¿Tengo un problema o un adolescente?

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A los padres y madres que acudís a consulta con vuestro hijo adolescente:

En primer lugar, enhorabuena, con este gesto estáis transmitiendo a vuestros hijos que, por muy mayores que sean, todavía y siempre estaréis ahí para cuidarles, apoyarles y dotarles de todos los recursos para su bienestar.

Sin duda, la adolescencia es un momento de crisis. ¿Quién no recuerda con cierta angustia esa época en la que cada día te levantabas con una emoción invadiéndote y con un planteamiento diferente sobre la vida? Aunque sea una etapa dura, se trata de una crisis necesaria y adaptativa. Es la manera en la que los adolescentes encuentran su lugar en un mundo en el que la infancia, a veces, se quiere acortar, llenando a los niños de responsabilidades desde que son pequeños y en la que la edad adulta se atrasa a veces por encima de los 30 años.

Si vemos esta realidad, ¿No es lógico que los adolescentes se revelen? ¿No es comprensible que estén enfadados con un mundo que hasta ahora estaba idealizado y se torna real de un día para otro?

Cuando nos planteamos como padres acudir a terapia con nuestros hijos adolescentes, es importantísimo distinguir entre dos formas de adolescencias: las adolescencias estándar y las adolescencias problemáticas. Y, sobre todo, es preciso intentar como padres no instalarnos en la queja, ya que desde ahí, no podremos construir un lugar de encuentro.

¿Qué comportamientos definen una adolescencia estándar, pero pueden confundirnos y preocuparnos como padres? Pues aunque a veces os incomode y os sintáis desbordados, podéis estar tranquilos si vuestro hijo…

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Es egoísta.

Su naturaleza de adolescentes les enfoca a ellos mismos, sus emociones les invaden con una intensidad que no han sentido nunca, lo que les consume una gran cantidad de recursos, haciéndoles complicada la ya difícil tarea de empatizar. Ante esta realidad, tenemos dos opciones: perseguirles diciendo que son unos egoístas, que no les reconocemos con esa actitud, o dedicar un mayor espacio a visibilizar las emociones de la familia, atendiendo especialmente a las suyas, dando ejemplo de empatía.

No os cuenta las cosas.

Un día llegan a casa abatidos y al siguiente parece que les ha tocado la lotería, pero cuando les preguntáis qué les pasa os dicen “nada, no sé”. Esta respuesta levantará todas las alarmas maternales y paternales, la desconfianza se cernirá sobre vosotros y en vuestras cabezas aparecerán las opciones más extremas. Sin embargo, muchas veces esta respuesta es la más sincera que os puedan dar, ya que ni ellos mismos entienden el por quéde sus comportamientos o de sus estados de ánimo, o, en otras ocasiones, no saben cómo explicarlos, ya que cosas que antes no les afectaban, ahora les inundan.

No tiene la energía que tenía antes.

El cuerpo de un adolescente es como un guiso en ebullición: constante actividad, constante desgaste. Tener menos energía, algún dolor de cabeza o mucha hambre, responde al aumento de la activación interna por los procesos hormonales que se desarrollan en su cuerpo.

Solo le motiva lo que tiene que ver con la tecnología y las redes sociales.

La adolescencia es la época del despertar social, del darse cuenta de la influencia social que tenemos como individuos, y ese descubrimiento es enormemente ilusionante. La mayoría de los casos, esa motivación está muy lejos de las temidas adicciones a las redes sociales. Para ellos la tecnología es su manera de relacionarse con el mundo, pero también de leer, de descubrir, de estudiar... No debemos dar por hecho que cada vez que cogen la tableta es para hablar con los amigos (aunque si fuera así, tampoco nos resultaría muy complicado entenderles; ¿o es que nosotros no aprovechamos cualquier momento para consultar nuestro whatsapp?).

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La crisis adolescente se convierte en muchas ocasiones en una crisis familiar, en la que los padres y madres también desempolvamos al adolescente que hay en nosotros, entrando en dinámicas que no están a la altura de nuestro papel.

Es importante entender la adolescencia como un momento de crisis en el que la diferenciación de los chicos y chicas de la familia, empezando a tomar sus decisiones y encaminarse hacia sus propias metas, desempeña un papel fundamental. Para favorecer una sana diferenciación, es necesario que como padres y madres nos mantengamos  en nuestro rol adulto a pesar de los envites, pudiendo acompañar a nuestros hijos e hijas en este centrifugado en el que están inmersos,  pero sin contagiarnos con su confusión, sus miedos y su inestabilidad.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar y educativa

Grupo Crece

La agresividad en los menores: claves para prevnirla

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La agresividad es un estado emocional que conlleva sentimientos de ira y odio y deseos de dañar a otra persona, animal u objeto. La agresión es cualquier forma de conducta que pretende herir física o psicológicamente a alguien. Esto se traduce en empujones, golpes, arañazos, pellizcos, patadas, insultos, burlas, amenazas, etc.

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La frustración es la situación en la que se halla el/ niño/a cuando encuentra un obstáculo que no le permite alcanzar un deseo o una meta. Esta frustración no tiene por qué generar agresividad, a menos que el/la niño/a experimente una importante emoción negativa al no poder conseguir lo que desea.

Las situaciones que con más frecuencia provocan comportamientos agresivos en el/la niño/a  suelen deberse a problemas de relación con otros/as niños/as, que a su vez le agreden o no le permiten satisfacer sus deseos, y con adultos que le aplican consecuencias, no le dan lo que él/ella quiere o le exigen que cumpla una serie de normas.

¿Cómo prevenir estos comportamientos agresivos?

  1. Es fundamental normalizar y restar importancia a las situaciones de irritación, evitar exagerarlas como medio de corrección: si el niño o la niñagrita y su padre o madre le grita a él o ella,  entran en una dinámica que no sirve para evitar el comportamiento del niño/a y sí para aumentar el ambiente de crispación en casa.
  2. Respetar el punto de vista de nuestros/as hijos e hijas y empatizar con la emoción sin imponer violentamente el nuestro. Escucharles y escuchar las razones que nos dan. Bajo ningún concepto es justificable la imposición de criterios por la fuerza.
  3. La agresión física o verbal sólo tiene consecuencias negativas. No se debe justificar ni utilizar. La agresividad de los niños y niñas es muchas veces un reflejo de la que reciben o visualizan, hay que olvidarse pues de los castigos físicos y las actitudes agresivas.En medio de una discusión es recomendable parar y contar hasta 10. Si un padre o madre ve que se va a iniciar una pelea con su hijo o hija podrá salir de la habitación y después, cuando los ánimos lo permitan, volver a plantear el tema y buscar una solución.En ocasiones parece que el niño o la niña tiene una actitud retadora y está provocando que surja una situación conflictiva. En estos casos no hay que entrar al trapo, sino retirarse de la situación, cambiar de actividad o salir a dar una vuelta.  Si el niño o la niña se muestra agresivo/a, no se debe caer en la tentación de actuar igual que él o ella; lo más probable es que se provoque una escalada de mutua agresividad difícil de parar, que irá aumentando en intensidad. Lo más apropiado en este caso es mantener la calma, conseguir contagiarles con la misma y no al contrario. Los padres y madres deben estar pendientes de los contenidos a los que acceden sus hijos e hijas a través de la televisión, internet o videojuegos. Es importante controlar que los/las más pequeños/as no vean escenas de agresividad física o verbal. Si aparecen, conviene estar con ellos/ellas, explicarles que no son escenas reales y darles alternativas de solución para que no piensen que lo que ven es válido.
  4. Hay que convencer al niño o la niña que él o ella es capaz de controlar el enfado antes de transformarse en ira: contándole a algún amigo o amiga lo que le pasa; contando hasta 10 antes de insultar, gritar o pegar;  recibir o dar un abrazo;  discernir con él  o ella si lo que le pasa es un problema pequeño, mediano o muy grande y darle alternativas para cada uno de ellos; golpear una almohada; hacer un dibujo de su ira; dar determinadas vueltas corriendo tan rápido como pueda;  pensar en cosas buenas y practicar ejercicios de relajación (por ejemplo, aprender mindfunless).

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga familiar e infanto-juvenil

Grupo Crece

 

¿Por qué es tan importante el hábito de estudio?

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Un buen hábito de estudio genera mayores posibilidades de eficacia y rendimiento y permite asimilar más conocimientos con menor esfuerzo y menos tiempo. El estudio ayuda a los niños y niñas en su desarrollo cognitivo, en la solución de problemas, en el autocontrol, en la disciplina, en la constancia y en la consecución de objetivos y metas a corto y a largo plazo. Además cuando aprenden a ser más eficaces a la hora de asimilar nuevos aprendizajes, se sienten más confiados/as  en sus capacidades.

Los padres y madres deben facilitar el desarrollo de hábitos de estudio adecuados en sus hijos e hijas proporcionando para ello ciertas condiciones ambientales y educativas.

¿Por qué es importante el hábito de estudio?

- La adquisición de este hábito le ayudará a hacer del estudio una actividad diaria e ineludible.

- Asimismo, se sentirán más seguros/as en relación con los estudios y confiados/as en sus capacidades para superar las diferentes pruebas escolares.

- El estudio es fundamental para el aprendizaje de los niños y niñas puesto que les dota de los conocimientos necesarios para enfrentarse en el día a día y a su futuro laboral.

- También les ayuda a desarrollar sus capacidades lingüísticas y cognitivas tales como la atención y la memoria. Es igualmente importante para la maduración personal, social e intelectual.

- El hábito de estudio aumenta las posibilidades de conseguir un alto rendimiento escolar.

- Implica constancia y perseverancia, factores fundamentales para el éxito laboral y personal.

- Los  niños y niñas con buenos hábitos de estudio serán más capaces de adaptarse y desarrollar con éxito las labores que desempeñarán en sus puestos de trabajo.

Tenemos que ayudar a los niños y niñas a desarrollar su motivación hacia los estudios. Han de comprender que aunque las ventajas a corto plazo son escasas para ellos ya que sólo encuentran inconvenientes (el aburrimiento que les provoca hacer los deberes, el número de horas que podrían dedicar a jugar, etc.), es importante explicarles que estudiar tiene más beneficios que no hacerlo, lo fundamental es que encuentren su motivación hacia los estudios:

- “Todo el mundo lo hace y yo no voy a ser menos”

- “Porque me gustaría trabajar de…”

-“Porque me siento útil”

-“Para sacar buenas notas”

-“Para ser más listo…”

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El hábito de estudio es una rutina y como tal debe llevarse a cabo siempre en el  mismo lugar, a la misma hora y de la misma manera porque eso le ayudará a desarrollar posteriormente otro tipo de hábitos. Se establece a fuerza de repetirlo, no es necesario que los niños y niñas tengan deberes, lo ideal es que desde pequeños/as se habitúen a estar concentrados/as en una tarea durante un rato. De esta manera, podrá conseguir más concentración durante periodos largos de tiempo cuando sea más mayor, algo imprescindible para los estudios más avanzados (universitarios, másters, oposiciones, módulos, etc.).

Susana Paniagua

Psicóloga

Grupo Crece

Como practicar mindfulness con nuestros hijos e hijas

El Mindfulness consiste en prestar atención en el presente sin juzgar. Aprender cómo se deben aplicar las habilidades de mindfulness puede aliviar los desafíos que suponen la paternidad-maternidad y así poder conectar con los hijos en esos días frenéticos donde tenemos mil ocupaciones y responsabilidades o cuando las distracciones nos puedan hacer cometer errores o despistes.

Los niños/as son especialistas en vivir en el momento presente, son unos expertos/as innatos/as en esto del mindfulness, el problema es que van perdiendo esa capacidad según van creciendo. Además, los niños/as también tienen sus puntos débiles, a veces no saben vivir plenamente bien sus propias emociones, sobre todo las negativas como el enfado, la ansiedad o el miedo. También, a veces, se desconcentran y no están atentos/as a lo que le dice el/la profesor/a o a las indicaciones de sus padres. Y todo esto se une con las nuevas tecnologías, que están provocando que muchos niños y niñas estén desarrollando tempranamente una desconecxión consigo mismos: Youtube, los videojuegos, los chats, las redes sociales…son ejemplos de elementos, que mal llevados, pueden romper la atención del presente en niños/as y adultos, perdiendo además la capacidad de concentración y de profundidad en lo que hacemos (bajadas de rendimiento, ansiedad o problemas de atención).

Pero ¿cómo les hacemos conscientes de los beneficios de esta práctica? Sabemos que si no lo practican con hábito, con el tiempo, caerán poco a poco en el estrés adulto de vivir en las preocupaciones del pasado o los miedos del futuro.

 

Cómo practicar mindfulness en familia


Para llevar a cabo estas técnicas no se necesita mucho tiempo, bastarán con unos pocos minutos al día. Un aspecto importante, es cuidar el lugar donde realizar los juegos o actividades: es necesario disponer de un ambiente tranquilo y relajado y preferiblemente realizar las actividades en el mismo lugar y a la misma hora. 

Lo más fácil es acordar entre todos un horario y comprometerse a cumplirlo, para empezar, dos o tres días a la semana una duración de 10 minutos sería suficiente.

Veamos 10 técnicas muy útiles para practicar mindfulness con nuestros hijos e hijas, estas ténicas se pueden llevar a cabo con niños desde 3 años hasta 10 años:

 

1.- LA POSTURA DE "Mente atenta": 

Una de las primeras prácticas por las que se puede empezar es por la postura de meditación, enseñándoles a fijar su atención en la respiración. Es la que comúnmente llamamos “postura del indio o postura de la rana”. Esta será de la que partirán el resto de actividades y juegos. Se pueden usar canciones o meditaciones guiadas para recordar las claves de la postura. 

 

2. La respiración de la ABEJA 

(30 segundos)

 

Este ejercicio es muy adecuado para calmarse y centrar la atención en la respiración. Debemos taparnos las orejas con el pulgar y apoyar el resto de la mano sobre la cabeza. A continuación, cerramos los ojos e imitamos el sonido de la abeja… Zzzzzz

 

3. El juego de silencio (30 a 60 segundos según la edad)

Es un juego muy sencillo para iniciarse en técnicas de concentración. Los niños/as más pequeños de 2 y 3 años lo realizan sin dificultad. Nos sentamos en el suelo y les preguntamos si son capaces de estar en silencio como las montañas o las flores. Les pedimos que cierren los ojos y se mantengan tranquilos/as y atentos/as hasta que se termine el tiempo. Para estos ejercicios es necesario tener un medidor de tiempo que los/as niños/as puedan comprender (reloj con alarma, reloj de arena...).

 

4. Observar como detectives privados (30 a 60 segundos según la edad)

Este juego, al igual que el anterior, trata de desarrollar la concentración a través de la quietud y el silencio.  Pero en esta ocasión en vez de permanecer con los ojos cerrados, observaremos como detectives atendiendo a los detalles más pequeños e insignificantes  de algún objeto en movimiento como:

  • Una lámpara que cambia de colores

  • Un reloj de arena o de agua

  • Una vela (al terminar el tiempo pueden soplar y apagarla)

  • Botellla de la calma (agua con purpurina, gomitas de colores…)

5. Cantar mantras

Los mantras emplean los mismos canales subliminales que la música y los anuncios publicitarios, aunque con fines más saludables. Se utilizan como una herramienta para liberar la mente de pensamientos ayudando a focalizar la atención y proporcionando un estado de calma. No es necesario conocer el significado del mantra para que su sonido ejerza sus efectos sobre nosotros.

Entre otros beneficios, los mantras favorecen la concentración, ya que la mente está ocupada en repetir el texto del mantra una y otra vez. Además, los mantras siempre esconden mensajes positivos que se almacenan en nuestro subconsciente. Repite todos los días "me siento feliz, me siento bien" y algo dentro de ti estará dispuesto a cambiar la tristeza por la alegría.

 

6. El sonido en silencio

En este ejercicio trataremos de escuchar el sonido de un instrumento hasta que deje de sonar. Mientras, deben intentar estar atentos y en silencio. Cuando ya no escuchen ninguna vibración y sientan el silencio total, levantarán la mano.

Para esta actividad debemos utilizar instrumentos con una gran vibración como un cuenco tibetano, un armonizador o una campana.

 

7. Círculo de la atención


En este juego les presentamos distintos materiales que debemos ir pasándonos unos a otros con mucho cuidado y atención. Podemos empezar por un objeto e ir añadiendo más objetos a la vez para trabajar una mayor concentración. Podemos usar por ejemplo: Una campana que no debe sonar, pequeños vasos de agua muy llenos, papel de seda o de charol, papel de lija, telas de distinta textura, etc…

 

8. El juego de observarnos mutuamente
 

Este juego además de desarrollar la atención, nos sirve como herramienta para fomentar la empatía y crear vínculos afectivos.

Nos sentamos por parejas uno frente al otro, vamos cambiando de pareja cada vez. Durante un tiempo tenemos que mirarnos a los ojos sin perder el contacto. Ese será nuestro foco de atención.

 

9. Qué es lo que falta…

En este juego se desarrolla la observación y la memoria mientras se trabaja la atención. Les presentamos 10 objetos cotidianos y les damos unos 10 segundospara mirarlos todos. Les pedimos que se tapen los ojos y les quitamos uno o dos objetos. Ahora tendrán que adivinar cuál es el que falta.

 

10. Qué es lo que suena…

Este ejercicio es igual que el anterior pero en vez de trabajar con la vista, desarrollamos el sentido del oído. Presentamos varios instrumentos u objetos que suenen. Les pedimos que cierren los ojos y que identifiquen el sonido. ¿Qué objeto ha sonado? Una variante de este juego es pedirles que, con los ojos cerrados, señalen de dónde viene el sonido.

 

Cómo identificar y potenciar los talentos de nuestros hijos e hijas

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Los talentos de tu hijo/a son únicos y naturales, pero en muchos casos permanecen ocultos a la espera de ser descubiertos. Como madre o padre tenemos el poder de reconocer las habilidades de nuestros hijos e hijas, además de potenciarlos y motivar su desarrollo desde temprana edad.

No siempre es fácil saber para qué somos buenos, algunas personas pueden llegar a la edad adulta sin haber descubierto cuál es su talento especial, por eso es aconsejable que ayudemos a nuestros hijos e hijas a descubrir sus aptitudes. Poder crecer con una especialidad desarrollada, garantiza el disfrute, las experiencias de éxito y realizacióndesde edades tempranas; esto refuerza su autoestima y ofrece mayores posibilidades de éxito personal y profesional.

Igualmente, desarrollar nuestros talentos durante la infancia permite formar una disciplina y comenzar una tarea apasionante. Este proceso también es ideal para educarlos como personas responsables y capaces de establecer metas para el futuro.

Aunque es posible que los bebés nos sorprendan por sus capacidades,  no siempre podemos hablar de algún talento en particular. Son muchas las cosas que se le pueden enseñar a un recién nacido o a un bebé hasta los dos años, pero no siempre es recomendable basarnos en esta etapa para buscar sus habilidades.

Sabemos que ese talento natural, puede aflorar con mayor claridad durante la etapa de educación infantil. En esta etapa, no solo comienzan a verse sus intereses, sino también las destrezas que demuestran, por lo tanto, es óptima para observarlos y motivarlos.

Yo siempre aconsejo que seamos objetivos en esta observación. Es normal que tengamos interés porque nuestro hijo o hija siga nuestros pasos, quizá queramos que elija alguna actividad en particular, pero son ellos y ellas, quienes demostrarán para qué son buenos/as y qué les hace felices Recordemos también que a esa edad le podemos provocar un estrés mayor si le invitamos a realizar una actividad para la cual no está hecho/a, ni le gusta. Sobre todo en casos donde los familiares deciden comenzar a motivarlos practicando distintas cosas para distinguir en cuál es mejor, no debemos saturar a los pequeños/as.

Tener un talento no implica que no sepamos hacer nada más, por eso podemos hablar de que quizá tu hijo/a tenga varios talentos. Algunos  son buenos/as para los deportes, pueden practicar casi cualquier disciplina con mucha destreza, o quizá algún deporte en particular.

 

No obstante, un/a niño/a que tiene talento para los deportes también puede tenerlo para las matemáticas, el canto o puede ser un/a gran orador/a. Por ello, es primordial que la motivación principal sea la pasión por alguna de las actividades que realiza.

Desde muy pequeño/a, tu hijo o hija pueden demostrar interés por ciertas cosas. Al principio quizá sea un interés generalizado, pero algunas señas nos permitirán realmente distinguir sus talentos:

Os muestro algunas pautas a modo de resumen:

1. Evitar presionarlos y manifestar nuestro orgullo sin importar su elección: por ejemplo, insistirle en que haga gimnasia cuando lo que más parece que le gusta es el baile.

2. Observar si es algo que puede hacer con mucha facilidad y con poca práctica: por ejemplo, bailar con gran habilidad y buena técnica.

3. Observar que es algo que disfruta y parece apasionarle más de la cuenta: por ejemplo, ver que dedica el tiempo libre a bailar en cualquier sitio y con mucha pasión.

4. Con todo lo anterior,  quizá estemos hablando de uno de esos talentos innatos que debemos estimular para que se conviertan en algo que pueda desarrollar y potenciar ese talento. Por, ejemplo, reforzarle y motivarle para el baile y facilitar el camino para que pueda formarse en este arte (apuntarle a una academia).

5. Respetar su ritmo de aprendizaje y no presionarle para que “sea el o la mejor”. Evitar presiones y desgaste excesivo: en nuestro ejemplo del baile, no apuntarle excesivas horas semanales y tener en cuenta que ellos o ellas también tienen una obligación que es el colegio y sus consiguientes deberes y tareas.

6. Evitar comparaciones con otros niños o niñas: que ellos o ellas sepanque son únicos e irrepetibles en ese u otros talentos.

Susana Paniagua

Psicóloga infanto-juvenil y educativa

Grupo Crece

Nuestra autoestima como madres y padres

La autoestima es uno de los constructos que más trabajamos en Psicología. Hablamos muchas veces de nuestra autoestima personal o de la autoestima de los niños, y de cómo construirla de una manera sana y positiva. Pero ¿y nuestra autoestima como padres y madres?

Uno de los grandes retos de la maternidad y la paternidad consiste en crear un nuevo rol, con todos sus matices, y hacernos fuertes en él. Nuestro rol como padres y madres será la identidad desde la cual nos relacionaremos con nuestros hijos, nuestra manera de tratarles, de posicionarnos frente a ellos. Tal es la importancia de esa construcción que el apego que se generará en nuestras hijas e hijos no será tanto hacia nuestra persona, sino hacia nuestro rol como madres o padres. Esta realidad nos puede llenar de dudas e inseguridades (¿lo estaré haciendo bien?; ¿estaré eligiendo lo mejor?; ¿me arrepentiré?...), y llevarnos a generar roles confusos, a contradecirnos, a no ser coherentes..., generando inseguridad en la relación y en el apego.

Nuestra autoestima como padres y madres tendrá unainfluencia directa en nuestra manera de relacionarnos con nuestros hijos e hijas. La autoestima será para los pequños la fuente de seguridad, un factor necesario a la hora de ponerles límites y transmitirles seguridad, e incluso a la hora de mostrarles el afecto:

los padres y madres con una autoestima más sana son más reforzadores, dan más afecto y generan un clima emocional más estable.

Como padres y madres es necesario que nos sintamos seguros en nuestro rol paternal o maternal, independientemente de la seguridad que sintamos en otros roles que desempeñamos en nuestra vida (laboral, personal...). Para encontrar esta seguridad hay una serie de cuestiones que tenemos que recordar:

  1. Siempre se sobrentiende que las madres y padres intentamos desempeñar nuestro papel lo mejor que podemos. Nadie nos exige la perfección, sino humildad para saber reconocer los errores y buscar información y ayuda cuando la necesitamos.
  2. La relación paterno y materno-filial es una relación asimétrica, desequilibrada. No vamos a recibir lo mismo que damos, lo cual no significa que no estemos haciendo una buena labor.
  3. Es importante tomar conciencia de lo que queremos aportar a nuestros hijos e hijas, de los principios y valores en los que queremos educarlos, y vivir de acuerdo a ellos, de modo que nuestros hijos perciban una coherencia entre nuestras palabras y nuestros actos.
  4. Tenemos que ser conscientes de nuestras fortalezas y crecer en confianza a partir de ellas.
  5. La mayor huella que vamos a dejar en nuestros hijos e hijas está en los pequeños gestos del día a día, no en los acontecimientos más extraordinarios o menos normativos.
  6. Independientemente de cómo nos sintamos en otras facetas de nuestra vida, nunca podemos olvidar que somos las personas más importantes para nuestros hijos, su referente.

Disfrutar de nuestro papel y de la relación con nuestros hijos, ajustar nuestra propia exigencia y entender que nuestra maternidad y paternidad es un proceso que está en continua construcción nos ayudará a vivir nuestro rol de manera más positiva y consciente.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga infanto-juvenil y familiar

Grupo Crece

La tiranía de la sobreprotección

La revista estadounidense Slate encuestó a 6000 lectores y les preguntó qué cosas de las que hacían de pequeños permitían hacer hoy a sus hijos. La respuesta mayoritaria fue la siguiente: los niños actuales gozan de menos libertad que sus progenitores.

Aunque la protección hacia los hijos sea algo natural y necesario, ya que cuando son pequeños nos necesitan y dependen de nosotros, hay que poner cuidado en no sobrepasar la delgada línea entre la protección y la sobreprotección.

¿Cuándo es sobreprotección?

Diríamos que sobreprotegemos a nuestros hijos cuando vamos más allá de cubrir sus necesidades básicas y afectivas y empezamos a solucionar sus problemas o tomar decisiones que pueden tomar ellos mismos, cuando entorpecemos su autonomía por nuestros propios miedos.

En definitiva, cuando les impedimos hacer determinadas actividades, ir a determinados sitios… por nuestros propios temores y de manera prolongada en el tiempo.

Algunos tipos de sobreprotección…

Papás/ Mamás agenda

Este término se volvió viral cuando lo acuñó la experta en coaching Noelia López-Cheda en su publicación Me niego a ser la agenda de mi hija por WhatsApp.

Se refiere a las mamás o papás que a través de grupos de WhatsApp del colegio se encargan de que sus hijos cumplan con las tareas, entre otras cosas.

En esta publicación, la autora defiende que los hijos deben tener su parte de responsabilidad, y que no es beneficioso para ellos que nosotros los adultos asumamos su parte.

Papás/ Mamás helicóptero

Son aquellos padres o madres que, por decirlo de alguna manera, sobrevuelan constantemente la vida de sus hijos en un estado de excesiva vigilancia y control.

Serían aquellos progenitores que se involucran en cuestiones donde los niños pueden desenvolverse perfectamente, o donde no debería ejercer tanto control porque se trata de temas relacionados con la identidad personal (gustos, aficiones, elección de estilo…).

Papás/ Mamás apisonadora

Son aquellos padres y madres que aplanan el camino para que sus hijos no tengan que hallar dificultades.

Lo cierto es que como padres y madres existe cierta tendencia natural a que nuestros hijos no tengan que enfrentarse a las dificultades que hemos pasado nosotros, pero no debemos olvidar, no obstante, que es la superación de obstáculos, la resolución de problemas lo que nos fortalece y nos da la sensación de control sobre nuestras vidas y nuestras dificultades.

Papás/ Mamás guardaespaldas

Este término alude a aquellos padres que son quizás demasiado sensibles ante cualquier estimulo que consideren (con demasiada facilidad) un ataque hacia su hijo, bien sea por una mala nota, un castigo en el colegio, una crítica, etc.

Esto se hace más notable en los colegios, donde los maestros están cada vez más cohibidos en su rol ya que los padres ejercen actualmente más presión en este ámbito.

 ¿Cuáles son las consecuencias?

Cuando esta burbuja de sobreprotección estalla, trae consigo conflictos a los que el niño debe enfrentarse.A continuación, mencionamos algunas de las más comunes.

Personas miedosas

La advertencia constante sobre los posibles peligros (sean reales o no), unido a no haberles dado herramientas para enfrentar los problemas, trae como consecuencia el miedo a enfrentarse a la vida, a relacionarse con los demás, o a afrontar con éxito diferentes situaciones.

Personas dependientes

Relacionado con el apartado anterior, si no les guiamos hacia su autonomía, en la toma de decisiones o a gestionar sus problemas, es probable que dependan más de los demás por su sensación de falta de recursos para hacerlo por su cuenta.

Autoestima deficiente

Si uno necesita constantemente de los demás porquesiente que es incapaz de desenvolverse solo ante situaciones de la vida diaria, terminará por desarrollar la percepción de que es un “inútil”, que nunca podrá enfrentarse a la vida por su cuenta.

Déficit en el desarrollo de sus capacidades

Si no permitimos a nuestro hijo explorar por su cuenta, probar y equivocarse, le estamos privando de la capacidad de aprendizaje, que en definitiva se consigue gracias a ese ensayo-error. Le estamos privando de experiencias que pueden ser enriquecedoras y ayudarle de cara al futuro.

Baja tolerancia a la frustración

Los padres sobreprotectores muchas veces tienden a ser permisivos, por miedo a que sus hijos sufran pueden llegar a darles todo lo que piden. Por tanto, los niños no aprenden que no siempre se consigue lo que se quiere, es decir, se enfrentan poco a la frustración. El resultado de esto es que reaccionen ante la frustración con agresividad y pueden incluso llegar a convertirse en pequeños tiranos.

Cómo evitamos caer en la sobreprotección…

-    Tratarle acorde a su edad.

-    Favorecer su autonomía, de acuerdo a edad y capacidades, animándole en cada paso.

-    Dejar que se enfrente a los problemas y que encuentre por sí mismo las soluciones.

-    Dejar espacio para su intimidad (no atosigarle con preguntas e interrogatorios).

-    Favorecer que se relaciones con gente de su edad sin tener que estar en constante supervisión (por supuesto dependiendo de la edad y situación), para favorecer también su autonomía en las relaciones sociales.

-    Establecer unos límites y normas claros en casa. Que aprenda que las cosas se consiguen mediante el esfuerzo.

-    Aceptar a nuestros hijos tal y como son, con sus fortalezas y sus limitaciones.

Por suerte, en nuestras manos está el cambio. Si tú, como madre o padre te has sentido identificado con el estilo sobreprotector, estás a tiempo de cambiar y guiar a tu hijo hacia su autonomía y felicidad.

Romina Collado

Psicóloga educativa y formadora

Grupo Crece

 

Carta a un niño

Hola, peque.

Hoy he visto tu foto en la tele. He visto esos ojos negros que miraban a la cámara fijamente con curiosidad. Y he visto también a muchas otras personas que quizá sean tus papis, tus amiguitos o tus maestros del cole. Todas esas caras tenían expresiones de preocupación y de incertidumbre, pero también de decisión y de esperanza.

Cuando he visto tu foto, he pensado: ¿qué mensajes estará escuchando ese niño cada día?; ¿qué cantidad de conversaciones y escenas habrás vivido en esas largas caminatas, en las interminables horas de espera, en los trenes y autobuses que poco a poco te han ido alejando de lo que conoces, de ese mundo que estabas descubriendo y que cada vez sentías más tuyo?

Me imagino que en estos días estarás viviendo situaciones difíciles y totalmente nuevas para ti. Supongo que muchas, ni siquiera las entiendes y que, a veces, habrás tenido que fijarte en la cara y en los gestos de los mayores para poder adivinar si las cosas iban bien o mal.  Puedo incluso sentir en mi piel la angustia de ser niño en casos como esos, y ser los últimos en enterarnos de las cosas que nos afectan, si es que alguien nos las explica. Por eso quiero mandarte este mensaje solo a ti, como si estuviésemos los dos solos en una sala, jugando con los cojines, sentados en el suelo.

Sé que te resulta muy difícil entender qué está pasando. Ni siquiera yo soy capaz de explicártelo. Pero tienes derecho a saber qué va a ser de ti. Tienes derecho a que los mayores te digan que vas a estar con ellos, que no te van a dejar solo, que, pase lo que pase, no os vais a separar. Estoy segura de que eso es algo que necesitas oír. Quizás no te puedan decir dónde vais a estar mañana, ni en qué condiciones, pero sí te pueden decir que no vas a estar solo.

También sé que te sientes raro porque nunca habías visto a mamá y a papá tan preocupados. Quizás, en los últimos días, les has visto llorar o gritar desesperadamente en algún momento. Esa es su manera de expresar su deseo de estar en un lugar feliz contigo. Es su manera de mostrarle al mundo que tú eres importante y te mereces tener un futuro y vivir en paz y feliz. Puede que sientas que ellos están demasiado preocupados y prefieras no molestarles mucho, pero te diré una cosa: pedir y dar un abrazo nunca molesta.

La situación en la que estás es muy dura, y también es duro sentir que todo está en manos de unos adultos que en ocasiones son buenos y en ocasiones no. Pero, ¿sabes?, no todo depende de los demás. Tú también tienes mucha capacidad de elegir. Puedes elegir jugar con ese niño con el que has coincidido en algún punto de tu viaje y que está triste. Puedes elegir buscar algo bonito en lo que te rodea. Puedes elegir pedir ayuda cuando la necesites. Puedes elegir cerrar los ojitos y buscar una mirada que te hizo sentir protegido, que te hizo sentir aliviado, que te hizo sonreír…. Y, sobre todo, puedes elegir qué papel quieres que tenga este capítulo en el cuento de tu vida y construir con esa experiencia y tu mirada de niño algo precioso.

Imagínate el príncipe de un cuento que ha sido desterrado de su reino y convertido en rana. ¿Qué te gustaría que hiciese esa rana? Puede sentirse triste por ser diferente y no estar en su reino; pero también puede probar a saltar muy alto con sus fuertes ancas, y explorar ese nuevo mundo en el que le toca vivir. Y ,quizás, pueda mirar ese mundo a través de unas gafas mágicas con las que captar todos los detalles felices de su nueva experiencia. ¿Qué te parece mejor?A mí me gustaría ayudar a esa ranita a encontrar esas gafas mágicas y a quererse en su nueva vida. ¿Y a ti?

Antes de despedirnos, me gustaría que los dos hiciéramos un juego. Vamos a juntar nuestros dedos pulgares e índices para hacer con ellos unas gafas mágicas y preguntarnos a continuación: ¿qué cosas bonitas has visto hoy? Y ojalá yo pueda responder: tu sonrisa.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga

Grupo Crece

Lo que las nuevas tecnologías pueden aportar a nuestros hijos: una visión positiva

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Las nuevas tecnologías han invadido todas las áreas de nuestro día a día. En pocos años, hemos pasado de no conocerlas a situarlas en un lugar central de nuestro trabajo, nuestra educación, nuestra manera de relacionarnos, nuestro ocio… Son tantas las opciones que nos ofrecen, que su  diversidad y avance, son más rápidas que nuestra capacidad para integrar los cambios, y adaptarnos a ellos de una manera consciente.

Este es  uno  de los problemas que nos supone hoy en día la tecnología: Nos resulta inviable abarcar todas sus opciones, conocerlas y saber manejarlas, optimizando sus aportes positivos y neutralizando los posibles peligros que puedan ofrecer. 

 

Esta realidad toma gran importancia en la educación de las nuevas generaciones, más aún cuándo crecen en este mundo tecnológico de manera natural, con más capacidad para explorar y conocer que las generaciones anteriores, que han tenido que incorporar la tecnología de una manera más gradual.

La diferenciación entre nativos  digitales e  inmigrantes  digitales, términos adoptados por Marc Prensky,  es crucial para entender el problema de las tecnologías en las familias actuales. Nos encontramos en un momento  en el que dos generaciones conviven con una  concepción diferente de la tecnología,  lo que está  dificultando en ocasiones el entendimiento y el encuentro entre ambas, en torno a este asunto. 

Los inmigrantes digitales, es decir, los padres, vive en el mundo de la tecnología desde el temor, la inexperiencia y una sensación de falta de control, mientras que los nativos digitales, sus hijos, viven la tecnología como algo normal de su
día a día, desarrollándose y creciendo en ella en la misma medida en la que se desarrollan y descubren otros ámbitos del mundo.

La tecnología es un hecho, percibirla como el enemigo, temerla y relacionarnos con ella desde los peligros que pueda suponer es un esfuerzo titánico por frenar algo imparable. Conocer las opciones que nos aportan, entendiendo que en la realidad de nuestros hijos está integrada la tecnología y lo estará, nos ayudará a percibir la tecnología de una manera natural, pudiendo maximizar sus puntos favorables y cuidando a los niños de sus puntos más negativos.

Al igual que en otras muchas áreas, como padres necesitamos hacer un esfuerzo por comprender la función que cumplen las tecnologías en la vida de nuestros hijos.  De este modo, podremos relacionarnos con  ellas de una manera más realista y conocer de una manera más profunda a nuestros hijos, sus motivaciones e intereses,  pudiendo hacer hincapié en nutrirles como padres en esos aspectos que ellos buscan en las nuevas tecnologías. 

Por lo general, los intereses de los  niños y adolescentes en torno a las nuevas tecnologías y redes sociales están relacionados con los siguientes aspectos:

1. Evasión, descarga de adrenalina, desconexión.

Los niños encuentran en los videojuegos una manera de descargar la energía que tanto les caracteriza de una manera rápida, fácil y accesible. Los adolescentes comienzan a sentir el peso de la exigencia de la sociedad sobre ellos. Lo que antes era disfrute y juego empieza a ser esfuerzo y trabajo, por lo que su necesidad de desconexión y de evasión también se acentúa.

Comienzan a valorar más su tiempo de ocio, como una adaptación a la vida adulta en la que deber y ocio están diferenciados. Los videojuegos les permite compatibilizar ambas de una manera rápida, ya que pueden tener ocio y obligación en el mismo lugar y sin una gran transición de tiempo entre uno y otro. Desde el rol de padres comprender su necesidad de evasión y desconexión y promover
alternativas que involucren un rol más activo puede favorecer este control sobre las nuevas tecnologías de modo que, otras actividades puedan alternar con los videojuegos.

Conocer las características de los videojuegos que les gustan a nuestros hijos y compartir ese espacio con ellos será una manera de crear un clima favorable que facilite la comunicación y la puesta de límites.

2. Autoconcepto

Las redes sociales giran mucho en torno a la persona, al perfil de cada uno. Las nuevas generaciones cuentan con las nuevas tecnologías como una fuente más de creación de su autoconcepto: observan
modelos, exponen sus preferencias, se crean su personalidad y la muestran. 

El ejercicio de buscar qué les caracteriza, lo que les hace especiales para mostrarlo al mundo, hace que las nuevas generaciones tengan un mayor conocimiento de ellos mismos, de cómo son, qué imagen proyectan y qué emociones generan en los demás. Desde nuestro rol de padres al conocer el autoconcepto de nuestros hijos, como se perciben, es una gran ventaja, ya que dicho autoconcepto tendrá un papel protagonista en sus relaciones, actitudes y decisiones presentes y futuras.

En muchas ocasiones nos centramos tanto en los aspectos en los que nuestros hijos pueden mejorar que olvidamos recordarles lo positivo que vemos en ellos.  

Llenando su autoconcepto desde casa, su necesidad de construirlo en base a los demás será menor.

3.  Autoestima

Las redes sociales son fuente también de refuerzo y crítica, dos cosas que tendrán un papel  importante en la autoestima de nuestros hijos. A través de las redes sociales, sienten más libertad para expresar lo que les gusta y lo que no, los sentimientos y sensaciones que les generan diferentes fotografías o comentarios, sus opiniones y vivencias. Además, las redes sociales e internet por lo  general, es una oportunidad que permite a los menores relacionarse con personas con un perfil afín a ellos, con los mismos intereses y motivaciones. Esto les otorga más libertad para elegir quien quieren ser, sin sentirse raros o diferentes, viviendo en un mundo más global en el que tienen facilidad de conocer gente con gustos diferentes, aunque no sean los mayoritarios en su entorno.

3. Construcción de un concepto sobre diferentes realidades

A través de las vivencias compartidas, de las noticias a las que acceden, de los vídeos que crean moda entre los jóvenes, éstos van creando su propia conciencia sobre la realidad, sobre el mundo. El aumento de información a la que acceden les permite tener una imagen del mundo más globalizada, más realista y más documentada, aunque no toda la información sea igual de valiosa. Como padres podemos reforzar esta actitud de búsqueda e información en  nuestros hijos y ayudarles a crearse un criterio que les permita filtrar la gran cantidad de información que reciben de una manera óptima, generando en ellos un espíritu crítico.

4. Construcción de red social

La construcción de la red social funciona en dos sentidos: afianzar las relaciones que han establecido en sus círculos y creación de nuevas relaciones. A través de las redes sociales afianzan las relaciones que tienen con su entorno y mantienen la relación con personas que dejen de estar  a su alcance por alguna razón. Tratan temas comunes, muestran sus lazos en público como una manera de afirmarse en la importancia que tiene para ellos esas relaciones y expresan sus sentimientos de una manera más abierta de lo que se permiten hacerlo en público. Esto hay que entenderlo como un extra: hoy en día expresan más sus emociones y perspectivas. Internet brinda a las nuevas generaciones un sinfín de opciones para relacionarse con personas que a priori tengan cosas en común con ellos. A través de los foros o las cuentas dedicadas a determinados clubes deportivos, a cantantes, a hobbies, etc., se convierten en seres activos en sus relaciones, eligiendo el grupo que sienten que les aporta algo, en el que se sienten a gusto y en el que se sienten aceptados. Incluso esos niños que pueden tener el estigma en el colegio, se sienten aliviados al observar que no son los únicos, al compartir experiencias con otros iguales, al observar que no son peores, ni raros.

5. Comunicación

Vivimos en la Era de la Comunicación. La comunicación es algo que nos caracteriza como especie, por lo que está en nuestra naturaleza buscarla y potenciarla. A medida que avanzan las nuevas tecnologías, más capacidad de comunicación tenemos. Las nuevas generaciones tienen integrada
esta actitud de búsqueda de maneras de comunicación: las exploran, las comparten, las ponen de moda e incluso las crean.  Muchos padres se preocupan de que se comuniquen solo a través de lo virtual, sin embargo, tenemos que entenderlo como un extra: los niños que tienen facilidad de
comunicación en persona también ejercitan su comunicación en lo virtual, y los niños que tienen dificultades en lo personal, encuentran un entorno que no les es tan amenazador y que puede servir como un contexto de entrenamiento, en el que desarrollen habilidades que les haga sentirse seguros para avanzar en el cara a cara. Crear ese clima de aceptación de la tecnología nos hará aumentar nuestra capacidad de comunicarnos con nuestros hijos, ya que para ellos es un tema que les moviliza y les motiva.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar

Grupo Crece

Encontrar el justo lugar en la relación madre-hija (Parte I)

Toda madre juega un papel fundamental en la vida de su hija, y por una buena razón: se trata de la primera referencia femenina que ésta tiene. La relación que sucede entre ambas en ocasiones es ambivalente: una mezcla entre amor y odio donde a veces es difícil encontrar un lugar adecuado. 

La principal dificultad se puede resumir en las siguientes palabras de Erich Fromm: "La relación madre- hijo es paradójica y, en cierto sentido, trágica. Requiere el amor más intenso por parte de la madre, sin embargo, todo ese amor debe ayudar a que el niño crezca y se aleje poco a poco de ésta, hasta convertirse en un ser totalmente independiente".

¿ Dónde debe poner el límite una madre para que permita la autonomía e individuación de su hija?
¿ Dónde debe poner el límite la hija para que pueda expresar sus propios deseos y su identidad? 

Y ¿ cómo hacerlo sin sentir la culpabilidad de creer traicionar a la madre al seguir su propio camino? 

Como la madre es la primera que está cuando se crea esta relación, pondremos el foco de atención en ella y en su actitud en las dos etapas fundamentales del desarrollo vital de todo ser humano: la infancia y la adolescencia. Así mismo describiremos y analizaremos el perfil de algunas madres que pueden dificultar este dúo, las consecuencias de sus actos en sus hijas y algunas soluciones posibles para hallar ese justo lugar. Por último, se examinará la relación desde el punto de vista de la cadena generacional: como ser madre después de la propia madre y el papel de la madre convertida en abuela.

Infancia

Una de las dificultades entre madre e hija reside en que son del mismo sexo. En los primeros meses de vida, la madre debe poder proporcionar a su hija cuerpo, alma y corazón; a la vez, la madre debe mirarla, reconocerla, pero sin buscarse a ella misma en esta mirada, sin considerarla su reflejo.
La tentación de la confusión es muy fuerte si la madre no ha saldado sus cuentas con el pasado o si existen heridas emocionales no resueltas, puesto que tenderá a "mirarse" en su hija sin darle a ésta un lugar como una persona singular, diferente, y comenzará a proyectar en ella sus propias frustraciones y deseos.
Amar a la hija es aceptar poco a poco no continuar siendo un único cuerpo para ella, y dejar un lugar al padre o su sustituto. La actitud , las palabras y las acciones del padre o sustituto son lo que permitirán al bebé centrarse en otra cosa, en los demás, en el mundo.
Poco a poco, mientras la hija vaya creciendo, la madre debe ir haciéndole entender que son personas diferentes: por sus acciones, actividades personales, lucrativas o no, debe demostrar que no es sólo madre, que también existe fuera de esa función. En este sentido se trata de dos personas que deben vivir cada una su " deseo singular".
Si la madre sólo se siente realizada a través de la maternidad, la progenitora creará una dependencia y un sentimiento de culpabilidad en la hija si ésta empieza a mirar hacia otro lado para crecer.

Adolescencia

La adolescencia es un momento de metamorfosis y transformación fisiológica donde se despiertan y se comienzan a exteriorizar los posibles conflictos existentes. 
Uno de los posibles conflictos está relacionado con la competencia entre mujeres en cuanto a " lo femenino", aunque esas mujeres sean madre e hija. En este momento evolutivo es necesario que la madre acepte su edad sin rechazar el envejecimiento. Empezar a construir la diferenciación entre ambas es difícil si existe en la madre una voluntad de imitar a su hija en cuanto a la elección de su indumentaria, su manera de hablar, el ocio o sus modelos. 
Sería bueno revisar su historia y aceptar que el pasado es pasado, y es un buen momento para hacer un balance lúcido y honesto de las insatisfacciones personales sobre proyectos que no se han llevado a término o sus " deseos singulares" que vuelven a aparecer, y autorizarse a recuperar el movimiento en sí, la confianza en uno mismo y la pasión por la vida.

El hecho de existir como mujer anhelante es crucial para la construcción de la feminidad de su hija.

ENTRE UNA MADRE Y UNA HIJA NO ES RECOMENDABLE COMPARTIRLO Y CONFUNDIRLO TODO, SI NO, ¿CÓMO PODRÁ LA CHICA CONSTRUIR SU INTIMIDAD, SU AUTONOMÍA? 

Para acompañar de una forma adecuada lo que una madre debe aprender a comprender es que CRECER ES DIFERENCIARSE. 

En este sentido debe respetarse la intimidad, como, por ejemplo, el deseo de retirarse al dormitorio. Del mismo modo, sería adecuado que los primeros novios fueran aceptados sin ningún tipo de juicio o voluntad de orientación, ya que de lo contrario se interpretaría como una manera de controlar y de evitar que la niña crezca y se identifique con sus propios deseos.
La madre ha de aceptar no ser la única referencia, al contrario de lo que ocurría en la infancia. Es necesario tener el duelo por la niñita que su hija ya no es.

En cuanto a la hija, en ocasiones, diferenciarse de la madre implica romper con la madre,rebelándose, con grandes fracasos escolares, en exámenes o en otras cosas que no se deseaba hacer. Rebelarse forma parte de la evolución de la persona de la adolescente.

Las chicas deseosas de seguir su propia vida deben trabajar para evitar sentirse culpables. CRECER ES IR HACIA UNA MISMA, lo que no impide el afecto con su madre y compartir ciertas cosas de la vida, cada una conservando su vida y su intimidad

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece



Bibliografía: Poncet- Bonissol, Y., " La relación madre-hija". Ediciones Obelisco, España 2014.

Imágenes: Gioia Albano
Regina Garialdi
Flor Méndez