Como afrontar el divorcio o separación de los padres

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La ruptura de la pareja es uno de los cambios más frecuentes que se observan en la estructura de las familias actuales.  Al tomar la decisión de separarse, la mayoría de los padres y madres se preocupan del efecto que tendrá la nueva situación en sus hijos e hijas. Separarse no es una tarea sencilla, es un acontecimiento estresante tanto para los padres y madres como para los hijos e hijas  con consecuencias emocionales inevitables. Pero cada separación o divorcio es diferente a las demás, igual que cada familia es única.

El conflicto entre los padres y madres tiene una influencia más dañina sobre los hijos e hijas que la propia separación, por tanto, no es el hecho de separarse o divorciarse en sí mismo lo que determina las posibles alteraciones en los niños y niñas, sino las frecuentes discusiones y conflictos entre los padres y/o madres.  Si la decisión está ya tomada, esperar a que el niño o niña tenga una determinada edad para separarse pensando que “cuando sea maduro/a podrá comprender mejor la decisión” suele ser un error. Los niños y niñas terminan por adaptarse a la nueva situación familiar, aunque en algunos casos pueden desarrollar problemas emocionales como el miedo, la inseguridad, etc., así como problemas relacionados con la falta de rendimiento escolar o la desobediencia y rebeldía.

No en todas las situaciones es fácil, pero es importante no perder de vista el hecho de que la separación como pareja no tiene que convertirse en una separación como padres y madres. Éstos deben tener claro que inevitablemente tendrán que ponerse de acuerdo y comunicarse en todo lo que tenga que ver con los hijos e hijas si no quieren que la separación sea vivida por éstos como un abandono de las funciones que como progenitores les corresponden.  Saber resolver sin conflictos después de la separación los temas referentes a los hijos e hijas evita efectos negativos en éstos.

¿Cómo poder mostrarnos como padres y madres colaboradores?

1.      Repartirse las tareas en la medida de lo posible referentes al cuidado y educación de los hijos e hijas.

2.      Compartir las decisiones sobre su futuro y sobre su educación.

3.      Dedicar tiempo de calidad en los hijos e hijas.

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4.      Hablar con normalidad del otro/otra progenitor/a y no utilizar al hijo o hija como arma arrojadiza.

5.      Mantener el respeto mutuo entre ambos sin interferir el uno/una en el otro/otra.

6.      Evitar desacuerdos y ataques mutuos delante de los hijos e hijas y evitar cuestionar abiertamente las decisiones del otro/otra delante de ellos/ellas.

7.      No acusarse ni utilizar a los hijos e hijas para solucionar los conflictos para que tomen partido por uno de los dos.

8.      Ambos progenitores deben implicarse y responsabilizarse en la educación de los hijos e hijas, no puede haber padres o madres ausentes: cumplir el régimen de visitas para que la vinculación afectiva con el hijo o hija no quede dañada.

9.      Si el conflicto es inevitable y las diferencias irreconciliables, acudir a la mediación familiar sería una solución para resolverlos de forma pacífica entre las partes enfrentadas con el fin de adoptar la solución que menos coste emocional tenga para los implicados. Consiste en pedir ayuda profesional para conseguir acuerdos satisfactorios y equitativos para ambas partes.

En futuros post seguiremos profundizando en estos temas: separación o divorcio y mediación familiar.

Susana Paniagua Diaz

Psicologa infantojuvenil y familiar

Grupo Crece