El poder del ahora

crece en las manos

Vivimos en una sociedad en continuo cambio, que siempre avanza, en la que las cosas duran poco y pronto se desechan por cosas nuevas. Buscamos siempre mejorar, la consecución de objetivos nos obsesiona y parece que nada es suficiente en un mundo en el que parece haber pocas limitaciones. Estamos tan inmersos en la vorágine del éxito, de la competitividad y la comparación con los demás que en ocasiones perdemos la conciencia del aquí y ahora. Vivimos en un futuro que nos gustaría alcanzar, al que poco a poco vamos añadiendo variaciones en función de nuestras necesidades y el resultado de ello es que perdemos la noción del presente: ¿Cómo estoy? ¿Me gusta el camino por el que estoy guiando mi vida? ¿Estoy conforme con las condiciones en las que me desenvuelvo? Son preguntas que no nos paramos analizar. Vivir siempre en el futuro, en los objetivos, en los ideales, nos hace separarnos de nuestra realidad, de lo que somos y estamos haciendo en este momento, perder la motivación y no valorar nuestra realidad.

Perdemos el proceso a favor de la meta, el cómo por el qué y entre tanto podemos perdernos a nosotros mismos.

Dedicar un espacio a evaluar nuestro presente, las emociones que nos surgen en el día a día, los pequeños logros que realizamos, los obstáculos que nos encontramos y la manera que hacemos de ellos un aprendizaje, nos hace conectar con nuestra realidad, con lo que nos está ocurriendo y con los pequeños avances que realizamos como personas. Valorarnos por lo que somos, con nuestra historia y nuestros sueños y nuestros objetivos, y no por lo que seremos, es la mejor manera de que encontremos en nosotros mismos la fuerza para construir un futuro ideal, desde una base real.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

La comunicación con los niños

comunicación con los niños

Cuando tratamos con niños muchas veces nos situamos en una posición que nos dificulta llegar a ellos, comunicarnos y entenderlos. Tendemos a sub o sobreestimar las capacidades de comunicar y entender de los niños,  evaluándolas siempre desde parámetros adultos.

Los niños poseen su propia manera de comunicar, adaptada a su nivel de desarrollo y a su manera particular de ver la vida, y debemos de atenderla y valorarla tal cual como es. Ellos pueden verbalizar generalmente sus problemas y sus preocupaciones, de una manera más sencilla a nivel verbal pero con gran riqueza de matices a nivel no verbal. Si escuchamos desde una visión de adultos, probablemente nos será difícil empatizar con los sentimientos del niño, al situarnos en un plano diferente. Permitirnos dejar nuestro mundo adulto a un lado y atender a los niños, tanto en su expresión verbal como no verbal, esforzándonos por comprender lo que sus alegrías, preocupaciones e inquietudes suponen para ellos, nos facilitará la comunicación y sentaremos una base de confianza a la vez que, como adultos, estaremos transmitiendo mensajes de gran importancia para la felicidad y autoestima de los niños: me importas, tienes derecho a sentir lo que sientes y me gusta que lo compartas conmigo.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar y coach

¿Cómo facilitar un vínculo afectivo sano? Os damos 10 ideas para conseguirlo

"El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza con el amor."

José Ortega y Gasset

maternidad sara lancini

La mayor clave de la seguridad personal y del desarrollo de una autoestima sana en el futuro, es sentirse querido y valioso en la primera infancia. El amor es un alimento tan importante como el biberón.

Estudios con animales y con niños y niñas institucionalizados, hace años que lo confirman.

Establecer un vínculo afectivo con el bebé desde que está en el vientre materno y a lo largo de los primeros años de vida es esencial para la satisfacción de una necesidad que está en la base de la pirámide.

¿Qué podemos que tener en cuenta?

1. Habla al bebé con palabras cariñosas y suaves. Exprésale tus sentimientos.

2. Expresa sintonía con el bebé, si está muy alegre le responderemos muy alegres y le invitaremos a jugar, si está calmado le transmitiremos calma y la compartiremos con él, si está llorando o enfadado seremos tranquilos y le trataremos con ternura para intentar calmarlo, si está triste, le trataremos con consuelo, abrazándole mucho con dulzura...

3. Le atenderemos siempre que demande nuestra atención, sea con una emoción positiva o negativa, aunque sea con una palabrita si no podemos en ese momento estar a su lado.

4. Le tocaremos mucho, besos, abrazos, masajes, caricias. El sentido del tacto es el mayor vehículo para la intimidad emocional. 5. Nunca le pegaremos o le gritaremos, si debemos reñir lo haremos con firmeza pero no con descontrol.

6. Le dejaremos explorar su entorno de una manera segura, no haremos por el bebé lo que éste puede hacer por sí solo aunque sea con un poquito de esfuerzo. Le dejaremos que se guíe pro sus propios instintos para que desarrolle sus inquietudes y talentos, el bebé sabe lo que le atrae, lo que le interesa mucho mejor que nosotros los adultos.

7. Le diremos lo felices que somos con él, lo a gusto que estamos con él, resaltaremos lo que hace bien.

8. Si hace algo que debemos corregir, nunca le diremos "lo haces mal", sino que le ayudaremos a que lo pueda hacer bien.

9. No le compararemos con nadie, hermanitos o hermanitas, otras personitas. Es único igual que los demás son únicos.

10. Le enseñaremos a ser persistente, pero no exigiremos la perfección.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece

Éxito y fracaso: una comparativa entre algunos animales y el ser humano

éxito y fracaso

En un taller sobre éxito y fracaso, un alumno me planteó que si echásemos un vistazo al mundo animal, el porcentaje de éxito en la caza del alimento era muy bajo en relación al porcentaje de fracaso. Sin embargo, los seres humanos y más en nuestra sociedad donde los valores de competitividad y los modelos de éxito están sobre estimados y desvirtuados, no admitimos el fracaso.

La época de vacas gordas y el aprovechamiento por parte de las empresas para activar un consumo banal y sinsentido, nos ha llevado a valorar el éxito como algo imprescindible en la vida, y valorar solamente un determinado tipo de éxito basado en tener más que en ser.

Quedarse en paro, perder la casa, tener que apretarse el cinturón y no poder mostrar a los vecinos, o familiares lo bien que nos va con esas súper vacaciones, ese cochazo o esa casa en la playa que nos estamos planteando vender. En lugar de sincerarnos y decir simplemente: “ahora no podemos permitirnos ese gasto”, seguramente diremos: “la verdad, es que ya no nos gusta esa casa, se nos ha quedado pequeña y apenas vamos”.

Si volvemos al mundo animal y a la reflexión de nuestro alumno, George Schaller, el famoso naturalista alemán, estudio al león africano. Las hembras de león son formidables depredadoras. Han aprendido desde pequeña a perfeccionar el arte de la caza, sin contar con sus armas naturales: fuerza, velocidad, instinto y organización en grupo.

El científico, tras observar durante largos periodos a esos grandes felinos fue capaz de calcular porcentajes de éxito en sus intentos de caza, dependiendo de distintas variables. Los datos nos dicen que las leonas solo se convertían en festín en un 14% de los casos de los ataques a damaliscos, frente al 47% de los ataques a facóqueros, el 38% de los intentos contra cebras. Asimismo, calculó que una ofensiva desde los matorrales funcionaba el 41% de las veces, mientras el porcentaje de éxito era solo del 12% en campo descubierto. Además, la noche (33%) era más propicia que el día (21%). En todos los casos el porcentaje del fracaso es mucho mayor al del éxito.

Según información de wikipedia, el guepardo tiene un índice de éxito del 50%. Tiene una vista privilegiada, que aprovecha para observar a sus víctimas desde la distancia, tumbado en un promontorio o subiéndose a un árbol. Es paciente y tranquilo; sabe escoger su presa y esperar el momento adecuado. El león cuando está hambriento, desperdicia energías corriendo sin mucho tino detrás de las presas. El guepardo, en cambio, espera. Los guepardos, gracias a sus características aerodinámicas pueden alcanzar velocidades de más de 100 km/h en carreras cortas, lo que garantiza un alto porcentaje de éxito en sus cacerías. Se calcula que la mitad de sus intentos de caza acaban en capturas. También es cierto, y los amantes de los documentales bien lo saben, que el guepardo acaba tan exhausto después de cazar a una presa que en ocasiones no puede comerla y le es arrebatada por animales oportunistas.

El licaón, de la familia de los perros, habita en el continente africano. Además de estar en la lista de los más veloces, alcanza 72 km/hora, es considerado el mejor cazador del mundo, pues su porcentaje de éxito está entre 70 y 89%. Este gran título se debe a su estrategia de caza en manadas y relevos.

La naturaleza es dura con los éxitos y fracasos y los éxitos siempre suponen un gran esfuerzo, nos ofrece una gran dosis de humildad al respecto y nos enseña muchas cosas sobre el proceso hacia el éxito: esperar una ocasión adecuada sin precipitarse, trabajar en equipo, desarrollar las habilidades adecuadas para el objetivo al que me quiero dirigir. Podríamos concluir que aspirar a más de un 50% de éxito no es muy realista y que podría ser que lo que consideramos éxito no lo sea y lo que consideramos fracaso no lo sea tampoco, sería interesante revisar para nosotros mismos qué es éxito y qué es fracaso y que hago realmente para alcanzar el éxito y que hago o no hago para llegar al fracaso.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La Vergüenza (Serie de artículos sobre las Reacciones a la crisis de España desde una perspectiva psicosocial)

avestruz

Reconocer la pobreza es muy duro si partimos de una situación de clase media o incluso acomodada, reconocer que ya nos cuesta llegar a fin de mes ante nuestros vecinos o familiares, reconocer el “fracaso” que se vive como propio aunque no lo sea exactamente, es muy duro y… primero se esconde.

Ha ocurrido, también, en otras circunstancias, muchos inmigrantes que se han visto sometidos a unas condiciones laborales de explotación y a unas situaciones de vida lamentables, de hacinamiento y hambre, y nunca lo reconocerían ante sus familias ajenas en sus países de origen de la auténtica realidad y que soñaban con una vida mejor para su hijo, su hermano, su padre.

Ahora, también, lo vivimos los españoles en un amplio porcentaje de la población.

Da vergüenza…da vergüenza decir: “soy pobre”.

La vergüenza es un sentimiento que nos lleva a evitar mostrar conductas que socialmente se consideran inapropiadas y, desgraciadamente en nuestro país, la pobreza se ha relegado a lo inaceptable por vergonzoso no por injusto. Quizá por la memoria histórica de la guerra civil y la posguerra, la pobreza es algo que ni queremos pensar. Todo lo que vemos en las películas de Buñuel puede que no esté lejos de nuestra realidad actual.

Nos vendieron que se podía y nos lo creímos y quizá vivimos por encima de nuestras posibilidades, quizá no quisimos ver lo que se avecinaba, quizá la sociedad abandonó cosas muy valiosas en pos de tener y acumular y aparentar, hace años que hablábamos de crisis de valores.

Y dejamos que los que nos dirigían lo hicieran sin tenernos en cuenta y creímos en ellos. Es fácil dejarse llevar cuando todo “va bien” aunque sea en apariencia, es humano y las personas respondemos así en épocas de abundancia. En realidad nos mueve más la privación que la abundancia, despierta nuestro ingenio y nuestra capacidad de adaptación pero cuando sobra… o parece que sobra… En España hemos vivido nuestro sueño americano.

La vergüenza nos lleva a ocultar y así no resolvemos, la vergüenza mina nuestra autoestima y así no resolvemos, la vergüenza nos lleva  a sentirnos 100% responsables y no lo somos.

El pasado sábado 27 de Abril acudía  ver una obra de mi compañero Fernando Gallego, que dirige La rueda, una asociación que lleva el teatro social a la calle y a las escuelas, “Los Rodríguez, una familia en crisis”, fantástica recreación psico-sociológica de una realidad que desgraciadamente cada vez se ve y se siente más cerca.

La vergüenza se supera atreviéndose a mostrar, dejando de ocultar, es difícil pero es el único camino. Y sin vergüenza tendremos una esperanza.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

¿¡Por qué dije eso!? Claves para no actuar en caliente y calmar la furia

iracontrol de la ira

Cuántas veces nos ha pasado eso de: “No quise decirte eso”, “En verdad no lo sentía pero me descontrolé”, “Por qué he tenido que ser tan bocazas, tenía que haberme callado…” Sí, cuando nos enfadamos, la propia emoción de la rabia nos impulsa a la acción, a defender un derecho, a quitarnos de en medio un obstáculo, a solventar aquello que vivimos como injusto… Y en muchas ocasiones, es necesario y útil, pero en otras… nos provoca problemas y conflictos que puede que no tengan vuelta atrás.

Otro factor negativo de la rabia es que, en la mayoría de las ocasiones, nos lleva a interpretar de manera equivocada y distorsionada la realidad. Aquello que corresponde sólo a la opinión de otra persona lo vivimos como un agravio, aquello que es un simple mal entendido lo interpretamos como algo dañino a propósito hacia nosotros, lo que es una circunstancia inevitable de la que nadie tiene culpa, la utilizamos para culpabilizar y “machacar” a una persona.

Todo ello puede ser nefasto para nuestras relaciones personales, familiares o laborales, creando un conflicto, malestar u otras consecuencias negativas que nos podríamos ahorrar con un poquito de autocontrol.

Hay personas con un temperamento muy templado que no se alteran o lo hacen con mucho comedimiento y otras personas de las que se dice “tiene mucho carácter”, bien, cualquier persona puede aprender a desarrollar autocontrol emocional, ya que no es una habilidad innata son algo que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida aunque las personas con un temperamento más templado lo tengan más fácil.

¿Qué podemos hacer? ¿Cuál es la clave del autocontrol?

1. Tomarnos un “tiempo fuera”

Si estoy enfadado/a aunque sea evidente por mis gestos, es mejor que salga un momento del lugar del conflicto, es decir, me voy a callar y voy a dar una vuelta, me voy a  otra habitación, me siento en mi mesa de trabajo y hago alguna tarea… En ese momento no hablo de mi enfado, ni de lo que lo ha provocado.

2. Intento durante el “tiempo fuera”, pensar en otra cosa que me distraiga, buscar algo entretenido, escuchar una música alegre o tranquila…

3. Una vez más tranquilo/a pienso si realmente la otra persona es el causante de mi malestar y si lo ha hecho con conciencia de darme o con mala intención. Reflexiono sobre lo que ha pasado.

-       Muchas veces, el otro, ignora que esto me molesta o me enfada. No es adivino, sus valores y normas de comportamiento van por otras vías diferentes a las mías, yo no estoy en posesión de la verdad.

-       Otras veces, aunque no lo ignore, no pretendía ofenderme o hacerme daño o perjudicarme, no hay una mala intención hacia mí. Es humano y ha cometido un error o es egoísta y no piensa mucho en los demás.

-       Incluso, es frecuente que el otro no tenga nada que ver en el asunto, las circunstancias nos han jugado una mala pasada y nadie es ni culpable ni responsable.

-       Y, sí, puede que el otro sea responsable, y me haya hecho daño a conciencia o dejándose llevar también por la rabia, pero en “caliente” sólo voy a conseguir entrar en una espiral de conflicto.

-       Y una pregunta importante ¿qué dice de mí que me haya molestado tanto esta persona o situación? ¿Puedo sacar una conclusión o aprendizaje de mi reacción emocional? ¿Qué necesidad se está poniendo de manifiesto? A veces, la rabia sólo es la punta del iceberg.

4. Tras mi reflexión tomo una decisión.

-       Si el otro no tiene responsabilidad en el asunto: Puedo pedir disculpas por mi reacción y añadir que en esos casos necesito salir a despejarme o esperar un poco para hablarlo con más tranquilidad.

-       Si el otro tiene responsabilidad en el asunto: Pedir disculpas por mi reacción pero indicarle a la otra persona que hay cosas que me molestan, me hieren, no me gustan… Al expresar  mi malestar es importante hacerlo desde los “Mensajes yo”:

“Yo me he sentido…”

“No me ha gustado…”

“Me enfada cuando…”

Y describiendo aquello que me molesta.

Evitaremos juicios de valor y ataques como “Eres un egoísta y sólo vas a lo tuyo…” “Tu manera de proceder es absolutamente incorrecta…” “Es que nunca te das cuenta de que…”

Cuidado con estos mensajes, no nos ayudan a gestionar las emociones ni a resolver el conflicto.

A este tipo de estrategias las denominamos gestión asertiva del la rabia o del enfado y se engloban dentro de otras herramientas de la comunicación asertiva.

5. No olvidemos que debajo de esa furia pueden esconderse otras emociones como la desilusión, la frustración, la tristeza, la rabia contra uno mismo… No escuchemos sólo a la ira. Desde ahí podemos descubrir cosas muy interesantes de nosotros mismo o de nuestras necesidades y quizá tengamos que hacer un cambio vital importante en nuestras vidas o si ese cambio no podemos hacerlo empezar a aceptarlo de una manera más constructiva.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Empoderamiento femenino

poder femenino marian pesah

El porcentaje de mujeres que están en puestos directivos y de poder es muy bajo, escandalosamente bajo, en relación al potencial existente en la mujer: preparación, conocimientos y competencias.

Aunque las mujeres representan el 50% del activo laboral de la población, en España, sólo el 10% de los puestos ejecutivosestán cubiertos por mujeres (Castaño, Laffarga et al..,2005), sobre una muestra de 1.878 grandes empresas.

Según este estudio, en el que participaron diversas universidades españolas y publicado por el instituto de la mujer en 2009, hay menos mujeres directivas que hombres, y muchas de ellas tienen puestos gerenciales más que de dirección, hay menos contratos estables en mujeres en relación a los hombres, es más frecuente que la mujer trabaje media jornada, hay menos madres en puestos directivos que mujeres que no tienen hijos, los sectores donde la mujer tiene un espacio en puestos directivos siguen siendo los tradicionalmente femeninos (sector de asistencia, educación, servicios…).

Por otro lado, las mujeres directivas afirman tener más dificultades a la hora de acceder a dichos puestos que los hombres, y estar peor remuneradas que ellos.

Sobre el papel tenemos los mismos derechos y oportunidades, invertimos en educación para la igualdad, hay muchas más mujeres que hombres que van a la universidad (45% frente al 33% de los hombres según estudios realizados por el Instituto de Estudios Económicos de 2012), pero los roles, a pesar de la fachada de cara a la galería, no han cambiado lo que deberían cambiar, para conseguir un equilibrio esperado y deseable.

¿Qué ocurre?

  1. Afectivamente, las mujeres seguimos siendo dependientes.

  1. Intelectualmente, nos ponemos detrás de los hombres.

  1. Priorizamos las necesidades de los demás en relación a las propias necesidades.

  1. La sociedad sigue respondiendo a patrones machistas, patriarcales y estructuras verticales en muchos ámbitos, está en nuestra memoria emocional y respondemos a esto muchas veces de manera inconsciente. Por ejemplo, el chico tiene que pagar la consumición de la chica.

  1. ¿La maternidad? La maternidad, desde mi punto de vista es una excusa. Muchas mujeres al igual que muchos hombres compaginan su trabajo de horarios imposibles con el cuidado de sus hijos.

  1. Es difícil la conciliación cuando las empresas no ponen las facilidades que deberían poner tanto a hombres como a mujeres.

  1. Es difícil la conciliación cuando además, de tener hijos y trabajo, la mujer se ocupa de las labores domésticas, de las reuniones del colegio, etc., para que su pareja tenga tiempo de triunfar en su trabajo ya que suele ganar más, y claro, hay que darle prioridad al trabajo del varón. Eso sí, el hombre es listo, no abandona sus hobbies y respeta un mínimo espacio personal para él mismo.

Así, es difícil, claro.

Si nos apropiásemos de nuestro espacio de ocio, si no renunciásemos a nuestras aspiraciones profesionales, si planteásemos que sí o sí, las reuniones del colegio, las labores domésticas, cuidar a los hijos enfermos… son cosa de dos, quizá subiría el porcentaje de divorcios, pero no lo creo, ellos también empezarían a cambiar sus roles, los les quedaría otra.

Las mujeres tenemos muchas competencias para dirigir, negociar, persuadir, motivar, tomar decisiones, gestionar el estrés y la presión, y para crear ideas brillantes.

Los hombres valen también para cocinar, limpiar, llevar a los niños al colegio, contarles cuentos, administrar la economía doméstica, expresar ternura y otras emociones, no son “cavernícolas”. Muchos ya lo hacen.

En las empresas, las mujeres al sentirse, muchas veces, indefensas, con la sensación de no poder controlar más allá, y no poder hacer nada para ascender, adoptan una actitud derrotista y poco proactiva por significarse y sentarse en la mesa de reuniones como una más.

En la historia de la humanidad hubo mujeres con un papel muy significativo en los clanes o sociedades humanas, llegando a ocupar espacios de gran relevancia espiritual o política. Ciertamente, se trata de una minoría de situaciones, pero lo importante es que hubo mujeres que conquistaron esos puestos, en situaciones donde el hombre era el protagonista y eso es aún más difícil. La cultura y los valores inculcados socialmente, se han encargado de situar a la mujer en el peor lugar, quizá todo derivó de que somos menos fuertes físicamente, y en los primeros asentamientos humanos la fortaleza física, al igual que se observa en grupos de primates es un valor importante, y de ahí la cultura ha hecho el resto, por mantener ese estatus con creencias que nos situaban por debajo como “el sexo débil o perverso”. No olvidemos personajes del antiguo o nuevo testamento: Eva que nos lleva al pecado y a salir del paraíso, Dalila, traidora y manipuladora, la mujer de Lot que desobedece y se convierte en sal  por ello, María Magdalena, prostituta…

El avance en nuestra socialización, nos ha llevado a inventar la ética y a sofisticarla cada vez más, cosas que ocurrían en las antiguas civilizaciones como los sacrificios humanos, ahora nos parecen aberrantes, por ello, debemos seguir luchando para que cosas aberrantes desaparezcan de nuestra cultura y es aberrante que la mujer no tenga las mismas oportunidades que el hombre.

La sumisión no está en los genes sino en la cultura, es un comportamiento aprendido. No caigamos en la trampa, provoquemos cambios en nosotras mismas, empecemos a agarrar nuestro poder.

De esta manera, ganaremos todos: hombres que tendrán oportunidad de explorar y satisfacer un espacio que ahora la sociedad les prohíbe, y las mujeres que conseguiremos la justa igualdad.

Lo masculino y lo femenino son aspectos dinámicos, lo han sido a lo largo de toda nuestra historia cultural y, al mismo tiempo, no podemos hablar de lo masculino del hombre y lo femenino de la mujer. Lo masculino y femenino son conceptos inventados para clasificar la realidad, son complementarios y están ambos en los cerebros de hombres y mujeres.

Ahora hay cierta confusión tanto en hombres como en mujeres sobre su parte femenina y su parte masculina, yéndonos a veces a lugares que no tienen que ver con nuestras necesidades e identidad propia.

Mujeres a por lo masculino, hombres a por lo femenino, mujeres a por la nueva feminidad, hombres a por la nueva masculinidad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

LA COOPERACIÓN (serie de artículos sobre REACCIONES ANTE LA CRISIS EN ESPAÑA desde una perspectiva psico-social)

cooperación

Las situaciones de privación o disminución de recursos económicos nos llevan en primera instancia a la cooperación, fomentan el asociacionismo, unirnos a colectivos o grupos diversos para conseguir esos recursos, que de otra manera son más difíciles o inviables. La cooperación es una herramienta básica para la vida, los niños/as deben aprenderla desde que son pequeñitos, y el entorno familiar, social y escolar les irá enseñando a cooperar para conseguir lo que desean y necesitan.

Los individuos no podemos acceder a todo lo que deseamos, y no podemos conseguirlo todo solos, somos, por encima de todo, seres sociales y gracias a la aportación del grupo hemos llegado lejos en conocimientos, herramientas, destrezas y recursos. La cooperación nos brinda la oportunidad de aprender a tolerar la frustración, aprender a compartir, aprender a relacionarnos, aprender a resolver conflictos, aprender a negociar y desarrollar el pensamiento colectivo y el trabajo en equipo.

Con la crisis no queda otra que cooperar. Observamos como en la actualidad, y cada vez más surgen iniciativas cooperativas: centros culturales y de ocio autogestionados, bancos de tiempo, grupos de consumo, bancos de alimentos, servicios diversos que se ofrecen a través de asociaciones de vecinos… Además, se trata de una cooperación auténtica en la que se cuida que todos contribuyan a ese objetivo común, o sea, un toma y daca. El altruismo y ofrecer lo que uno sabe o tiene es algo que se está visualizando de manera muy patente en nuestra sociedad, las redes sociales también son un vehículo de cooperación.

Siempre han surgido el asociacionismo y los movimientos solidarios para responder a situaciones de opresión y desigualdad: Sindicatos, ONGs, las Naciones Unidas…

Si la situación de crisis llegase a empeorar y se extremasen las condiciones, la psicología y la sociología nos dicen que seríamos menos cooperativos y egoístas. Esperemos nos llegar a ese extremo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

El juego libre, no estructurado, sanador de los problemas en la infancia

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El juego libre es esencial para el buen desarrollo de los niños. Según algunos estudios, los niños que no juegan lo suficiente de manera libre son más propensos a desarrollar problemas de atención, ansiedad, depresión y a sentirse inseguros.

El juego libre es aquel que se da sin la surpervisión del adulto, sin juguetes demasiado elaborados, en espacios amplios, en la calle o en la naturaleza. Está demostrado que posibilita un mayor crecimiento de la corteza prefontal.

En realidad el niño necesita explorar en un entorno poco estructurado para desarrollar todas sus habilidades, el juego es el trabajo de la infancia y si este juego es limitado, las posibilidades de aprendizaje en todos los ámbitos, intelectual, físico, social y emocional, también lo serán. De esta manera, los niños aprenden a resolver problemas por sí mismos, desarrollar habilidades sociales, aprender a controlar su propio cuerpo, darse cuenta de los riesgos, aprenderá a cooperar y trabajar en equipo, ya que deben de crear reglas no inventadas, y desarrollar todo su potencial creativo.

El miedo de los padres que tienden a sobreproteger cada vez más a los niños, el aumento de la competitividad que lleva a los padres a dirigir a sus hijos en exceso, con el fin de que lo que hagan sea “de provecho” y le saquen la mayor “rentabilidad” hace que el juego no estructurado sea cada vez menos frecuente.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

EL PODER: REACCIONES A LA CRISIS (desde una perspectiva psico-social)

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Sólo personas capaces de gestionar y afrontar el miedo son buenos líderes en una crisis.

Desde un punto de vista psicológico podríamos decir que en situaciones de crisis, se suele activar el miedo en las personas que están en el poder. Aumentan sus responsabilidades y la presión, disminuyen sus posibilidades de control a la vez que aumentan las situaciones de incertidumbre, se reciben muchas más críticas, el ambiente, en general, que rodea al poder es adverso. Y todos estos factores activan normalmente sentimientos de miedo.s capaces de gestionar y afrontar el miedo son buenos líderes en una crisis.

La tendencia en las figuras de poder es a tomar medidas poco creativas y más conservadoras, ya que el miedo del que hablábamos lleva a la protección o, a la evitación de ciertas situaciones, incluso a evadir responsabilidades, como mecanismo defensivo.

El miedo siempre inhibe el pensamiento creativo y la acción efectiva. Paradógicamente, esto es lo que necesitaríamos de nuestros líderes, que sean creativos y actúen de manera efectiva. Para ello deben ser valientes.

Perder el statu quo y todo lo que se ha conseguido estando en el poder (no sólo una seguridad económica sino prestigio y control de la realidad, contactos, etc.) es duro para cualquiera, y reconocer los errores ante la ciudadanía y opinión pública es muy difícil. Se activa la cobardía, y se disfrazan o se ocultan los errores, también como mecanismo defensivo.

Desgraciadamente, observamos cada día en nuestra realidad española, como existe el miedo y la inseguridad en los políticos cualquiera que sea su color. No lo pueden ocultar en su comunicación no verbal.

Se requiere una personalidad muy equilibrada para no dejarse llevar por esto, se requiere madurez, honestidad y sentido intrínseco de la responsabilidad. En tiempos de crisis necesitamos "héroes" en los puestos de poder; personas que estén dispuestas a actuar con integridad a pesar de las consecuencias externas adversas que tengan que soportar.

En cierta medida la elección de los líderes está en nuestras manos...

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach