El suicidio, enfermedad mental o social

«Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo»

Meditaciones del Quijote

José Ortega y Gasset

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Los  índices de suicidio están alcanzando tasas muy elevadas. Según los últimos datos, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España, con 3.145 fallecimientos, por delante de los accidentes de tráfico. Esto es alarmante.

Como profesional del campo de la psicología, me indigna que haya políticos y profesionales de la salud que apunten a la enfermedad mental, adicciones, antecedentes familiares, entre otros, como causa del suicidio, y apelan a la necesidad de reforzar nuestro sistema público de salud primaria y de salud mental, para la detección precoz de estas situaciones.

Primero me pregunto con qué medios económicos se va a reforzar nuestro sistema público de salud para detectar a tiempo la situación, si con los recortes hay menos médicos, psicólogos, etc., y menos tiempo para atender a los pacientes, y segundo me pregunto: si no hay alternativa pública real, cómo irá la gente al psicólogo o al psiquiatra privados, si no hay dinero para lo más básico que es comer.

Es pura demagogia.

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Desde hace años, estudios de Psicología Social han confirmado una y otra vez como en poblaciones más pobres, los índices de enfermedad mental, delincuencia, adicciones, y otras problemáticas son más altos. En una situación así se genera un círculo vicioso, en el que mientras más trastornos psicológicos y mentales, más se mantiene la pobreza, y tanto más aumentan los problemas de salud mental, una rueda de la que es difícil salir.

Un último estudio longitudinal de la Universidad canadiense de Manitoba, realizado a raíz de la crisis económica mundial, con población de EEUU y publicado en 2008, lo vuelve a remarcar.

Los participantes fueron 34.653 adultos estadounidenses, que tenían 20 años de edad omás al iniciar el estudio y fueron entrevistados a lo largo de 6 años en varias ocasiones. Aquellos con ingresos de menos de 20.000 dólares por año, tenían mayor riesgo de padecer cualquier trastorno afectivo en un periodo de 3 años, en comparación con los que ingresaban al año 70.000 dólares o más, también aumentaba la incidencia de otros problemas como ansiedad, adicciones, trastornos del humor.

Los científicos pudieron determinar que existe una clara correlación entre tener un estatus socioeconómico pobre y las posibilidades de desarrollar una enfermedad mental, o de intentar suicidarse.

Los resultados han sido publicados en la revista médica “Archives of General Psychiatry”.

Otro estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA), indica que la pobreza extrema que padecen las personas excluidas del mercado laboral, ponen en riesgo la salud mental de todas las personas y advierte, que son los niños los que también podrían sufrir trastornos severos y hasta irreversibles. Se realizaron 2.500 entrevistas de centros urbanos de varias ciudades argentinas como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Las principales variables investigadas fueron las condiciones materiales y sociales de vida y el nivel de educación.

"Los niños son los más afectados porque la pobreza destruye el núcleo familiar, elemento fundamental en la formación de la psiquis de los niños", aseguró Inés di Bártolo, Directora del Departamento de Psicología, de la Facultad de Psicología y Educación de la UCA.

Nuestros políticos nos dicen que iremos saliendo de la crisis ¡en 2014! Y mientras tanto, escándalos como el de Bárcenas o el de la Familia Real.

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Es indignante. Y la solución, ¿Cuál es? ¿Recetar más Prozac? ¿Prevenir el suicidio en una personas que necesitará años de terapia, porque ya está muy deteriorada?

Los psicólogos y otros profesionales de la salud no estamos solamente para eso, yo diría que sobre todo no estamos para eso.

La Psicología ha descubierto las claves de la salud mental y de la felicidad, para prevenir que las personas tengamos patologías mentales, no para tener que curarlas o tener a pacientes crónicos en nuestras consultas que necesitarán un apoyo muchos, muchos años. Evidentemente, hay un porcentaje que será así, y ahí estaremos todos los profesionales de la salud, apoyando y ayudando a estas personas, no todo lo podremos prevenir, no aquí y ahora. Y menos ahora, ya que tampoco hay dinero para la investigación.

Y rescato esa frase de nuestro gran filósofo Ortega y Gasset «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo»

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach