempo para dedicar a todas esas cosas importantes que durante el año hemos dejado postergadas  a un segundo plano.  Puede que durante el año no nos hayamos dedicado tiempo a nosotros mismos, que hayamos dejado un hobbie abandonado, o que nuestra relación de pareja se haya visto resentida por el ritmo frenético que nos envuelve durante el año. Escuchar nuestras necesidades, hacer una pequeña ojeada a las condiciones en las que llegamos a esta nueva época estival, nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestro entorno, nos puede ayudar a aprovechar este tiempo para cuidarnos y reparar las pequeñas imperfecciones que haya dejado el año.

"Para las relaciones de pareja, el trabajo, el estrés y las preocupaciones pueden ser un motivo de alejamiento. La rutina, la falta de tiempo libre, la necesidad de estructurar nuestra vida con el fin de poder conciliar el aspecto profesional y el personal dejan poco tiempo para el disfrute en pareja." 

 Por eso, muchas personas conciben este momento como un reencuentro, bien por el aumento de horas que vuelen a pasar juntos, o por volver a conectar con lo que más les gusta de sus parejas. Y es que en el verano,  todas las estrellas parecen alinearse para marcarnos el camino hacia la tranquilidad, el disfrute y  la conexión con lo más genuíno de nosotros mismos. Alejarnos de lo que durante el año ha significado para nosotros preocupaciones, sacrificio, esfuerzo, falta de sueño y falta de tiempo libre nos permite acercarnos sin obstáculos de por medio a nuestra pareja. Además, la sensación de liberación propia del verano nos ayuda a conectar con lo que más nos gusta de nosotros mismos y a proyectar esa imagen a los demás, mostrando nuestra cara más atractiva.

Aprovechar el verano para fortalecer la pareja, para dedicarse tiempo de calidad y para volverse a enamorar es una manera de crear un fuerte tronco que aguante los vendavales y chaparrones del invierno. 

¿Cómo puedo fortalecer mi relación de pareja durante las vacaciones?

  1. Buscad conectar con la esencia de la pareja y cread un plan a medida. Si sois una pareja divertida, vuestro plan quizá sea ir a ver un monólogo o recordar las anécdotas más graciosas que habéis vivido juntos durante un paseo;  mientras que si sois una pareja con gran pasión por la naturaleza quizás os guste más una ruta por la sierra o comenzar un huerto ecológico en casa.
  2. Dedicad tiempo a los pequeños detalles que llenan de amor una relación, como mirarse a los ojos u observar al otro sin decirle nada, darse al menos cinco caricias al día (sí, ¡como la fruta!) o buscar esos temas de conversación que os mantienen embebidos durante horas.
  3. Compartid momentos y las sensaciones que experimentáis en ellos.
  4.  La respuesta sexual y el estrés son grandes enemigos, aprovechad la calma para disfrutar juntos y dedicaros ese tiempo.
  5. Escoged símbolos que reflejen esa unión y os den fuerza para el año: una fotografía, una pulsera, una concha de la playa, una piedra especial...

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Emociones evitadas, sentimientos no sentidos

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Las emociones y sentimientos son algo real que no podemos eliminar o provocar a nuestro antojo, simplemente suceden. Los sentimientos son las reacciones más importantes y trascendentes que tenemos como seres humanos, nos dan luz sobre el rumbo a tomar en cada paso de la vida, nos ayudan a darnos cuenta de nuestras necesidades y deseos; reprimirlas, negarlas, ocultarlas, racionalizarlas en exceso, nos anula y nos distancia de nosotros mismos, nos disfraza la realidad y no nos permite generar recursos de afrontamiento, y entonces, se enquistan en el cuerpo provocándonos somatizaciones y problemas de salud.

Muchas personas se han desconectado de sí mismas, de sus auténticas necesidades, motivaciones y emociones, y se han construido una vida donde "ni siento ni padezco", "siento sólo aquello que soy capaz de digerir", "siento sólo cosas supuestamente bonitas o agradables pero alejadas de mi propia realidad".

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La dificultad para gestionar las emociones y los sentimientos nos lleva al autoengaño y a largo plazo a un callejón sin salida de insatisfacción, de soledad o de enfermedad.

El sufrimiento que nos produce enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestro dolor, a nuestra vulnerabilidad..., impide el acceso a la plenitud y a la satisfacción. En la vida no es posible sólo sentir las emociones agradables, sin las desagradables o dolorosas no tenemos acceso a todo el universo emocional y a una vida plena. Hay personas que viven en un universo irreal de felicidad, evitando todo aquello que le genere disonancias, displacer, frustración o dolor: evasión e compras sin sentidos, ocio vacío, drogas, adicción al trabajo, perfeccionismo sin sentido, asentarnos en un rol y no movernos de ese lugar, reproducción de patrones automáticos de comportamiento, dejarse llevar pro nuestra zona de confort... Entonces... dejamos de sentir y dejamos de vivir.

Muchas veces, negamos nuestro yo emocional y visceral, para mantener la autoestima en equilibrio, una autoestima basada en cierta imagen o en cierto rol, o en ciertas circunstancias que no tienen nada que ver con nosotros mismos, o para que no afloren miedos y penas muy profundos que pueden tener su origen en un niño o niña heridos, miedos o penas que creemos que no seremos capaces de superar. Podemos tener miedo a no controlar las emociones o no controlar las emociones o la conducta del otro y sentimos que evitamos un conflicto si nos callamos. 

Nada más lejos de la realidad emocional, al ir dejar fluir nuestras emociones y sentimientos, al conectarnos con nuestra vulnerabilidad y al expresar nuestros sentimientos, iremos recuperando una autoestima sólida centrada en nosotros y no en aspectos externos, iremos curando las heridas del pasado y situando las cosas en la vida de modo que nos perjudiquen lo menos posible.

Cuando expresamos las emociones, vamos cubriendo necesidades pendientes para poder satisfacerlas y cerrarlas, dejando paso a nuevas necesidades y espacio para vivir en el aquí y ahora.

Las emociones están en la base de nuestra superviviencia y en la base del acceso a todo aquello que nos provoca bienestar, sin ellas no podemos tampoco construir vínculos con las demás personas.

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"Reconocer la vulnerabilidad nos vuelve auténticos y nos acerca a los demás; nos hace más valiosos como experiencia humana con otro y nos hace libres"

¿Cómo conseguir conectarme más con mis emociones?

  1. Escuchar al cuerpo es el primer paso, en él se anidan las emociones más básicas, las necesidades más primarias, poco a poco iremos siento capaces de identificar en él las emociones que está sosteniendo.

  2. Aceptar las emociones como algo natural y positivo, incluyendo las emociones que nos dan miedo o rechazamos. Todas las emociones y sentimientos nos sirven para algo aunque racionalmente pensemos que no son adecuadas. en este proceso de aceptación cada vez seremos más capaces de sentir que la emoción es una aliada y no una enemiga.

  3. Dejar espacio para la espontaneidad y ser nosotros mismos; buscar espacios o personas con las que pueda aflorar mi yo más esencial y auténtico. Descubriremos los beneficios de no avergonzarnos de nosotros, de no pensar antes de hacer, de fluir sin necesidad de hacer o decir nada especial y eso nos dará muchas claves para seguir nuestro camino de desarrollo personal.

  4. Detectar mis puntos débiles: exceso de racionalización, exceso de actividad para no pensar, relativizar las cosas y ver sólo el color de rosa o la paja en el ojo ajeno, adición a alguna cosa o sustancia.

  5. Expresar a los demás mis emociones, necesidades, deseos..., marcando límites, pidiendo algo, expresando lo positivo, dando mi opinión sincera, expresando una crítica... La asertividad nos ayuda a ser más conscientes de nuestras emociones y necesidades y a equilibrar y gran parte de las veces a acercar las relaciones con los demás.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

 

Pensamientos que nos hacen daño... Hoy... el pensamiento de "Todo o nada"

Cuando buscamos dar explicación a las situaciones que nos suceden en nuestro día a día, no somos conscientes, pero nuestra cabeza en lugar de convertirse en una máquina perfecta que analiza la realidad y nos ayuda a tomar la mejor decisión, muy al contrario de lo que podríamos pensar, está tremendamente influida por motivaciones, deseos, expectativas y sobre todo emociones.

Todo esto nos lleva a cometer muchos errores a la hora de interpretar lo que nos sucede, sobre todo si es algo importante para nosotros.

Uno de esto errores es el "pensamiento de todo o nada", también conocido como pensamiento dicotómico o extremos del pensamiento.  Consiste en interpretar lo que nos sucede siempre en extremos sin tener en cuenta los términos medios. Este pensamiento nos lleva a ver las cosas como blancas o negras, verdaderas o falsas, buenas o malas... y por tanto dejamos de contemplar un amplio rango de interpretaciones que podrían ser mucho más acertadas.

¿Cómo nos afecta pensar de esta forma tan extrema?

A parte del error que se comete, pensar así repercutirá en cómo vamos a sentirnos y por tanto en lo que decidamos hacer. Un claro ejemplo sucede cuando nos sentimos deprimidos y pensamos: "soy un inútil, no sirvo para nada, todo lo hago mal"... todos estos pensamientos, aunque quede claro que son erróneos, nos llevarán a sentir emociones negativas como la tristeza, la rabia, la ira o la frustración, y sin darnos cuenta, al darlo por válido, nos llevará en este mismo ejemplo a quedarnos en casa, conservar la tristeza, llorar o no querer hablar con nadie.

¿Cómo podemos evitar caer en la trampa del todo o nada?

Entrenando nuestra cabeza, como si tuviésemos instalado un dispositivo de alarma que se activa cada vez que se produce un pensamiento de este tipo e, inmediatamente sometiéndolo a juicio. Al convertirnos en grandes detectores de pensamientos negativos podremos llegar a ser grandes cazadores de los mismos. Las emociones pueden darnos muchas pistas para encontrar estos pensamientos, y una vez que lo tengamos detectado preguntarnos:

¿De verdad no hago nunca nada bien?, ¿qué pruebas tengo de que soy un inútil?, ¿es cierto que todas las personas de mi alrededor son malas?, ¿que evidencia existe de que todo en el futuro me irá mal?, ¿es cierto todo esto que estoy pensando o estoy exagerando un poco?...

Las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a dar explicaciones más cercanas a la realidad, y por tanto también repercutirá en cómo nos sintamos y lo que decidamos hacer. En el ejemplo anterior, al lograr cambiar los pensamientos de todo o nada, la persona podrá darse cuenta de que no siempre se equivoca ni hace las cosas mal, que las personas de su alrededor, al igual que ella, cuentan con fortalezas y debilidades, y que en otras ocasiones ha sido capaz de hacer cosas por las que ha sentido orgullo.  Por tanto, probablemente los sentimientos de tristeza o frustración no serán tan intensos ni necesitaremos aislarnos del mundo.

Magnificar lo negativo y minimizar lo positivo

Predicciones catastróficas y magos del pensamiento

 

Las emociones y la supervivencia

Los sentimientos y emociones son los cimientos de nuestra mente. De todos los fenómenos mentales, los sentimientos y sus ingredientes emocionales son los menos conocidos en términos biológicos y neurobiológicos.

Las emociones nos preparan para manejar sucesos importantes sin pensar en lo que hay que hacer, por ello son muy primitivos en nuestra estructura cerebral y son básicos para la supervivencia de la especie y de muchas otras. Están relacionados con aspectos muy básicos a nivel biológico como los procesos metabólicos o el sistema inmunológico. Manejar adecuadamente nuestra emociones nos aporta por lo tanto salud y felicidad.

En el continuo evolutivo de las emociones y sentimientos encontramos.

  1. En un primer nivel: el proceso de metabolismo (mantiene a través de componentes químicos y mecánicos el equilibrio de las químicas internas), reflejos básicos (que reaccionan al ruido, la luminosidad, el calor o frío extremos… para replegarse y protegerse), el sistema inmune (el cual nos defiende de agentes peligrosos como virus, bacterias, parásitos).

  2. En un segundo nivel: comportamientos asociados al placer o al dolor con componentes de acercamiento o retirada (no nos tocamos una zona que nos duele y nos acercamos a fuentes de placer, expresamos el sufrimiento y dolor en la cara y en el cuerpo y abrimos y relajamos el cuerpo, liberando endorfinas ante las fuentes de placer).

  3. En el tercer nivel: instintos y motivaciones diversos, como la sed, el hambre, la curiosidad, la exploración, el juego y el sexo.

  4. En el cuarto nivel: Las emociones propiamente dichas (alegría, pena, miedo, vergüenza, orgullo… y sus expresiones faciales, vocales y corporales.

  5. En el quinto nivel: los sentimientos (las imágenes mentales de las emociones).

Todos estos dispositivos se activan al nacer o poco después con poca dependencia del aprendizaje (por ejemplo: llanto reactivo de los bebés). Sin embargo, el aprendizaje jugará un papel esencial a la hora de saber cuando desplegar estos dispositivos, con qué intensidad, o cuando inhibirlo.

Los niveles interactúan entre sí: por ejemplo el miedo, la tristeza o el asco inhiben el hambre, la sed y los impulsos sexuales, la satisfacción de los instintos produce felicidad, la frustración de los instintos produce cólera o tristeza. El manejo inadecuado de las emociones lleva a enfermedades que tiene que ver con los procesos metabólicos o autoinmunes.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

 

Educar sin gritar es posible

“¡Niño, deja ya de joder con la pelota! ¡Que eso no se hace, que eso no se dice, que eso no se toca!”...  Así recogía Joan Manuel Serrat la manera en la que nos dirigimos y asumimos la educación de “esos locos bajitos”, como los llama en su célebre canción. Y, en efecto, tanto en el ámbito escolar como en el familiar, es frecuente responder con el grito a todas las acciones de los niños que se escapan a nuestro control o a nuestra manera de entender los límites del comportamiento socialmente aceptado. Entre todos, hemos convertido al grito en un elemento central en la educación, enseñando a los niños a portarse bien para evitarlo y a aceptar solamente aquellos límites que se imponen con él. 

Es evidente que los límites son un elemento necesario en la educación y la salud mental de los pequeños,  pero si solo se establecen por medio de gritos, estamos perdiendo de vista otras maneras más efectivas y racionales de educar, y pecando de una rigidez y un reduccionismo que no nos benefician como padres y como educadores.

Adquirir nuevas actitudes en la forma de relacionarnos y educar a los niños, y, a la vez,  adaptar nuestras respuestas de un modo flexible a su comportamiento, variando el tono y el modo en el que nos dirigimos a ellos, reforzará nuestra figura de autoridad y nos mostrará como ejemplo de cómo abordar los problemas desde la razón, la contención y la templanza, no desde el descontrol que el grito lleva implícito.

Empatizando, validando, conteniendo, manejando los tiempos y negociando con nuestros hijos, manejaremos los conflictos desde un lugar en el que la relación padre/madre - hijo/hija saldrá reforzada.

  1. Empatizar, es decir, entender la posición, las motivaciones o el punto de vista desde el que nuestros niños actúan, nos ayudará a comprender muchas reacciones que desde nuestra perspectiva de adultos nos pueden parecer inadecuadas. Un ejemplo de empatía sería “Entiendo que quieras comer más chuches, ya has comido suficientes y no quiero que te pongas malito”.
  2. Validar la emoción que está empujando a nuestro hijo a actuar de una determinada manera, poniéndole nombre a lo que está sintiendo y quizá no esté sabiendo identificar, ayudará al niño en su desarrollo emocional y será una magnífica base desde la que aprender a manejar y gestionar sus emociones. Un ejemplo de validar serías “Veo que te ha enfadado mucho lo que te ha pasado en el cole, ¿quieres que hablemos de ello?”
  3. Contener las reacciones desmesuradas en las que el niño pueda dañarse, dándole alternativas desde la protección y la preocupación para expresarse sin ponerse en peligro, es una manera de acompañar al niño en los momentos en los que necesita una ayuda para manejar sus emociones y sensaciones, favoreciendo un vínculo sano entre padres e hijos.  Para ello tendremos que mantener un contacto visual y corporal con el que ayudemos al niño a contenerse y a expresarse de manera calmada y controlada.
  4. Manejar los tiempos y nuestras propias emociones cuando tratamos con los niños es una manera de demostrarles respeto y permitirles desarrollar su autonomía. La falta de tiempo que gobierna nuestro día a día nos hace imponer nuestros ritmos  a los peques sin tener en cuenta sus necesidades. Pararnos a respirar y plantearnos si nos estamos poniendo nerviosos porque nuestro hijo se ata muy lento los zapatos, o si es porque nosotros no tenemos tiempo para permitirle automatizar la lazada, nos evitará manejarnos desde la rabia con el niño.
  5. Negociar y llegar a acuerdos comunes favorece el encuentro entre padres e hijos. Es una manera, además, de ofrecer a los pequeños un entrenamiento en empatizar, conectar con sus necesidades, generar alternativas y tolerar la frustración. Para ello nos ayudará tener claro qué aspectos de la educación estamos dispuestos a negociar y cuáles son nuestros límites, además de tener una actitud abierta y flexible a las propuestas de nuestros hijos.

 Al establecer límites desde estas posiciones apostaremos por una relación en la que el respeto entre padres e hijos o entre niños y adultos tendrá un origen sano y genuino y evitaremos inculcar una forma de respeto basada en el miedo.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Celos en los niños... tenemos un problema desde que nació el bebé

Ha nacido su hermanito y Jaime de 4 años tiene pelusa, no quiere que nadie mire al bebé, le quita sus cositas, quiere dormir en el cuarto de sus papás y volver a tener chupete. Está más "chinchoso" y se muestra más huraño. Jaime está teniendo celos, hasta hace poco era el centro de atención de todo su entorno y lo fue durante casi 4 años, de repente todo esto se ha acabado para él.

¿Y si mamá ahora no me quiere tanto? ¿Y si no me van a cuidar igual? Antes, todo el rato estaban conmigo, todo era para mí y ahora me dicen que tengo que compartir, pero qué es eso de compartir!!!!!!!!????????

Los celos forman parte de un proceso normal de adaptación a la nueva situación cuando nace un hermanito, no todos los niños lo experimentan y no todos lo experimentan de manera extrema.

Aunque nos parezca que sentir celos es destructivo e intentamos eliminar ese sentimiento de los niños o de nosotros mismos siendo adultos, los celos tienen un componente adaptativo muy importante, han posibilitado nuestra superviviencia, pro ello la selección natural los ha mantenido presentes en nuestro universo emocional.

Los celos están muy conectados con nuestra necesidad de apego y vínculo. el ser humano necesita vincularse par asentirse seguro, nacemos desprotegidos, con todo por aprender y muy vulnerables, necesitamos el contacto continuo con un adulto que nos alimente, nos consuele, nos estimule, nos proteja de los peligros... si aparece otro bebé la atención se divide y las posibilidades de superviviencia en un entorno hostil son mucho más bajas. Los celos son una lucha por la atención.

Una clave para prevenir y manejar los celos es fomentar un vínculo seguro con los hijos, no excesivamente dependiente. cuando el apego es dependiente (niños muy mimados o sobreprotegidos) o ambivalente (poca atención o atención excesiva para compensar la poca atención previa), el niño no establece un apego seguro en el que sabe que no le pasará nada y que le quieren aunque no estén a su lado o prestándole atención. Un niño con más celos quizá es un niño más inmaduro y más inseguro y debemos revisar el tipo de apego que le hemos ofrecido como adultos, par ir dosificando progresivamente la retirada de atención y empatizar con los celos del niño ya que detrás de los celos hay miedo y sufrimiento.

También iremos de una manera progresiva facilitando la relación del niño con el nuevo hermanito para ir inhibiendo la rabia que aparece como mecanismo de defensa, como solución a los celos. Esto lo cosnseguiremos fomentando la complicidad con "el príncipe destronado" al tiempo que favorecemos que éste empatice con el bebé: "¡¡¡Qué fastidio!!! el bebé vuelve a llorar Jaime, no me deja dormir ningún día, no como tú que ahora duermes de un tirón y ayudas a que mamá descanse" (mientras le damos un gran beso). "tú cuando eras pequeñito también llorabas, ¿sabes? igual que el hermanito, ¿me ayudas a mecerle?

Poco a poco, y siendo muy consistentes con estas estrategias, todo se irá normalizando en la medida en que el niño vaya construyendo una mayor autonomía y ese vínculo seguro, sintiendo que los demás están ahí para él aunque no estén siempre ofreciéndole atención.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo crece