Como ayudar a los más pequeños a superar las alteraciones del sueño

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El sueño y la  alimentación son los dos primeros hábitos que tienen que aprender los/las niños/as.

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El sueño es imprescindible para la vida, para la recuperación de las funciones fisiológicas y para la adquisición de nuevas capacidades. La falta de sueño en los/las niños/as dificulta el proceso de aprendizaje continuo en el que están inmersos/as.

Cuando un niño o niña no duerme bien, sus padres tampoco lo hacen. Como consecuencia, no descansan, no se concentran en el trabajo, están irritables y dedican cualquier momento libre para recuperar horas de sueño, con lo que van disminuyendo el tiempo para disfrutar de su hijo/a.

Cuando un/a niño/a no adquiere un hábito de sueño adecuado es muy probable que las pesadillas y los terrores nocturnos aparezcan con más fuerza y se alarguen en el tiempo más de lo habitual.

¿Cómo ayudar a nuestros hijos e hijas a superar las alteraciones en el sueño?

1. Muchos niños/as tienen dificultades para conciliar o mantener el sueño, en la mayoría de los casos los problemas de sueño se deben a una falta de hábitos o a que se practican de forma incorrecta. La instauración o reeducación del hábito ayudaría a solucionar el problema: acostarlo siempre a la misma hora; cenar al menos una hora antes y siempre cenas no demasiados copiosa; evitar el azúcar y las chuches por la tarde (provocan activación en los/las niños/as); dejar una lucecita, linterna o similar si tiene miedo a la oscuridad; contarle cuentos que inciten a la relajación y no a la activación (evitar cuentos de aventuras o luchas); realizarle un pequeño masaje y practicar ejercicios de relajación sencillos y cortos.

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2. Otro de los problemas frecuentes en los/las niños/as son las pesadillas, es decir, sueños angustiosos que despiertan al niño/a que se despierta desorientado/a y que cuando acuden los padres es capaz de hacer un relato coherente.  En este caso lo recomendable para reducir su incidencia o evitar que aparezcan es: conocer las preocupaciones del niño/a (en el colegio, con sus amigos, etc.) y ayudarle a resolverlas; evitar que el/la niño/a se exponga a estímulos ansiosos (películas o relatos de terror) antes de dormir; acudir a tranquilizarlo e intentar que vuelva dormirse él o ella solo/a.

3. Los terrores nocturnos es otro trastorno del sueño pero a diferencia de las pesadillas tras el sueño aterrador el niño no se despierta: aunque grite o llore o se incorpore de forma agitada está dormido/a y por mucho que los padres intenten calmarlo/a no disminuye la acción. Las recomendaciones para reducir su incidencia o evitar que aparezcan son: acostarlo antes de que esté excesivamente cansado (el cansancio aumenta la probabilidad de que aparezcan los terrores nocturnos);  hacer todo lo posible para que se acueste tranquilo y sin temores; cuando aparezca el episodio, acariciarle para calmarlo, no despertarle porque al cabo de un rato se volverá a dormir con tranquilidad.

4. Si estos trastornos se alargan en el tiempo, es conveniente consultar a un especialista.

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga

Grupo Crece