El poder de la ilusión

ILUSION1.jpg

Ya estamos en enero y su famosa cuesta… es cierto que es difícil volver a la rutina y engancharnos nuevamente al ritmo de las cosas. Pero no debemos pasar por alto lo positivo e importante de las fiestas, sean cuales sean, si despiertan nuestra ilusión y nuestras ganas.

kids1jpg-441110.jpg

Cuando vemos a los más pequeños ver a los reyes en una cabalgata o recibiendo algo que les gusta, la ilusión se dibuja en sus caras, y es que, con el apoyo y el vínculo adecuado, desde que son muy pequeños tienen sueños e ilusiones: qué quieren ser de mayores, a qué personajes admiran y cuanto esperan parecerse a ellos o ellas, qué recibirán por su cumpleaños, qué sorpresa les depara un día especial…

A medida que crecemos nos olvidamos de algunos sueños, o damos por perdidos ciertos deseos. A veces nos llevamos decepciones que nos hacen perder la esperanza y otras simplemente la tristeza no deja hueco para otro tipo de pensamiento más positivo o más enfocado a nosotros mismos y a lo que queremos de la vida.

calcetines-ilusion.jpg

Pero crecer no significa ni mucho menos, renunciar a las ilusiones y los sueños, sino que éstos van evolucionando con nosotros y vamos cambiando unas ilusiones por otras. Tener ilusión es tener ganas y afrontar la vida con más optimismo y energía, teniendo la visión de que podemos conseguir aquello que tanto deseamos, siempre teniendo los pies en la tierra hasta cierto punto y sobre todo siendo proactivos. Nadie va a llamar a nuestra puerta ofreciéndonos ilusiones, debemos buscar las nuestras propias y una vez las tengamos movernos en dirección a conseguirlas, poniendo de nuestra parte para ello.

Qué hacer para encontrar ilusiones…

1.    Sé inquieto.

Explora, sal de tu zona de confort y de lo que normalmente haces. Atrévete a probar cosas nuevas y si te hacen feliz, sigue por ese camino, nunca sabrás lo que puedes descubrir si no indagas un poco…

2.    Vive el presente.

Es importante conectar con el aquí y el ahora, porque tus ilusiones de antes no tienen por qué ser las del presente. Concéntrate en lo que necesitas ahora y déjate llevar por ello.

mujer-y-globos.jpg

3.    Piensa en ti.

A veces vivimos demasiado pendientes de lo que los demás necesitan o de lo que los demás esperan de nosotros. Rompe un poco con esto y céntrate en ti, en tus necesidades, en tus sueños, en lo que te hace feliz…

4.    Mira a tu alrededor.

A veces la inspiración nos llega de las pequeñas cosas o los pequeños detalles, sal de tu cabeza y de tus preocupaciones y observa lo que te rodea, seguro que encuentras cosas positivas a tu alrededor que pueden llenarte de energía positiva para empezar a ilusionarte.

5.    No te pongas trampas.

No dejes que seas tú mismo el que te pone obstáculos por miedos o inseguridades sobre si conseguirás aquello que quieres o no. Recuerda que no siempre conseguimos lo que nos proponemos, pero vivir con ilusión nos ayuda a enfrentarnos al día a día de una manera más positiva.

Y…

vivir-con-ilusion-esperanza.jpg

6.    ¡Manos a la obra!

Cuando encuentres algo que te puede ilusionar y hacer feliz, aprovéchalo, dedícale tiempo y dedícate tiempo.

¿Quién dijo que ilusionarse era cosa de niños? Y si lo es, aprendamos de ellos y nunca dejemos que los sueños se nos escapen de las manos.

Romina Collado

Psicóloga

Grupo Crece

¿Sabes empatizar?

Podríamos hablar de la empatía en varios términos, por ejemplo como una capacidad, una habilidad, una característica innata de alguna persona, una herramienta de comunicación o una técnica para conseguir algún objetivo. Sin embargo todas ellas comparten un denominador común: el efecto que genera en la persona que lo recibe.

La definición más conocida y simple de la empatía es la siguiente: “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Pero… ¿qué es eso de ponerse en el lugar? Erróneamente las personas que leen esta definición podrían concluir que para empatizar con alguien tendrían que ser capaces de sentir exactamente lo mismo que esa persona está sintiendo en ese momento. Esto por supuesto es un error.

La empatía o capacidad de empatizar se ha estudiado también utilizando como contraste los trastornos del espectro autista.  En estos casos las personas que lo padecen, en mayor o menor medida muestran grandes dificultades para tener en cuenta lo que piensa o siente el otro. Una de las teorías que se han estudiado para comprender esta incapacidad son las teorías referentes a las “neuronas en espejo”. De una forma muy simple (sin ánimo de profundizar en el asunto) se concluiría que estas personas tendrían dificultades para ponerse en el lugar del otro debido a la ausencia o alteración en este sustrato. Dando esto por cierto, estas neuronas en espejo serían las responsables de que saltásemos de alegría cuando un amigo nos comunica con gran entusiasmo que le han ascendido en el trabajo, o las que nos pueden hacer llorar cuando vemos una película triste.

Como veis hemos empezado a hablar de emociones y ya no tanto de estar en el lugar de nadie. Hablamos de CAPTAR Y RECOGER LA EMOCIÓN.

La verdadera clave de la habilidad de empatizar está en ser capaz de CAPTAR y RECOGER esa emoción para después TRANSMITIR al otro que lo hemos hecho. En este caso, captar significaría “darnos cuenta”, recoger significaría “colocarla en nosotros mismos” y transmitir estaría relacionado con “ser reflejo de ella ante el otro”. Y para ello la auténtica y verdadera clave está en una sola cosa: LA EMOCIÓN.

En las formaciones de inteligencia emocional al igual que en muchas otras, siempre me gusta dar un papel importantísimo a la capacidad de empatizar, ya que en sí supone la capacidad de centrarse en la emoción del otro en lugar de vislumbrar el problema. Y hay una metáfora que me gusta mucho contar para explicarla.

“Tendríamos que pensar o imaginar que tenemos un jardín pequeño y delicado, con bonsáis y pequeñas macetas entre otros elementos. Disponemos de una manguera para poder regar todas estas plantas pero el agua sale con un chorro de gran presión. ¿Cómo regaríamos nuestras plantas?... y todo el mundo contesta… pues echando el agua a un cubo o una regadera… Pues precisamente esa acción de meter ese chorro de gran presión… recogerlo… colocarlo… para luego regar… es la capacidad de empatía. El gran chorro de agua es la emoción y nosotros somos ese recipiente que guardará el agua para luego regar con delicadeza (el jardín sería el problema o la cuestión de la que emana esa emoción)”.

En el primer párrafo habíamos indicado que el denominador común de la empatía era el efecto que generaba en el otro. Y esto es realmente lo único importante cuando hablamos estrictamente de habilidad empática,  lograr generar la sensación en el otro de que somos capaces de recogerle antes de empezar a dar consejos para solucionar sus problemas.

Si tuviésemos que resumir el proceso en tres pasos serían los siguientes:

1) Visualizar la emoción

En primer lugar tenemos que olvidar el problema o cuestión que conlleva la situación y visualizar la emoción. Una persona puede venir a contarnos algo en un tono neutro o sin emoción… en este caso no tiene ningún sentido empatizar, pero en otras ocasiones las palabras o acciones pueden estar mediadas por esa emoción. Las claves para detectar esta emoción las podemos detectar en el lenguaje no verbal o paraverbal. Imaginemos que un amigo viene a hablar con nosotros y nos saluda con desgana, su tono de voz es bajo y monocorde con respecto a lo que estamos acostumbrados en él, se muestra cabizbajo y algo encogido, habla muy despacio y tarda en reaccionar a lo que le decimos... ¿sospecháis alguna emoción? Efectivamente, esta persona parece triste.

2) Recoger la emoción

El siguiente paso está en recoger esa emoción. Ya nos hemos dado cuenta de que viene triste y decaído y por tanto nosotros vamos a adoptar nuestra postura y gesto a él. Nuestro rostro, actitud corporal, tono de voz,  velocidad… van a adaptarse como si fuésemos un espejo, hasta que la emoción vaya estabilizándose. En este paso no vamos a dar consejos ni a interrumpir, solo escuchar con atención lo que cuenta y a su emoción.

3) Reflejar y sincronizar la emoción

Por último, en el transcurso de la conversación le mostraremos el reflejo de ese espejo a través de expresiones empáticas como “entiendo…”, “lo lamento mucho…”, “entiendo que estés triste”,“noto que esto te es doloroso”…

¡¡MUCHO ÁNIMO Y A PRACTICAR!!

 

¿Tengo un problema o un adolescente?

ado2.jpg

A los padres y madres que acudís a consulta con vuestro hijo adolescente:

En primer lugar, enhorabuena, con este gesto estáis transmitiendo a vuestros hijos que, por muy mayores que sean, todavía y siempre estaréis ahí para cuidarles, apoyarles y dotarles de todos los recursos para su bienestar.

Sin duda, la adolescencia es un momento de crisis. ¿Quién no recuerda con cierta angustia esa época en la que cada día te levantabas con una emoción invadiéndote y con un planteamiento diferente sobre la vida? Aunque sea una etapa dura, se trata de una crisis necesaria y adaptativa. Es la manera en la que los adolescentes encuentran su lugar en un mundo en el que la infancia, a veces, se quiere acortar, llenando a los niños de responsabilidades desde que son pequeños y en la que la edad adulta se atrasa a veces por encima de los 30 años.

Si vemos esta realidad, ¿No es lógico que los adolescentes se revelen? ¿No es comprensible que estén enfadados con un mundo que hasta ahora estaba idealizado y se torna real de un día para otro?

Cuando nos planteamos como padres acudir a terapia con nuestros hijos adolescentes, es importantísimo distinguir entre dos formas de adolescencias: las adolescencias estándar y las adolescencias problemáticas. Y, sobre todo, es preciso intentar como padres no instalarnos en la queja, ya que desde ahí, no podremos construir un lugar de encuentro.

¿Qué comportamientos definen una adolescencia estándar, pero pueden confundirnos y preocuparnos como padres? Pues aunque a veces os incomode y os sintáis desbordados, podéis estar tranquilos si vuestro hijo…

adolescentes.jpg

Es egoísta.

Su naturaleza de adolescentes les enfoca a ellos mismos, sus emociones les invaden con una intensidad que no han sentido nunca, lo que les consume una gran cantidad de recursos, haciéndoles complicada la ya difícil tarea de empatizar. Ante esta realidad, tenemos dos opciones: perseguirles diciendo que son unos egoístas, que no les reconocemos con esa actitud, o dedicar un mayor espacio a visibilizar las emociones de la familia, atendiendo especialmente a las suyas, dando ejemplo de empatía.

No os cuenta las cosas.

Un día llegan a casa abatidos y al siguiente parece que les ha tocado la lotería, pero cuando les preguntáis qué les pasa os dicen “nada, no sé”. Esta respuesta levantará todas las alarmas maternales y paternales, la desconfianza se cernirá sobre vosotros y en vuestras cabezas aparecerán las opciones más extremas. Sin embargo, muchas veces esta respuesta es la más sincera que os puedan dar, ya que ni ellos mismos entienden el por quéde sus comportamientos o de sus estados de ánimo, o, en otras ocasiones, no saben cómo explicarlos, ya que cosas que antes no les afectaban, ahora les inundan.

No tiene la energía que tenía antes.

El cuerpo de un adolescente es como un guiso en ebullición: constante actividad, constante desgaste. Tener menos energía, algún dolor de cabeza o mucha hambre, responde al aumento de la activación interna por los procesos hormonales que se desarrollan en su cuerpo.

Solo le motiva lo que tiene que ver con la tecnología y las redes sociales.

La adolescencia es la época del despertar social, del darse cuenta de la influencia social que tenemos como individuos, y ese descubrimiento es enormemente ilusionante. La mayoría de los casos, esa motivación está muy lejos de las temidas adicciones a las redes sociales. Para ellos la tecnología es su manera de relacionarse con el mundo, pero también de leer, de descubrir, de estudiar... No debemos dar por hecho que cada vez que cogen la tableta es para hablar con los amigos (aunque si fuera así, tampoco nos resultaría muy complicado entenderles; ¿o es que nosotros no aprovechamos cualquier momento para consultar nuestro whatsapp?).

ado3.jpg

La crisis adolescente se convierte en muchas ocasiones en una crisis familiar, en la que los padres y madres también desempolvamos al adolescente que hay en nosotros, entrando en dinámicas que no están a la altura de nuestro papel.

Es importante entender la adolescencia como un momento de crisis en el que la diferenciación de los chicos y chicas de la familia, empezando a tomar sus decisiones y encaminarse hacia sus propias metas, desempeña un papel fundamental. Para favorecer una sana diferenciación, es necesario que como padres y madres nos mantengamos  en nuestro rol adulto a pesar de los envites, pudiendo acompañar a nuestros hijos e hijas en este centrifugado en el que están inmersos,  pero sin contagiarnos con su confusión, sus miedos y su inestabilidad.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar y educativa

Grupo Crece

Metas para 2018. Pasos para no fallar.

berg.jpg

Seguramente la sensación de tirar la toalla y abandonar un objetivo no sea una sensación del todo ajena para la mayoría de nosotros.

Hay ciertas metas que nos marcamos que son difíciles de conseguir y la frustración, el desánimo o el enfado nos hacen abandonar nuestro propósito.

Una correcta planificación puede ser la clave para conseguir lo que nos proponemos.

1.    Seamos honestos con el nivel de compromiso.

Por muy motivados que estemos, si no nos comprometemos con nuestra meta, difícilmente vamos a conseguirla.

Para implicarnos de una manera más formal,podemos,por ejemplo, realizar un contrato por escrito, donde nos comprometamos con nosotros mismos a la consecución de la meta.

2.    Lleva tú el timón.

manos-sobre-timon.jpg

Está claro que no tenemos el control sobre todo lo que nos pasa, pero sí podemos decidir cómo reaccionar y actuar al respecto.

Frases del tipo: “Así es la vida”, “qué le voy a hacer”, “nadie me entiende”, “todos me tienen manía” … son las que nos llevan a la falsa ilusión de que no tenemos responsabilidad sobre nuestros propios actos y sobre nuestra propia vida, y esto es erróneo además de perjudicial para nosotros. Cuando estos pensamientos nos invadan, pensemos: ¿hay algo que yo pueda hacer? ¿Qué puedo hacer para mejorar mi situación? Piensa que siempre tienes opciones.

3.    Hagamos la meta específica y medible.

Cuanto más concretos seamos con nuestras metas, más probabilidad habrá de que la consigamos.

Por ejemplo, la meta “ser más sano en 2018”, tiene buenas intenciones, pero es muy vaga. Debes intentar concretar esta meta de alguna manera. ¿Qué puedo hacer para ser más sano? ¿hacer deporte 3 veces por semana? ¿comer 5 piezas de fruta al día? ¿reducir la ingesta de azúcar, de grasas…? Intenta especificar todo lo que puedas.

4.    Divide la meta, en “minimetas”.

crecimiento-profesional.jpg

Pensar en la meta final puede ser un poco abrumador y podemos vernos echándonos para atrás por esta misma sensación. Para evitar llegar a esto, dividiremos esta meta en “minimetas”.

Esto nos permite crear una planificación paso a paso, y también mantener nuestra motivación al ver que vamos consiguiendo realizar estos pasos.

Por ejemplo, si nuestro objetivo es sacarnos el carnet de conducir, primero establecemos ahorrar X euros cada mes, cuando tengamos el dinero, buscamos X autoescuelas y comparamos precios, después contratamos la autoescuela, después establecemos cuánto tiempo le dedicaremos…

5.    Piensa en los obstáculos. 

Es muy probable que haya dificultades que se interpongan entre tu meta y tú. No debemos hundirnos ante ellos, sino tenerlos en consideración para estar preparados, ya que de esta manera tendremos un plan de acción para resolverlos.

6.    Establece un límite de tiempo.

tiempo(1).jpg

Organiza esos objetivos en un tiempo razonable y realista. Esto te ayudará a no procrastinar y mantenerte centrado encuándo quieres conseguir esta meta.

Para esto es indispensable dedicar tiempo a la consecución de tus metas, programar cuándo y cuánto tiempo le vas a dedicar al día, a la semana… Cuanto más lo establezcamos como una rutina, más fácil nos resultará trabajar en ella.

7.    No pierdas la motivación.

Este punto es muy importante para no tirar la toalla. Una forma de motivarnos es imaginándonos consiguiendo estametay anotar todo lo positivo que se derivaría de conseguirla, hacer una lista y tenerla a mano para los momentos en que nos encontremos menos motivados. Por otra parte, no dudes en reforzarte en cada paso del camino. Establece pequeñas recompensas para la consecución de cada paso que te hayas planteado.

Romina Collado

Psicóloga

Grupo Crece

La agresividad en los menores: claves para prevnirla

pelea niños.jpg

La agresividad es un estado emocional que conlleva sentimientos de ira y odio y deseos de dañar a otra persona, animal u objeto. La agresión es cualquier forma de conducta que pretende herir física o psicológicamente a alguien. Esto se traduce en empujones, golpes, arañazos, pellizcos, patadas, insultos, burlas, amenazas, etc.

pelea niñas.jpeg

La frustración es la situación en la que se halla el/ niño/a cuando encuentra un obstáculo que no le permite alcanzar un deseo o una meta. Esta frustración no tiene por qué generar agresividad, a menos que el/la niño/a experimente una importante emoción negativa al no poder conseguir lo que desea.

Las situaciones que con más frecuencia provocan comportamientos agresivos en el/la niño/a  suelen deberse a problemas de relación con otros/as niños/as, que a su vez le agreden o no le permiten satisfacer sus deseos, y con adultos que le aplican consecuencias, no le dan lo que él/ella quiere o le exigen que cumpla una serie de normas.

¿Cómo prevenir estos comportamientos agresivos?

  1. Es fundamental normalizar y restar importancia a las situaciones de irritación, evitar exagerarlas como medio de corrección: si el niño o la niñagrita y su padre o madre le grita a él o ella,  entran en una dinámica que no sirve para evitar el comportamiento del niño/a y sí para aumentar el ambiente de crispación en casa.
  2. Respetar el punto de vista de nuestros/as hijos e hijas y empatizar con la emoción sin imponer violentamente el nuestro. Escucharles y escuchar las razones que nos dan. Bajo ningún concepto es justificable la imposición de criterios por la fuerza.
  3. La agresión física o verbal sólo tiene consecuencias negativas. No se debe justificar ni utilizar. La agresividad de los niños y niñas es muchas veces un reflejo de la que reciben o visualizan, hay que olvidarse pues de los castigos físicos y las actitudes agresivas.En medio de una discusión es recomendable parar y contar hasta 10. Si un padre o madre ve que se va a iniciar una pelea con su hijo o hija podrá salir de la habitación y después, cuando los ánimos lo permitan, volver a plantear el tema y buscar una solución.En ocasiones parece que el niño o la niña tiene una actitud retadora y está provocando que surja una situación conflictiva. En estos casos no hay que entrar al trapo, sino retirarse de la situación, cambiar de actividad o salir a dar una vuelta.  Si el niño o la niña se muestra agresivo/a, no se debe caer en la tentación de actuar igual que él o ella; lo más probable es que se provoque una escalada de mutua agresividad difícil de parar, que irá aumentando en intensidad. Lo más apropiado en este caso es mantener la calma, conseguir contagiarles con la misma y no al contrario. Los padres y madres deben estar pendientes de los contenidos a los que acceden sus hijos e hijas a través de la televisión, internet o videojuegos. Es importante controlar que los/las más pequeños/as no vean escenas de agresividad física o verbal. Si aparecen, conviene estar con ellos/ellas, explicarles que no son escenas reales y darles alternativas de solución para que no piensen que lo que ven es válido.
  4. Hay que convencer al niño o la niña que él o ella es capaz de controlar el enfado antes de transformarse en ira: contándole a algún amigo o amiga lo que le pasa; contando hasta 10 antes de insultar, gritar o pegar;  recibir o dar un abrazo;  discernir con él  o ella si lo que le pasa es un problema pequeño, mediano o muy grande y darle alternativas para cada uno de ellos; golpear una almohada; hacer un dibujo de su ira; dar determinadas vueltas corriendo tan rápido como pueda;  pensar en cosas buenas y practicar ejercicios de relajación (por ejemplo, aprender mindfunless).

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga familiar e infanto-juvenil

Grupo Crece

 

Decisiones: ¿por qué nos asustan tanto?

image1(1).JPG

Respiras tranquilo cuando por fin has tomado la decisión

Pero con lo que no contabas es que a la vuelta de la esquina otra nueva “ toma de decisiones” está al acecho. Y es que es condición de la existencia elegir y decidir de forma continua.

La propia palabra existir está compuesta del prefijo ex- (hacia fuera) y el verbo sistere (tomar posición). Es decir, que la vida lleva consigo el incómodo acto de posicionarse y, por tanto, de arriesgarse y escoger.

Ahora mismo, el momento vital en el que te encuentras, para bien o para mal, se debe a una serie de decisiones encadenadas que has ido tomando a lo largo de tu vida. A veces, decisiones insignificantes ( “me crucé de acera para ir por el sol y me choqué con el que es hoy mi pareja”), otras mucho más complejas . A través de tus decisiones, te haces responsable de tu existencia y de la de aquellos que dependen de ti. Y de esta grandísima responsabilidad, es de donde derivan todos los miedos relacionados con el acto de decidir o de elegir la mejor opción entre varias posibles.

Tratamos las decisiones como si fueran “ a vida o muerte”. Es un “ no hay vuelta atrás”, "de esto depende TODA mi felicidad” o un “ qué pensarán de mi si elijo esto”. Si pienso de esta forma, lo más normal y lógico es que la duda se instale y me sienta incapaz de elegir. Cuantísima responsabilidad. La felicidad o el caos ante mi. Esto es lo que paraliza y bloquea.

Quizás lo que nunca te has planteado es que, salvo contadas ocasiones, ninguna decisión es a vida o muerte. Hay muchas decisiones intrascendentes, y sólo algunas requerirán toda nuestra atención y esfuerzo. Así que lo primero que hay que hacer es distinguir la relevancia de unas y otras y tratarlas de forma diferente.

No existe un camino correcto e incorrecto. E incluso si existiera un camino correcto, nadie te asegura que te lleve hacia la felicidad, que es, al fin y al cabo, lo que perseguimos cuando elegimos. E incluso el camino incorrecto puede abrir horizontes insospechados.

image3.JPG

A veces explico en terapia que la vida es como un árbol. No existen árboles con una rama, o con dos. Existen árboles con ramas que se ramifican en otras, y éstas otras en otras más. Elijas la rama que elijas, aún con dudas, de esa primera rama surgirá otra rama, otro camino, que podrás escoger o no…pero no pasa nada si no lo coges, o si lo coges, porque seguirán apareciendo ramitas que te llevará hacia un lugar totalmente diferente al que creías cuando escogiste la primera. Es decir, que casi siempre podrás ir afinando en tu elección, o cambiando si la decisión no dio los resultados que esperabas. NO hay decisiones a vida o muerte ( salvo algún caso excepcional).

Vas a tomar decisiones menos acertadas, sí, pero no te preocupes.

Responsabilízate de esa mala elección , analiza qué motivaciones tenías cuando la elegiste ( que mis padres estuvieran orgullosos, el dinero, estatus social, sentirme amado/a ) y quién decidió por ti realmente.

Y cuando tengas que volver a decidir, sintoniza con tu voz interna, disminuye el volumen de las ajenas y piensa que después, pase lo que pase, otra ramita se abrirá frente a ti.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

10 señales de que te está yendo bien la vida

1467215958521(1).jpg

1. NO TIENES MIEDO A PEDIR AYUDA

Para ser un héroe debes renunciar a ser el superhéroe que puede con todo y salva a todos.

Querer llevar la carga del mundo sobre los hombros sólo te llevará a que se caiga en algún momento y te arrastre con él debido a su peso.

Pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de madurez, puesto que reconocerse como humano incompleto requiere de mucha fortaleza.

2. TU PONES TUS NORMAS.

Eliges cómo quieres vivir las cosas, cómo quieres construirlas ( lo que no significa que siempre lo tengas claro y sabiendo que siempre puedes pedir ayuda )
Vives de acuerdo a tus deseos, sin ignorar los deseos del otro, pero haciendo que los tuyos sean prioritarios puesto que se trata de TÚ desarrollo personal.

yo-me-quiero-(1).jpg

3. TE ALEJAS DE LAS COSAS QUE TE HACEN DAÑO

Te quieres lo suficiente para empezar a tratarte con respeto y alejar a las personas que no lo hacen y despedir las situaciones o cosas que no te convienen...

4. HAS APRENDIDO QUE LOS FRACASOS SON PARTE DEL AUTOCRECIMIENTO

No nos queda más remedio que sumir que la única forma de crecer es concebir el error como primer paso para ello. Y es que en el error no debe haber vergüenza, ni culpa, ni inferioridad…lo único perjudicial del error es no aprender de él debido a nuestro orgullo y a la ambición de ser superhéroes.

5. TE RODEAS DE PERSONAS QUE APORTAN EN TU VIDA

implementatie(1).jpg

Ya has alejado a la gente que no te hace bien y eliges que formen y formar parte de la vida de personas que te aporten bienestar.

Esto no significa que no haya nunca dificultades con esas personas, eso forma parte de las relaciones, pero esas dificultades se tratan con respeto y con cariño.

Estas personas confían en ti y confías en ellos, lo que te ayuda a avanzar y continuar adelante.

6. NO TE QUEJAS MUCHO

Eres capaz de ver el otro lado de las cosas, el positivo, el que nos hace disfrutar de los pequeños detalles placenteros.

Atendiendo únicamente a lo negativo no queda más remedio que la queja, no hay otra forma de sobrellevarlo.

En los momentos más complicados, te quejas , pero lo justo y necesario para expresar tu malestar, sabiendo que la queja excesiva no te hace bien ni a ti ni a quien te rodea.

7. CELEBRAS LOS LOGROS AJENOS.

Es natural que aparezca cierta envidia del éxito del otro si consideramos que en nuestra vida no vamos cumpliendo nuestros deseos....

Y cuánto más pendientes estemos de si los otros consiguen o no sus sueños , menos conscientes seremos de los que vamos consiguiendo nosotros y menos valor le daremos.

Céntrate en ti y acompaña a los demás en su crecimiento. Saldrás creciendo también.

8. ACEPTAS QUE HAY COSAS QUE NO PUEDEN CAMBIAR

No gastes tus energías en intentar cambiar cosas que sólo están en la voluntad del otro cambiar.

a-veces-por-intentar-complacer-a-todo-el-mundo-terminamos-20208061(1).jpg

9. SABES QUE NO PUEDES COMPLACER A TODO EL MUNDO

Complacer implica ir regalando trocitos de uno mismo. Regálate a quien tu quieras, no a quien debas, porque si todo el mundo se queda con algo de ti puede llegar el día en el que te mires y no encuentres nada tuyo. Todo se lo habrán quedado los demás .

10. TE SIENTES FELIZ

A pesar de que las vicisitudes de la vida seguirán ocurriendo, cuando miras dentro de ti encuentras un espacio de serenidad y la sensación de que las cosas, aunque lentas, van colocándose....

150615Serenidad(1).jpg