Teatro: ¿simple diversión o desarrollo personal?

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En mi trayectoria como profesor de teatro siempre he encontrado, a rasgos generales, dos tipos de personas que se acercan a mis clases. Aquellas  que buscan el gozo a través del juego y la expresión artística, y los que desean profundizar en un camino de autoconocimiento a partir del trabajo actoral. Ambas aspiraciones son absolutamente válidas: la lúdica y la terapéutica. Pero ¿acaso se pueden separar ambas facetas del teatro? De hecho podría parecer que nada tiene que ver el teatro, y su aspecto lúdico y desenfadado, con un proceso terapéutico, considerado en ocasiones una tarea seria y emocionalmente costosa. Sin embargo para mí es cada vez más difícil separar estos dos conceptos, pues presiento que ambos se hallaban integrados desde el mismísimo origen del teatro. El arte ha tenido desde sus primeras manifestaciones una función mágico curativa que lo asemejaba directamente a un método terapéutico. El arte de la representación, por medio de rituales, nació para tratar de dar explicación a aquellos aspectos de la vida de difícil comprensión. De esta manera el ser humano tomaba contacto con lo misterioso, con lo invisible, en un anhelo de integrar en su interior aquello que le producía miedo y se escapaba a su limitada interpretación de la vida. Es como si necesitase reafirmar su capacidad para sobrevivir en un mundo absolutamente hostil. Así nacieron los mitos, los cuales narraban acciones virtuosas de los héroes, y ofrecían un modelo en el cual vernos reflejados. Con el tiempo los ritos religiosos y curativos evolucionaron transformándose en teatro, y los brujos encargados de la salud de la comunidad se transformaron por un lado en actores, y por otro en curanderos o chamanes. Parece que aquí se encuentra una clara escisión entre el teatro y la medicina o la psicología, en lo que a esa faceta sanadora se refiere. Estas dos últimas ciencias nacerían a partir de la aparición del logos en el ser humano y su necesidad de razonar científicamente las cosas, mientras que el teatro continuaría con su intento de acercarnos a la inexplicable y, en ocasiones, dolorosa realidad a través del arte. Tendría que pasar mucho tiempo para que a principios del siglo XX, personas del mundo de la psiquiatría volvieran a ver en el teatro esa cualidad terapéutica olvidada por el paso de los años.

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Sin embargo, aunque el teatro convencional siempre fue considerado un producto artístico cultural que se compra y se vende, es fácil encontrar grandes teóricos que asignaron al actor esa difícil tarea de sanar con su actuación. Ya Aristóteles señaló la importante cualidad del actor de conseguir la purificación de las almas de los espectadores por medio de la catarsis (la psicología tomaría del filósofo este concepto en el siglo XX). Artaud en los años 20 estudió las formas rituales prehistóricas en la búsqueda de un actor capaz de lograr la transformación espiritual del espectador. Grotowski poco después comparó al actor con un sacerdote que debía seguir un camino de autoconocimiento para despojarse de todas sus resistencias y servir de vehículo catalizador de la experiencia sagrada del espectador.

Pero podría ser que muchos de nosotros, al oír estas teorizaciones tan profundas y teniendo en cuenta el panorama actual del teatro, nos quedemos con una sensación de cierta incredulidad. Más aún si vamos al teatro en busca de ese actor tan portentoso, y simplemente vemos una representación comercial de las que tanto abundan. Entonces nos preguntaríamos: “¿pero dónde está ese efecto catártico, sanador, purificador, revelador o como quieran que lo llamen los entendidos?” Pues bien, desde mi punto de vista, ese efecto mágico no se encuentra en los teatros, sino en la propia actuación. En el juego dramático en sí.

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El mayor hallazgo en esta materia fue el que hizo a principios del siglo XX Jacob Levi Moreno, psiquiatra y apasionado del teatro, que pensó que si este aportaba una experiencia sanadora en aquel que actuaba, era mejor olvidarse de ir a ver obras de teatro convencionales y dedicarnos por entero a actuar. Según él, y tantos otros, la creatividad cualidad fundamental del teatro, es algo inherente al ser humano, y todos podemos desarrollarla y disfrutar de ella. El hacer teatro, y todos los beneficios que procura, han de estar al alcance de todos.

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En definitiva, es difícil saber qué es aquello que nos aporta el teatro que nos sienta tan bien. Las personas que nunca lo han probado, y se acercan unos días a intentarlo, suelen reconocer que se sienten mejor. Con razón: se han desahogado, han jugado, se han reído, han gritado, han expresado emociones de todo tipo, han representado personajes absolutamente alejados de ellos… Y lo más importante de todo, lo han hecho en relación con otras personas. Y sea cual sea la razón por la que desean hacer teatro, algo encuentran en él que les hará sentir bien.

 

Fernando Gallego

Actor y terapeuta gestlt

Cómo ser mujer y no morir en el intento

Algunas mujeres consideran, ante todo, el matrimonio y la familia, otras  prefieren la independencia y la propia realización, unas son mujeres del hogar,  otras  amantes de los viajes, eternas aventureras. Una misma mujer se comporta, según el contexto como extrovertida o introvertida, paciente o inquieta...

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Estas son algunas de las cuestiones que intentaremos desarrollar, reflexionando sobre  los distintos roles y cualidades femeninas, adentrándonos en nuestra propia naturaleza.

En su gran mayoría  los roles que la sociedad ha ofrecido a las mujeres para su manifestación han sido definidos por su relación con el hombre, desestimando las cualidades fundamentalmente femeninas. Como forma de consolidar espacios de visibilidad y superar las fronteras del ámbito privado correspondiente al hogar y sus quehaceres hemos aprendido a desenvolvernos poniendo en práctica un conocimiento más bien racional, desarrollando nuestra  capacidad de enfocar, analizar y separar olvidándonos  de  nuestra parte más intuitiva.

La delimitación de una identidad femenina acotada a determinados roles sociales interfiere en que las mujeres podamos vivir plenamente todas nuestras facetas y virtudes. Jean Shinoda Bolen en su libro “Las diosas de cada mujer”  toma parte de la mitología griega para mostrarnos que todas las mujeres tenemos potencialmente distintos aspectos femeninos a  desarrollar a lo largo de la vida. Para mantener una relación saludable con nosotras mismas y con el entorno es deseable poder jugar diferentes roles en cada momento.

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En ocasiones solo experimentamos parcialmente estos roles, acotando todo nuestropotencial creador y conocimiento intuitivo. Esto conduce a que  muchas mujeres en algún momento de su vida puedan sentirse  vacías, frágiles y dependientes o  bien  valorarse negativamente en su labor como  “madres”,  “esposas” o “hijas”. El conocimiento parcial de nosotras mismas tiende a incrementar una vivencia empobrecida de nuestro auto concepto

Todas las mujeres tenemos en algún momento sentimientos y pensamientos negativos sobre nosotras mismas y también modelos de comportamiento que en algún momento nos sirvieron y hoy ya no nos resultan útiles, aunque sigamos repitiéndolos sin saber muy bien  porqué ni cómo. Transformar esos viejos hábitos y desmontar las estructuras mentales obsoletas implica restablecer una relación más saludable y amorosa con nosotras mismas. Para ello es necesario conocer las creencias restrictivas que interfieren en nuestro sentimiento de competencia  personal y social.

¿Solemos anticipar fracasos y negativas ante nuestras iniciativas y proyectos?

  • “Nunca seré capaz de...
  • “Ya nunca encontraré.”
  • “Siempre conozco al hombre equivocado”.
  • “Ha sido culpa mía...”
  • “Seguro que le dan el trabajo a otra mejor que yo ...”

Nuestros viejos hábitos no han sido construidos en una noche por lo que el transformarlos requiere tiempo, constancia y paciencia. Al enfocar nuestra atención sobre imágenes positivas de nosotras mismas, al reconciliar aquellas partes que han estado “peleándose” durante  tiempo nos permitimos expandirnos y crecer en todos los planos. Solemos mantener una relación amable con aquellos  rasgos de carácter que nos gustan más y rechazar aquellos que no nos agrandan tanto. Muchas veces en función de las expectativas que creemos los demás tienen de nosotras, y no somos conscientes de qué es lo que realmente queremos para nosotras mismas y cuáles son los recursos personales con los que contamos. Poder reconciliarnos con nuestros rasgos menos gratos, nos ayuda a aliviar tensiones internas y aumenta nuestro bienestar emocional en general.

Otro aspecto a considerar es la estrecha relación entre nuestro funcionamiento biológico, emocional y mental. Un desajuste  hormonal va a influir en el estado de nuestras emociones (incremento de tristeza, apatía, euforia). Va a determinar que nos encontremos más creativas, con ímpetu de emprender y desarrollar o bien más cansadas con ganas de permanecer en estado de quietud  y  retirarnos en soledad.

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Debemos respetar estos momentos, evitar luchar contra ellos (por ejemplo exigiéndonos estar activas cuando nuestro cuerpo nos demanda reposo) para ello es necesario en un principio re-conocer cada una de nuestras fases, aceptarlas para no ir contra nuestra propia naturaleza. Así entenderemos mejor parte de nuestras reacciones y estados mentales.  Estas fases tienden a repetirse mes a mes como expresión natural de nuestra condición femenina en estrecha relación con nuestro ciclo menstrual (pos menstrual, ovulación, premenstrual, menstruación)

El conocimiento de las distintas fases nos permite comprender por qué a lo largo de cada mes hay un momento en  el que:

  • mis percepciones están orientadas negativamente
  • me siento más irritable, las discusiones y conflictos interpersonales con la familia, amigos y/o pareja se incrementan,
  • no me encuentro a gusto conmigo misma, “hoy nada me queda bien”, “soy una inútil”

O bien

  • me siento sumamente creativa e inspirada para comenzar con nuevos proyectos y llevar cabo lo que me propongo.
  • me encuentro vital  con espíritu de liderazgo  y confianza en mi misma.

Determinar qué responsabilidades podemos asumir y de qué manera hacerlo, cuáles deberíamos dejar para más adelante en función de la fase en la que nos encontremos nos permite  ajustarnos mejor a nuestra realidad exterior y disminuir los factores estresores.

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Es por ello que nuestro ciclo  se convierte en una fuente de información para tomar decisiones más ajustadas a nuestro momento vital así como ser más eficaces y efectivas en nuestras acciones y relaciones.

Asumir que no existe un modelo de “lo femenino” y que en la diversidad reside la riqueza y la complementariedad, es permitirnos ser nosotras mismas y re inventarnos cada día. Declararnos seres en movimiento por lo tanto cambiantes, es la clave para sorprendernos, para cultivar nuestras emociones positivas y evitar la vulneración de nuestros derechos.

Psicólogas de Grupo Crece

Sanar nuestras emociones

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Ha llegado a mis manos un fantástico libro de David Serven-Schreiber “Curación emocional: acabar con el estrés, la ansiedad y la depresión sin fármacos ni psicoanálisis. Está publicado en Kairós. Este autor, médico, psiquiatra se volcó en la investigación sobre neurociencias y neurobiología de las emociones. Fundó y dirigió el Centro de Medicina Complementaria de la Universidad de Pittsburgh, donde llevó a cabo su trabajo como médico, incorporando procedimientos terapéuticos basados en toda la experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria personal y profesional lejos de las terapias farmacológicas convencionales o de las psicoterapias interminables.

En este libro aborda la importancia de no descuidar las emociones en cualquier proceso de salud-enfermedad.

Según este y otros autores, las claves de la “curación emocional” están en el ajuste de nuestro cerebro emocional con nuestro cuerpo y nuestra conducta.

Muchas de las herramientas para adquirir este equilibrio están presentes en aspectos básicos de nuestra vida cotidiana como son una alimentación sana, ejercicio físico, buena relación y comunicación con los demás, otras herramientas, provienen de los avances más recientes en la investigación como la integración neuroemocional a través de la técnica EMDR o herramientas milenarias como la acupuntura.

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Cada uno de estos métodos, se basan en el poder del propio organismo humano para la autocuración.

En las sociedades occidentales, el estrés, la ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales aumentan de forma alarmante. Esto ha disparado el consumo de psicofármacos. A pesar de la terapia con estos medicamentos, los índices de prevalencia de estos trastornos aumenta considerablemente en Europa.

Un estudio de Harvard, ha mostrado que en EEUU, desde 1997 existe una mayortendencia a usar métodos alternativos para solventar este tipo de problemas frente a medicamentos como el Prozac, Trankimacin, Aremís, etc. o a psicoanálisis, una terapia excesivamente prolongada en el tiempo.

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Desde hace 10 años en el hospital de Shadyside de la Universidad de Pittsburgh en Estados Unidos, se investiga para aliviar la depresión, la ansiedad o el estrés focalizándose más en terapias centradas en la autorregulación del cuerpo y las emociones frente a terapias basadas en el lenguaje y las cogniciones.

Nuestro cerebro está configurado en dos grandes partes, una zona más reciente en el proceso de evolución filogenética y ontogenética, el neocortex, sede del lenguaje y del pensamiento, y una zona más primitiva, el cerebro llamado emocional, con una organización celular y propiedades bioquímicas distintas al resto del cerebro.

El lenguaje y la cognición, aunque alguna, no tienen suficiente influencia en nuestro cerebro emocional y los desórdenes o desequilibrios emocionales dependen directamente de nuestro cerebro emocional.

La tarea de un psicoterapeuta es reprogramar, a través de diversos mecanismos, el cerebro emocional para que las fuentes de estrés, ansiedad,  depresión u otro malestar, ya no existan o se organicen de manera diferente.

El cerebro emocional o sistema límbico posee mecanismos naturales de autocuración, es decir, capacidades innatas que se asemejan a otros mecanismos de autocuración del cuerpo como la eliminación de una infección ante la activación de nuestro sistema autoinmune.

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Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, nos descubrió ya hace unos años, gracias a suexcelente trabajo de divulgación de los avances científicos sobre las emociones, la importancia de trabajar la “inteligencia emocional”. Diversos estudios indican que tener inteligencia emocional predice un mayor éxito en el futuro (entendido éxito en sentido amplio), que tener un cociente de inteligencia alto.

Las claves de la inteligencia emocional son:

  1. Identificar nuestro estado emocional y el de los demás.

  2. Comprender y aceptar los estados emocionales propios y de los otros y desde ahí

  3. Regular nuestras propias emociones y las de los demás.

Posteriormente, investigadores del ámbito de las neurocioencias como el neurólogo Antonio Damasio, han establecido las bases biológicas del funcionamiento de las emociones con mayor precisión y la dificultad entre la conciliación pasión y razón a nivel cerebral. Damasio nos muestra por qué las emociones son indispensables para el buen funcionamiento racional.

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Servan-Schreiber nos invita a regular nuestros estados emocionales para encontrar un equilibrio óptimo sin anular lo que sentimos.

En resumen, las herramientas que propone este autor son.

  1. Regulación de la frecuencia cardíaca mediante métodos de gestión de la atención, respiración y visualización.

  2. Reprogramación cerebral a través de la técnica EMDR, en la que estimulamos de manera bilateral usando movimientos oculares, tapping o estímulos auditivos mientras se visualizan situaciones traumáticas.

  3. La regulación del reloj biológico adaptándonos a los ritmos naturales de sueño-vigilia.

  4. Acupuntura y meditación.

  5. Incorporación de los ácidos omega 3 o aceite de pescado de manera adecuada en nuestra dieta.

  6. Realización de ejercicio físico de manera regular.

  7. Resolución de los conflictos de manera adecuada con nuestros seres queridos o las personas de nuestro entorno con habilidades de escucha y comunicación emocional. Es decir, atender a nuestro alimento afectivo básico.

  8. Establecimiento de redes sociales cooperativas, sentimientos de grupo y de pertenencia. Es decir atender a nuestra esencia de ser social.

Os animo a leer este libro y profundizar en todos los aspectos que resalta.

“Este es mi secreto, dijo el zorro, es muy sencillo: no se ve bien si no es con el corazón. Lo esencial resulta invisible para los ojos”. Antoine de Saint Exupéry, El principito.

Enlaces de interés.

http://es.wikipedia.org/wiki/David_Servan-Schreiber

http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Goleman

http://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%B3nio_Dam%C3%A1sio

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta corporal, psicodramatista y experta en EMDR

Las emociones positivas ante la crisis

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Hace unos días tuve la oportunidad de impartir un seminario en AJE Madrid (Asociación de jóvenes empresarios de Madrid). El seminario estaba dirigido a pequeños empresarios y nuevos emprendedores que están iniciando o están por iniciar su proyecto. El objeto del seminario era estimular las emociones positivas en un momento en que brillan por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos sufriendo una gran crisis económica que está afectando a un porcentaje muy elevado de la población. No sólo ya los índices de paro registrado que superan el 25% en España, sino la pérdida de poder adquisitivo de una gran parte de las personas, los recortes monumentales a los funcionarios públicos, los recortes en educación que afectan a la escuela pública, las universidades y otras instituciones, los recortes en sanidad que entre otras cosas ha dejado sin cobertura a un grupo de personas que antes recibían asistencia médica, los recortes en ayudas y servicios sociales que han desaparecido o disminuyen las posibilidades de acceso a determinados servicios o bienes a muchas personas, muchos de ellos básicos o necesarios en una sociedad desarrollada como la nuestra, la dificultad de acceso a créditos y los recortes en ayudas a profesionales autónomos o pequeñas empresas, casos desgraciadamente extendidos de desahucios, personas que literalmente se ven en la calle, etc., etc., etc.

Puede que todo esto no nos toque directamente a todos pero el ser humano sufre y empatiza ante el sufrimiento de otros o ante situaciones globales de dolor e indignación y ahora lo tenemos todos muy a flor de piel.

La incertidumbre, la injusticia, la pérdida, la vivencia de situaciones desesperadas, el torpedeo de información negativa en la calle o en los medios de comunicación, la falta de control de los ciudadanos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo… todas estas circunstancias nos llevan a experimentar emociones negativas.

El miedo

Es un sentimiento adaptativo que nos lleva a despertar la alarma ante situaciones de peligro. El miedo nos ayuda, porque nos hace ser previsores, prudentes y no arriesgar demasiado, nos lleva a evitar determinadas situaciones o conductas que pueden ser dañinas o perjudiciales y a huir de ciertas circunstancias. Sin embargo, el miedo en exceso o desajustado nos lleva a la parálisis y al exceso de prudencia. No cambiamos el mundo ni nuestra realidad desde el miedo. Ante la crisis, un miedo excesivo no nos sirve.

La tristeza

También es un sentimiento adaptativo. Nos lleva a contactar con lo que hemos perdido y darle el justo valor que tiene. Podemos encontrar muchas fortalezas que desconocíamos ante un proceso de pérdida, sea afectiva, social o material. Y nos ayuda a reconstruirnos para que pasado el periodo de duelo salgamos con todas nuestras fortalezas hacia delante. Pero, acomodarnos en la tristeza nos lleva a la desesperanza y a considerar que no hay nada que se pueda hacer para salir adelante, y eso también nos paraliza, en un extremo nos lleva a la depresión y al suicidio, como, desgraciadamente, se ha visto en los medios de comunicación en los últimos tiempos. La tristeza tampoco ayuda ante la crisis.

La rabia o indignación

La rabia es un sentimiento de acción, nos lleva a defender los derechos, a la lucha y muchos cambios sociales se han producido tras procesos de indignación colectiva organizados y mantenidos en el tiempo. La rabia tiene un defecto, nos puede llevar también a la violencia o agresividad o a situaciones muy autodestructivas que nos pierdan de nuestros objetivos. La rabia es importante ante situaciones de crisis pero es bueno mantenerla a raya.

La alegría y las emociones positivas

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Sí, la alegría es el sentimiento de la acción positiva. Nos mantiene sanos física y mentalmente. Facilita que encajemos las dificultades, la fatiga, los fracasos…, con pensamientos optimistas y constructivos que nos animan a seguir intentándolo.

Al fin y al cabo, seguir luchando para salir adelante, para encontrar un trabajo, para lanzar un negocio, para reinventar un negocio, para aprender cosas nuevas que nos abran a nuevas posibilidades no se puede hacer sin alegría.

Y los pequeños empresarios y nuevos emprendedores jugamos un papel fundamental para salir de esta.

¿Qué podemos hacer para mantener la alegría en tiempos de crisis?

  1. Cuida tu alimentación, no te quedes sin energía, intenta descansar lo más posible y haz un poco de ejercicio.

  2. Presta atención a las pequeñas cosas, el calorcito del sol, el olor del café de la mañana, el pacer denotar la caricia de alguna persona, la sonrisa de la gente amable…

  3. Estírate y abre el pecho, camina erguido/a y de manera rítmica, nota que le das tono muscular a tus movimientos corporales. Te puede ayudar poner te música alegre cada día.

  4. Aprende a respirar usando el diafragma y practícalo varias veces al día.

  5. Cuida tus relaciones afectivas y sociales, ellos no tienen la culpa de la crisis.

  6. Deja un espacio para ti, aunque sea un ratito ala semana para dedicarlo a algo placentero y fuera de obligaciones y exigencias.

  7. Para los pensamientos negativos continuos, no son resolutivos y no sirven para nada. Usa distractores.

  8. Busca un buen confidente, alguien que sepa escuchar para poder desahogarte.

  9. Piensa de manera más constructiva, aunque sé que esto es difícil. Por ejemplo, en lugar de pensar “Esto no tiene solución” o “Nunca encontraré trabajo”, intenta pensar “Voy a seguir intentándolo” o “ Yo no puedo adivinar el futuro, puede que encuentre algo”.

  10. Sonríe, sonríe, sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, aunque sea una leve sonrisa que curva los labios.

Ánimo, ¡sí saldremos de esta!

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Mario Benedetti

Defensa de la alegría

"Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría"

Las cosas del comer

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Vivimos en un mundo complejo, pero si hay algo complejo en este mundo es nuestra relación con la alimentación. Miremos nuestro gran espejo público, sí , la TV. ¿qué vemos?: una sociedad que por un lado difunde un exigente cánon de belleza, que impone mantenerse joven, extremadamente joven y delgado/a durante la mayor parte de nuestras vidas, un cuerpo que exigiría interminables horas de gymnasio,  una dieta espartana y un preciso balance de nutrientes. Sin embargo, pasamos una gran parte de nuestro tiempo ocupados en un ocio sedentario, vinculado a toda forma de pantallas (TV, consolas, ordenador, móvil), que condicionan hasta la más genuinamente humano: la comunicación entre nosotros. Por otro lado, si un extraterrrestre observara nuestras emisiones de radio y TV creería que la famosa pirámide de la alimentación consistiría justamente en la inversa de la que recomiendan los médicos. Creería que los humanos básicamente nos alimentamos de dulces, chocolates, pizzas, hamburguesas y snacks, y que la fruta o la verdura tan sólo la comeríamos "ocasionalmente". La mayor parte de las conversaciones sobre comida, versan sobre dietas milagrosas, que conllevan esfuerzos puntuales, restrictivos, exigentes y desgraciadamente, con resultados inútiles o fugaces. Si la dieta es nueva, distinta o exótica, el furor estará asegurado. Poca gente se preocupa por si la dieta es segura, saludable o sus objetivos de pérdida de peso razonables, cuánto más veloces y contundentes mejor.

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Por último, mientras que cada vez hay más y más minutos de gastronomía en los programas de TV y radio, y los cocineros son estrellas mediáticas; el común de los mortales, cada vez improvisa más en su forma de comer, le cuesta planificar sus compras, utilizar alimentos de temporada y cocina menos por falta de tiempo. De forma paralela, las líneas de alimentos  manufacturados y listos de un calentón en el microondas, inundan los supermercados...

¿Cuál es el resultado?, que la comida se convierte en un problema, bien por exceso o por defecto, o como es más frecuente, por una extraña mezcla de ambas. Convertimos una conducta básica para la supervivencia, y en principio placentera, en un extraño entramado de emociones contradictorias (atracción incontenible, placer compulsivo, culpa, alivio de otras emociones negativas), modas, idealizaciones de uno mismo y expectativas de éxito social desmesuradas.

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Es necesario un cambio, un cambio que nos reconcilie con el placer del acto de comer, con nuestro propio cuerpo, nuestras emociones y con nuestro legítimo deseo de agradar a los demás... pero a un precio razonable ¿y usted?, ¿usted qué opina?.

Pedro A. C.

Psicólogo

 

Pierdo mi casa, una perspectiva psicológica

“El hogar debe ser el refugio sagrado de la vida”

John Dryden

Son terribles las noticas de desahucios, a todos nos tocan la fibra.

Es terrible y doloroso ver como en mi calle, cuando hace poco esto no pasaba, veo personas rebuscando en la basura, personas, jóvenes y mayores, que no aparentan ser vagabundos habituales ¿Serán también personas que han perdido su hogar?

Según la Wikipedia hogar es “el lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos sensación de seguridad o calma. La palabra hogar proviene del lugar en el que se reunía, en el pasado, la familia a encender el fuego para calentarse o alimentarse.”

Deriva del latín focus (lugar en la casa donde se prepara el fuego) y después se ha extendido para referirse a la propia casa o vivienda.

Tiene raíz indoeuropea (Bha que significa brillar), y está emparentado con el griego (fotós que significa luz).

El hogar como lugar de luz, de brillo, de calma, de alimento, de reunión, de calor, de seguridad.

El ser humano es un individuo asociativo, y todo el significado que tiene una vivienda se acompaña de todos estos símbolos que el lenguaje a lo largo de los siglos va construyendo y enriqueciendo.

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Todos estos significados apelan a motivaciones y necesidades humanas básicas que se ven truncadas tras un desahucio o el miedo a sufrirlo.

Una de las motivaciones más básicas en el ser humanos es la de sentirse seguro. Esta seguridad tiene varias ramificaciones, seguridad  frente a la satisfacción de necesidades básicas de afecto, alimento y cobijo.

La intemperie es fuente de peligros y dificulta nuestras posibilidades de superviviencia en condiciones extremas de temperatura y los seres humanos siempre nos hemos cobijado, primero en cuevas u oquedades, después construyendo cabañas, chozas y viviendas de la más diversa índole hasta las sofisticadas construcciones de la actualidad.

Perder el hogar es carecer de esa seguridad y calma y situarnos en una situación de indefensión y vulnerabilidad.

Un hogar, es un lugar confortable, en que mantenemos una temperatura adecuada para sentirnos cómodos y no enfermar, donde desarrollamos nuestros apegos, guardamos recuerdos, cuidamos a nuestros familiares más vulnerables…

Perder el hogar es perderse también a sí mismo. Nuestra identidad, otra motivación básica, también, se configura en cómo hemos organizado y construido nuestro hogar, y si lo perdemos todo, esta identidad se desconfigura, se desmiembra.

Perder el hogar supone enfrentarse a no poder cuidar a nuestros seres queridos, no poder ofrecerles la protección que necesitan. Nos supone perder ese instinto básico de cuidar y proteger. De repente, esas personas pueden haber perdido parte de su sentido o su utilidad psicológica.

Perder el hogar, por lo tanto, sitúa a las personas en una situación donde indefensos, desarraigados, con imposibilidad de proteger a los suyos se debe salir adelante. Difícil, ¿verdad?

De forma vicaria, estas situaciones nos angustian a todos, aunque no hayamos perdido nuestra casa.

Supone un gran impulso, para estas personas que han perdido su casa o puedan perderla, el apoyo del grupo.

Las asambleas y asociaciones de barrio que se están movilizando para detener desahucios no sólo están mostrando con su labor,  una resistencia, una presión social que pueda tener eco en los políticos para ofrecer soluciones más justas, sino que están ofreciendo un sostén psicológico para este grupo de personas que se encuentran tan desamparadas.

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Viaje en el tiempo al orígen de las Navidades

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Os proponemos para las próximas fiestas, un plan que ninguna agencia de viajes podría, por ahora, ofreceros: subir a la máquina del tiempo, en vez de a un avión, y viajar a Roma, no a la actual, sino a la Roma que era el centro del mundo, en la época del apogeo imperial y de la aparición incipiente de una nueva religión: el cristianismo. Probablemente “Aterrizariamos” no en el actual aeropuerto de Fiumicino, sino en alguna de las calzadas del exterior de las murallas, y poco a poco, entraríamos en medio de un denso tráfico de comerciantes en una ciudad sorprendentemente moderna, estimulante, exótica, misteriosa, cruel y peligrosa a la vez. Por si fuera poco, el ambiente es extraordinario, no el habitual, llegamos en época de fiestas…

LAS SATURNALES

Las Saturnales estaban consagradas al dios Saturno y se celebraban del 17 al 23 de diciembre en honor a Saturno. En sus más remotos orígenes, las Saturnales celebraban la finalización de los trabajos del campo, una vez concluida la siembra efectuada durante el invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano.

El día oficial de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano era propiamente el 17 de diciembre, pero la festividad era tan apreciada por el pueblo que de forma no oficial se festejaba también a lo largo de los seis días posteriores, hasta el 23 de diciembre. Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno, que en la Roma primitiva tuvo tanta importancia como Júpiter. Después del sacrificio, seguía un banquete público, al que todo el mundo estaba invitado al grito multitudinario de “¡Io, Saturnalia!”.

Eran días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. En ellos, se decoraban las casas con plantas y se encendían velas por el fin del período más oscuro del año. Los romanos intercambiaban regalos (en un principio, recordando a antiguos rituales, velas, saquitos de nueces o figurillas de barro) y visitaban a amigos y familiares. Estas fiestas estaban dirigidas por un sacerdote.

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La fiesta tenía también su ironía: nadie estaba a salvo de convertirse en víctima de algún regalo bromista. En las fiestas, se jugaba al mundo al revés y se caricaturizaban leyes y cargos públicos, se suspendía la actividad del Senado, de la escuela y los tribunales de Justicia. Por si fuera poco, se aplazaba la ejecución de los condenados a muerte, y se relajaba la ley, severísima, contra los juegos de azar, y los romanos veían crecer o mermar su patrimonio en el juego de los dados, las tabas y la lotería.

Sin embargo, la expresión popular que más sorprende de estas fiestas era el intercambio de papeles que existía entre los esclavos y sus amos. Era habitual que los señores de la casa sirvieran la mesa a sus súbditos que tenían, además, la licencia de emborracharse e, incluso, de injuriar a sus amos como si de siervos se tratase. Asimismo, todos los esclavos recibían de sus propietarios una generosa paga extra en forma de moneda o vino.

Las Saturnales terminaban el 23 de diciembre, pero en el año 274 d.c. el emperador Aureliano, introdujo el culto del Sol Invictus (25 de diciembre), procedente de Siria en el que se celebraba también el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo periodo de luz, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio, que constituye el solsticio de invierno. Sobre el astro reconocieron casi todas las religiones imperantes en el Imperio a su suprema divinidad, sobre todo los crecientes adoradores de Mitra. El conglomerado de dioses, propios y adoptados que se idolatraban en Roma terminaría por reducirse solo al del Sol. Sin embargo, este tipo de monoteísmo devocional, cuyo culto había sido precedido por las fiestas en honor de Saturno, facilitó el camino al desarrollo del Cristianismo al establecerse la fecha de nacimiento de Jesucristo en ese día.

Las Saturnales tuvieron tal arraigo en la sociedad romana que el cristianismo tuvo muchos problemas para acabar con las celebraciones, y en parte lo consiguió cuando cobró mayor importancia la celebración de la Navidad.

Una vez que el cristianismo se impuso en el Imperio Romano, el nacimiento del Sol y su nuevo período de luz fueron sustituidos por la celebración del nacimiento de Jesucristo. Gradualmente las costumbres paganas pasaron al Día de Año Nuevo, siendo asimiladas finalmente por la fiesta cristiana, que consiguió establecer unas fiestas prolongadas en las que, como los romanos de antaño, los cristianos actuales se desviven en compartir la alegría, aumentar su patrimonio y cumplir con los regalos al mismo tiempo que se entregan sin recato alguno a fastuosas mesas.

FIN DEL VIAJE

Espero que os haya gustado. Ahora sólo queríamos proponeros una reflexión: si hubiéramos tenido la enorme suerte de enrolarnos en este viaje, que por ahora, sólo nos propone la Historia, seguramente volveríamos con una mente mucho más flexible sobre lo que ocurrirá en las próximas semanas en todo el mundo, volveríamos de nuevo a una vida más convencional, previsible, y sin duda, a una época con un mayor exigencia moral…, pero…¿volveríamos?

Pedro A. C.

Psicólogo

 

WhatsApp & Terapia: ¿Compatibles?

Si, siempre y cuando el WhatsApp  sirva como elemento o herramienta que complementa el contacto, trabajo y desarrollo personal. No es a través del WhatsApp que se hace la terapia ni la toma de conciencia, sino que es un puente, que al complementarse con otras técnicas, facilita y permite conectar con la información y trasladarla desde el mundo interior al exterior y viceversa, tomando conciencia de las consecuencias y reacciones (causa-efecto) de “lo que he dicho o hecho”. En inglés, what’s up, significa ¿qué pasa?, y es un modo de saber cómo está el otro, de saludarle. Es un intento por entrar en el mundo del otro y es por esta razón que se pude comprender que dicha aplicación de móvil hace un juego de palabras con esta pregunta.

En las sesiones terapéuticas el WhatsApp puede ayudar a contactar y prestar apoyo en el proceso de crecimiento personal de los individuos, tanto niños y adolescentes como adultos, desde una ruta creativa.

Hoy en día es tan potente la fuerza y la influencia de las nuevas tecnologías, que nos invitan y guían continuamente a hacer todo rápido, desde el impulso, mirando hacia el mundo externo más que hacia nuestro interior. Considero que es importante para una buena salud psico-emocional y crecimiento personal del ser humano, el reconocimiento de las emociones, y para lograr estos puntos, siento que la misión del terapeuta es innovar, e integrar nuevas alternativas con conocimientos anteriores, para facilitar que esa persona pueda crear una visión global y contacto genuino con su universo interior, ya que cada persona es un mundo.

Es por ello que creo que para momentos específicos, el uso del WhatsApp en un contexto terapéutico en el cual  se utiliza sin reemplazar al contacto personal, y directo, cara a cara, puede ser una vía o trampolín para ayudar al otro, tanto para salir al exterior sin esconderse tras el teclado, como para establecer y mantener una comunicación más sana. Todo ello guiado por el terapeuta.

Para niños, adultos y especialmente adolescentes esto les es muy útil. Utilizan esta tecnología para relacionarse entre ellos sin necesidad de esfuerzo alguno, sólo dan a una tecla y el emoticono se encarga de expresar de manera sintetizada lo que ellos desean expresar: su posible pensar y desear.

En las sesiones psicológicas con adolescentes, me encuentro generalmente con jóvenes que tienen un gran potencial para desarrollarse, pero que a  día de hoy presentan dificultades para poder identificar y expresar lo que sienten ….. incluso hay niños y jóvenes que llegan las sesiones y son incapaces de mantener un contacto visual, o simplemente no pueden quitar la vista del suelo. Frente a esta situación he utilizado diversas técnicas y he incorporado a modo de puente el WhatsApp,  que increíblemente nos ha ayudado, desde ahí, desde la palabra escrita, desde  las teclas, a establecer una forma de comunicación más directa y sincera, que complementado con otras técnicas, ayudan a esa personita a salir del escondite, descubriendo estrategias propias y necesarias para establecer contacto social, contacto directo con el otro, y para mantenerlo.

¿Para qué sirve con esta generación de niños y jóvenes, que tienden a caracterizarse por contactos breves, desde la impulsividad y atención poco mantenida?:

  • Desde el terapeuta, puede ser considerado como una forma creativa para expresar respeto y aceptación por su forma de posicionarse en el mundo, además de mostrar un interés genuino por querer comunicarse con ellos, con sus herramientas y en su terreno digital, multimedia o cibernético.
  • En sesión, para apoyar y promover el establecimiento del vínculo entre terapeuta y usuario, ya que tienden a ser niños y jóvenes que actúan sintiendo una fuerza flojita para establecer y mantener contacto visual directo, contacto con el otro…se le ayuda a pasar desde esta etapa de manera gradual al cara a cara.
  • El terapeuta debe ser consciente de a quién de entre sus pacientes permite utilizar el WhatsApp fuera de sesiones. Idealmente a uno que respete límites, que esté en un proceso de autocontención que le permita elegir, priorizar e identificar momentos de real necesidad, y que no vaya a sobre explotar el uso de esta herramienta. Además, aprenden a respetar el espacio del otro empatizando: “ hoy es domingo, hoy no trabaja, no es urgente, puedo esperar al lunes”. Aprenden a esperar, a identificar la gravedad de las situaciones y elijen cuándo pedir ayuda, lo que les promueve a la creación interna de estrategias de afrontamiento de situaciones que viven como complejas, y a la vez establecen un baremo de “qué tanto puedo o no sujetarme por mi mismo”, lo cual les va permitiendo, de manera gradual, reflejar cómo van evolucionando en su crecimiento, contención y madurez emocional, como por ejemplo con aquellosque están en proceso de enfrentar sus bloqueos.
  • Si están muy bloqueados puedo utilizar como puente los emoticones, acompañando a que verbalicen lo que quieren expresar por esta herramienta, colocándoles un tono de voz que corresponda y adecuando también la gesticulación facial y corporal de acuerdo a esa emoción expresada.
  • Se trabaja la empatía y el hacerse cargo y responsable de lo que cada uno dice, ya que, es muy fácil enviar un mensaje de texto “olvidando” que hay otro que lo recibe, puesto que no le vemos la cara, podemos “hacer cómo que no pasa nada”. Sin embargo, si aprovechamos en sesión el envío de mensajes por WhatsApp y complementamos esto con que el sujeto que lo envía vea los efectos en directo que ha provocado en el otro (en este caso el terapeuta), contacta de manera conciente en los efectos emocionales, conductuales que ocasionan sus decisiones en un entorno seguro, aprende a resolverlas y a desarrollar nuevas estrategias de enfrentamiento que podrá utilizar en su vida diaria. Lo que le lleva a pensar en las consecuencias de “sus palabras”, en lo que está comunicando y a autorregular sus impulsos.
  • Aprenden a prestar atención al otro y mantenerla unos minutos más ir expresando por texto información de la realidad y el poder contrastarla de manera inmediata, mirando, les hace tomar conciencia del presente, de tocar suelo en el aquí y ahora, en donde están en estos momentos, por ejemplo en caso de ser muy evasivos y dispersos, se les puede traer a sesión con un mensaje de WhatsApp que diga, por ejemplo: “¿te gustan mis zapatos?”, para poder responder, necesita mirar, salir del teclado, escribir la respuesta, volver a salir del teclado y finalmente mirar al otro para tomar conciencia del efecto que provocan sus palabras.

Grupo Crece

Compras compulsivas

compradora compulsiva

En una sociedad cada vez más materialista y centrada en el hedonismo, caracterizada por las prisas y la inmediatez, el fenómeno de las compras compulsivas parece que ha encontrado su hueco.

Ahora que se acercan las fiestas de Navidad parece que todos nos vemos impelidos a dejarnos arrastrar por comprar y comprar, desde Cortilandia, hasta la lotería de Navidad pasando por toda la oferta de productos navideños que cada vez antes se colocan en los stands de los supermercados y centros comerciales.

Un cierto derroche, aunque estemos en crisis, es algo normal, pero a continuación tenemos las claves de lo que puede despuntar como un problema de compras compulsivas:

  1. comprar más cosas de las que uno tenía previsto.
  2. un gasto de dinero notablemente mayor de lo presupuestado.
  3. tener muchos créditos abiertos y aún así seguir gastando.
  4. comprar muchas y muchas cosas innecesarias..................Y sobre todo:
  5. sensación de pérdida de control (“cuando empiezo a comprar no puedo parar”)
  6. la gente empieza a decirme que mis compras no son normales, que compro más de lo que la gente habitualmente hace.
  7. endeudamiento
  8. ansiedad si salgo a la calle y no compro nada.
  9. sentimientos constantes de culpa tras haber comprado.

Si te ocurre alguna cosa de estas, te proponemos los siguientes pasos para poder hacer frente a una posible adicción a las compras:

  • Haz una lista concreta con las cosas que de verdad te hacen falta. No te dejes llevar por tus impulsos.
  • Lleva un control de tus gastos económicos. ¿Cuánto dinero me puedo gastar?.
  • No salgas con la tarjeta de crédito.
  • Trata de evitar las tiendas que más te gustan y que sabes que si entras “picas”.
  • Sal a la calle con poco dinero, o acompañada.
  • Intenta buscar una actividad alternativa a ir de compras.
  • Trata de mantener tu mente ocupada y distraída haciendo cosas que requieran tus cinco sentidos (p.ej es preferible que cocines antes que ver una película)
  • Si todo esto te falla NO dudes en acudir a un profesional de la psicología.

Miguel del Nogal

Psicólogo 

Peleas de hermanos

¿Son normales? ¿cómo actuar? ¿se pueden evitar?

peleas hermanos

Si hay algo que preocupa y agobia a los padres son las peleas entre sus hijos. Lo primero que se preguntan es si es normal, sobre todo cuando no conocen la experiencia de otros padres. Os interesa saber cuándo se salen de la normalidad, cómo actuar y si se pueden prevenir. Por Carmen Bayón para masquepadres, con el asesoramiento de la psicóloga infanto-juvenil de Grupo Crece.

Para tranquilidad de los padres, hay que decir que las peleas entre hermanos durante la infancia son algo normal e incluso necesarias para el desarrollo de los niños (siempre que no haya daño físico o su frecuencia sea cotidiana y descontrolada).

“Las peleas entre hermanos en la etapa infantil se consideran normales, necesarias y esenciales, ya que son parte del proceso y desarrollo evolutivo normal de los niños”, explica Claudia, psicóloga infanto-juvenil en Grupo CRECE, Madrid.

Aprenden a lidiar con rivalidad, a compartir a los padres y no tener siempre la atención exclusiva de ellos, a esperar turnos, emociones nuevas (celos, envidia, soledad), a manejar la competitividad y a fortalecer la autoestima, para así contar con las herramientas básicas que les ayuden a enfrentarse de adultos a situaciones de mayor complejidad.

Por qué se pelean

Las peleas suelen ser más frecuentes entre hermanos del mismo sexo: “Inicialmente buscan diferenciarse entre sí, conocerse, sopesar capacidades y recursos. Ensayan estrategias para darse a escuchar y ser vistos. Los motivos de los pleitos varían dependiendo si son chicas o chicos”, explica la psicóloga. Entre las chicas las peleas suelen ocurrir porque una le coge la ropa de la otra, si es más bonito el vestido de una de ellas, los maquillajes, accesorios, etc. En cambio, en los chicos serán las orientadas a: quien lanzó más lejos el balón, o corre más rápido, quien tiene más amigos… Hay peleas comunes, tanto para chicas como para chicos: turno para usar la Wii, la PSP, o la play, o el pedazo más grande de chocolate. Las peleas entre hermanos aumentan cuando hay menos diferencia de edad, por el hecho de “defender mi territorio”, sin embargo, a medida que van creciendo, éstas van siendo menos frecuentes y aisladas en el tiempo. Las peleas son más frecuentes en ambientes familiares donde hay escaso establecimiento de límites y normas, ausencia de negociación, cansancio de los padres, o donde se busca responsabilizar a otros agentes educativos (canguros, familiares…) de los niños. También si el estilo de educación y la relación en familia está basada en la devaluación, imposición, agresividad, ausencia de empatía y poca escucha activa; si existe ansiedad, situaciones estresantes (traslados por trabajo, cambios de casa y colegios, fallecimientos de un familiar, problemas de pareja, problemas académicos, separaciones), o excesivas comparaciones y preferencias de la familia o padres por un hijo más que por el otro.

Cuándo no son normales las peleas

No se considera normal que no haya peleas entre hermanos, “su ausencia podría deberse a una escasa valoración de la relación fraterna”, explica la psicóloga. También cuando las peleas son diarias y a los padres les resulta difícil su manejo y control, es decir, pasa a ser cotidiano, descontrolado, generando sentimientos de frustración y estrés en la familia. “Si a esto se añade que los niños no muestren signos de arrepentimiento, culpa,  tristeza o existen manifestaciones explicitas de disfrute y goce frente al dolor y daño provocado al hermano, estamos frente a una relación de maltrato que está generando a su vez un agravamiento y pérdida de una dinámica sana que promueve el desarrollo, crecimiento y respeto entre los niños”, advierte la psicóloga Claudia Quiroz Chavarría. Para evitar que las peleas sean intensas o agresivas, “es recomendable dar un espacio para que los niños sepan que se pueden pelear pero en un encuadre establecido por los padres, es decir, donde se enseñe al niño un espacio para que aprenda a negociar, verbalizar sus deseos y sentimientos, respetar turnos, y evitar dar  golpes al otro”, aconseja la psicóloga. Para lograr esto es importante que el adulto mantenga una actitud atenta, cuidadora y protectora, brindando un entorno de contención y seguridad. “Hay veces que los niños pelean por aburrimiento, en esta caso se sugiere promover juegos participativos y relaciones pacificas entre ellos, supervisar el tipo de juegos (play, PSP, Wii) y las películas adecuadas a su edad”, indica la especialista.

Cómo deben actuar los padres

– Escuchar y negociar. Es importante que los padres se mantenga unidos para actuar frente a las peleas. Deben escuchar cada versión de los niños, manteniendo una postura comprensiva, neutral, paciente y tolerante, guiando a los hijos para que ellos resuelvan el problema a través del encuentro y la negociación, en un entorno exento de gritos, golpes, etc. – Poner límites. Si la pelea sube de tono e intensidad, es importante asumir un rol más mediador, estableciendo límites y consecuencias si ellos deciden traspasar esos límites; luego separarlos en espacios físicos diferentes (cada uno en una habitación) y dejarlos allí durante unos minutos para que identifiquen que las agresiones físicas o verbales no son toleradas por los padres. Finalmente es bueno hablar de manera individual con cada uno. – Dar ejemplo. Los niños aprenden por imitación, por eso es importante que llegéis a acuerdos en la pareja. “Si lográis llevar a cabo lo que enseñáis, el aprendizaje por parte de los niños será más rápido y mantenido y os validarán más fuertemente como padres ya que sois coherentes y estables”, aconseja la psicóloga.

Ayuda para los padres

•    Identificar el problema. •    Evitar buscar culpables, o quién hizo más daño o qué generó el problema; tampoco hay que mencionar quién es más pequeño o más grande, ya que esto promueve la perdida de neutralidad. •    Promover la verbalización de las emociones (motivar al niño a contar cómo se siente). •    Expresar de manera abierta el amor que se tienen y que en esos momentos han olvidado. •    Buscar formas de resolución. •    Evitar poner como castigo “estudiar o hacer los deberes”. •    Determinar un símbolo de reconciliación: un beso, un abrazo, un dibujo, etc. •    Promover actividades de ayuda entre ellos (por ejemplo, ordenar los zapatos de ambos y que se acompañen y ayuden). •    Aceptar que las peleas entre hermanos no se pueden eliminar, ya que no es sano.

Más información

Grupo CRECE

www.grupocrece.es

Centro de psicología infantil y juvenil, en Madrid. Tel.: 91 128 84 60.

Disponible en

http://www.masquepadres.com/ninos/peleas-de-hermanos