La envidia

La envidia es un sentimiento muy mal visto socialmente, pero universal y humano a pesar de ello. Todos hemos sentido envidia en alguna ocasión, la cuestión es como lo hemos gestionado.

La "envidia sana" parece inofensiva y todos nos relacionamos con ella de manera natural e incluso no tenemos inconveniente de expresar: "qué envidia me das", al tiempo que sentimos una mezcla de envidia y alegría, orgullo o admiración por el otro.

No ocurre igual con la otra cara de la envidia, que nos carcome por dentro y destruye nuestra autoestima.

Este tipo de envidia dañina nos hace sufrir, nos hace sentir menos valiosos que el otro y sentir deseos de hacer desaparecer todo lo envidiado, sin el sujeto envidiado parece que todo iría bien, pero no es cierto, ya que en la envidia también hay un profundo sentimiento de "no voy a ser capaz de conseguir lo que tú eres, lo que tú tienes". Este es el peor escenario de la envidia que es un sentimiento complejo que incorpora otros sentimientos básicos como el miedo a no conseguir lo deseado, el miedo a no poder o no ser valioso, la rabia o ira, proyectada hacia la personas envidiada pero reprimido hacia uno mismo y la tristeza, nos relacionamos con lo que no tenemos, con un espacio vacío dentro de nosotros, en lugar de conectarnos con lo que sí somos, lo que sí tenemos. Este tipo de envidia también genera otro sentimiento básico que es el asco (desprecio en su versión social). Despreciamos a la persona envidiada y queremos alejarla de nosotros.

A la hora de gestionar este tipo de envidia, solemos acudir a:

  • Desprestigiar a la persona envidiada hablando mal de ella a terceros o directamente y delante de otras personas. Con esto liberamos un poco la tensión que sentimos. esperando que los demás nos den la razón. "Es cierto, no es tan guapa, sólo se lo tiene creído" "No es tan inteligente, sólo tiene buenos contactos" "Parece que cogiste unos kilos de más, ¿no?"
  • Hacer daño físico o moral a la persona envidiada hasta el punto de llegar a destruirla. muchos casos de mobbing o maltrato psicológico están sustentados en la envidia. Muchas venganzas están sustentadas en la envidia.
  • Comportamientos de imitación desproporcionados. La personas envidiosa intenta suplantar la personalidad del envidiado adoptando el mismo peinado, la manera de vestir igual, reproduciendo su trayectoria vital...
  • Comportamientos de sumisión o excesiva humildad ante el envidiado. Nos "plegamos a su gloria" olvidando quienes somos y qué queremos en la vida.

Pero, ¿cuál es la función de la envidia? ¿Por qué es un sentimientos universal que ha sido adaptativo a lo largo de nuestra evolución como especie?

La envidia es una emoción social, es decir, tiene sentido en un contexto de grupo, en la relación con los otros. sustenta las relaciones de poder que se establecen en los grupos.

El envidiado tiene lo que otros anhelan, belleza, poder, salud, fama, posesiones, estatus... (y que un momento dado han sido muy importantes para nuestra supervivencia como especie).

Las desigualdades alimentan la envidia. Las comparaciones poco constructivas alimentan la envidia. La baja autoestima y el exceso de sumisión alimentan la envidia. Los ambientes competitivos alimentan la envidia.

Ser envidiado implica estatus, poder, fomenta sentirse "importante". Esto supone un refuerzo tan positivo que jugar a dar envidia puede ser muy reforzado. Pero también es peligrosos y muchas personas valiosas prefieren estar en el anonimato, pasar inadvertidas para protegerse de la posibilidad de ser destruidas.

¿Como luchar contra este circulo vicioso tan destructivo y tan autoedestructivo?

La mejor versión de la envidia nos llevará a la la superación personal.

En contextos cooperativos, en los que se motiva y refuerza a cada personas pro sus logros y la crítica es constructiva, se fomenta la flexibilidad y la igualdad pero se esitimula la superación, lo que aparecerá será la mejor versión de la envidia, aquella que nos lleva a sentir alegría por el otro, admiración y orgullo ante sus logros y estimula que nos superemos a nosotros mismos, marcándonos objetivos adaptados a nuestras necesidades y circunstancias. Este tipo de envidia "sana" nos llevará a crecer y no a destruir.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

¿Soy un poco narcisista?

El término narcisismo tiene su origen en el  mito griego de Narciso. Cuenta la historia de un joven tan bello que, tras ser maldecido por una ninfa, cae enamorado del reflejo de su rostro que le devuelve un lago, de tal manera que la atracción que siente por él le hace precipitarse al agua y morir ahogado.

Las personas con un narcisismo muy desarrollado se muestran a los demás de manera altiva,  tienden a sentirse cómodos en las relaciones asimétricas en las que puedan ejercer poder, alardean de sus capacidades e intentan crear la diferencia entre ellos y los demás, mostrando una pobre empatía.

Esta manera de manejarse en la vida puede ser adaptativa en ciertas esferas del mundo: políticos, grandes empresarios, altos cargos y mandos… conducen su narcisismo a un objetivo que les resulta beneficioso. Si bien, el narcisismo puede parecer un facilitador del éxito profesional, supone un gran obstáculo a la hora de desarrollar relaciones personales de intimidad y calidad.

 El narcisismo actúa como una careta, una manera de mostrarse al mundo ocultando una cara real. Esa careta es hierática, sin expresión y falsa, tres características que no facilitan la conexión con los demás. Pero, ¿por qué hay personas que se esconden tras la careta de la grandiosidad y la omnipotencia?

 

 

Tras cada narcisista hay una herida, un daño o carencia en su valoración y autoconcepto: malos tratos, negligencia, exigencia extrema, poca valoración… historias u episodios en los que la persona recibe mensajes del tipo “no sirves”, “no eres suficiente”, “no eres importante” o “no eres querible”.

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Asumir esos mensajes recibidos como ciertos es algo tan doloroso que una de las maneras de sobrevivir a ellos implica crear esa careta, perfecta, asimétrica, sin errores, admirable, como mecanismo de ocultar ese verdadero Yo dañado y crear otro más favorable. El narcisismo es, por lo tanto,  un mecanismo de defensa, una estrategia que nos ayuda a disminuir el malestar  en un momento dado. Sin embargo, instaurarse en esa careta, hacer de ella una base segura desde la que enfrentarse al mundo,  hace que estas personas cada vez sientan más distancia entre su Yo real y la defensa desde la que se relacionan con los demás,  aflorando grandes sentimientos de vacío y dudas de la propia identidad.

 

Conocerse  como persona en su totalidad y aceptarse con sus luces y sus sombras, confiar en su capacidad para presentarse al mundo sin armadura y permitirse explorar las relaciones en su más amplio abanico,  rompiendo con esa idea de "la mejor manera de evitar que te rompan el corazón es fingir que no lo tienes" son los puertos a los que estas personas dirigen sus pasos en los procesos de desarrollo personal.

Liberándose de esa máscara las personas descubren la riqueza del mundo, de las relaciones y experimentan la belleza de quererse y que les quieran   por lo que son.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Decir lo que pienso si herir al otro: claves para auto afirmarnos con diplomacia.

!!!Cuantas veces nos tenemos que morder la lengua para evitar un conflicto o una situación comprometida!!!

Expresar una opinión políticamente incorrecta o contraria a la mayoría, lanzar una propuesta con el temor a que no sea escuchada, decir lo que nos molesta a la persona involucrada, corregir un error en otra persona, decir que no a alguna situación..., son ejemplos de momentos en los que tendemos a callarnos y no decir lo que pensamos por miedo a las consecuencias, o a no saber como manejar la situación.

 

 

Os vamos a mostrar las herramienta más importantes:

La asertividad nos brinda un repertorio enorme de herramientas para afrontar estas situaciones con seguridad y evitando el conflicto entre las diferentes partes.

Primero: escucha de manera activa y con interés, haz preguntas abiertas para recoger más información. Quizá tu interlocutor te de pistas de algo que puedas usar en tu favor y de pie a tu comentario.

Segundo: ponte en el lugar del otro y recoge su mensaje, su emoción, su visión, expresando algo positivo, expresando nuestro malestar desde lo que sientes o piensas en primera persona (mensajes yo). Por ejemplo: "sé que te has esforzado mucho y valoro lo bien que ha quedado el plan..." o, "es posible que no te fueses cuenta pero me sentí un poco incómoda ayer cuando estábamos con tus amigos, hubiese necesitado que me ayudases a integrarme un poco más"

Tercero: expresa tu opinión o tu postura de manera directa y clara pero con amabilidad. Por ejemplo: "me encantaría participar en otra ocasión, esta vez no puedo porque tengo otros planes "o, "que te parece si la próxima vez me ayudas a sacar un tema de conversación común o me involucras un poco más en vuestras cosas dándome mas información sobre vuestro tema de conversación...".

Cuarto: cerrar con algún mensaje positivo, con una sonrisa y mantente firme en tu argumento.

Intenta experimentarlo y nos cuentas que tal te ha ido :-).

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La música y el desarrollo personal

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Todos somos conscientes de cómo la música nos ha ido acompañando en diferentes momentos de nuestra vida. De cómo cientos de canciones han servido de fondo en nuestras alegrías, amores, desamores, angustias y tristezas. De cómo seleccionamos el apartado de " canciones alegres" o " canciones tristes" en nuestro reproductor dependiendo del estado de ánimo con que amanezca nuestro día (o de si queremos cambiarlo). Y es que la música, no sólo suscita en las personas una experiencia estética, sino que permite expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. Es otra forma de comunicarse allá donde no llegan las palabras. 

Los efectos de la música

 “La música actúa sobre la bioquímica de nuestro organismo, positiva o negativamente según el tipo de música...Sterheimer ha descubierto ciertas notas musicales que afectan a los aminoácidos de una proteína y en consecuencia las plantas crecen con mayor rapidez ...

(Poch, 1999)

En las últimas décadas, la comunidad científica ha mostrado un gran interés por investigar los efectos beneficiosos que la música ejerce sobre el ser humano. Se ha comprobado que  la música influye no sólo en el estado actual al momento de escucharla, sino también en el desarrollo de las personas a largo plazo. Es capaz de producir cambios fisiológicos en el organismo, como acelerar o retardar las principales funciones orgánicas (ritmo cerebral, circulación, respiración, digestión y metabolismo), incrementar o disminuir el tono y la energía muscular, modificar el sistema inmunitario o alterar la actividad neuronal en las zonas del cerebro implicadas en la emoción. El oír música, ayuda a bajar los niveles de ansiedad, disminuir el dolor, hacer más rápida la recuperación de los enfermos, además de convertimos en personas más optimistas.

Psicológicamente, la música puede despertar, evocar, estimular y desarrollar diversas emociones y sentimientos. También puede traer a la memoria olores y colores, y modificar el estado de ánimo del oyente y su percepción del espacio y del tiempo.

Es una fuente de placer que en ocasiones es capaz de provocar en nosotros una verdadera experiencia catártica, puesto que la expresión de las pasiones de forma sana y saludable nos libera y limpia, permitiendo un contacto más directo con nuestra esencia, y, como consecuencia, originando auténticos momentos de felicidad.

Intelectualmente, la música desarrolla la capacidad de atención y favorece la imaginación y la capacidad creadora, estimula la habilidad de concentración y la memoria a corto y largo plazo y desarrolla el sentido del orden y del análisis. Facilita el aprendizaje al mantener en actividad las neuronas cerebrales, y ejercita la inteligencia, ya que favorece el uso de varios razonamientos a la vez al percibir diferenciadamente sus elementos (frecuencia, longitud de onda, timbre, melodía, armonía y ritmo), y sintetizarlos en la captación de un mensaje integrado, lógico y bello.

Quienes escuchan música desde pequeños y de forma constante, tienen mejores habilidades de lenguaje, son mas creativos y felices.

Terapéuticamente hablando, la música se utiliza para restaurar, pontenciar o mantener el funcionamiento físico, emocional, cognitivo, o social de las personas. Se denomina musicoterapia a este uso de la música con fines terapéuticos. Actualmente se aplica en áreas muy diversas: psicosis, autismo, enfermedades psicosomáticas, geriatría, discapacidad motora y sensorial, adicciones, embarazo,enfermedades terminales, hipertensión arterial, estados de ansiedad, depresión y estrés, alteraciones del sueño, etc.

 Os invitamos a escuchar las siguientes melodías, que son una pequeña muestra para empezar a entrar en contacto con nuestro mundo interior a través de este arte magistral. No hay una forma correcta de sentir ante ellas, así que esperamos vuestras respuestas con lo que os ha suscitado esta selección .

" Así habló Zarathustra" de Richard Strauss

http://youtu.be/JGjWcsDfmaU *

- Spotify: Also sprach zarathustra, op 30: sunrise ( versión de Fritz Reiner)

" Prelude" de Yanni

http://youtu.be/MwFfs4IFj24

* Os damos los enlaces para el Youtube , aunque para una mejor calidad para la obra clásica os recomendamos buscar en Spotify siguiendo nuestras indicaciones para buscar la mejor grabación. También os recomendamos que os pongáis unos auriculares y cerréis los ojos para aumentar el efecto emocional que produce.    

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga 

¿Tenemos control sobre nuestras emociones y nuestra vida? Una clave: la resiliencia

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Si nuestra vida fuese un libro, estaría compuesta de una gran variedad de capítulos, unos más alegres y otros con un final no tan feliz. Puede que si leyéramos ese libro como algo ajeno, no nos fuese sencillo entender por qué ciertos hechos tienen más relevancia que otros, por qué el autor les da más importancia e insiste más en ellos mientras que otros quedan relegados a una simple anécdota.

Quizá nos sorprendería ver la subjetividad con la que se viven los problemas y nos preguntaríamos, por ejemplo, cómo puede ser que el capítulo del primer engaño amoroso dure más que el de la muerte de un ser querido tras una larga enfermedad.

Estas dudas se resolverían si pensásemos ante cada uno de estos capítulos: ¿se siente el protagonista con la capacidad de manejar esta situación? ¿siente que tiene el control de lo que le sucede?

El locus de control interno es la percepción de que somos capaces de manejar las situaciones que se nos presentan y que, sean consecuencia de nuestras propias acciones o no, tenemos control sobre ellas.

 Este sentimiento es un factor clave para determinar cómo nos afectan los sucesos de la vida. Sentirnos capaces de manejar las situaciones o las consecuencias negativas que estas tengan para nosotros nos ayuda a sobrellevar y superar cualquier obstáculo.

Por el contrario, sentir que cualquier cosa que hagamos será en balde y que nada depende de nosotros nos colocará en una posición de apatía y de pasividad que no hará sino prolongar nuestro dolor.

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Un concepto muy relacionado con la sensación de control  es la resiliencia.

La resilencia es la capacidad de recuperarse de una situación adversa, de la misma manera que una pelota recupera su forma inicial después de botar en el suelo.

Se conoce como resilientes a aquellas personas que tras haber sufrido situaciones límite y enormemente dolorosas (maltrato, atentados, condiciones de vida precarias…) han conseguido salir reforzados y con unas secuelas menores de las esperadas para esos casos.

Es cierto que en nuestra vida nos vamos a encontrar con injusticias, malas noticias y daños inmerecidos. Pero una vez ocurridos, aun siendo irreversibles, tenemos la capacidad de decidir si queremos que ese capítulo de nuestra historia dure hasta el final del libro o si preferimos cerrar ese episodio lo antes posible.

Para ello tenemos que aceptar lo que nos ha ocurrido, saber que no podemos cambiarlo y preguntarnos: ¿Qué quiero hacer con este hecho? ¿qué lugar quiero que ocupe en mi vida?

No tenemos la capacidad de nacer en otra familia, de evitar que nuestra pareja nos deje o  que nos diagnostiquen una enfermedad. Pero sí tenemos la capacidad de hacer con ese hecho muchas cosas y determinar el impacto que tendrá sobre nosotros. Sentir esa capacidad nos hará crecernos ante los problemas, sabiendo siempre que nosotros escribimos nuestra historia y tenemos el  poder de ponerle límites al dolor y énfasis a cada sonrisa.

 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La autoestima en los niños

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La autoestima es uno de los aspectos más relacionados con la felicidad y la salud mental. La autoestima y el autoconcepto, o lo que es lo mismo, la manera en la que nos describimos a nosotros mismos y la valoración que hacemos de esa descripción, es la base desde la que nos relacionamos con los demás y nos movemos en el mundo. 

De este modo, una autoestima positiva nos permitirá relacionarnos desde nuestro yo más auténtico, mostrando nuestras cualidades y defectos y aceptando a los demás en su integridad, lo cual nos permite movernos por el mundo con libertad y seguridad, explorando las oportunidades que este nos ofrece.

Por el contrario, una autoestima negativa nos hará enfundarnos en prejuicios y miedos con el fin de protegernos y mantener ocultos esos aspectos negativos que vislumbramos en nosotros mismos, pudiendo caer en actitudes sumisas, déspotas o de aislamiento hacia lo demás. 

La autoestima y el autoconcepto se construyen a lo largo de nuestra historia, a través de nuestras vivencias y relaciones, siendo de gran importancia la base que se crea en nuestra infancia y adolescencia. Como en la gran mayoría de aptitudes que adquirimos en esas fases del ciclo vital, en el desarrollo de la autoestima también tienen un papel protagonista los adultos que nos rodean e influyen en nuestro crecimiento. De este modo, la manera en que los adultos perciben a un niño y el modo en el que le transmiten esas ideas serán la primera fuente de la que se nutra dicho autoconcepto.

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La adquisición de un autoconcepto es algo tan importante para nosotros que asumimos una personalidad negativa o llena de adjetivos despectivos como modo de describirnos antes de dudar de nuestra identidad o tener un autoconcepto vacío.

Favorecer y potenciar una autoestima positiva y saludable en los niños es el camino para crear personas independientes, con habilidades para manejarse en sociedad, seguras y abiertas a nuevas experiencias y personas. Para ello os sugerimos los siguientes aspectos:

  1. Ser conscientes del papel protagonista que tienen los padres y personas significativas para el niño en el desarrollo de la autoestima.
  2. Hacer un ejercicio de toma de contacto con el concepto que tenemos de nuestros peques: qué cosas valoramos de manera positiva en ellos, qué cosas les hacen especiales para nosotros.
  3. Aprovechar cada pequeña oportunidad para señalarles estas cualidades, haciendo que ellos contacten con ellas y las configuren como parte central de su autoconcepto.
  4. Señalar los fallos como conductas concretas que se pueden mejorar. Señalar que un niño "es muy responsable pero a veces se despista y pierde la chaqueta del cole en el recreo" es diferente que asumir que ese niño "es un desastre y no valora las cosas". La primera observación hará que el niño valore su capacidad de ser responsable y se vea capaz de responsabilizarse también de su chaqueta del cole, mientras que desde la segunda el niño asume que no puede cuidar de su chaqueta porque es un desastre, haciendo de esta característica una pieza más en su autoestima.
  5. Valorar el desempeño del niño más allá del resultado. A lo largo de nuestra vida, los resultados de nuestras acciones no siempre dependerán de nosotros, por lo que enseñar a los niños a valorar el desempeño en la acción, el esfuerzo y las estrategias desplegadas para la consecución será una manera de favorecer su autonomía, seguridad y autoestima en su vida adulta, evitando la frustración, la impotencia y los sentimientos de inferioridad.

 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Expresarnos con Mensajes yo: una manera de ser asertivos sin herir a los demás

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En muchas ocasiones para no herir los sentimientos del otro, evitar un posible conflicto, damos rodeos o excesivas vueltas a lo que decimos, mostrando al final inseguridad y una menos credibilidad ante nuestro mensaje, además de sentirnos mal con nosotros mismo por no decir realmente lo que necesitamos.
Un buen truco para expresarnos de manera clara y directa evitando herir al otro o provocar un conflictos son los MENSAJES YO.

En nuestro vocabulario es muy frecuente usar una manera de expresarnos en forma de MENSAJES TÚ: "Tú no hiciste..." "Tú no quieres...", Tú eres...". Si cambiamos esto por : "Yo prefiero...", "Yo no quiero...", " Yo me sentí contigo...", evitamos susceptibilidades en el otro pudiendo poner de manifiesto nuestras necesidades y preferencias.

¡Animaos a experimentarlo!

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Un resplandor positivo en medio de las tinieblas de la negatividad

Existe una tendencia general en las personas a centrarnos rápidamente en los aspectos negativos en detrimento de los aspectos positivos de las cosas. Este proceso, por supuesto, tiene un sentido lógico y en cierta medida adaptativo, ya que nos permite detectar con mayor celeridad aquello que no nos encaja y actuar ante ello, ya sea corrigiéndolo, evitándolo para posteriores ocasiones, criticándolo por lo inaceptable que nos parece, poniéndolo de ejemplo a nuestros hijos sobre lo que “no se debe hacer”…

De lo expuesto anteriormente existen múltiples ejemplos en la vida real. Cuando entramos con nuestro coche en un parking nos resultaría realmente llamativo que una persona que fuese de copiloto con nosotros nos llamase la atención sobre “lo bien aparcados que están algunos coches”, ya que es algo que se exige y se da por hecho y por tanto no parece merecer atención. Sin embargo, si encontramos un único hueco para aparcar y da la casualidad que el coche de al lado está mal aparcado y nos dificulta nuestro aparcamiento, rápidamente maldecimos o dedicamos a este hecho toda serie de improperios debido a nuestra frustración. Y yo pregunto: ¿y si hubiese estado perfectamente aparcado?, ¿lo hubiésemos tenido en cuenta y valorado como un hecho positivo? A pesar de la simplicidad del ejemplo, lo cierto es que el mundo está cargado de situaciones como esta y no nos damos cuenta.

Nuestra mente parece estar preparada para, rápidamente detectar la irregularidad o lo negativo para corregirlo, como si fuésemos máquinas que dijesen: “error de proceso”. 

Pero, ¿esto sucede también para el lado contrario?, es decir, ¿nos hacemos también expertos mentalmente en detectar elementos positivos de nuestro entorno?

Os propongo un ejercicio sencillo que una vez me recomendó un buen profesor: comparos una libreta pequeña y apuntad cada noche, justo antes de acostarse, al menos tres cosas positivas que os hayan sucedido. Puede parecer una tontería, pero estamos forzando a nuestra mente a pensar en positivo, estamos obligándola a detectar las cosas buenas de cada día o al menos a recordarlas antes de acostarnos. ¿Cómo repercutiría en nosotros? Esto si tiene respuesta sencilla, pues al acostumbrarnos y aprender a valorar cada detalle en clave positiva, finalmente categorizaremos nuestra experiencia en estos términos. Lo ilustro mejor a continuación con un ejemplo de un ejercicio en terapia:

El siguiente ejercicio indica el análisis que hace una persona de un día de su vida en clave positiva y negativa.

  • Resumen del Jueves centrándome en lo negativo

La verdad es que no dormí demasiado bien y me costó un poco levantarme, me vestí aprisa y no me agradaba mucho como me quedaba la ropa que había elegido pero llevaba prisa,  ya iba un poco tarde a hacer todas las tareas que tenía que hacer, cuando salgo de casa me doy cuenta que me he dejado el USB de memoria, lo cual me hizo sentirme mal, al llegar a la parada de autobús el asiento estaba lleno de agua debido al frío de la noche anterior y no pude sentarme, el autobús tardó como 10 minutos. Al llegar paré al banco a solucionar un problema con mi tarjeta y me tuvieron casi media hora. Llegué al trabajo y descubrí que se había suspendido la reunión después de todo, anduve nervioso hasta las 16:00 y al salir tuve que marchar para trabajar en otro lugar. La persona a la que me tocó asistir me dio dolor de cabeza y me hizo salir tarde, lo cual perjudicó la siguiente cita a la que tuve que acudir con retraso. A la salida hacía mucho frío y me urgía ir al servicio, pero no tenía tiempo y estuve aguantándome  todo el viaje. Llegué tarde a mi hora de deporte porque tuve que parar en una cafetería de camino para ir al baño, además no se me dio bien la actividad deportiva y acabé muy cansado. Para más inri llegué a la parada de autobús para volver a casa y acababa de marcharse, tuve que esperar 15 minutos a las 23:20 de la noche y estaba helado, comencé a temblar y aguanté hasta que acudió. Cuando llegué a casa era tardísimo y todavía tenía que ducharme, cenar y recogerlo todo. Debido a la activación me costó muchísimo dormir.”

  • Resumen del Jueves centrándome en lo positivo

“Al despertar leí en mi teléfono mensajes de ánimo de mi novia, cuando fui a la ducha el agua caliente me sentó fenomenal y no se estropeó la caldera (cosa que suele pasar). Mi compañero, con el que tengo una relación tirante, me dio ánimos para el día y salí pitando de casa pero con buena sensación. Al llegar a la parada del autobús había un señor mayor esperando a otro diferente al mío, me ofrecí a buscar con mi teléfono el tiempo que podría tardar y se mostró muy grato. Cuando a lo lejos vislumbró mi autobús me lo hizo saber y se despidió agradeciéndome la ayuda. Como me enteré de que la reunión se había suspendido decidí aprovechar para trabajar, me alegró ver a mi jefa antes de entrar y el ordenador con el que trabajé funcionó a las mil maravillas pudiendo avanzar en algunos trabajos que tenía atrasados. Después llegó mi novia, me echó una mano y charlamos un rato, la secretaria del trabajo permitió que le hiciese bromas (no es muy receptiva a ellas). Tuve una charla agradable antes de entrar a trabajar a las 16:00 y salí con muy buena sensación. Me trasladé al otro lugar de trabajo cargado de energía y terminé a las 21:00, recibí elogios de mi compañera y volvimos juntos al centro. Me apetecía mucho mi hora de deporte después de un día tan atareado y pude cambiarme a tiempo antes de que comenzara el partido. Terminé desfondado y con una agradable sensación de despeje, y, además uno de los chicos me invitó a comer con su grupo de gente el sábado (algo inusual porque apenas tenemos relación). La verdad es que el detalle me gustó mucho. Llegué bastante tarde a casa, aunque la ducha y la cena me sentaron fenomenal. Es cierto que me acosté muy activado, pero eso me ayudó mucho a pensar en cosas que pude apuntar y me ayudaron a escribir este relato, recuerdo que me dormí con una sonrisa.”

Como puede observarse, en función de cómo percibimos la realidad y en qué nos centremos, pueden activarse en nosotros unos tipos de pensamientos u otros. Estos pensamientos nos conducirán a sentir emociones acordes a ellos (o viceversa) que acabarán influyendo notablemente en nuestro estado de ánimo. En los dos relatos puede percibirse con claridad la distinta predisposición hacia las cosas de la misma persona dependiendo del enfoque elegido.

Así que, os animo a comprarse esa libretita y a comenzar a apuntar las cosas positivas de cada día, será el principio de un entrenamiento para ser más feliz.

 

Las emociones y el otoño

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Las estaciones tienen un papel protagonista en nuestras emociones, en la manera en que nos sentimos, percibimos y afrontamos nuestro día a día e, incluso, en los aspectos en los que centramos más esfuerzo o atención.

El otoño es una estación de cambios: cambia el clima, cambia el número de horas de luz, cambia la hora, pasamos de estar de vacaciones a suspirar por un puente...  y tenemos que adaptar nuestra rutina a todos ellos. Estos cambios pueden generar diferentes reacciones en nosotros, desde provocarnos un mayor grado de nerviosismo y estrés, hasta sentimientos más negativos o un estado de ánimo más bajo.

Se estima que el 30% de la población sufre el denominado Síndrome Depresivo Estacional o Depresión de Otoño.

Las alteraciones se producen también en nuestro organismo, afectando en mayor medida a  nuestros ritmos biológicos, provocándonos mayor hambre, sueño y un cansancio generalizado, resultándonos más difícil realizar muchas actividades en un día y necesitando más tiempo para realizar cada una de ellas. 

Por otro lado, el otoño es una vuelta a conectar con la intimidad, con la familia, la casa, con los lugares que nos inspiran seguridad y calidez. Después de un verano en el que vivimos "hacia fuera", el otoño nos invita a reconectarnos con nosotros mismos, volver a la rutina y evaluar cómo nos sentimos en ella, planteándonos  los cambios que queremos introducir.

¿Qué cosas podemos incluir en nuestro día a día para afrontar el otoño de una manera positiva?

 1. Adaptar nuestra actividad a la energía de la que disponemos. Los niveles de energía están muy relacionados con las horas de luz solar, por lo que deberíamos centrar el mayor número de actividades en las primeras horas del día, dejando las más livianas para las últimas horas de la tarde.

2. Pensar actividades que nos sean agradables y que a su vez nos aporten descanso, como leer, ver películas o charlar con nuestros seres queridos en un lugar confortable. De este modo estaremos pasando un buen rato a la vez que recargamos esa energía extra que necesitamos.

3. Potenciar esa mirada interior, dedicando unos minutos al día a pensar qué cosas de mi vida valoro como cálidas y cómo puedo introducir más calidez en mi vida.

4. Añadir color con pequeños detalles. Puede que los días cortos y el mal tiempo nos provoquen una sensación de oscuridad constante que podemos combatir con pequeños toques de color: Una taza alegre para desayunar, post-it originales para la oficina, una corbata divertida o una manta calentita con tonos alegres pueden introducir luz en esos días en los que nos cuesta verla.

5. Buscar actividades únicas del otoño. Cada estación tiene algo especial que nos invita a hacer actividades únicas Encontrar las que nos sugiera el otoño y planear realizarlas, nos ayudará a afrontar esta estación de una manera más optimista. Una ruta por la sierra para disfrutar las primeras nevadas, un paseo por El Retiro para observar los tonos ocres que toman las hojas, comprar un cucurucho de castañas asadas mientras paseamos... Seguro que a cada uno se le ocurren miles de opciones.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga

 

Mi concepción de la pareja

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El concepto de pareja parece ser tan universal que su definición nos resulta innecesaria. Muchas veces partimos de la base de que si se trata de un concepto tan arraigado en nuestra especie y todos sabemos lo que es una pareja, la definición ha de ser clara y unánime. Sin embargo, si preguntáramos a cada persona por una definición de pareja, cada uno haría hincapié en un aspecto concreto, pondría el énfasis en algo diferente; incluso es probable que su concepto de pareja distara en algún aspecto del que su propia pareja posee. El concepto de pareja es un concepto tan genuino que involucra y resume gran cantidad de valores, concepciones y expectativas vitales que se encuentran en lo más profundo de las personas, haciendo de él algo enormemente heterogéneo.

Nuestra concepción de la pareja se nutre de una gran cantidad de fuentes: modelos que nos han influido, experiencias, historias, roles, mensajes de la sociedad y la manera que vivimos los cambios que en ella se suceden. Existen pues una gran cantidad de influencias que a lo largo de nuestra vida van configurando y puliendo nuestro “yo en pareja” y nuestro ideal de pareja.

 ¿Qué influencia tiene mi concepción de pareja en mi vida? Aunque no seamos conscientes, nuestro concepto de pareja guiará nuestra manera de aproximarnos y tratar a las personas con las que vislumbremos una posibilidad de conformar una pareja. Seremos así más activos o más pasivos, nos mostraremos siguiendo un rol social determinado u otro, nos mostraremos al descubierto o nos enfundaremos la mejor de las armaduras. Puede que incluso hagamos cosas que nunca habíamos hecho en otros aspectos de nuestra vida, respondiendo a ideas o mitos, sintiéndonos extraños en el rol que asumimos (¿por qué me muestro sumisa en pareja cuando en mi vida laboral soy líder?, ¿por qué me esfuerzo tanto en mostrar unos atributos cuando son otros los que más valoro de mí mismo?, ¿por qué siempre elijo un perfil de persona que no me conviene?).

Conocer nuestro concepto de pareja nos hará conocernos de una manera más profunda, nos ayudará en el proceso de buscar pareja, favorecerá la elección de una persona adecuada y dará lugar a una comunicación en la pareja desde la consciencia y la responsabilidad. 

 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece